Estos días hemos podido leer el siguiente titular: «Draghi admite el gran fallo de la reforma laboral: los salarios cayeron con los precios subiendo«. Conviene analizarlo. Error ninguno. Todo ha ido según lo previsto. Las empresas y los bancos de los países del sur de Europa debían mucho dinero y las empresas no eran capaces de generar beneficios para devolver lo adeudado. La Troika impuso la reforma laboral con el aplauso de la patronal. Los beneficios volvieron, los impuestos sobre los beneficios se bajaron (como bien dice Azpiazu, «hay margen» para aumentar la recaudación en el impuesto sobre sociedades) y la deuda privada comenzó a devolverse. Misión cumplida.
Si estuviera de nuevo en la misma situación, Draghi, lo volvería a hacer, pero acompañando la reforma con incentivos fiscales. Así, el precariado que ha visto reducir su capacidad adquisitiva, vería también como la administración pública deja de dar los servicios públicos que necesita y tiene que afrontar por su cuenta éstos nuevos gastos. Conclusión: Draghi se arrepiente de no haber hecho una reforma laboral aún peor.