Campaña a favor de la ratificación del convenio 189 de la OIT sobre el trabajo decente en el empleo doméstico

Los países miembros de la OIT tenían 18 meses para pronunciarse sobre la ratificación
del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el trabajo
decente del empleo doméstico, de junio de 2011.

A pesar de que otros miembros ya lo han suscrito, el gobierno español ha propuesto al
parlamento la NO ratificación del Convenio, insistiendo en mantener a las trabajadoras
de hogar en condiciones de desigualdad con respecto al resto de los sectores.

La ratificación de este convenio supondría la obligación de garantizar:
1. Protección efectiva frente a toda forma de acoso, abuso y violencia en el trabajo.
2. Medidas concretas para asegurar que las trabajadoras reciben por escrito
explicación detallada sobre sus condiciones de trabajo, tales como: horarios,
descansos, las tareas contratadas, el salario y su forma de cálculo según el
trabajo a realizar. Control de todas las horas de presencia.
3. Fin de los descuentos abusivos en el salario por la manutención y el alojamiento.
Descuentos proporcionales a los verdaderos consumos que se realizan en la casa.
4. Garantía de condiciones de seguridad y salud en el trabajo, incluyendo respeto a
la privacidad de quienes pernoctan en el domicilio. Determinar y prevenir los
riesgos laborales. En definitiva, inclusión en la Ley de Prevención de Riesgos
Laborales.
5. Protección real frente a los abusos de las agencia de colocación: prohibición de
actuar sin licencia, inspección de su funcionamiento.
6. Igualdad de derechos en la Seguridad Social con el resto de personas
trabajadoras.

Por todo esto exigimos que el Gobierno español ratifique el convenio 189 de la OIT.

El Gobierno del PP no firma el Convenio 189 y además a partir del próximo 1 de abril
va a permitir al empleador que no de el alta en la Seguridad Social a la trabajadora que
no llegue a las 60 horas mensuales. Esta medida incrementará la economía sumergida.

Las personas y organizaciones firmantes exigimos:

El reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidado, lo que exige visibilizarlo
y equipararlo en derechos con el resto de los trabajos.
El reconocimiento de la aportación que realizan todas las trabajadoras de hogar,
lo que exige suprimir todas las leyes que recortan derechos a las trabajadoras
inmigradas; sobre ellas descansa una parte importante del trabajo de cuidado.

Papeles para todas.

Firma del Convenio 189 de la OIT

Firmantes a 22 de marzo de 2013:

Organizaciones:

Abierto hasta el amanecer
Asociación de empregadas de fogar Xiara
Asociación de mujeres inmigrantes Malen Etxea
Asociación de trabajadoras de hogar de Bizkaia (ATH-ELE)
Asociación de trabajadoras de hogar de Granada
Grupo de Hombres de Ermua por la Igualdad
Plataforma por la igualdad en el empleo del hogar de la región de Murcia
Plataforma estatal de Asociaciones de Trabajadoras de Hogar
Servicio Doméstico Activo (SEDOAC)
Territorio Doméstico

Sindicatos:

CC.OO. Euskadi, CGT-LKN, ELA, ESK, LAB, STEE-EILAS.

Martxoak 8 Marzo: Gora emakumeon borroka eta kitto!

Aquí está la imagen que Alternatiba ha elegido para ilustrar los carteles y pegatinas de este 8 de Marzo. Este año el mensaje es tan corto como conciso: Gora emakumeon borroka eta Kitto! (Arriba la lucha de las mujeres y punto!).

Hona hemen aurtengo Martxoaren 8aren harira Alternatibak kaleratu duen irudi berria kartel zein pegatinetarako. Lelo laburra bezain argia aukeratu dugu oraingian: Gora emakumeon borroka, eta kitto!

Farsas del Día de la Mujer Trabajadora

Desde la Mesa Feminista de Alternatiba reivindicamos la lucha feminista de las mujeres también este 8 de marzo. Es por este motivo que mostramos nuestro hartazgo ante la utilización de este día de lucha para la difusión de discursos patriarcales y antifeministas. Tal y como decimos al comienzo, «Lamentablemente, este video está basado en hechos reales». Y añadimos que cualquier parecido con la ficción, es pura coincidencia… Gora emakumeon borroka!
 

Feminismo, Anticapitalismo y Noruega

Amaia Agirresarobe y Carmen García – Mesa Feminista de Alternatiba

Los próximos años en Euskal Herria serán un desastre en el plano social. Siendo así, es preciso que la ciudadanía tenga la certeza de que la inestabilidad social que pueda generarse es el precio a pagar para que surja una alternativa de poder y no sólo una alternancia en el poder. En este complejo contexto, ¿Podrán construir las izquierdas esta alternativa?, ¿bajo qué parámetros? ¿será esta alternativa feminista o nos encontraremos ante una nueva traición o enfrentamiento entre el feminismo y la izquierda más clásica, tal y como ha sucedido en tantos episodios de la historia en los que la lucha por la igualdad de hombres y mujeres se ha situado en el furgón de cola de las reivindicaciones? Todo indica que el desencuentro será inevitable si la izquierda (los partidos, los individuos, los colectivos sociales…) continua rehuyendo un debate político, profundo y sereno, sobre la capacidad para integrar realmente -no formalmente- la igualdad entre mujeres y hombres en todos sus postulados. Este artículo propone algunos elementos de discusión para un debate, urgente y necesario a día de hoy, pero que desafortunadamente continua en los márgenes de la agenda de las diversas izquierdas de Euskal Herria.

La construcción de una alternativa a la actual crisis civilizatoria se está produciendo en un contexto de gran fragilidad para el feminismo anticapitalista marcado, al menos, por dos grandes debilidades. Por un lado, la institucionalización del feminismo y, asociada a ella, la fe ciega en la igualdad de oportunidades, perspectiva que impide un cuestionamiento integral del sistema, porque todo lo mueve en los márgenes del mismo. Pareciera así que se ha vuelto hegemónico un discurso y una práctica liberal del feminismo, que no pretende la intersección con otras dimensiones de dominación – clase, raza, estrato económico y social-, ni se basa en análisis estructurales y sistémicos -fundamentales en el contexto actual ya que patriarcado, capitalismo, colonialismo, productivismo y democracia formal son realidades necesarias y complementarias-.

Por otro lado, la escasa radicalidad de la autoproclamada izquierda alternativa frena hoy en día el empuje de un feminismo que exige y propone una revisión completa del sistema. Así, se ha producido un desplazamiento hacia la derecha del conjunto del espectro político, al cual la izquierda alternativa no ha escapado. Este proceso, gestado a lo largo de la larga noche neoliberal, se ha desnudado con toda su crudeza ahora tras el estallido financiero de 2007. De esta manera, al abrir los ojos después de 20 años de hegemonía de la globalización capitalista, al tratar de responder ante la situación que vivimos, nos damos cuenta de que ¡nos encontramos defendiendo las propuestas de los que otrora eran acérrimos enemigos! Así, los y las exliberales se sitúan en posiciones de derecha; los y las exsocialdemócratas en las del liberalismo; los y las exizquierdistas… ¡en las socialdemócratas! En este sentido, la izquierda alternativa, en vez de ampliar su mirada emancipadora a otras dimensiones de lucha más allá de la clase, se sitúa en clave reformista.

Así, este corrimiento generalizado hacia la derecha, junto con la institucionalización del feminismo liberal, suponen importantes obstáculos para un feminismo anticapitalista, valga la redundancia. Deteniéndonos un poco más en la realidad de socialdemocratización de la izquierda, no podemos negar que es uno de los debates más acucientes. ¿Es el estado del bienestar el objetivo último o la fase inicial de transición emancipadora? ¿Es Noruega el objetivo? ¿Es posible replicar la experiencia Noruega a nivel mundial? ¿Cuántas Noruegas caben en nuestro mundo? ¿No es Noruega sino la cabeza de una escalera que necesita a la fuerza explotación y dominación en la mayoría de sus peldaños? ¿No es hora de salir del marco del progreso, del capitalismo y de la democracia liberal-representativa (o sea, de Noruega), para entrar en nuevas propuestas de sociedad?

Desgraciadamente, estos debates todavía no están en la agenda, y precisamente la izquierda partidaria alternativa se postula como el máximo valedor de las propuestas socialdemócratas. En este sentido es importante destacar que la crisis, lejos de convertirse en una oportunidad para cuestionar las contradicciones del sistema y levantar una alternativa radical e integral está provocando, en términos generales, una agenda política menos confrontativa en sus lógicas y más conciliadora con el sistema. Así, el principal enemigo para la izquierda hegemónica actual no es el sistema capitalista y ni mucho menos el capitalismo patriarcal sino el colapso financiero, origen último de todos los males que impactan en nuestras vidas. Frente a la demonización de la economía “financiera”, la izquierda se ha replegado hacia una defensa a ultranza de la economía “real”, o sea, la “productiva”, la del mercado de cosas. En definitiva, la izquierda se ha replegado a defender el sistema capitalista en su vertiente productivista, a través de la deificación de su máxima figura: el empleo y el trabajo remunerado. Este estravismo productivista está acompañado de las reivindicaciones fundamentales de la ideología socialdemócrata caracterizadas por un estado fuerte y regulador y la recuperación del estado de bienestar como prioridad absoluta.

Esta propuesta política, que confronta únicamente contra la agenda neoliberal, abandona y/o subordina otras crisis estructurales (crisis de los cuidados, crisis ecológica, crisis de alimentación) lo que de nuevo sitúa a la lucha feminista en un segundo plano, lejos de las prioridades de la agenda. Por un lado, plantea la recuperación del estado de bienestar como escenario ideal, sin revelar si es parte de una estrategia gradual que pretende retomar la lucha contra el sistema a una etapa posterior o es el final último de la carrera. Y, por oro lado, plantea una alternativa construida sobre castillos de arena, ¿acaso es posible producir todos los recursos para poner en práctica todas esas públicas industriales y de protección social? ¿es el crecimiento de los años 50 y 60 posible? ¿y deseable?

El debate a todas estas preguntas es inaplazable! No podemos conformarnos con resistir sino que también debemos pensar, elaborar y construir esa alternativa que a día de hoy no existe.

EHBildu exige poner el mercado laboral al servicio de la vida y no del capital

El 8 de Marzo es una fecha señalada: el día internacional de la mujer trabajadora. Pero, todavía tenemos que seguir subrayando el carácter integral del trabajo cuando hablamos de «trabajadora». Y es que uno de los pilares del sistema patriarcal es el reparto de trabajo por sexos, y el carácter de trabajo que se le otorga exclusivamente al empleo del sector productivo, es decir, al trabajo remunerado. Ello conlleva la invisibilidad de los trabajos de cuidado y del hogar y se les niega incluso el carácter de trabajo. Es necesario superar ese reparto de trabajo y situar en el centro el empleo pero también los trabajos de cuidado y del hogar, exigiendo su necesario reconocimiento.

Las condiciones de vida de la ciudadanía vasca están empeorando considerablemente y los recortes sobre todo nos afectan a las mujeres. Por un lado, por el aumento de la precariedad laboral; y por otro lado, porque los recortes de los servicios públicos sitúan sobre las espaldas de las mujeres los trabajos que no asume el sector público, los relacionados con el bienestar y el cuidado de las personas. Los recortes en los servicios relacionados con el desarrollo y el bienestar de las personas no cesan, sobre todo en los servicios sociales, en la educación y en el sistema sanitario. Ante esta situación, las condiciones de vida de las mujeres están empeorando.

El empleo formal se está convirtiendo en sinónimo de precariedad para sectores cada vez más amplios. Ello conlleva la precarización de las condiciones de vida de las personas. Los precios de los alimentos y de los servicios básicos han tenido una subida muy grande, y en los bancos de alimentos las usuarias son principalmente mujeres, y estamos conociendo la pobreza energética, con un descenso en los consumos de electricidad y de gas. Además, las condiciones laborales y los sueldos de las mujeres están empeorando, está aumentando el trabajo informal, y cada vez somos más las mujeres que no tenemos ningún sueldo.

A pesar de que las condiciones laborales y sueldos de las mujeres estén empeorando, las mujeres tenemos ahora más trabajo que nunca. Porque la cantidad de trabajo no nos ha disminuido. Tenemos que trabajar más para asumir el cierre de centros de 0 a 3 años y los recortes en las guarderías, el cierre de centros de día y de la tercera edad y los recortes en servicios sociales. Hemos tenido que seguir asumiendo el cuidado colectivo, manteniendo la responsabilidad sobre las necesidades afectivo-psicológicas. Los trabajos de cuidado y del hogar son tan necesarios como el trabajo remunerado. Es más, son necesarios para el bienestar de las personas. Para hacer frente a las necesidades de la sociedad, de los individuos, de las familias, de los barrios y de los pueblos, reivindicamos que los hombres también tienen que participar en los trabajos relacionados con el cuidado de las personas; como también reivindicamos que las mujeres también tenemos derecho y necesidad de ser cuidadas.

Reivindicamos la visión integral del trabajo e intentaremos mediante nuestra actividad política, en la calle y en las instituciones, situar los trabajos del hogar y del cuidado en el epicentro de la actividad política, alejándolos de la lógica del mercado y situándolos al servicio de la vida y de las personas.

Para hacer frente a esta situación, las mujeres de EH Bildu reivindicamos que es necesario superar las relaciones de poder que existen entre mujeres y hombres y construir nuevos modelos de relación. Nos marcamos como objetivo la transformación de la sociedad en clave feminista para hacer frente a esta situación. Para ello, se deben redistribuir los espacios y los recursos, conseguir espacios donde tomar decisiones y participar y equilibrar el reparto de los trabajos del cuidado y los remunerados.

Antes de terminar, queremos adoptar públicamente el compromiso de que haremos frente a los recortes que nos quieren imponer: haciendo frente a la precarización de las condiciones de vida de las mujeres, mejorando los servicios sociales, reconociendo los trabajos relacionados con el cuidado, trabajando para mejorar las condiciones de los sectores laborales donde predominan las mujeres y exigiendo medidas para mejorar las condiciones de las mujeres que se dedican al empleo sumergido.

Por último, y ante la ofensiva que nos llega desde la derecha, no podemos dejar de citar la involución que quiere aplicar el Estado español en la Ley del Aborto, una decisión que va en contra de la capacidad de decisión de las mujeres. Nos tendrán enfrente, porque nuestro cuerpo es nuestro. Recuperaremos esa reivindicación histórica y saldremos a la calle junto con el movimiento feminista. Porque en pleno siglo XXI nos quieren negar el control y la capacidad de decisión sobre nuestros propios cuerpos.

Las que nos hemos reunido hoy aquí hacemos nuestras las reivindicaciones del feminismo y del movimiento feminista y nos comprometemos a desarrollar una dinámica política eficiente en esa dirección. Y os animamos a participar en las movilizaciones convocadas por el movimiento feminista para el 8 de marzo, porque es responsabilidad de todos construir una Euskal Herria feminista.

Convocatorias del movimiento feminista:
Mediodía: 8 de marzo, 12:30, Parlamento de Gasteiz
Altsasu 19:00 plazan
Arrasate 19:00 Seber Altube plaza
Baionan 18:30 Herriko etxea
Barakaldo 12:00 Herriko plaza
Barañain 19:00 udaletxe plaza
Basauri 17:00 Arizgoiti plaza
Bilbon 19:30 Arriaga
Donostian 19:30 Boulevard
Durangon 20:15 Santa Ana Plazan
Gasteizen 20:00 San Anton
Irunean 20:00 gaztelu plazan
Itzulbaltzeta 20:00 Santa Eugenia Plaza
Legazpi 19:00 Euskal Herria plaza
Leioa 20:00 Boulevard-en
Ondarru 18:00 Alamedatik
Urretxu-Zumarraga 19:00 Areizaga kaleibarren

Alternatiba asegura que el recorte brutal del 20% en Emakunde refleja las intenciones de Urkullu en materia de igualdad

La portavoz nacional de Alternatiba Amaia Agirresarobe ha criticado duramente los recortes anunciados ayer por el ejecutivo de Iñigo Urkullu en el Instituto Vasco de la Mujer, que disminuirán en más de un 20% su presupuesto del ente, “dejando en evidencia que las políticas de igualdad que sirvan para superar las desigualdades que sufren las mujeres respecto a los hombres no son, ni mucho menos, una prioridad para el gobierno del PNV”.

Desde la formación de izquierdas han querido subrayar que el recorte de más de un millón de euros en el presupuesto de Emakunde será, en realidad, mayor al oficialmente anunciado, ya que ayer la nueva directora del ente público, Izaskun Landaida, anunció también la recuperación de las competencias atribuidas en la anterior legislatura a la Dirección de Atención a las Víctimas de Género, dependiente del departamento de Interior y que Alternatiba ya denunció en su día, “al recuperar las funciones que le habían sigo asignadas a Interior, es evidente que Emakunde verá limitada su capacidad de actuación”.

Finalmente, Agirresarobe ha lamentado volver a escuchar el argumento del Gobierno de Urkullu que “ha pasado de establecer supuestas líneas rojas frente a los recortes sociales a la socorrida frase de hacer lo mismo con menos dinero, que en este caso demuestra ser tan impracticable como irreal”. Por ello, desde Alternatiba han exigido al ejecutivo “que integre la defensa de los derechos de las mujeres en su acción, y no solo en un discurso que se demuestra falaz cuando en la práctica recibimos recortes brutales en un organismo como Emakunde”.

El feminismo es un impertinente… también para la izquierda

Por Nuria Varela – Feminista, escritora y periodista

El feminismo es un impertinente –como llama la Real Academia Española a todo aquello que molesta de palabra o de obra–. Es muy fácil hacer la prueba. Basta con mencionarlo. Se dice feminismo y cual palabra mágica, inmediatamente, nuestros interlocutores tuercen el gesto, muestran desagrado, se ponen a la defensiva o, directamente, comienza la refriega.

¿Por qué? Porque el feminismo cuestiona el orden establecido y la moral y la costumbre y la cultura y, sobre todo, el poder. El feminismo todo lo que toca, lo politiza. No hay nada más políticamente incorrecto que el feminismo porque pone en evidencia los ejercicios ilegítimos de poder de la derecha y de la izquierda; de conservadores y progresistas; en el ámbito público y en el privado; de los individuos y de los colectivos.

El feminismo fue muy impertinente cuando nació. Corría el siglo XVIII y los revolucionarios e ilustrados franceses –también las francesas–, comenzaban a defender las ideas de “igualdad, libertad y fraternidad”. Por primera vez en la historia, se cuestionaban políticamente los privilegios de cuna y aparecía el principio de igualdad. Sin embargo, las mujeres que habían participado activamente en esa revolución, a partir de 1793, fueron excluidas de los derechos políticos recién estrenados. En octubre se ordena que se disuelvan los clubes femeninos. No pueden reunirse en la calle más de cinco mujeres. En 1795, se prohíbe a las mujeres asistir a las asambleas políticas. Aquéllas que se habían significado políticamente, dio igual desde qué ideología, fueron llevadas a la guillotina o al exilio.

Quince años más tarde, el Código de Napoleón, imitado después por toda Europa, consagra la minoría de edad perpetua para las mujeres.

Como explica Amelia Valcárcel: “Fueron consideradas hijas o madres en poder de sus padres, esposos e incluso hijos. No tenían derecho a administrar su propiedad, fijar o abandonar su domicilio, ejercer la patria potestad, mantener una profesión o emplearse sin permiso, rechazar a su padre o marido violentos. La obediencia, el respeto, la abnegación y el sacrificio quedaban fijadas como sus virtudes obligatorias. El nuevo derecho penal fijó para ellas delitos específicos que, como el adulterio y el aborto, consagraban que sus cuerpos no les pertenecían. A todo efecto ninguna mujer era dueña de sí misma, todas carecían de lo que la ciudadanía aseguraba, la libertad”.  

No es el único ejemplo. Las “traiciones”, desencuentros y enfrentamientos del feminismo con los movimientos progresistas y de izquierdas forman parte de la historia.

Un siglo después, las sufragistas, que iniciaron su experiencia política luchando contra la esclavitud y en los movimientos abolicionistas, vivieron con estupor cómo después de todo su trabajo en contra de la esclavitud, la recompensa fue que en 1866, el partido Republicano al presentar la Decimocuarta Enmienda a la Constitución que por fin concedía el voto a los esclavos, negaba explícitamente el voto a las mujeres. La enmienda sólo era para los esclavos varones liberados. Pero aún sufrieron otra traición. Más dolorosa si cabe. Ni siquiera el movimiento antiesclavista quiso apoyar el voto para las mujeres, temeroso de perder el privilegio que acababa de conseguir.
Como anécdota –o quizá no por casualidad–, la primera novela antiesclavista del continente americano es una obra de Harriet Beecher Stowe, escritora estadounidense que en 1851 publica por entregas la conocida La Cabaña del Tío Tom.

También Flora Tristán, precursora y avanzadilla de las feministas socialistas, explicaba su situación de conflicto: “Tengo casi al mundo entero en contra mía. A los hombres porque exijo la emancipación de la mujer; a los propietarios, porque exijo la emancipación de los asalariados”.

Igual han quedado para la historia las reflexiones de August Bebel el hombre que procuró desarrollar las tesis marxistas sobre lacuestión femenina: “Hay socialistas que se oponen a la emancipación de la mujer con la misma obstinación que los capitalistas al socialismo. Todo socialista reconoce la dependencia del trabajador con respecto al capitalista (…) pero ese mismo socialista frecuentemente no reconoce la dependencia de las mujeres con respecto a los hombres porque esta cuestión atañe a su propio yo.”

Antológica la regañina de Lenin a Clara Zetkin, la alemana que realmente puso las bases para un movimiento socialista femenino, dirigió la revista femenina Igualdad y organizó una Conferencia Internacional de Mujeres en 1907 que se mantiene viva hasta hoy –aunque en 1978 cambió el nombre por el de Internacional Socialista de Mujeres–: “Clara, aún no he acabado de enumerar la lista de vuestras fallas. Me han dicho que en las veladas de lecturas y discusión con las obreras se examinan preferentemente los problemas sexuales y del matrimonio. Como si éste fuera el objetivo de la atención principal en la educación política y en el trabajo educativo. No pude dar crédito a esto cuando llegó a mis oídos. El primer estado de la dictadura proletaria lucha contra los revolucionarios de todo el mundo… ¡Y mientras tanto comunistas activas examinan los problemas sexuales y la cuestión de las formas de matrimonio en el presente, en el pasado y en el porvenir!”
Fue Heidi Hartmann quien describió la relación entre marxismo y feminismo como un matrimonio mal avenido.

También Alejandra Kollontai tuvo numerosos enfrentamientos dentro de su propio partido al hacer suya la idea de Marx de que para construir un mundo mejor, además de cambiar la economía tenía que surgir el hombre nuevo. Así, defendió el amor libre, igual salario para las mujeres, legalización del aborto y la socialización del trabajo doméstico y del cuidado de los niños, pero sobre todo, señaló la necesidad de cambiar la vida íntima y sexual de las mujeres. Para Kollontai, era necesaria la mujer nueva que, además de independiente económicamente, también tenía que serlo psicológica y sentimentalmente. Rotunda, para Kollontai no tiene sentido hablar de un“aplazamiento” de la liberación de la mujer, en todo caso, habría que hablar de un aplazamiento de la revolución. Como anécdota, en el local donde se iba a celebrar la primera asamblea de mujeres que Kollontai convocó, apareció  el siguiente  cartel:  “La asamblea sólo para mujeres se suspende, mañana asamblea sólo para hombres”.

Llegaron los años sesenta (del siglo XX) y fueron intensos en cuanto a agitación política. Nace la Nueva Izquierda y el resurgir de diversos movimientos sociales radicales como el movimiento antirracista, el estudiantil, el pacifista y el feminista, claro. A todos les unía su carácter contracultural. No eran reformistas, no estaban interesados en la política de los grandes partidos, querían nuevas formas de vida. Muchas mujeres entraron a formar parte de este movimiento de emancipación .

Pero, una vez más, aparecieron las contradicciones en esa Nueva Izquierda. Robin Morgan escribió lo que hacían en aquellas revolucionarias reuniones: “Como quiera que creíamos estar metidas en la lucha por construir una nueva sociedad, fue para nosotras un lento despertar y una deprimente constatación descubrir que realizábamos el mismo trabajo en el Movimiento que fuera de él: pasando a máquina los discursos de los varones, haciendo café pero no política, siendo auxiliares de los hombres, cuya política, supuestamente, reemplazaría al viejo orden”.

Además, las mujeres se enfrentaban a su invisibilización como líderes, a que los debates estuviesen dominados por los hombres y a que sus voces no fuesen escuchadas. La opresión sólo se analizaba teniendo en cuenta la clase social. El sexismo o era objeto de bromas o no entraba en los debates teóricos. Así las cosas, aunque las mujeres sentían que las cuestiones que afectaban de manera más directa a sus vidas (la sexualidad, el reparto de las tareas domésticas, la opresión…) debían pasar a formar parte de la discusión política, no lo conseguían.
En palabras de Ana de Miguel, puesto que el hombre nuevo se hacía esperar demasiado, la mujer nueva –de la que tanto hablabaKollontai a principios de siglo–, optó por tomar las riendas. La primera decisión política del feminismo fue la de organizarse de forma autónoma, separarse de los varones. Así se constituyó el Movimiento de Liberación de la Mujer.

En mayo del 2011, en la Puerta del Sol de Madrid, ocurrió una historia que Belén Gopegui contó con detalle:

“Alguien arrancó el jueves de cuajo una pancarta que decía “La revolución será feminista o no será”. Es la única pancarta que se ha arrancado y el problema mayor fue que mientras el individuo se golpeaba el pecho a lo King Kong, un grupo grande de gente le aplaudió y abucheó a las mujeres. Cuando bajaron del andamio había debajo un grupo que insultó a quienes habían subido la pancarta. La historia importa porque revela que Sol (la acampada) no es magia ni una ilusión pasajera sino un lugar hecho con nuestras vidas patriarcales y capitalistas que quieren vivir. La historia importa porque la reacción de la carpa feminista fue convocar un taller de feminismo para principiantes a donde asistieron muchas personas. Y allí se preguntó a quienes asistíamos qué entendíamos por feminismo. Y se dijo que era comprensible, lo cual no quiere decir justificable, que haya reacciones de miedo y prepotencia por parte de quienes han interiorizado sus privilegios machistas como si fueran naturales y ven que se ponen en cuestión. Fue un momento, uno más, de inteligencia colectiva en marcha”.

Larga es la historia de las resistencias de buena parte de los integrantes de la izquierda con la igualdad entre mujeres y hombres. Tan larga que podemos reconstruirla desde la Revolución Francesa hasta el 15M.

Escribo todo esto ante el estupor que me han provocado algunos comentarios al hilo del Debate de la Redacción planteado por el periódico La Marea sobre la conveniencia o no de publicar un anuncio que se consideró sexista. La redacción decidió rechazar el anuncio y lo hizo público en el número siguiente, lo contó a sus lectores y lectoras, tanto que había rechazado el anuncio como las razones que le habían llevado a tomar esa decisión. Esto motivó una viva polémica y la mayoría de los comentarios fueron en contra de esa decisión. El estupor me lo provoca no que mucha gente se manifieste con una postura contraria a la tomada por la redacción, todo lo contrario, ésa es la parte interesante, el debate suscitado, sino porque se continúan reproduciendo los mismos argumentos y actitudes en una parte del público de La Marea, que mayoritariamente es de izquierdas y progresista.

Directamente no hay debate. Se recurre a la misma estrategia que ya se utilizó contra las sufragistas (la ridiculización y el ninguneo). Se utilizan argumentos como la censura. ¿Censura? Si hay algo censurado en el debate público y en los medios de comunicación es el feminismo, es casi imposible plantearlo sin que, como ha ocurrido en el debate de La Marea, inmediatamente te descalifiquen. Es muy curioso cómo se dan lecciones y cómo se considera que ser feminista significa carecer de cultura y ser un mal profesional, en este caso, un mal periodista. Será que no sabía María Moliner de lengua y lenguaje o Eulàlia Lledó o Mercedes Bengoechea, por ejemplo. Aún es más curioso que el abuso del cuerpo de las mujeres en su representación artística se justifique como “creación” como si no fuese la cultura, precisamente, la transmisora de valores. Como si no fuese la representación del cuerpo femenino por parte de los hombres uno de los lastres que aún soportamos.

Me viene a la memoria el eslogan de las Guerrilla Girls, el colectivo formado por artistas norteamericanas cuando plantearon a modo de lema/provocación:

“¿Hay que desnudarse para entrar en el Museum of Modern Art de Nueva York?  Si eres mujer parece que sí. Los números no fallan. Solo un 5% de los artistas son mujeres pero un 85% de los desnudos que se exhiben son de mujeres. Si eres mujer y quieres estar en el MOMA lo mejor será que te desnudes”.

Y ya, lo más curioso, es que se califica de trasnochado al feminismo cuando el machismo, la discriminación y la desigualdad están repuntando con una fuerza inusitada. Lo que es viejo, muy viejo es el machismo y el lenguaje excluyente y lo que esto significa, la democracia excluyente.

Sirva la anécdota de La Marea como excusa para recordar la  historia y proponer una pregunta vital en estos momentos: ¿Cuándo se planteará la izquierda (los partidos, los individuos, los colectivos sociales… ) un debate político, profundo y sereno, sobre su capacidad para integrar realmente -no formalmente-, la igualdad entre mujeres y hombres en todos sus postulados?, porque parece obvio que, sin mujeres, no hay democracia.

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Nacidas para ser violadas

Por Laura Gómez, Directora de Igualdad de la Diputación de Gipuzkoa

«BRUTAL violación de una joven india de 23 años por seis hombres en un autobús de nueva Delhi». «Secuestro y violación de una niña de nueve años por dos hombres en Pakistan». «Violación de una menor de 17 años por tres jóvenes en el barrio de Egia de Donostia». «Dos chicos intentan agredir sexualmente a dos chicas de 19 años en Elgoibar, Gipuzkoa».

Cotidianamente nos toca lidiar con la rabia y la indignación que nos despierta tanta violencia machista brutal contra las mujeres. Es imprescindible para nuestra propia supervivencia que nosotras, el gran blanco de esa violencia, creemos discursos rebeldes, que no dejen ninguna agresión sin respuesta. Porque si agreden a una mujer, nos agreden a todas.

Los ataques a mujeres en Gipuzkoa que han saltado a los medios de comunicación en las últimas semanas han motivado un sinfín de artículos. Lejos de los análisis excesivamente simplistas que reducen la violencia machista a casos puntuales, nos gustaría contribuir a este debate proponiendo reflexiones acerca de las verdaderas causas de esta realidad, que son complejas, y de la dirección que debemos seguir para que las mujeres, algún día, podamos vivir en paz.

Las agresiones sexuales y, entre ellas, las violaciones, son realidades cotidianas para todas las mujeres en nuestro territorio y en cualquier parte del mundo, aunque nos guste más colocarlas en el extranjero. Resulta imposible cuantificar la magnitud de las agresiones sexuales masculinas contra las mujeres. Las que se conocen son únicamente las que trascienden a lo público a través de los medios de comunicación, o aquellas que han sido denunciadas previamente. El resto, la inmensa mayoría, no transciende, entre otras cosas, porque es un delito difícil de denunciar para las mujeres.

No hay una «tecla mágica» que permita acabar con la violencia machista contra las mujeres, como se sugiere en algunos análisis recientes, porque la tecla es, ni más ni menos, un sistema capitalista, sexista y patriarcal (legal, jurídico, social, cultural…) que ampara y legitima las desigualdades entre mujeres y hombres.

Desde esta perspectiva, los ataques machistas no se explican por una conducta aislada de algunos individuos, sino que son parte de un sistema que permite la existencia de un clima de permisividad, mayor o menor, en el ejercicio de la violencia contra las mujeres. Ese clima se construye a través de la legitimidad dada a una infinidad de comportamientos violentos y machistas, de distinto tipo y gravedad, pero que constituyen, al fin y al cabo, agresiones que vivimos las mujeres a lo largo de nuestra vida. Unas agresiones sexuales que se confunden, en muchas ocasiones, como formas legítimas de ligar, y se relativiza su gravedad porque parecen formar parte de los códigos naturales del cortejo heterosexual.

Pues no. Los hombres agreden sexualmente a las mujeres para mostrar su dominación sobre estas en el plano más íntimo, la sexualidad, y porque creen poder hacerlo. Esto nos recuerda a todas que, en el fondo, somos un agujero, un objeto, un cuerpo violable.

Todas las mujeres tenemos miedo a ser violadas y, siguiendo el guión del miedo en el que hemos sido socializadas, creemos tener la responsabilidad de prevenir que esto nos ocurra. Así, la sociedad en su conjunto evaluará si la agresión era justificable o no, se nos preguntará cómo íbamos vestidas, por qué pasamos por allí, si estuvimos coqueteando con el agresor, que por qué nos fuimos a su casa… La culpa, el estigma de la violada y la duda sobre la veracidad de lo sucedido explica, en última instancia, por qué tan pocas mujeres se atreven a denunciar.

¿Y qué pasa con los agresores? ¿Para cuándo educar a los hombres explicándoles que no se grita guarradas entre cinco a una chica que va sola por la calle a las tres de la mañana, que no hay que tocar el culo en los bares, que los roces con los genitales son un ataque, que hay distancias mínimas que respetar al hablar y, sobre todo, que cuando una mujer dice no es no?

Se hace urgente que todos los hombres reflexionen y se planteen su protagonismo en la violencia machista: sus dificultades para identificar qué es una agresión y qué no, su participación activa en las mismas, así como su papel como mero espectador pasivo de una agresión, pese al rechazo de esta. Por tanto, la «tecla» consiste, sencillamente, en que la prioridad de organizar la vida en común de todas y todos sea colocar a las personas en el centro y en igualdad. Así es cómo se crean las condiciones para que podamos vivir vidas libres de violencias machistas. Las campañas de concienciación e información, la autodefensa feminista, los mapas de la ciudad prohibida, la coeducación son instrumentos necesarios, imprescindibles, pero no suficientes si las políticas de igualdad son marginales. Tomemos nota o jamás acabaremos con la violencia machista hacia las mujeres.

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Alternatiba denuncia que el alcalde de Barakaldo siga sin hacer “absolutamente nada” ante las agresiones contra mujeres en el municipio

El portavoz de Alternatiba en Bizkaia Asier Vega, ha calificado hoy de “lamentable” el debate sobre competencias entre la Diputación de Bizkaia y el ayuntamiento de Barakaldo de cara a solventar un punto negro para la violencia machista como los túneles de Lutxana, y ha instado a ambas instituciones a “solucionar los problemas generados por un modelo urbanístico al servicio de los macro centros comerciales, que ignora por completo las necesidades ligadas a los trabajos de cuidados, desempeñado mayoritariamente por mujeres, y da la espalda al trabajo hecho por una asociación de mujeres de Barakaldo que ha señalado cuáles son los lugares percibidos como potencialmente inseguros para la mitad de su población”.

Desde Alternatiba Bizkaia, han demandado una planificación de pueblos y ciudades desde la perspectiva de género, para “evitar que existan lugares prohibidos para las mujeres por el riesgo de sufrir agresiones en los mismos”. En este sentido, han querido subrayar que el colectivo feminista Argitan denunció la existencia de muchos de los puntos negros hace casi 4 años, “puntos como el de pasadizo de Lutxana donde el ayuntamiento no ha hecho absolutamente nada en todo este tiempo y donde se han producido ataques contra mujeres, como el del pasado mes de octubre”. En este sentido, Vega ha acusado al alcalde Tontxu Rodriguez de excusarse con cuestiones competenciales entre ayuntamiento y diputación, “¿acaso no le parece suficiente que las mujeres violadas sean del municipio en que gobierna?”.

Con todo, el portavoz de la formación de izquierdas y juntero por Ezkerraldea, ha recordado que junto con las soluciones urbanísticas necesarias ante la percepción de inseguridad, es imprescindible subrayar que el origen de la violencia machista y, en concreto, la causa de las agresiones sexuales; “que no se dan ni por azar ni por casuística, sino porque existen hombres que ejercen la violencia, expresión más cruda pero ni mucho menos única del patriarcado, contra las mujeres”. Así pues, Vega ha defendido un cambio radical en la sociedad, que haga “innecesario victimizar y tutelar a las mujeres”, un cambio, ha proseguido, “que hace necesario que las autoridades municipales se pronuncien cuando, por ejemplo, se celebran fiestas sexistas en las discotecas del municipio cuyo reclamo es prácticamente el sorteo de mujeres”.

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