Héctor Prieto – Alternatiba
Una conocida frase dice: ‘las armas las carga el diablo’, pero yo le añadiría que el único animal que la dispara es el ser humano. Por lo tanto y aunque parezca ridículo, una buena manera de evitar muertes es prohibir su utilización. Sí, lo confieso, tal y como está el percal es una completa estupidez. Ante el nuevo terrorismo internacional, los mismos gobiernos que favorecen la venta de armas a Arabia Saudí, tienen nuestro miedo para reducir libertades.
En este contexto, me llama la atención una reclamación del Sindicato de la Ertzaintza, pidiendo la posibilidad de portar el arma reglamentaria fuera de servicio. Me explico, el Gobierno Vasco ha establecido ciertos requerimientos para limitar el empleo de la pistola fuera del trabajo. Vista la nueva situación desde el desarme de ETA, los agentes tienen que justificar inminente peligro para llevarse la pipa a casa.
Por lo visto unas 3000 solicitudes les han sido denegadas y la policía autonómica no puede entender la decisión. Me choca la sarta de despropósitos empleada para poder llevarse el arma por la calle. Pero la más estúpida, es argumentar el peligro del terrorismo yihadista, alegando desde el sindicato policial que llevar la pistola encima es por la seguridad de la ciudadanía. Igualito que los yanquis, vaya, por la seguridad nacional y la defensa del modo de vida americano.
Esto es como si el militar tanquista aparcara su carro de combate en el garaje de casa, y además con libre disposición para pasear a los críos. Yo no entiendo en la Euskal Herria actual para qué un ertzaina necesita llevar la pistola fuera de servicio. Es cierto que el yihadismo existe pero sus acciones terroristas son de una escala mucho mayor y no creo que además de la militarización de las ciudades europeas, ahora también los agentes fuera del trabajo tengan que estar armados.
Tampoco niego que algunos policías europeos hayan perdido la vida, pero siempre han sido agentes uniformados. A pesar de que la policía, aunque necesaria, no es santo de mi devoción, lamento la muerte de estos profesionales en su trabajo, igual que lamento la muerte de un minero, un bombero o cualquier otro trabajador de oficios de alto riesgo.
No se vosotras, pero yo no me siento seguro tomando un café cerca de un tipo con pistola. Desconozco lo que puede pasar con una persona si se monta una bronca, y eso me da miedo. Si es un poli en su trabajo tendré que fastidiarme y no estaré mucho rato cerca. Creo que las armas dan un poder muy fuerte, y sabemos que el poder por limitado que sea puede ser muy peligroso en manos equivocadas.
Para terminar, me parece sorprendente que esto sea una noticia en un medio público. Me parece un lavado de imagen del gobierno Urkullu, una manera de vendernos a la Ertzaintza como una policía domesticada, de esa que rescata gatitos y ayuda a los ancianos a cruzar la calle. Pero no nos equivoquemos, es la misma policía que desmonta txoznas, que defiende los privilegios de los poderosos. La misma policía que todavía no ha pagado su responsabilidad en la muerte de Iñigo Cabacas.
Leer en su blog Atxabalta reDvolution