Bildu presenta un decálogo para un nuevo contrato social entre mujeres y hombres

DECÁLOGO

1. Garantizar una vida libre de violencia para las mujeres. La violencia que sufren muchas mujeres es la punta del iceberg del sistema patriarcal neoliberal, que carga con toda su fuerza para intentar mantener bajo control el cuerpo y la vida de las mujeres. Desde las administraciones rechazaremos firmemente cualquier tipo de violencia teniendo en cuenta su carácter integral y pondremos en marcha programas integrales de atención a las mujeres que la sufren, buscando la coordinación entre las distintas administraciones implicadas y el estableciendo de recursos específicos para cada uno de los ámbitos de actuación.

2. Colocar la vida y el cuidado de la misma como un elemento central de las políticas públicas. Dar valor social al trabajo no reumerado que históricamente ha recaido y recae sobre las mujeres. Todas las personas tenemos la necesidad y el derecho a ser cuidadas, y debemos reconocer el valor que estas tareas, tradicionalmente realizadas por mujeres, tienen en nuestra sociedad. Es responsabilidad de las administraciones garantizar la existencia de servicios públicos y sin copago para el ejercicio de los cuidados (residencias, centros de día, servicio de atención domiciliaria, haurreskolas, ludotecas).

3. Garantizar que las mujeres que actualmente están ejerciendo cuidados, lo hagan en condiciones dignas y que su labor sea socialmente reconocida. Por lo tanto, nos comprometemos a abordar la situación de subcontratación de servicios de cuidado por parte de la administración y la precarización galopante de los mismos, desde el firme objetivo de construir un sistema público de atención a la dependencia. Por otro lado, impulsaremos medidas para corresponsabilizar a los hombres en el ejercicio de las tareas de cuidado, que son una responsabilidad que corresponde a todos y todas y no una labor exclusiva que las mujeres tengan que encargarse de conciliar con otras facetas de sus vidas.

4. Impulsar la autonomía económica de las mujeres y acabar con la precarización de sus condiciones de vida, a través de actuaciones dirigidas a garantizar su acceso y permanencia en el mercado de trabajo en condiciones de igualdad. Las mujeres estamos presentes en el mercado de trabajo en una situación de crisis permanente y de desprotección social (mayor precariedad, más contratos temporales, peor remuneración). Desde las administraciones, pondremos en marcha medidas específicas (ayudas, programas) y promoveremos una reorganización de los tiempos para el trabajo, el empleo y el ocio equilibrada, evitando que las mujeres soportemos una presencia precaria en todos ellos.

5. Impulsar la necesaria toma de conciencia y la participación socio-política de las mujeres, desde un modelo de democracia real. Impulsaremos los proyectos de Escuelas de empoderamiento y pondremos en marcha espacios propios para las mujeres, como las Emakumeen Etxeak. Además abriremos la administración a la participación de las mujeres y al movimiento feminista, a través de la puesta en marcha de Consejos de las Mujeres con el compromiso de que se tenga en cuenta sus aportaciones y procesos de presupuestos participativos. Prestaremos especial atención al impulso de la participación de las mujeres jóvenes y migrantes.

6. Garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y la diversidad sexual. Para ello consideramos necesario la definición de políticas públicas activas en este sentido, impulsando medidas que incluyan la sanidad, la puesta en marcha de modelos de educación afectivo-sexual y campañas de concienciación social. Ello implica que se garantice, también a las mujeres navarras, su derecho a la interrupción voluntaria del embarazo dentro del sistema sanitario público de su propia Comunidad y se ofrezca a las nuevas generaciones los servicios de información, orientación sexual y asesoramiento que aportaban los antiguos COFES desmantelados por UPN.

7. Trabajar desde modelos coeducativos, que promuevan la autonomía de nuestras niñas y niños. El proceso de socialización, en el que la educación tienen un peso fundamental, sigue mostrando a nuestras niñas y niños y a nuestra juventud, un modelo diferenciado por género. Debemos romper con estos modelos de educación estereotipados e impulsar otros, tanto en la educación formal como informal, basados en la promoción de la autonomía individual y en las relaciones de equidad.

8. Construir ciudades y pueblos habitables para las mujeres. Para ello garantizaremos que todas las actuaciones relativas al urbanismo y la movilidad sean planificadas y desarrolladas desde la perspectiva de género. Queremos ciudades en las que no existan lugares a los que las mujeres no puedan acceder por el riesgo de ser agredidas. Queremos ciudades y pueblos accesibles, que garanticen que la diversidad funcional no sea nunca una barrera, ciudades donde el transporte público sea una realidad y se adecue a las necesidades de las mujeres, como principales usuarias del mismo. Por otro lado, no limitaremos nuestras propuestas al ámbito urbano, sino que tendremos en cuenta las necesidades y demandas específicas de las mujeres que viven en el entorno rural.

9. Impulsar una cultura en la cual se reconozca la aportación histórica y los saberes de las mujeres en este ámbito. Promoveremos medidas encaminadas a la recuperación de la memoria histórica de las mujeres de nuestras ciudades y pueblos. Impulsaremos la producción cultural de las mujeres y estableceremos medidas específicas para impulsar su acceso a las actividades de ocio. Desde la administración no se subvencionará ninguna actividad cultural que sea discriminatoria. Y pondremos en marcha distintas medidas para acabar con la desigualdad en el deporte.

10. Pintar de morado la administración pública. Creemos que la administración pública tiene que velar porque todas las medidas anteriormente mencionadas se lleven a la práctica. Para ello se necesita de planificación, de personal, de recursos…pero sobre todo, de un compromiso feminista convencido y firme.

Las personas que conformamos Bildu tomamos el presente decálogo como elemento fundamental de nuestra práctica política y asumimos la responsabilidad de llevarlo a la práctica en todos nuestros pueblos y ciudades. Somos conscientes de las dificultades, de la profundidad de las transformaciones necesarias, pero ante los obstáculos, tenemos la ilusión y la fuerza que nos da la certeza de que otro modelo político y socioeconómico, otra Euskal Herria feminista, de mujeres y hombres libres, es posible.

8 de Marzo: La crisis permanente de las mujeres

El 8 de marzo, Día Internacional de las mujeres, es un día de celebración, pero sobre todo de lucha. Celebración por todas las conquistas y los derechos logrados por muchas mujeres, que ya en 1911, primer año de celebración de este día, exigían que se garantizara el cumplimiento de derechos como el voto, el acceso a cargos públicos, el acceso al empleo y la no discriminación en el mismo… y una larga lista de cuestiones que han atravesado la agenda de los movimientos feministas desde mucho antes que ese año hasta la actualidad.

Pero es un día sobre todo de lucha, de lucha por todo los derechos pendientes; de lucha para mostrar que, en esta sociedad supuestamente igualitaria en la que vivimos, de derechos “legales” conquistados y oportunidades para todas y todos, siguen existiendo situaciones de desigualdad; de lucha para reivindicar una ciudadanía plena de las mujeres; de lucha para gritar que no nos sirven las soluciones parciales y medidas puntuales, que intentan parchear el problema sin tocar el corazón del mismo; de lucha para reivindicar que no es posible hablar de derechos plenos para las mujeres en un sistema patriarcal y capitalista.

Y este 8 de marzo de 2011, en un momento en el que nos bombardean con información y supuestas soluciones a una crisis que está afectando duramente a grandes sectores de la población, denunciamos que las mujeres vivimos en una situación de crisis permanente y estructural. Hoy la crisis, que ha afectado también a los hombres, ha puesto sobre la mesa la insostenibilidad del sistema en el que vivimos. Pero queremos hacer de altavoz y mostrar las muchas caras que esta ha tenido y tiene para las mujeres, diversas pero unidas en las desigualdades y sobre todo en la lucha. Y es que tenemos que decir que estamos en crisis:

* cuando nos incorporamos al mercado laboral, con altas tasas de precariedad, concentrándonos en los puestos de menor responsabilidad, más inestabilidad, menores posibilidades de promoción y con un salario medio muy por debajo que lo que perciben los hombres. Cuando nos concentramos en sectores, como el social, servicios o cuidados, que son los más vulnerables ante los cambios y crisis económicas.

* cuando trabajamos cuidando, y somos Trabajadoras del Hogar, y nuestros derechos están regidos por un real decreto que nos aboca, aún más, a situaciones de desamparo y discriminación constantes; o trabajamos en una residencia o una empresa de servicio a domicilio y vemos cómo perdemos derechos a medida que avanza la privatización de nuestro sector.

* cuando nos vemos obligadas a elegir entre la crianza y el empleo, y asumimos todo tipo de medidas que supuestamente intentan ayudarnos en esto de la conciliación, reducciones, permisos… Medidas que, finalmente, hacen evidente la imposibilidad de esta conciliación ideal en un mercado laboral pensado por y para hombres sin responsabilidades de cuidado. Medidas que ahondan en nuestra precariedad futura, en un sistema cuyas prestaciones sociales están directamente vinculadas a lo cotizado en nuestra vida laboral.

* cuando ejercemos el cuidado de personas dependientes, en un sistema basado en un modelo eminentemente familista, que brinda ayudas y apoyo puntual, pero que sigue promoviendo que el cuidado se haga en familia, ocultando que el cuidado tiene sexo y sigue, a día de hoy, responsabilidad mayoritaria de las mujeres.

* cuando migramos y viajamos desde lejos, en busca de nuevas oportunidades, y nos encontramos con una sociedad que nos obliga a aceptar los empleos más precarios y peor pagados; cuando dejamos a otras mujeres a cargo de nuestras personas dependientes y venimos a cuidar a las personas dependientes de otros y de otras, porque “salimos más baratas que las de aquí” y “aceptamos lo que nos echen”; cuando aceptamos estas condiciones porque, no ser ciudadanas de pleno derecho, impide que podamos negociar por otras más dignas.

Y a estas podemos sumar otras muchas mujeres, otras muchas caras de la misma crisis. Y porque esta crisis llevamos demasiados años pagándola…

? Rechazamos la fantasía de que es posible conciliar avances sociales con el mantenimiento de una apuesta económica neoliberal. Defendemos una revisión del concepto de economía, colocando el cuidado en el centro de la economía y no al servicio del mercado.

? Reivindicamos un nuevo contrato social, alejado del binomio hombre-trabajador, mujer-cuidadora. Apostamos por la corresponsabilidad, en el sentido amplio del término, desde la perspectiva de que el derecho al cuidado es un asunto de todas las personas, hombres y mujeres. Debemos apostarle a un nuevo acuerdo entre hombres y mujeres, que nos permita compartir el empleo, el cuidado, el poder y la toma de decisiones.

? Apostamos por la asunción de medidas, como los permisos de paternidad intransferibles, que permitan avanzar hacia una crianza y un empleo compartidos entre hombres y mujeres.

? Es necesaria la universalización de los cuidados, que todas las personas puedan acceder a ellos sin depender de factores como la renta, el lugar de procedencia. Por eso exigimos la creación de un Servicio público de cuidados de calidad frente al actual proceso de desmantelamiento del estado y privatización de los servicios de cuidado, solamente disponibles para aquellos segmentos de población con poder adquisitivo

? Solicitamos la revisión de la actual ley de extranjería, que permite la existencia de un trabajo de cuidados, ejercido mayoritariamente por mujeres y remunerado en pésimas condiciones, estableciendo jerarquías y prioridades en el reconocimiento de los derechos de unas mujeres sobre otras.

? Exigimos la reforma inmediata del discriminatorio régimen de empleo de hogar, reconociendo a las trabajadoras domésticas, incluyendo a las mujeres migrantes sin papeles el derecho a un salario digno, al descanso y a una protección de seguridad social como la del resto de los sectores.

? Proponemos una revisión crítica feminista de la Ley de dependencia y la Ley de extranjería.

? Rechazamos la reciente Reforma de las pensiones, que afecta especialmente a las mujeres, por ser quienes cuentan con períodos de cotización más cortas y variables, y por tanto, bases de cotización inferiores.

? Consideramos fundamental el impulso de modelos coeducativos en las escuelas, en los cuales se promueva la autonomía individual de niños y niñas y que estos y estas puedan ir desarrollando conocimientos para el cuidado y el autocuidado.

Porque nos negamos a seguir estando en crisis… Gora Emakumeon Borroka!

Campaña por el reconocimiento a las víctimas de violencia sexista

Campaña de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia por el reconocimiento a las víctimas de violencia sexista

Desde la Asamblea de Mujeres de Bizkaia queremos hacer una petición al ayuntamiento de Bilbao para que ponga en marcha formas de reconocimiento explícito de las víctimas de la violencia sexista. Creemos que ya es hora de que los poderes públicos, encabezados en este caso por nuestro ayuntamiento, reparen el abandono y la invisibilidad que han sufrido y sufren todas las mujeres víctimas de la violencia sexista.
 
La violencia sexista ha sido y es un instrumento para mantener a las mujeres bajo un modelo de subordinación frente a los varones. Esta forma de violencia, no sólo es responsabilidad de quien la ejerce directamente, sino también de quien la perpetúa a través de los patrones estereotipados de comportamientos sexistas, que siguen legitimando y “comprendiendo” la violencia contra las mujeres. Desde la Asamblea de Mujeres creemos que la erradicación de la misma es responsabilidad de todas las instituciones, los agentes sociales y de toda la ciudadanía.
 
A lo largo de la historia, las mujeres hemos padecido, pero también nos hemos rebelado, contra un sistema de organización social que nos negaba nuestros derechos más elementales como seres humanos. Sin embargo, creemos que ni el sufrimiento, que la desigualdad ha generado, ni la lucha pacífica por la igualdad han tenido un reconocimiento suficiente, por parte de los poderes públicos. Este déficit de legitimidad es, en buena medida, responsable de que esta violencia sistémica se perpetúe, de que no quede recogida en nuestra memoria colectiva y de que, incluso para algunas personas, la violencia contra las mujeres sea un factor nuevo, aislado e incomprendido en su dimensión estructural.
 
Creemos que es necesario activar, en nuestro municipio, procesos de elaboración de la memoria de las víctimas de la violencia sexista. De esta manera, pretendemos contribuir a la construcción de la memoria histórica de las mujeres de Bilbao. Este proceso exige ganar presencia y autoridad en el espacio público en el que se dirimen los procesos de significación, los sentidos y los símbolos socialmente relevantes. Los lugares de la memoria, son espacios físicos cargados de valor simbólico. En ellos, una sociedad democrática trata de poner énfasis y de subrayar aquello que es importante para todas y todos, desde el punto de vista de los valores y de los derechos humanos.
 
Por todo ello, creemos que es necesario que en el espacio público de Bilbao, se cree un lugar para el reconocimiento de la memoria colectiva de las mujeres víctimas de la violencia sexista. Consideramos que la creación de un lugar de la memoria de estas características es un instrumento imprescindible para que la violencia contra las mujeres no sea jamás olvidada y, también, para fortalecer el proceso de deslegitimación de las conductas violentas contra las mujeres. No olvidemos que esta violencia específica representa, en palabras de la ONU, la violación de los DERECHOS HUMANOS más extendida y silenciada a lo largo de la historia.
 
Somos conscientes de que una de las complejidades más grandes que entraña la lucha contra la violencia sexista es, precisamente, la prevención de la misma. Creemos que para impulsarla es imprescindible fomentar un cambio de valores culturales que garantice el acceso de toda la ciudadanía a la igualdad. La violencia de género sigue siendo uno de los mayores obstáculos, que nos impide a las mujeres ejercer nuestros derechos como ciudadanas. Por ello, exigimos romper con el silencio y con la impunidad y planteamos que se haga visible la huella que la violencia sexista ha dejado en nuestra memoria social. La creación de un lugar de la memoria que posibilite el reconocimiento a las víctimas de la violencia sexista nos ayudará a romper la complicidad social con la que muchas veces han contando los agresores y, también, a que la sociedad realice el trabajo de duelo que las víctimas se merecen.
 
Con esta acción buscamos:
 
-El reconocimiento a las víctimas de la violencia sexista.
 
-Que las/os familiares posean un espacio público de recuerdo y de duelo.
 
-La creación de un lugar de la memoria que dé legitimidad a la lucha feminista por la igualdad.
 
-Contribuir a la construcción de la memoria histórica de los bilbainos/as con una huella material, que nos ayude a no olvidar y a repudiar todas las expresiones de la violencia sexista.
 
Para ello, solicitamos:
 
1-Que la plaza de San Vicente pase a llamarse PLAZA 25 DE NOVIEMBRE, Dia internacional contra la violencia hacía las mujeres.
 
2-Que el ayuntamiento organice un concurso para erigir en dicha plaza un lugar de la memoria simbólico que, por un lado, dé reconocimiento a las víctimas de la violencia sexista, por otro, sea un homenaje a todas las mujeres que han luchado para ser dueñas de su propia existencia y, finalmente, favorezca la igualdad entre mujeres y hombres.

Firmad aquí!!!

Decálogo feminista de Bildu

Desde Bildu Euskal Herria presentamos este Decálogo feminista para un nuevo contrato social entre mujeres y hombres, con un triple objetivo: mostrar la trascendencia que en nuestra propuesta política damos a la lucha feminista; exponer la concepción del feminismo desde el que se plantea este nuevo contrato social entre mujeres y hombres; y presentar las diez premisas que sustentan dicho contrato y que van a guiar nuestras actuaciones a nivel institucional.

Años de lucha feminista han logrado la conquista de derechos para las mujeres, pero, a día de hoy, seguimos sin ser ciudadanas de pleno derecho. El sistema capitalista se nutre y, a su vez, refuerza el sistema patriarcal que históricamente se ha sostenido sobre la base de más derechos y más privilegios para los hombres; sobre un contrato social entre hombres y mujeres que reparte de manera desigual para unos y para otras, los espacios, los recursos, el poder. Hoy en día, esta desigualdad estructural, se materializa en una realidad marcada por las múltiples formas de violencia que sufrimos las mujeres, por los atentados constantes contra el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, por la desigual incorporación al mercado de trabajo y a la vida pública, por el precario ejercicio de los cuidados… Se nos ha hecho creer además, que la igualdad legal suponía una igualdad real para la gran mayoría de las mujeres; que las cuestiones anteriormente mencionadas eran problemáticas específicas de algunas de nosotras (mujeres con menos recursos, mujeres migrantes…); que eran cuestiones a abordar de manera parcelada, y a las que, por tanto, desde las instituciones, se ha respondido con políticas parciales y desestructuradas. Esta ha sido la tónica y la práctica de las políticas auspiciadas por la derecha nacionalista vasca y española en Euskal Herria, que no han tenido el menor interés en abordar un cambio que sitúe a hombres y mujeres en pie de igualdad y que perpetúan la subordinación de las mujeres en todos los ámbitos del sistema patriarcal.

Desde Bildu creemos que no se puede construir Euskal Herria sobre la base de la ciudadanía parcial de las mujeres y que no es posible alcanzar el nuevo modelo socio-económico que pretendemos sin el concurso activo de las mismas en su definición. Para ello recogemos las demandas de los movimientos feministas, las propuestas de la teoría política feminista, y los incorporamos como núcleo central de todos nuestros planteamientos. Es imprescindible escuchar a las mujeres. Nos oponemos de forma tajante a la postergación de la lucha de las mujeres frente a otras dimensiones de la lucha política, nos oponemos al mercado vergonzoso de los derechos de las mujeres y la subordinación de nuestros innegociables derechos a criterios económicos. Esta nueva forma de entender y hacer política que proponemos desde Bildu, esta nueva propuesta que lanzamos a la ciudadanía de construir Euskal Herria desde abajo y a la izquierda, será feminista o no será.

Por todo ello, desde Bildu nos mostramos en contra de las propuestas liberales que intentan parchear el problema e incorporar a las mujeres, sobre una base de falsa igualdad, a un modelo social y económico generador de injusticias y desigualdades. La consecución de un sistema económico y social equitativo para mujeres y hombres es una tarea que involucra a toda la sociedad y que debe atacar las raíces del problema que no son otras que el sistema patriarcal y neoliberal en el que hunde sus raíces.

Frente a ello, proclamamos la existencia de una alternativa viable para la construcción de una sociedad equitativa y solidaria: la firma de un nuevo contrato social entre mujeres y hombres, construido sobre un reparto justo y equitativo de los espacios, de la toma de decisiones, del cuidado, del trabajo remunerado…en definitiva, de la vida; de los derechos y obligaciones de todos y todas. Y nos comprometemos a aportar nuestro trabajo y esfuerzos para que esto sea posible.

Para ello, sin perder de vista que las mujeres somos diversas y por tanto diversas son también las estrategias de lucha, planteamos las siguientes diez medidas, presentes en nuestros programas forales y locales.

Garantizar una vida libre de violencia para las mujeres. La violencia que sufren muchas mujeres es la punta del iceberg del sistema patriarcal neoliberal, que carga con toda su fuerza para intentar mantener bajo control el cuerpo y la vida de las mujeres. Desde las administraciones rechazaremos firmemente cualquier tipo de violencia teniendo en cuenta su carácter integral y pondremos en marcha programas integrales de atención a las mujeres que la sufren, buscando la coordinación entre las distintas administraciones implicadas y el estableciendo de recursos específicos para cada uno de los ámbitos de actuación.

Colocar la vida y el cuidado de la misma como un elemento central de las políticas públicas. Dar valor social al trabajo no reumerado que históricamente ha recaido y recae sobre las mujeres. Todas las personas tenemos la necesidad y el derecho a ser cuidadas, y debemos  reconocer el valor que estas tareas, tradicionalmente realizadas por mujeres, tienen en nuestra sociedad. Es responsabilidad de las administraciones garantizar la existencia de servicios públicos y sin copago para el ejercicio de los cuidados (residencias, centros de día, servicio de atención domiciliaria, haurreskolas, ludotecas).

Garantizar que las mujeres que actualmente están ejerciendo cuidados, lo hagan en condiciones dignas y que su labor sea socialmente reconocida. Por lo tanto, nos comprometemos a abordar la situación de subcontratación de servicios de cuidado por parte de la administración y la precarización galopante de los mismos, desde el firme objetivo de construir un sistema público de atención a la dependencia. Por otro lado, impulsaremos medidas para corresponsabilizar a los hombres en el ejercicio de las tareas de cuidado, que son una responsabilidad que corresponde a todos y todas y no una labor exclusiva que las mujeres tengan que encargarse de conciliar con otras facetas de sus vidas

Impulsar la autonomía económica de las mujeres y acabar con la precarización de sus condiciones de vida, a través de actuaciones dirigidas a garantizar su acceso y permanencia en el mercado de trabajo en condiciones de igualdad. Las mujeres estamos presentes en el mercado de trabajo en una situación de crisis permanente y de desprotección social (mayor precariedad, más contratos temporales, peor remuneración). Desde las administraciones, pondremos en marcha medidas específicas (ayudas, programas) y promoveremos una reorganización de los tiempos para el trabajo,  el empleo y el ocio equilibrada, evitando que las mujeres soportemos una presencia precaria en todos ellos.

Impulsar la necesaria toma de conciencia y la participación socio-política de las mujeres, desde un modelo de democracia real. Impulsaremos los proyectos de Escuelas de empoderamiento y pondremos en marcha espacios propios para las mujeres, como las Emakumeen Etxeak. Además abriremos la administración a la participación de las mujeres y al movimiento feminista, a través de la puesta en marcha de Consejos de las Mujeres  con el compromiso de que se tenga en cuenta sus aportaciones y procesos de presupuestos participativos. Prestaremos especial atención al impulso de la participación de las mujeres jóvenes y migrantes.

Garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y la diversidad sexual. Para ello consideramos necesario la definición de políticas públicas activas en este sentido, impulsando medidas que incluyan la sanidad, la puesta en marcha de modelos de educación afectivo-sexual y campañas de concienciación social. Ello implica que se garantice, también a las mujeres navarras, su derecho a la interrupción voluntaria del embarazo dentro del sistema sanitario público de su propia Comunidad y se ofrezca a las nuevas generaciones los servicios de información, orientación sexual y asesoramiento que aportaban los antiguos COFES desmantelados por UPN.

Trabajar desde modelos coeducativos, que promuevan la autonomía de nuestras niñas y niños. El proceso de socialización, en el que la educación tienen un peso fundamental, sigue mostrando a nuestras niñas y niños y a nuestra juventud, un modelo diferenciado por género. Debemos romper con estos modelos de educación estereotipados e impulsar otros, tanto en la educación formal como informal, basados en la promoción de la autonomía individual y en las relaciones de equidad.

Construir ciudades y pueblos habitables para las mujeres. Para ello garantizaremos que todas las actuaciones relativas al urbanismo y la movilidad sean planificadas y desarrolladas desde la perspectiva de género. Queremos ciudades en las que no existan lugares a los que las mujeres no puedan acceder por el riesgo de ser agredidas. Queremos ciudades y pueblos accesibles, que garanticen que la diversidad funcional no sea nunca una barrera, ciudades donde el transporte público sea una realidad y se adecue a las necesidades de las mujeres, como principales usuarias del mismo. Por otro lado, no limitaremos nuestras propuestas al ámbito urbano, sino que tendremos en cuenta las necesidades y demandas específicas de las mujeres que viven en el entorno rural.

Impulsar una cultura en la cual se reconozca la aportación histórica y los saberes de las mujeres en este ámbito. Promoveremos medidas encaminadas a la recuperación de la memoria histórica de las mujeres de nuestras ciudades y pueblos. Impulsaremos la producción cultural de las mujeres y estableceremos medidas específicas para impulsar su acceso a las actividades de ocio. Desde la administración no se subvencionará ninguna actividad cultural que sea discriminatoria. Y pondremos en marcha distintas medidas para acabar con la desigualdad en el deporte.

Pintar de morado la administración pública. Creemos que la administración pública tiene que velar porque todas las medidas anteriormente mencionadas se lleven a la práctica. Para ello se necesita de planificación, de personal, de recursos…pero sobre todo, de un compromiso feminista convencido y firme.

Las personas que conformamos Bildu tomamos el presente decálogo como elemento fundamental de nuestra práctica política y asumimos la responsabilidad de llevarlo a la práctica en todos nuestros pueblos y ciudades. Somos conscientes de las dificultades, de la profundidad de las transformaciones necesarias, pero ante los obstáculos, tenemos la ilusión y la fuerza que nos da la certeza de que otro modelo político y socioeconómico, otra Euskal Herria feminista, de mujeres y hombres libres, es posible. 

Pensiones y trabajo doméstico > María Pazos (ATTAC)

Artículo de María Pazos publicado en la web de ATTAC

La Comisión del Pacto de Toledo ha propuesto que se estudien medidas para que las amas de casa lleguen a cobrar pensión de jubilación. El informe habla de reconocimiento de periodos cotizados por cuidado de hijos y dependientes, así como de establecer incentivos fiscales, que no concretan, para que coticen los matrimonios con régimen de gananciales. Todo muy vago aún pero muy preocupante, porque supone profundizar una vía ya iniciada hacia la consolidación de la división sexual del trabajo que las mujeres españolas habíamos soñado con desafiar. Pensábamos: puesto que nos hemos incorporado a la educación con inmejorables resultados, ¡queremos nuestros empleos y nuestras pensiones por derecho propio! Aún más, ahora que hemos demostrado nuestra valía para cualquier profesión, y la valía de los hombres para cualquier actividad doméstica, ¡queremos repartir al 50% todas las tareas! ¿No es posible? ¿Por qué no? ¿Se han planteado siquiera la pregunta los diputados y las diputadas de la Comisión del Pacto de Toledo?

Dirán que no es posible porque nosotras elegimos ser amas de casa, pero nadie se cree ya que las chicas que terminan sus estudios optan masivamente por esa vocación. Al contrario, para jóvenes menores de 30 años, la tasa de actividad femenina es prácticamente igual a la masculina. De hecho, muchas retrasan la decisión del primer hijo buscando estabilidad en el empleo; la bajísima tasa de fecundidad española es una muestra de que las mujeres no están dispuestas a optar por la maternidad sacrificando su profesión. Pero lo que no se dice es que las pocas que se deciden a tener hijos se encuentran, además de sin servicios públicos de educación infantil accesibles, con maridos que no comparten, con empresarios que les penalizan y con importantes incentivos económicos a las familias para que ellas abandonen definitivamente sus empleos. Ahí está la desgravación por declaración conjunta de los matrimonios en el IRPF, una ayudita si ella se queda en casa que se une a los permisos de maternidad cada vez más largos (y mucho más largos que los de paternidad), a los cuales suceden excedencias con reconocimiento de cotizaciones (aunque, nótese: ¡solamente durante un periodo y nunca para el desempleo!).

Ayuditas y promesas: el régimen matrimonial de gananciales ya les promete que todo será de los dos al 50%. Además, ella no debe preocuparse, porque con las cotizaciones de él tendrán una pensión de jubilación y, si pasara lo peor, ella quedaría con la de viudedad. Como parece que todo esto no está siendo suficiente, ahora se les promete una pensión de jubilación (que la Comisión del Pacto de Toledo llama ‘propia’) por sus trabajos de ama de casa ¡Qué fácil es engañar a una joven madre que de todas formas no tiene otra alternativa! Porque del dicho al hecho va mucho trecho: nadie le advierte que la pensión de viudedad se pierde en caso de divorcio; que la liquidación de gananciales es un infierno en muchas ocasiones; que los periodos reconocidos probablemente no les den para llegar a los 20 años de cotización que establecerá la nueva reforma de las pensiones; y que, si acaso llega a los 20 años, le quedará la pensión mínima porque las bases de cotización serán bajas y porque por ese camino no alcanzará los años necesarios para tener pensión completa. La Comisión del Pacto de Toledo, que en el informe citado reclama la “real equiparación de salarios entre hombres y mujeres”, debe de saber que reintegrarse a un empleo de calidad a partir de los 40 años después de un periodo largo de ausencia es casi imposible, aparte de que el coste de oportunidad ya no se recupera; y hoy en día queda mucho por vivir a partir de los 40 años, con maridos e hijos/as o sin ellos/as. Las mujeres, además de no haber sido educadas para pensar en ellas mismas, y menos a largo plazo, tienen que descubrir por sí mismas, en su propia carne, todos estos efectos previsibles. Curiosa inhibición del Sector Público en su tarea informativa/formativa, o mejor dicho, ¡bonita forma de tirar la piedra y esconder la mano!

Los estragos de estas propuestas ‘novedosas’ pueden comprobarse en los países, como Alemania, que nos preceden en ellas. En base a estas experiencias, ya en 1996, Diane Sainsbury estableció dos constataciones sobre los derechos/compensaciones otorgados en base al trabajo doméstico y de cuidados: 1) siempre son inferiores a los adquiridos por la permanencia en el empleo, y 2) nunca son suficientes para asegurarse una renta que permita vivir independientemente.

Si los incentivos siguen aumentando y prosperando, es posible que el gobierno de turno se quite de encima a unas cuantas buscadoras de empleo de esas que empañan las estadísticas del paro. Pero, ¿es bueno para el país? Paradójicamente, un efecto constatado, y obvio, de estas figuras desincentivadoras del empleo formal es el de potenciar la economía sumergida, enemigo principal del Pacto de Toledo. En efecto, en su declaración programática, el Pacto llama a ‘incentivar el trabajo regular y luchar contra la economía sumergida, permitiendo que aflore el empleo oculto existente en la actualidad’; y por ello propone que las bases de cotización se acerquen a los salarios reales y que se penalicen los huecos de cotización. ¿Soñarán con que se apliquen estas reglas para ‘todo el mundo’ excepto para el 50% de la población? Parece como si no se hubieran dado cuenta de que su imposible excepcionalidad se refiere justamente a la mitad más importante de la regla, porque son las mujeres las que tienen más huecos y las que están más afectadas por ese empleo sin derechos. Pero los perjuicios para la sociedad son mucho mayores que la precariedad y la pérdida de ingresos por impuestos y cotizaciones que supone la economía irregular. Ya nadie pone en duda que la especialización de las mujeres en el trabajo doméstico es ineficiente: desperdicio de su capital humano, segregación del mercado de trabajo, despilfarro del capital cuidador de los hombres… Aún más, sabemos que es insostenible: los países que continúan por esta vía, como Alemania, Japón, España o Italia, registran las menores tasas de fecundidad del mundo, en un fenómeno que se ha dado en llamar ‘suicidio demográfico’.

Entonces, ¿a quién le interesa la vía que la Comisión del Pacto de Toledo nos propone profundizar? Muy sencillo: a un sistema político-económico en el que, como afirma Vicente Navarro, el poder de clase se alía con el poder de género. El confinamiento de las mujeres en el hogar, tan perjudicial para ellas mismas y para la sociedad en su conjunto, proporciona a las empresas hombres totalmente disponibles y, como únicos sustentadores, absolutamente sumisos. ¿Qué más les da si se desperdicia la mitad del capital humano del país? ¿Qué les importa que los servicios públicos sean una inversión rentable, si no se apunta a su cuenta de resultados empresariales? El capitalismo salvaje no entiende de razones sociales. Por ello, hace ya casi un siglo, la comunidad internacional se unió en torno a la idea del Estado del Bienestar, precisamente para poner coto a este fenómeno depredador que ahora vuelve a campar por sus respetos.

Hay que reconocer también que el sistema tiene su base social. También la llamada izquierda está sucumbiendo ante los cantos de sirena de este poder patriarcal y económico que parece otorgar a los hombres la descarga sobre la parte débil. ¿Quién habla de estos temas? Mujeres en el 99% de los casos. Algunas feministas nos desgañitamos gritando que queremos ser iguales a nuestros compañeros de clase, de trabajo, de vida. Nuestros compañeros progresistas no niegan nuestras razones pero tampoco nos escuchan. La violencia de género se trata como algo abstracto. El Burka se tolera o se minimiza el problema con argumentos cuantitativos (“hay pocos”, repiten). Hemos crecido pensando que estábamos conquistando la igualdad y nos hemos topado con la diferencia. Algunos se sentirán privilegiados, sobre todo cuando el empleo es escaso y no parece haber para todos. Pero se equivocan quienes eligen ese camino, porque por él solo se va a la barbarie. Y al paso que vamos, como escribió Bertolt Brecht, cuando vengan a por ellos ya no quedará nadie para protestar.

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