Un año más 3 de diciembre, un año más se «celebra» el día de las personas con discapacidad. Como si la discapacidad fuera una sola cosa, como si cada persona no fuera única en su forma de ser y en sus necesidades.
Es más, es preciso enmendar el anterior párrafo en su totalidad. ¿No será que lo discapacitante es el entorno? ¿No será que las necesidades surgen del incumplimiento de los derechos? y no de la propia persona.
Asistimos en las ultimas semanas a situaciones flagrantes dónde no se garantiza la educación obligatoria a todas las personas, dónde no se admiten apoyos para continuar estudios universitarios.
Y al igual que no se garantiza la educación, no se garantiza el acceso a un puesto de trabajo a centenares de personas. No se garantiza porque el puesto de trabajo es físicamente inaccesible, porque el entorno no esta adaptado, porque no se toman las medidas que permitan una adecuación de los puestos, porque no se adaptan los exámenes a las diversas situaciones. Haciendo el acceso al mercado laboral de las personas con discapacidad muy inferior a la media.
Esto tiene como consecuencia, un nivel de renta muy inferior al resto de la población, imposibilitando, en gran medida, proyectos de vida independiente que es a lo que toda persona aspira.
Asimismo, no se garantiza el acceso a la salud de todas las personas, no se garantiza la accesibilidad cognitiva, no se fomenta la autonomía y la libertad de elección de la persona usuaria.
Y no hablemos ya de las dificultades del acceso a la vivienda de la mayoría de la población de Euskal Herria pero con una dificultad añadida para las personas con movilidad reducida.
Y por último hablemos de los cuidados, que en el caso de las personas con discapacidad adquiere unas características muy particulares, ya que el estigma social hace que pensemos que las personas con diversidad funcional son personas destinadas a ser cuidadas permanentemente, sin capacidad de elección y sin capacidad de agencia. Cuya única trayectoria vital posible es ser pasar de ser sostenidas por la familia a ser institucionalizadas.
Habrá que aprender que todas las personas necesitamos ser cuidadas, atendidas y asistidas en distintas etapas y momentos de nuestras vidas. Pero que no por eso perdemos, necesariamente, nuestra capacidad de decisión y autodeterminación.
Educación, trabajo, salario, vivienda, salud y cuidados. Son los pilares del Estado de Bienestar que presumimos de tener en Euskal Herria pero que mientras que las personas con diversidad funcional queden excluidas del mismo no será merecedor de tal nombre.
Y para una organización de izquierdas transformadora, recuperando la vieja consigna el pan, trabajo y la libertad, debe ser el motor que guie nuestra acción, también para garantizar la autonomía y la vida independiente de todas las personas.