Joxe Iriarte, Bikila – Alternatiba
0.- Por distintas razones llevaba varios días sin entrar en Rebelión, y al hacerlo me he topado con la critica que Ángel Rekalde realiza a mi articulo “EH-BILDU Y PODEMOS. SOBRE PATRIOTISMO Y PATRIAS”[1]. Aunque de forma tardía, intentaré responder de la forma más breve posible, dada la amplitud de los temas Ángel introduce en el debate.
De entrada quiero aclarar que dicha crítica me ha sorprendido bastante, tanto por su forma como por su contenido, ya que buena parte de la misma (puedo estar incluso de acuerdo con ella), a mi entender, no va ni con el contenido ni con la intención de mi artículo, el cual salvo en lo relativo a atribuir a los colectivos Orreaga y Nabarralde estar influenciados por el historicismo y la cohesión identitaria (aquí se puede debatir) se centra exclusivamente en la polémica con Podemos. [2]
1.- Introduce debates, por ejemplo, en lo relativo a la polémica existente en relación a la zonificación del euskera en Navarra y la posibilidad de estudiar en el modelo D. Debate pertinente respecto a las posiciones de la derechona regionalista-españolista navarrista y el PSN, y también con Izquierda-Ezkerra y Podemos (reflejadas en las disensiones habidas a nivel del cuatripartito que gobierna Navarra) que nada tiene que ver con mi artículo; máxime, teniendo en cuenta que me identifico con las posiciones mantenidas por EH-Bildu de Nafarroa.
Entiendo menos a que viene la puya sobrelos Reyes Católicos como referente de la unidad, la religión, el imperio, o la menciónalnacionalismo banal que pasa desapercibido: el mapa del tiempo, el diario que se lee, los sellos con cara del rey, el equipo de fútbol (y la liga en que interviene)… o que hagamos abstracción detoda la violencia con que se ha construido ese Estado, cuyo origen es un imperio genocida, que nos ha conquistado –como en su tiempo a otros muchos pueblos y naciones-… aspectos estos, al igual que en lo lingüístico, tienen que ver con las posiciones de la derecha Navarra y ciertas izquierdas, pero desde luego no conmigo.
Y me parece fuera de lugar que en el tema del patriotismo español me atribuya hacer abstracción de toda la violencia con que se ha construido este estado, ya que afirmo con toda rotundidad: “A diferencia de los patriotismos de las naciones sin estado, para lograr un patriotismo español diferente al mayoritario e imperante en el Estado español (…) hay que expurgar muchos elementos adheridos a un patriotismo de rancio abolengo colonialista, imperialista y opresor de las nacionalidades internas. Y es que el patriotismo existente en países de larga tradición imperialista, de uso y abuso del término para defender los intereses de las clases dirigentes, no es fácil de ser suplantado por otro de signo izquierdista, popular y emancipatorio. La II Republica, a pesar de su carácter democrático, no superó ese déficit, ni en relación a las colonias ni en lo relativo a las naciones interiores. El imaginario nacional español está impregnado de un pasado colonial, de la España una y unida, de Ceuta y Melilla como tierras españolas y de Gibraltar también; es la “marca España”, de indiferencia, cuando no desprecio, a lo que, aunque formalmente se consideran lenguas españolas no castellanas, en la realidad se piensa lo contrario, en caso contrario no habría tanta resistencia en aprenderlas. España, no es Venezuela, ni Cuba, donde hay un patriotismo antiimperialista, España se asemeja más a la Francia de la Grandeur y a la Gran Bretaña (salvo en la tradición democrática), aunque no jueguen en la Champions”.
Sobre el tema del confusionismo, desmovilización, y desmotivación, motivada por la desactivación delcomponente abertzale de las estrategias vascas, supuestamente para favorecer así (¿?) el independentismo sin color, marca blanca de supermercado, creo que el tema merece un debate en profundidad, pero Ángel lo simplifica, además de no ser fiel a la realidad. De entrada, nada se dice de las muchas iniciativas presentes en la sociedad vasca (por ejemplo las pasadas movilizaciones y consultas soberanistas propiciadas por Gure Esku Dago, jornadas de Aberri Eguna, etc.) que movilizan y organizan a miles de personas; así como a la riqueza de los debates programáticos, estratégicos e ideológicos que se están dando, y en todo caso, las dificultades existentes para situarnos en una nueva coyuntura donde nada es igual respecto al pasado (salvo la actitud obstruccionista del estado). En lo relativo al bajón respecto a épocas pasadas, que es real, no creo que sea debido a las negativas influencias de unos intelectuales, o si se quiere, a las directrices de la actual dirección de EH Bildu, por muchas que sean las deficiencias y los errores de orientación.
Sufrimos unaresaca producto de muchos factores (que afecta también al Movimiento obrero y los movimientos sociales de Euskal Herria), entre ellos los efectos de un reciente pasado marcado por la existencia de ETA, y que todavía costará su tiempo superar, y que afectan a estrategias y modelos organizativos.
Los debates en torno al independentismo lejos de ser incoloras, o supuestas líneas blancas, son multicolores, incorporan nuevos sujetos y subjetividades, y están cambiando las agendas reivindicativas; otra cosa es si gustan o no gustan los nuevos tonos que va adquiriendo el debate, entre ellos lo relativo a lo identitario. En este aspecto, diferencio el identitarismo étnico (que no comparto pero que entiendo que tenga su peso en un pueblo de las características del vasco, que todavía sufre las consecuencias de un proceso asimilación forzada) y los elementos identitarios, presentes en todo proceso de construcción nacional (notablemente el idioma), y que desde luego forman parte de mi ideario ideológico y al cual he dedicado grandes esfuerzos que me han dado no pocas satisfacciones en el ámbito cultural y afectivo (por ejemplo mi producción literaria).
Ocurre lo mismo con los términos nacionalismo (ideología que no comparto aunque lo considero lógico en nuestro contexto) y nacional, (componente imprescindible en todo proceso de liberación o democratización nacional). Tal diferenciación lo expresa EH Bildu en los siguientes términos: “NO SOMOS UN PROYECTO NACIONALISTA, PERO SÍ QUEREMOS SER UN PROYECTO NACIONAL. No tenemos una sola idea inequívoca de país, ni nos une un solo imaginario que lo recoja. Sin embargo, aspiramos a ser un proyecto de país, para todo el país, para todos los países que en él coexisten. Hay que trascender los límites –políticos, sociológicos, culturales- autoimpuestos por la tribu para hablar y hacer política con todos y todas las vascas y no solo con quien más se parece a cada una de nosotras” (Propuesta política a debate en EH Bildu).
Pero repito, diferencio el identitarismo étnico (la homogenización) de las demandas identitarias inherentes a todo proceso de emancipación nacional, tales como el idioma, la cultura, los procesos colectivos de adhesión, etc., que para los componentes de las naciones opresoras o mayoritarias no forma parte de su exigencia cotidiana (mientras no se sientan atacados o perjudicados, cosa que suele ocurrir a la menor pérdida de hegemonía) dado que lo tiene resuelto. Es la histeria nacionalista y no la realidad lo que solivianta al nacionalismo español en su disputa con el catalán y el euskara, y no ningún peligro identitario o de supervivencia del idioma que cuenta con millones de hablantes. No es el caso del euskara en dura lucha por su normalización cuando no de mera supervivencia.
En lo relativo a la interrelación de lo social con lo nacional, blanco sobre negro hice mías la tesis de M.E.R Palop en su debate con el PSOE (y yo con Podemos) [3]: Que no hay derechos sociales, sin derechos políticos y no hay derechos políticos sin soberanía y sin autogobierno. Y que el autogobierno tiene mucho que ver con la identidad y el relato común. Vaya, que no se puede distribuir la riqueza sin hacer comunidad (…) que eso solo puede hacerse desde una comunidad “política” democráticamente organizada, en la que los factores endógenos, la identidad y el relato propio jueguen el papel que les corresponde“.
Sobre el modelo nacional. Me remito al artículo de VS (Patria) escrito hace ya 10 años[4], cuyo resumen sería: “Siempre me ha parecido artificial la división tan tajante que se hace, entre el modelo nacional alemán (supuestamente romántico-étnico) y el francés (supuestamente, republicano-ciudadano); igualmente la que se realiza entre, el modelo historicista y el del plebiscito diario, ya que no hay nación (salvo en situaciones de dictadura) que no asuma en sus constituciones valores cívico republicanas, y que a la vez que no se reclame de una determinada historia y sustrato nacional, o que deje de defender su lengua considerada nacional (la Francia republicana, considera una reivindicación étnica la oficialidad del euskara, pero acaba de convertir al francés en lengua oficial y nacional). Ocurre otro tanto, en relación, al cosmopolitismo y el patriotismo. El humanismo cívico, según expresión del federalista canadiense Charles Taylor «necesita una vinculación sólida con la comunidad». Dicho de otra forma, «el patriotismo es tan necesario como el cosmopolitismo porque los Estados democráticos modernos son empresas comunes sumamente exigentes con el autogobierno». En consecuencia, «la batalla a favor de un cosmopolitismo civilizado se debe de librar desde un patriotismo abierto a las solidaridades universales».
Sin embargo, no comparto que se considere escandaloso el legítimo intento de Podemos de generar un patriotismo español, diferente al de la derecha, por más que sea muy escéptico al respecto (y lo soy) respecto a las posibilidades de una España democrática que reconozca el derecho a la autodeterminación (una de las razones por las que en su tiempo terminé inclinándome a favor de la independencia). Es más, les animo a que lo sigan intentando. Dos patriotismo democráticos, aunque enfrentados, pueden llegar a entenderse mediante el derecho a decidir: ¿independencia, libre asociación? ¡Que la ciudadanía de cada parte decida!
El propio V.I. Lenin, años antes de la revolución de Octubre, escribió: Nada nos duele tanto como ver y sentir las violencias, la opresión el escarnio a que los verdugos zaristas, los aristócratas someten a nuestra hermosa patria (…) Nos invade el sentimiento de orgullo nacional porque la nación rusa ha creado también una clase revolucionaria, ha demostrado también que es capaz de dar a la humanidad ejemplos formidables de lucha por la libertad y el socialismo”.
El quid de la cuestión estriba (y ahí esta la gran diferencia entre el proyecto originario soviético, posteriormente adulterado, y el de las izquierdas españolas) en que la Revolución socialista, no se edificó sobre la identidad ni la acepción nacional rusa, sino soviética ósea popular y de clase. Aspecto este que en su tiempo llevo al comunista vasco Larrañaga a afirmar que una España Roja sería una España rota. Lo lamentable es que las actuales izquierdas de ámbito español, como se ve con el caso catalán, estén más preocupadas por mantener la unidad del estado que por fraguar unas alianzas que posibiliten un cambio de su naturaleza social.
En realidad, el debate con A.R., desde mi punto de vista se circunscribe sobre si Nabarralde está o no está influenciado por el historicismo. Por mi parte, si ese es el tema de disputa, prefiero esquivarlo y centrarme en los contenidos más que en el adjetivo (que igual utilicé de forma no conveniente).
2.- Ciertamente, cometí unerror de trascripción (bastante nimio) poniendo Naparralde en vez de Nabarralde, que es lo mismo. Reconozco que no soy un experto en Nabarralde y se me escapan muchas de sus opiniones y posicionamientos, pero en absoluto significa que hable de “oídas” y me fundamente en “rumores y chascarrillos”. En el pasado leía su revista en papel, y ahora de vez en cuando repaso su revista digital. He leído los libros y escritos publicados por sus historiadores mas representativos, Pedro Esarte, Tomas Urzainqui, Mikel Sorauren, y algo sé de las diferencias surgidas (y publicadas) entre varios de sus componentes, incluso de sus disidencias, por otra parte cosa habitual en todo colectivo. Valoro las aportación de Nabarralde, su esfuerzo por “descolonizar” la historia frente a la versión dominante, personificada en la derecha navarra, lo cual no significa que esté siempre de acuerdo con sus conclusiones políticas.
Comparto la tesis defendida por Nabarralde de que el Reino de Navarra (peninsular) fue conquistado manu militari, con apoyo interior, pero no ocurrió lo mismo con la Navarra continental, anexionada a Francia en virtud de Enrique III de Navarra convertido en Enrique IV de Francia. Y de paso, de ser hugonote a católico. ¿Pero de tales acontecimientos qué conclusiones sacamos para el presente? ¿El ser conquistado militarmente (el sur) o anexionado por voluntad real (el norte) y no del pueblo (que a la sazón no era soberano) hace menos dramática el proceso integración y asimilación político cultural? Más todavía. Aunque en su momento ambas anexiones hubieran sido con acuerdo de las respectivas monarquías (como fue la constitución del Reino Unido entre Inglaterra, Gales y Escocia) argumento este último tan decisivo para la derecha españolista Navarra, ¿supondría una desvalorización o ilegitimación en el presente de la demanda soberanista e independentista actual, como por ejemplo en Escocia?
Corresponde a la ciudadanía, al pueblo real justificar la demanda independentista en el presente. Y tal demanda no adquiere mayor o meno legitimidad (si bien puede ser un argumente para el debate histórico) porque el pasado certifique una anexión por la fuerza o por el pacto de las élites. Son las aspiraciones de hoy y la adhesión o no por la mayoría de la ciudadanía lo que posibilitará que tal demanda vaya a buen puerto. Demanda, que de seguro será argumentada de forma plural, pues la unidad en el objetivo no supone necesariamente la misma argumentación, sobre todo desde los diferentes sujetos sociales que forman la nación. Lo mismo ocurre con el origen y su importancia respecto al destino final. Lo importante no es de donde venimos sino a donde vamos. Curiosamente en Cataluña han sido las fuerzas de ámbito estatal las que más han apelado al origen para impedir que la descendencia de la emigración se adhiera al independentismo.
En realidad, mi intención al entablar la polémica con Podemos, fue establecer puentes que eviten compartimentos estancos y nos permitan enriquecernos en un debate que, a día de hoy, está en pleno movimiento, con una intensidad sin precedentes desde la década de los 60. Y es que es así, tanto para la izquierda abertzale como para las izquierdas soberanistas vascas y españolas federalistas.[5] Mi mención a Nabarralde, Orreaga y los intelectuales era puramente indicativa (en la versión resumida publicada en GARA no aparecía) con vistas al lector del Estado español, que como es obvio no conoce todos los sujetos de la geografía vasca.
Previo a establecer el marco de debate con Podemos vi conveniente precisar que también la actual izquierda abertzale (entendido en tanto que fenómeno socio-político plural y diverso, y cuyos elementos no todos están ubicados en EH Bildu, aunque sí su parte fundamental) esta teniendo fuertes debates entre diferentes corrientes de pensamiento que en algunos aspectos marchan en direcciones separadas, unos muy influenciados (influenciados, no afirmaba que fuesen plenamente, o simplemente) por el historicismo y la cohesión identitaria y otros orientados en un sentido contrario, representados por una nueva generación de ideólogos universitarios, con diferentes enfoques o matices pero que coinciden en la necesidad de articular un independentismo cívico desetnizado y de fuerte contenido social. Corrientes ambas que están produciendo movimientos telúricos de distinto calado y que van penetrando en las propias formaciones políticas abertzales, si bien están evolucionando con ritmos y formas más pausados; entre otras cosas, porque no es fácil compaginar los retos electorales, la presión del día a día y la reflexión ideológica.
De entrada, no aclaro con cual de ellas me identifico, sea plena o parcialmente. Pues puede ocurrir, y es mi caso, que constatando que en algunos aspectos tales posiciones marchan en direcciones divergentes, cabe establecerse puentes de entendimiento. Las escuelas ideológicas tienen tendencia a encerrarse en un coherencia excluyente, pero no tiene porque ser así, sobre todo en sus expresiones políticas.
Yo abogo por articular un abertzalismo democrático, inclusivo, de contenido social, partidario de construir políticamente Euskal Herria, y donde el euskera y la cultura vasca (como toda cultura en evolución) cuenten con el beneplácito de la sociedad y sus instituciones. El euskera, ni siquiera en Internet (un nuevo campo) tiene un territorio estable donde normalizarse y lo poco que tiene lo tiene en Euskal Herria, en un territorio minado dada la supremacía del castellano y del francés (en todos los medios de comunicación y de ocio). Eso la diferencia del resto de las lenguas que cohabitan en el mismo ámbito geográfico. No concibo una nación vasca, en los términos históricos actuales (el futuro dirá, pero no estaré vivo) sin ese componente lingüístico identitario euskaldun, que no excluye la existencia del castellano, el francés y más recientemente el inglés.
Va de suyo. No existe construcción nacional (dejo claro: construcción nacional, esa es una diferencia con el patriotismo de los estados ya constituidos) y estatal sin elementos identitarios, sin patriotismo político y convivencial. Su naturaleza debe ser el tema de debate.Hago mía, la expresión arriba empleada por EH Bildu: No tenemos una sola idea inequívoca de país, ni nos une un solo imaginario que lo recoja. Sin embargo, aspiramos a ser un proyecto de país, para todo el país, para todos los países que en él coexisten.
Gaizki esanak barkatu ondo esanak onartu!
[1]http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209321&titular=sobre-patriotismos-y-patrias
[2]I. Errejón: “Abriendo brechas: apuntes estratégicos tras las elecciones generales”, http://blogs.publico.es/dominiopublico/15529/abriendo-brecha-apuntes-estrategicos-tras-las-elecciones-generales/
[3]M.E.R. Palop, “Sin derecho a decidir no hay futuro para el PSOE” (2016), https://www.vientosur.info/?article10872
[4]“Diccionario para la resistencia” revista VIENTO SUR en ocasión de su nº50, en junio del año 2000, (https://www.vientosur.info/spip.php?rubrique157).
[5]http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209321&titular=sobre-patriotismos-y-patrias