En 2010 la Diputación de Bizkaia dejó de ofrecer el servicio público de asistencia presencial en la campaña de la Renta. De un día para otro, el servicio que ofrecía un empleado público que podía acceder a los datos del contribuyente, pasó a ofrecerse en un banco o caja de ahorros, donde se confeccionaban las declaraciones sin poder contrastar los datos con Hacienda. Con esta privatización, la Administración renunciaba al primer filtro en la lucha contra el fraude que realizaban el personal técnico de renta. Ninguna de las Haciendas Forales, ni Gipuzkoa, ni Araba, ni siquiera la Agencia Tributaria siguieron los pasos de Bizkaia y han continuado ofreciendo el servicio presencial incluso el año pasado con todas las dificultades añadidas por la Covid-19.
Una década después, la Diputación de Bizkaia gobernada por el PNV y el PSE anuncia que todas las declaraciones de la renta tendrán que aceptarse por internet o por teléfono, sin la atención presencial en oficinas bancarias. En nombre de la modernidad y tras subrayar reiteradamente lo fácil que va a ser el trámite, eliminan la atención presencial de las entidades financieras, pasando a ser la ayuda física algo residual. Este nuevo recorte va en contra de la Norma Foral General Tributaria, que en su artículo 2 limita los costes indirectos (lo que cuesta cumplir con las obligaciones fiscales) por parte de Hacienda y en su artículo 83 establece como deber de la Administración la asistencia a los obligados tributarios. Hasta el año pasado, quienes viven en Bizkaia podían tanto aclarar en persona sus dudas en las oficinas de Hacienda, como por teléfono o en los bancos. Las restricciones por motivos sanitarios en el aforo de las oficinas de Hacienda y la eliminación de la atención en los bancos van a provocar un cuello de botella en la atención por teléfono. Así, aumenta el riesgo de que la población con más edad tenga que pelear con un contestador telefónico antes de ser atendida.
Al comienzo de esta legislatura, el departamento de Hacienda de Bizkaia presentó sus principales proyectos: el control por parte de Hacienda de cada factura emitida y la realización on-line de todas las declaraciones de la renta. La pandemia ha trastocado todo y los jeltzales han seguido la máxima atribuida a San Ignacio de Loyola, «en tiempo de desolación nunca hacer mudanza», atrasando un año el arranque de la facturación Batuz. Sin embargo, la Hacienda de Bizkaia mantiene precipitadamente la automatización absoluta de la campaña de la renta, pese a que 2020 ha sido un año fuera de lo común, ajeno a los automatismos. Quién no ha estado en un ERTE, ha sufrido un despido o está peleando para cobrar del Fondo de Garantía Salarial. Les da igual. Las y los contribuyentes recibirán de Hacienda tres hojas; la primera con la declaración de la renta, la segunda con las instrucciones para poder acceder a la declaración de la renta on-line y la tercera con la información necesaria para poder ir a una asesoría en el caso, bastante probable, de que no entienda algo de la primera o segunda hoja.
Antes de la palabra zoonosis se hiciera conocida, el diputado de Hacienda Iruarrizaga respondía a la preocupación que pudieran tener quiénes padecen la brecha digital afirmando que «todo el mundo tiene algún familiar cerca que puede ayudarnos». En aquel momento, era imposible que el diputado previese la distancia física que nos ha traído la pandemia. En cambio, sí obviaba los datos en los que el Eustat afirma que la mitad de la ciudadanía vasca que viva en solitario no tiene un ordenador en casa, o que el 40 por ciento de las personas que están en el paro o inactividad no usan internet. Mucha gente acostumbrada a hacer la Renta de forma presencial chocará de golpe con la brecha digital.
La modernización y una mayor automatización en la Administración son objetivos a lograr, también en la campaña de la Renta. Pero es imposible que el 100% de las propuestas de declaración estén perfectamente confeccionadas. Con este nuevo sistema, la Diputación disminuye la asistencia al contribuyente, y carga toda la responsabilidad en la ciudadanía de a pie. La Administración obliga a conocer todos los vericuetos de la normativa tributaria, y a manejar la tecnología de asistencia. En caso contrario, se puede regalar involuntariamente dinero a Hacienda, pagando el impuesto al desconocimiento.
Sin cambiar la Norma del IRPF, la Diputación de Bizkaia recaudará más entre las rentas más bajas que no pueden permitirse, al contrario que los más pudientes, una asesoría privada. Pese a ello, el IRPF seguirá siendo el único impuesto progresivo, el único impuesto en el que pagan más quienes más ganan. Pero desasistiendo a las personas contribuyentes, o con medidas como la reciente deducción para el fomento de actividades que acaparan las 63 personas más adineradas de Bizkaia, Iruarrizaga y Rementeria empujan en la dirección opuesta.
Alba Fatuarte y Exabier Arrieta – Alternatiba
Publicado en El Correo