Luis Salgado – Alternatiba
No es la primera vez que escribo sobre este tema y, aún a riesgo de ser pesado, estoy convencido de que no será la última. Y es que la primera razón revolucionaria es no doblegarse ante lo “asentado” y defender la verdad por encima de cualquier convencionalismo. No podemos permitirnos desfallecer ante una mentira repetida mil veces. No podemos permitir que se apropien del lenguaje. Esos son los primeros pasos para dar carta de dogma a una mentira. Mentira que distorsionará después cualquier discurso que de ahí parta.
En las últimas fechas, a raíz del BREXIT y de los resultados de las elecciones generales estoy teniendo que soportar el clasismo de los desclasados por encima de mis posibilidades, y aunque mi capacidad de incidencia es sumamente limitada, no por ello voy a darme por vencido. Me parece de estupidez insidiosa que alguien pueda juzgar la capacidad de decisión de otra persona en función de su situación social y/o edad, y hacerlo además desde una supuesta superioridad moral del “conocimiento académico” al tiempo que se empeñan en demostrarnos que asumen los posicionamientos ideológicos del Sistema al que dicen querer combatir. Y lo asumen sin despeinarse, y así, mientras nos dicen que no hay clases, que no hay izquierda ni derecha, sin despeinarse atacan “lo rural”, atacan a las clases populares, atacan a las personas mayores, diciendo que no están preparadas para entender su mensaje. Incluso he llegado a leer quien pone en cuestión que una persona sin un nivel académico tal o cual deba tener derecho a poder ejercer el voto, o que pasada una edad no deberían poder decidir sobre ámbitos que afectan al futuro de la sociedad y a la juventud. (Esto último ha sido un mantra muy utilizado tras el referéndum británico incluso en algunos medios de información) Y sin darse cuenta, asumen el discurso oficial del Sistema y nos lo venden como si fuera pólvora nueva.
Aún más penoso, si cabe, es que alguien que diga combatir este Sistema asuma, sin atisbo de duda, el discurso neoliberal de la Clase Media. Esa entelequia sin Orcos. Y aquí me voy a permitir unas definiciones básicas que cualquier persona tendría que tener claras, y más si esa persona pretende darnos clases a los demás.
Nobleza; Aquella persona que, en base a unos privilegios, normalmente de corte dinástico, es poseedor de patrimonio y prebendas que le permitan vivir sin trabajar.
Burguesía; Aquella persona que vive de las plusvalías generadas por un tercero.
Clase Media; Aquella persona que puede vivir de las rentas generadas por su patrimonio.
Proletario; Aquella persona que depende, de forma directa o indirecta, de la venta de su trabajo a un tercero.
Cierto que ninguna frontera es inamovible, estanca y fija, pero la norma existe, y esa norma dice que tú, asalariado, autónomo, NO eres Clase Media, por muchos títulos que tengas, por muy alto que sea tu salario, ese siempre dependerá de un Burgués que te de trabajo y pague tu nómina, y si no encuentras a ese Burgués vendrás a trabajar de camarero, albañil o minero para subsistir. Por cierto que son profesiones tan honorables como cualquier otra, sino mucho más honorables que algunas con alta remuneración. Y es la incomprensión de esto lo que nos lleva a adoptar posturas elitistas inconcebiblemente estúpidas. Porque es cierto que ésta democracia no está pensada para los proletarios, por eso algunos la llamamos Democracia Burguesa. Pero el motivo no es la cultura o incultura de no sé qué sector social medida en títulos y carreras, sino la dependencia y el miedo que provoca este reparto social.
Para ejercer la Democracia Real lo básico es que el individuo sea libre y no se encuentre chantajeado por un tercero. Y eso excluye a todo el proletariado que sabe que no tiene garantizada de forma alguna sus más básicas necesidades de manera autónoma. (Del efecto terrorífico del heteropatriarcado mejor hablar en un post exclusivo.) Si escuchásemos a la calle nos daríamos cuenta que no son una ni dos las personas que argumentan su voto a la derecha por el miedo a que el Empresario huya ante cualquier cambio. Discurso que tan bien explotan los partidos de derecha desde el PP hasta el PSOE pasando por los regionalistas jeltzales.
Esa es, o debería ser la lucha fundamental de quien busca democratizar la sociedad, liberar a quien está oprimida, eliminar toda barrera social, de clase, de género, de diversidad, para generar personas libres que decidan libremente. Y aquí se ven las costuras de algunos. El problema no es tanto una cuestión de cultura o edad, el problema es el clasismo que destila esta sociedad desclasada y aquellas personas que, incluso desde la izquierda, tienen miedo a que la libertad sea sinónimo de pérdida de privilegios. De esa forma es fácil entender que una propuesta revolucionariamente libertadora como sería la generación de una Renta Básica de Ciudadanía se tope con tantos recelos, incluso de quienes dicen querer cambiar el Sistema pero que a la postre están demostrando ser parte del mismo.
Del blog El Mundo Imperfecto