Alternatiba llama a los partidos autodenominados del cambio a denunciar sentencias injustas como la de las Herriko

Estos últimos días, la izquierda soberanista de este país ha participado de importantes hitos. La caída del régimen de Nafarroa, el destierro del racismo institucional en Gasteiz, la prohibición del fracking y los transgénicos en la Comunidad Autónoma Vasca o la aprobación del reconocimiento efectivo del derecho a la vivienda. Y es que, precisamente a esto se dedica la izquierda soberanista de este país, a defender los derechos y la dignidad de las personas. Sin embargo, hay quien se empeña en ocupar las portadas de los periódicos con las reminiscencias de un conflicto que pretenden perpetuar y rentabilizar políticamente.

La ratificación por parte del Tribunal Supremo de la sentencia que supondrá la incautación de las Herriko Taberna, así como las condenas contra varios dirigentes de la izquierda abertzale –por más que no tengan que ingresar en prisión-, supondría un esperpento en cualquier sistema democrático con separación de poderes. El Reino de España, por el contrario, se vuelve a mostrar tal y como es, la herencia de un régimen agonizante que por negarse a morir y desaparecer, niega también la paz, a la vez que multiplica la represión y manipula la justicia.

Desde Alternatiba, creemos que ha llegado el momento de decir ya basta; una sociedad democrática no puede permitir el expolio de más de un centenar de sedes sociales levantadas por la militancia de una parte significativa de este pueblo. Y tampoco pueden permitirlo aquellas fuerzas políticas del estado que se reivindican a sí mismas ‘de cambio’; porque no serán tal sino lo contrario, partidos de recambio para apuntalar el sistema, si permanecen en silencio ante un escándalo jurídico como este; no cambiará nada si enmudecen mientras se siguen castigando la militancia y la disidencia política como en plena dictadura.

La izquierda no puede titubear ante la sinrazón, no puede mirar hacia otro lado cuando encarcelan a jóvenes por el mero hecho de participar en una huelga; ni aquí en Euskal Herria ni en Madrid. Por eso quienes realmente quieren cambiar las cosas levantan muros humanos de solidaridad, igualmente dignos y plausibles se construyan en Gasteiz o en Vallecas. Tan lamentable es que el pueblo vasco se haya convertido en laboratorio represivo del estado en las últimas décadas, como esperanzador que en apenas un mes y 400 kilómetros de distancia las clases populares defiendan a sus jóvenes de la misma manera.

La derecha lleva tiempo demostrándose dispuesta a extender la tristemente célebre doctrina del “todo es ETA” mucho más allá de nuestras fronteras, y se puede constatar cómo arremete ahora, con todo lo que tiene, contra quien le ha arrebatado el poder de numerosas instituciones. No tardará en aplicarles las mismas herramientas que aplica a la disidencia vasca, ya ha empezado, por ello insistimos: bien harán las fuerzas del cambio en decidir si están con los oprimidos o solo quieren sustituir a los opresores; si quieren ayudar a superar para siempre un conflicto que ha causado un gran dolor, o si quieren manipular este para blindar la sacrosanta unidad territorial.

Denunciamos por tanto el enésimo montaje político-judicial contra la militancia de la izquierda abertzale y sus dirigentes, que están pagando con la cárcel su compromiso con la paz, la determinación, la apuesta y el reconocimiento expreso y notorio, por más que algunos prefieran no escucharlo, del dolor causado. Nuestra solidaridad está con todas y todos ellos, al tiempo que nos preguntamos quién pedirá perdón por tropelías como la sentencia conocida ayer.

Finalmente, invitamos al Gobierno Vasco y al partido que lo ostenta a pronunciarse con claridad frente a este nuevo atropello, instándole a que, en caso de juzgarlo injusto, no envíe a ejecutarlo a las fuerzas policiales de su competencia. Porque del mismo modo que la gran mayoría de la sociedad comparte que unos bomberos se nieguen a ejecutar un desahucio, también compartirán que no se envíe a la Ertzaintza a expoliar a su pueblo.

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Alternatiba muestra solidaridad ante la detención de Alfon en una escalada represiva que evoca la realidad jurídico-policial de Euskal Herria

Desde Alternatiba queremos denunciar la detención de Alfonso Fernández, ‘Alfon’, producida durante la pasada noche en Madrid, así como mostrar nuestra solidaridad ante una realidad de represión y manipulación de la justicia dolorosamente homologable a la que se viene sufriendo en Euskal Herria desde hace décadas. Este joven ingresa en prisión para cumplir una sentencia de 4 años de cárcel basada exclusivamente en los testimonios de los policías que le detuvieron el día de la huelga general del 14 de noviembre de 2012. Una huelga que dejó un balance represivo de 180 personas detenidas y decenas con heridas, además de los consiguientes proceso judiciales abiertos.

El encarcelamiento de Alfon se suma a otros que se pueden producir en las próximas fechas, como los mineros de Cerredo (Asturias). Evoca, asimismo, el caso de Jon Telletxea y Urtzi Martínez, que cumplen pena de prisión actualmente, condenados también por participar en otra huelga general, la del 29 de marzo de aquel mismo año.

La criminalización de la protesta, convertir el ejercicio de la huelga en un delito, es hoy una realidad en todo el Reino de España. Y eso en espera de la aprobación, en menos de 15 días, de la llamada “Ley Mordaza”, que no hará más que profundizar en la vulneración nuestros derechos civiles. La disidencia e indignación en estos tiempos es la única manera que nos queda para sobrevivir a esta crisis estructural y estafa financiera en la que pretenden ahogar la dignidad vital de toda la ciudadanía. El libre desenvolvimiento de la protesta calibra la calidad democrática de cualquier estado y en esto, qué duda cabe, el estado español vuelve a suspender.

La detención de Alfon se hizo de manera voluntaria, arropado por decenas de personas que quisieron hacer frente, simbólicamente, a esta condena injusta, siguiendo la estela de los muros de solidaridad, los Herri harresia, levantados una y otra vez en Euskal Herria, como el de Gasteiz hace un mes. Somos miles y miles quienes desde otros lugares protestamos contra la detención de este joven. Desde Alternatiba reiteramos la denuncia por su encarcelamiento y mostramos nuestra solidaridad internacionalista, particularmente hacia sus familiares y personas allegadas. Finalmente, desde Euskal Herria nos sumamos a las voces que denunciarán este nuevo atropello este sábado en las calles de Madrid.

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Un pie en el ayuntamiento y miles en la calle

Joxe Iriarte ‘Bikila’ – Alternatiba

Esta frase inserta en un cartel electoral de EH Bildu de un pueblo Bizkaia me impactó. No es usual que en medio de la efervescencia electoral por la conquista del voto, se especifique con tanta claridad cuál es el epicentro de una estrategia de izquierda transformadora y, por lo tanto, anti-sistema.

Pienso sin embargo, que el impresionante resultado electoral de hace cuatro años nos ha forzado a ocupar un numero inesperado, y quizás desproporcionado, de cargos electos (muchos de los cuales han sido de gobierno) desplazando a dichas tareas a militantes que hasta entonces habían dedicado buena parte de su labor a activar la calle.

No nos podemos evadir de una responsabilidad adquirida ante la ciudadanía que nos vota y, a la vez, es imprescindible mantener el énfasis en la movilización, la auto-organización y el empoderamiento en torno a un imaginario rupturista. Sin un contrapoder ciudadano que transforme la correlación de fuerzas sociales y políticas, el trabajo institucional queda cojo, y las más de las veces impotente, para superar el umbral del deseo.

EH Bildu ha respondido bien a retos muy difíciles y complicados, como su oposición a las grandes infraestructuras, tratamiento de residuos, articulando la defensa de otra política impositiva, propiciando la asistencia social a los más desfavorecidos, pero, en los sectores que sacudieron el panorama hace cinco años (y que desde un punto de izquierda son los que más nos interesan) ha pesado la opinión de que nos hemos ido instalando en el terreno de los partidos políticos tradicionales (si bien más honestos y honrados).

Y esto es un problema dado que, ni somos, ni queremos ser un partido al uso. Sino un movimiento de transformación, soberanista de izquierdas, rupturista respecto al régimen de 78.

Ciertamente es necesario reflexionar sobre los resultados electorales, por lo demás desiguales según herrialde, y sobre los cuales no cabe una idea única y simplista. Desde luego, no me convence la apelación al desgaste de la gestión ya que las más de las veces ocurre al contrario (gestionar favorece, aunque gobernar en minoría puede ser problemático) salvo que se haga muy mal (y no es el caso) o no corresponda a lo que piensa la población. Y este tema si debe de ser objeto de reflexión.

En 2011 mucha gente dio su voto a la izquierda soberanista como un modo de apoyo a la vía política, una vez que ETA anunció su cese definitivo. Ello no significaba que su voto pertenecía de un modo invariable al campo de Bildu, como se ha podido comprobar.

Hay que sumar las políticas de desgaste (para poder contrarrestarlas) como las que ha sufrido EH Bildu en Gipuzkoa por parte de las fuerzas políticas sociales y mediáticas adversarias, las cuales han practicado una auténtica guerra sucia. El PaP, en tanto que primera medida para un correcto tratamiento de los residuos, era absolutamente correcto, y no tardará, pese a quien pese, en implantarse en todo Euskal Herria. De lo único que tenemos que autocriticarnos es de no haber sabido prepararnos previamente (tal como se hizo en experiencias puntuales previas, con referéndum incluido, o la realizada en localidades con clara aprobación ciudadana) política y pedagógicamente para responder adecuadamente a las consultas allí donde se demandaban, y movilizando a nuestros partidarios en todos los frentes de conflicto. Y seguiremos en el mismo error, si en los lugares donde se intente desmantelar dicho proyecto nos limitamos a la mera protesta institucional, sin salir a la calle. Lo mismo con la incineradora.

Otro tanto con en relación al impuesto sobre las grandes fortunas y la progresividad fiscal. Hay que activar un frente social, sindical y político, tanto en las calles como en las instituciones contra lo que hará el PNV, una vez más, al servicio del capital.

Los ritmos que marquemos deben ser resultantes de dos factores. De la urgencia del tema, y del grado de adhesión de la ciudadanía. Si el objetivo marcado, por la razón que sea, encuentra el rechazo de una parte importante de la población, hay que entablar un dialogo con la misma, y ajustar ritmos, llegar a acuerdos, pero dejando claro cuál es la gravedad del problema.

El retraso que llevamos en la batalla contra el cambio climático es de una gravedad extrema. Y la hipocresía de la mayoría de los partidos políticos al respecto clama al cielo. Vivimos tiempos de urgencias, de problemas a resolver ya. La situación de buena parte de la ciudadanía es dramática, al borde de la miseria. Basta escuchar a Caritas para saber de qué hablamos.

Nuestra responsabilidad (desde el gobierno o la oposición) es para con quienes sufren necesidad, desempleo, discriminación… con el medio ambiente y el euskera. No con el sistema. Ese trabajo corresponde a los partidos que se limitan a gestionar lo existente sin ánimo de transformarlo. Las instituciones son para nosotros (en tanto que izquierda transformadora) un territorio cuyo engranaje está fundamentado (política y jurídicamente) para que sirva del soporte al capitalismo.

EH Bildu necesita avanzar de su actual estado de coalición de partidos a un verdadero Frente Amplio, abierto a nuevas gentes, y a su vez, propulsor de alianzas más amplias. Un Frente Amplio apuntalado en las localidades, pueblos y barrios y organizado de abajo arriba. Cuyas personas electas sean escogidas en primarias, mediante listas abiertas, que discuta, debata y organice la lucha popular, unas veces apoyando y otras promoviendo, la defensa de las reivindicaciones y los objetivos populares, que la excepcionalidad de la situación nos demanda.

Publicado en Naiz

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