Lo que no es sí, es no
Diana Urrea, Ainhoa Beola, Oihana Etxebarrieta
La primera razón de muerte entre mujeres de 15 a 44 años en el mundo es por la violencia machista, y en el Estado cada 7 horas violan a una mujer.
Una manada de depredadores sexuales se jacta en las redes sociales de estar violando a una joven. Y pese al ayuntamiento que sale junto con la ciudadanía a expresar su repulsa ante la agresión y el apoyo hacia la joven agredida, hay quien defiende la inocencia de unos muchachos supuestamente ejemplares.
Futbolistas graban y difunden ante su negativa, el encuentro sexual mantenido con una mujer, y la muchedumbre no deja de reproducir el vídeo de la infamia. Y hasta un futbolista con condena firme por maltrato es vitoreado mientras insultan a las mujeres que denuncian dicha situación. Mientras ellas reclaman terminar con los espacios de impunidad.
Diariamente decenas de mujeres sufren agresiones verbales y tocamientos no deseados; pero hay quien lo interpreta como piropos galantes, nada más lejos de las denuncias sobre microagresiones diarias.
El joven que revisa el móvil de su pareja, le pide amablemente que no salga tanto con sus amigas y le exige menos amablemente decoro en el vestir, dice que es porque la quiere sólo para él. Frente a quienes ven que eso de amor y querencia tiene poco y mucho de control y posesión.
Profesoras son insultadas, desprovistas de autoridad y hasta golpeadas en las clases; y las niñas son sacadas de los patios y las canchas hacia los márgenes de los bancos, mientras algunos centros tienden a restar importancia a estos hechos, «cosas de niños» según dicen, desamparando a las profesoras agredidas y a las niñas excluídas y promoviendo espacios de impunidad en esos lugares que debieran de ser seguros y formar ciudadanías equitativas.
Una joven les cuenta a sus amigas que tuvo sexo consentido con un chico pero que nunca quiso que la penetrara, por lo que duda si ha sido agredida y decide no denunciar, no vaya a acusarla de provocadora su entorno y el juez de turno. Y así una nueva agresión quedará silenciada, otra joven será doblemente agredida.
La mujer migrante dice que no quiere hacerle masajito feliz al señor que cuida, como le exige que haga quien la contrata. Y no sabe dónde denunciar semejante violencia laboral.
Hay quien se extraña al no ver una sola mujer en los consejos de administración de grandes empresas, entidades financieras y federación de empresarios, sin pensar que la responsabilidad de los cuidados recae en las mujeres, el trabajo precarizado tiene nombre de mujer, y el famoso techo de cristal sigue intacto, puesto que la división sexual del trabajo apenas ha variado.
Hasta en la prensa escrita cuesta encontrar una noticia o foto donde salga una mujer, y ya lo de las tertulias de opinión es como la flor en el desierto, apenas hay mujeres creando opinión. Y la rueda sigue generando valor simbólico en el colectivo social, quién está dónde y en qué posición.
Y mientras, las mujeres asesinadas se acumulan sin que sus nombres consten en el listado de víctimas a recordar, homenajear y reparar, resultado de valoraciones de riesgo fallidos, situaciones no detectadas por el entorno ni por la administración pública, u órdenes de alejamiento que se rompieron. Pero nadie dimite ni es cesado de su cargo.
Y con este panorama hay quien pregunta qué pasa y qué debe de hacer para solucionar este problema, como lo preguntó en su día el acalde de Bilbao señor Aburto. La respuesta es fácil:
Activen las medidas correctoras y hagan cumplir la ley 4/2005 de Igualdad junto al movimiento feminista y de mujeres, dotándola de recursos normativos, técnicos y económicos para su total desarrollo.
Eliminen la labor meramente hacedora de recomendaciones e informes que nunca llegan a ejecutarse de Emakunde y creen una Consejería de Feminismo en presidencia.
Elaboren una Ley Integral de obligado cumplimiento contra la violencia machista, dotada de recursos técnicos y económicos suficientes, creando además un Observatorio de la Violencia Machista.
Desarrollen el Servicio Público de Cuidados.
Definan un Plan Integral de Coeducación junto con las instituciones y agentes implicados, creando un protocolo de prevención, concienciación y formación en contra de la violencia sexista. E integren en el currículum la diversidad sexual y familiar, generando material pedagógico y didáctico.
Revisen los protocolos de las policías autonómicas y municipales, porque hace tiempo quedaron obsoletas. Doten de recursos los juzgados de violencia. Y sobre todo, formen a todo el personal administrativo, desde Osakidetza a Interior.
Y por supuesto, elimine de las propuestas presupuestarias las reducciones generalizadas que pretende ejecutar en las áreas de igualdad, dotándolas de personal y presupuesto suficiente para gestionar una políticas transversales y de cambio real.
Y todo esto, no lo olviden, háganlo en colaboración con el movimiento feminista y asociativo de mujeres.
Porque ya no sirve estar a las 12 en la concentración y aplicar recortes presupuestarios a las 6 de la tarde.
Porque no es no, también para las administraciones públicas.
Publicado en NAIZ