Luis Salgado – Alternatiba
Ahora dice el Sr Urkullu que mira a Escocia, a las highlands, con cierta envidia, y que en tan meditabunda armonía ha podido divisar el futuro, el camino que Euskadi, que no Euskal Herria, recorrerá para ser soberana. Y yo, viéndole tan moreno, de pie, casi de puntillas en el atril, no puedo sino imaginarlo en actitud contemplativa, a las 5 de la tarde, en un chiringuito de la playa gaditana, saboreando esa confluencia de café, whisky, bien cargado, y helado de vainilla para enfriar la euforia, antes de murmurar con esa pasión que le caracteriza; ¡Eureka, lo encontré!
No es hombre que abuse del dulce y por lo visto tampoco de la nata, quizá por eso no gusta de mirar a Irlanda, siempre ha sido más “vainilla”, y al igual que su Partido gusta de las tradiciones, y 120 años dan para mucho, aunque no para la independencia, que un siglo no es nada.
De Catalunya mejor ni hablar, que no nos une nada, que la crema y la rumba catalana no ligan bien con aurresku y goxua, y London siempre nos ha pillado más cerca, desde que se cantaban alirones en Meatzaldea, que Madrid.
Agradecidos hemos de estar que sea hombre de café y no de frankfurt que sino hubiese regresado del descanso estival hablándonos de los Landers, y reconociendo a Euskadi en Sajonia. O vista su innegable querencia neo-liberal y su idolatría hacia los USA por qué no una “Euskadi como California”, que si es por el clima hasta yo mismo lo firmaba. Pero lo único cierto es que la sociedad vasca sigue a la espera, a la espera de una utopía. Y no, la utopía no es la independencia, sino que el PNV apueste decididamente por ella.
De Madrid poco o nada se puede esperar en positivo. Menos aún con un PP en mayoría absoluta resuelto a pasarse la democracia por el arco del triunfo a la menor oportunidad, por que los que reparten carnets de demócratas resultan a la postre los menos demócratas de todos. Algo que no sorprende en EH pero, de lo que parece, empiezan a darse cuenta allende el Ebro.
Y mientras tanto, en Sabin Etxea disfrutan de su escoces helado, cómodos en sus sillones, gestionando migajas y recortando con la eterna coartada de Madrid. “Nosotros no queríamos, pero Madrid…” Un día al año alzan la Ikurriña, los 364 restantes la del negocio.
Puestos a hablar de Escocia, y puestos a mirar hacia allí, ¿Recordáis Braveheart? Allí salían unos cuantos nobles luchando contra Inglaterra. Valerosos ellos, hasta que se interpuso en su camino el negocio, las tierras y el beneplácito de la Corte… No me diréis que no os suena de algo.