Ayer decía en las redes que Iñaki Gabilondo ha estado amenazado durante décadas, pero anteayer le atacaban españoles muy españoles por, en resumen, apelar a la normalidad democrática -más que escorada actualmente- y decir que no todo vale contra el independentismo desde su vídeo blog. También decía que ayer por la noche en Canal24h le iban a hacer una entrevista a Arnaldo Otegi, y eso suponía una oportunidad para quienes podían pensar como Gabilondo en este sentido.
Llegó la noche y llegó la entrevista, y como también he dicho hoy en las redes, considero que en general no supuso una oportunidad perdida, simplemente fue una oportunidad mal aprovechada por parte de una realización -totalmente escorada-, un presentador -sin los conocimientos mínimos que le permitieran siquiera entender de lo que se hablaba- y unos tertulianos -discípulos de Goebbels- totalmente inadecuados. Y a pesar de todo ello, un avance.
Y naturalmente no negaré que ya sabíamos todos qué se puede esperar de una entrevista a Arnaldo Otegi en una televisión de ámbito estatal. Que esto no es un “quejarse de lo obvio”, sino un análisis superficial de la entrevista, que espero pueda resultar a alguien de interés.
Han pasado tres años desde la última entrevista de calado a Arnaldo Otegi en una televisión de ámbito estatal -naturalmente me refiero a Salvados (Jordi Évole)- y ha llovido mucho desde entonces. Han pasado muchas cosas, muchas de las preguntas que le realizaron en aquella ocasión se han superado. Han perdido tanto el sentido, que en Canal24h a pesar del interés que parecían suscitar entonces, como la “disolución de ETA” -extinta organización que a pesar de dicha condición protagonizó la entrevista-, ayer no se mencionaron en boca del entrevistador sino que tuvieron que recordarse por parte del entrevistado. “Sorprendentemente”, otras cuestiones que podríamos considerar también muy superadas, se repetían incesantemente como si nunca se hubieran dado.
La puesta en escena no desmerecía. Alusión a las presiones recibidas por dar voz al secretario general de EH Bildu en un ente público, para luego parafrasear la primera pregunta tal y como se ordenaba desde una asociación de víctimas. Imágenes de atentados junto a la cara de Arnaldo Otegi. En Canal24h no podían apelar al componente artístico para oscurecer la imagen y poner música dramática como en LaSexta; se impuso el practicismo.
Tal vez todo esto era de imaginar, pero no podíamos conocer hasta dónde llegaría la tergiversación. Comenzó claramente con una pregunta de Marc Sala, en la que relacionaba directa y falsamente sin ningún tipo de contextualización, la actual inhabilitación a Arnaldo Otegi con el secuestro llevado a cabo a finales de los años setenta por ETA-pm. En ese momento ya se mostró perfectamente el marco de la entrevista. Arnaldo Otegi debía lidiar con ese marco, con una audiencia muy variada y con su condicion de portavoz y secretario general de EH Bildu.
Podemos debatir sobre lo adecuado de que sea Arnaldo Otegi quien actúe como portavoz de EH Bildu de cara a una audiencia sobre el papel poco amigable; incluso podemos entrar a valorar lo complicado o lo adecuado de mantener un discurso complejo frente a ciertas cuestiones que a dicha audiencia se le supone sólo capacidad para los trazos más gruesos y simplificados tras años de intoxicación. Pero, obviando este debate y cuestionamiento, las respuestas de Arnaldo Otegi fueron certeras, punzantes en muchos casos y muy adecuadas de cara a ser quien es y lo que representa.
Para el entrevistador y contertulios Estrasburgo no parecía ser más que una bonita ciudad a orillas del Rin sin relación con el entrevistado, pero para algunos de los telespectadores seguramente fue la primera vez que pudieron oír que el Tribunal de Derechos Humanos considera que ese juicio que encarceló y mantiene inhabilitado a Arnaldo Otegi no fue justo, y que esto no es la primera vez que le ocurre a esta persona. Todo un récord internacional de la justicia española, que por otra parte siempre ha gustado de batir récords con (contra) ciudadanos vascos.
Una entrevista que navegó en los manidos conceptos de perdón y condena, como si tantos y tantos pasos realizados por parte de un buen número de agentes de la sociedad vasca no se hubieran producido, algo que obliga al entrevistado a insistir en su aportación al cese de la violencia y a recordar algo que abrió titulares en todos los medios, como este de El Mundo de hace ya siete años: «Otegi pide ‘disculpas’ a las víctimas de ETA si ‘como portavoz de Batasuna he añadido dolor’», o como si la propia creación -y legalización- de Bildu por parte de dos formaciones que siempre habían rechazado las acciones de ETA, no viniera acompañada hace ya ocho años del rechazo a todas las violencias por parte de una izquierda abertzale que ya había pasado por publicar Zutik Euskal Herria y haber firmado el acuerdo de Gernika (que incluía expresamente la petición a ETA de dejar las armas).
La actitud de un interrogatorio de índole policial; la respuesta de quien quiere construir un futuro de entendimiento mutuo. La insistencia en las preguntas de un relato único; las respuestas que intentan abrir una puerta terriblemente atrancada a la verdad, la justicia y la reparación para todas las víctimas de todas las violencias. Alguien que tras colaborar activamente en el cese de un tipo de violencia, representa las ansias de esclarecer cuanto haga falta, que no tiene ningún deseo de enterrar las múltiples violencias que se han vivido en Euskal Herria, pero que no quiere añadir dolor innecesario. En la entrevista hubo una persona íntegra proponiendo que Felipe González admita ser la “X” de los GAL no en búsqueda de consecuencias penales, sino de avanzar, y lo que obtuvo fue la respuesta de un presentador que indicó que eso son hechos ya juzgados. Respuesta incorrecta, falsa, ya que Felipe González nunca ha sido acusado formalmente ante un tribunal por estos hechos, a pesar de que fue él mismo quien impidió que se investigaran los fondos reservados.
Arnaldo Otegi habla en términos políticos, sociales; pero la entrevista tiene un índole jurídico que resulta impropio de un Estado con graves carencias en ese aspecto bajo prisma internacional. Una entrevista que insiste en vinculaciones de un grupo político plural y contemporáneo con una organización extinta sobre la que nunca ha eludido pronunciarse. Una entrevista que ve interés de borrón y cuenta nueva a una persona como Arnaldo Otegi, que habla del pasado y de hacer memoria sin perder la vista al futuro, pero no se la ve a un establishment que no ha cambiado su naturaleza en 80 años y lo hace desde un ente público que continuamente empuja a la ciudadanía española a mirar el pasado con una nostalgia muy alejada de la realidad.
Pero la falta de conocimientos de Marc Sala respecto a lo que se está tratando resulta muy obvia. Es difícil obtener una gran entrevista por parte de aquel que no es capaz de comprender las respuestas en todo su volumen real. Resulta triste ver cómo, un día antes del “día de las víctimas del terrorismo”, el propio presentador alude a un sentido de la fecha que, ya no solo no tenía el sentido que se le quería dar cuando se creó (la muerte de Begoña Urroz se ha adjudicado durante décadas a ETA cuando se sabe desde que se produjo que fue debida a una acción del DRIL), y ya no solo había sido subrayado el error un par de días antes desde el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo adscrito al Ministerio del Interior, sino que el presentador debería saber perfectamente que el entrevistado en cualquier caso lo corregiría, perdiendo una parte del sentido de la pregunta.
A pesar de todo ello se habló también de política actual. Pudo llegar claramente el mensaje de “no bloqueo y no cheques en blanco” y el interés de mantener una acción conjunta con ERC también respecto a la investidura de Sánchez. También pudo mostrarse en una televisión estatal de forma clara lo absurdo, lo imposible, de intentar aislar a una de las primeras fuerzas de Navarra.
Y llegó el turno de preguntas de los tertulianos, y al parecer la entrevista se reseteó para volver al principio, obviando tanto lo ocurrido en los últimos minutos, como cualquier atisbo de realidad contrastada. La pluralidad brilló por su ausencia, realizando tajantes afirmaciones sobre hechos que nunca han sido reales, aludiendo incluso a una “tele de todos” que tiene poco de esa condición. Después se despidieron de Arnaldo Otegi para poder despotricar cómodamente a pesar de los ímprobos esfuerzos por parte de algún tetuliano para que no lo pareciera.
Me resultó especialmente interesante en esa parte la mención dedicada a Oskar Matute, en la que el presentador indicó, faltando por completo a la verdad, que no fue capaz recientemente en su programa de renegar de su pasado -que se sobreentiende Marc Sala debe considerar antidemocrático-, tras ser presionado a ello; cuando realmente éste vino a limitarse a indicar que no tiene nada que arrepentirse en este sentido, algo difícilmente discutible desde cualquier punto de vista mínimamente objetivo.
Pero la realidad, lo que realmente trascendía de toda la entrevista, se escondía en estas palabras expresadas en ese bloque por la tertuliana Esther Jaen: «les pedimos que dejaran las armas y utilizaran las urnas. Ahora les pedimos que hagan el relato correcto», a lo que añadiría yo en base a otras palabras que pronunció dentro del mismo discurso: «y les pedimos que asuman su derrota». Ella no ve el problema que suscita esa falsa realidad, esa petición basada en falsas premisas; en esa mesa no podría verlo nadie. O al menos sin duda no vieron que no es para nada un problema de Arnaldo Otegi, que no es un problema de la izquierda soberanista vasca, sino que es un problema para personas como ellos, personas como las que se quedaron en esa mesa tras ausentarse Arnaldo Otegi. Un problema que deberían abordar, con urgencia además, teniendo en cuenta realidades como que el programa dobló la audiencia habitual a pesar de haber tenido un boicot orquestado en las redes.
Ayer las palabras no valían nada sin los hechos, hoy los hechos valen menos que las palabras. La vertiginosa rueda de la que no consigue salir la ciudadanía española, contra la que se golpeaba anteayer Iñaki Gabilondo y en la que corren millones de ratones asustados de su propia naturaleza. Una rueda de la que nos aleja cada paso logrado por la izquierda soberanista y cada diálogo llevado adelante con éxito en el seno del pueblo vasco; una rueda que cada día nos afecta menos.
Iagoba Itxaso (miltante de Alternatiba).
Extraído del blog «Ignominia por fascículos».