Aprovechamos su visita a Gasteiz, motivada por su actuación en la primera edición del Udagora Fest, donde también se proyectó el documental “Samantha Hudson, una historia de fe, sexo y electroqueer”, para entrevistar a esta joven estrella de la mano de Sejo Carrascosa, compañero de Lumagorri.
Samantha, ¿intentas provocar con tu imagen y estilo?
Yo creo que no existe estímulo sin respuesta. Cualquier cosa que hagas va a generar una reacción en los demás. Yo he sido bastante estridente y estrafalaria, por lo que las reacciones y el eco, son de esperar. Siempre he sido de ese rollo, desde jovencita, si es que se puede ser más jovencita de lo que soy ahora. Los adolescentes siempre hacen algunas tonterías para que la gente les haga caso, para hacerse respetar en el instituto. Mi forma de hacerse respetar no coincidía con la de los demás, pero yo creo que era bastante natural y espontánea. Realmente la pretensión es lo que más odio en la vida. Así que yo hago todo sin pretensión y si llamo la atención, pues mejor. De algo servirá, ya sea para bien o para mal.
Cuando, por ejemplo, cantas el himno de España o luces una camiseta con frases como “bésame soy una comunista” o “Franco ha muerto”, ¿debemos sospechar un interés específico, monetario o una declaración de principios?
Interés monetario creo que es imposible, porque soy pobre como una rata. La gente piensa que yo estoy cobrando millones o que soy una especie de rica, pero nada más lejos de la realidad. Yo vivo completamente al día, entre otras cosas porque me gusta un modelón más que a un tonto un lápiz. Y entonces, claro, se me va todo el dinero en comprar abrigos de piel sintética.
Todo lo que hago me nace de dentro. Si de repente me siento la más marxista del mundo, pues lo voy a poner y lo voy a plasmar en un collage, o en una foto con el manifiesto comunista o con una foto ñoña… Comunismo, pero con un toque femenino. Algo divertido, que ya está bien de esa estética soviet de bloques de hormigón.
¿Cómo fue tu infancia? ¿La sufriste, o te fue bien? ¿La sobreviviste con holgura y estilo?
Yo creo que una de las claves para que yo me pueda presentar de forma tan desinhibida en la sociedad es básicamente que he tenido siempre un entorno muy favorable. Mi hermano es “maricón” como yo, por no decir homosexual; no es un maricón tan pintado como yo, eso sí que es verdad. Pero bueno, ya sabes que esto va en progreso con cada generación.
La barrera de la homosexualidad la tenía completamente rota, destruida, hecha escombros. Al ver que mis padres aceptaban bien que mi hermano tuviera esa orientación sexual, crecí sin ningún tipo de prejuicios o estereotipos. Sí que sufría el pack de base de recibir lo de “maricón”, “mariquita” y cosas así; el típico insulto simple, lo que te sueltan de vez en cuando. Pero gracias a que yo ya entendía lo que era ser gay y ya tenía un referente y un referente tan cercano como mi propio hermano, nunca llegaron a calar esos mensajes. Siempre he ido un paso por delante gracias a unas amigas que me adoran y una familia que me ha apoyado desde el momento uno. Una suerte que flipas.
¿Y qué querías ser de mayor?
Pues yo quería ser granjera. Luego mi madre me dijo que para ser granjera había que recoger estiércol. Yo siempre he tenido una especie de trastorno obsesivo compulsivo con la higiene y recuerdo que incluso llegué a ir al psicólogo un tiempo. No, no me sirvió de mucho. Soy muy pudorosa y además soy una virgo empedernida, entonces lo de un entorno limpio es algo que va dentro de mí. Y dije, pues mira, paso de querer ser granjera a estrella del rock. Creo que la transición ha ido bien.
¿Has crecido en un barrio?
Sí, pero no sé si es un barrio. Yo crecí en Magaluf, que es como… ¿Sabéis lo que es? O sea,… como la prima fea de Benidorm, es como la cuna de la droga caníbal, el balconing, el mamading… Mis padres fueron prácticamente dos tetas y un concurso de camisetas mojadas. O sea, crecí en el caldo de cultivo perfecto para que haya salido este esperpento que veis hoy.
¿Tú crees que es la misma pluma la que se puede generar en un barrio de clase obrera que en uno de alto copete?
Si bien estás expuesto a los mismos peligros, porque existe una violencia explícita que te sitúa como objetivo por el hecho de ser homosexual, yo creo que una es más complicada que otra. Evidentemente, porque el mundo funciona con dinero y si no tienes dinero no tienes recursos y si no tienes recursos, estás con el culo al aire.
Cuando tienes un colchón económico o eres rica, básicamente, tienes más ventajas y tienes más herramientas a tu disposición para hacer frente a todas las contrariedades que puedan surgir en tu vida. Si tú eres un maricón de clase obrera, no tendrás esa educación tan elitista y académica. Y tampoco es que esa educación vaya precisamente acompañada de unos valores éticos y morales, pero en un barrio más pobre, hay más gente desinformada, porque está explotada y no tiene tiempo para dedicar a construir su pensamiento, por decirlo de alguna forma. Suele ser gente que tiene más prejuicios en torno a esto. Pero vamos, que el dinero es fundamental para esto y para todo.
¿Podríamos decir que en la comunidad LGTBI hay clasismo?
Sí, yo creo que todas las luchas y todas las militancias están atravesados por una lucha de clases que es para mí la raíz y el eje de donde parten todas. Eso es lo primero, y la que menos dinero tiene es la que peor lo va a pasar a fin de cuentas.
¿Hay plumofobia también en la comunidad LGTBI?
Tal vez lo llamaría misoginia, porque si a ti te da rabia un comportamiento femenino es porque consideras que ser femenino es una actitud despreciable y algo que hay que ocultar, y eso es misógino en esencia. Aunque creo que la plumofobia también es un término expresivo y que puede definir bien a lo que se refiere.
Creo que es natural: dentro de este sistema capitalista, no puedes frenar el desarrollo social. Cuando vas descubriendo que el pueblo es más tolerante, tienes que sacar ventaja de alguna forma. Entonces se cambia el esquema de familia tradicional de “el hombre a trabajar y la mujer a parir” por otro más nuevo que es “dos hombres a trabajar y la mujer a parir”, en este caso con gestación subrogada, que parece que es la última tendencia entre maricones “high class”. Es una reforma del pensamiento que ya teníamos. No creo que sea una reforma adecuada y sigue habiendo muchos estereotipos y muchos prejuicios con la feminidad, desde luego.
Vemos en las aplicaciones de ligue ejemplos muy claros de esa plumofobia. ¿Debemos poner foco en ello?
No es que me de igual; entiendo la crítica y la reivindicación, esas cuentas que ponen “no fats”, “no asians”, “no fems”… Entiendo desde donde parte, y es una actitud desde luego criticable, porque básicamente es gordofobia, es racismo y es plumofobia. Pero tampoco creo que sea una reivindicación primordial, porque no creo que tengas que reivindicar convertirte en un florero. Y creo que las apps de ligar en esencia son una forma muy fea de ver las relaciones interpersonales y es cosificar el cuerpo totalmente. Concentrarte al máximo en convertirte en producto y saciar una necesidad de validación masculina. A mí eso me parece algo feo.
Es como lo de que tiene que haber equidad y paridad en las empresas. Bueno, es que yo no quiero que haya explotación. Me da igual si las explotadas estamos explotadas por un explotador o por una explotadora. Lo que quiero es que cambien las condiciones laborales. Pues con el tema de las apps de ligar, igual. Que cambien toda esa mierda, y luego ya nos centramos en cómo son los comportamientos y qué pensamientos profesan los usuarios de esas apps.
Has vivido en Barcelona, después en Madrid… ¿Crees que se podría llevar un estilo de vida como el tuyo en una ciudad pequeña o en el medio rural.
No, y es algo que me entristece muchísimo. Yo no me habría ido de Mallorca si no hubiera tenido que ganarme el pan como buenamente he podido.
Siempre que tengo ocasión lo digo, me gustaría que se reactivara un poco la vida en la España rural y en los pueblos y las provincias, porque creo que hay gente que por condiciones o por contexto, o simplemente porque no le da la gana mudarse a un núcleo más urbano, no tiene acceso a cierto tipo de contenidos. A lo mejor en su pueblo no hay nunca fiestas gays, ni fiestas LGBTI, ni va una travesti a cantar, ni hay nada. Y creo que son sitios donde sí que hace falta también un poco de escena para que la gente vaya uno cambiando el pensamiento. Porque no puede ser que toda la tolerancia y el progresismo se concentre en las grandes urbes. Y además nos vamos a quedar sin pueblo. Como tengan que estar las abuelas viviendo hasta los 100 años, las pobres no van a dar más de sí…
Yo propongo que nos vayamos todas a un pueblo donde ya estemos bien curtidas y hagamos un convento queer o un cortijo queer o algo así. Una abre una panadería, otra una verdulería y la otra un pub… y vivimos más a gusto que un arbusto. Es que, imagínate, con todas tus amigas en un pueblo, todas juntas haciendo lo que os dé la gana. Un lujo.
¿Crees que las organizaciones de izquierdas (sindicatos, partidos, etc.) son tan mojigatas como las de derecha en cuanto a disidencia sexual y expresión de género?
Si tuviera que posicionarme, evidentemente mi posición es a favor de la izquierda. Otra cosa es que los partidos que hay me representen o toquen temas que a mí particularmente me atañan más personalmente. Creo que la gente que está al mando de las instituciones no se pone las pilas. Basta entrar un poco a internet para saber lo que es un maricón, pero parece que no les viene en gana. Yo espero que eso cambie, porque ya puestos, si nos tiene que gobernar alguien, por lo menos que sea alguien de izquierdas. Y si ya pueden cambiar sus políticas con pensamientos más modernos, pues mejor que mejor. Les falta un reseteo o una actualización de software.
Has participado en la serie Veneno, que parece que está siendo un revulsivo sobre el tema de la transexualidad, pero además lo hace en un contexto relacionado con la exclusión social y la lucha por salir adelante. ¿Consideras que lo hace de forma realista?
Mucha gente se ha empeñado en decir que la realidad de Cristina no era representativa del colectivo, pero yo creo todo lo contrario. Por supuesto existe la mujer trans, que hace cispassing, que es bien guapa, que parece una mujer cis y que estaba bien aceptada; como pudieron ser Bibiana Fernández -que tuvo que pasar también lo suyo-, o ahora mismo Ángela Ponce… bueno, muchas mujeres que tienen la suerte de que la sociedad sí que las reconozcan como ya se sienten y como ellas se merecen; pero creo que la realidad de Cristina es la que mejor define al colectivo. Por desgracia, la realidad de la transgeneridad a día de hoy es un nivel de exclusión social muy alto, una tasa de suicidios enorme, cerca del 45 por ciento si no recuerdo mal. Y el 80 por ciento acaban dedicándose a la prostitución porque no tienen opciónes para introducirse en los circuitos laborales más “normales”, por así decirlo.
Creo que se ha tocado con mucho cariño, y además es muy cinematográfica, tiene unas escenas chulísimas, unos modelones divinos… Y también tiene ese rollo como de “estrellona”, que tanto nos gusta, ese magnetismo de: soy la reina de la televisión. Pero luego muestra la parte más oscura y, sobre todo, lo difícil que es ser una mujer trans en los 90; y a día de hoy, porque las situaciones se siguen repitiendo. Además muestra lo difícil que es ser una mujer que se dedica a la prostitución, que es algo que muy pocas veces se pone en pantalla. Creo que es una serie bastante acertada.
Realmente no teníamos más preguntas, pero me ha surgido una que creo que puede suponer una buena forma de terminar… ¿Si eres famosa ligas más?
No ligo nada y nunca he ligado nada, pero tampoco me supone un problema. Yo estoy muy contenta, estoy enamorada de mi misma, hija. Si es que ya estoy hasta el coño de todos los maricones venga a ligar, venga cuerpo. Por favor, nenas, un poco más de feeling. ¿No?
Ahora como no hay discotecas… Antes sí que ligaba más en discotecas, con el “te guiño un ojo”, que parecía tuerta. Pero yo soy muy peliculera, necesito una buena escenografía, y una app o ligar por Instagram, no me da magia. Yo necesito estar bailando y de repente ver a un hombre -que luego es un hombre asqueroso y me acuesto con él borracha y luego me arrepiento muchísimo-; necesito la ciencia ficción para llevar algo a cabo. Eso ahora mismo no lo tengo, ¡pero mi felicidad no decae!