Diana Urrea – Alternatiba
En Gernika hemos podido comprobar que, pese a gobiernos y leyes injustas, las personas y sus ansias de solidaridad y de justicia social están por encima de todo lo demás. Las acciones simbólicas del 29 y el 30 de abril en Gernika suponen un punto de inflexión en esa mirada distinta con la que Euskal Herria pretende mirar a Europa y al mundo, dando lo mejor de sí para que todas nosotras —todas las personas de todos los rincones del planeta que sufren la tiranía del sistema capitalista, patriarcal, neocolonial y depredador— podamos sentir que esos principios de ciudadanía global y solidaridad entre los pueblos siguen más vigentes que nunca.
La solemnidad con la que miles de personas de más de 70 pueblos de Euskal Herria entraban en Gernika en silencio absoluto decía más que cualquier consigna. No hicieron falta las palabras para expresar nuestros sentimientos, la música de que salía de aquellos violines lo decía todo.
Todavía tengo el estómago revuelto de tantas emociones. Escuchar por ejemplo a Mahmoud Traore, refugiado senegalés, referente de lucha en la Frontera Sur, mostrando su respeto y solidaridad con las víctimas del bombardeo de Gernika en su 80 aniversario era verdaderamente estremecedor y todo un ejemplo para quienes, teniendo responsabilidades en lo ocurrido, no han hecho nada hasta ahora.
Nuestra querida Maryam Fathi Faraji, refugiada activista feminista kurda, nos recordaba que la resistencia del pueblo kurdo tiene que seguir siempre presente en nuestras luchas. Transmitió que, ante gobiernos tiranos, rendirse nunca es una opción, manteniendo la esperanza de un pueblo que clama a diario su libertad.
Hassanna Aalia, nos volvió a estremecer con su extraordinaria capacidad para emocionarnos. Referente de lucha, y sobre todo, amigo, Hassanna habló con esa empatía sin fronteras, como refugiado saharaui, pero también “como un refugiado kurdo, palestino, sirio, una mujer, una niña o un niño” que están luchando para no acabar ahogados en esa gran fosa común del Mediterráneo, dejando sus sueños en una patera. Hassanna expresó su admiración profunda por la solidaridad que caracteriza al pueblo vasco y finalizó con una certeza: “Volveremos a nuestras tierras”.
Mi compatriota refugiada indígena colombiana, Martha, nos trasmitió que la lucha incansable de su comunidad por defender la madre tierra frente al poder corporativo tiene un alto precio. “Nadie sale de sus tierras porque quiera”, afirmó con contundencia. Para ella, rendirse tampoco es una opción.
Responsabilidades políticas
Las jornadas de Gernika incluyeron una ponencia inaugural de Arcadi Oliveres y talleres con personas de referencia para reflexionar sobre feminismo, anticapitalismo, antifascismo, asilo y migración. En todos ellos se visualizó la necesidad de incidir en las causas de las migraciones forzadas y, por tanto, en la responsabilidad social que tenemos.
Arcadi Oliveres, economista e independentista catalán reconocido por su defensa de los derechos humanos, intervino para facilitarnos herramientas con las que desmontar las grandes mentiras del sistema que neutralizan la libre circulación de las personas. “Es una auténtica vergüenza que existan las fronteras”, inició. Arcadi ilustró el cinismo del Estado español con evidencias como que es uno de los principales vendedores de armas en el ámbito mundial, y hace negocio con países como Araba Saudí, Kuwait, Turquía o Israel.
Uno de los ponentes del taller de anticapitalismo, y un referente en la crítica a las empresas transnacionales y por los derechos humanos, Juan Hernández Zubizarreta, explicó el funcionamiento de la arquitectura de la impunidad. Dejó muy claro que estamos inmersas en una crisis civilizatoria silenciosa, provocada por un capitalismo estructuralmente violento. Cuando nos referimos a él, también tenemos que hablar de explotación y, en concreto, de la utilización del cuerpo de las mujeres como moneda de cambio. Nos habló de la necropolítica, que deja morir a la gente literalmente, y enmarcó los asesinatos de líderes y lideresas en esa alianza entre la economía legal y la economía criminal, basada en el triunvirato oligarquías- gobiernos- y empresas transnacionales. Analizó también cómo el poder corporativo está intentando devorar el sistema internacional de los derechos humanos. La responsabilidad social corporativa surge como exponente de una ética empresarial de vergüenza; un ejemplo claro es el de Inditex, referencia de explotación en todo el mundo, que ha realizado una donación sanitaria al Gobierno Vasco (y éste la ha aceptado).
Estas maniobras dibujan en millones de personas lo que Zubizarreta denomina “la biografía del horror” de quienes no son funcionales al capitalismo y crean guerras entre pobres, azuzadas por “la extrema derecha,que lo está leyendo a la perfección”. En el taller se planteó como clave exigir que los reglamentos en materia de migración y asilo se basen en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Juan dejó una interesante reflexión final: “Hay que romper con la Unión Europea como estrategia de transformación”.
Cuestionar el binomio ‘migrante’ vs. ‘refugiada’
Raquel Celis, activista de referencia en CEAR Euskadi, destacó una máxima que expresan de forma recurrente las personas que reclaman asilo: “La gente no se desplaza porque hay guerras, hay guerras para desplazar a la gente”. Raquel insistió en visibilizar de modo conjunto a las personas migrantes y refugiadas; si bien los procesos jurídicos y las normativas difieren, se trata de personas que han vivido migraciones forzadas, ya sea por motivos políticos o socioeconómicos.
Esta reflexión toca mi fibra más sensible. Pienso que, con diferentes circunstancias e intensidades, mi familia y yo también nos vimos obligadas a salir de Colombia. Es impactante ver cómo cuando expresas “salí del país en busca de un mejor futuro” parece que asimilas casi como normal la situación de tu país de origen. He sido forzada a salir de mi país con mi familia. Aquí está el hilo conductor con las realidades de las refugiadas y refugiados del mundo.
No quiero terminar sin antes mencionar algo que me parece fundamental: la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak ha demostrado que es posible anteponer lo que nos une a todas las organizaciones que participamos a lo que nos separa. Y esto tiene que servir de ejemplo para todas las luchas que reivindicamos y que vayamos a reivindicar en otros espacios en Euskal Herria. La unión hace la fuerza.
Nuestro próximo destino: Frontera Sur.
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