Ni para coger impulso. Así reza un lema cuyo mensaje ha eclipsado su origen, y que a día de hoy enarbolan diferentes luchas, entre ellas, el feminismo. La semana pasada, la plaza San Juan de Irun volvió a vivir una escena que, lamentablemente, se ha producido en no pocas ocasiones desde el 30 de junio de 1996. Mujeres tocando tras los ensayos de estos días, y un grupo de hombres que comenzó a increparlas al grito de “que se vayan”. Para el alcalde de Irun de hace 27 años, Alberto Buen, los que agredieron verbal y físicamente a las 57 mujeres que por primera vez reivindicaron activamente su derecho a participar en las fiestas de su ciudad, fueron ciudadanos ejemplares que “salvaron el Alarde”.
Dado que su sucesor en el cargo, Jose Antonio Santano, ha seguido anclado en el inmovilismo más absoluto ante las agresiones contra las mujeres durante dos décadas más, no sorprende que, para mucha gente, preservar la esencia patriarcal del Alarde de Irun siga siendo casi un acto de civismo tantos años después. Triste legado generacional que, sin duda, tiene responsables políticos. Y desde luego, tiene instituciones y partidos cómplices. Idoia Mendia, vicelehendakari segunda y consejera de trabajo, se proponía hace poco dedicar el 8 de marzo como día festivo en el calendario, pero nunca se le ocurrió, como secretaria general del PSE, exigirle a su compañero de partido, Santano, que hiciera el mínimo gesto a favor de la igualdad en Irun.
Tal y como sucede con los amigos de entre 40 y 50 años de Pedro Sánchez, que se sienten incómodos con el feminismo, cuando el machismo consigue votos, goza de toda la cobertura necesaria dentro de un partido, y se le se le perdona todo: sea vetar a una ministra de igualdad sin ningún miramiento, o discriminar a las mujeres en las fiestas. Ya puede pertenecer a una siglas que se dicen progresistas, e incluso de izquierdas, que ante la contundencia de las urnas, se olvidarán de leyes de igualdad, de coherencia y hasta de la vergüenza.
Sin embargo, el hecho de que en la vecina Hondarribia, donde el PNV ha aplicado la misma férrea defensa del alarde discriminatorio, hayan cambiado las tornas tras las últimas elecciones, es algo a tener en cuenta. Se abre una oportunidad para un alarde donde mujeres y hombres participen en pie de igualdad, y que nadie dude de que en Irun, más temprano que tarde, también tendremos la oportunidad de lograr aquello por lo que llevamos más de 25 años luchando con total determinación, y con todavía más razón: un único alarde, público e igualitario.
Lo que a día de hoy ya es una realidad, es que, el Alarde de todas y de todos, también avanza en Irun. Este año suma una compañía más, la de San Miguel. Y también ha supuesto un nuevo hito, que por primera vez, no se pongan límites ni género a quien quiera participar en la fiesta en cualquier rol, incluido el de cantinera. Cada vez más son más quienes entienden por fin que pueden disfrutar más de la fiesta si participan en la misma desfilando junto a sus amigas, a sus madres, a sus hermanas o junto a sus hijas.
Por eso y por mucho más, las mujeres del alarde igualitario no nos vamos a ninguna parte, porque siempre estuvimos aquí, y porque cada año somos más. No daremos ni un paso atrás porque el feminismo está más fuerte que nunca y hemos llenado las calles en huelgas que han teñido de morado no solo las calles, sino también las agendas, al igual que lo haremos el próximo 30 de noviembre, en la huelga feminista general por el derecho colectivo de los cuidados. Ni un paso atrás, porque en los últimos 20 años en Euskal Herria han sido asesinadas al menos 120 mujeres solo por el hecho de serlo y hemos dicho basta ya. No daremos ni un paso atrás, porque las calles, las fiestas y también los alardes, también son nuestros.