Aitor Miguel Quintana
¿Cual debe ser la misión de la política? Unos te dirán que la política consiste en mantener el orden, otros te dirán que la política es consensuar y aplicar las normas. Desde EH Bildu pensamos que se equivocan, que a esa gente el árbol les impide ver el bosque. La política debe consistir y debe tener como fin último cuidar a la gente. La política debería consistir en construir sociedades que cuiden a su gente.
Pero la política no pasa por sus mejores momentos. La gente no percibe protección y cuidado por parte de sus representantes institucionales. Los políticos clásicos se perdieron en el camino. Confundieron cuidar a la gente con dinamizar la economía y confundieron dinamizar la economía con ayudar a las élites empresariales. Se perdieron en el camino porque ni la ayuda a las élites empresariales dinamiza la economía, ni dinamizar la economía es condición suficiente para cuidar a la gente. Algo también se llevaban al bolsillo por el camino aquellos políticos.
El resultado es que han acabado equiparando el bienestar de una sociedad al estado de su economía. Y han equiparado el estado de su economía al crecimiento del PIB. Y el PIB va bien. Pero, ¿qué tal está la gente? Evidentemente, el bienestar de la ciudadanía es mucho más que su nivel de ingresos, pero por simplificar vamos a aceptar este indicador: mientras el Eustat nos dice que el PIB ha crecido en Euskadi un 2,9% el último año, el Consejo Económico y Social certifica que desde 2014 la pobreza laboral se ha incrementado. Esto es, tener trabajo ya no garantiza no ser pobre. La economía va bien, pero la gente va mal.
Alguien se preguntará qué hace un concejal raso cuestionándose la macroeconomía y el bienestar de las sociedades. En mi opinión, los concejales estamos para lo mismo, para cuidar a la gente. Pero sobre todo escribo este artículo preocupado al corroborar que el alcalde Urtaran está cometiendo los mismos errores que quienes dirigen la economía. Alimenta las fracasadas inercias del pasado, solo invierte en ladrillo como motor de la economía y mima a las élites económicas… pero se olvida de las personas. Y el resultado de toda esta inercia económica es que a la gente le falta empleo, pero sobre todo que el empleo al que accede es precario. Un dato: Gasteiz ha creado 71.258 contratos en 2017, 66.160 han sido temporales, y la duración media del contrato ha sido de 27 días.
Hasta la fecha las élites políticas, de la mano de las élites económicas, se han preocupado de que el PIB crezca, de contentar a las poderosas multinacionales y de rescatar a la banca. Pero, ¿cuándo vamos a empezar a defender el empleo y a cuidar a nuestra gente?
Desde EH Bildu Gasteiz le pedimos al Alcalde que para cuidar a la gente empiece desde lo cercano, desde el entorno más inmediato sobre el que tenemos influencia directa. Me refiero al ámbito de la contratación pública, a esos miles de personas que trabajan para el Ayuntamiento. Observamos con preocupación la precarización de estos sectores que garantizan los servicios públicos municipales. Hace unos meses eran las y los socorristas y monitores deportivos los que levantaban la voz por cobrar 700€. Ante la cronificación de su precariedad laboral no dudaron en convocar una huelga que cerraba las piscinas. Y todo Gasteiz entendió su lucha. Al fin y al cabo, todos tenemos un hijo, una hermana o una pareja precarizada con sueldos de 700€. Todos tenemos cerca ejemplos de gente que no llega a final de mes, no por estar desempleado, sino porque hoy en día su trabajo no les permite salir de una situación de pobreza.
Ahora ha llegado a EH Bildu el caso de las trabajadoras de ocio y tiempo libre del Ayuntamiento. Sí, el de esas mujeres que día a día hacen posible que en los Centros Cívicos nuestros menores disfruten del tiempo libre y estén atendidos. Apenas el 10% de ellas trabajan a jornada completa. A una gran mayoría, el sueldo no les da para más de 700€ al mes. La única salida que les queda para conseguir reunir a final de mes un sueldo que les permita vivir es el pluriempleo. Muchas de ellas se ven obligadas a trabajar para el Ayuntamiento entre semana y recurrir a la hostelería los fines de semana. Todo ello para apenas conseguir un sueldo que les permita salir de condiciones de pobreza. Sí, hablo de ellas porque el componente de género es estructural. El empleo precarizado es mayoritariamente femenino, y ésta no es la excepción.
El ejemplo de María es representativo. Trabaja de lunes a sábado. Todos los días se encarga de la ludoteca por las tardes de 17 a 19h. Dos o tres mañanas a la semana, de 10 a 12h, le corresponde también abrir la ludoteca txiki. Por si esto fuera poco, tres días a la semana tiene que atender las visitas escolares al mediodía, de 15 a 16h. A esto hay que añadir el tiempo necesario para preparar las actividades y las reuniones de coordinación semanales. Tiene que estar pendiente del teléfono móvil día a día por si se le requiere para cubrir alguna baja o imprevisto en otro lugar. Como se observa es un trabajo que requiere disponibilidad absoluta de lunes a sábado, mañana y tarde. Y la recompensa son sueldos que oscilan entre los 600 y los 650 euros. Salarios por debajo del umbral de la pobreza. Y una exigencia de horarios y disponibilidad que ni siquiera les permite pluriemplearse para intentar conseguir unos ingresos que les permitan vivir dignamente.
¿Cuántos cientos de trabajadores de servicios municipales viven en estas condiciones? No es admisible que el alcalde Urtaran base los servicios públicos que nos garantizan una calidad de vida digna a los Gasteiztarras sobre la precarización de sus trabajadores, que al fin y al cabo no dejan de ser hijos, hermanas, padres o compañeras nuestras.
El Ayuntamiento no puede permitir esta precariedad estructural en sus servicios. Evidentemente no es éticamente admisible que bajo el paraguas de la institución se maltrate a nuestra gente. Además, el Ayuntamiento falta a su deber ejemplarizante porque debería ser el primero en erradicar la precarización laboral marcando el camino al resto de sectores económicos. Por último, no hay que olvidar que, bajo esta precarización, es imposible garantizar la calidad de nuestros servicios públicos.
Está en nuestras manos dar solución a tiempo a este triste secreto a voces y evitar el bochorno público futuro. No podemos esperar a futuras huelgas y a poner en peligro los servicios públicos que Gasteiz se merece. Por ello pedimos al Alcalde que acepte nuestra propuesta para firmar un “Pacto por la dignificación de los salarios” para que ninguno de los y las trabajadoras de los servicios municipales cobre menos de 1.200 euros.
Es necesario solucionar esta lacra que tan de cerca afecta a los ciudadanos y que tan mala imagen ofrece de nuestra institución más cercana. Porque, al fin y al cabo, un Ayuntamiento debe cuidar de su gente.
Publicado en El Correo