Un espacio de encuentro para la transformación de la izquierda

La semana pasada realizamos un pequeño acto para inaugurar, al fin, tras una larga espera, la sede de Alternatiba de Bilbo. Ya era hora de abrir las puertas a cuantos agentes sociales y de izquierdas queráis compartirla, a este espacio que al igual que la propia Alternatiba pretende ayudar a la transformación de la izquierda de Euskal Herria.

Iranzu Varela, militante feminista y parte del proyecto Faktoría Lila, ejerció de maestra de ceremonias con una breve charla sobre la hegemonía

Este año se cumplirán 7 años desde que Alternatiba echara a andar como tal, y desde el mismo día de su nacimiento apostamos por la unidad de acción de la izquierda para hacer frente a todos los sistemas de dominación que nos atenazan. Por eso, además de un espacio de trabajo, queremos que este sea lugar de encuentro. Para debatir, pensar, planificar… y para brindar por el no en Grecia o por la memoria de personas imprescindibles como Periko a quien nos hubiera encantado poder invitar. Para todo esto tendréis estas puertas abiertas.

Un pie en el ayuntamiento y miles en la calle

Joxe Iriarte ‘Bikila’ – Alternatiba

Esta frase inserta en un cartel electoral de EH Bildu de un pueblo Bizkaia me impactó. No es usual que en medio de la efervescencia electoral por la conquista del voto, se especifique con tanta claridad cuál es el epicentro de una estrategia de izquierda transformadora y, por lo tanto, anti-sistema.

Pienso sin embargo, que el impresionante resultado electoral de hace cuatro años nos ha forzado a ocupar un numero inesperado, y quizás desproporcionado, de cargos electos (muchos de los cuales han sido de gobierno) desplazando a dichas tareas a militantes que hasta entonces habían dedicado buena parte de su labor a activar la calle.

No nos podemos evadir de una responsabilidad adquirida ante la ciudadanía que nos vota y, a la vez, es imprescindible mantener el énfasis en la movilización, la auto-organización y el empoderamiento en torno a un imaginario rupturista. Sin un contrapoder ciudadano que transforme la correlación de fuerzas sociales y políticas, el trabajo institucional queda cojo, y las más de las veces impotente, para superar el umbral del deseo.

EH Bildu ha respondido bien a retos muy difíciles y complicados, como su oposición a las grandes infraestructuras, tratamiento de residuos, articulando la defensa de otra política impositiva, propiciando la asistencia social a los más desfavorecidos, pero, en los sectores que sacudieron el panorama hace cinco años (y que desde un punto de izquierda son los que más nos interesan) ha pesado la opinión de que nos hemos ido instalando en el terreno de los partidos políticos tradicionales (si bien más honestos y honrados).

Y esto es un problema dado que, ni somos, ni queremos ser un partido al uso. Sino un movimiento de transformación, soberanista de izquierdas, rupturista respecto al régimen de 78.

Ciertamente es necesario reflexionar sobre los resultados electorales, por lo demás desiguales según herrialde, y sobre los cuales no cabe una idea única y simplista. Desde luego, no me convence la apelación al desgaste de la gestión ya que las más de las veces ocurre al contrario (gestionar favorece, aunque gobernar en minoría puede ser problemático) salvo que se haga muy mal (y no es el caso) o no corresponda a lo que piensa la población. Y este tema si debe de ser objeto de reflexión.

En 2011 mucha gente dio su voto a la izquierda soberanista como un modo de apoyo a la vía política, una vez que ETA anunció su cese definitivo. Ello no significaba que su voto pertenecía de un modo invariable al campo de Bildu, como se ha podido comprobar.

Hay que sumar las políticas de desgaste (para poder contrarrestarlas) como las que ha sufrido EH Bildu en Gipuzkoa por parte de las fuerzas políticas sociales y mediáticas adversarias, las cuales han practicado una auténtica guerra sucia. El PaP, en tanto que primera medida para un correcto tratamiento de los residuos, era absolutamente correcto, y no tardará, pese a quien pese, en implantarse en todo Euskal Herria. De lo único que tenemos que autocriticarnos es de no haber sabido prepararnos previamente (tal como se hizo en experiencias puntuales previas, con referéndum incluido, o la realizada en localidades con clara aprobación ciudadana) política y pedagógicamente para responder adecuadamente a las consultas allí donde se demandaban, y movilizando a nuestros partidarios en todos los frentes de conflicto. Y seguiremos en el mismo error, si en los lugares donde se intente desmantelar dicho proyecto nos limitamos a la mera protesta institucional, sin salir a la calle. Lo mismo con la incineradora.

Otro tanto con en relación al impuesto sobre las grandes fortunas y la progresividad fiscal. Hay que activar un frente social, sindical y político, tanto en las calles como en las instituciones contra lo que hará el PNV, una vez más, al servicio del capital.

Los ritmos que marquemos deben ser resultantes de dos factores. De la urgencia del tema, y del grado de adhesión de la ciudadanía. Si el objetivo marcado, por la razón que sea, encuentra el rechazo de una parte importante de la población, hay que entablar un dialogo con la misma, y ajustar ritmos, llegar a acuerdos, pero dejando claro cuál es la gravedad del problema.

El retraso que llevamos en la batalla contra el cambio climático es de una gravedad extrema. Y la hipocresía de la mayoría de los partidos políticos al respecto clama al cielo. Vivimos tiempos de urgencias, de problemas a resolver ya. La situación de buena parte de la ciudadanía es dramática, al borde de la miseria. Basta escuchar a Caritas para saber de qué hablamos.

Nuestra responsabilidad (desde el gobierno o la oposición) es para con quienes sufren necesidad, desempleo, discriminación… con el medio ambiente y el euskera. No con el sistema. Ese trabajo corresponde a los partidos que se limitan a gestionar lo existente sin ánimo de transformarlo. Las instituciones son para nosotros (en tanto que izquierda transformadora) un territorio cuyo engranaje está fundamentado (política y jurídicamente) para que sirva del soporte al capitalismo.

EH Bildu necesita avanzar de su actual estado de coalición de partidos a un verdadero Frente Amplio, abierto a nuevas gentes, y a su vez, propulsor de alianzas más amplias. Un Frente Amplio apuntalado en las localidades, pueblos y barrios y organizado de abajo arriba. Cuyas personas electas sean escogidas en primarias, mediante listas abiertas, que discuta, debata y organice la lucha popular, unas veces apoyando y otras promoviendo, la defensa de las reivindicaciones y los objetivos populares, que la excepcionalidad de la situación nos demanda.

Publicado en Naiz

De elecciones y lecciones

Ander Rodríguez Lejarza – Diputado de Política Social y miembro de Alternatiba

Conviene que reconozcamos las cosas como son. Los resultados de las elecciones municipales y forales para EH Bildu suponen un paso atrás en su proyecto de cambio político y social. Este revés puede ser mayor si de lo ocurrido en estas elecciones no extraemos las lecciones correspondientes.

De lo cuantitativo y lo cualitativo

Cuando afirmo que los resultados han supuesto un paso atrás, que no son unos buenos resultados, no debemos fijarnos tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Los resultados cualitativos son relativamente sencillos de interpretar. Si bien EH Bildu no ha sufrido un retroceso reseñable en lo que a la votos se refiere en el conjunto de Araba, Bizkaia, Nafarroa y Gipuzkoa, los resultados de esta última provincia hacen que pase de ser primera fuerza política en el Ayuntamiento de Donostia y en el Territorio Histórico, a colocarse como tercera y segunda respectivamente. De este modo, sin necesidad de desarrollar el pacto anunciado por  PNV, PSE y PP, EH Bildu, pierde los gobiernos de la capital y el Territorio. Y esto, se mire como se mire, supone un gran paso atrás para la consolidación del proyecto político. La coalición pierde sus dos grandes referentes en la lucha institucional.

Que los árboles nos dejen ver el bosque

Tampoco conviene dejarnos arrastrar por la pérdida que supone para el proyecto de EH Bildu lo ocurrido en Gipuzkoa. En Nafarroa, los resultados electorales, permiten que nos coloquemos en la antesala del final del largo régimen de UPN. La alternativa a UPN en Iruñea será liderada por EH Bildu y, en el Gobierno Foral, será una pieza indispensable, aunque en este caso el liderazgo le corresponderá a Geroa Bai.

¿Quién gana?

Es muy sencillo responder a esta pregunta. El Partido Nacionalista Vasco es el gran vencedor de estas elecciones. Mantiene la hegemonía en Bizkaia, se sitúa como primera fuerza política en Araba y Gipuzkoa y, en Nafarroa, lideraría el cambio en el Gobierno con su participación en Geroa Bai. Estos resultados, además, los acompaña con un llamamiento a consolidar gobiernos estables con el PSE, que superen la debilidad de algunos mapas políticos muy fraccionados, como es el caso de Araba, entre otros.

¿Qué ha ocurrido en Gipuzkoa?

Comencemos conjugando en primera persona del plural. Hay que reconocer que cometimos el error de confundir la hegemonía institucional que nos otorgaron las urnas hace 4 años con la hegemonía social. Este error ha venido de la mano de la necesidad de volcar las organizaciones políticas que conforman la coalición en el reto que suponía gestionar, por vez primera, grandes instituciones con amplísimas competencias como la Diputación Foral de Gipuzkoa. Este volcado ha generado un distanciamiento con lo social que nos ha impedido dotar de bases sólidas el cambio institucional. Incluso podríamos reconocer que, en algunas ocasiones, hemos pecado de ejercer desde las instituciones un vanguardismo instalado en la comodidad de dar por seguro que la mayoría social acompañaba las decisiones que hemos ido adoptando o que simplemente eran conocedoras de las mismas. Tampoco debemos negar que hemos podido cometer errores en la gestión, que magnificados por los principales medios de comunicación, nos han pasado factura. Como recientemente escribió Arnaldo Otegi: “los hombres y mujeres de EH Bildu no somos perfectos/as, pero tratamos de ser mejores cada día, no lo hacemos todo bien, pero tratamos de aprender de nuestros errores”.

Si conjugamos en tercera persona del plural, hay que reconocer la capacidad que la reacción ha tenido de reorganizarse y movilizarse. El “acoso” político y mediático ha sido salvaje, y se redobló a raíz de varias decisiones que han pasado más o menos desapercibidas, pero que ponían el dedo en la llaga: el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas, las inspecciones fiscales de las Sociedades de Promoción de Empresas y la reducción del margen de beneficio de las empresas en la explotación de servicios públicos. Esta reorganización de la “reacción” ha movilizado un voto contrario a EH Bildu (la participación en Gipuzkoa y Donostia se ha elevado en 2 y 6 puntos respectivamente) que se ha concentrado en el PNV. Un PNV que ha ocupado la centralidad renunciando a cualquier tipo de mención a cuestiones nacionales durante toda la campaña.

Las lecciones

Es un error identificar miméticamente una mayoría institucional con una mayoría social de cambio. La primera puede ser fruto de múltiples factores más allá de la adhesión incondicional a un determinado programa político. Es por ello muy relevante la necesidad de que ese cambio esté bien apuntalado en sus bases porque, de lo contrario, se corre el grave riesgo de construir un gigante con pies de barro.

Si es importante el qué hacer en las instituciones, más importante si cabe es explicar el porqué. Y esa labor de pedagogía es la que durante muchos años ha dejado de practicar la izquierda política e institucional.

Una vez alcanzado el poder institucional, no ha terminado nada, empieza todo. Si resulta complicada la carrera por alcanzar la hegemonía institucional, más complicada resulta sostenerla en el tiempo. A riesgo de convertirte en flor de un día.

Tampoco el acceso al poder institucional garantiza el cambio. Hay que incardinar la lucha institucional con la lucha social para lograr los objetivos.

No conviene obsesionarse con los ritmos si la dirección es correcta. Afianzar los cambios y dotarlos de irreversibilidad resulta más relevante a largo plazo.  

En el momento en que los cambios no sólo abarcan lo estético sino lo ético, la reacción de las clases dominantes (léase casta) será furibunda, y la respuesta no puede consistir en un repliegue denostando opiniones. Es una lluvia fina que, sin percatarnos, acaba calando. Incluso en muchos de aquellos y aquellas que votaron cambio. Hay que pasar a la ofensiva y defenderse en todos y cada uno de los frentes.

Sirvan estas breves lecciones para quienes ahora se vean ante el mismo reto en el que nosotras y nosotros nos encontramos hace cuatro años y aprendan de nuestros errores.

Sinpermiso

Proponemos dar pasos para crear un frente amplio, un movimiento y referente político y social en la sociedad vizcaina

Ayer comparecieron en rueda de prensa el compañero de Alternatiba y juntero de EHBildu Bizkaia Asier Vega, junto con la parlamentaria de la coalición Maribi Ugarteburu para valorar los resultados electorales en el territorio.

Tras analizar los resultados obtenidos por EH Bildu en Bizkaia y más allá de que las y los vizcaínos sigan confiando en nosotras y nosotros como segunda fuerza en representatividad, lo que queremos subrayar hoy es que hemos entendido el mensaje que nos han querido transmitir, y eso es algo que vamos a tener totalmente en cuenta en adelante. Asumimos nuestra responsabilidad para trabajar por el futuro de las y los vizcaínos.

Consideramos que la respuesta que la ciudadanía vizcaína ha dado en estas elecciones se sitúa en dos parámetros. Por un lado, entendemos, ya que así se expresa en la nueva correlación de fuerzas derivada de los votos expresados, que las y los vizcaínos apuestan por seguir dando pasos hacia la consecución del cambio político y social en Bizkaia. Hay que implementar nuevas políticas, medidas audaces, en la perspectiva de cambiar la realidad de Bizkaia. Es hora de articular y fortalecer las fuerzas de izquierda a favor del cambio político y social. En ese ámbito vamos a trabajar en el futuro.

Por otro lado, se ha implementado la representatividad de las fuerzas políticas que defienden o admiten el ejercicio del derecho a decidir, las y los vizcaínos muestran un apoyo muy mayoritario a formaciones que apuestan por el derecho a decidir y este mandato de la ciudadanía se deberá trasladar a la acción política diaria.

EH Bildu se compromete además a tener en cuenta de manera efectiva la importancia de Bizkaia en el contexto de Euskal Herria, y asumimos el reto de desarrollar políticas alternativas también en los núcleos urbanos de Bizkaia, así como de trabajar como alternativa política real en el contexto de todo el herrialde.

En lo que respecta a los retos que EH Bildu se plantea, desde y para Bizkaia, los procesos de cambio en los pueblos se producen, tienen razón de ser, desde la voluntad e iniciativa de los propios pueblos, y deben tener como protagonistas a las y los propios vecinos. Este será nuestro eje de actuación y nuestro rumbo.

Vamos a apoyar, nos vamos a comprometer con proyectos que surjan y sean promovidos por las y los vecinos en los pueblos y las comarcas. Es imprescindible para que cualquier iniciativa tenga éxito que se plantee de abajo arriba. Para ello, vamos a poner al servicio de la iniciativa popular, tanto a nuestro equipo de trabajo de Bizkaia, como los medios humanos de que dispone EH Bildu en barrios, pueblos y comarcas de Bizkaia. Vamos a recorrer el camino junto a las y los ciudadanos, de cara a construir mayorías por el cambio político y social.

Para ello, además, desde este momento realizamos la invitación para constituir un frente amplio. Nuestra propuesta es ir dando pasos para crear un frente amplio, superando la propia realidad de la coalición que hasta el momento ha conformado EH Bildu, al objeto de crear un movimiento y referente político y social en la sociedad vizcaína.

EH Bildu se sitúa en el espacio político abierto como alternativa, el mismo espacio político en el que se abren nuevas posibilidades para impulsar y fortalecer el cambio político y social. La oferta política se debe adaptar a los deseos y necesidades de la población y no lo contrario.

EHBildu Bizkaia

Naiz

Charla de Hibai Arbide sobre Grecia, la deuda y el gobierno de Syriza

Vídeos de la charla ofrecida el pasado mes de abril en Bilbao por el abogado y periodista residente en Atenas Hibai Arbide sobre la situación de Grecia ante el cambio político del país y las nuevas medidas adoptadas por el gobierno de Syriza para hacer frente a la deuda. En un Hika Ateneo que se quedó pequeño, Arbide analizó las luces y sombra del gobierno de Syriza.

Tras la charla se dio pie a un turno de preguntas en el que se lanzaron diferentes dudas y reflexiones sobre la gestión del gobierno de Tsipras o la posibilidad de abandonar el euro. En este segundo vídeo se recogen algunas de las respuestas por parte de Arbide. Adjuntamos el dossier de artículos sobre Grecia que repartimos en las charlas.

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http://alternatiba.net/old-files/ArtículosSeleccionadosSobreGrecia.pdf

Frente Popular

Luis Salgado – Alternatiba

Entre quienes albergamos el corazón a la izquierda y defendemos que nuestra sangre es roja cómo parte de nuestro ideario, a quien más y a quien menos, nombrar el Frente Popular nos retrotrae a un momento utópico e idealizado en el imaginario colectivo. La Idea de la confluencia de la izquierda, de, prácticamente, toda la izquierda, hasta el punto de que incluso la CNT-FAI emitiría en aquellas fechas un comunicado en el que por primera y última vez no animaba a la abstención activa. Esa idealización provoca que cada vez que la ciudadanía es llamada a las urnas se alcen voces recordando aquel “Frente Popular” de 1936, con la consiguiente frustración cuando, nuevamente, la izquierda se presenta entre una sopa de siglas.

La Vida de Brian de la izquierda española parece no tener fin, y justo en este 2015, después de 8 años de salvaje estafa perpetrada por el poder económico y dirigida y orquestada por la derecha política (PsoE y PP) las divisiones y subdivisiones están provocando un mar de setas que nacen cómo partidos políticos, ¿o era al revés? Perdónenme, a veces me lío un poco. Y por supuesto, ante este nuevo llamado a las urnas, primero de una serie que nos plantará en 2016, todo el mundo vuelve a sacar a colación aquel Frente Popular, y toda fuerza nueva que se precie habla o hablará en algún momento, de confluencia, de unión, pero al día siguiente romperá puentes y amarras y anunciará su intención de alcanzar la hegemonía política.
 
El nacimiento de Podemos, (sobre el que no me extenderé porque ya he escrito demasiado sobre ellos y ellas) parecía que podía provocar esa catarsis colectiva, y así, de pronto pusieron en solfa la política de “las izquierdas” con un pacto que parecía ganador y tal era su nombre “Guanyem”, de ahí a Ganemos… un paso, y en la actualidad, pues nada, otras veinte plataformas nuevas, cuarenta propuestas hegemónicas, y cien disputas Cainistas. ¿Recuerdan el Frente Popular? Pues sigan recordándolo con nostalgia porque en 2015 tampoco se le espera.

Llegados a este punto cabe recordar que el éxito de confluencia del Frente Popular se basó en algo muy sencillo, poner sobre la mesa las coincidencias básicas y apartar momentáneamente las diferencias para ir desarrollando los debates a posteriori con tranquilidad y calma. Frente a una derecha que iba a arrasar con los pocos avances que había producido la II República, la izquierda se unió con tres simples exigencias/ofertas/compromisos; amnistía a los centenares, miles de presos políticos que poblaban los presidios,  compromiso con  las reformas del primer bienio (reforma agraria, educativa…) y compromiso con el proceso autonómico. Causas que siguen vigentes en 2015 y sobre las que debería ser sencillo llegar a acuerdos, sin embargo, el principal escollo proviene precisamente de que estos tres debates, eternamente inacabados no tienen cabida en las agendas de los partidos españoles. No se reconocen los presos políticos, tal y cómo escribo en “Unicornios enjaulados”, de forma que es imposible que aquellas formaciones e ideas que son sistemáticamente perseguidas por el Estado se sientan atraídas hacia ningún tipo de confluencia, se habla de reformas pero siempre con la boca pequeña, nunca para acabar con los terratenientes, los oligopolios, lo que excluye en buena medida a las clases populares, o con los privilegios de la Iglesia Católica, y por supuesto, España antes fascista que rota, del tema plurinacional no hablamos, y por tanto utópico el entendimiento con las izquierdas catalanas, vascas, o gallegas, mucho menos una hipotética confluencia.

Por cierto, que aunque escueza allende el Ebro, sobre Frentes Populares quizá podamos dar alguna lección desde el norte. Lecciones sobre cómo conformar una izquierda plural que se convierta en verdadera alternativa al poder establecido. Con cientos, miles de imperfecciones, pero avanzando con paso firme. Pero claro, supongo que es mucho más sencillo seguir despedazándonos entre nosotras, buscando purismos que nos desgarren en el Circo mientras, divertidos, los césares observan, gobiernan y expolian.
 
Del Blog de Luis Salgado El Mundo Imperfecto

Respuesta a la respuesta, y punto final

Joxe Iriarte ‘Bikila’ – Alternatiba

Punto final a la polémica con Salvador López Arnal, a propósito de la Marcha por la Dignidad, aunque no (pero en otro momento) respecto al debate sobre las cuestiones nacionales y la izquierda (caso de querer conocerse mi opinión de forma más extensa y detallada:¿Los obreros tienen patria?, Editorial Gakoa, 1991).

De entrada aclarar unas pocas cuestiones. La tardanza en responder tiene que ver con que he leído la respuesta al regresar de la dicha marcha, en la cual participe como parte de la columna Euskal Herria que durante tres días camino por la sierra norte de la Comunidad de Madrid (de cuyos organizadores y asistentes no tengo más que agradecimiento y parabienes, si bien algún roce tuvimos por el uso del euskera en las asambleas, por parte de quienes –ajenos al sentir de los organizadores- son incapaces de oír con respeto otro idioma que no sea en castellano, o ingles) finalizando con la impresionante manifestación que según los organizadores reunió a 500.000 personas (menos que el año pasado pero de gran importancia.)

En segundo lugar, reconozco que en ciertas parte de mi escrito, me pudo un tono demasiado expeditivo y quizás faltón. Ello fue debido a que más allá de las posiciones políticas me sentí ofendido, como independentista de izquierdas, ante la acusación de insolidaridad con los objetivos de la marcha. Aun así, mil perdones a Salvador.

Y para finalizar, dejar claro que la polémica sobre la marcha, tiene varias direcciones: la que se da dentro del independentismo de izquierdas, y la otra, con la izquierda federal. En un artículo titulado Internacionalismo es reciprocidad publicado en vísperas de las marchas (Viento Sur, digital), afirmo: “Sé que muchos independentistas de izquierdas piensan que no tenemos por qué estar en las movilizaciones de ámbito estatal. Que basta con que cada cual luche en su territorio, o quizá en Bruselas, pero nunca en Madrid. Incluso lo de evitar coincidir en el tiempo con las movilizaciones generales. Soy de la opinión contraria. Hay dinámicas propias, de ámbito exclusivamente vasco, que no tienen por qué coincidir con otras; pero también debe haber momentos de confluencia necesarios y a todas las escalas. Sean nacionales, estatales e europeas. A mi juicio, el internacionalismo (máxime cuando se trata de pueblos oprimidos por las mismas oligarquías y el mismo sujeto estatal), consiste en unir fuerzas y solidaridades. Un dar y recibir. Un ir y venir.

Por ello es bienvenida la solidaridad que llega a Euskal Herria para exigir a nuestro lado el respeto por los derechos de las y los presos políticos vascos, como lo es también la que apoya nuestra lucha contra el TAV o quienes saludan la celebración del Aberri Eguna. Y por nuestra parte, respondiendo de forma recíproca, acudiendo a distintos lugares del Estado Español, incluida su capital, en defensa de objetivos ecologistas, feministas y sociales, y cómo no, democráticos, como el derecho a decidir como pueblos y como personas. Sin olvidar el internacionalismo del más alto nivel como el que expresaron las Brigadas Internacionales que el 36 acudieron en defensa de la República y lo que ello suponía en aquel entonces. O el de militantes vascos que murieron en el Salvador combatiendo con el FLM Farabundo Martí.”

Mis RAZONES favor de la independencia de Euskal Herria (validas también para Catalunya) y mis diferencias con el federalismo realmente existente, van por el siguiente derrotero:

En primer lugar, porque considero que en lo relativo a la cuestión nacional, los estados español (monárquico) y francés (republicano) realmente existentes no son transformables en lo fundamental.

Dichos estados se consideran a sí mismos territorialmente indivisibles, independientemente de la voluntad de sus gentes, contrarios al ejercicio del derecho de autodeterminación y únicos depositarios de la soberanía y la autodeterminación nacional. Los artículos 1 y 2 de la constitución española son bien explícitos al respecto. Tal como afirma el catedrático de derecho constitucional, Javier Pérez Royo, en un excelente artículo publicado en El País: Constitucionalmente no existe más que el pueblo español. No existe el pueblo de Cataluña ni de Andalucía ni el de Murcia… El pueblo español es el titular de manera exclusiva y excluyente del poder constitucional.

Ello no es por casualidad. Ambos estados son producto de una historia donde abundan la expulsiones de minorías étnicas y religiosas; anexiones mediante la fuerza militar, políticas de unificación lingüística; guerras y aventuras coloniales, actos de rapiña sobre otros pueblos, explotación y opresión al servicio de las clases dominantes.

En segundo lugar, no aportan ninguna ventaja derivada de su mayor tamaño respecto a las naciones que oprimen (mantengo tal afirmación), y son poco eficaces a la hora de buscar soluciones a problemas que sólo pueden darse a escala más amplia (por ejemplo, la degradación medio ambiental, el cambio climático, etc.), es decir, continental, mundial.

La Unión Europea es un paso en esa dirección, sólo que desde el punto de vista de los objetivos del capital.

En un mundo globalizado en el que muchos centros de decisión son lejanos y opacos, nos parece saludable una reacción desde lo local, para alterar la globalización en un sentido diferente a sus parámetros actuales. Esto es, constituidos en sociedad autogobernada (en su doble sentido nacional y societario) capaz de funcionar como pueblo soberano, con capacidad para decidir libremente con quienes queremos vivir, unirnos y, en qué términos. Por ejemplo, en pie de igualdad con el resto de las naciones, en el marco de una Europa al servicio de los trabajadores y los pueblos.

Hace tiempo que me convencí de que el dicho, ande o no ande caballo grande eran lo más conveniente, (tan querido por cierto marxismo que consideraba que el desarrollo de las fuerzas productivas requería grandes estados, argumento este ya obsoleto desde un punto de vista ecologista y desde la propia globalización capitalista trasnacional, pero que sigue pesando en muchos colegas de izquierda) no es un requisito desde el punto de vista del espacio nacional, ni tampoco PARA la construcción socialista, salvo cuando se vistan como se vistan, corresponden a pretensiones hegemonistas o imperialistas (la antigua URSS y el Pacto de Varsovia, la actual y travestida China).

Sobre el proyecto nacional español, consagrado en la Constitución, AÑADIR:

Tres ocasiones de oro ha tenido el Estado español para cambiar de rumbo: la primera y la segunda repúblicas, y la transición. El peso del nacionalismo reaccionario español en el aparato de estado, las clases dirigentes, y sectores de la sociedad española, derrotaron en los dos primeros casos y arrastraron en el tercero, al resto de las fuerzas políticas (incluidas una buena parte de las nacionalistas, temerosas de perder toda posibilidad de cambio) hacia un proyecto que sigue negando su plurinacionalidad en beneficio de la nación española (la única que goza del pleno reconocimiento y soberanía en exclusiva) cuya integridad, en última instancia, es depositada en las fuerzas armadas.

¿Cabe una cuarta oportunidad? ¿Una hipotética III República española democrática y Plurinacional donde Euskal Herria se reubique en libertad?

Por aquello de que no hay nada imposible, no se puede descartar tal hipótesis (por lo menos transitoriamente), aunque, me resulta harto improbable.

Es más, por todo lo anteriormente expuesto, y la negativa evolución del problema nacional (cuestionamiento de competencia de las regiones autónomas) dentro de la UE, me parece que las dinámicas soberanistas (que en principio podrían ser compatibles con el confederalismo) apuntan hacia el independentismo, o sea, la inserción, directa y sin intermediarios, en una Europa Federal, conformada por pueblos y naciones soberanas, libremente asociados entre sí. Jaime Pastor, en su excelente trabajo, Los nacionalismos, el Estado Español y la izquierda, reconoce que la actual crisis de la UE no hace más que hacer más probable la hipótesis que hace tiempo avanzaba Michael Keating cuando aseguraba que “una UE intergubernamental cuyos Estados impongan muchas restricciones sobre las capacidades de los gobiernos subestatales, incentivará a las nacionalidades a convertirse en Estado, aunque ello no fuera en principio un objetivo prioritario.

Este es el verdadero debate entre la izquierda federalista y la independentista.

Sin dejar de lado la controversia, como dice un viejo refrán euskaldun: gaizki esanak barkatu eta ondo esanak onartu. Lo cual traducido (más o menos) al castellano vendría a decir: disculpen lo mal dicho pero estimen lo bien dicho”.

Salvador, un abrazo.

Publicado en Rebelión

Relacionado No hay peor sectario que aquel que no cree serlo (respuesta a Salvador López Arnal)

No hay peor sectario que aquel que no cree serlo (respuesta a Salvador López Arnal)

Artículo de Joxe Iriarte ‘Bikila’, miembro de Alternatiba y de EH Bildu, en respuesta a lo publicado por Salvador López Arnal en Rebelión. Su título completo es No hay peor sectario que aquel que no cree serlo (Ni es menos nacionalista quien piensa que solo los otros lo son).

De tanto en tanto leo algunos de los artículos (por aquello de conocer todo tipo de argumentos) que Salvador López Arnal escribe en Rebelión. Reconozco que muchos me satisfacen, por su agudeza crítica y conocimiento de los temas que aborda. Pero en lo relativo a los conflictos nacionales, sobre todo el catalán, me da que se escora y resbala.

Me llama la atención cómo, de la justa crítica de la naturaleza y comportamiento político social de las élites burguesas catalanas, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, termina siempre atacando de forma un tanto obsesiva el independentismo catalán, incluido el de izquierda (algunas de sus críticas a las CUP dan grima cuando no risa).

Me choca, también,  la forma tan basta de abordar el  proceso de construcción nacional catalán, el cual en sí mismo, se le antoja, anti humanista, insolidario y burgués. Utilizo el concepto construcción nacional con plena conciencia, distinguiendo su diferente significado en relación a España y Francia, naciones con una historia plagada de imperialismo y colonialismo, y las naciones sin estado, que por no tenerlo, no se han visto implicado en tales desmanes. Otra cuestión es el grado de responsabilidad de sus élites en las rapiñas coloniales. Recientemente, de mano de algunos dirigentes de Podemos se apela a un patriotismo popular español frente a la dictadura de la Troika y la sumisión del PP.  Está por ver si ello es posible sin que choque con los patriotismos de las nacionalidades, y sin que sea capitalizado por quienes, hasta el presente, han monopolizado y manipulado su contenido. El estado español no es Venezuela o Cuba, donde el patriotismo es antiimperialismo.

Por mi parte, el patriotismo vasco, está circunscrito a los elementos y aspectos relacionados con lo que algunos autores llaman el “soberanismo de los justos”, o la exigencia de mecanismos políticos y económicos propios necesarios para garantizar el bienestar social de la nación minoritaria. Aspectos todos ellos, compatibles con el internacionalismo y el soberanismo de izquierdas. Y es que Cataluña y Euskal Herria, son proyectos nacionales en construcción, negados y vetados por los Estados (francés y español) que no les reconocen tal derecho, y encima utilizan contra el mismo, todas sus baterías económicas, culturales y políticas. En Euskal Herria tenemos a un auténtico Virrey llamado Urkijo que cual Gran Hermano persigue con escuchas ilegales y lupa en mano todo proceso de implantación y normalización lingüística impulsado desde los ayuntamientos que han decidido dar prioridad a vivir en euskera.

Salvador López Arnal tiene todo el derecho a considerarse catalán y español, republicano federalista y humanista y pensar que su posición es la más racional y laica de las propuestas, pero tiene un problema: que la mayoría de la sociedad catalana no está en su onda y quiere democráticamente independizarse. Digo la mayoría, no toda la sociedad catalana. Y desde luego con posiciones como la suya (y sobre todo, gracias al PSC) no me extraña que el federalismo de corte español esté política e ideológicamente finiquitado en Cataluña. Está la incógnita de Podemos, pero espero que actúen con otros parámetros.

Todo lo dicho, no tendría por mi parte más importancia que la del mero contraste de pareceres, si no fuera por la indignación que me ha producido la forma tan rastrera y sectaria de caracterizar los símbolos independentistas catalanes, y su posible relación contra la Marcha de la Dignidad. Concretamente cuando afirma: “Yo no estoy dispuesto a acudir a un 22M o 21M de fraternidad, lucha y esperanza y pasearme por las calles de la ciudad resistente, que algunos llaman displicentemente Madrid, tras una estelada. Entiendo que algunos compañeros puedan ser independentistas y sentirse cómodos con ella (…) No tiene sentido vindicar y usar símbolos que nos separan y rompen. Tengo la esperanza, que creo que no será vana, que eso que cuento no vuelva a ocurrir. Si sucediera, que no va suceder, prometo organizar la más razonable y sonada de las protestas (…) Hay banderas que unen y otras que separan. La senyera, que no la estelada, y la republicana juegan en el primer campo, no en el segundo. La estelada no se ubica del mismo modo. No es una amenaza, por supuesto que no, es también un acto de dignidad republicana”.

Salvador cree ver la paja en el ojo del vecino, pero no ve la viga en el suyo.

De entrada, no creo que nadie le pida que vaya a Madrid tras la estelada. Ni que él tenga que conceder a otros que puedan hacerlo (faltaría más). La cuestión estriba en saber si la estelada tiene sitio en tal evento, si es legítimamente aceptada por los organizadores de la marcha y los propios marchistas, vayan tras ella unos pocos o varios miles. Porque de no ser así, ¡Apaga y vámonos! De entrada, un montón de vascas y vascos nos retiraríamos de la participación en la marcha por entender que no tenemos sitio dentro de ella. Por suerte, los organizadores no son del mismo pelo que Salvador, y han incluido (con buen criterio) entre los objetivos de la marcha reivindicar el derecho a la libre decisión de los pueblos. Tal reivindicación, ¿une o separa? ¡Une! Si entendemos tal unidad como un punto de partida plural contra el enemigo común, entonces… lo que si separa ¡y mucho! es partir de la idea de que para ir contra tal enemigo solo cabe una posición.

Desde mi condición independentista de izquierdas, he mantenido y mantengo discrepancias con muchos colegas que piensan que no tenemos por qué estar en las movilizaciones de ámbito estatal. Que basta con que cada cual luche en su territorio,  (en todo caso, sí en Bruselas pero no en Madrid). Incluso lo de evitar coincidir en el tiempo con las movilizaciones generales. Soy de la opinión contraria. Hay dinámicas propias, de ámbito exclusivamente vasco, que no tienen por qué coincidir con otras; pero también debe haber momentos de confluencias necesarias y en todas las escalas. Sean nacionales, estatales e europeas. A mi juicio, el internacionalismo (máxime cuando se trata de pueblos oprimidos por las mismas oligarquías y el mismo sujeto estatal), consiste en unir fuerzas y solidaridades. Un dar y recibir. Un ir  y venir. Por ello es bienvenida la solidaridad  que llega a Euskal Herria para exigir a nuestro lado el respeto por los derechos de las personas presas políticas vascas; también a detener la construcción del TAV; o a celebrar el Aberri Eguna. Y por nuestra parte, respondiendo de forma recíproca, acudiendo a distintos lugares del Estado Español, incluida su capital, en defensa de objetivos ecologistas, feministas y sociales, y como no, democráticos.

 El año pasado recorrimos la sierra y la ciudad de Madrid con las ikurriñas en ristre, y disfrutamos de buena comunicación y entendimiento en  los lugares por donde pasamos, sin ocultar por nuestra parte qué somos y qué demandamos. En Euskal Herria, no tenemos enseñas diferenciadas para el independentismo y el autonomismo, pero si las tuviéramos lo mostraríamos (por dignidad) también en la Marcha de la Dignidad.

Un planteamiento auténticamente republicano y democrático sobre la cuestión nacional, debe partir del reconocimiento del derecho a la secesión. Y si la independencia es un derecho reconocido, no es de recibo afirmar que las banderas independentistas dividen. A no ser, que se piense que una cosa es el derecho y otra su utilización.

Desconozco si independistas catalanes van a participar en la marcha (desde luego, con tales prejuicios de entrada, no me extraña que no lo hagan, si bien puede haber posicionamientos como los que he criticado en el caso vasco). Sí estaremos presentes las y los independentistas de izquierda vascos. Lo haremos razonando de la siguiente forma: “Nos encontramos inmersos en un ciclo político y electoral donde es previsible que se den cambios políticos de entidad en el ámbito institucional tanto en Euskal Herria como en el Estado Español. Pero tales cambios, sin un contrapoder ciudadano que transforme la correlación de fuerzas sociales y políticas, apenas podrán superar el umbral de deseo. Un contrapoder, solidario de los diferentes pueblos y naciones dentro y fuera del estado español. Es la lección de Grecia. Un gobierno de izquierdas comprometido con las demandas populares es un gran paso, pero los obstáculos y presiones de la Troika y las oligarquías locales puede obstaculizar, incluso neutralizar tales cambios si no se cuenta con un pueblo movilizado y apoyado por la solidaridad internacional.

Se trata de compaginar el impulso constituyente propio, iniciado con la Euskal Bidea, con la necesidad de potenciar un frente político y social de carácter subversivo y plural, internacionalista, anticapitalista y transversal a escala europea, y que agrupe a movimientos de diferente naturaleza: ecologismo, feminismo, movimiento obrero, de liberación nacional, de defensa de libertades democráticas básicas, etc.

Para terminar, López Arnal se considera ardiente antinacionalista, pero con su visión de país demuestra que en realidad es más nacionalista de lo que piensa. Ciertamente  no  como la derechona, ni tampoco como el PSOE, pero no por ello su formula nacional (España, país de países, dice) es neutra y aséptica, incólume de toda tacha nacionalista. Habla de la fraternidad entre  los pueblos ¿ello es posible sin estar autodeterminados?, esto es, ¿en pie de igualdad?  De un país de países (que a veces denomina Sefarat) dentro de la cual ubica a García Lorca, Castelao, Aresti y Espriu. Pero salvo el primero, que forma parte del país matriz (cultural y lingüísticamente) el resto no son más que parte de la parte, escritores en lenguas que son legales solamente en parte del país, pero no en todo el país. Y es que Cataluña, Galicia y Euskal Herria (o sea los países) según el Estado son lingüísticamente plurales, pero el país que agrupa al resto de los países no (aunque lo sea de facto, por ejemplo por los miles de Gallegos que viven en Madrid). Aresti, que no goza de reconocimiento alguno por parte del supuesto país de países, declamó gritando al cielo: Nire aitaren etxea defendatuko dut! (¡defenderé la casa de mi padre!), metáfora fruto de su época, que se refería al expolio cultural y lingüístico que sufría y sufre Euskal Herria.

¿Qué lugar se asigna en el país de países (donde eventos como la romería del Rocío se emiten en todos los canales privados y públicos de ámbito estatal) a hitos como la Korrika, que recorre miles de kilómetros, pasando de mano en mano un testigo comprado por la persona portadora, porque el euskera es todavía un idioma sin normalizar, que necesita de academias de aprendizaje para adultos, que no puede sobrevivir sin tal esfuerzo y apoyo ciudadano? Uno de muchos ejemplos…

Publicado en Rebelión

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