Artículo de opinión de Oskar Matute, Rufi Etxeberria, Rebeka Ubera y Pello Urizar
Hace cinco años se celebró la Conferencia Internacional para promover la resolución del conflicto en el País Vasco, más conocida como conferencia de Aiete. Cinco años del evento que marcó un antes y un después en Euskal Herria.
Las personas que firmamos este escrito tuvimos el honor de ser testigos presenciales del mismo y pudimos comprobar la expectación que suscitó tanto en EuskalHerria como fuera de ella y los diferentes grados de adhesión y compromiso que mostraron los agentes políticos, sindicales, económicos y sociales.
Mención especial merecen también, por el compromiso mostrado, las personalidades internacionales que avalaron la conferencia y el esfuerzo realizado para conseguir una paz justa y duradera. Personalidades como Kofi Annan (ex-secretario general de la ONU y Premio Nobel de la Paz), Gerry Adams (presidente del Sinn Féin y participante del Proceso de paz de Irlanda del Norte), Bertie Ahern (ex-primer ministro de Irlanda y participante del Proceso de paz de Irlanda del Norte), Gro Harlem (ex-primera ministra de Noruega), Pierre Joxe (ex-ministro de Defensa e Interior de Francia) y Jonathan Powell (jefe del gabinete de Tony Blair en la época del Proceso de Paz de Irlanda del Norte).
La organización corrió a cargo de organizaciones y fundaciones especializadas en la resolución de conflictos alrededor del mundo y concluyó con una declaración que contenía los puntos necesarios para avanzar hacia un escenario donde todas las partes afectadas entendiesen que no habían sido derrotadas.
En el primer punto se llamaba a ETA a realizar una declaración pública de cese definitivo de la actividad armada y a solicitar diálogo con los gobiernos español y francés para tratar exclusivamente de las consecuencias del conflicto. En el segundo se instaba a los mencionados gobiernos a dar la bienvenida alasolicitud de diálogo y a iniciar conversaciones para tratar exclusivamente de las consecuencias del conflicto.
En el tercer punto se instaba también a dar pasos hacia la reconciliación y a reconocer, compensar y asistir a todas las víctimas, reconociendo el dolor causado. El cuarto punto sugería que los actores no violentos y los representantes políticos se reuniesen para tratar otros temas relacionados que pudiesen ayudar a alcanzar una paz duradera e indicaban que terceras partes observadoras o facilitadoras podían asistir y ayudar en el diálogo.
La conferencia de Aiete sirvió para trazar una hoja de ruta que nos llevase a una paz duradera tratando todos los puntos necesarios para el desbloqueo: finalización de actividad armada, desarme, presos, víctimas y dialogo como medio para la resolución de los conflictos políticos. Una hoja de ruta que podía servirsi había voluntad política.
Y sirvió, por lo menos para empezar a dar pasos hacia el deseado escenario de reconciliación. Tres días después de la Conferencia de Aiete, ETA anunció el cese definitivo de su actividad armada y solicitó a los gobiernos español y francés un diálogo para tratar de las consecuencias del conflicto. El primer punto de la hoja de ruta de Aiete –y el que con total seguridad con más urgencia era demandado por la sociedad vasca- estaba cumplido.
Por desgracia, los restantes puntos no se han ido cumpliendo con la misma celeridad y disposición. La solicitud al diálogo para tratar las consecuencias del conflicto no fue respondida. Al contrario, los obstáculos para el desarme de ETA han sido continuos, y las políticas de excepción con los presos vascos, ignorando toda indicación y resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, se mantienen e incluso aumentan.
De la misma manera, la actitud hacia las víctimas no ha sido ecuánime. La diferencia a la hora de catalogar unas u otras víctimas nos demuestra una clara intencionalidad de crear un relato con víctimas de primera y de segunda. El trabajo para que la legislación reconozca los mismos derechos y los asista al mismo nivel está siendo arduo y difícil, debido a las continuas trabas que se ponen tanto desde algunas fuerzas políticas como desde los diferentes estamentos del Estado español.
Y qué decir de sentarse a tratar sobre el conflicto político para encontrar una salida democrática a un problema que llevamos acarreando durante demasiadas décadas.España sigue negando la existencia de cualquier conflicto político. Es curioso, por lo menos, recordar aquellas declaraciones de representantes políticos y gubernamentales españoles que decían que en Euskadi toda opción política era legítima mientras se desarrollara por vías políticas y democráticas, y como durante este lustro hemos podido comprobar que aquello de “donde dije digo, digo Diego” no es solo parte del viejo refranero español sino algo muy actual.
Pues bien, han de saber todos esos representantes políticos que en esta tierra existe una sociedad con un compromiso claro por los derechos humanos y por la democracia, y por lo tanto por los derechos que como personas y colectivo nos pertenecen. Las personas que suscribimos este escrito estamos comprometidas con esa sociedad y sus derechos, y de la misma manera que en estos años hemos tratado de que la hoja de ruta de Aiete se lleve a cabo hasta su último desarrollo, en adelanteseguiremos trabajando para que la violencia sea un recuerdo del pasado y nuestras referencias de futuro sean la democracia y los derechos humanos, individuales y colectivos.