Vida, cuidados y empleo

Luis Salgado – Alternatiba

En tiempo electoral, quien más quien menos, menta el cambio. Los más lo hacen para referirse al cambio de gobierno, quítate tú y me pongo yo, remarquemos matices y digamos que lo cambiamos todo para que todo siga igual. Los menos hablan de cambiar el Modelo, el Sistema pero lo hacen desde lo sectorial, desde un cambio económico, productivo y/o desarrollista, sin embargo,  pocas, muy pocas, son las que cuestionan realmente las raíces del Sistema depredador en el que vivimos, pocas las verdaderamente radicales por tanto. Y es que si queremos enfrentar al Sistema, si realmente queremos vivir en un mundo diferente, en un mundo más humano es imprescindible cambiar el principal paradigma, se trata de elegir, no de votar, elegir una opción entre la dicotomía presentada; la vida o la economía.

Poner la vida en el centro no es sólo un lema bonito que cómo todos los buenos lemas, la derecha sabrá apropiarse y utilizar cómo ha hecho con la sostenibilidad. Poner la vida en el centro significa que todo, absolutamente todo debe partir del concepto base del mantenimiento de la vida como el máximo valor a preservar. En esa línea, desde un planteamiento de defensa de la vida como el recurso máximo, el cuidado de la misma debiera ser apreciado y valorado desde lo social, desde lo económico, e incluso desde lo productivo. No podemos, ni nos podemos permitir dejar el cuidado en manos de la familia, en manos de la voluntariedad y el amor, ese amor idealizado que sostiene al Sistema más injusto, asesino y cruel cómo es el Patriarcado.
 
Vivimos en un mundo en el que tiene mayor reconocimiento un hombre, blanco, de mediana edad, poseedor de un holding armamentístico cuya fortuna se basa en la destrucción, la guerra y el asesinato que esa mujer que cuida a sus hijos, a los hijos y al padre del empresario asesino. Y no sólo es una cuestión de dinero, es también y sobre todo de reconocimiento social, o acaso en la última conversación de tu cuadrilla no has notado como a ese ingeniero que viaja a China, a Emiratos Árabes, a Arabia Saudí para vender sus productos industriales, todo el mundo le mira con cierta admiración y envidia, mientras que a su pareja, que cuida de sus hijos, de su hogar y trabaja como auxiliar en una residencia nadie le presta atención.
 
Los cuidados se han enmarcado desde la antigüedad dentro del ámbito doméstico, han recaído en la familia, e históricamente en la mujer, si bien es cierto que hasta la llegada del cristianismo a Europa, tanto en la República Romana como en los primeros siglos del Imperio, y aún con la existencia de un modelo familiar totalmente patriarcal, el espacio ocupado por las mujeres sí contaba con un cierto reconocimiento social, de forma que no es difícil encontrar mujeres relevantes en la sociedad romana. Con la llegada del cristianismo y la caída del Imperio la degradación de la mujer y sus labores serán constantes, los cuidados serán literalmente relegados a ese espacio íntimo, enclaustrando y menospreciando esas labores básicas para el mantenimiento de la vida y encarcelando con ellos a la mujer.
 
A partir de la II Guerra Mundial la mujer empieza ha recuperar pequeños espacios sociales, pero lo hacen ocupando los huecos dejados por los hombres que van al frente y que obligan al sistema productivo a buscar mano de obra femenina para dichos huecos. Sin embargo, terminada la guerra una nueva ofensiva patriarcal en todo el mundo occidental intenta volver a encerrar a la mujer en casa, y así, los cincuenta se llenan de mujeres modelo, amas de casa perfectas, abnegadas, silenciosas que lo inundan todo, con una industria televisiva en auge que adoctrina con sus anuncios, sus series, sus films, pero se había abierto una grieta y por ella, con grandes luchas las mujeres irán abriéndose paso en el mundo masculino de la producción, de la política, de la gestión.
 
Sin embargo, si es cierto que la mujer ha logrado, con mayor o menor incidencia entrar en el mundo hermético del patriarcado, lo que no ha cambiado ha sido el menosprecio por los trabajos reproductivos. Éstos siguen recayendo mayoritariamente en las mismas mujeres que ahora, además, desarrollan trabajos fuera del hogar, lo que, como efecto colateral provoca problemas para el mantenimiento de la vida, para el cuidado del productor, productora, de la prole y de las personas mayores. Para dar una solución a esos problemas al Sistema no le queda otro remedio que crear empleos en el ámbito reproductivo, empleos que nuevamente recaerán sobre las mujeres, empleos con peores condiciones laborales que sus homólogos productivos, con peores salarios, con peores horarios, con peores regulaciones, y sobre todo, subsidiarios de los empleos productivos, esto es, si la economía productiva se resiente por una crisis, los primeros puestos que desaparecerán serán los de los trabajos reproductivos. Esto se ha podido ver claramente estos últimos años al observar como, con la excusa de la crisis económica, los gobiernos han comenzado a legislar para que estos cuidados regresen al hogar, a la familia y con ello nuevamente a las espaldas de las mujeres, ya que son estas, las que al trabajar en un sector en declive y con peores condiciones que el del hombre, tienden a abandonar el mercado laboral para hacerse cargo de esos cuidados que el Estado ya no cubre.
 
Con todo esto, pensemos. Han sido muchos siglos poniendo en valor el productivismo, la producción de bienes de consumo, de armamento, de maquinaria, al tiempo que el hecho fundamental e imprescindible que es la vida y el cuidado de la misma quedaba relegado a un segundo plano, oculto tras puertas y candados. ¿No os chirría que sea más importante producir que vivir? De hecho ¿Creéis que se puede producir sin estar vivo? Entonces ¿por qué permitímos que nuestra vida gire en torno a nuestra capacidad de producir, y no pensamos que es la producción la que tiene que estar direccionada hacia la vida? Yo os responderé, porque esa es la verdadera revolución que nos hará libres, nos hará iguales, y nos hará seres vivos y no un virus que acabe con todo. Esa es la verdadera Cábala. ¿Podemos reformar éste Sistema Capitalista Patriarcal? No, la única solución es acabar con él para que pueda surgir la VIDA de nuevo.
 

Fatuarte: «Menos puntos morados en las fachadas de los edificios municipales y más compromisos frente a la violencia machista»

Intervención de nuestra compañera de Alternatiba y concejal de EH Bildu Bilbo Alba Fatuarte en el último pleno municipal en torno a la respuesta del consistorio frente a las agresiones machistas que se producen en la villa.

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Como en reiteradas ocasiones se ha subrayado, las administraciones públicas tienen una especial responsabilidad en la lucha contra la perversa normalización de la violencia machista. Para ello, es imprescindible primeramente ampliar la mirada sobre las manifestaciones de violencia machista, y seguidamente, visibilizar y responder de manera urgente a todas las formas de violencia machista que suceden a nuestro alrededor, incluídas las ocurridas en el marco de la transfobia, lesbofobia, o la homofobia. De ahí la enmienda de adición que hemos presentado, con intención de completar la propuesta de Udalberri de hacer un minuto de silencio en cada pleno, que nos parece correcta. Aunque matizamos que nosotras, antes de guardar minutos de silencio, preferimos no callarnos; alzar la voz. Por que son ya demasiados siglos de silencio y pasividad. El silencio es el ruido de fondo del machismo y su violencia, que hay que callar con el ruido de la democracia, con el sonido de la acción feminista frente a la injusticia sangrienta de la violencia machista.

En todo caso, evidentemente, siempre estaremos a favor de dar una mayor visibilidad a todos los ataques machistas que se produzcan, y creemos que hay que responder a cada caso, con la intensidad que requiere. A día de hoy el Ayuntamiento de Bilbao convoca la junta de portavoces y llama a una concentración cada vez que una vecina de Bilbao es asesinada por una agresión machista. En este caso, pedimos que se dé un paso más, denunciando públicamente cualquier agresión grave que se produzca en la Villa, así como convocando a la ciudadanía a concentrarse frente al Ayuntamiento, cada vez que una mujer muera en Euskal Herria por causas de violencia machista.

Menos puntos morados en las fachadas de los edificios municipales y más compromisos concretos. Eso es lo que demandamos.

Fatuarte: «Las trabajadoras del hogar carecen de las mínimas condiciones laborales para poder ejercer su cuidado propio»

Intervención de nuestra compañera de Alternatiba y concejal de EH Bildu Bilbo Alba Fatuarte en el último pleno municipal en torno a la solicitud presentada por la coalición para que el consistorio inste a Osalan a investigar la muerte de Verónica del Carmen, trabajadora sin papeles de 28 años, como consecuencia de un accidente laboral en la casa en la que trabajaba.

Verónica del Carmen, trabajadora de 28 años, nacida en Nicaragua, que vivía desde hace 4 años en Bilbao, fallecía el martes 13 de octubre en Derio, como consecuencia de un accidente laboral en la casa en la que trabajaba como cuidadora de una persona mayor. Pero al estar en situación irregular, estos hechos no han sido investigados. Por ello, EH Bildu ha demandado en el Pleno de hoy un pronunciamiento plenario que exija a Osalan que investigue su muerte. PNV, PSOE y PP se han opuesto.

La invisibilización que ha rodeado a este caso pone de manifiesto la precariedad en la que tantas personas cuidadoras viven, así como las injustas consecuencias de la aplicación de la Ley de Extranjería actual, que vulnera derechos fundamentales como el derecho al trabajo, en este caso de mujeres que, como Verónica, están haciendo una labor de cuidados fundamental para la sociedad vasca.

Verónica del Carmen carecía de contrato laboral y sus condiciones laborales eran muy duras: no se le garantizaban los tiempos de descanso necesarios, ni su derecho a recibir atención sanitaria, entre otras vulneraciones de derechos laborales. Es por ello que este Ayuntamiento debería de solicita a la autoridad laboral de Euskadi, Osalan, que ponga todos los medios necesarios para esclarecer lo sucedido y tome las medidas necesarias en este caso, acudiendo al ámbito judicial si es preciso.

Es necesario garantizar todas las medidas de protección de la salud y seguridad de los y las trabajadoras y una mayor implicación en las mismas por parte del conjunto de agentes de las empresas y administraciones.

El colectivo de las “trabajadoras de hogar” carece de las mínimas condiciones laborales para poder ejercer el cuidado propio, desde el punto de vista de la salud física y emocional. La desprotección que sufren estas trabajadoras hace que en un trabajo en el que la función principal es cuidar a otras personas, no se contemple el cuidado de quien cuida.

Esa es la cuestión de fondo; una cuestión que ustedes desde el gobierno intentan evadir con la enmienda que nos han presentado. Ya que hablan ustedes de que lamentan todos los accidentes laborales, pero en este caso la cuestión reside en que la muerte de Verónica del Carmen NO se considera accidente laboral por la situación de irregularidad en la que se encontraba. Y este no es un hecho aislado; es una realidad; una realidad que parece ser incómoda para las instituciones, que aun siendo conscientes de su existencia, no la abordan. La pregunta es ¿por qué? Será, porque todas estas personas ayudan a sostener un sistema de cuidados que sería imposible fuera de la lógica de mercado en la que nos encontramos.

El caso es que Verónica del Carmen era una ciudadana de Bilbao, que trabajó y murió en condiciones de semi exclavitud; y si este gobierno no es capaz ni siquiera de exigir a las autoridades laborales competentes la investigación y exclarecimiento exhaustivo del caso, no seré yo quien diga que serán cómplices de la siguiente víctima de este sistema, pero desde luego algo de responsabilidad tendrán en la total desprotección de las personas que trabajan en estas condiciones.

EH Bildu Bilbo

No soy feminista

Luis Salgado – Alternatiba

Hoy voy a confesar que no soy feminista, y no lo soy por el mismo motivo que un blanco de clase alta del Upper East Side Newyorkino no podrá ser nunca un negro de Brooklin, por mucho que escuche rap, vista como un gangsta, y se manifieste en favor de la igualdad racial mientras disfruta de los privilegios de ser la clase la dominante en una de las mayores urbes del planeta. Es lo que tiene vivir en el lado de la tostada que siempre cae hacia arriba. Y es muy importante ser consciente de ello, porque todo lo demás es pose.

Nunca me he considerado una persona dogmática, defiendo el derecho de todas las personas a equivocarse, a tener incoherencias, sin embargo, tan importante como tener principios, tener conciencia, o estar dispuesto a la lucha, es ser conscientes de esas incoherencias y ahí se incluyen los privilegios de clase, sean estos económicos, raciales o de género. No reconocer estos “errores” nos llevará irremediablemente a cometer otros peores.
 
No soy feminista, pero esto no quiere decir que no crea en el feminismo. A día de hoy el feminismo es sin duda una de las corrientes ideológicas que más a desarrollado su discurso, sino la más, pero lo seguro es que el feminismo es el único movimiento político que realmente desarrolla todo su discurso desde el concepto más básico, la vida y eso hace que irremediablemente choque con un Sistema patriarcal, capitalista, desarrollista, y militarista. Es sin duda el cuestionamiento total de un Sistema que nos anula como seres humanos y como sociedad para convertirnos en engranajes de una maquinaria pensada para el lucro y el control por una minoría. Un Sistema del que somos parte y sustento, también quienes decimos combatirlo, y al cual no haremos frente si no somos conscientes de ello.
 
Esa es la gran virtud del feminismo, desde la idea radical de que las mujeres son personas, y el concepto revolucionario de que la vida es el centro de todo, se ponen en cuestión la practica totalidad de los sistemas de opresión, y por supuesto, tiene errores, y tiene incoherencias, y tiene, tiene vida y no seré yo quien ponga la mirada en el dedo cuando lo importante es la luna que nos señalan.
 
Y lo sigo reconociendo, no soy feminista, y por eso me niego a que me den lecciones de feminismo esos hombres megainteligentes que defienden cómo algo lógico que cobre más un ingeniero industrial que trabaja mejorando armamento en una multinacional que luego será utilizado para destruir vida que una mujer extranjera explotada en el mercado laboral sumergido limpiando casas, cuidando de sus hijos y los hijos del ingeniero, del padre del ingeniero, solo porque para nuestras mentes estrechas cuidar, ser cuidado es algo que nace del amor, de la bondad y no requiere ser valorado, no al menos en la misma condición.
 
¡Y hay tantos ejemplos!. Y que fácil es pensar que tener algo más de sensibilidad en un tema ya nos da el marchamo necesario para presentarnos como adalides de algo. Que fácil resulta para John Smith viviendo en su loft de Upper East Side fardar ante sus xenófobos amigos de su lucha incansable por los derechos de los afroamericanos del Bronx mientras la empresa en la que trabaja saquea el Coltán africano amparados en mercenarios, y armamento de los buenos hombres blancos. Por eso y por mucho más no soy feminista pero sé que la revolución será feminista o no será.
 
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