De aquel “derecho a decidir para decidirlo todo”, han pasado en dos pasos a invitar a la ciudadanía a decidir cómo encajar dentro del Estado, y yo, lo siento, el problema es que no encajo y no lo hago en ninguna de las dos definiciones del término:
1. Meter una cosa dentro de otra de modo que quede ajustada.
2. Aceptar una situación molesta o desagradable de determinada manera.
No tengo edad ya para aguantar una situación que me desagrada, al menos no sin mostrar mi malestar y mi indignación. Estoy en esa etapa de mi vida que si algo no me gusta lo digo, no me dedico a encajar los golpes en silencio. Si no me dejan decidir que NO quiero fracking, si no me dejan elegir cómo quiero que sean mis pensiones, si cada vez que apruebo una Ley que garantice mi derecho a la vivienda viene un tribunal desde Madrid y la paraliza, exijo mi derecho a decidir y a no encajar en un Estado que no me respeta.
Pero además es que cuando alguien quiere decidir no es para hacerlo dentro de un marco cerrado. No queremos elegir solo la salsa en la que somos cocinadas, queremos tener la oportunidad de decidir si queremos que nos sigan cocinando.
Decir que “existen naciones en el Estado que tienen derecho a decidir cómo encajan dentro” se parece demasiado a la letanía federalista que el PSOE recita cada cierto tiempo. Algo sin lógica y sin sentido. Y no, no lo digo únicamente desde el punto de vista del independentismo. Incluso para alguien que defienda posturas federales o confederales o de libre adhesión, notará las diferencias entre unas angulas y el surimi. Y es que, el primer paso para que dos partes puedan federarse o confederarse es que ambas se reconozcan como iguales, con iguales capacidades, con iguales potencialidades, y con igual poder. Por tanto, el único camino es el reconocimiento de esas naciones como Estados de pleno derecho.
Todo lo que no sea ese reconocimiento previo como Estado provocará una negociación asimétrica en la que se debatirá en sentido inverso al que corresponde en un proceso de Federación, Confederación o Libre Adhesión. Y es que, mientras en un proceso federativo lo lógico es que las partes decidan de qué competencias están dispuestos a desprenderse o compartir con el resto, a lo que suenan los cantos de sirena tanto del PSOE como de Podemos es justamente a lo contrario, a tener que “robar” competencias a Madrid para que nos sintamos cómodas en el Estado. Será que cómo son nuevos en política y que desde Madrid desconocen lo que pasa fuera de la metrópoli no son conscientes que eso ya son las Autonomías y sus Estatutos, y que eso, la asunción de competencias, es la base de la política de partidos como el PNV, por ejemplo. Y sí, ese marco no nos vale. No lo hace porque se ha demostrado endeble, porque nisiquiera se han cumplido los acuerdos firmados y muchas competencias jamás han sido transferidas, pero además porque el interés centralizador de Madrid es cada vez más fuerte.
Por todo esto estoy convencido de que no encajo ni encajaré jamás en el modelo descafeinado propuesto por PODEMOS, porque aunque nunca me he sentido independentista sí creo en el derecho a decidir y decidirlo todo, y no quiero que me cocinen por muy atractiva que pueda parecer la pepitoria.
Uno de los vídeos creados para difundir EH Bildu komunitatea tiene como protagonista a nuestra compañera Diana Urrea. Aquí su historia:
He aquí una vasca- colombiana nacida hace 28 años en Armenia, una ciudad un poco más grande que Bilbo.
Con 10 años vine con mi familia a vivir a Euskal Herria, concretamente a Mungia (Bizkaia). Vinimos porque mi madre y mi padre querían un futuro mejor para mi hermano Jon y para mí.
Mi padre era trabajador del hospital público de Armenia donde trabajó durante 18 años, hasta que hubo una restructuración y despidieron a 800 personas, entre ellas mi padre. Mi madre trabajaba en casa cuidando de mi hermano y de mí.
Cuando despiden a mi padre, deciden emprender un nuevo rumbo en busca de un futuro mejor que garantice mayores oportunidades para la familia.
Mi madre es la primera en viajar. Decide viajar a Euskal Herria con una amiga suya, a casa de una familia que había sido vecina de nuestro barrio y que fueron los primeros colombianos que llegaron a Mungia.
Al llegar a Mungia, se encuentran con múltiples oportunidades de trabajo para las mujeres en el sector doméstico. Mi madre consigue un trabajo de interna cuidando 3 niños y haciendo las labores de la casa de una acaudalada familia de la zona.
Mi padre decide viajar para encontrarse con ella 3 meses después cuando mi madre había conseguido algo de dinero para pagar una habitación en casa de unos conocidos que con buena voluntad se la dejaron barata para que pudiera recibirnos.
Mi hermano y yo nos quedamos con mi abuela y a los 3 meses de estar mi padre en Mungia, llegamos nosotros. Era una niña cuando viajé, pero ello no me impidió sentir que el mundo se venía encima porque iba a un lugar completamente diferente al mío y tendría que adaptarme a una nueva vida.
Los inicios son muy duros, dormíamos los 4 en una cama y un par de colchones situados en la habitación que había alquilado mi madre. Para cuando llegamos, ella había dejado de trabajar como interna para poder compartir algo de tiempo con Jon y conmigo.
Mi padre tuvo más dificultades para encontrar trabajo aunque finalmente pudo empezar haciendo pequeñas labores de albañilería o jardinería.
Llegamos en pleno invierno y veníamos de un clima muy diferente, con lo que no teníamos la ropa adecuada, y como no teníamos nada de dinero, fuimos a Cáritas a pedir ropa de abrigo y mantas para resguardarnos del frío.
También nos apuntamos en la Cruz Roja donde no recuerdo si era semanal o mensualmente, nos repartían alimentos de primera necesidad (galletas, aceite, pan, leche, arroz, quesitos…)
Mi madre ahorró algo de dinero y pudimos coger en alquiler un piso que era tan antiguo, que cualquier película de época podría haberse rodado allí…
Recuerdo haberme pasado tardes enteras en el salón de aquel siniestro piso, viendo programas en una vieja TV que por suerte le regalaron a mi madre, y merendando leche con galletas Maria que era el producto estrella de la Cruz Roja.
Entraba tanto frío en aquel piso que el catarro era una constante en nuestras vidas. Compramos un calefactor de queroseno para calentarnos pero no había manera porque el calor se escapaba por aquellas ventanas viejas de madera.
Mi hermano y yo llegamos en pleno periodo escolar. Fue una experiencia muy buena empezar a clase porque conocí a gente realmente bonita que hizo de mis primeros momentos de estancia, grandes días de alegría, tanto profesoras y profesores, como compañeras y compañeros.
Me adapté muy fácilmente a la dinámica del centro escolar y por suerte, desde el principio tuve muy buenas notas algo que para mí en ese momento era fundamental porque era el modo de agradecer a mi familia el sacrificio que habían hecho para que yo tuviese mejores oportunidades que las que tendría de haber seguido en Colombia.
Con 14 años empecé a trabajar en casa de una pareja de personas mayores limpiando por las tardes. Recuerdo que fue duro aquello pero yo tenía claro que no quería generar gastos en mi familia o al menos los mínimos posibles.
Con 15 años empecé a trabajar en una pastelería en Mungia los fines de semana como dependienta. Este trabajo me gustaba mucho más que el anterior y tenía más oportunidades de ahorrar para todos los gastos que pudiese tener en el momento.
Mi padre finalmente consiguió un trabajo de vigilante y tanto mi madre como mi padre, pudieron regularizar su situación y nosotros por reagrupación familiar.
Fueron pasando los años, pudimos empezar los trámites de la nacionalidad y esperar 3 años hasta que nos la otorgaron.
Estudié la Diplomatura de Turismo, unos estudios que pude pagar gracias a la ayuda familiar, a las becas universitarias y al trabajo en la pastelería. Posteriormente me especialice en comercio internacional.
Desde siempre en mi familia hemos vivido la política de un modo muy intenso y llegar a Euskal Herria era un sitio ideal para seguir viviéndola de ese modo. Desde que llegamos, empezamos a conocer a fondo la historia de Euskal Herria en todas sus dimensiones. A medida que iba conociendo más a fondo la realidad del país, comprendía que todo aquello que nos habían enseñado en Colombia del Estado Español era una gran mentira y que desde luego el pueblo vasco era mi pueblo. El sentimiento independentista empezó a hacerse muy fuerte en mi familia. Comprendimos que podíamos sentirnos vascas habiendo nacido en Colombia o en cualquier otro lugar del mundo, porque no importaba de dónde vinieras, importaba el presente y en ese presente, la lucha por vivir en un lugar justo y solidario.
Un día decidí dar el salto y afiliarme a Alternatiba, tenía cada vez más claro que mi militancia tenía que aumentar así que me introduje a fondo en la mesa feminista y en la internacionalista.
Y desde ese prisma empecé como parlamentaria en Gasteiz, apostando desde su formación, por Euskal Herria Bildu como el único sujeto político capaz de liderar en Euskal Herria el cambio político y social que nos permita vivir en una sociedad más justa en la que todas las personas tengan todos los derechos, independientemente de su lugar de nacimiento.
He aquí una vasca- colombiana nacida hace 28 años en Armenia, una ciudad un poco más grande que Bilbo.
Con 10 años vine con mi familia a vivir a Euskal Herria, concretamente a Mungia (Bizkaia). Vinimos porque mi madre y mi padre querían un futuro mejor para mi hermano Jon y para mí.
Mi padre era trabajador del hospital público de Armenia donde trabajó durante 18 años, hasta que hubo una restructuración y despidieron a 800 personas, entre ellas mi padre. Mi madre trabajaba en casa cuidando de mi hermano y de mí.
Cuando despiden a mi padre, deciden emprender un nuevo rumbo en busca de un futuro mejor que garantice mayores oportunidades para la familia.
Mi madre es la primera en viajar. Decide viajar a Euskal Herria con una amiga suya, a casa de una familia que había sido vecina de nuestro barrio y que fueron los primeros colombianos que llegaron a Mungia.
Al llegar a Mungia, se encuentran con múltiples oportunidades de trabajo para las mujeres en el sector doméstico. Mi madre consigue un trabajo de interna cuidando 3 niños y haciendo las labores de la casa de una acaudalada familia de la zona.
Mi padre decide viajar para encontrarse con ella 3 meses después cuando mi madre había conseguido algo de dinero para pagar una habitación en casa de unos conocidos que con buena voluntad se la dejaron barata para que pudiera recibirnos.
Mi hermano y yo nos quedamos con mi abuela y a los 3 meses de estar mi padre en Mungia, llegamos nosotros. Era una niña cuando viajé, pero ello no me impidió sentir que el mundo se venía encima porque iba a un lugar completamente diferente al mío y tendría que adaptarme a una nueva vida.
Los inicios son muy duros, dormíamos los 4 en una cama y un par de colchones situados en la habitación que había alquilado mi madre. Para cuando llegamos, ella había dejado de trabajar como interna para poder compartir algo de tiempo con Jon y conmigo.
Mi padre tuvo más dificultades para encontrar trabajo aunque finalmente pudo empezar haciendo pequeñas labores de albañilería o jardinería.
Llegamos en pleno invierno y veníamos de un clima muy diferente, con lo que no teníamos la ropa adecuada, y como no teníamos nada de dinero, fuimos a Cáritas a pedir ropa de abrigo y mantas para resguardarnos del frío.
También nos apuntamos en la Cruz Roja donde no recuerdo si era semanal o mensualmente, nos repartían alimentos de primera necesidad (galletas, aceite, pan, leche, arroz, quesitos…)
Mi madre ahorró algo de dinero y pudimos coger en alquiler un piso que era tan antiguo, que cualquier película de época podría haberse rodado allí…
Recuerdo haberme pasado tardes enteras en el salón de aquel siniestro piso, viendo programas en una vieja TV que por suerte le regalaron a mi madre, y merendando leche con galletas Maria que era el producto estrella de la Cruz Roja.
Entraba tanto frío en aquel piso que el catarro era una constante en nuestras vidas. Compramos un calefactor de queroseno para calentarnos pero no había manera porque el calor se escapaba por aquellas ventanas viejas de madera.
Mi hermano y yo llegamos en pleno periodo escolar. Fue una experiencia muy buena empezar a clase porque conocí a gente realmente bonita que hizo de mis primeros momentos de estancia, grandes días de alegría, tanto profesoras y profesores, como compañeras y compañeros.
Me adapté muy fácilmente a la dinámica del centro escolar y por suerte, desde el principio tuve muy buenas notas algo que para mí en ese momento era fundamental porque era el modo de agradecer a mi familia el sacrificio que habían hecho para que yo tuviese mejores oportunidades que las que tendría de haber seguido en Colombia.
Con 14 años empecé a trabajar en casa de una pareja de personas mayores limpiando por las tardes. Recuerdo que fue duro aquello pero yo tenía claro que no quería generar gastos en mi familia o al menos los mínimos posibles.
Con 15 años empecé a trabajar en una pastelería en Mungia los fines de semana como dependienta. Este trabajo me gustaba mucho más que el anterior y tenía más oportunidades de ahorrar para todos los gastos que pudiese tener en el momento.
Mi padre finalmente consiguió un trabajo de vigilante y tanto mi madre como mi padre, pudieron regularizar su situación y nosotros por reagrupación familiar.
Fueron pasando los años, pudimos empezar los trámites de la nacionalidad y esperar 3 años hasta que nos la otorgaron.
Estudié la Diplomatura de Turismo, unos estudios que pude pagar gracias a la ayuda familiar, a las becas universitarias y al trabajo en la pastelería. Posteriormente me especialice en comercio internacional.
Desde siempre en mi familia hemos vivido la política de un modo muy intenso y llegar a Euskal Herria era un sitio ideal para seguir viviéndola de ese modo. Desde que llegamos, empezamos a conocer a fondo la historia de Euskal Herria en todas sus dimensiones. A medida que iba conociendo más a fondo la realidad del país, comprendía que todo aquello que nos habían enseñado en Colombia del Estado Español era una gran mentira y que desde luego el pueblo vasco era mi pueblo. El sentimiento independentista empezó a hacerse muy fuerte en mi familia. Comprendimos que podíamos sentirnos vascas habiendo nacido en Colombia o en cualquier otro lugar del mundo, porque no importaba de dónde vinieras, importaba el presente y en ese presente, la lucha por vivir en un lugar justo y solidario.
Un día decidí dar el salto y afiliarme a Alternatiba, tenía cada vez más claro que mi militancia tenía que aumentar así que me introduje a fondo en la mesa feminista y en la internacionalista.
Y desde ese prisma empecé como parlamentaria en Gasteiz, apostando desde su formación, por Euskal Herria Bildu como el único sujeto político capaz de liderar en Euskal Herria el cambio político y social que nos permita vivir en una sociedad más justa en la que todas las personas tengan todos los derechos, independientemente de su lugar de nacimiento.
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Entrevista política de Kalegorrian, de Info 7 Irratia, en la que han entrevistado a Oskar Matute, parlamentario de EH Bildu en la cámara de Gasteiz y portavoz de Alternatiba.
Entre otras cuestiones, le hemos preguntado sobre la gira europea de Arnaldo Otegi, la realidad de la tortura o los retos futuros de EH Bildu y el soberanismo de izquierdas, en general. Sobre este última cuestión, Matute ha afirmado que cree “en una EH Bildu que sea mucha más que una coalición entre partidos”.
Tertulia de actualidad política del pasado sábado en el Parlamento en las Ondas, de Radio Euskadi, conducida por Iker Arrastio y en la que participa cada fin de semana el compañero de Alternatiba y parlamentario de Euskal Herria Bildu Oskar Matute.
Tertulia de actualidad política de este miércoles en Euskadi Hoy, de Onda Vasca, conducida por Javier Vizcaíno, con Joseba Zorrilla, Ekain Rico y el compañero de Alternatiba y parlamentario de Euskal Herria Bildu Oskar Matute.
Tertulia de actualidad política de este miércoles en Euskadi Hoy, de Onda Vasca, conducida por Javier Vizcaíno, con Koldo Mediavilla, Ekain Rico y el compañero de Alternatiba y parlamentario de Euskal Herria Bildu Oskar Matute.
El domingo 27 de marzo la izquierda soberanista volverá a celebrar el Aberri Eguna, un día para reclamar una Euskal Herria libre y soberana. Porque queremos y necesitamos un pueblo soberano. Y no para cambiar de dueño, sino para vivir sin dominaciones. Queremos caminar por una senda libre de dominación y represión por parte de estados totalitarios que dan buena muestra de su carácter cuando pactan cerrar las puertas de Europa a las personas que huyen de las guerras que provocamos, armamos o alentamos.
El objetivo de la izquierda de este país ha de ser la construcción de una nación libre formada por personas libres y emancipadas. Y esto significa mucho más que ondear una u otra bandera; significa poner en pie muros de resistencia frente a las imposiciones de instituciones opacas y antidemocráticas contra los derechos y la dignidad de las clases populares de nuestro pueblo. Significa tejer alianzas para activar las luchas por la solidaridad, la ecología, el feminismo, el internacionalismo y la democracia, y desde Alternatiba defendemos la reivindicación de dar la palabra al pueblo para hacer todo esto desde una Euskal Herria libre y socialista.
Por todo ello, desde Alternatiba participaremos y llamamos a participar en los diferentes actos convocados para el domingo en Iruñea, como la manifestación que partirá de los Golem a las 12:00.
Intervenciones de este miércoles del juntero por Álaba de EH Bildu y compañero de Alternatiba Luis Salgado en el programa «Álava siete días» de Radio Vitoria. Los temas tratados fueron la jornada de 35 horas de los funcionarios, las inmatriculaciones realizadas por la Iglesia y el cierre de la central de Garoña.
Tertulia de actualidad política del pasado miércoles en Euskadi Hoy, de Onda Vasca, conducida por Javier Vizcaíno, con Jon Aiartza, Ekain Rico y el compañero de Alternatiba y parlamentario de EH Bildu Oskar Matute.
Tras la publicación de su segundo libro, La Casta Vasca, Ahoztar Zelaieta continúa con un trabajo de investigación y denuncia. Si en el anterior desvelaba que Euskadi no era terreno ajeno a la corrupción, en este sigue la pista a los escándalos a pequeña escala que han rodeado la que es la gran operación financiera vasca: la apropiación privada de una entidad bancaria pública, Kutxabank. ¿Cuáles han sido los entresijos de la oscura y opaca operación que ha convertido un banco de todos, Kutxabank, en uno privado, controlado por las élites bancarias? ¿Qué consecuencias determinará para el futuro de la mayoría de los vascos?
El árbol no deja ver el bosque. En Kutxabank aflora solo la punta de su iceberg: el escándalo del “caso Cabieces”, la dimisión del presidente Mario Fernández, las presuntas tensiones entre PNV y patronos de las cajas de ahorros, fondos buitres, sicavs hasta ahora ocultas…
Entre bastidores se mueven altos cargos de Hacienda del PNV, algunos fichados por firmas de abogados y consultores que asesoran a grandes fortunas, evasores fiscales, lobbies e imputados. ¿Está llamada Kutxabank a desaparecer o ser adquirida por BBVA? BBVA y El Corte Inglés, apoyados en fondos buitre infiltrados en las participadas como Euskaltel, pretenden convertir el sistema financiero vasco y español en una mega-tienda on line. Aquí se desvela la nueva alquimia financiera que poco aporta al tejido productivo vasco. También el hacer de una casta en los enigmáticos tiempos en los que surgen nuevos movimientos políticos y sociales en Euskadi.
Aquí se desvela quién manda en Kutxabank, quién establece su hoja de ruta sobre desinversiones o su salida a Bolsa. Y qué influencia tienen estos asuntos en la deslocalización del tejido financiero de Euskal Herria.