El desamparo del Servicio de Asistencia Domiciliaria en Bilbao
Alternatiba-Bilbao denuncia la actitud del Ayuntamiento de Bilbao ante el ERE en el Servicio de Asistencia Domiciliaria
Alternatiba-Bilbao denuncia la actitud del Ayuntamiento de Bilbao ante el ERE en el Servicio de Asistencia Domiciliaria
«La visibilización, politización y priorización del cuidado es una tarea necesaria para la sostenibilidad.Representa un cambio de prioridades antipatriarcal y anticapitalista. Es antipatriarcal porque se enfrenta al orden que impone la división sexual del trabajo. Es anticapitalista porque socava el concepto y el valor que el mercado da al trabajo.»
Artículo de Yayo Herrero publicado en Diagonal
El crecimiento económico y la obtención de beneficios como prioridad social han conducido en apenas un par de siglos a un cambio global en los equilibrios dinámicos de los sistemas naturales a los cuales la especie humana está adaptada. Los límites físicos del planeta han sido superados y los sumideros que deben degradar los residuos que genera el proceso económico no dan abasto. Pero el modelo socioeconómico no ha crecido sólo a costa de los sistemas naturales, sino también a partir de la apropiación de los tiempos de las personas para ponerlos al servicio de la maquinaria económica. Ha sido evidente en el caso de las personas empleadas de manera remunerada, pero es mucho menos visible o invisible en lo referente a de los tiempos dedicados a la reproducción social y mantenimiento de la vida cotidiana (como los cuidados en el hogar).
La reducción de la noción de trabajo a la esfera exclusiva del empleo asalariado, oculta el hecho de que para que la sociedad y la economía se sostengan es imprescindible la realización de una gran cantidad de trabajo que tiene por fin la resolución de las necesidades y el bienestar de las personas. Labores que, debido la división sexual del trabajo que impone el patriarcado, recae de forma mayoritaria sobre las mujeres en el ámbito del hogar. Esta segregación por roles es la que permite a los hombres ocuparse a tiempo completo del trabajo mercantil, sin tener que ocuparse de las personas de su entorno o de ellos mismos.
Del mismo modo que los materiales de la corteza terrestre son limitados y que la capacidad de los bosques para absorber CO2 no es infinita, los tiempos de las mujeres para trabajar tampoco lo son. Los cambios en los modelos urbanos, la supervivencia de las personas hasta edades más avanzadas, la precariedad y la creciente dedicación de las personas al empleo remunerado, hacen que cada vez sea más difícil cubrir esos tiempos necesarios para mantener la vida cotidianamente. En algunos casos, algunas mujeres contratan a otras mujeres que, casi siempre en condiciones precarias, realizan parte de estas tareas a cambio de un salario. Colocar la satisfacción de las necesidades y el bienestar de las personas como objetivo del proceso económico representa un importante cambio de perspectiva. Así el trabajo que permite a las personas desarrollarse y mantenerse como tales se sitúa como un eje vertebrador de la sociedad.
El capitalismo ha logrado convertir a las fuerzas productivas en fuerzas destructivas que, sin saberlo, muchas veces obtienen el salario realizando una actividad que deteriora la base natural que permite sostener la vida y crea miseria en otras partes del mundo. Frente a ello, los trabajos domésticos son trabajos socialmente necesarios, dotados de sentido vital. No persiguen un aumento constante de la productividad, ni operan según el mecanismo de la competitividad. Conllevan una carga fuerte carga emocional (que no siempre tiene por qué ser positiva) y, a diferencia del mercado, responden a una ética centrada en las relaciones y en las necesidades humanas. El trabajo en el mercado está orientado a la obtención de resultados, pero la satisfacción de necesidades de cara a mantenerse vivo no tiene fin. En una sociedad que, debido a los límites físicos, tendrá que aprender a vivir bien con menos, que deberá adoptar un modelo de producción y consumo más sobrio y equitativo, hay que reflexionar sobre qué trabajos son social y ambientalmente necesarios, y cuáles son aquellos que no es deseable mantener. La pregunta para valorarlos es en qué medida facilitan el mantenimiento de la vida en equidad.
Si intentáramos clasificar los trabajos según su aportación a la calidad de vida, el orden de valoración sería diferente al actual. Podríamos diferenciar entre trabajos ligados a la producción de la vida y trabajos que provocan su destrucción. No basta con que el cuidado se reconozca como algo importante si no se trastoca profundamente el modelo de división sexual del trabajo. Es preciso romper el mito de que las mujeres son felices y se realizan cuidando. Muchas veces cuidar es duro y se hace por obligación, porque no se puede dejar de hacer. Por ello, porque es imprescindible, los hombres y la sociedad en su conjunto se tienen que responsabilizar de él.
La sostenibilidad social necesita la corresponsabilidad de hombres y mujeres en las tareas de mantenimiento de la vida, realizada en equidad y mantenida en el tiempo. Esta transformación puede provocar un cambio de enormes dimensiones: variaciones en los usos de los tiempos de vida, en el aprecio por el mantenimiento y la conservación, en la comunicación y en las formas de vida comunitaria. La visibilización, politización y priorización del cuidado es una tarea necesaria para la sostenibilidad. Representa un cambio de prioridades antipatriarcal y anticapitalista. Es antipatriarcal porque se enfrenta al orden que impone la división sexual del trabajo. Es anticapitalista porque socava el concepto y el valor que el mercado da al trabajo y denuncia la dependencia que el mercado tiene del trabajo de cuidado, además, propone la sustitución del objetivo de crecer por crecer por un compromiso con la defensa de las vidas (cualquier tipo de vidas) en condiciones dignas.
Colette Braeckman es periodista del periódico belga Le Soir. Ha acompañado a la Marcha Mundial de las Mujeres a Kivu. Sus crónicas pueden leerse en su página web http://blogs.lesoir.be/colette-braeckman/
Este artículo, traducido por Gustavo Buster, se ha publicado en la Revista Sin Permiso.
Imagen: Revista Sin permiso
La Marcha Mundial de las Mujeres acaba de realizar este mes de octubre una experiencia singular de diplomacia popular y de solidaridad internacional. Miles de mujeres han viajado hasta la provincia del Sur de Kivu, en el oriente de la República Democrática del Congo, para decir basta a las violaciones masivas, a la guerra alimentada por el expolio mercenario de sus riquezas minerales y a las intervenciones militares de todos los ejércitos y milicias de la región. Pocos días antes se había hecho público el informe de la Comisión de Investigación de Naciones Unidas sobre los crímenes cometidos en la región como continuación del genocidio ruandés y la llegada de milicias y refugiados hutus, perseguidos por el ejército de mayoría tutsi.
La movilización de las mujeres altermundialistas de la Marcha ha servido de catalizador para que las mujeres de la región y todo el Congo hayan adquirido de nuevo el protagonismo de su lucha contra la violencia de género sistemática que padecen. Reproducimos aquí dos crónicas de la conocida periodista belga Colette Braeckman, que ha acompañado a la Marcha Mundial de las Mujeres en el Sur de Kivu.
1 Homenaje a las mujeres mártires de Kivu
A lo largo de la carretera de Bukavu a Mwenga, un territorio en el corazón del Sur de Kivi, las concentraciones de aldeanos no recuerdan haber visto antes una caravana de coches semejante, con tal número de extranjeros juntos. Y sobre todo, en este territorio minero que es una especie de Far West tropical, más frecuentado por los soldados y los aventureros que por los altermundialistas, nadie recuerda haber oído jamás hablar de solidaridad, de justicia, de reparación…
Aquí, a cuatro horas de Bukavu por pista de tierra, las participantes de la Marcha Mundial de Mujeres han venido a hacer un minuto de silencio en este santuario del martirologio congolés, ante un futuro monumento cuya primera piedra han depositado, en homenaje a las trece mujeres y dos hombres que fueron enterrados aquí en octubre de 1999 tras ser arrojados a la fosa y cubiertos lentamente por los paletadas de tierra.
En la muchedumbre que se apelotan bajo la lluvia para ver a todos estos blancos, todos esos funcionarios, entre ellos la Ministra de Igualdad y la Infancia, que colocan la primera piedra de una futura casa de mujeres, se encuentra Machozi Asoni, de 60 años. Erguida, llena de arrugas, la mirada penetrante y la memoria intacta. Se acuerda de todo, porque estaba allí cuando los militares, a comienzos de octubre de 1999, invadieron el barrio: “buscaban brujas, a mujeres que fabricaban el gris gris para los Mai Mai” (los gris gris son unos amuletos que se cree hacen invulnerables a los combatientes angoleños, a los chicos de las aldeas que se oponen a la presencia de las fuerzas ruandesas). “La víspera, una joven que vivía con el jefe de los soldados había enfermado y había acusado a las mujeres de haberla maldito con un conjuro…”.
Machozi cuenta como siete mujeres, sus vecinas, fueron detenidas como escarmiento para las demás: “los militares rebeldes de la época, el RCD Goma (Unión Congolesa para la democracia, a las ordenes de Ruanda) las fueron a buscar, las golpearon y las arrojaron a una celda. Poco después capturaron a seis mujeres más y a dos hombres, igualmente sospechosos”.
La prisión sigue allí, con sus muros desteñidos por la lluvia y manchados de ese lodo rojo al que se pegan las semillas. Debajo de la escalera se ve una especie de fosa llena de agua: “Es ahí”, dice Machozi, “donde arrojaron a las mujeres, es ahí donde las tuvieron en cuclillas varios días. Oíamos sus gritos y lamentos, porque las habían golpeado en la cabeza con palos y las habían herido con las bayonetas. Antes de echarlas al agua, habían arrojado sal y los militares habían cubierto a las mujeres de pili pili y las habían abierto las vaginas con cuñas de madera para meterles dentro pimientos picantes…”
Otras dos mujeres interrumpen, se trata de Angelina Bibiha y Naluwinja Andropine, que también recuerdan: “las mujeres todavía estaban vivas cuando las sacaron de la cárcel. Las empujaron hasta el centro de Mwenga, totalmente desnudas, heridas, aunque todavía caminaban. Habían cavado una gran fosa en el suelo y las obligaron a bajar. Los militares comenzaron a arrojarles encima paletadas de tierra y las fueron enterrando mientras lloraban y gritaban de angustia…” Todos los habitantes de Mwenga asistieron al suplicio, pero las mujeres insisten: “en el gentío nadie se movió, ni un grito de protesta, ni una lagrima, los militares amenazaban con disparar al menor ruido. Decían que nos debía servir de lección, que no debíamos ayudar a los Mai Mai, nuestros hijos que luchaban contra los invasores llegados de Ruanda…”
En el descampado enlodado que debía de servir como pista de aterrizaje para los helicópteros que jamás llegaron por las lluvias torrenciales, una muchedumbre compacta se arremolina detrás de pancartas que reclaman justicia, la partida de los militares, reparación de los daños. En uno de los cartelones, que portan los “huérfanos de Mwenga” hay unos nombres pintados en rojo, los de los asesinos de las mujeres: Kasereka (probablemente un apodo), que era entonces el comandante militar, originario del Norte de Kivu, Ramazani, un soldado de Uvira, y su jefe, Amisi Tango Tour. Los dos primeros, nos dicen, “se esconden en las filas del ejercito congolés”. El tercero, Gabriel Amisi, ha ascendido como premio: hoy es comandante en jefe de las fuerzas de tierra. Todos ellos eran entonces auxiliares de una Ruanda que quería controlar el este del Congo.
Gracias a los acuerdos de paz de 2002, hoy se han integrado en las fuerzas gubernamentales y, en algunos casos, han cambiado de nombre. Por eso en Mwenga desconfían del ejército. “Algunas caras, nos hacen temblar” dicen Machozi y las otras mujeres…
Dando brincos por los baches de la pista de tierra roja durante horas, una pista escurridiza como si fuera de jabón, las delegaciones de la Marcha Mundial de Mujeres, van descubriendo, aldea tras aldea, las planicies abiertas del Congo: colinas desiertas, que hoy todavía ocupan los rebeldes humus que todavía saquean y matan cuando tienen la oportunidad, las aglomeraciones sobre pobladas donde se han refugiado los civiles expulsados de sus campos, toda esa gente que grita, que se abalanza pidiendo que se les ayude. Las mujeres tienen que hacer frente a una multitud de crímenes impunes: en Kasika, los aldeanos han bloqueado la carretera para explicar a la caravana como, el 24 de agosto de 1998, su Mwami (rey tradicional de los Bashi) fue asesinado en la Iglesia, como su mujer, embarazada de gemelos, fue abierta en canal sobre el altar, como fueron masacrados los curas y sus fieles.
En estos campos del Sur de Kivu, las violaciones y los asesinatos continúan y los aldeanos denuncian las operaciones militares en curso: los rebeldes de vengan de nosotros, los militares nos roban, la guerra nos impide cultivar la tierra…”
El domingo, miles de mujeres venidas de América, Europa y toda Africa (a excepción muy significativa de Ruanda) se reúnen en Bukavu. Depositan flores en un modesto memorial creado por las refugiadas de la guerra y, sobre todo, atraviesan el poblado cantando, gritando su solidaridad y reclamando justicia y reparación para sus hermanas congolesas. A Mwenga, la coordinadora local de la Marcha resume el sentimiento general y agradece a las mujeres del mundo entero haber hecho semejante viaje: “durante mucho tiempo, cuando contábamos los horrores que hemos padecido, temíamos que no nos creyeran. Hoy habéis visto y escuchado…”.- 17 de octubre del 2010
2 ¿Hasta cuando retumbaran los gritos de las mujeres de Bukabu?
¡Lo nunca visto en Bukabu! Quince mil mujeres en la calle, vestidas con telas deslumbrantes, con una sola exigencia “Denuncia las violaciones y di NO”. Mujeres que se manifiestan y corean la consigna que se ha hecho celebre en todo el Congo: “sol, sol, solidaridad con las mujeres de todo el mundo”.
Este domingo hasta la lluvia ha querido ayudar a la capital del Sur de Kivi y el sol da la bienvenida a la Marcha Mundial de las Mujeres, que se despliega como una larga serpiente abigarrada por toda la población. En las aceras, los hombres, petrificados se paran para observar a estas mujeres tan bellas, tan decididas, tantas, que han comenzado a manifestarse después de plantado un árbol de la paz. Han venido de todas partes, latinoamericanas que parecen desfilar sobre la luna y cantan consignas altermundialistas, sudafricanas de puño en alto que repiten una y otra vez “amandla”, el grito de la lucha contra el apartheid, las burundesas, deslumbrantes bajos sus sombrillas blancas, las quebecois, las españolas, que se encuentran con sus hermanas de las organizaciones feministas que llevan apoyando tanto tiempo. Aquí, blancas y negras, al mismo paso, bajo las mismas pancartas, con las mismas esperanzas.
La delegación belga, con el mandato de todas las organizaciones feministas del país y los sindicatos, con el apoyo de Joelle Milquet, es una de las que mas se hacen notar por la radicalidad de sus consignas: “Lo que no hace la Monuco (la Misión de las Naciones Unidas), lo haremos nosotras…”
Bélgica no se ha contentado con mandar una delegación importante. La ministra Joelle Milquet esta representada por su consejero diplomático Charles Delogne y por el ex senador George Dallemagne. Muchas mujeres congolesas, representantes de todas las organizaciones de base del Sur de Kivi, cuentan como las mujeres belgas (entre ellas Tournai) las han ayudado y han traído telas para las pancartas y medios para el viaje: “si estamos aquí, si nos podemos hacer oír, es gracias a la movilización de nuestras hermanas del mundo entero, y en particular de Bélgica…”
Las delegadas de la Marcha Mundial de las Mujeres, que han animado tres días de debates apasionados en el Ateneo de Ibanda y rendido homenaje a las mujeres mártires de Mwenga, son hoy desbordadas en número por las congolesas, que desfilan compactas y que parecen crecer en participación de calle en calle.
Las mujeres congolesas han venido de todos los rincones del país para unirse a sus hermanas que sufren, levantan decididas las pancartas de las empresas públicas en las que trabajan o de sus asociaciones, las banderas de sus provincias de origen.
“Nos hemos pagado el viaje” aseguran orgullosas 40 mujeres llegadas de Kisangani, “la provincia oriental también ha sido victima de la guerra y aun hoy hay grupos de extranjeros que llegan de Sudan o Uganda para atacarnos. Por eso tenemos que unir nuestra voz a las de nuestras hermanas de Kivi…” Las mujeres de Kino y de Katanga nos cuentan como han hecho rifas, recorrido las empresas publicas y privadas, para reunir los fondos necesarios para el viaje “es importante estar aquí, mostrar que el Congo es un país unido y que somos solidarias…”
A lo largo de este día memorable, se olvidan las peleas de la víspera. Al comienzo, empeñadas en su autonomía, las organizadoras de la Marcha habían rechazado el apoyo de los poderes públicos, temiendo que las utilizaran políticamente. Pero el día antes de la manifestación, cuando las delegadas extranjeras comenzaban a concentrarse en Bukavu, las representantes de la Marcha Mundial de las Mujeres en Kinshasa y Kivu han repensado su actitud ante la debilidad de sus recursos y la importancia de la acción y han aceptado la ayuda de la ministra de igualdad y la familia, Marie-Ange Lukiana, que, junto al nuevo gobernador del Sur de Kivu, Marcellin Cishambo, se vuelcan. “Lo que esta en juego es la imagen de nuestro país, el éxito de este encuentro internacional” asegura la Señora Lukiana. En una semana y gracias al poyo de las autoridades, Bukavu se transforma: la calle que lleva al Ateneo de Ibanda es asfaltado, aparecen kioscos protegidos de la lluvia por lonas, la ciudad se cubre de pancartas con las reivindicaciones de las mujeres, la denuncia de la violencia sexual…
Una de las organizadoras congolesas, Janine Mukanirwa, debe reconocerlo finalmente: “sin la participación de los poderes públicos, no hubiéramos tenido este éxito”. El gobernador Cishambo añade. “para reconstruir nuestro país, restaurar la autoridad del estado –el único que puede asegurar una paz duradera- tenemos que colaborar todos. La sociedad civil y los poderes públicos no son opuestos, sino complementarios….”
Contrapoderes, antipoderes, preludio de la campaña electoral, riesgo de cooptación política…el domingo todas estas discusiones parecen estériles ante las mujeres que desfilan codo con codo y que inundan la ciudad con sus reivindicaciones: “fin a la guerra, fin a la violencia”.
¿Cómo no se escuchará este grito de las mujeres de Bukavu en Nueva York o Bruselas? El sentido común de las mujeres no se deja atenazar por las precauciones del lenguaje o las perífrasis diplomáticas. Lo que quieren es que “esos extranjeros (los hutus ruandeses) que han llegado hasta aquí a través de un corredor humanitario organizado por la comunidad internacional y que han sembrado la muerte, sean repatriados, por las buenas o por la fuerza”. Que “los violadores sean castigados, que se impida que continúen, que se les persiga, con independencia de que formen parte de nuestras fuerzas armadas o de los cascos azules”, que “las victimas, a las que no se ha ayudado nunca, puedan por fin esperar una indemnización por los daños sufridos”. El responsable del Buró de Naciones Unidas por los derechos humanos, el belga Luc Hekinbrant, quiere proponer que las victimas que han acudido a la justicia puedan tener acceso a un fondo especial, que pueda adelantarles dinero a cuenta de las eventuales indemnizaciones.
George Dallemagne, también preocupado por hacer efectiva la lucha contra la impunidad, propone otra idea: hacer test de ADN a las mujeres victimas de violaciones (un procedimiento barato que ya se aplica a los solicitantes de visado) para poder identificar, si se da el caso, a sus agresores y poder castigarlos. Durante tres años, Abogados Sin Frontera ha estudiado sin éxito esta propuesta, que ya habia hecho en su momento Karen De Gucht. Pero ahora Dallemagne, médico de profesión, quiere relanzar la idea: “si se implementa, además del castigo, esta prueba tendría un efecto disuasivo…”
Se las ve y se escuchan sus gritos, se anuncian nuevas iniciativas…ya era hora, porque desde las montañas del Sur de Kivu llegan noticias inquietantes a Bukavu: desorientados, furiosos por el arresto de su jefe Callixte Mbarushimana, los rebeldes hutus han intensificado sus ataques y, como nos dice un testigo: “atacan a los civiles con una rabia y una violencia desatada…”
El Norte y el Sur de Kivu siguen siendo un polvorín. La guerra y el miedo reinan en las colinas, pero este domingo, aunque haya sido durante unas pocas horas, millares de mujeres han superado su angustia para celebrar su solidaridad, cambiar el destino y obligarle a ser más clemente.
La ceremonia de cierre, en la Plaza de la Independencia, estuvo a la altura de esta mañana memorable: terminan los discursos oficiales cuando aun se sumaban a la plaza cortejos de mujeres llevando el paso al ritmo de la fanfarria kimbanguista. La ministra Lukiana galvanizaba al gentío. La esposa del presidente prometía presentar a su marido “esa misma noche” el manifiesto de la Marcha Mundial. En la concentración, las fans de Oliva, la primera dama –cuyo carisma no tiene discusión- gritaban de alegría. También oímos cantar al gobernador Cishambo con buena voz un himno religioso, un canto en lingala, mientras ejercía de maestro de ceremonias improvisado, y pedía que todos entonaran a capella y con el corazón en un puño el bello himno nacional “En pie, congoleses…”
Las congolesas han demostrado, sin duda, que hace tiempo que se han puesto en pie y que están en camino, que nunca han dejado de luchar por sus derechos y su dignidad. Y en Bukavu han descubierto que no están solas en esa lucha…- 18 de octubre del 2010.
La Marcha Mundial de las Mujeres redactó un documento que muestra el balance de la Tercera Acción Internacional desarrollada a lo largo del 2010. El texto también aporta ideas que se debatirán en el evento de cierre de la Acción, que celebrará del 13 al 17 de octubre de este año en Bukavu, en la República Democrática del Congo. Para leer el documento completo pinchar aquí.
Nuestra solidaridad se extiende a todas las mujeres de cada territorio azotado por la violencia de la guerra y de la pobreza. Nos movilizamos, quebramos el silencio, fortalecemos nuestro compromiso de seguir nuestra marcha unidas por los 5 valores de la Carta Mundial de Mujeres para la Humanidad. Lea aquí el Manifiesto de las Mujeres por la Paz escrito por la MMM.
Nosotras, las mujeres que en todo el mundo padecemos con mayor fuerza el crudo realismo de la guerra, que hemos visto avanzar la militarización sobre la vida civil, sobre nuestros territorios y sobre nuestros cuerpos, superando el miedo y el silencio, nos ponemos en marcha, por esos mismos lugares convertidos en campos de batalla, para unir nuevas voces en nombre de la justicia y la paz.
La historia de conflictos armados, genocidios, represión es larga. El lenguaje de la violencia, establecido por el capitalismo y su sistema patriarcal, con el apoyo de transnacionales, contratistas, mercenarios y paramilitares, ha abierto fuego contra nuestras sociedades, instalando guerras, unas noticiadas a diario, otras olvidadas, pero sin diferencias en las secuelas que dejan.
En disímiles regiones nuestros testimonios encuentran puntos comunes. Mujeres y niñas acosadas sexualmente en puestos militares de control; violadas por grupos de hombres armados y, luego, rechazadas por sus comunidades. Mujeres que salen corriendo, bajo un cielo de balas, con sus enseres e hijos al hombro hacia un refugio o un lugar incierto, alejadas de su cultura y su historia, a construir con sus brazos otros amaneceres. Mujeres y niñas convertidas en botín de guerra, en objetivo militar de diferentes grupos armados. Mujeres y niñas atrapadas por la trata, la prostitución o que no retornaron de la lista de los feminicidios.
Nos sobran razones para organizarnos y desafiar la violencia que apunta hacia nosotras, así como los pretextos invocados para justificar los conflictos bélicos como la discriminación étnica, racial o la criminalización de la pobreza y de la resistencia ante la injusticia.
Tenemos la responsabilidad de hacer callar las armas denunciando las argucias del poder para inmovilizarnos a través de discursos falsos sobre la seguridad, las misiones humanitarias y el combate al terrorismo. Mientras tanto, avanza la industria armamentista, la instalación de bases militares, la privatización y destrucción de los recursos naturales.
En la Carta Mundial de Mujeres para la Humanidad declaramos que la paz es mucho más que la ausencia de la guerra, es el cumplimiento y el respeto de todos nuestros derechos como habitantes del planeta. Con esos propósitos, continuamos en marcha, entrelazando nuestras manos con las de todas las mujeres y todos los hombres, movimientos sociales y pueblos del mundo que luchan para erradicar la pobreza y la violencia, y construir una paz duradera.
Somos un movimiento internacional feminista que surge y persiste a través de la acción. Grupos de mujeres y organizaciones de base en varios países dan vida a la Marcha Mundial de Mujeres para denunciar, enfrentar y poner fin a la opresión, explotación y discriminación a las que nos han sometido.
Desde el 8 de marzo de 2010, nuestros pasos se escucharon en 52 países. Decenas de millares de mujeres participaron en movilizaciones nacionales, a partir de cuatro campos de acción: autonomía económica de las mujeres, bien común y servicios públicos, violencia hacia las mujeres, paz y desmilitarización.
Este 17 de octubre de 2010 hemos llegado a Bukavu, provincia de Sud Kivu, República Democrática del Congo, donde los días no dejan de asombrarse ante la violencia sexual, hecho frecuente en la guerra que vive este país. En solidaridad con las mujeres que resisten cotidianamente las consecuencias del conflicto armado, cerramos en esta nación nuestra tercera acción internacional.
En el año 2000, nuestra primera acción internacional como Marcha Mundial de Mujeres, fue una de las iniciativas que impulsó al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en su Resolución 1325, a reconocer el impacto de la guerra sobre las mujeres y su inclusión en todos los procesos de resolución de conflictos. Sin embargo, muchos gobiernos e instituciones tienen sus brazos cruzados. La impunidad continúa.
Nosotras nos mantenemos en acción. Nuestra solidaridad se extiende a todas las mujeres de cada territorio azotado por la violencia de la guerra y de la pobreza. Nos movilizamos, quebramos el silencio, fortalecemos nuestro compromiso de seguir nuestra marcha unidas por los 5 valores de la Carta Mundial de Mujeres para la Humanidad: la igualdad, la libertad, la justicia, la solidaridad y la paz.
Entre las variadas expresiones que adopta el sexismo y las resistencias feministas que provoca, nos encontramos con las mujeres que se rebelan contra la violencia de quienes decían amarlas, enfrentándose así al poder de los hombres; mujeres que cuidan y son cuidadas y apuntan la imposibilidad de ajustar cuentas con el sistema y sus crisis sin abordar la reorganización social de los cuidados; mujeres que exigen ser reconocidas como trabajadoras, en este caso, del sexo, y cuestionan ‘la protección’ de quienes les niegan la palabra y sus derechos; las que con la decisión de cubrirse la cabeza con un pañuelo, desvelan el etnocentrismo de la sociedad que ‘las acoge’; quienes reclaman la despatologización de la transexualidad y cuestionan la tranquilizadora división binaria de mujeres y hombres.
Todas ellas y muchas más de la extensa lista que se podría elaborar afirman su capacidad y derecho a expresar con voz propia sus experiencias y exigencias, su agencia, y así lo vienen haciendo públicamente.
Sin embargo, en muchos casos estas voces no encuentran un lugar en los discursos y agendas del feminismo oficial e institucional, el que se sitúa próximo al poder. No sólo no encuentran lugar sino que las invisibiliza, puesto que dichos planteamientos se basan, o bien en una representación de las mujeres como colectivo homogéneo presuponiendo la uniformidad de sus necesidades, o bien en privilegiar el punto de vista y experiencias de algunas mujeres que a continuación hacen extensivas al resto.
De una u otra forma, en la práctica supone que se dejan fuera, se relegan a los márgenes, las propuestas de quienes no encajan en esas representaciones cerradas o sesgadas de las mujeres. La forma en que se elaboran y expresan las representaciones de las mujeres da lugar a distintas teorías, estrategias y políticas feministas. Y hace ya tiempo que desde el feminismo crítico o radical, como prefiramos llamarlo, se ha planteado que el hecho de vivir en una sociedad donde la opresión patriarcal es sistémica no significa que todas las mujeres experimentemos las mismas manifestaciones sexistas, ni sintamos los límites de la autonomía y libertad de la misma manera, así como que también sean muy diversas las formas en que nos enfrentamos a las múltiples formas de subordinación.
Pluralidad de contextos
Las resistencias feministas no dejan lugar a duda, reflejan que las identidades son diversas y complejas porque todas interactuamos en una pluralidad de contextos sociales: nadie es sólo mujer por más que serlo pueda determinar gran parte de nuestra vida. ¿Quién construye su identidad, sus deseos y percepción de la realidad sólo a partir del hecho de nacer mujer? No resulta verosímil que en la subjetividad, las experiencias y vivencias no reflejan las implicaciones que tiene la pertenencia a las categorías sociales establecidas por el color de la piel, la clase, la sexualidad, el cuerpo, la edad y muchas otras.
Nada es tan sencillo como parece, y dar significación política a las diferencias y a las similitudes entre las mujeres es una tensión en la que nos movemos, evitando caer en el efecto pendular que lleva del esencialismo al relativismo, extremos que dificultan la expresión de las luchas feministas.
La pertenencia de las mujeres a un género, asignado socialmente, se ve atravesada e interpelada por todas ellas, determinando la forma y el alcance del sexismo. El interés por tanto se centra ahora en visibilizar las intersecciones de los distintos sistemas de poder: patriarcal, heterosexista, racista y clasista. Se manifiesta por ejemplo, en la lucha de las empleadas de hogar, donde el género, la clase y la condición de inmigrantes explica las condiciones extremas de ese ‘nicho’ laboral y su reivindicación de integración en el régimen general de la Seguridad Social.
También lo hace en la intersección entre género y sexo, en la lucha contra las sexualidades normativas. No es nuevo, en la genealogía feminista encontramos antecedentes en la articulación entre clase y género, allá por los ‘70, y que derivó en el desarrollo de las teorías de los sistemas duales de opresión; y a inicios de los ‘80 la articulación entre género y sexualidad, de la mano de las feministas lesbianas. Ahora el impulso ha venido de los activismos antirracistas, anticapitalistas, queer y de los feminismos disidentes protagonizados por mujeres del ‘Sur’.
Se reclama la descolonización del feminismo occidental, de su etnocentrismo que lleva a representaciones victimizantes de ‘las otras’, que les priva de la palabra y por lo tanto hacen imposible el necesario diálogo. El tratamiento que desde algunos ámbitos se da al uso del hiyab por parte de algunas mujeres resulta un buen ejemplo, pues a estas mujeres no se le aplica lo que es un criterio común a la propuesta emancipadora que representa el feminismo: el reconocimiento de la autonomía.
Por otro lado, las feministas antirracistas llaman la atención sobre el racismo del feminismo blanco y reivindican sus identidades fronterizas. Y por último, el neoliberalismo galopante y la crisis económica, ecológica, de cuidados y ética, resitúa el componente anticapitalista de la lucha feminista que, en su articulación con el patriarcado, también amenaza con la reprivatización de las necesidades y la renaturalización de las mujeres –un análisis de lo que sucede con la ley de dependencia resultaría muy ilustrativo en este sentido–.
Recuperar las categorías de “raza”, etnia, clase, sexualidad y sexo para el análisis y práctica política resulta fundamental para un feminismo inclusivo y radical, porque no hay forma de abrir puertas de igualdad, libertad y autonomía para las mujeres y tratar de poner patas arriba las estructuras sociales y económicas, los sistemas culturales y simbólicos si se prescinde de la forma en que interactúa el sistema patriarcal, con el racismo, heterosexismo, o las diferencias de clase en la vida de las mujeres.
Si se acepta la multiplicidad de sistemas de opresión, no como una suma lineal de elementos sino en su articulación, el urgente y apasionante desafío que representa, lo es sin duda para el movimiento feminista, pero creo que también para todas las teorías y movimientos de resistencia, ¿cómo si no establecer las alianzas y relaciones? La búsqueda de alianzas entre las distintas expresiones feministas resulta imprescindible para, a partir de las prácticas políticas concretas, articular los discursos y agendas, ir forjando esa confluencia de resistencias tan necesaria para dar una proyección política a las exigencias y lograr cambios en nuestras vidas y un cambio radical de la sociedad.
Diagonal- «El transfeminismo se planteó como un concepto transformador. Este nuevo texto enriquece el debate sobre su significado y las dudas que plantea, para crear herramientas de construcción política de lo común.Con este artículo queremos contribuir al debate desde la posición de que necesitamos herramientas para construir políticas de lo común, y que es momento de replantearnos el feminismo/los feminismos/el transfeminismo, como quiera que lo llamemos»
Argazkia: Anonymous Bosch
COMUNICADO DE LA PLATAFORMA DE MUJERES ANTE EL CONGRESO
SOBRE LA APROBACIÓN DEL REAL DECRETO DE LA LEY DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA Y DE LA INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA DEL EMBARAZO
Ante la aprobación por el Consejo de Ministros de los Reales Decretos 831/2010, de 25 de junio, de garantía de la calidad asistencial de la prestación a la interrupción voluntaria del embarazo, y 825/2010, de 25 de junio, de desarrollo parcial de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, la Plataforma de Mujeres ante el Congreso (PMAC) manifiesta:
1.- Que solicitada una reunión por parte de la PMAC el 29 de abril con las Ministras de Igualdad y de Sanidad y Política Social con el objetivo de trabajar conjuntamente con en el desarrollo reglamentario de la L.O. 2/2010, se nos convoca, junto con diversas asociaciones feministas en el Ministerio de Igualdad el 29 de junio, 4 días después de la publicación de los Reales Decretos y 6 días antes de la entrada en vigor de la LO 2/2010 como trámite informativo. Una vez más, se ningunea a las asociaciones defensoras de los derechos de las mujeres obviando su participación y aportaciones en el desarrollo de esta Ley. Por el contrario, nos encontramos que el resultado de los RD responde a los intereses de los sectores más conservadores que se muestran contrarios a los derechos de las mujeres. El procedimiento aprobado levanta toda una carrera de obstáculos a las mujeres, dificultando y entorpeciendo su decisión.
2.- Respecto al art. 4 y 5 del RD.325/2010 de información previa al consentimiento de los supuestos de IVE previstos en el art.14 de la Ley: Es insólito que la documentación preparada por el Ministerio de Igualdad para entregar a las mujeres que han decidido interrumpir su embarazo, sea una información sobre “políticas de apoyo a la mujer embarazada y a la maternidad”:
3.- Respecto al art.8 del RD.825/2010: Si bien estábamos ya en desacuerdo con el 4º requisito del art.13 de requisitos comunes de la Ley por obligar a las jóvenas de 16 y 17 años a informar de su decisión de IVE a sus representantes legales, el desarrollo del RD empeora considerablemente la situación de las jóvenas.
Todo ello nos hace pensar que se agrave la situación de violencia hacia las mujeres más jóvenes y pueda haber un aumento de los abortos clandestinos.
4.- Respecto al Capítulo I del RD 825/2010 del Comité clínico del artículo 15.c), de la Ley:
5.- Respecto al Título I de la salud sexual y reproductiva: Nos parece insólito que entrada en vigor la ley, no se hayan articulado las medidas necesarias para su efectivo cumplimiento en los dos RD de 25 de junio.
Las conclusiones que sacamos desde la PMAC, teniendo en cuenta y recogiendo el malestar general de la mayor parte del movimiento feminista en relación a la LO 2/2010 y los Reales Decretos que hasta el momento la desarrollan, van dirigidas por un lado a afirmar que, la nueva Ley, nos pone ante una situación tanto individual como colectiva de las mujeres caótica y desconcertante, sumada a las trabas administrativas a las que se enfrentarán los servicios de salud y las clínicas. Por otro lado, estamos valorando qué tipo de acciones ejercitar para expresar nuestro desacuerdo y exigir que se garanticen los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, especialmente el derecho a decidir sobre el propio cuerpo.
Por último, nos gustaría recordar de nuevo las reivindicaciones que hemos venido haciendo a lo largo del proceso de tramitación de la Ley, todas ellas desoídas:
1) Que el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos se regule exclusivamente en una ley específica y deje de estar tipificado como delito regulado dentro del Código Penal, siempre y cuando no se realice contra la voluntad de la mujer o por imprudencia.
2) Que se garantice la práctica de la IVE en la red sanitaria pública y que se regule la objeción de conciencia del personal sanitario.
3) Que no se restringa el derecho a la IVE por razones de salud de la mujer gestante en ningún momento del embarazo.
4) Que los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres jóvenes en materia de IVE, tengan la misma regulación que para el resto de las mujeres.
5) Que se garantice una interlocución fluida, sistemática y en igualdad de condiciones entre los partidos políticos y las organizaciones feministas.
Hoy entra en vigor la Ley de interrupción voluntaria del embarazo embarcada en la polémica. La presentación de alegaciones ante el tribunal constitucional provocará que de nuevo se lance un debate interesado en los medios. Unos y otros nos querrán hacer creer que esta ley supone una consecución de la histórica reivindicación feminista a favor del aborto. Seguirán intentando ocultar lo que realmente ha sucedido de nuevo: una falta de respeto a la autonomía de las mujeres y al derecho a decidir de manera autónoma sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.
Es por este motivo que en Alternatiba hemos decidido volver a lanzar la campaña Si ellos parieran el aborto sería libre. Los derechos no se negocian ni tienen plazos. ¡Aborto libre y gratuito!, en defensa de uno de los derechos de las mujeres más vulnerados: el de decidir sobre su propio cuerpo.
Desde Alternatiba entendemos que la consideración del aborto como delito, la tutela que se quiere imponer a las mujeres sobre su capacidad de decisión, y la conculcación de su derecho a que las interrupciones del embarazo se practiquen en la sanidad pública, son otras fórmulas de violencia patriarcal, y como tal deben ser denunciadas.
De esta manera, no podemos sino oponernos a la ley del aborto del PSOE, por tres razones fundamentales: no respeta la libre decisión de las mujeres, limitando así el ejercicio pleno de sus derechos sexuales y reproductivos; no establece medidas concretas y claras que garanticen la práctica del aborto en el sector público; y no saca al aborto del código penal. Además, esta propuesta de ley, tibia y cobarde, está estrechamente vinculada a las diferentes campañas orquestadas por la jerarquía eclesiástica, los mal llamados grupos pro-vida -grupos anti-elección sería un nombre más apropiado- y los partidos políticos afines, que atentan de manera sistemática contra la dignidad de todas las mujeres.
En este sentido, la derecha y el social-liberalismo se unen, desde diferentes perspectivas, para enfrentar la capacidad de las mujeres a ejercer su derecho a decidir cuándo y cómo ser madres, y es necesario que las diferentes fuerzas sociales y políticas que defendemos el fin de toda violencia contra las mujeres alcemos la voz y salgamos a la calle, acompañando al movimiento feminista.
Además, queremos basar nuestra defensa de los derechos en datos reales, y no en los debates infundados a los que el lobby anti-elección nos quiere conducir. Así, el pasado 5 de noviembre, el Ministerio de Salud presentaba el informe con los datos recogidos sobre las IVE (Interrupciones Voluntarias del Embarazo) practicadas durante del año 2008. Este informe nos ofrece una serie de datos importantes: se han producido 115.812 interrupciones voluntarias del embarazo; el 98,01% se han realizado en clínicas privadas; el 88,70% se efectuaron antes de las 12 semanas de gestación, y alegando problemas de salud materna -96,96%.
Esta es la realidad de la práctica de la IVE: primero, a pesar de que ésta es una de las prestaciones del catálogo de servicios que figura en la Ley Orgánica de Sanidad, prácticamente la totalidad de embarazos se producen en clínicas privadas, con grandes desigualdades además entre comunidades autónomas; segundo, la inmensa mayoría de embarazos interrumpidos se producen en los primeros tres meses de gestación, poniendo en entredicho el supuesto efecto-llamada que pudiera tener una legislación sin plazos; tercero, la vigencia de los derechos de las mujeres siguen siendo tutelados por el personal sanitario y de la judicatura, que son quienes deciden en última instancia; y cuarto, la legislación actual, que sigue considerando al aborto como delito, genera un alto nivel de inseguridad para mujeres que abortan y para los y las profesionales que los practican -podemos tomar como ejemplo lo sucedido en la Clínica Isadora de la Comunidad de Madrid, cuyo caso ha sido archivado por considerar que los hechos investigados no eran constitutivos de delito, después de dos años y medio de diligencias-.
El movimiento feminista ha denunciado durante años esta realidad, y ha exigido una regulación que respetara en primera instancia el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, su sexualidad y su maternidad. Tenía el PSOE por tanto una oportunidad única de poder promover una ley que fuera amplia, y que permitiera dar respuesta a todas las críticas que desde el movimiento se planteaban, garantizando así plenamente la práctica del aborto en el estado español.
Pero lo que abunda, fundamentalmente, son las oportunidades perdidas, e incluso el incremento de la conculcación de derechos: se sigue estableciendo un sistema basado en plazos y supuestos, que en última instancia colocan el derecho a decidir en los tribunales y en el personal sanitario, quienes, a través de informes y comités, podrán señalar si las mujeres que deciden abortar tiene legitimidad para hacerlo o no; estos plazos y supuestos, en algunos casos, profundizan en la incapacidad de las mujeres para tomar decisiones, aumentando la cantidad necesaria de dictámenes médicos y de especialistas; la decisión de las mujeres sigue siendo condición necesaria, pero no suficiente, estableciendo medidas como el período de tres días de reflexión que tienen que cumplir las mujeres que quieren abortar, profundizando así en la imagen de que las mujeres que abortan lo hacen irreflexivamente, y que siempre es mejor obligar a que se tomen unos días para que se lo piensen mejor; no se entra a regular cómo se va a garantizar que la práctica de los abortos se realice en el sistema de sanidad pública, haciendo únicamente una vaga referencia al respecto en su capítulo II -donde se señala que los poderes públicos garantizarán la salud sexual y reproductiva-, pero no se específica cómo con la nueva legislación se pretende dar la vuelta a ese 1,9% de abortos realizados en la sanidad pública -dato directamente vinculado a la falta de protocolos comunes, falta de equidad en las distintas comunidades autónomas, dificultades de acceso de las mujeres, etc.-; a su vez, tampoco regula la objeción de conciencia del personal sanitario, cuando se sabe que éste ha sido otro de los motivos que ha limitado la atención en los centros de salud públicos, al ser la objeción no una cuestión meramente individual, sino en ocasiones de todo el centro.
Significativo es también la marcha atrás en cuanto a la posibilidad de decidir de manera autónoma por parte de las mujeres de entre 16 y 19 años. A partir de ahora tendrán que ir acompañadas de sus padres quienes tendrán la última palabra. En caso de desacuerdo, una persona ajena a la familia y a las circunstancias vitales de cada mujer tendrá el poder de decidir si esta mujer es autónoma o no para tomar decisiones. Se renueva y se hace patente aquí la intención paternalista y de tutela del derecho individual e inalienable a decidir sobre nuestros propios cuerpos y vidas, que no son de nuestros progenitores, sino propios.
Y así existe un largo etcétera de razones por las que es necesario incidir en la incompatibilidad de esta ley con el derecho de las mujeres a decidir, como se recoge en el Manifiesto de Mujeres ante el Congreso.
Es por ello que nuestra campaña como Alternatiba va a manifestar nuestro frontal desacuerdo con la ley que hoy entra en vigor. Consideramos que la nueva legislación debería garantizar el aborto gratuito para todas las mujeres. Y sobre todo consideramos que el aborto es una cuestión vinculada a los derechos de las mujeres, y que como tal, debería ser suficiente con la voluntad expresa de las mujeres para decidir si quieren abortar. Por eso decimos que los derechos no tienen plazos, y que además no se negocian.
No se negocian con aquellos grupos que quieren presentar esta cuestión como un tema moral y de defensa de la vida. No se negocian con aquellos grupos que utilizan esta cuestión para defender un modelo de vida basado en la familia tradicional y en la defensa de determinados valores, que consideran universales, frente a la libertad de decisión de las personas. No se negocian con la jerarquía de la Iglesia católica, que sigue sin entender que la religión es una cuestión vinculada al ámbito privado, y que al margen y por encima de sus creencias el estado tiene la obligación de garantizar el ejercicio de todos los derechos para su ciudadanos, y también, por más que les pese a algunos, para sus ciudadanas. No se negocia con aquellos que confunden con sus artimañas y campañas a la opinión pública, y que no permiten que el aborto se debata entre todas la personas, con toda la información y conociendo todas las propuestas. Porque estamos convencidos/as que si ellos parieran el debate sería otro…. ¡salimos a la calle por el aborto libre y gratuito!
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