Alternatiba tilda de “xenófobas y racistas” las palabras de Basagoiti sobre inmigración y sanidad

 

El portavoz de Alternatiba, Oskar Matute ha salido hoy al paso de las declaraciones realizadas por Antonio Basagoiti en su blog en torno a la sanidad y a la inmigración, asegurando que el líder del PP vasco no ha hecho otra cosa que dar muestra de su verdadera cara, “nos ha mostrado cual es su posicionamiento político, el de la ultraderecha rancia, xenófoba y racista, que prioriza los recursos públicos en función de la clase social y del origen de las personas”.

Matute ha acusado a Basagoiti de “prostituir términos como la justicia social para justificar los graves ataques contra la dignidad de las personas que suponen los recortes en sanidad y educación impulsados por el gobierno español de su compañero de filas Mariano Rajoy”. Y es que han sido precisamente los recortes del gobierno popular los que han dado pie al presidente del PP vasco a defender abiertamente los tijeretazos en sanidad que incluyen, en otras medidas, restricciones en el acceso a la tarjeta de sanidad para los inmigrantes irregulares.

El portavoz de Alternatiba he vuelto a reclamar la “capacidad para disponer de nuestros propios recursos, desde la convicción de que solo la solidaridad y el internacionalismo nos puede conducir a crear una sociedad libre de personas libres, donde estas no sean discriminadas ni por su raza ni por su condición, ni por supuesto por su capacidad adquisitiva”. Finalmente, ha recordado que Rajoy y Basagoiti son la “extrema derecha española, la de siempre”, por lo que ha reiterado el llamamiento a conformar una mayoría de agentes sociales, sindicales y políticos de izquierdas de Euskal Herria para “responder con rotundidad a sus políticas y a sus recortes”.

Clínica Álava: Tropezar con las mismas piedras

Luis Mª Salgado – Alternatiba Araba

A finales del año 2009 escribíamos un artículo sobre la situación de la Clínica Álava. En aquel momento, la clínica privada se hallaba inmersa en un proceso concursal, y había incoado un Expediente de Extinción de Empleo. La situación era dramática para pacientes, familiares y personal trabajador. El Instituto Foral de Bienestar Social negociaba en aquel momento la prórroga del contrato de concertación con dicha empresa privada, y desde Alternatiba exigíamos una solución al conflicto perenne que históricamente ha representado esa clínica. Exigíamos una solución, no un parche que alargase apenas unos meses o años el problema. Tanto en aquel momento como en el actual nuestra apuesta es la publificación de un recurso necesario y muy valioso. Sin embargo, la apuesta del IFBS en aquel momento fue buscar otro comprador privado para que gestionase el despropósito en el que se había convertido la Clínica Álava, al tiempo que la Hacienda Foral aprobaba una quita del 50% en la deuda contraída por la empresa con el ente público.

Ya no estamos en el año 2009 sino en marzo de 2012, pero la situación es la misma que entonces. La Clínica ha presentado nuevamente un Expediente de Extinción, vuelve a utilizar a las y los enfermos como moneda de cambio, y ha entrado nuevamente en concurso. Mismo problema, misma piedra, solo que esta vez la diputada responsable, Sra. Alaña, con menor conciencia social si cabe ha decidido no entrar a “negociar” con la dirección al considerar que las exigencias de la misma son desorbitadas. 140€ por cama y día parece ser la “exigua” petición de la gerencia. No le preocupa a la ínclita mantener un recurso de la valía de la Clínica Álava, ni preservar los puestos de trabajo, simplemente desea quitarse una patata caliente que su partido y el PNV han alimentado a lo largo de los años. No llegará a un acuerdo con la dirección de la Clínica porque tiene en mente dar esa gestión por “concurso digital” (o “a dedo”, como se prefiera) a la nueva residencia privada Albertia Etxea de Miñano Mayor. La plantilla irá a la calle, los familiares tendrán que desplazarse en su vehículo particular para ver a sus seres queridos – ¿Existe transporte público en Araba?- y los y las gasteiztarras disfrutaremos de un maravilloso edificio vacío en el corazón de la ciudad.

Estamos convencidos de que la diputada nos hablará en los próximos días de la imperiosa necesidad de dar una solución definitiva al problema. A buen seguro, nos hablará de las bondades de la nueva residencia, de lo importante que es para su buen funcionamiento la gestión mixta público-privada. Sin embargo, esta no es la solución, simplemente se trata de un nuevo parche que traslada un problema a otro lugar. La experiencia de la Clínica Álava nos debería servir de aprendizaje para no volver a caer en los mismos errores. Entregar la gestión pública a manos privadas es un riesgo social inasumible que destruye empleo digno, que empeora la calidad del servicio y que, a la larga como ya hemos podido comprobar, el interés especulativo de los empresarios privados puede llegar a salir mucho más caro de lo que la derecha neo-liberal asevera. A esto hay que unir la dificultad que entraña para un organismo público recuperar la gestión de un servicio una vez privatizado.

Nosotros lo tenemos claro, igual que lo teníamos claro en diciembre de 2009, la solución definitiva pasa irremediablemente por la recuperación para la gestión pública y directa del servicio, y la subrogación de la plantilla como personal laboral del IFBS. Este es el mejor momento para poder hacerlo con el menor coste posible para las arcas públicas. Diputación no puede dejar pasar la oportunidad de gestionar uno de los recursos socialmente más valiosos que tenemos en esta ciudad. La diputada de Servicios Sociales tiene que hacer una apuesta valiente por este recurso, y no caer en los errores del pasado favoreciendo el beneficio privado con la salud y el bienestar de los y las alavesas.

¿Progreso, cambio o emancipación?

Amaia Agirresarobe – Portavoz de Alternatiba

Las palabras están vivas, son dinámicas, mutan y se adaptan a los tiempos y a los contextos. El término que ayer significaba una cosa, hoy se refiere otra; lo que ayer cobraba un sentido específico, hoy quizá ya no lo tiene. Este devenir de las palabras y de los conceptos debe estar en constante revisión: uno, para no utilizarlos de manera errónea, descontextualizada; dos, para adecuar constantemente significante y significado, evitando la degeneración de las palabras. Sí, no hemos de olvidar que éstas forman parte de los discursos, y por tanto son fruto de las correlaciones de fuerzas, de las relaciones de poder, del interés por construir determinados imaginarios.

Por poner ejemplos, ¿Qué queda hoy del desarrollo sostenible?, ¿Qué significa la democracia, la soberanía popular, el poder del pueblo, cuando los que se vanaglorian de ser demócratas birlan a la ciudadanía las decisiones fundamentales, que están en manos de empresas transnacionales y de instituciones de escasa legitimidad, como el Banco de España, el Banco Central Europeo, la Comisión Europea o el FMI?

Las izquierdas tenemos que hacer un ejercicio permanente de análisis crítico de las palabras, de los conceptos. En este punto es importante señalar que esta batalla de ideas, esta batalla de palabras, esta confrontación de discursos, también es parte esencial de la lucha por un modelo alternativo de sociedad. Estructuras, prácticas e imaginarios son elementos insoldables de nuestras propuestas políticas. Así, y dentro de este cuestionamiento crítico, deberemos condenar al ostracismo, en algunos casos, a aquéllos conceptos que confunden y despistan; en otros, deberemos redefinir, recuperar o crear otras palabras, que impidan la proliferación de términos light, neutros, fortalecedores del orden establecido.

Respecto al primero de los casos -conceptos mal usados-, queremos detenernos especialmente en el progreso, en los y las progresistas. La idea de progreso es una de las señas de identidad de la modernidad capitalista, paradigma civilizatorio sobre el cual se asientan nuestras sociedades. Así, en el siglo XVIII surge la creencia, fruto de los adelantos tecnológicos, de la capacidad ilimitada del ser humano y de los pueblos del planeta de progresar, de desarrollarse.

Un desarrollo vinculado únicamente al crecimiento permanente y exponencial de bienes y servicios –y no de derechos y capacidades-; un crecimiento basado así en el fetichismo de la mercancía, que excluye, desvaloriza y ningunea algo fundamental, que es el trabajo de sostenibilidad de la vida, realizado fundamentalmente por mujeres dentro de una estrategia de adaptación capitalista al patriarcado; un progreso que  se convierte en una receta universalizable –sólo hay que seguir las etapas seguidas por los países desarrollados-, que se basa en las premisas capitalistas de maximización de beneficios, apertura de mercados y crecimiento ilimitado, donde la naturaleza no es más que un recurso más. Por lo tanto, progreso es igual a desarrollo, que es igual a crecimiento capitalista.

Desde el siglo XX, el término de progresista, se utiliza también para diferenciarse del término conservador –supuestamente quien no quiere avanzar en el desarrollo del progreso, de la modernidad capitalista- pero también para diferenciarse del término izquierdista –vinculado a procesos radicales, de los que se huye conceptualmente, aunque el socialismo real también se imbuye de desarrollismo progresista, aunque no capitalista-. De esta manera, si este es el significado de progreso, y si partimos de la actual situación de gravísima crisis civilizatoria, social, climática y alimenticia, ¿Quién que se considere de izquierdas puede apelar al progreso, cuando este concepto nos lleva a la defensa del capitalismo en su versión más patriarcal, antiecologista y colonialista? Así, el uso del término progresista es, en el peor de los casos, un grave error; en el mejor, una cobardía, al pretenderse el equilibrio entre los dos demonios, conservadores e izquierdistas, cuando hoy en día son el progreso y la modernidad capitalista -ensalzada por conservadores, liberales y socialdemócratas por igual-, los que impiden una sociedad más justa y equitativa.

Respecto al uso de conceptos neutros o vacíos, nos encontramos con el debate entre cambio, transformación y emancipación. Asistimos hoy al uso y al abuso de la palabra cambio. Cambio político, cambio social, cambio de etapa, escuchamos una y otra vez, y no sabemos muy bien qué se quiere decir. Cambiar, en sí, es simplemente “dejar una cosa para tomar otra”, “mudar”, “convertir”, que tanto puede ser para bien como para mal -no hay duda de que la reforma laboral es un cambio- y que, además, todo el espectro político lo utiliza, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, ya que puede significar desde la mera alternancia (“quítate tú para ponerme yo”), a cambios decorativos, o a grandes transformaciones estructurales. Es, hoy en día, un concepto vacío. Precisamente el término transformación -primo hermano del cambio- trae implícito un deje de cambio de mayor calado, de mayor profundidad, aunque sigue sin dejar clara la línea que lo separa del simple cambio. ¿Cuál es la línea entre cambio y transformación?  

Así, si el cambio no significa nada, si no tiene fuerza política, y la transformación no clarifica su significado, la emancipación puede ser el concepto que recoja los anhelos de las izquierdas, ya que hace referencia a “liberarse de cualquier clase de subordinación y dependencia”. Este si es un concepto cargado de contenido, fuerte, y que en estos momentos de crisis pretende enfrentarse al sistema múltiple de dominación que impide el desarrollo de las libertades de personas y pueblos. Por lo tanto, se enfrenta al patriarcado, al capitalismo, al productivismo, al colonialismo, al racismo y a la dictadura, y plantea su superación integral.

Repetimos, la lucha de discursos e imaginarios es parte esencial de la lucha social. Así, desterremos de nuestras vidas las referencias al progreso, y luchemos por la emancipación mejor que por el cambio –le regalamos la palabrita a Rajoy, o en un futuro a Rubalcaba, o a Urkullu-. Nosotros y nosotras a lo nuestro, por una Euskal Herria y un mundo emancipado.

Hacia una Edad Media digital

Iagoba Itxaso – Militante de Alternatiba

Últimamente hemos oído mucho sobre derechos de autor y la neutralidad de la red: La SGAE y sus gestores bajo sospecha – más que fundadas sospechas – una Ley Sinde aprobada sin consenso, un Canon Digital que desaparece, los proyectos de ley SOPA y PIPA en Estados Unidos, un apagón digital luchando contra ellas, el FBI cerrando Megaupload tras una espectacular operación internacional…

Algunos sabremos de qué va el tema y otros habremos oído campanas. Es la guerra: la World War Web. Pero… ¿cuáles son los bandos?

Por un lado tenemos a las industrias derivadas de obras intelectuales. Por el otro tenemos a los defensores de la neutralidad y la libertad en la red. Por un lado tenemos a grupos de empresarios, de trabajadores y de autores que defienden sus modelos de negocio, amenazados por una revolución digital que hace tambalear gran parte de sus formas de generar ingresos. Por el otro tenemos a los defensores del progreso a todos los niveles, de una Internet global sin tijeras ni límites, de unos derechos en cuanto a libertad de información y comunicación que consideran fundamentales. También en este segundo bando, se incluirían las industrias que producen beneficios gracias a esta libertad en la red.

Aunque bien es sabido que el medievo no fue una época tan oscura como la cultura popular a veces nos muestra, esta imagen habitual de la Edad Media nos sirve para mostrar que uno de estos dos bandos en la World War Web, busca retrotraernos al pasado. Como esa Iglesia medieval luchando contra la Ciencia, las industrias derivadas de los derechos de autor luchan contra el mundo digital, contra la red y la tecnología.

Pero al igual que esa lucha por parte de la Iglesia fue inútil, y la Ciencia se abrió camino, resulta absurdo pensar que este grupo de industrias van a poder frenar el progreso ahora. Una lucha fútil por perpetuar modelos de negocio ya obsoletos.

Una industria editorial que intenta vendernos libros electrónicos al mismo precio que en papel; una industria discográfica que quiere convencernos de que el CD aún es un formato servible y lógico como producto; una industria cinematográfica y audiovisual que no plantea alternativas válidas a sus clientes, ciñéndose a productos de usabilidad reducida que no plantan cara a la gran versatilidad de los “piratas”; y en todos los casos, como perro de hortelano, ni siquiera explotan todas sus propiedades, deseando que nadie acceda a ellas, esperando el momento adecuado para volver a venderlas o introducirlas en una región concreta. Es el caso de los libros, discos y películas descatalogados de toda la vida, y de los productos que tardan en llegar a alguna región o nunca lo hacen, barreras que siempre han derrumbado esos mismos «piratas».

El progreso camina hacia contenidos en la nube, streaming, cantidad de información ilimitada, servicios globales, accesibilidad inmediata, etc. pero las industrias se aferran al formato físico y a fórmulas anacrónicas. Por otro lado, las gestoras de derechos, no sólo no ayudan, sino que constituyen gran parte del problema.

Tal vez si tuviéramos las herramientas legales y las personas adecuadas para, desde nuestras instituciones, luchar contra esta industria y este sistema desfasado, podríamos realmente tener un acceso a la cultura adecuado, ético y justo con los autores y  con el resto de la ciudadanía.

Si encontráramos la forma, las personas adecuadas y los apoyos necesarios para crear una gestora de derechos de autor vasca, de pleno derecho, pública y transparente; si contáramos con un sistema editorial, también público, adaptado a la misma, aprovechando y modernizando en el camino entes públicos actuales como EITB y revolucionando la explotación y exportación de nuestras obras; tal vez podríamos tener nuestro pequeño oasis con ciudadanos con acceso de primera calidad a la cultura, que competiría ya no sólo con las industrias y los sistemas actuales, sino con una “piratería” que debería perder todo sentido.

Debemos luchar contra quien tenga intención de coartar la red y, al mismo tiempo, plantear alternativas y dar soluciones a los problemas que suponen la distribución de la cultura y la retribución de los autores. No es sencillo, pero el resultado de la World War Web no puede ser una Edad Media digital, no podemos dar pasos atrás. No podemos permitir que con la excusa de la defensa de los derechos de autor, los más reaccionarios obtengan herramientas para limitar nuestra libertad de expresión en Internet; una red de comunicación global que demuestra ser más importante cada día, como agente en cualquier revolución, levantamiento o simple necesidad de expresión de cualquier colectivo. Sólo hay que echar un vistazo a los hechos más importantes acaecidos en 2011 para comprenderlo. Porque Internet ha cambiado nuestro mundo y nuestra capacidad de comprensión del mismo, y porque nunca antes hemos tenido una capacidad de informar y ser informados tan enorme y democráticamente.

Terminaré con unas palabras de David Bowie del año 2002 en las que vaticinaba una revolución en la industria musical.

“No creo que el trabajo con los sellos y los sistemas de distribución de la música sean los mismos. Dentro de diez años se dará una transformación absoluta de todo lo que conocemos acerca de la música, y nada va a ser capaz de detenerlo. Estoy convencido de que los derechos de autor ya no existirán en diez años, y la autoría y la propiedad intelectual van a recibir una revolución. La música en sí misma va a ser como el agua corriente o la electricidad. Es terriblemente emocionante, pero poco importa si opinas que es emocionante o no, es lo que va a ocurrir”.

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Descansa en paz, socialdemocracia

Oskar Matute y Ana Etxarte – Portavoces de Alternatiba

Si tuviéramos que destacar alguno de los hitos que han marcado políticamente la escena internacional en el pasado año, deberíamos situar, junto a la profunda crisis global, el fracaso de la construcción europea o la incapacidad de frenar el cambio climático en Durban, un hecho no tan comentado pero que tiene y tendrá importantes implicaciones políticas: la muerte de la socialdemocracia en Europa.

Así, los últimos cambios de gobierno en Eslovenia, Grecia y en el Reino de España dejan un mapa claramente conservador: la práctica totalidad de la UE están en manos de la derecha, salvo Dinamarca, Rumania, Bélgica y Austria (estos últimos con gobiernos frágiles o en coalición con conservadores); en el parlamento europeo existe una amplísima mayoría conservadora que ha crecido precisamente durante la crisis; la Comisión Europea también está dirigida por un conservador –recordemos que Barroso fue el cuarto personaje de la triste foto de las Azores-. La metástasis de la derecha en Europa nos plantea una tremenda paradoja, ¿Será que preferimos a quienes conculcan derechos, reprimen, impiden el desarrollo de la democracia y desmantelan los servicios públicos, frente a los que defienden derechos y libertades? Obviamente, no es la pregunta que se hace la ciudadanía en un contexto en el que conservadores, liberales y socialdemócratas aplican las mismas medidas y reducen sus diferencias a matices más o menos significativos, insuficientes para enfrentar una crisis como la que vivimos. Así, la socialdemocracia no es una alternativa al statu quo, es tan solo una versión del mismo, una alternancia para aparentar un cambio que en realidad impide.

La crisis no ha hecho sino retratar a esta opción reformista, y 2011 ha significado el entierro definitivo de un espacio político en crisis estructural en las últimas décadas. No se trata de un bache coyuntural, sino de un estado de coma profundo de una socialdemocracia que, aunque en el futuro pueda reaparecer esporádicamente dentro de la dinámica de alternancia –como quizá suceda en Francia-, ha agotado su legitimidad política no sólo por ser incapaz de resolver los acuciantes problemas que sufrimos, sino por ser parte activa en su creación.

Los días de vino y rosas ya pasaron; lejos quedan los 50 y los 60, la época del estado interventor, la regulación de los mercados, del bienestar o de las políticas públicas. Luego llegó la crisis –la de los 70- y los acomodados partidos socialdemócratas se convirtieron en social-liberales (liberales, vaya, como los neoliberales, pero no tan retrógrados en aspectos sociales), tomando parte en todos los procesos de privatización, de desregulación, de financiarización de la economía, de desmantelamiento del sector público. Sí, fueron ellos quienes permitieron y colaboraron en la creación del monstruo que hoy en día nos tiene contra las cuerdas; sí, fueron ellos quienes transfirieron todo el poder a los mercados, esos mercados a los que hoy, cínicamente, en momentos de exaltación de su rebeldía, acusan por su tremendo poder; sí, esos que hablan de un genérico mercado por no decir Botín, Fernández Ordoñez o Mario Fernández, por ejemplo; los mismos que gestionaron la crisis de los 70 nos ofrecen en bandeja la gran crisis del siglo XXI; de crisis en crisis, de oca en oca… pero ya no tiran, porque ya no les toca.

Y no les toca porque el social-liberalismo se muestra incapaz de ofrecer una alternativa. Esto causa gran preocupación en sus propias filas, aunque tienen otro motivo aún mayor de consternación: Ya no hay salida desde sus propios parámetros, ni siquiera la habría si regresaran a las esencias socialdemócratas de los años dorados, debido a que el mundo que han ayudado a crear es muy diferente del de hace tres décadas. Así, ante la crisis civilizatoria actual, ¿Quién devuelve al sistema financiero a la caja de Pandora que ellos abrieron? ¿Quién puede enfrentar los grandes problemas globales, sin medidas profundas y transformaciones radicales en el orden internacional? ¿Quién pretendería devolver a la ciudadanía la soberanía y la autonomía robada con una pseudo-democracia decadente, no participativa y en manos de las transnacionales? ¿Quién, en definitiva, pretendería avanzar en derechos y libertades sin superar el capitalismo, generador directo de pobreza, desigualdad, dictadura y vulnerabilidad? Ya no es momento de reformas ni de cambios graduales; estamos en un momento crítico, y el debate está entre quienes quieren cambiar radicalmente el sistema y quienes lo defienden. Ya no hay espacio para la socialdemocracia, sólo hay oportunidad y urgencia para la izquierda.

La izquierda socialista y alternativa tiene, por tanto, una gran responsabilidad, y mucho camino por recorrer. Debe estar a la altura del momento que vivimos, aprendiendo de los errores de la socialdemocracia: mensaje radical,  alternativo, integrador de luchas; frente al oportunismo, la indefinición y la  unidimensionalidad de las propuestas socialdemócratas; visión estratégica a largo plazo, frente a coyunturalismo y electoralismos; formas horizontales, democráticas, equitativas y amplias de entender la política –que por supuesto no es coto privado de los partidos- frente al verticalismo y la robotización del militante socialdemócrata; claridad en la necesidad de construir hegemonía desde la izquierda, frente a alianzas con derechas y derechillas.

En Euskal Herria también tenemos que tener muy presente este mensaje: la socialdemocracia está en su tumba, y todo empeño en resucitarla correrá su misma suerte. precisamente en esa misma tumba. Aquí no vale con ser menos malo que los malos. Nuestra referencia no son ellos –la derecha- sino la que el momento exige: construir hegemonía desde una alternativa radical. Estamos en un momento ilusionante de generación de espacios y herramientas de articulación de diversas izquierdas –en los que Alternatiba participa-, y debemos tener en cuenta la historia y la coyuntura presente, tener altura de miras, para conducir este proceso, sin prisa pero sin pausa, a una transición post-capitalista,  una transición superadora y radical del sistema.

Por ello, en este 2012, Alternatiba se asoma a la tumba de la socialdemocracia y le dice: “descanse en paz, descanse para siempre”. Volveremos de vez en cuando, y no para honrarla, sino para garantizar que la tumba sigue bien sellada.

Mitología navideña en tiempos de crisis > Félix Placer Ugarte

Félix Placer Ugarte – Teólogo

Cuando, después de su ocaso otoñal, el sol renace en el solsticio de invierno y el frío nos envuelve con el manto nevado de nuestras montañas, cuando va comenzar un nuevo año, las expresiones míticas de estas fechas evocan sentimientos, nostalgias, deseos, creencias y vivencias divergentes. Belenes, estrellas y árboles luminosos, olentzeros, Papa Nöel, reyes magos, loterías… son símbolos y signos de formas diferentes y hasta de opuestos significados.

Unos son tradicionales y costumbristas provenientes de largos siglos de cristiandad asumidos en la sociedad y en la intimidad vascas. Otros han sido importados por la incidencia globalizadora del capitalismo neoliberal; unidos al consumo y la publicidad se han apoderado de calles y comercios y adornan con árboles artificialmente iluminados plazas y casas. Olentzero que vuelve desde el profundo bosque recorre nuestros pueblos y ciudades como figura anunciadora de las fiesta navideñas…

En muchos casos, sin duda, son días y celebraciones cargadas de recuerdos, momentos de evasión en fiestas y cotillones; también de convivencia familiar e intercambio de regalos. De una u otra forma nadie es ajeno a estas celebraciones, que son sentidas y vividas desde experiencias con frecuencia muy distantes.

En efecto, la mítica navidad que anuncia la luz nueva y que la tradición cristiana celebra haciendo coincidir con ella el nacimiento de Jesús de Nazaret, el comienzo del nuevo año que intenta alegrar la noche con los mejores deseos y expectativas, son para muchas personas días de carencias en medio de opulencias, futuro de incertidumbres y oscuridades ante una crisis que arrolla con sus recortes, falta de trabajo, precariedad, pobreza, situaciones límite para tantos inmigrantes sin papeles, libertad negada entre los muros de cárceles de represión y conculcación de derechos y dignidad de tantas personas.

Desde esas situaciones críticas y apremiantes, cada día más extendidas, las celebraciones de estos días son para los sectores marginados de nuestra sociedad un sarcasmo que pone de manifiesto la hipocresía y la falsedad sociales y políticas que envuelven en sus luces artificiales, en promesas y programas políticos, corrupción e injusticia.

Navidad es, en consecuencia, tiempo de experiencias y sentimientos contradictorios y enfrentados que, sin embargo, la ciudadanía asume y compagina, o sencillamente trata de no ver, ofuscada por las falsas luces de unas fiestas que, para quienes carecen de lo más básico, no tienen sentido ni esperanza.

Ante esta realidad que algunos denuncian, pero la mayoría calla u olvida, es necesario hacer de la Navidad un tiempo diferente. En la tradición cristiana más genuina se anuncia la creación de una sociedad nueva donde sea la noticia de la justicia para los pobres el centro de su mensaje solidario, donde a los cautivos, a los presos y presas se anuncie la liberación y se proclame la amnistía. Así lo hizo Jesús de Nazaret en la corrompida y clasista sociedad de su tiempo.

En la cruda realidad y consecuencias de la crisis económica, el programa del nuevo gobierno no impulsa la trasformación política, social, económica y cultural. Sigue las pautas y objetivos ya dictados por su política conservadora y las decisiones neoliberales europeas. La igualdad y equidad frente a una sociedad discriminadora y excluyente, la justicia ante tanta injusticia contra derechos básicos, la solidaridad en medio de la competitividad mercantil y fiscalidad horizontal evitando la vertical (de los más adinerados), el reparto justo de la riqueza sin darwinismo social que elimina a los más débiles y pobres, son las urgentes necesidades éticas -y también teológicas, expresadas proféticamente en el evangelio de la navidad- a favor de la dignidad humana. Pero esta estrella no guía a los gobernantes del estado y sus objetivos no abren caminos y esperanzas eficaces ante la precariedad de tantas personas en angustiosas situaciones vitales.

En los míticos tiempos de los jentilak, según la mitología vasca, estos representaban una civilización de costumbres y convivencia basada en relaciones horizontales en su ama lur, luego penetrada por una cristiandad, introducida bajo modelos imperialistas, reinos conquistadores, jerarquías eclesiásticas. Hoy, en esta navidad, subrayamos aquellos mitos que simbolizan la identidad nunca perdida de Euskal Herria. Porque son el substrato más profundo de su identidad que, a pesar de tantas agresiones, se expresan frente a otros mitos importados y alienadores que encaminan hacia una sociedad conducida y manipulada por los medios que le dictan lo que debe ser y por los mercados que le imponen lo que tiene que consumir.

Ante la avalancha navideña es necesario que brillen con luz nueva los derechos y exigencias éticas de las personas y de los pueblos frente a tanta luminaria de falso bienestar donde lo que interesa no es la libertad y decisión ciudadanas, sino el sometimiento a las leyes del mito capitalista (fuera del cual no hay salvación); no se busca que la gente viva conforme a su conciencia liberada, sino que consuma siguiendo las demandas que el mercado le inyecta con particular insistencia en estos días.

Cuando Olentzero baja de la fría montaña y anuncia estos días de fiesta, el clamor del «Hator, hator mutil etxera» resuena en nuestras calles y caminos exigiendo para presos y presas el respeto de todos su derechos, que vuelvan a su casa, a Euskal Herria, donde la libertad de decidir construya una convivencia nueva, reconciliada. El próximo primer sábado de enero, día 7, en la desbordante multitud esperada, este mítico personaje expresará el deseo, la lucha, el compromiso de una sociedad, de un pueblo que defiende sus derechos.

El nuevo año 2012 recordará las efemérides de la conquista del reino de Nafarroa; reclamará la soberanía arrebatada; seguirá caminando hacia la soberanía de nuestro pueblo; propugnará decisiones de reconocimiento y reparación de todas las víctimas; se afianzará, a pesar de los obstáculos, un auténtico, creíble y esperanzador avance en la paz basada en la justicia.

Por eso los mitos identitarios más auténticos de Euskal Herria que se evocan con nuevas motivaciones adquieren en estas fechas su sentido más genuino para la compresión y realización de un pueblo solidario con todos los pueblos de la tierra, en la búsqueda y consecución de la libertad y en la diferencia respetada de culturas, de relaciones y de convivencia anunciada por Olentzero en una mesa compartida: bihar merendatzeko botila ardoakin.

Tendiendo puentes entre Euskal Herria y la izquierda política y social del Estado español > Sabino Cuadra

Sabino Cuadra

Estos días pasados algunas personas de allende el Ebro, colegas de diversas movidas políticas y sociales, tras enterarse de que había sido nombrado por Amaiur (coalición formada entre la izquierda abertzale, Aralar, Eusko Alkartasuna y Alternativa para acudir a estas Elecciones estatales) para encabezar la lista al Congreso por Nafarroa, me han enviado correos en los que, tras desearme todo tipo de suertes, me pedían les informase un poco más de esta movida y de las posibilidades que ahora pueden abrirse para estrechar lazos con la izquierda política y social estatal. Tras pensar sobre ello, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, he pensado que las explicaciones a dar podrían hacerse extensivas, aparte de a estos colegas, a la gente de izquierda y activistas sociales del Estado español que trabajan y pelean día a día por horadar los sacrosantos pilares (capital, monarquía, desarrollismo, patriarcado, clericalismo, …) sobre los que se levanta esta sociedad.

Vaya por delante, en cualquier caso, que lo que sigue es algo de lo cual sólo se responsabiliza el suscribiente. No hablo, pues, en nombre de Amaiur (coalición que cuenta tan solo con unas pocas semanas de vida), ni tampoco de la izquierda abertzale a la cual pertenezco. Así pues, que todas las ostias dialécticas que pueda generar este escrito vayan a este humilde servidor y no a otros inocentes destinatarios.

Tendiendo puentes.

No es casual que el slogan principal elegido por Amaiur para esta campaña sea “ERAIKI ZUBIA” que, traducido al castellano, significa “TENDIENDO PUENTES”. Ello es así porque la coalición quiere conformarse como una herramienta que sirva para impulsar el diálogo, el entendimiento y el acuerdo. Como un puente sin barreras ni peajes abierto a todas las culturas políticas que reconocen a Euskal Herria, nuestro pueblo, como una nación. Como un camino abierto para transitar hacia una democracia socialista que de satisfacción a las demandas principales del movimiento sindical, feminista, ecologista, juvenil, pacifista-antimilitarista, etc…

En esta misma dirección, como no podía ser menos, Amaiur pretende ser también un puente abierto a todos los pueblos y luchas del mundo y, por supuesto, a cuantas existen en el Estado español. Peleas contra los efectos de esta crisis, contra una “democracia” hueca lastrada por fuertes herencias franquistas y contra una ofensiva brutal del capital y sus servidores (PP, PSOE, CIU, PNV, UPN,..) que busca cuartear los servicios públicos y recortar fuertemente todo tipo de prestaciones sociales.

Igualmente importante es tender puentes hacia todas esas dinámicas que, actualizando experiencias de democracia asamblearia, participación popular y acción directa, están hoy tomando plazas, barrios, locales, institutos y hospitales por todo la geografía estatal. Experiencias que comienzan a sacudir las viejas alfombras de las rutinas organizativas, las estructuras jerarquizadas y el sometimiento de las demandas populares a los ritmos e intereses particulares de una burocracia política, sindical e institucional cada vez más aferrada a privilegios y platos de lentejas.

Euskal Herria es una nación: derecho a decidir.

La izquierda soberanista e intependentista vasca quiere estar presente en Madrid, en primer lugar, para hacer saber a toda aquella persona que tenga oídos democráticos para escuchar, que somos una nación y que, como tal, tenemos y debe de reconocérsenos el principal derecho que corresponde a todo pueblo: el derecho a ser, a decidir por sí mismo, a autodeterminarse y a poder ser independiente.

En una reciente entrevista realizada a nuestro gran escritor y ensayista Joseba Sarrionaindia, se preguntaba a éste por “¿qué es ser vasco?”, a lo que este respondía: “Hay quien dice que por ser vasco eres distinto. Creo sin embargo que es más razonable afirmar lo contrario: el ser vasco es lo que nos hace iguales a los demás”. Nunca mejor dicho: lo que nos hace diferentes de los españoles o franceses no es el ser vascos, sino el que no nos dejen serlo. Lo que hace diferente a nuestro pueblo de Francia o España no es nuestra propia identidad, sino nuestra condición de oprimidos. Nosotros no somos separatistas, sino soberanistas e independentistas. Allá quien siga pensando, como Urbano VIII y su Santo Oficio, que España es el centro del universo porque así lo afirma la sagrada Constitución española.

Que nadie se confunda. Pretendemos estar en el Congreso español, no para asentar nuestro trabajo en una estrategia marcada por coordenadas políticas estatales, sino para responder a la realidad política y social vasca y, sobre todo, para afirmar y defender nuestros derechos como pueblo. La Constitución española, al contrario que en el resto del Estado, solo logró en Euskal Herria la adhesión de poco más de un tercio del censo electoral. La gran mayoría, respondiendo a los llamados a la abstención y al voto negativo de los partidos nacionalistas y de izquierdas, no la aprobó. Sin embargo se nos impuso. Lo mismo ocurrió con la OTAN, donde se nos metió por la fuerza a pesar de que en el referéndum convocado al efecto, la mayoría de la población vasca votó en contra de la entrada.

El Congreso español, que para algunos puede ser su máxima referencia democrática, para nosotros no es sino uno de los principales símbolos de nuestra opresión. En el mismo fue despreciado incluso el insuficiente proyecto de un nuevo Estatuto Político para Euskal Herria -Plan Ibarretxe- al cual, a pesar de haber sido aprobado el mismo por la mayoría absoluta del Parlamento Vasco, se impidió incluso su mera tramitación en el Congreso, por obra y gracia de los votos del PSOE, PP, Izquierda Unida, Coalición Canaria y Xunta Aragonesista. Así pues, carpetazo y al cajón.

No iremos a Madrid, pues, a aceptar un marco institucional que nos habla de unidades patrias “indivisibles e indisolubles” salvaguardadas por el Ejército, ni a aceptar un escenario institucional que nuestro pueblo ha rechazado, ni, por último, a participar en un juego tramposo en el que las cartas están marcadas, el reglamento es de parte y los árbitros están comprados. En nuestra participación en el Congreso seremos nosotros y nosotras quienes marcaremos nuestras propias estrategias, ritmos, formas e intervenciones. Repito, no serán las coordenadas políticas estatales las que sustenten nuestra participación, sino las existentes en nuestro pueblo, Euskal Herria, carente de soberanía y despreciado por esa Cámara.

Impulsar la paz y la normalización democrática.

Nuestro segundo gran objetivo en el Congreso será trabajar para impulsar un proceso de paz y soluciones democráticas para Euskal Herria.

Hace tan solo unos días se ha celebrado en Donostia la Conferencia Internacional de Paz en la que han participado importantes personalidades de la vida internacional: ex presidentes de Gobierno y primeros ministros, ex premios Nobel de la Paz, expertos negociadores en otros procesos de paz, etc… En la misma, se aprobaron cinco puntos. El primero hacía un llamamiento a ETA para que hiciera una declaración de cese indefinido de la actividad armada. Los demás se referían a la necesidad de avanzar en la reconciliación, reconocimiento y compensación de todas las víctimas, la propuesta a las partes implicadas para reunirse y discutir sobre las cuestiones políticas relacionadas con el conflicto, la conveniencia de realizar una consulta entre la ciudadanía y, finalmente, el ofrecimiento propio para organizar un comité de seguimiento de todo lo anterior.

La respuesta de ETA llegó tres días después. Tras tener conocimiento de las resoluciones anteriores, la organización decidió “el cese definitivo de su actividad armada”, haciendo a su vez “un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de dialogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada”.

De forma muy interesada, los principales partidos estatales (PSOE, PP) y medios de comunicación leyeron tan solo el primero de los puntos referido al cese de la actividad armada de ETA. Y cuando esta se dio, insistieron en más de lo mismo. No basta con eso, han dicho: ETA debe disolverse, entregar las armas y pedir perdón. Y si esto se hiciera, afirmo yo, pedirían una cuarentena en la que mantendrían las ilegalizaciones, presos y presas…, pues, en definitiva, lo que pretenden en última instancia es acabar con el nunca extirpado y ahora creciente independentismo vasco.

Hagamos ahora un pequeño recordatorio. El conjunto de ministros, directores generales, delegados de gobierno, altos cargos policiales y de la guardia civil (Barrionuevo, Vera, Elgorriaga, Galindo, Amedo, San Cristóbal, Planchuelo,…) que crearon el GAL y fueron condenados por la comisión de delitos tales como malversación de fondos públicos, secuestros, torturas (bolsa, bañera, arranque de uñas, quemaduras con cigarrillos,…), enterramientos en cal viva y asesinatos, cumplieron menos de un diez por ciento del total de varios siglos de cárcel a los que fueron condenados. Ahora están todos ellos en libertad, sin que nadie les haya pedido, ni ellos lo hayan hecho, perdón o reparación por los crímenes cometidos. El partido al que pertenecían varios de ellos –PSOE- organizó concentraciones en su apoyo sin que fuerza de orden alguna los disolviera a pelotazos, ni nadie les procesara por portar las fotografías de aquellos criminales.

Mientras tanto, más de setecientas personas permanecen hoy en prisión, muchas de ellas con más de diez y veinte años cumplidos de cárcel, a varios cientos de kilómetros de su residencia y sometidos a duros regímenes de aislamiento. Buena parte de ellos forman parte de los denominados “entornos de ETA”, sin que se les haya sido atribuido la comisión de delito concreto alguno sino, sin más, la “pertenencia al entramado de ETA”. Otro par de cientos de jóvenes y militantes de la izquierda abertzale esperan juicio amenazados por peticiones similares.

Campan alegres por nuestras calles grupos fascistas y falangistas de todo tipo alabando el golpe de estado de 1936 y la criminal Dictadura de Franco, mientras que Batasuna, Askatasuna, Segi, Ekin, etc…, siguen estando ilegalizadas y personas como Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Miren Zabaleta, Arkaitz Rodríguez y Sonia Jacinto, impulsoras destacadas del actual proceso de paz, permanecen en las cárceles españolas condenados por esperpénticas sentencias dictadas por esquizofrenizados jueces.

La paz y el orden público son dos conceptos muy diferentes. La primera está asentada en fundamentos de justicia y libertad. El segundo, en la razón de la bocacha, la criminalización y la represión. La paz de la cual nos habla hoy la derecha y buena parte del PSOE es la paz de Franco, en la que solo los caídos por dios y por España fueron visibilizados y tuvieron reconocimiento público. Por el contrario, la paz a conseguir debería estar asentada en una verdad que contenga todas las verdades, en una reparación que contemple a todas las víctimas y, en definitiva, en una justicia que repare todas las injusticias habidas a lo largo de este conflicto.

El 15-M ha hecho del tema de la democracia una de sus principales preocupaciones y reivindicaciones: topes electorales antidemocráticos, rechazo a la partitocracia, participación popular, eliminación de privilegios a la clase política… La profundización de todos estos temas en algunas ciudades y asambleas barriales está llegando hasta la mismísima Transición política de los 70, sacando a la luz las imposiciones antidemocráticas entonces practicadas: monarquía, ley de amnistía-punto final para torturadores y asesinos, continuidad de instituciones y leyes de excepción, negación del derecho de autodeterminación, privilegios para la Iglesia,…

Por todo ello, nuestra mano estará tendida siempre, en el Congreso y en la calle, a todas las fuerzas y grupos que compartan con nosotros la necesidad de impulsar la ruptura democrática que un consenso vergonzoso (UCD, PSOE, PCE,…) nos robó durante la Transición. Y haremos hincapié, sobre todo, a todo lo que tenga que ver con el pleno reconocimiento de los derechos nacionales, la abolición de todo tipo de legislaciones e instituciones de excepción y la apertura de un proceso, sin imposición alguna, en el que el propio pueblo vasco, y solo él, elabore, discuta y resuelva democráticamente sobre las distintas opciones de futuro que hoy existen en nuestro pueblo, incluida, por supuesto, la opción independentista.

El cambio político y social

Para cualquier fuerza de izquierdas hablar de cambio político sin hacer referencia a la necesidad de un cambio social es apostar por un cambio hueco. Al margen del indudable margen de autonomía que cada reivindicación política o social pueda contender, es evidente la interrelación existente entre los dos ámbitos, mucho más aún en un momento como el actual en el que la crisis está acentuando todas las contradicciones de nuestra sociedad. Muestra de ello es el movimiento del 15-M, en el que puede verse como van de la mano las demandas de democracia real y críticas al actual andamiaje institucional (sistema electoral restrictivo, supeditación a los poderes fácticos del capital y las finanzas, corrupción de la clase política,..) y la lucha contra las privatizaciones y recortes sociales, el desmantelamiento de los servicios públicos, los desahucios,..

En el marco de globalización capitalista en el que vivimos, sometidos a un Estado que constriñe, recorta y anula nuestros derechos como nación, la exigencia de libertad y soberanía para nuestro pueblo lejos de ser una vía abierta a la colaboración de clases con nuestra propia burguesía y sus partidos (PNV, UPN) se ha convertido en un fuerte valladar frente a la ofensiva neoliberal impulsada por el capital internacional, estatal y nacional.

Lo anterior se ha puesto de manifiesto en la dinámica abierta en estas dos últimas décadas por el sindicalismo abertzale y la mayoría sindical vasca (su representación supera el 55%, frente al 38% de CCOO y UGT) conformado como una alternativa cada vez más de clase, más independiente y más reivindicativa. El impulso decidido de una estrategia de confrontación frente a la ofensiva neoliberal se ha ido abriendo camino en el sindicalismo abertzale en oposición a la política de colaboración, acuerdo y pacto social impulsada por CCOO y UGT. Sin echar las campanas al vuelo, es evidente que las tres huelgas generales convocadas en los dos últimos años en Euskal Herria por la mayoría sindical vasca (contra la crisis, la reforma laboral y el recorte de las pensiones) y el rosario diario de luchas de fábrica y sectoriales impulsadas por ésta, son muestras de esta estrategia de confrontación a la que nos referimos.

Por el contrario, aquellas estrategias sindicales como las de CCOO y UGT que, desde supuestos presupuestos de izquierda, e incluso marxistas, hablan de la necesidad de conformar la organización propia y las luchas sindicales en relación al marco estatal, son las que se han vehiculizado un mayor nivel de colaboración, no solo con la patronal y el capital central (CEOE) y sus gobiernos (PP, PSOE), sino también con la burguesía vasca (CONFEBASK, CEN) y los suyos (PNV, UPN). Y ello ha ido parejo, cada vez más, de la acentuación de los rasgos estatalistas y españolistas de estos sindicatos que, progresivamente, han roto sus marcos de organización propios para el conjunto de Euskal Herria (separación entre Vascongadas y Navarra) y han renunciado a aquellas exigencias democráticas (derecho de autodeterminación) que en su día defendieron.

Por supuesto, la necesidad de un cambio político y social va más allá de la lucha sindical hoy desarrollada en Euskal Herria. Existen hoy en nuestro pueblo fuertes movilizaciones contra la imposición de proyectos infraestructurales únicamente justificados por la demencia cementera y desarrollista, el ánimo de lucro sin límites y la carencia de todo tipo de escrúpulos medioambientales (Tren de Alta Velocidad, Superpuerto de Pasaia, incineradoras en Gipuzkoa y Nafarroa, central térmica de Castejón, central nuclear de Garoña, …) que guardan una relación directa con luchas del mismo signo llevadas a cabo en otros lugares del Estado español.

La paz que queremos levantar tiene mucho que ver con aquellas luchas antimilitaristas que en su día hicieron de Euskal Herria la capital de todo el Estado de la lucha insumisa contra el Ejército. Una paz distinta, como ya se ha dicho, al orden público derivado de la criminalización social y represión política practicada por la Policía y la Guardia Civil, auténticas fuerzas de ocupación en nuestro pueblo, y al de una Ertzaintza y Policía Foral levantadas en gran medida a imagen y semejanza de aquellas. Una paz que apueste a su vez por la movilización social y la desobediencia civil como principales herramientas para el impulso del cambio político y social.

Queremos una Euskal Herria impregnada igualmente de los tonos morados de las luchas feministas. Desde esos más individuales procedentes de miles de pequeñas peleas desarrolladas en los ámbitos familiares, de cuadrilla, laborales…, en búsqueda de espacios de igualdad, libertad y autonomía para las mujeres cada vez mayores, hasta esos otros colectivos impulsados por distintas plataformas y movidas que siguen reclamando el más pleno derecho al aborto, la necesidad de abordar medidas reales e integrales para atajar y acabar con la violencia machista y, finalmente, para que dejen de ser las mujeres carne de cañón de dobles jornadas, el trabajo de cuidados y las discriminaciones laborales y sociales de todo tipo.

Termino como empecé. Es necesario tender puentes entre las distintas izquierdas políticas y sociales existentes en el ámbito estatal. Al margen de los distintos balances que pueda tener cada cual respecto de anteriores experiencias, lo evidente es que, por muchas razones (nueva situación abierta en Euskal Herria; ofensiva neoliberal y profundidad de la crisis económica; perspectivas de un gobierno PP a nivel del Estado,…) es preciso rehacer y fortalecer estas relaciones. En nuestra opinión, los cimientos sobre los cuales levantar estos puentes serían el reconocimiento de la identidad nacional y el derecho a decidir de nuestro pueblo, el impulso de la paz, la normalización política y la ruptura democrática pendiente y la lucha por un cambio político y social en nuestra sociedad.

Arrieros somos….   

En Basurto no somos racistas

Iagoba Itxaso > Militante de Alternatiba

La asociación Onda Euskadi, que se dedica a promover la integración, y la comunidad islámica El Yakin, han alquilado hace varios meses un local a unas manzanas de donde vivo, en la calle Pablo Alzola. Su intención es, si el Ayuntamiento no pone nuevas trabas, abrir pronto una mezquita con un aforo de 180 personas y un pequeño centro sociocultural.

La oposición de una importante cantidad de vecinos, abanderados por dos comunidades de la calle Pablo Alzola, ha sido absoluta, visceral; enfrentándose a los promotores de la iniciativa, al Ayuntamiento de Bilbao, e incluso a la Asociación de Vecinos de Basurto. Su interés por dialogar ha sido completamente nulo. Sólo han hablado con el Ayuntamiento, y para dejar claro que no quieren ningún tipo de diálogo, sólo desean la seguridad de que no se va a poner la mezquita, incluso ahora que sólo falta la confirmación del aforo para poder abrir sus puertas.

Los vecinos han encartelado, se han manifestado, han realizado varias declaraciones a los medios, e incluso han llegado a cortar el tráfico en una arteria de Bilbao durante media hora.

«¡Que nadie nos cambie!», rezaba uno de sus carteles. Hace unos días el periodista Iker Alava destacaba en El Correo dos frases dichas por vecinos: «aquí no va a venir lo más granado» y «luego se empiezan a meter en los pisos y se devalúa la zona». Sorprende tanta sinceridad. En mi inocencia, creía que en dicho periódico sólo se iban a poder leer comentarios sobre el depósito de las calderas de calefacción que hay en la comunidad y los posibles problemas de cara a una evacuación, argumentos que han enarbolado como banderas para oponerse al templo.

No tengo que hacer uso de la imaginación para plantearme la imagen de algún vecino explicando opiniones de este tipo, que suelen comenzar con un anuncio de lo que vendrá después: -yo no soy racista pero…-. Pero prefiero que se vayan a otro sitio; porque yo no soy racista pero no quiero junto a mi casa un centro donde se promueve la violencia y la vejación de las mujeres; esto se va a llenar de moros, y eso no es del gusto de nadie; es que si con esto de la mezquita se nos llena la calle de carteristas y violadores mal vamos; porque si esos se ponen a comprar pisos por aquí esto se convierte en un gueto; ¡yo no soy racista, pero ojalá se les diera la vuelta la patera al venir! Racismo y xenofobia puros, en su salsa, listos para servir.

Vaya imagen que se ha dado de mi barrio. Y es que en Basurto no somos racistas ni xenófobos. Cómo vamos a serlo, si es un barrio de inmigrantes. Si hace unas décadas por aquí todos éramos maketos. Sólo es que a algunos puede que les cueste hacer memoria, o peor, que haciendo memoria se quedan con lo más autoritario e intransigente de épocas pasadas, traicionándose a sí mismos.

Laicismo en las instituciones y libertad de culto para los ciudadanos, premisas del marco legal actual que contrastan con un PP que se posiciona claramente a favor de estos vecinos, y un PNV representado por Iñaki Azkuna y Ricardo Barkala que afirman claramente que no quieren más mezquitas en Bilbao, y que harán todo lo posible para que no las haya. El bloque de derechas del Ayuntamiento al completo en contra de las mezquitas, aunque sin especial cohesión de cara a los métodos, más que nada porque el PNV no la necesita con su mayoría absoluta. No en vano ya han decidido paralizar cualquier nueva petición de permisos y realizar una regulación que, según ellos, no busca coartar la libertad de culto, aunque ya dejan claro que servirá para no permitir los locales donde se profesa. Vamos, resumiendo, que el PNV quiere que, si deseas rezar a Alá, te vayas a tu casa. Nada nuevo en el firmamento.

En el Ayuntamiento sólo se deja oír la voz de Bildu, en boca de Ana Etxarte (compañera de Alternatiba por cierto), para recordarnos lo que es la libertad de culto. Ya dirán algunos, tiene narices que venga “esa roja” a enseñarnos a respetar las religiones. Y sí, narices tiene.

Kukutza: Crónica de 3 días de ocupación de un barrio

En los últimos dias se sobrevienen ataques y difamaciones a Kukutza. Los irresponsables políticos no contentos con el brutal desalojo e irregular derribo (aparecen grietas en las viviendas y garajes adyacentes) del edificio okupado desde hace 13 años, comienzan ahora la campaña de criminalización y extinción de la solidaridad hacia Kukutza(tras 9 dias detenidos, el viernes 30 dejaron a dos compañeros alemanes en libertad bajo fianza).

Desde la cadena local TeleBilbao, hasta el Pleno del Ayuntamiento, se han escuchado barbaridades de todo tipo(que no vamos a enumerar por que rayan la idiotez), siempre con la intención de marginar, minimizar, arrinconar y sobre todo estigmatizar a un colectivo, a un proyecto con un amplio respaldo popular ganado a base de trabajo diario, y no de talonario, como la Alhóndiga o el Guggenheim.

Alguien podría pensar que con una mayoría absoluta en una mano y la «interpretación» de la ley en la otra, la jugada les saldría redonda a aquell@s que quieren tenerlo todo bajo control. Pues bien, no es así. ni la jugada es redonda, ni se ha acabado la partida. Kukutza sigue viva, y los vanos intentos de criminalización, sólo han conseguido que más gente apoye a Kukutza.

Alternatiba llama a condenar la violencia del desalojo militar de Kukutza

Desde Alternatiba se ha tachado de “muy grave” lo que está sucediendo desde primera hora de esta mañana en el barrio bilbaino de Errekalde, con el intento de la Ertzaintza de desalojar Kukutza “por la fuerza y con violencia”. Tal y como ha señalado el exjuntero por Bizkaia Jonathan Martinez, “se ha tomado militarmente, incluso con tanques que hacía tiempo que no veiamos por Bilbao” un gaztetxe, un proyecto social, que cuenta con el apoyo de la mayoría de los vecinos y vecinas del barrio y de la ciudad.

Tal y como han notificado desde Kukutza, en el ataque al gaztetxe se han producido docenas de heridos y detenidos por lo que ha invitado todós “aquellos que se autoproclaman demócratas y pretenden dar lecciones a los demás a condenar también la esta violencia policial”.

Desde esta mañana, al igual que otros representantes de agentes sociales y políticos, una representación de Alternatiba encabezada por sus portavoces nacionales Oskar Matute y Ana Etxarte se han acercado hasta las inmediaciones del Gaztetxe.

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