Juan Puerto «De Calamonte a Arangoiti» (Documental, 2016)

Documental sobre la trayectoria militante de nuestro compañero de Alternatiba Juan Puerto Morcillo. Un mediometraje que resume su vida y su toma de conciencia, y que paralelamente representa el camino andado por la gente que hace ya 8 años puso en pie una nueva organización que sirviera para el fortalecimiento y la unidad de acción de la izquierda soberanista en Euskal Herria. También es un homenaje, tanto a Juan como a todas las personas que lucharon por sus ideas en tiempos difíciles y que son un espejo en el que bien pueden mirarse todas las y los militantes de hoy, y del mañana.

Juan Puerto “De Calamonte a Arangoiti”
 
El 29 de julio de 1938, la portada del ABC de Madrid, aseguraba que al cabo de dos años de la llamada Guerra Civil, el enemigo (los sublevados del bando nacional), no había ganado nada que pusiera a la República en situación de derrota y que, por tanto, nada obligaba a abandonar la lucha. Pocos días antes, el gobierno republicano había lanzado la ofensiva del Ebro.
 
En el norte, sin embargo, la prensa del territorio conquistado de Guipúzcoa mostraba otro titular muy diferente, informando del “brillante” avance de los sublevados sobre el frente de Extremadura.

Y ese mismo viernes, ignorante de que el fascismo avanzaba sobre su tierra, vino al mundo en Mérida Juan Puerto Morcillo, un futuro obrero y militante de izquierdas que crecería en la cercana localidad de Calamonte. Un pueblo “labradero de ganado, de sandía y melón”, tal y como recita Julián Cano Tamés, ‘El cantinero’.
 
“De Extremadura soy, provincia de Badajoz, donde hay esos pueblos labraderos belloteros de ganado y de buen jamón. Nací en Mérida, Calamonte me crió, este pueblo tan hermoso y bondadoso que a San José tiene de patrón”.

Los partidos se comprometen a construir una EH Bildu más abierta, participativa y democrática

Los partidos que conforman EH Bildu (Alternatiba, Aralar, Eusko Alkartasuna y Sortu) han celebrado un acto en el Baluarte de Iruñea, en el que han firmado un compromiso que afecta al futuro de EH Bildu y que abre una nueva etapa. Los firmantes han sido Oskar Matute, Rebeka Ubera, Pello Urizar y Arnaldo Otegi.

Manifiesto:

La unidad de acción entre culturas y formaciones políticas distintas que representa EH Bildu ha resultado ser un acontecimiento de primer orden en nuestro país, además de una herramienta eficaz en manos de todas aquellas personas que anhelan una Euskal Herria soberana, justa y en paz.

El camino recorrido desprende un balance eminentemente positivo. Sin soslayar, en ningún caso, errores políticos y deficiencias evidentes en la gestión interna de la coalición, hemos sido un actor de primer orden en los principales acontecimientos políticos que han tenido lugar en nuestro país en los últimos tiempos.

Acontecimientos que han ido tejiendo la apertura de un nuevo tiempo político y generando nuevas condiciones para avanzar en el camino de la soberanía plena, la justicia social y la paz.

Tras un enriquecedor camino, no exento de dificultades, hemos llegado hasta aquí. Camino que nos ha hecho aprender, mejorar, evolucionar y madurar. Hoy, tras cinco años de recorrido, ha llegado el momento de renovar las bases que posibilitaron el acuerdo entre estos cuatro partidos, para hacer de EH Bildu un instrumento más participativo, abierto e inclusivo. Es, por tanto, el momento de redefinir y, con ello, reforzar la alianza político-institucional de fuerzas soberanistas y progresistas que apuesta por el ejercicio efectivo del derecho a decidir como fórmula de construcción nacional y transformación social desde abajo y desde la izquierda; como instrumento para garantizar los derechos sociales, económicos, políticos, culturales y lingüísticos de todas las personas.

Estamos convencidas de que estos objetivos, la ambición por construir un país libre, justo y democrático, son compartidos por la mayoría de la ciudadanía vasca. Es hora de ofrecer nuevos espacios y formas de participación a esas miles de personas que quieren ser parte activa en el desarrollo de este proyecto.

Hoy, EH bildu se ha consolidado como un espacio político diferente a cada uno de los partidos fundacionales que lo componen, y más amplio que la suma de los mismos. Por ello, queremos dar el salto y evolucionar de ser una coalición de cuatro fuerzas políticas a ser un sujeto político que incorpore también a sectores y personas independientes, con nuevas ideas y proyectos, no necesariamente identificadas con ninguno de los partidos políticos. No queremos preguntar de dónde venimos cada una, sino a dónde queremos ir todas juntas.

Por otro lado, tanto los avances habidos en el proceso de resolución del conflicto, a pesar de la actitud obstruccionista y saboteadora de los estados español y francés, como los vientos soberanistas que soplan tanto en Escocia como en Catalunya abren a nuestro pueblo una nueva ventana de oportunidad que queremos aprovechar plenamente.

Todo ello exige un contrato nuevo, que permita adecuar tanto la estructura y el funcionamiento internos como la práxis política de EH Bildu a la nueva realidad. Por ello, los cuatro partidos fundacionales venimos a adquirir nuevos compromisos ante la ciudadanía vasca, nuestra base social y nuestras militantes, apostando por dar inicio al proceso para constituir la nueva Euskal Herria Bildu.

En concreto, las cuatro fuerzas políticas que componemos Euskal Herria Bildu asumimos los siguientes dos compromisos:

• El compromiso de pasar de ser una coalición de partidos políticos a ser un sujeto político, con su identidad y militancia, abierto, inclusivo, participativo y plenamente democrático. Y ello sin perjuicio de la autonomía y la identidad de los partidos políticos fundacionales, quienes apostamos además por mantener nuestros respectivos discursos, perfiles y espacios partidarios, ya que pensamos que todo ello refuerza el espacio común que constituye Euskal Herria Bildu.

• El compromiso de actualizar la propuesta soberanista y de izquierda transformadora para Euskal Herria, lo que en la actual coyuntura pasa por diseñar y, en colaboración con todas aquellas fuerzas políticas, sociales y sindicales que lo deseen, coliderar un proceso soberanista de corte transformador, orientado a la construcción de un estado propio y socialmente avanzado para los vascos y las vascas.

Hoy es un día clave para el soberanismo de izquierda. Hoy damos inicio al proceso para la articulación de esa nueva Euskal Herria Bildu que, junto con miles de personas, construya ese futuro mejor que queremos para nuestro pueblo y sus gentes. Aquí y ahora abrimos las puertas a una nueva fase; a nuevas personas, ideas, anhelos e ilusiones. Aquí y ahora, abrimos las puertas a la nueva Euskal Herria Bildu.

EH Bildu

https://pbs.twimg.com/media/C8UftkOWsAAmsgt.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C8UkO0cWAAA9WZs.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C8UkQTxXoAAM27C.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C8UgWxUXkAAS9wc.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C8UgUFUXUAE7GBM.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C8UftkOWsAAmsgt.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C8UedoqXcAAcbkQ.jpg

http://alternatiba.net/old-files/CAS.pdf

¿De qué hablamos cuando hablamos de cultura?

Joxemari Carrere

A la hora de hablar sobre cultura surge un primer problema en torno a la definición de la misma. ¿Qué es la cultura? ¿Cómo se define? Seguramente es algo que cada cual, aunque no exactamente, podemos sobreentender. De todas maneras si preguntamos a cualquiera, hasta a nosotros mismos, sobre lo que entendemos por cultura, las definiciones serán dispares. Esta dificultad ha tenido sus vaivenes a lo largo de la historia. Desde su definición en relación a la agricultura, que utilizaban allá por el siglo XVIII, hasta las actuales, las reflexiones en torno a este tema han sido expuestas por filósofos, políticos, antropólogos, etnólogos y, si me apuran, por la tertulia habitual del poteo. Ya los griegos hablaban del cultivo del alma humana para el desarrollo de la persona. Mucho más tarde se entendía el desarrollo de la cultura como el paso del ser humano de la barbarie a la civilización. Una persona culta sería una persona civilizada. En esta continua evolución de los intentos por definir la cultura, los mismos momentos históricos condicionan su entendimiento. Así, la Ilustración, base ideológica de la Revolución Francesa, hacía hincapié en la cultura como instrumento liberador de las personas desde una perspectiva universal y, al mismo tiempo, individual. La cultura como rasgo distintivo del ser humano ante el ser animal, como creación humana a lo largo de los siglos, como signo de progreso, como característica universal, impregna el cambio que trae la ilustración. Con ello el cultivo de las artes y la ciencia sufre un impulso tanto técnico como filosófico que marcará el devenir de las sociedades a partir de entonces. Ante este pensamiento tenemos a los filósofos románticos alemanes con la idea de lo cultural como definitoria de una identidad propia, surgiendo el concepto de distintas culturas en función de distintas identidades nacionales; desarrollando la idea de la cultura como característica definitoria de diferentes sociedades humanas, de un mundo heterogéneo y diverso, ante el concepto de universalidad. El orgullo nacional definido por una cultura propia y diferente de otras. Estos dos posicionamientos en torno a la cultura llegan hasta nuestros días, cruzándose, complementándose a veces, marcando, del mismo modo, posturas políticas muchas veces antagónicas. En definitiva, que esta cuestión de definir la cultura viene siendo un verdadero quebradero de cabeza, dada su importancia a la hora de entender el desarrollo de nuestras sociedades y su estructuración, tanto social como política.

Pero entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de cultura? Tratar de buscar una definición actual de su significación no es tema baladí, aún sabiendo que, tal y como nos enseña la historia, sea, quizás, algo transitorio y , seguramente, subjetivo. La importancia de esa necesidad hoy en día, viene dada por el lugar que ocupan las políticas culturas en las distintas administraciones que nos gobiernan. Las dinámicas culturales están condicionadas casi en su totalidad por dichas políticas, tanto directa como indirectamente, a través de ayudas económicas o de infraestructuras. Todas esas políticas, si bien están envueltas en discursos parecidos, no llegan a definir claramente ese conglomerado que llamaríamos cultura y se limitan a ofrecer una serie de servicios dirigidos a la sociedad en los que prevalece la idea de permitir un amplio acceso al consumo de propuestas culturales, en clara relación con el uso del tiempo libre.

La cultura como industria

Volviendo a las definiciones, el departamento de cultura de la Diputación Foral de Gipuzkoa, en la presentación de los presupuestos de 2016, definía la cultura como “un sistema de valores que estructura la sociedad. Un instrumento para la convivencia y la transformación social”. Dentro de esta definición proponían la actuaciones en el sector bajo dos premisas: el acercamiento de la cultura a la ciudadanía e impulsar las industrias culturales como fuente de riqueza y empleo. El mismo diputado de cultura Denis Itxaso, del PSE-EE, al anunciar la creación de una Unidad de Participación e Innovación Cultural, con el objetivo de gestionar los grandes proyectos estratégicos, presentaba dicha unidad como “una muestra de nuestra voluntad de desarrollar iniciativas culturales transformadoras que sean palanca de cambio en el modelo cultural”. Vemos, pues, cómo las instituciones, en este caso la Diputación de Gipuzkoa, entienden el desarrollo cultural a través de grandes inversiones en infraestructuras, con el objetivo, antes mencionado, de que la cultura sea una palanca de cambio y transformación social. Pero si nos fijamos bien, todo ese cambio viene impulsado por las grandes infraestructuras y el impulso al consumo cultural, siendo estos dos puntos claves en su gestión pública, bajo la idea de generación de empleo y riqueza, no cultural sino económica.

Vamos viendo, entonces, que cada vez más el impulso a la cultura viene asociado a un intento de desarrollo económico que, a modo de binomio fantástico, ayudará a generar dinámicas de bienestar y modernidad en las personas. Se nos muestra, así, la cultura ligada a la economía, siendo las instituciones públicas las generadoras y promotoras de ese impulso. Todo ello hace que el concepto de industrias culturales tenga cada vez más protagonismo, presentando  a éstas como el motor de la cultura en nuestra sociedad. Desde ese punto de vista, la gestión de la cultura se ve supeditada a un concepto de mercado en el cual las llamadas industrias culturales son la piedra angular de un sector identificado, no ya con esa esperanza de buscar el desarrollo intelectual y humano de las personas, sino como dinamizador económico.  En ningún momento, en cambio, se pone en cuestión el modelo económico por el cual se regirán dichas industrias y dinámicas económico-culturales. Vivimos en una sociedad basada en una economía capitalista en la cual es el mercado quien manda, quien ejerce presión para que la sociedad viva supeditada a las necesidades de dicho mercado; las cuales no buscan el necesario desarrollo social, cultural y libertario de las personas que la componen, no beneficiándose la inmensa mayoría de dichas dinámicas mercantiles, sino padeciéndolas. Unas industrias culturales integradas en una economía cultural que no cuestiona el modelo mercantil del que participa, no hacen sino perpetuar dicho modelo a través de una transmisión cultural cuyo objeto es el beneficio económico, lo cual condicionará indefectiblemente tanto el modelo de oferta cultural como el tipo de contenidos ofrecidos. Una economía cultural basada, dado el modelo capitalista en el que se insertan, en la oferta y la demanda, no podrá arriesgar en propuestas culturales que pongan en cuestión la plusvalía que deviene de las dinámicas del mercado capitalista. Las industrias culturales integradas en dicha economía impulsarían una oferta cultural basada en la ocupación del tiempo libre que las clases trabajadoras disfrutan, tiempo libre que se inserta dentro del esquema laboral capitalista, según el cual el tiempo de asueto no es más que el tiempo necesario para poder seguir produciendo; por lo cual dicha idea de tiempo libre no es tal desde el momento que forma parte de la cadena de producción capitalista. La oferta cultural desarrollada en dicho tiempo no podrá poner en cuestión, aunque pueda pretenderlo formalmente, esa relación laboral-social, ya que estará inserta en una idea ocupacional del tiempo libre, complementaria al tiempo de ocupación laboral.

La izquierda y la cultura

Ante este modelo de desarrollo cultural la izquierda debería impulsar otro no basado en la idea de una economía cultural que nos viene dada por el modelo económico en el que vivimos, sino inspirado por otro tipo de pensamientos que huyan del concepto economicista de la cultura así como de la idea de un tiempo libre meramente ocupacional relacionado con el tiempo de trabajo asalariado. Y es importante que lo haga no solo por la importancia que tiene a la hora de pensar una sociedad organizada en base a otros valores, sino también por la responsabilidad que tiene cuando gestiona instituciones en las cuales la cultura se provee de importantes recursos económicos y estructurales, tratando de impulsar la estructuración social a través de los mismos. Una izquierda que se considere transformadora, revolucionaria si se quiere, no puede pasar por esta cuestión sin plantearse las bases en las que se sustentan sus políticas culturales, así como su praxis, no solo a la hora de gestionar distintas instituciones, sino en su política general. Una izquierda que trabaje por una sociedad más justa, igualitaria y liberadora, no puede dejar en manos de las leyes del mercado las condiciones económicas y laborales de los trabajadores de la cultura, más bien al contrario, del mismo modo que en otros sectores sociales, debería bregar para que los creadores puedan trabajar en condiciones dignas, ya que el fruto de su creatividad es lo que posibilita, además de otros dinamizadores, que la cultura exista. No puede haber literatura sin escritoras, ni teatro sin dramaturgos, actores, técnicos… La danza no existiría sin personas dedicadas a ella, ni música sin músicos. Del mismo modo debería preocuparse por facilitar a los activistas culturales poder llevar a cabo sus proyectos sin que las burocracias los ahoguen. Debe impulsar y promocionar en la sociedad la importancia de la cultura como un bien social, tal y como lo son la educación o la sanidad, en contraposición a las ideas y dinámicas crematísticas; trabajando para que la sociedad en la que vivimos dé importancia al saber, al pensamiento crítico, al desarrollo intelectual y a los procesos creativos como riquezas en si mismas, no cuantificadas en monedas, sino en bienestar social.

Una izquierda que se considere transformadora, que trabaje sinceramente por el cambio social, tiene que reflexionar seria y profundamente sobre las políticas culturales a impulsar tanto desde las instituciones en las que trabaja como fuera de ellas. El enriquecimiento cultural de los miembros que componen dicha izquierda, así como de la sociedad en general son indispensables para el cambio social; el impulso del activismo cultural ha de ser una de las tareas de la izquierda para no dejar en manos exclusivamente de las instituciones y los agentes económicos una de las bases que cohesionan la sociedad. Las políticas culturales impulsadas por las instituciones tienen que complementarse con las dinámicas populares que se desarrollan fuera de ellas, prevaleciendo el interés público frente a los intereses económicos. Una izquierda que se precie de serlo, debe reconocerse en una cultura no consumista, que huya del concepto de mero entretenimiento al que es abocada sin piedad. Una economía cultural basada en un concepto capitalista de relaciones económicas nos lleva, paradójicamente, a una aculturación de la sociedad, relegándola a un imaginario filtrado por los intereses del mercado, más interesado en su propia existencia que un verdadero desarrollo cultural y social de las personas.

Quizás la cuestión hoy en día no es tanto devanarse los sesos en tratar de definir la cultura, cuestión interesante en sí misma, sino reflexionar sobre la ideología en la que se sustentan las actuales políticas y dinámicas culturales; identificar los intereses a los que sirven; impulsar dinámicas y políticas que sirvan a las personas que componemos la sociedad, que tengan como base potenciar los impulsos creadores, intelectuales y liberadores de las personas; que defiendan a los creadores y creadoras ante el mercado, establezcan la cultura como un bien social a defender y divulgar, alejadas del concepto de un sistema ocupacional del tiempo libre. En definitiva, entender la cultura como un bien que nos enriquece como personas y no como un nicho de mercado.

Publicado en GARA

Matute: “La Ley Mordaza no hay que modificarla. Hay que derogarla”

Entrevista en Info 7 irratia a Oskar Matute, portavoz de Alternatiba y parlamentario de EH Bildu en la cámara de Gasteiz.

En declaraciones hechas esta mañana a Kalegorrian, el miembro de EH Bildu Oskar Matute ha criticado las reformas propuestas por PSOE y PNV en torno a la “Ley Mordaza”, porque en su opinión, “la Ley Mordaza no hay que tocarla como pretenden ahora PNV y PSOE en el Congreso. Hay que derogarla”. También ha opinado sobre el acuerdo presupuestario entre el Gobierno de Urkullu y el PP en la CAV, firmado esta misma semana. En palabras de Matute “el acuerdo para lo presupuestos del Gobierno Vasco es la primera vuelta del romance entre el PNV y el PP”.

Coloquio con Oskar Matute sobre la aportación de la migración obrera a la construcción de Euskal Herria

Intervenciones del portavoz de Alternatiba y diputado de EH Bildu Oskar Matute en el coloquio «Destino Norte» sobre la aportación de la migración obrera a la construcción nacional y social de Euskal Herria. Organizado por EH Bildu Barakaldo el pasado 2 de marzo, la charla tuvo lugar tras las proyección del documental sobre la trayectoria militante de nuestro compañero Juan Puerto: «De Calamonte a Arangoiti».

https://pbs.twimg.com/media/C579g4ZXEAEVe3L.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C57v6rVXEAAkbV6.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C57v7QBWAAAfrbl.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C57wcLeWUAEOwgG.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C57wl9bWgAASOXX.jpg

https://pbs.twimg.com/media/C57sP8nWcAARXxj.jpg

X