1 de mayo

Mesa de modelo económico social alternativo de Alternatiba

Los mismos que han generado la crisis, quienes están poniendo al planeta en el límite ecológico de sus capacidades, quienes han provocado los niveles actuales de paro y la precarización de los sectores populares, son además los que quieren salir inmunes de la actual situación, ahondando en la conculcación de nuestros derechos como trabajadoras y trabajadores.

Pues ha llegado el momento de decir no, de decir basta:

Basta de que recaigan sobre nosotr@s la responsabilidad de vuestras políticas y medidas injustas.

Basta de reformas y propuestas que no hacen sino empeorar la situación de nuestras vidas, sin tocar vuestros bolsillos.

Basta de mentir, porque sí hay alternativas a vuestra administración de miseria e injusticias.

En las últimas décadas las rentas salariales han ido reduciéndose progresivamente, mientras que los beneficios empresariales no hacían más que crecer. Esta es precisamente la máxima fundamental que se sigue actualmente en Europa, y en los gobiernos del Reino de España y de Euskadi y Nafarroa: los beneficios empresariales deben mantenerse, a toda costa.

De ahí provienen las propuestas de aumentar la edad de jubilación a los 67 años –cuando hay un enorme paro juvenil, que aumentaría con dicha medida-; de ahí proviene la pretensión de abaratar el despido, o de subir hasta los 24 años la edad para recibir un contrato como joven; de ahí la pretensión de la Comisión Europea de aumentar la jornada laboral hasta las 65 horas; de ahí el aumento de los horarios de apertura de los grandes centros comerciales; de ahí provienen las ayudas a las empresas, mientras que el gasto social se reduce; de ahí la revisión a la baja de condiciones laborales, fruto de la directiva Bolkenstein; de ahí las limitaciones para reconocer los derechos de las trabajadoras del hogar; de ahí el mantenimiento de empresas tóxicas, y de ahí la actual ley de extranjería, que garantiza la explotación sin papeles; de ahí que cada vez sean más las trabajadoras y trabajadores con contrato legal que viven bajo el umbral de la pobreza.

Frente a esta huída hacia delante, frente a más de lo mismo, los y las trabajadoras debemos decirles muy claramente que no estamos dispuestas a aguantar, que su modelo es injusto e ineficaz, y que vamos a construir entre todas y todos un nuevo modelo alternativo, que defienda nuestros derechos, que priorice la dignidad del ser humano, no los beneficios de unos pocos. Y que, además, es viable. ¡Otro modelo económico y social es posible y necesario, empecemos a construirlo!

Así, creemos que lo primero es aumentar la calidad y la cantidad del empleo. Para ello, proponemos reducir el tiempo de trabajo para repartir el mismo, pero sin reducción salarial –¡que se afecten las enormes tasas de ganancia!-; además es necesario avanzar en un Salario Mínimo Interprofesional Europeo al alza, que garantice una vida digna, así como una reforma legal que garantice a las trabajadoras del hogar los mismos derechos laborales y de seguridad social que el resto de trabajadores/as.

Creemos en que el necesario rebajar la edad de jubilación a los 60 años, y las pensiones se podrá financiar por la vía más oportuna, incluido el sistema impositivo; además, es necesario alterar los sistemas de cómputo para las mismas –años mínimos de cotización, prioridad dado a los últimos años- para que se adapte mejor a la realidad de cada persona. 

     Creemos que es necesario aumentar sustancialmente el gasto público en servicios sociales, invirtiendo en la mejora de los servicios públicos, revirtiendo así el proceso de privatización actual; apostar por un impulso a la vivienda de alquiler –siempre manteniendo la propiedad pública-, empezando por incorporar al mercado público las viviendas vacías; apostar por servicios que garanticen un sistema público de cuidados eficaz; apostar por una educación pública, laica, emancipadora y equitativa para mujeres y hombres; apostar por la investigación pública de conocimiento a largo plazo.

Estas y otras medidas son las que Alternatiba ha definido como un decálogo de propuestas que pretenden hacer visible, viable, y concreto que se pueden ir construyendo alternativas al capitalismo, y además hacerlo desde la lucha contra el patriarcado, el racismo y el conjunto de sistemas de dominación vigentes.

Para ello, es necesario unir fuerzas, aglutinar esfuerzos, golpear duro. Apostamos por la convergencia de las izquierdas en Euskal Herria, y por un sindicalismo vasco, de clase y combativo, que no se contente con migajas, sino que se confronte con los gobiernos actuales y con las patronales. El famoso diálogo social no ha resultado más que la última engañifa, donde el desequilibrio de poder es patente, y donde se escenifica una negociación inexistente, con decisiones tomadas en otros ámbitos para revestir de apoyo social y sindical a el comité de expertos creado por Patxi Lopez.

¡Por un sindicalismo vasco de confrontación!

¡Por un modelo alternativo al capitalismo!

¡Viva el primero de mayo!

Días de fiesta> Jonathan Martínez (Alternatiba)

Jonathan Martinez
Alternatiba

Entre el 19 y el 22 de abril de 2010, Cochabamba ha celebrado una fiesta con veinte millares de personas invitadas. La han llamado Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, y sus protagonistas han tenido la oportunidad de sacarle los colores a los abajo firmantes de la crisis ambiental, denunciar sus gastos militares, reclamar justicia climática, en fin, la oportunidad de molestar a la bienpensante moral occidental con arengas anticapitalistas.

Entre el 7 y el 18 de diciembre de 2009, Copenhague celebró una fiesta con veinte millares de personas invitadas y un millar de personas detenidas. La llamaron Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, y de ella ya solamente recordamos la brutalidad de la policía danesa y el vergonzante encarcelamiento de dirigentes de Greenpeace.

América Latina también es territorio propicio para festejos de abuso y represión. Hay fiesta en Perú, donde Repsol YPF tramita nuevos permisos para irrumpir en la selva amazónica y ocupar suelo indígena. Confían en que la policía del presidente Alan García custodie sus fuentes de lucro con la sangrienta fidelidad que demostró en la masacre de Bagua contra la población nativa en junio de 2009.

Hay fiesta en Honduras, donde la policía secuestra y tortura al militante del Frente Nacional de Resistencia Popular, Óscar Flores. Donde se consolida la violencia de un gobierno golpista legitimado por las armas y por el silencio internacional, donde campan a sus anchas paramilitares extranjeros con la innoble tarea de exterminar cualquier resquicio de disidencia.

También hay fiesta en Colombia, donde la Asociación Campesina de Arauca anota el nombre de Alcidiades González Castro en la nómina de campesinos asesinados y cumple ya diez años de funeral permanente. Los festivos palmeros de Álvaro Uribe acumulan cuatro mil cadáveres de sindicalistas mientras quienes se atreven a denunciarlo lucen los hombros pelados de cargar ataúdes.

Otra fiesta campesina se oficia en Brasil, con el cuerpo de Pedro Alcantara de Souza convenientemente baleado por los enemigos de la reforma agraria. En la tierra de Lula, las multinacionales transgénicas saben dotarse de bien pagados sicarios que acallan a tiros las voces de la soberanía alimentaria.

El periodismo patrocinado no es ajeno al jolgorio. Quizá no conoce la fiesta de Brasil, ni la de Colombia, ni tan siquiera las fiestas de Honduras o de Perú. Nada se sabe tampoco de la fiesta de Copenhague. Eso sí -menos da una piedra-, se advierte su interés en la fiesta boliviana de Cochabamba, aunque por lo visto, es la que menos le gusta. Nuestros medios de comunicación, algunos investidos con vitola progre, exhiben una vez más su destreza para la lobotomía colectiva y perseveran en su linchamiento contra los mandatarios latinoamericanos que se atreven a contradecir la codicia transnacional.

Entretanto, las voces de la oficialidad se distraen celebrando el Día de la Tierra con falsa purpurina y convierten el conflicto ambiental en un decadente espectáculo mercantil. Lo dijo Eduardo Galeano en su saludo a la fiesta de Cochabamba: “estamos hartos de la hipocresía de los países ricos, que nos están dejando sin planeta mientras pronuncian pomposos discursos para disimular el secuestro.”

El 19 y 20 de diciembre de 2001, los tres millones de personas que se amontonaban en Buenos Aires celebraron una fiesta contra las políticas económicas de la clase gobernante. La llamaron Cacerolazo. En mitad del cachondeo, a alguien se le ocurrió celebrar su indignación con pintura en la pared y dedicarnos una frase que ya es imborrable: “Nos mean y los medios dicen que llueve”.

Damas y caballeros, que la fiesta continúe.

Fotografía: AZRainman

Es ciudad para viejos> Jose Luis Agirre (Alternatiba)

Jose Luis Agirre
Militante de Alternatiba

Con tanto Guggenheim y tanto guiri a la caza del, cada vez más frecuente, menú del día depauperado sobre plato y orondo en factura, andábamos algo despistados e incluso olvidados de la gerontocracia municipal. Pero últimamente hay quejas por el olor a rancio y los seres sensibles dirigen sus ojos acusadores hacia el Ayuntamiento mientras tapan sus nasos para protegerlos del aroma a caduco y a alcanfor.

El postrer logro del Gran Munícipe, y sus entregados acólitos -activos unos, pasivos otros- ha sido elaborar una ordenanza para salvar la virtud pública. Tan recto intento haría las delicias de tratadistas de urbanidad, curillas del movimiento y flechas de la Falange. Carga el reglamento contra la cópula y el escarceo público, la pecaminosa música callejera, las indecorosas bicicletas, los molestos patinetes, las atrevidas cometas y los escandalosos espectáculos callejeros con mensaje político.

Este impulso redentor surgió en Miribilla, barrio de decente clase media nacido en los aledaños del lumpen de Las Cortes gracias a la labor regeneradora de la municipalidad. En Las Cortes antes hacían la calle sin más precio que el del viejo oficio -enfermedad, extorsión y hasta muerte- mujeres que integraban el paisaje sin que la autoridad hiciese aspaviento alguno. Pero ahora son fuente de perversión para el nuevo vecindario y, por eso, la piadosa corporación cedió un solar del barrio a la Santa Iglesia para que hiciese frente al pecado y, en estos momentos, propone una ordenanza para sancionar a las putas de exterior con multas de 700 a 1.800 euros. Ya lo dice el refranero: a Dios rogando y con el mazo dando.

Puestos a regular la carnalidad pensó el santo oficio municipal que mejor sancionar toda ella y no sólo la que es fruto de comercio, que contra éste no hay objeción, que aquí se reza a Jehová y al libre mercado. Por eso la nueva ordenanza reprime toda conducta sexual incívica en espacio público. De qué es incívico y qué es sexual decidirá el alcalde, máximo intérprete de la ordenanza ungido por la txapela y el espíritu santo.

Pero no atribuyamos todo el mérito de la feliz idea al shérif megabilbaino y a sus fieles munícipes. Esta ordenanza es reflejo de un equilibrio de poder. Mientras medio Bilbao haraganea al margen o en los márgenes de la política, la vieja ciudad -quede claro que lo viejo no es cuestión de edad ya que se sabe de muchos ancianos con el descarrío propio de la juventud- trabaja y elige a sus prebostes.

No vayan a pensar que son talibanes, la vieja ciudad estrenó a muchos de sus varones con putas y muchos de ellos de putas siguen pero ordenadamente, en los clubes regentados por honrados empresarios que pagan sus licencias. Y es que esta parte de la ciudad está compuesta, ni más ni menos, que por gente de orden: gente que consume drogas siempre legales salvo alguno que otro que comete níveos deslices, jamás admitidos, en la estricta intimidad, sin escándalos innecesarios; gente que engrosa los clubs de macramé de los partidos patria y ciertas áreas de jubilados adictos al canapé; personas todas ellas defensoras de la propiedad intelectual y de su cuota de acera; gente que repudia al mantero y a la chavalería que, sobre patín o a golpe de pedal, se niega a jugarse la vida en la carretera.

Agradecidos debemos estar a estas personas porque por ellas nada tememos de librepensadoras, ni de altermundistas, ni de jóvenes de cuerpo o espíritu, ni de las diferentes, ni que decir de esos caducos revolucionarios que se empeñan en joder, a base de manifestación, las felices tardes de compras por el centro. Ellos no forman parte del club aunque tal vez aún no se hayan dado cuenta. Esos malditos olfatos sensibles no se enteran de que, bajo este barniz de titanio hueco y perros naif, aunque no trasnoche, nunca descansa la ciudad de los viejos.

Mercado libre y transgénico> Amaia Agirresarobe (Alternatiba)

Amaia Agirresarobe
Alternatiba

El día 17 de abril, Día Internacional de las Luchas Campesinas, el movimiento campesino junto con otras organizaciones sociales se manifestará en Madrid bajo el lema “por una agricultura y alimentación libre de transgénicos”. Esta día de lucha viene precedido por la decisión de la Comisión Europea de autorizar un nuevo cultivo transgénico en la UE, el primero desde 1998, una patata bautizada con el flamante nombre de Amflora. Esta decisión, amparada por la presidencia española, deja una vez más al descubierto el gran poder de las grandes transnacionales, verdaderos artífices y beneficiarios de una política agraria que, a pesar de la oposición de la mayoría de los ciudadanos/as de la UE, ha permitido la expansión de los transgénicos en nuestra alimentación.

Las grandes empresas de ingeniería genética han situado interesadamente el debate sobre el uso de transgénicos exclusivamente en términos de productividad. A través de una titánica campaña de propaganda, se nos ha vendido la manipulación genética de los alimentos como el último adelanto tecnológico capaz de aumentar la productividad de las cosechas creando cultivos resistentes a los insectos, tolerantes a los pesticidas y adaptables a extremas condiciones de frío y calor. La experiencia de 14 de años de comercialización de transgénicos, sin embargo, ha echado por tierra los “super poderes” atribuidos a estos cultivos. Los organismos genéticamente modificados (OGM) no son más productivos, no disminuyen los costes de producción, y en todo caso los aumentan, debido a sus mayores riesgos ambientales y su alta dependencia de químicos, casualmente comercializados por las mismas empresas que han diseñado y expandido los transgénicos. Los datos que avalan esta última conclusión son escalofriantes. Más del 81% de la superficie cultivada con variedades GM necesitan el herbicida Round-up, químico comercializado por la primera empresa de ingeniería genética del mundo, Monsanto. Mientras los beneficios para la población campesina se diluyen, los verdaderos vencedores de este negocio salen a la luz estimando sus beneficios para el 2010 en $25.000 millones

El intercambio de estudios sobre la productividad de los transgénicos ha ocultado y marginado otras implicaciones que sitúan al actual modelo agro-industrial en el centro del debate. Bajo esta perspectiva más amplia, la ingeniería genética se descubre como la nueva estrategia de las transnacionales (antes fue la Revolución verde) en su intento por expandir el actual modelo de producción industrial en el mundo. En este sentido, la implantación, o habría que llamarla imposición, de los transgénicos ha supuesto un recrudecimiento de los tres grandes fundamentos que caracterizan el actual modelo agropecuario: el control de las grandes corporaciones alimentarias de toda nuestra cadena de alimentación en connivencia con las políticas públicas agrarias, la indefensión y falta de autonomía de los/las pequeños campesinos/as en un mercado diseñado al servicio de las grandes empresas y la extensión de un modelo de producción intensivo, insostenible, de alta degradación ambiental y con posibles riesgos para nuestra salud. En definitiva, la llegada de los transgénicos es una nueva vuelta de tuerca del actual modelo de alimentación, ahora más dañino para la población campesina y consumidora, y que, además, parece no haber tocado límite en su avaricia.

La influencia de las empresas de ingeniería genética en las políticas públicas agrarias y, en este caso, en la expansión de los transgénicos es especialmente flagrante en la UE, la región donde mayor rechazo popular han despertado los OGM. La amplia oposición de la ciudadanía no ha impedido que la Comisión Europea, la última autoridad a la hora de aprobar o denegar las solicitudes de comercialización de OGM, haya autorizado desde 1998 el cultivo de dos variedades transgénicas, el maíz MON810, propiedad de Monsanto, y la recién autorizada patata Amflora. Ambas variedades han mostrado evidencias sobre su peligrosidad para la salud y/o el medio ambiente. Junto con estos dos cultivos, la UE ha autorizado también la importación de 21 variedades GM en forma de grano, mientras otras 57 esperan en la cola en la lista de aceptaciones. En el marco de esta timorata política agraria impulsada por la UE, el Estado español ha sido el país que con más entusiasmo ha abrazado los transgénicos. En el 2006, el Gobierno autorizó el cultivo de 53.000 hectáreas de maíz transgénico, exactamente el 83% del total cultivado en toda la Unión Europea.

El nivel de penetración de los transgénicos en el estado español es difícil de medir. Junto con las variedades legalmente importadas y la expansión a gran escala del cultivo del maíz MON 810, hay que añadir las producciones ilegales y la contaminación de semillas, cultivos y cosechas en el campo, difícilmente detectables por los actuales sistemas de trazabilidad. Según diferentes estudios y experiencias de la población agraria garantizar la ausencia de contaminación en territorios donde coexisten cultivos OGM y cultivos convencionales y ecológicos es técnicamente imposible salvo si se asumen enormes costes económicos, generalmente prohibitivos e incluso en algunas situaciones, aún así es imposible. En la práctica, todos estos factores han permitido que entre un 15 y un 17% de los alimentos a la venta en nuestros supermercados que contienen maíz o soja estén contaminados por transgénicos. Estos alimentos, además, pasarán inadvertidos para la población consumidora porque la actual ley de etiquetado del gobierno español permite que los alimentos que no superen la presencia de 0,9 de OGM no incorporen esta información en sus etiquetas, incluyendo los alimentos disfrazados de ecológicos.

La actual política agraria de la UE y las prácticas pro-transgénicas del Estado español, cliente número uno de Monsanto en toda la Unión Europea, han dado lugar a un fuerte movimiento de resistencia frente a los transgénicos. En Euskal Herria, hasta la fecha, se han declarado 250 zonas libres de OGM, incluyendo regiones y municipios, huertas escolares, explotaciones agrarias y huertas para consumo interno. Estas declaraciones de intenciones, difícilmente conciliables con las actuales políticas agrarias impulsadas por las instituciones, son la expresión de una voz disidente más amplia que el 17 de Abril en Madrid reclamará una alternativa al actual modelo de agricultura industrial. En esta lucha por un cambio de modelo, Alternatiba lo tiene muy claro, “Soberanía Alimentaria ya!!”.

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