Hace 14 años, un día como hoy, 13 de marzo, amanecía en el barrio iruindarra de Donibane. Ángel Berrueta Legaz, vecino del barrio, abría su pequeña panadería como todos los días. A media mañana, una vecina, María del Pilar Rubio Martínez, entró en la panadería con un cartel en la mano y quiso forzar a Ángel a colocarlo en el escaparate de su establecimiento. El cartel llevaba la inscripción “ETA NO”. Ángel se negó a colocarlo y pidió a María Pilar que abandonará su local y le dejara tranquilo. La vecina, con un gran enfado e insultando a Ángel, abandonó la panadería y subió a su domicilio.
Minutos después, entran en el local el marido y el hijo de María Pilar con un revólver y un cuchillo respectivamente. Valeriano, le pegó cuatro tiros a Ángel, mientras que su hijo se encargó de acabar con la vida de Ángel asestándole una puñalada en el hígado. Valeriano de la Peña, asesino de Berrueta, era policía nacional y, además, realizaba funciones de guardaespaldas de Jaime Ignacio del Burgo.
Estos terribles acontecimientos sucedieron dos días después de los atentados del 11 de marzo en Madrid. El mensaje lanzado por el Gobierno español, gobernado por José María Aznar, era claro y preciso: ETA era la autora de los atentados del 11-M. Con motivo de los mismos, Ángel, al igual que muchas otras comerciantes de Iruña, colocó un crespón negro en su establecimiento en señal de duelo. Esto no fue suficiente para la familia de la Peña-Rubio. La decisión estaba tomada: “Voy a matar a este hijo de puta”.
Los días siguientes al brutal asesinato de Ángel Berrueta Legaz por su negativa a colocar un cartel que apuntaba a ETA como autora de los atentadosdel 11-M, fueron numerosas las movilizaciones en diversas localidades de Euskal Herria para condenar este acontecimiento. La mayoría de estas manifestaciones populares fueron perseguidas, silenciadas y duramente reprimidas por los cuerpos de seguridad del Estado. En muchas localidades, con gran violencia.
La pesadilla de la familia de Ángel, solo acababa de comenzar. En el juicio celebrado en junio de 2005, Valeriano de la Peña fue condenado a 20 años de cárcel, mientras que su hijo, José Miguel de la Peña Rubio, recibió una pena de 15 años. La mujer del policía, a quien los abogados de la acusación señalaban como inductora del crimen, fue condenada a 10 años de prisión pero finalmente, resultó absuelta por el Tribunal Supremo.
En septiembre de 2011, 6 años después de la condena, José Miguel, sale a la calle. Su padre, Valerio, sigue formando parte del cuerpo de policía y cobrando su sueldo. Parece ser que, para la Guardia Civil y la Dirección General de la Policía, asesinar a una persona no es motivo suficiente de expulsión del cuerpo. Actualmente está suspendido pero, si nada cambia, podrá reincorporarse a su puesto de trabajo cuando abandone la cárcel.
La mujer de Ángel y sus cuatro hijos, tras años sufriendo amenazas, insultos y pintadas en el mismo lugar donde fue asesinado Berrueta, siguen a día de hoy luchando por el reconocimiento de las “motivaciones políticas” del asesinato de Ángel. Debemos recordar que la respuesta por parte de las instituciones y los juzgados en aquel entonces fue el silencio y la invisibilización del caso. La petición de colocar una placa en su memoria por parte de Gurasoak y la familia, que contaba con el apoyo de más de 2.000 firmas de vecinos y vecinas del barrio, fue rechazada. UPN y PP votaron en contra. PSN se abstuvo. Izquierda-Ezkerra apoyó la idea de reconocer las motivaciones políticas del asesinato, pero se abstuvo ante la propuesta de la placa en su memoria. Bildu, fue la encargada de llevar la propuesta al consistorio y la única fuerza política que la apoyó junto a Nafarroa Bai.
Hoy, 13 de marzo de 2018, como cada año, frente a la panadería, un gran número de gentes del vecindario, amistades y familiares se han reunido para recordar a Ángel y evitar que este asesinato sin respuesta y reconocimiento, no caiga en el olvido. Un año más reclamando verdad en el relato. La muerte de Ángel no fue causada por un riña vecinal, fue un asesinato con motivación política. Un año más en busca del reconocimiento ante la negativa institucional cuando una persona es asesinada por un policía con un arma reglamentaria. Un año más pidiendo reparación para su familia, personas allegadas y afectadas.
Ángel, gogoan zaitugu!
David Mangado – Alternatiba