Los trabajadores y trabajadoras de Osakidetza y Michelín (entre otros) están saliendo a la calle para demandar derechos y reclamar convenios dignos y justos, y para ello utilizan el derecho más básico que tenemos los trabajadores y el que más puede influir a la hora de decantar la balanza: el derecho a huelga. Porque sí, porque hacer huelga es un derecho y porque, aunque desde determinados estamentos nos quieren hacer creer lo contrario, las huelgas y las movilizaciones son las herramientas más eficaces para conseguir el resto de derechos laborales.
Dentro del Estado español, en Hego Euskal Herria los trabajadores nos beneficiamos de unas condiciones laborales notablemente superiores al resto, y no es por casualidad: en 2022, en Euskadi y Nafarroa se concentraron más de la mitad de las huelgas de todo el Estado español. Y es que quien no llora no mama, y meter el dedo en la llaga de la economía (que es lo que más interesa a la patronal) es situarse casi a la misma altura que el empresario a la hora de negociar.
Podemos destacar innumerables huelgas y movilizaciones que han tenido lugar los últimos años y que, a pesar de haber sido duras para los trabajadores que las han secundado, al final han dado sus frutos y han resultado beneficiosas. Tubacex, el Puerto de Bilbao y el Convenio del Metal de Araba son tres ejemplos, pero también las huelgas y movilizaciones de Mercedes, que marcaron un punto de inflexión para los trabajadores de la planta gasteiztarra así como para los del resto de Hego Euskal Herria. No en vano se trata de la grande entre las grandes, una multinacional que cuenta con unos 5.000 empleos directos y unos 15.000 indirectos, que supone cerca del 8% del total de las exportaciones de Euskadi y que genera anualmente más del 15% del PIB.
Las huelgas y movilizaciones en Mercedes empezaron hace casi un año, después de 18 meses sin convenio y más de treinta reuniones de la mesa negociadora del convenio, en las que la empresa no atenía a razones para negociar absolutamente nada, ni siquiera para mover ni una sola coma de la propuesta que había elaborado, una propuesta sin ningún avance y con innumerables puntos de retroceso.
Hay que tener en cuenta que se partía de un punto en la negociación ya viciado, en el que, a pesar de la negativa de entrar al trapo por parte de muchos sindicatos en temas tan delicados como el de trabajar 6 noches semanales, otros sindicatos ya estaban intentando concretar el precio de esa sexta noche, todo ello, por supuesto, a espaldas de la mesa negociadora.
El 22 de junio de 2022, la inmensa mayoría de los trabajadores de Mercedes-Benz de Gasteiz salieron (salimos) a la calle en una manifestación histórica que rodeó la planta de la multinacional alemana y que concentró al 95% de la plantilla. Una manifestación que se convocó por separado por distintos sindicatos pero que la voluntad de los manifestantes hizo que se hiciera conjunta, como si de una sola convocatoria se tratara. Ese fue el principio de una larga y dura lucha. Puso de manifiesto que la gente está por encima de los sindicatos y de las estrategias sindicales, que la gente es capaz de unir fuerzas y luchar por sus derechos, que cuando hace falta la clase trabajadora responde a pesar de los ataques de los poderosos y que cuando la clase trabajadora responde los poderes fácticos y sus secuaces políticos tiemblan.
Pasaron los días y las semanas con convocatorias intermitentes de jornadas de huelga y manifestaciones, con idas y venidas de algún que otro sindicato que no llegaba a mantener el equilibrio entre la dirección (que pedía el cese de las movilizaciones) y los afiliados (que querían continuar con la lucha) y con momentos ridículos en los que determinados sindicatos salieron a la palestra para reprobar a los trabajadores que hacían (hacíamos) piquetes informativos durante las jornadas de huelga. De sacar a la luz algunas mentiras y esconder muchas verdades se encargaron, como siempre, los poderes económicos (con la propia multinacional alemana a la cabeza), que se alinearon abiertamente con la derecha gobernante y usaron sus medios de desinformación afines para desacreditar a la parte social que reivindicaba los derechos de los trabajadores.
Al final, después de meses de lucha se consiguieron algunas mejoras en el convenio, mejoras que se quedaron cortas porque, como viene siendo habitual en Mercedes, se negoció a espaldas de gran parte del Comité por parte de determinados sindicatos. A pesar de ello cabe destacar algo tremendamente positivo: en las elecciones sindicales, pocos meses después de la huelga, el resultado supuso un vuelco en la composición del Comité de Empresa. La plantilla dejó bien a las claras quienes querían que fueran sus representantes y quienes no.
También habría que destacar que las jornadas de lucha obrera supusieron un antes y un después en la planta de Mercedes, en Araba y en Hego Euskal Herria. Aprendimos que la lucha da resultados, que la clase trabajadora, mediante la huelga y las movilizaciones, es capaz de mirar cara a cara a los poderosos, que se puede cambiar el rumbo y que está en nuestra mano el conseguir mejoras laborales para todos. En definitiva, experiencias como la de Mercedes en Gasteiz el verano pasado nos deben servir para confiar en nosotros mismos y empoderarnos.
Es por ello que desde aquí quisiera mandar todo mi respeto, apoyo y solidaridad a los trabajadores de Osakidetza y Michelín, así como a el resto de trabajadores de empresas que están en lucha y, cómo no, al colectivo incombustible de jubilados.
Ánimo, fuerza y nos vemos en las calles.
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