«Subir la edad de jubilación y hacer una lectura positiva de ello es querer tratarnos de idiotas a la ciudadanía»

DONOSTIA, 28 DE ENERO DE 2010 – Alternatiba ha considerado hoy que el principio de acuerdo para reformar el sistema de pensiones alcanzado por el Gobierno y los sindicatos es «una auténtica tragedia», ya que supone «la amputación de derechos sociales y laborales que a la clase trabajadora le ha costado mucho conseguir a lo largo de la historia».

El portavoz de Alternatiba, Oskar Matute, ha afirmado que es «lamentable que Zapatero se olvide nuevamente de los principios fundamentales de la izquierda y le vuelva a hacer el trabajo sucio al PP», al tiempo que ha asegurado no entender a los sindicatos que bendicen este tipo de reducciones, cuya actitud ha censurado. «Y vemos al PNV, de nuevo, alineado con el Gobierno del Estado español en el recorte de derechos de la clase trabajadora. Una actitud que, no siendo nueva, deja bien claro lo poco en que se diferencian en este terreno el PNV, PSOE y PP, fuerzas todas de la derecha.», ha añadido.

Matute ha subrayado que el decreto pactado desmantela gran parte del sistema público de pensiones y da más negocio a los mercados con los fondos privados. «Gobierno y sindicatos nos intentan vender la reforma como un logro, y es como poner flores en el vestíbulo para combatir el problema de la putrefacción de la madera», ha señalado. Según sus palabras, «aumentar los años necesarios para recibir la pensión completa y hacer una lectura positiva de ello es querer tratarnos de idiotas a los ciudadanos y ciudadanas».

En este sentido, el líder de Alternatiba ha advertido de que la sociedad vasca no está de acuerdo», tal y como demostró ayer en la huelga general convocada en Euskal Herria. El dirigente de izquierdas ha realizado un balance positivo de la jornada y ha recalcado que «hay mucha gente en este país que no se resigna a que los mercados determinen los derechos sociales y la calidad de vida. Lo de ayer fue algo más que una pataleta, fue un mensaje claro a la clase política».

Euskal Herria Ezkerretik apoya la huelga general

Los dos pilares claves del acuerdo “Euskal Herria ezkerretik” son la construcción nacional y la construcción social. Son dos caras de la misma moneda. En la presentación del acuerdo subrayamos la necesidad de dar respuesta firme a las medidas económicas y sociales que pretenden mantener la hegemonía de los mercados menospreciando los derechos de los trabajadores y trabajadoras.

Una práctica que los actuales Gobiernos de Gasteiz, Iruña y Madrid (apoyado por el PNV) llevan a la práctica y que su última aportación es el aumento de la edad de jubilación a los 67 años de edad que lleva parejo el aumento del número de años que hay que tener cotizados para tener derecho a una pensión.

Esta medida, y ya van unas cuantas, supone un claro retroceso en los derechos sociales y laborales de los trabajadores, y una vez más, recae las consecuencias de la crisis sobre los sectores más desfavorecidos, en especial la juventud, las personas inmigrantes y las mujeres, que están siendo doblemente castigadas por esta crisis.

El Gobierno del Reino de España ha ejecutado al pie de la letra las exigencias más intolerables de los poderes bancarios, que únicamente aspiran a mantener intactos sus insultantes márgenes de beneficio a costa de la ruina colectiva. Es la banca privada quien realmente nos gobierna, la misma que se ha apropiado avariciosamente de los cheques multimillonarios de Zapatero a la vez que nos sustrae unos suculentos intereses mediante la compra de deuda pública estatal.

De esta forma, la banca privada reclama liquidez a la patronal, y la patronal reclama al gobierno español una reforma laboral aplaudida sin pudor por el PSOE y el PNV.

Por ello, consideramos plenamente justificada y apoyamos la huelga convocada para el próximo día 27 por la mayoría sindical vasca.

No cabe duda de que la reforma de las pensiones y su supuesta inviabilidad, no es más que un intento por acabar con el sistema público para privatizar el sistema al que nos oponemos tajantemente.

Lejos de crear empleo y reducir la precariedad laboral, se ha debilitado gravemente la posición de los trabajadores, y los gobiernos les abandonan al albur de los intereses especuladores.

Eusko Alkartasuna, Izquierda abertzale y Alternatiba defendemos la justicia social, y todos estos recortes sociales, suponen también una agresión frontal a nuestra soberanía, y la negación de facto de ese marco propio de relaciones laborales que proclamamos. La ciudadanía vasca padece la imposición de un marco estatal de decisión y diálogo social cuyo modelo es miméticamente trasladado a la CAV y Nafarroa, no respetando la realidad social, política, económica y sindical del conjunto de Euskal Herria.

Reclamamos el derecho que todo el mundo pueda acceder a una pensión digna, y por ello es necesario crear empleo, pero empleo de calidad, a mayor salario, mayor cotización. Que las personas jóvenes y las mujeres puedan incorporarse al mercado laboral, en igualdad de condiciones y oportunidades. La implantación de una fiscalidad progresista y progresiva. Y, como hemos señalado anteriormente, que Euskal Herria tenga capacidad e instrumentos para que decidamos nuestro sistema de pensiones, o sea, un marco propio de decisión.

Todos estos motivos, nos llevan a apoyar inequívocamente la huelga general convocada por la mayoría sindical vasca para el próximo jueves 27 de enero.

Esta Huelga General no responde únicamente a la rabia o al enfado. Es el camino para continuar trabajando por el verdadero cambio. Tenemos que continuar trabajando por otro modelo económico, social y político. Un nuevo modelo en el los ciudadanos y ciudadanas no estemos al servicio de un modelo económico que beneficia a unos pocos, sino que sea la economía la que este al servicio de los intereses populares. Los vascos y vascas tenemos que salir a la calle, movilizarnos para que nuestros derechos sean respetados.

Garoña y las pensiones

Alternatiba reclama al gobierno español que “deje de marear la perdiz” con el cierre Garoña

El portavoz de Alternatiba, Oskar Matute, ha denunciado hoy el “espectáculo lamentable” que a sus juicio está ofreciendo el Gobierno español con respecto a la prórroga de las centrales nucleares, y concretamente con respecto al cierre de la central burgalesa de Santa María de Garoña. “Resulta como poco grotesco que se intente mezclar el debate energético con el saqueo de las pensiones públicas”, ha añadido Matute, “y si continúan por ese camino nos van a tener siempre enfrente”.

De esta forma, el representante de Alternatiba ha recriminado al ejecutivo de Zapatero que “maree la perdiz con lo que es una decisión en firme, como el cierre de Garoña, y que cuenta con un respaldo social mayoritario”. Según ha señalado Matute, “el PSOE parece obedecer con más entusiasmo a los requerimientos del lobby nuclear que a las peticiones ciudadanas y del movimiento ecologista”, por lo que ha instado a todos los agentes políticos a que se mantengan “firmes e incorruptibles” ante el “falso replanteamiento” del modelo energético.

Matute ha subrayado que lo prioritario es hablar de “un nuevo modelo energético al servicio de las personas, y no al servicio del lucro privado”. En esa línea, ha insistido en que “es hora de hablar de ahorro y eficiencia energética, de energías renovables que sean de verdad sustitutivas, y sobre todo, de nacionalizar de una vez por todas un sector estratégico como es el energético”.

Un pacto fiscal de izquierdas para Gipuzkoa

Alternatiba, EA y la Izquierda Abertzale sellan un Pacto Fiscal de Izquierdas para Gipuzkoa

DONOSTIA, 18 DE ENERO DE 2011 – Representantes de Alternatiba, Eusko Alkartasuna y la Izquierda Abertzale han presentado hoy un Pacto Fiscal de Izquierdas para Gipuzkoa basado en los principios de progresividad, justicia social y lucha contra el fraude que incluye un decálogo de medidas cuya adopción consideran urgente ante la situación de crisis sistémica que padecen los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

El juntero de Alternatiba Ander Rodríguez, el coordinador de EA de Gipuzkoa, Iñaki Agirrezabalaga, y el representante de la Izquierda Abertzale Iñaki Errazkin han comparecido en las Juntas Generales de Gipuzkoa para explicar que, “ante un pacto más o menos tácito de las fuerzas de las derechas para blindar una política fiscal regresiva e injusta, los partidos y organizaciones de izquierda no pueden permanecer pasivos y limitarse a ser testigos de cómo se instrumentaliza la crisis económica para legitimar el progresivo recorte de derechos y conquistas sociales, desde las pensiones hasta los derechos laborales, pasando por el recorte en la prestación de servicios”.

Por ello, EA, Alternatiba y la Izquierda Abertzale han sellado un Pacto Fiscal de izquierdas en el que apuestan por “hacer uso de la soberanía fiscal de Gipuzkoa para implantar un sistema que no se quede en un mero seguidismo del Gobierno del Reino, sino que siente sus bases en los principios de progresividad, justicia social y lucha contra el fraude”.

El documento incluye, además, un decálogo de medidas “de urgente adopción para el territorio”, entre las que se incluyen la recuperación de un renovado Impuesto sobre el Patrimonio, la eliminación de los regímenes privilegiados o la introducción de criterios de fiscalidad verde. 

“Las organizaciones y partidos de izquierda no podemos ni debemos hacer cada uno la guerra por su cuenta y ver, día tras día, cómo nuestras iniciativas quedan arrinconadas, sin siquiera ser debatidas o valoradas. Es necesario que la pluralidad de las izquierdas del territorio hagamos un ejercicio de responsabilidad que esté a la altura de las circunstancias”, han subrayado los firmantes.

Así pues, los representantes guipuzcoanos de la Izquierda Abertzale, Alternatiba y EA se han comprometido a “sostener y mantener las propuestas que en materia fiscal contiene el acuerdo, a publicitarlas y socializarlas, así como a abrir este pacto a otras organizaciones, partidos y agentes sociales”.

Nuestras pensiones no están en riesgo, sino vuestros beneficios (Alternatiba)

 

La política económica completamente antisocial del gobierno de Margaret Tatcher resumía su pensamiento económico en el acrónimo TINA (no hay alternativa, en su traducción del inglés). Así, este gobierno conservador utilizó la crisis como argumento para acometer las políticas más antisociales de la época en Europa. Del mismo modo, el gobierno liberal del PSOE basa su decisión de rebajar las ya de por sí reducidas pensiones en base al mismo argumento: no hay alternativa. De esta manera, señalan, el sistema de seguridad social podría quebrar de mantener los parámetros actuales. Por lo tanto, dicen que es necesario reducir el gasto en pensiones para garantizar su sostenibilidad.

Ambos argumentos –quiebra de la seguridad social, necesidad de reducir el gasto en pensiones- son absolutamente falsos, y únicamente pretenden ocultar la verdadera naturaleza de las reformas: reducir lo público para abrir oportunidades de negocio para los mismos causantes de la crisis sistémica  Ni la seguridad social está en riesgo, (valga el dato del superávit actual de 11.000 millones de euros), ni es necesario reducir los costes -¿por qué no incidir en una estrategia de mayores ingresos? En definitiva, se trata de la vieja lucha, derechos de todas las personas contra los privilegios de unos pocos.

Así, todas las predicciones agoreras que anunciaban la quiebra de la SS han fracasado estrepitosamente, pese a lo cual los aprendices de brujo siguen haciendo nuevos augurios catastrofistas sin sonrojarse. Sus pronósticos interesados que anunciaban que la menor natalidad y la mayor esperanza de vida provocarían la quiebra de la SS fallaron. Esta campaña contra la Seguridad Social es promovida por la banca -que pretende acaparar para sí el muy lucrativo negocio de los ahorros públicos de la SS-, así como por la patronal, que ve en esta medida un modo de reducir las cotizaciones sociales, las cuales son parte del salario diferido de las y los trabajadores. Por ello, piden la reducción de las pensiones públicas y al aumento de las pensiones privadas, no por necesidad para las personas trabajadoras y pensionistas, ni para el estado, sino sólo para los maltrechos y acaparadores mercados. No hay por tanto justificación alguna.

De esta manera, el querer hacer trabajar más allá de los 65 años no es algo que se haga para salvaguardar las pensiones. Su idea es reducir las pensiones públicas para que quienes puedan ahorrar se vean en la obligación de entrar en las pensiones privadas y que la banca disponga de ese pastel. No están en juego las pensiones, sino los beneficios de la banca.

Precisamente, parece que poco importa que la crisis financiera haya dejado en evidencia la debilidad de los sistemas privados de pensiones, al haber tenido que ser rescatados con dinero público y al encadenar sucesivas rentabilidades negativas. Desde 1970 a 2003 ha habido 117 crisis bancarias sistémicas en 93 países y 113 episodios de “stress” financieros en 17 países. La pensiones privadas son la supuesta solución al problema, pero de marzo de 2008 a marzo de 2009 los fondos privados han devuelto una rentabilidad media anual negativa del 6,37%.¿Quién está en riesgo, las pensiones públicas o el chollo de las pensiones privadas?En esta lógica, las Diputaciones de la CAV han establecido una fiscalidad favorable a las pensiones privadas, beneficiando a quienes más capacidad de ahorrar tienen y mandando un mensaje de endeblez de las pensiones públicas.

Pero no sólo cae por su propio peso este argumento de quiebra de la seguridad social, sino que además quieren analizar el problema únicamente desde la reducción del gasto, aliándose con la patronal, y sin tomar las medidas estructurales oportunas que nos saquen de la crisis.

Así, uno de los cambios que se han propuesto para reducir el gasto de la Seguridad Social es aumentar el mínimo de años que se utiliza para calcular las bases de cotización de 15 a 20 años. De este modo, según los cálculos de los sindicatos las pensiones se reducirían un 6%. Esta medida afecta principalmente a las mujeres porque tienen menores tiempos de cotización por ser quiénes más entradas y salidas realizan del mercado de trabajo y por tener más contratos parciales. Y especialmente afecta a las trabajadoras que están en el Régimen Especial de los empleados de Hogar, puesto que el 32,5% de las trabajadoras en este régimenestá en la franja de quienes han cotizado entre 16 y 20 años.

Pero no es esta la única vía por la que el gobierno de Zapatero pretende reducir las pensiones. Si bien en un primer momento parecía un globo sonda, parece confirmarse que el gobierno del Reino de España va a retrasar la edad de jubilación a los 67 años. Esta medida junto con el aumento de 15 a 20 años de la base de cotización, supondrían una reducción media de las pensiones del 16%. Al mismo tiempo, cierran la puerta de salida del mercado laboral a personas que ya se han ganado el derecho al descanso complicando la entrada al trabajo a los y las jóvenes. Todavía no se sabe cuales serán los cambios concretos, en cualquier caso, el gobierno maneja diferentes cambios todos ellos orientados a reducir las pensiones.

Por el contrario, y dado el superávit de la SS, desde Alternatiba entendemos que si en un futuro hubiese algún tipo de problema, la solución pasaría por aumentar los ingresos de la Seguridad Social, más que por encontrar la fórmula más rebuscada de reducir las pensiones. Es decir, se trata de tomar las medidas opuestas a las que proclaman desde la banca, la patronal y economistas neoliberales:

· Aumentar los salarios, empezando por el Salario Mínimo Interprofesional para que haya unas mayores cotizaciones.

· Recortar la tasa de paro que en el Reino de España es de un 20% y en la CAV de un 10% para que haya un mayor número de cotizantes.

· Aumentar la tasa de ocupación de las mujeres de la CAV, acercando esta del 58% actual a cifras como las de Alemania, con un 66%. Aumentaría así el número de cotizantes y para ello se promoverían todo tipo de medidas, desde la corresponsabilidad en el cuidado de hombres y mujeres, que garantizaran que esta incorporación de las mujeres al mercado de trabajo aumentara y se hiciera en igualdad de derechos y oportunidades.

· Eliminar las figuras de becario y los Contratos de Colaboración Social que no cotizan a la SS y demás contratos basura que pseudo-cotizan.

· Reducir la jornada laboral, al contrario de lo que pretendía la directiva Europea de las 65 horas, para repartir el trabajo y que haya más cotizantes.

· Reducir la economía sumergida para que se sumen esos cotizantes.

· Incorporar a las trabajadoras del hogar a cotizar en el régimen general de la Seguridad Social. Apenas 14.000 de las 24.318trabajadoras del hogar en la CAV cotizan de algún modo a la SS.

· Financiar las pensiones no contributivas con transferencias del Estado, para lo cual, es recomendable subir la presión fiscal a niveles europeos. Para ello, habría que recuperar el Impuesto sobre Patrimonio, volver a incluir las rentas del ahorro junto con el resto en el IRPF y aumentar los tipos de gravamen de las grandes empresas con beneficios y contribuyentes del IRPF con mayores ingresos, entre otras medidas. Solo el 38% de los complementos a mínimos son financiados por el Estado con impuestos en vez de por la SS.

· Reducir la edad de jubilación para repartir el trabajo. Una persona que haya cotizado 40 años no tiene por qué ver reducida su jubilación aunque se jubile antes de cumplir los 65 años.

Por lo tanto, no más mentiras. Hay otras alternativas, hay soluciones, y no sólo la de plegarse a los mercados y sus capitalistas. 

¿ A quién interesa y como sería el rescate de España?> Juan Torres (ATTAC)

Artículo publicado en ATTAC

Autor: Juan Torres López, miembro del Consejo científico de ATTAC

Cuando se está hablando tanto de la necesidad, de la inminencia o de la posibilidad de un «rescate» de la economía española conviene reflexionar y poner algunas cosas en claro.

Se dice que un grupo de países o instituciones, como podrían ser la Unión Europea o el Fondo Monetario Internacional,»rescatan» a un país cuando le conceden un crédito a pagar en un determinado plazo que le permite cubrir los «agujeros» que por diversas razones (generalmente por acumulación de déficit y deudas) hayan podido producir su insolvencia. Pero hay que tener en cuenta que esos agujeros pueden ser de naturaleza muy variada. Así, muchas dictaduras y gobiernos militares de los años setenta y ochenta endeudaron a sus países, con la connivencia de los grandes bancos internacionales, con préstamos que en ocasiones ni siquiera llegaron a ellos sino que se utilizaron fuera del país para negocios corruptos. Otras veces los utilizaron en obras completamente inútiles o directamente para enriquecer a los grandes empresarios y banqueros.
En el reciente caso de Irlanda, la necesidad perentoria de «ayuda» se debe a que hay que cubrir las pérdidas multimillonarias del sector bancario. Y una parte importante de la deuda pública griega que ha sido «rescatada» recientemente se originó para comprar armamento a Francia o Alemania.

Cuando la acumulación de deuda a la que no se puede hacer frente es muy grande, los acreedores son los primeros interesados en que se produzca el «rescate» del país pues de esa manera se aseguran su reintegro. Y suelen ser ellos los que lo promueven. El dinero que llega con el «rescate» se dedica a saldar sus deudas y la nueva que se origina con las instituciones que rescatan la pagan los ciudadanos en su conjunto a lo largo del tiempo. Los «rescates» consisten, pues, en convertir deuda privada, que por lo general han generado y disfrutado los sectores más ricos, en deuda pública que pagarán principalmente las clases de rentas más bajas.
Pero la cosa no queda ahí. El «rescate» no se produce nunca como una dádiva sino a condición de que el país «rescatado» cumpla una serie de condiciones. La primera, que esta nueva deuda tenga siempre carácter preferente y, además, que se tomen las medidas de política económica y cambio estructural que convengan a quien «rescata».

Gracias a ese procedimiento, la deuda externa que se originó en muchos países a lo largo de los años setenta y ochenta fue la antesala de la aplicación de las políticas neoliberales que promueven el Fondo Monetario Internacional y los grupos más poderosos del mundo que, para cerrar el círculo, son además los que se benefician del saldo de la deuda.

Pues bien en relación con la situación española habría que preguntarse si el «rescate» es necesario, es decir, si es que España es insolvente y no puede o no va a poder pagar su deuda, y qué efectos tendría.

La deuda española tiene dos componentes, la deuda pública y la privada. La primera es de unos 600.000 millones de euros pero en relación con el PIB es casi veinte puntos menor que la media europea. Se puede afirmar que es sostenible y que a poco que la economía crezca incluso moderadamente se puede ir amortizando sin problemas. Además, como todo el mundo sabe, ha crecido extraordinariamente en los últimos meses pero como consecuencia del impacto también extraordinario de la crisis. Si bien es un problema al que siempre hay que hacer frente, no tendría por qué generar una situación de insolvencia ni muchísimo menos. Los problemas que está provocando actualmente podrían aliviarse casi por completo si se recuperase la actividad económica aplicando las políticas adecuadas para ello, si se frenara la actividad de los especuladores y, con más seguridad aún, si hubiera una estrategia de apoyo por parte del Banco Central Europeo como expliqué en otro texto (El Banco Central Europeo frente a la deuda: se necesita algo más que comprar bonos).

Sin embargo, es cierto que podría plantear una grave problema si la actividad económica se sigue deteriorando como consecuencia de la aplicación de las políticas equivocadas que se vienen adoptando y si no se cambia de rumbo pronto hacia otra base de generación de actividad pues el modelo anterior es justamente el que provocó los problemas que sufrimos, si no encuentra financiadores a pesar de ser limitada en su cuantía o si se encarece en demasía, lo que suele ser el resultado de que se recurra al mercado en lugar de a los bancos centrales y de que se permita que los especuladores que lo controlan aprovechen la situación para provocar alzas en los tipos o para extorsionar a los gobiernos. Y también si alguna o varias de estas circunstancias, aunque se dieran en pequeña medida, coinciden al mismo tiempo en momentos en los que se concentre una cantidad más importante de ventas de títulos de la deuda (como va a ocurrir en los primeros meses de 2011).
La deuda privada española es mucho mayor que la pública. Las familias españolas deben aproximadamente un billón de euros a los bancos y las empresas algo más de 1,3 billones. Y, por otro lado, los bancos españoles tienen deudas, por su parte, tanto con el Banco Central Europeo (aunque fluctúa mucho, algo más de 60.000 millones de euros en estos momentos) como con otros bancos del resto del mundo, en una cantidad global muy difícil de cuantificar pero de cuya magnitud da idea el que tengan que amortizar unos 200.000 millones de euros en 2011 y 2012.

El problema se plantea lógicamente cuando toda esa deuda empieza a fallar, cuando la economía no genera suficientes ingresos y aumenta la morosidad como viene ocurriendo como consecuencia de la crisis, y es especialmente grave cuando el incumplimiento afecta a extranjeros y cuando, además, está concentrada en pocos acreedores, como en gran medida está ocurriendo con España.

Según el último informe del Banco Internacional de Pagos, España tiene una deuda de alrededor de un billón de dólares con bancos extranjeros, de la cual un 11% procede del sector público, un 25,7% de los bancos españoles, un 36% de empresas y el resto (26,6%) de operaciones con derivados que implican principalmente a la banca.

La cuestión, pues, está en dilucidar, por un lado, si los bancos españoles podrían absorber sin problemas la morosidad al alza y las pérdidas patrimoniales derivadas del estallido de la burbuja inmobiliaria porque estos bancos, a su vez, han financiado esa deuda con préstamos que han recibido de bancos extranjeros. Y, por otro lado, si los bancos extranjeros, y principalmente europeos, van a esperar a que todo vaya solucionándose o si van a tratar de garantizarse el pago de deuda mediante un «rescate».
Aquí, precisamente, radica el quid de la cuestión.

El incremento de la deuda privada española es el resultado de dos circunstancias coincidentes. Por un lado, los bancos de países con exceso de ahorro como los alemanes tuvieron un excedente muy grande en los últimos años y en lugar de dedicarlo a impulsar el desarrollo económico alemán y a favorecer el incremento de las rentas en aquel país, lo dedicaron a financiar a bancos de otros países, entre ellos los españoles. Por otro, para obtener esa financiación lo que hicieron los bancos españoles fue vender a los alemanes activos financieros vinculados al negocio inmobiliario (cédulas hipotecarias por ejemplo).

Cuando estalla la crisis eso produjo un hecho singular que a grandes rasgos es el siguiente. Gracias a las normas contables existentes, los bancos españoles podían seguir valorando los activos relativos al negocio inmobiliario al precio de adquisición (y no al más bajo que tienen cuando estalla la burbuja). Pero los bancos alemanes tienen su inversión en títulos secundarios (no la hipoteca original que tiene el banco español, sino el derivado de ella que han comprado para financiarlo) que han de valorar al precio actual de mercado.

Así, los bancos españoles han podido ocultar sus pérdidas verdaderas porque siguen contabilizando activos descapitalizados al valor anterior pero los alemanes sí las registran. Y la cuestión radica, por tanto, en saber si los bancos alemanes (en la mayor parte, aunque también el resto de los grandes acreedores de España) van a confiar en que se irá saliendo bien de la situación actual y así cobrando poco a poco si, por el contrario, prefieren asegurarse el cobro de su deuda «rescatando» a España antes de que ésta, si no mejora la situación económica o si se ve acosada por los especuladores y se ve obligada finalmente a declarar que no puede hacer frente a compromisos.

Si esto último ocurriera sería fatal, porque el “default” de España arrastraría con él a los bancos europeos y quizá a otras economía. De ahí que muchos acreedores piensen que es mejor forzar el «rescate».
Pero un «rescate» de España tiene graves inconvenientes. El mayor, que el dinero que habría que poner para llevarlo a cabo es mucho: se ha llegado a decir que incluso alrededor de 500.000 millones de euros, o incluso más, una cantidad que desestabilizaría a toda la zona euro no solo desde el punto de vista financiero o monetario, entre otras cosas, porque daría pie a que otros acreedores quisieran hacer lo mismo con la deuda de otros países…

Pero, por otro lado, la operación de «rescate» tendría para los grandes grupos de poder otras ventajas no solo financieras. Daría un extraordinario impulso a los bancos y justificaría un replanteamiento general de la estrategia europea en la líneas que al parecer desea, yo creo que muy equivocadamente, el gobierno y los grandes centros del poder económico alemanes. Además, el «rescate» iría acompañado de un programa de reformas de liberalización en España en la línea neoliberal que lógicamente sería proporcional al shock que provocaría la situación y a la inmensa cuantía del rescate, lo que daría satisfacción a los sectores que lo vienen reclamando desde hace tiempo.

De todo lo anterior se podrían deducir tres conclusiones fundamentales.

En primer lugar, que el «rescate» de España sería en realidad y como en otras ocasiones, el de sus acreedores y, en este caso, principalmente de los bancos alemanes y europeos, lo que da a entender que efectivamente éstos pueden estar altamente interesados en que se lleve a cabo. Y dado que el «rescate» justificaría la aplicación de medidas de liberalización excepcionales, podría aventurarse también que en él pueden estar igualmente interesados sectores nacionales que quieren «transformar» España en esta línea ya expresada al Rey por grandes empresarios y líderes de opinión.

En segundo lugar, que la economía española no es en estos momentos insolvente ni hay razones estructurales que aventuren que tenga que estar en esa situación (salvo que se sigan aplicando durante mucho más tiempo las equivocadas políticas de austeridad actuales y que se tarde en modificar las bases de nuestro modelo de crecimiento), de modo que su «rescate» solo podría ser consecuencia de un proceso provocado o inducido.
Tercero, que esa inducción del rescate podría venir por dos posibles vías. Una, la presión especulativa muy fuerte concentrada en algún momento, posiblemente a finales de enero o en febrero de 2011 cuando se negocie el gran volumen de emisiones de deuda inmediatamente posteriores. Otra, por una presión externa que fuerce a reconocer la situación patrimonial real de los bancos españoles hasta mostrarla como explosiva y de ahí se obligue a intervenir para actuar con ellos como con los irlandeses.

No sé si eso va a ser inevitable o no, o si las autoridades europeas ayudarán a evitar o a que se produzca el «rescate». Pero tengo la impresión de que un gobierno solo dispuesto a cumplir con las demandas constantes de los acreedores y especuladores para tratar de generarles confianza, como hizo precisamente el irlandés, lejos de ahuyentar el peligro, lo va a atraer sin remisión. Y también la seguridad de que si la ciudadanía no influye en el proceso será la que finalmente pague, en cualquier escenario que se produzca, sus consecuencias.

Pensiones y trabajo doméstico > María Pazos (ATTAC)

Artículo de María Pazos publicado en la web de ATTAC

La Comisión del Pacto de Toledo ha propuesto que se estudien medidas para que las amas de casa lleguen a cobrar pensión de jubilación. El informe habla de reconocimiento de periodos cotizados por cuidado de hijos y dependientes, así como de establecer incentivos fiscales, que no concretan, para que coticen los matrimonios con régimen de gananciales. Todo muy vago aún pero muy preocupante, porque supone profundizar una vía ya iniciada hacia la consolidación de la división sexual del trabajo que las mujeres españolas habíamos soñado con desafiar. Pensábamos: puesto que nos hemos incorporado a la educación con inmejorables resultados, ¡queremos nuestros empleos y nuestras pensiones por derecho propio! Aún más, ahora que hemos demostrado nuestra valía para cualquier profesión, y la valía de los hombres para cualquier actividad doméstica, ¡queremos repartir al 50% todas las tareas! ¿No es posible? ¿Por qué no? ¿Se han planteado siquiera la pregunta los diputados y las diputadas de la Comisión del Pacto de Toledo?

Dirán que no es posible porque nosotras elegimos ser amas de casa, pero nadie se cree ya que las chicas que terminan sus estudios optan masivamente por esa vocación. Al contrario, para jóvenes menores de 30 años, la tasa de actividad femenina es prácticamente igual a la masculina. De hecho, muchas retrasan la decisión del primer hijo buscando estabilidad en el empleo; la bajísima tasa de fecundidad española es una muestra de que las mujeres no están dispuestas a optar por la maternidad sacrificando su profesión. Pero lo que no se dice es que las pocas que se deciden a tener hijos se encuentran, además de sin servicios públicos de educación infantil accesibles, con maridos que no comparten, con empresarios que les penalizan y con importantes incentivos económicos a las familias para que ellas abandonen definitivamente sus empleos. Ahí está la desgravación por declaración conjunta de los matrimonios en el IRPF, una ayudita si ella se queda en casa que se une a los permisos de maternidad cada vez más largos (y mucho más largos que los de paternidad), a los cuales suceden excedencias con reconocimiento de cotizaciones (aunque, nótese: ¡solamente durante un periodo y nunca para el desempleo!).

Ayuditas y promesas: el régimen matrimonial de gananciales ya les promete que todo será de los dos al 50%. Además, ella no debe preocuparse, porque con las cotizaciones de él tendrán una pensión de jubilación y, si pasara lo peor, ella quedaría con la de viudedad. Como parece que todo esto no está siendo suficiente, ahora se les promete una pensión de jubilación (que la Comisión del Pacto de Toledo llama ‘propia’) por sus trabajos de ama de casa ¡Qué fácil es engañar a una joven madre que de todas formas no tiene otra alternativa! Porque del dicho al hecho va mucho trecho: nadie le advierte que la pensión de viudedad se pierde en caso de divorcio; que la liquidación de gananciales es un infierno en muchas ocasiones; que los periodos reconocidos probablemente no les den para llegar a los 20 años de cotización que establecerá la nueva reforma de las pensiones; y que, si acaso llega a los 20 años, le quedará la pensión mínima porque las bases de cotización serán bajas y porque por ese camino no alcanzará los años necesarios para tener pensión completa. La Comisión del Pacto de Toledo, que en el informe citado reclama la “real equiparación de salarios entre hombres y mujeres”, debe de saber que reintegrarse a un empleo de calidad a partir de los 40 años después de un periodo largo de ausencia es casi imposible, aparte de que el coste de oportunidad ya no se recupera; y hoy en día queda mucho por vivir a partir de los 40 años, con maridos e hijos/as o sin ellos/as. Las mujeres, además de no haber sido educadas para pensar en ellas mismas, y menos a largo plazo, tienen que descubrir por sí mismas, en su propia carne, todos estos efectos previsibles. Curiosa inhibición del Sector Público en su tarea informativa/formativa, o mejor dicho, ¡bonita forma de tirar la piedra y esconder la mano!

Los estragos de estas propuestas ‘novedosas’ pueden comprobarse en los países, como Alemania, que nos preceden en ellas. En base a estas experiencias, ya en 1996, Diane Sainsbury estableció dos constataciones sobre los derechos/compensaciones otorgados en base al trabajo doméstico y de cuidados: 1) siempre son inferiores a los adquiridos por la permanencia en el empleo, y 2) nunca son suficientes para asegurarse una renta que permita vivir independientemente.

Si los incentivos siguen aumentando y prosperando, es posible que el gobierno de turno se quite de encima a unas cuantas buscadoras de empleo de esas que empañan las estadísticas del paro. Pero, ¿es bueno para el país? Paradójicamente, un efecto constatado, y obvio, de estas figuras desincentivadoras del empleo formal es el de potenciar la economía sumergida, enemigo principal del Pacto de Toledo. En efecto, en su declaración programática, el Pacto llama a ‘incentivar el trabajo regular y luchar contra la economía sumergida, permitiendo que aflore el empleo oculto existente en la actualidad’; y por ello propone que las bases de cotización se acerquen a los salarios reales y que se penalicen los huecos de cotización. ¿Soñarán con que se apliquen estas reglas para ‘todo el mundo’ excepto para el 50% de la población? Parece como si no se hubieran dado cuenta de que su imposible excepcionalidad se refiere justamente a la mitad más importante de la regla, porque son las mujeres las que tienen más huecos y las que están más afectadas por ese empleo sin derechos. Pero los perjuicios para la sociedad son mucho mayores que la precariedad y la pérdida de ingresos por impuestos y cotizaciones que supone la economía irregular. Ya nadie pone en duda que la especialización de las mujeres en el trabajo doméstico es ineficiente: desperdicio de su capital humano, segregación del mercado de trabajo, despilfarro del capital cuidador de los hombres… Aún más, sabemos que es insostenible: los países que continúan por esta vía, como Alemania, Japón, España o Italia, registran las menores tasas de fecundidad del mundo, en un fenómeno que se ha dado en llamar ‘suicidio demográfico’.

Entonces, ¿a quién le interesa la vía que la Comisión del Pacto de Toledo nos propone profundizar? Muy sencillo: a un sistema político-económico en el que, como afirma Vicente Navarro, el poder de clase se alía con el poder de género. El confinamiento de las mujeres en el hogar, tan perjudicial para ellas mismas y para la sociedad en su conjunto, proporciona a las empresas hombres totalmente disponibles y, como únicos sustentadores, absolutamente sumisos. ¿Qué más les da si se desperdicia la mitad del capital humano del país? ¿Qué les importa que los servicios públicos sean una inversión rentable, si no se apunta a su cuenta de resultados empresariales? El capitalismo salvaje no entiende de razones sociales. Por ello, hace ya casi un siglo, la comunidad internacional se unió en torno a la idea del Estado del Bienestar, precisamente para poner coto a este fenómeno depredador que ahora vuelve a campar por sus respetos.

Hay que reconocer también que el sistema tiene su base social. También la llamada izquierda está sucumbiendo ante los cantos de sirena de este poder patriarcal y económico que parece otorgar a los hombres la descarga sobre la parte débil. ¿Quién habla de estos temas? Mujeres en el 99% de los casos. Algunas feministas nos desgañitamos gritando que queremos ser iguales a nuestros compañeros de clase, de trabajo, de vida. Nuestros compañeros progresistas no niegan nuestras razones pero tampoco nos escuchan. La violencia de género se trata como algo abstracto. El Burka se tolera o se minimiza el problema con argumentos cuantitativos (“hay pocos”, repiten). Hemos crecido pensando que estábamos conquistando la igualdad y nos hemos topado con la diferencia. Algunos se sentirán privilegiados, sobre todo cuando el empleo es escaso y no parece haber para todos. Pero se equivocan quienes eligen ese camino, porque por él solo se va a la barbarie. Y al paso que vamos, como escribió Bertolt Brecht, cuando vengan a por ellos ya no quedará nadie para protestar.

Huelga General contra la reforma de pensiones

DONOSTIA, 5 DE ENERO DE 2011 –  Alternatiba ha anunciado hoy su apoyo a la huelga convocada para el próximo 27 de enero en contra de la reforma de las pensiones y ha expresado su “solidaridad con todos aquellos trabajadores y trabajadoras que han decidido plantar cara y hacerse oír”.

El portavoz de Alternatiba, Oskar Matute, ha expresado su respaldo a la huelga general y ha invitado a la ciudadanía vasca a sumarse a esta movilización  porque «al Gobierno de Zapatero no le puede salir gratis seguir recortando nuestros derechos con la excusa de la crisis mientras regala dinero a la banca».

En este sentido, el dirigente de izquierdas ha denunciado que “el Gobierno español aprovecha la crisis para justificar la necesidad de cambios futuros cuando, ahora mismo, la Seguridad Social no representa un problema, sino que sigue en superávit. El problema de verdad es el paro y la bajada de sueldos».

Las medidas de Zapatero, además, suponen un «regalo a la banca», según ha indicado Matute, ya que se centran en «cuestionar la viabilidad del sistema público para que parezcan imprescindibles las pensiones privadas, que, además, reciben un tratamiento fiscal privilegiado».

El dirigente de izquierdas ha reprochado también que “el PSOE sólo hable de reducir el gasto en pensiones, que ya es más bajo de lo que debería ser, olvidándose por completo de cómo aumentar los ingresos de la Seguridad Social”  para lo que, a juicio de Matute, podría aplicar medidas como “subir el SMI, bajar el paro, aumentar la tasa de ocupación de las mujeres, quitar el tope máximo de salario por encima del cual no se cotiza, un reparto del trabajo para aumentar el número de cotizantes o acabar con las elevadas prejubilaciones”.

Nacionalización del sistema financiero en Euskal Herria: Una medida audaz contra la crisis

Oskar Matute (Alternatiba), Iosu Murgia (Aralar), Santi Merino (EA) y Aitor Bezares (Ezker Abertzalea)

La misión específica del sistema financiero debería ser la de de vincular el ahorro, por un lado,    con la inversión y con el consumo, por el otro, el corto con el largo plazo, garantizando de esta manera el acceso a crédito para la economía productiva y generadora de empleo, así como posibilitando el consumo de los particulares para la satisfacción de sus necesidades básicas. Esta función social de las finanzas debería a su vez insertarse en una lógica de regulación pública, que estableciera las condiciones ecológicas, laborales y sociales oportunas para las prioridades sociales de préstamo, inversión y consumo.

Desgraciadamente, la realidad actual de la banca –y del modelo económico vigente- se encuentra en las antípodas de la función que debería cumplir. Así, frente a ese rol natural de facilitador, el sistema financiero se ha convertido en el máximo exponente de la búsqueda incesante de la maximización del beneficio a corto plazo, llevando al extremo la lógica de desregulación, privatización, mercantilización y descontrol público y social de la economía. El resultado es la primacía de la economía no productiva, a través de un ingente mercado de capitales completamente flexible –en un día dichos mercados mueven seis veces lo mismo que genera la economía productiva mundial en todo un año-, que se rige con lógicas cortoplacistas y de ganancia rápida, y que genera una vulnerabilidad extrema a nivel planetario, con efectos devastadores, como hemos podido comprobar.

Así, no hay más que analizar nuestra historia reciente para constatar esta espiral suicida, para darse cuenta de que se ha tropezado en la misma piedra una y otra vez: crack del Nikkei a causa de la burbuja inmobiliaria de Japón en 1990; la crisis del Sistema Monetario Europeo en el 92; efecto Tequila en el 94; la caída de los dragones asiáticos en el 97; el efecto Vodka en el 98; el efecto Samba en el 99; pinchazo de las punto com; Enron y el corralito Argentino en 2001, y finalmente el crack de las hipotecas basura en 2007, cuya crisis aún estamos sufriendo.

Por supuesto, a esta realidad de crisis permanente, con graves efectos sobre los derechos de las personas y pueblos, ha contribuido específicamente la colusión de intereses de mercados especulativos y gobiernos neoliberales. De esta manera, el tamaño global del mercado, junto al peso específico de este sector especulativo, genera una creciente presión sobre los gobiernos, que definen sus políticas en función de las supuestas necesidades de los mercados, en detrimento de las prioridades para la población.

Ante ello, es necesario que la banca asuma la función de promoción del empleo, de la inversión productiva y del consumo responsable, y para ello debemos apartarnos radicalmente del camino capitalista y neoliberal. Por ello, abogamos por un modelo socioeconómico alternativo, que ponga los derechos de las personas y pueblos en el centro de su actuación. En este nuevo modelo, la banca tomaría la consideración de servicio público, con lo que evitaríamos la autorregulación del sector –que es lo que le confiere poder y capacidad destructiva-, a la vez que se constataría la insuficiencia de los controles establecidos en la actualidad, que no son más que puro maquillaje.

Por ello, abogamos por un sistema financiero regulado y bajo fuerte control social y público – empezando por los Bancos Centrales, superando la falacia de su supuesta asepsia y autonomía-. De esta manera, y en el contexto actual, sólo un sistema financiero completamente público y bajo estricto control democrático, puede servir a los objetivos formulados por la sociedad, en términos de empleo, ecología, cuidado, etc.

Por lo tanto, abogamos por la  completa nacionalización del sector financiero en Euskal Herria  y, como primer paso en esta estrategia,  defendemos el mantenimiento y amejoramiento del estatus público de las cajas de ahorro vascas -BBK, Vital Kutxa, Kutxa y Caja Navarra-, bajo dos premisas fundamentales: una, la de definir una regulación interna específica que normativice su misión, de manera que los parámetros sociales del préstamo y de la inversión se adecuen a las prioridades de una economía del cuidado, de la generación de empleo de calidad, de la lucha contra el cambio climático, de transformación de la matriz energética, del apoyo a los circuitos cortos económicos, del    apoyo al consumo de los sectores más vulnerables, y, en definitiva, de la justicia social; dos, la de establecer sistemas de control social que garanticen precisamente su alineación con los objetivos sociales marcados previamente.

Así, sólo cambiaremos la caótica realidad actual obligando a las Cajas a concretar el marco de su función social –evitando a su vez la actividad especulativa, los elevados tipos de interés, las estafas, las inversiones en paraísos fiscales, en el sector armamentístico, etc.- y estableciendo sistemas transparentes de rendición de cuentas, además de un control directo por parte de los movimientos sociales ligados a la pobreza o a la precariedad, los movimientos ecologistas, sindicatos y partidos políticos.

Se trataría, por tanto, de avanzar en la lógica contraria    a lo legislado por el Gobierno del Reino de España en la reciente Ley de las Cajas de Ahorro. Esta Ley sirve para que las Cajas de Ahorro sean cada vez más una copia zafia de los bancos, imitando sus lógicas perversas -buen ejemplo de ello es la recién creada BBK Bank-. Así, convertir las cajas de ahorros en bancos, es el mejor camino para que estos últimos eliminen la competencia y puedan absorber a las primeras. De esta manera, frente a una banca privada, destructiva, todopoderosa, salvada y ayudada por toda la sociedad, que, a pesar de ello, se atreve, cual Vito Corleone, a señalar con el temible  dedo de los mercados  a los gobiernos que no se sometan a sus pretensiones, oponemos, de manera radical, una banca pública alternativa.

En estos momentos en Euskal Herria solo tenemos un ejemplo de banca que funcione con esos criterios, y es el caso de FIARE. No obstante, por mucho que este ejemplo sea recomendable para todas las personas que creemos en estas lógicas alternativas, nuestra labor política es exigir que esa función sea pública, y no quedar exclusivamente en el ámbito asociativo y cooperativo de los ciudadanos. Así, nuestros impuestos, junto con    toda la capacidad de control de las instituciones, se deberían destinar a crear un sistema de finanzas al servicio de los ciudadanos y ciudadanas.

Por ello, apostamos por un modelo económico socialista, por una banca pública que asuma una función social, y exigimos la toma de cuantas medidas sean necesarias para que las cajas de ahorro vascas mantengan su estatus público, en los términos antes referidos.

El que no trabaje, que no coma > Ander Rodríguez (Alternatiba)

POCO o nada hemos avanzado. Dos mil años después, el Gobierno Vasco repite las mismas palabras escritas por Pablo de Tarso: «El que no trabaje, que no coma». Quien rechace una oferta laboral perderá la Renta de Garantía de Ingresos y podría ver afectada su prestación por desempleo. Este y otros subsidios tienen por finalidad asegurar un sueldo mínimo que permita a la ciudadanía el acceso a los bienes necesarios para subsistir. Se lanza, de este modo, un claro mensaje: a quien no acepte un empleo remunerado no tenemos por qué garantizarle la supervivencia.

Un paréntesis. Utilizo el término «empleo remunerado» porque considero restrictivo y excluyente identificar «trabajo» con «contrato laboral». El Gobierno Vasco no reconoce que puedan desarrollarse otras modalidades de trabajo al margen del remunerado, como pueden ser el voluntario o el doméstico. Pero, como se preguntaba el sociólogo Claus Offe: «¿Por qué razón deberían enhebrase todas las actividades útiles que los seres humanos son capaces de hacer a través del agujero de un contrato laboral?».

Volviendo sobre mis pasos, parece que la consejera Gemma Zabaleta entiende que la garantía de existencia debe tener una contrapartida, por lo que una persona debe estar dispuesta a aceptar cualquier tipo de contrato, por precarias que sean sus condiciones, si es que quiere comer. Al parecer, es un problema para la Administración vasca que un pobre pueda alimentarse si decide no desarrollar un empleo remunerado. Sin embargo, esta disyuntiva no se plantea con otras clases sociales, ya que hay quien no trabaja y sí come, porque dispone de tierras o de capital. El problema, una vez más, son los pobres.

Para que la gente acepte con normalidad que se retiren las ayudas públicas que protegen la existencia de quienes menos tienen, se ha desarrollado durante los últimos meses una brutal campaña política y mediática que ha hecho énfasis en una supuesta estafa masiva en estas prestaciones. No resulta complicado desmontar la falacia. El fraude en la Renta de Garantía de Ingresos no alcanza el 2%. Todos los perceptores pasan al menos una revisión anual, mientras que la inspección de las rentas que provienen del capital sólo alcanza el 1,2%. ¿Dónde creen que debería centrar sus esfuerzos fiscalizadores la Administración?

Volvemos a caer en la llamada trampa de la pobreza: se desincentiva la búsqueda de una ocupación asalariada que no compense lo que se percibe en concepto de subsidio condicionado. Pero tratar de superar esta trampa obligando a las trabajadoras y trabajadores a aceptar labores especialmente penosas y mal pagadas resulta una rendición ideológica ante la clase empresarial. Ya lo dijo sin complejos la patronal vasca Confebask: «Hay que ser conscientes de que el nivel asistencial marca en muchos casos el listón para trabajar o no». Es triste que el Gobierno Vasco no muestre inquietud alguna por la firma de contratos basura que se sitúan cerca o incluso por debajo del umbral de la pobreza, sino por una ayuda social que podría llevar a que un grupo de población se negara a aceptar contratos precarios.

Esto nos conduce al único y terrible efecto de la medida anunciada: la pérdida de libertad. Si una persona no tiene cubiertos unos mínimos para vivir, no dispone de libertad real, ya que su libertad de elección se ve coartada por sus necesidades. Condicionar un ingreso mínimo a la aceptación de cualquier oferta de empleo conlleva reforzar el dominio del empresario en la relación laboral y debilitará aún más la posición de las trabajadoras y trabajadores a la hora de negociar.

Si lo que se pretende es superar la trampa de la pobreza y el desincentivo que hipotéticamente pueden suponer las ayudas condicionadas, bien podría apostar el Gobierno Vasco por una Renta Básica de Ciudadanía. Definida por el Basic Income Earth Network como «una forma de renta mínima garantizada que difiere de las que existen actualmente en varios Estados europeos en tres importantes sentidos: primero, es pagada a los individuos y no a los hogares; segundo, es pagada independientemente de otras fuentes de rentas; finalmente, es pagada sin requerir el desempeño de ningún trabajo o de la voluntad de aceptar un empleo ofrecido».

Esta fórmula garantiza las condiciones materiales de la libertad, establece una cobertura del 100%; elimina humillantes controles; erradica la estigmatización de la pobreza; garantiza mejor reparto de la riqueza; ahorra costes a la Administración; incentiva el autoempleo, el trabajo a tiempo parcial y el gusto por el riesgo; reconoce el trabajo voluntario y el doméstico; hace desaparecer el fraude y supera la trampa de la pobreza. Una Renta Básica de Ciudadanía que no conoce obstáculos técnicos, pero conoce obstáculos políticos. Simplemente, no es aceptable para quienes están mejor.

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