Luis Salgado – Alternatiba
No entiendo mucho de fútbol así que supongo que los verdaderamente aficionados al balompié podrán hacer pedazos todas y cada una de las palabras con las que voy a llenar este post. Sin embargo no puedo resistirme a escribir sobre el deporte rey, ese que mueve masas, llena estadios, gasta millones y genera deudas aún más millonarias. Deporte que crea opulentos jóvenes, potentados en la veintena, élites con Ferraris, mansiones, yates y por lo general, limitada dialéctica.
Acabamos de dejar atrás la última edición del Mundial de Fútbol auspiciada por la FIFA. Mundial celebrado en Brasil, uno de los estados más ricos de América del Sur, sino el más, y donde la desigualdad campa a sus anchas, a pesar de que ahora podamos ver a Beckham veraneando en sus favelas. El susodicho Mundial lo ha ganado Alemania mientras Israel protagoniza una nueva masacre ante el silencio general. Es probable que en este inmundo globo llamado Tierra más gente conozca la alineación de la selección ganadora que el número de víctimas mortales de los últimos bombardeos sionistas, pero el fútbol es así, ya no hay rival pequeño, y el fósforo blanco, las bombas de racimo y el uranio empobrecido son el tiki-taka de Israel. Así sus hinchas disfrutan desde el graderío nocturno viendo la masacre, haciéndose selfies, mientras Gaza se ilumina con los bombardeos.
Pero no quiero ponerme transcendental, hoy no, hoy quiero hablar de algo mundano, y nada lo hay más que el fútbol. Deporte que anima las tertulias de bar y enciende las pasiones. Y quiero hacerlo con el fútbol más cercano, el de la Liga de Fútbol Profesional, otrora Liga de las Estrellas y actualmente Liga BBVA, mucho más acorde con la realidad sin duda la nueva nomenclatura.
Me cuentan, me dicen que el Eibar, un equipo modesto de aquí, de la CAV ha ascendido por méritos deportivos a la 1ª División y que allí se verá las caras con otros equipos vascos como la Real o el Athletic, pero también con los todopoderosos Barça o Real Madrid. Y hete aquí que mirando y mirando uno encuentra comparativas curiosas, como por ejemplo que el Eibar destina a pagar a la plantilla 21 veces menos de lo que cobra Cristiano Ronaldo. Dicho de otro modo, el Eibar supera por poco el millón de Euros para pagar a toda su plantilla, el Madrid 200 y pico, siendo el pico 10 o 12 veces el presupuesto del Eibar.
En un principio, digamos que estos datos me sorprendieron, sin entrar a hablar de que la deuda de la mayoría de clubs de la Liga BBVA multiplica decenas de veces el presupuesto del plantel armero, pero cuando uno intenta visualizar estas diferencias lo que le provocan es una mezcla de vergüenza, hastío y asco. Asco por ver como se tiran millones y millones a la basura en Circo cuando nos falta pan. Hastío porque uno está cansado de intentar remar contracorriente. Y vergüenza por ver como se menosprecia y menoscaba la valía de tantas profesiones ante los profesionales del balón. Porque si vergonzoso es comparar el salario de los jugadores del R. Madrid con los del Eibar, ¿qué decir de la comparativa realizada con, por ejemplo, un médico?
Pero es que además, los ratios salariales en el mundo del fútbol son imposibles. Ahora que muchas personas están alzando la voz para reivindicar un tope salarial en el que el salario más alto no pueda ser más de 6 veces el salario más bajo de una empresa. (En algunas cooperativas esto está reducido a 1 a 3) Uno puede ver que el ratio en la Liga Española es de 1 a 350, traducido a números que uno pueda entender; si el peón especialista de la fábrica donde tú trabajas cobra 1000€, el salario más alto de tu empresa sería de ¡¡¡¡350.000€ mensuales!!!! Pero claro, entonces va uno y te dice; “no puedes comparar a Cristiano Ronaldo con Jose Luis Morales” y no, no puedo, porque si se nos ocurriese hacer una comparativa tipo empresarial, que se yo, un tipo de prima para valorar el trabajo de ambos, por cada gol del modesto delantero armero la rutilante estrella portuguesa tendría que meter la friolera de 133 goles. (Si alguien tiene curiosidad que estudie los sistemas de prima existentes y haga cálculos, verá que he sido un cronometrador poco exigente)
Por supuesto entiendo que en esos 21 millones que cobra el Sr. Ronaldo también se pagan intangibles, emociones, títulos, mientras con el salario de un trabajador no se suele pagar nada más que facturas, alimento y tal vez, con suerte el abono para ver el partido del domingo, del lunes, del miércoles… Gooool en el campo, paz en la tierra.