Colombia – Denuncian el asesinato de 22 defensores de derechos humanos en los primeros 75 días de Santos

Rebelión – Agencias

Al menos 22 activistas, un periodista y un juez fueron asesinados durante los primeros 75 días del Gobierno colombiano de Juan Manuel Santos, según un informe de grupos pro derechos humanos presentado hoy en Washington. El Grupo Interdisciplinario por los Derechos Humanos (GIDH) y otras organizaciones expusieron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el documento, que se basa en los datos de una plataforma que reúne a cerca de 200 organizaciones pro derechos humanos, la Coordinación Colombia Europa Estados Unidos (CCEEEU).

En concreto, el informe detalla la muerte de cinco activistas defensores de las tierras, siete líderes indígenas, una defensora de los derechos humanos, cinco sindicalistas, dos mujeres educadoras comunitarias y dos miembros de organizaciones de la comunidad lésbica, gay, bisexual y transexual (LGBT).

Además da cuenta de los homicidios del juez Pedro Elias Ballesteros Rojas y del periodista Rodolfo Maya Aricape, corresponsal de una radio comunitaria indígena.

Otro caso documentado es el asesinato de tres niños en el Municipio de Tame del 14 de octubre que, según las organizaciones, fue perpetrado por miembros del batallón de contraguerrillas número 45, adscrito a la Brigada Móvil número 5 de la octava división del Ejército Nacional.

Igualmente se exponen amenazas y hostigamiento a decenas de organizaciones pro derechos humanos y sus miembros a lo largo de las 21 páginas del informe titulado «Las palabras y los hechos. Los primeros 75 días del Gobierno de Juan Manuel Santos y la situación de los derechos humanos».

Santos asumió la Presidencia de Colombia en 7 de agosto de 2010.

Tras una audiencia de la CIDH, que celebra estos días el 140 período de sesiones, María Victoria Fallon, de GIDH, dijo que el informe pretende demostrar que existe una «continuidad con otro lenguaje» entre el Gobierno actual y el anterior de Álvaro Uribe en cuanto a la situación de derechos humanos.

«Puede haber un cambio de estilo, pero tiene que verse en la práctica», señaló Fallon, quien insistió en que los datos son un «subregistro», en alusión a que podría haber más muertes no documentadas.

En la audiencia, Fallon pidió a los comisionados de la CIDH una visita a Colombia para evaluar la situación denunciada.

Además aseguró que los grupos pro derechos humanos necesitan el «apoyo» de la comisión para que se avance en el trabajo para una política de atención y reparación de daños a víctimas.

Manifiesto de las mujeres por la paz

Nuestra solidaridad se extiende a todas las mujeres de cada territorio azotado por la violencia de la guerra y de la pobreza. Nos movilizamos, quebramos el silencio, fortalecemos nuestro compromiso de seguir nuestra marcha unidas por los 5 valores de la Carta Mundial de Mujeres para la Humanidad. Lea aquí el Manifiesto de las Mujeres por la Paz escrito por la MMM.

 

Nosotras, las mujeres que en todo el mundo padecemos con mayor fuerza el crudo realismo de la guerra, que hemos visto avanzar la militarización sobre la vida civil, sobre nuestros territorios y sobre nuestros cuerpos, superando el miedo  y el silencio, nos ponemos en marcha, por esos mismos lugares convertidos en campos de batalla, para unir nuevas voces en nombre de la justicia y la paz. 

La historia de conflictos armados, genocidios, represión es larga. El lenguaje de la violencia, establecido por el capitalismo y su sistema patriarcal, con el apoyo de transnacionales, contratistas, mercenarios y paramilitares, ha abierto fuego contra nuestras sociedades, instalando guerras, unas  noticiadas a diario, otras olvidadas, pero sin diferencias en las secuelas que dejan.

En disímiles regiones nuestros testimonios encuentran puntos comunes. Mujeres y niñas acosadas sexualmente en puestos militares de control; violadas por grupos de hombres armados y, luego, rechazadas por sus comunidades. Mujeres que salen corriendo, bajo un cielo de balas, con sus enseres e hijos al hombro hacia un refugio o un lugar incierto, alejadas de su cultura y su historia, a construir con sus brazos otros amaneceres. Mujeres y niñas convertidas en botín de guerra, en objetivo militar de diferentes grupos armados. Mujeres y niñas atrapadas por la trata, la prostitución  o que no retornaron de la lista de los feminicidios. 

Nos sobran razones para organizarnos y desafiar la violencia que apunta hacia nosotras, así como los pretextos invocados para justificar los conflictos bélicos como la discriminación étnica, racial o la criminalización de la pobreza y de la resistencia ante la injusticia. 

Tenemos la responsabilidad de hacer callar las armas denunciando las argucias del poder para inmovilizarnos a través de discursos falsos sobre la seguridad, las misiones humanitarias y el combate al terrorismo.  Mientras tanto, avanza la industria armamentista, la instalación de bases militares, la privatización y destrucción de los recursos naturales.

En la Carta Mundial de Mujeres para la Humanidad declaramos que la paz es mucho más que la ausencia de la guerra, es el cumplimiento y el respeto de todos  nuestros derechos  como habitantes del planeta. Con esos propósitos, continuamos en marcha, entrelazando nuestras manos con las de todas las mujeres y todos los hombres, movimientos sociales y pueblos del mundo que luchan para erradicar la pobreza y la violencia, y construir una paz duradera.

Somos un movimiento internacional feminista que surge y persiste a través de la acción. Grupos de mujeres y organizaciones de base en varios países dan vida a la Marcha Mundial de Mujeres para denunciar, enfrentar y poner fin a la opresión, explotación y discriminación a las que nos han sometido.

Desde el 8 de marzo de 2010, nuestros pasos se escucharon en 52 países. Decenas de millares de mujeres participaron en movilizaciones nacionales, a partir de cuatro campos de acción: autonomía económica de las mujeres, bien común y servicios públicos, violencia hacia las mujeres, paz y desmilitarización.

Este 17 de octubre de 2010 hemos llegado a Bukavu, provincia de Sud Kivu, República Democrática del Congo, donde los días no dejan de asombrarse ante la violencia sexual, hecho frecuente en la guerra que vive este país. En solidaridad con las mujeres que resisten cotidianamente las consecuencias del conflicto armado, cerramos en esta nación nuestra tercera acción internacional. 

En el año 2000, nuestra primera acción internacional como Marcha Mundial de Mujeres,  fue una de las iniciativas que impulsó  al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en su Resolución 1325, a reconocer  el impacto de la guerra sobre las mujeres y  su inclusión en todos los procesos de resolución de conflictos. Sin embargo, muchos gobiernos e instituciones tienen sus brazos cruzados. La impunidad continúa. 

Nosotras nos mantenemos en acción. Nuestra solidaridad se extiende a todas las mujeres de cada territorio azotado por la violencia de la guerra y de la pobreza. Nos movilizamos, quebramos el silencio, fortalecemos nuestro compromiso de seguir nuestra marcha unidas por los 5 valores de la Carta Mundial de Mujeres para la Humanidad: la igualdad, la libertad, la justicia, la solidaridad  y la paz. 

La agricultura campesina puede enfriar el planeta> Grain (ALAI)

Artículo publicado en América Latina en Movimiento (ALAI), No. 459, «Nuevas tendencias en el agro». http://alainet.org/publica/459.phtml

Hay una crisis climática que nos afecta a todos, pero que está golpeando especialmente a los pueblos del campo. Ya casi no es posible predecir las lluvias, llueve cuando no corresponde, pasamos fácilmente de inundaciones a sequías, sufrimos olas de calor o frío extremo, hay tormentas de viento que antes no se daban, el granizo es más frecuente, el agua es cada vez más escasa, etc. Esto es lo que llaman “cambio climático” o “calentamiento global”. Y su efecto es cada vez mayor, haciendo más difícil vivir y producir en el campo. Si esta contaminación sigue el clima estará tan alterado que la vida de todos se hará realmente difícil.

Esta crisis o cambio climático se debe a que el aire está contaminado con una serie de gases a los que se les llama “gases invernadero” y que se producen por utilizar petróleo o gasolina, quemar los bosques, destruir los suelos, acumular basuras, criar animales en grandes granjas industriales, etc. Los países del mundo se comprometieron a reducir la contaminación, pero han hecho poco o nada. En diciembre de 2009 los compromisos debían ser renovados en una reunión de los gobiernos llevada a cabo en Copenhague, pero salieron de allí sin comprometerse a nada. Por ello, el presidente Evo Morales llamó a una Cumbre de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. Miles de asistentes provenientes principalmente de organizaciones populares discutieron sobre las verdaderas causas del cambio climático y propusieron soluciones reales. En diciembre de este año (2010) los gobiernos se reunirán nuevamente en Cancún, México. Diversos movimientos sociales, incluidas la CLOC y la Vía Campesina, se preparan para realizar manifestaciones populares para exigir que los gobiernos ataquen las verdaderas causas de los problemas del clima y pongan en marcha soluciones reales.

¿Cuáles son las verdaderas causas de la crisis climática? La Cumbre de los Pueblos concluyó que es el capitalismo, debido a las formas de producción y consumo que promueve y a que pone las ganancias por sobre el bienestar de las personas y de la Madre Tierra en general. La Vía Campesina viene diciendo lo mismo desde el año 2007. También ha dicho que el sistema agrícola-alimentario industrial y el modelo agroexportador que se impone en el mundo es una grave causa de la contaminación que cambia el clima. La Vía Campesina también ha dicho claramente que las campesinas y campesinos del mundo están enfriando el planeta.

El año 2009 GRAIN hizo un estudio para determinar cuánta contaminación producía la gran agricultura y cuánto podían enfriar el planeta las y los campesinos del mundo. Los resultados confirman con creces lo dicho por la Vía Campesina.

El uso de fertilizantes, pesticidas, maquinarias y la destrucción de los suelos provocan algo más de la décima parte de los gases invernadero. Una de las principales causas de la destrucción de los suelos es que ya no se devuelve la materia orgánica al suelo.

La producción animal en grandes granjas y concentraciones es otra gran fuente de contaminación: muchos autores dicen que cerca de la quinta parte de los gases invernadero provienen de allí. Esto se debe a que las grandes granjas de crianza producen miles de toneladas de guano y orina que no pueden devolverse al suelo por ser demasiada cantidad. Al acumularse en grandes concentraciones producen toneladas de metano, uno de los gases más contaminantes.

Otra fuente de metano son las vacas que comen en exceso o comen muy poco. En las granjas industriales las vacas comen a destajo y, en la medida que las familias campesinas tienen menos tierra, sus vacas comen cada vez peor. Los procesos simultáneos de concentración de la producción animal y la pérdida de tierras por parte de campesinos, pastores y pueblos indígenas provocan entonces calentamiento global.

La deforestación es otra gran fuente de contaminación. La destrucción de los bosques y los suelos que antes protegían los bosques provoca también casi un quinto de los gases que contaminan y alteran el clima. La mayor causa de deforestación actualmente es la expansión de las grandes plantaciones forestales para producir celulosa, las plantaciones de caña de azúcar y palma aceitera para agrocombustibles y la expansión de los monocultivos de soja para alimentar a los animales criados en las grandes granjas.

La contaminación sigue adelante con el procesamiento, comercialización y exportación e importación de alimentos. Alrededor de un tercio de todo el transporte terrestre es para llevar alimentos de un extremo del mundo al otro. El procesamiento industrial de alimentos, los envases y la refrigeración en el transporte, en los supermercados y en la casa producen más de un sexto de todos los gases con efectos sobre el clima. Y todo ello no le agrega nada a la calidad de nuestra alimentación. Por el contrario, el procesamiento industrial nos llena de conservantes, saborizantes, antioxidantes y colorantes que son una amenaza seria para nuestra salud y especialmente la de los niños. Este es un sistema que, por ejemplo, hace que comamos carne y frutas que pueden tener más de un año de antigüedad.

Por último, los grandes depósitos de basuras -que aumentan mientras más alimentos envasados compremos- producen cerca del 5% de todos los gases invernadero.

Si sumamos todas estas fuentes de gases contaminantes, nos encontramos con que al menos la mitad de los gases invernadero provienen del sistema de producción agrícola y alimentario industrial.

Las alternativas

¿De qué forma la agricultura campesina puede enfriar el planeta? Si la agricultura campesina volviese a ser la agricultura predominante en el mundo, una primera forma de enfriar el planeta sería devolviendo la materia orgánica al suelo. Nada más haciendo eso, la contaminación con gases invernadero se reduciría al menos un tercio. Con ello además mejorarían los suelos y además los fertilizantes serían innecesarios, porque la materia orgánica que hoy se pierde tiene más nutrientes que todos los fertilizantes que actualmente se consumen.

Una segunda forma de enfriar el planeta sería recuperando todas las prácticas campesinas para hacer una agricultura sin pesticidas, fungicidas o herbicidas

Una tercera forma de reducir la contaminación es desconcentrando la producción animal. Si se apoyara nuevamente la producción integrada y en pequeña escala de cultivos y animales, los animales no producirían montañas contaminantes de guano, sino el guano necesario para fertilizar el suelo. Tampoco necesitarían transportar alimentos para los animales de un extremo del mundo al otro.

Fomentar los mercados locales y más pequeños sería otra manera muy importante de enfriar el planeta. Con ello, comeríamos alimentos más frescos, necesitaríamos menos refrigeración y no se gastarían cantidades absurdas de petróleo en llevarlos al otro lado del mundo. Otro cambio importante es que los mercados locales nos permitirían deshacernos de tanto envoltorio y envase plástico y de procesamientos innecesarios.

Por último, eliminar las plantaciones, proteger e incluso recuperar los bosques sería otro aporte extremadamente importante al enfriamiento del planeta.

Si sumamos todo esto, nos encontramos con que la agricultura campesina e indígena podría reducir los gases invernadero hasta un 75%. Con ello, sería posible exigir a los otros sectores productivos que eliminen la contaminación restante e incluso se comience a limpiar la atmósfera de los contaminantes que se han ido acumulando. El planeta, efectivamente, podría ser enfriado.

Pero para que la agricultura campesina e indígena pueda hacer su gran aporte se necesitan otras condiciones. Se necesita, sobre todo, que la tierra esté en manos de los pueblos campesinos e indígenas. Por lo mismo, la Reforma Agraria y la restauración de los territorios indígenas se hace hoy más urgente que nunca, como una forma fundamental de asegurar el futuro de la humanidad y de la Madre Tierra.

Necesitamos formas de investigación, apoyo técnico y crediticio que no amarre a las familias del campo a los agrotóxicos ni a los grandes poderes comercializadores o exportadores. Necesitamos el fin de los tratados de libre comercio para que la agricultura pueda cumplir su papel social fundamental de alimentarnos sanamente. Necesitamos terminar con las políticas que atentan contra las y los pequeños productores y que dejan a las y los jóvenes sin posibilidades de vivir de la agricultura. En otras palabras, necesitamos soberanía alimentaria y comunidades indígenas y campesinas que puedan vivir dignamente de su insustituible trabajo de alimentar a la humanidad.

Un social liberalismo a la Brasileña> Frank Gaudichaud (Rebelion)


Entrevista de Evelyne Bechtold-Rognon a Franck Gaudichaud publicada en Rebelion y traducida por Rocío Anguiano

 

¿Cómo se sitúa Brasil desde una perspectiva geopolítica, especialmente respecto al resto de los países latinoamericanos?

Algunas cifras resultan esclarecedoras: Brasil representa en extensión la mitad del territorio de Sudamérica y su población supera los 190 millones de habitantes. Es un gigante, desde todos los puntos de vista. Su economía se sitúa aproximadamente en el octavo o noveno puesto mundial, justo detrás de España.

Forma parte del grupo “BRIC”: Brasil, Rusia, India y China, acrónimo que designa a los grandes países llamados emergentes. Pero los dirigentes brasileños rechazan ese término y consideran que representan una economía “emergida”. Es un país que, en el plano diplomático y geopolítico, siempre ha buscado la autonomía, el multilateralismo y cierta independencia. Desde que gobierna Lula, ese aspecto se ha acentuado todavía más. Brasil quiere jugar en Primera División. Reclama, por ejemplo, un sitio en el Consejo de Seguridad de la ONU. Es también uno de los promotores del G-20, que se concibió como un foro económico más amplio que el G-8 y abierto a algunos países del sur.

La voluntad de desarrollarse de forma independiente frente al poder estadounidense llevó a Brasil a decir “no” al proyecto imperial del ALCA (1) en 2005, junto a Venezuela y Argentina. Es un hecho que el voto de Brasil era absolutamente determinante ya que de él dependía la continuidad del proyecto. Por otra parte, no hay duda de que Brasil desempeña un papel predominante en el Mercosur (2) y, en general, es un país clave para plantearse la integración económica de los países de América Latina. Así, ha tenido un papel esencial en la reciente entrada de Venezuela en ese mercado común. Sin embargo, aunque Brasil propugne la autonomía, no defiende un modelo de desarrollo alternativo, sino todo lo contrario. En el terreno económico actúa siguiendo una orientación capitalista desarrollista, e incluso en algunos aspectos neoliberal. En sus relaciones con los países de la región, se detecta una clara voluntad de hegemonía de proximidad. Algunos autores hablan de “semi-imperialismo” o de “imperialismo periférico”. Varias empresas brasileñas son multinacionales que practican una política económica agresiva hacia sus vecinos: Petrobras con el petróleo u Odebrecht en el ámbito de la construcción, que han provocado conflictos importantes con países cercanos como Bolivia o Ecuador… La misma relación desigual se da con Paraguay en cuanto a la gestión de recursos hidroeléctricos comunes en Itaipu, donde Paraguay ha sido literalmente privado de su soberanía en ese sector. Y es que la burguesía financiera e industrial brasileña (en especial la de Sao Paulo) defiende así sus prerrogativas en el mercado mundial, lo que, por otra parte, no impide los acuerdos estratégicos entre Brasil y Estados Unidos, por lo que respecta, por ejemplo, a los agrocombustibles.

Desde el punto de vista diplomático, la presidencia actual ha intentado desmarcarse apoyándose en los gobiernos de izquierda o centro-izquierda de la región. Lula siempre ha apoyado a Chávez (como por ejemplo durante el golpe de Estado de abril de 2002), mantiene también buenas relaciones con el gobierno cubano y fue muy claro sobre la situación en Honduras tras el golpe contra el presidente Zelaya. Además, Lula amenazó con no asistir a la cumbre UE-América Latina de Madrid en mayo si Lobo -el presidente hondureño golpista- estaba presente (este último tuvo que desistir). Su diplomacia favorece las relaciones Sur-Sur en el plano diplomático pero también económico. Así China se ha convertido en uno de sus principales socios económicos: en 8 años, el comercio de ese país con Brasil aumentó de 750%… Siguiendo un principio de multipolaridad y buscando tener más espacio en el escenario mundial, el gobierno brasileño rechaza las injerencias de las grandes potencias del Norte en los asuntos de los países del Sur, lo que explica su apoyo a Irán frente a Estados Unidos o la denuncia de nuevas bases militares estadounidenses en Colombia.

Brasil apuesta por el desarrollo de la Unsasur (Unión de naciones sudamericanas), que responde a su preocupación de independencia política y consolidación económica, con un proyecto que prevé instaurar una moneda y un parlamento comunes. Si se materializa, dicha unión concentraría una población de 360 millones de habitantes y será, en extensión (17 millones de km2), la unión económica, monetaria y política más grande del mundo. Pero quedan por superar numerosos obstáculos a causa de las múltiples competencias económicas intrarregionales y de las tensiones existentes entre los diferentes sectores del capital, obstáculos que paradójicamente han sido creados por las elites brasileñas al intentar defender sistemáticamente sus intereses en detrimento de una perspectiva de cooperación real.

Las relaciones de Brasil con la Unión Europea se inscriben en esa preocupación por una mayor inserción competitiva en el mercado mundial. Así, Brasil ha firmado con Francia un importante contrato de armamento. Además, el Mercosur está en negociaciones con la UE aunque choca con el proteccionismo europeo, sobre todo en el terreno de la agricultura.

¿Qué balance se puede hacer al cabo de los ocho años de gobierno de Lula?

Según varios analistas, las enormes decepciones que siguieron a la llegada del PT y de Lula al gobierno en 2002 se podían prever. Es verdad que una parte de la izquierda y de los movimientos sociales no había analizado bien hasta qué punto el PT había cambiado de naturaleza y de orientación política entre principios de los años ochenta y la victoria electoral de 2002. El PT se fundó en febrero de 1980 a partir de una oposición colectiva y popular radical a la dictadura militar. Desde finales de 1978, sindicalistas, intelectuales, dirigentes de movimientos populares hablaban de la necesidad de crear en Brasil un nuevo partido independiente, de clase y abiertamente socialista. El PT ha sido uno de los partidos obreros más grande del mundo y sigue siendo el partido de izquierdas más importante de América Latina. En sus inicios, reunió una gran variedad de sectores sociales movilizados: sindicalistas, claro está, procedentes principalmente de la CUT (3), que representan su columna vertebral, militantes de movimientos asociativos, feministas, vecinales, pero también muchas comunidades de cristianos de base, inspiradas en la teología de la liberación. En veinte años y tras tres derrotas electorales sucesivas en las elecciones presidenciales, el partido ha cambiado mucho. De un programa inicial anticapitalista, que prometía una alternativa radical, el discurso se ha vuelto cada vez más moderado, de centro izquierda. En 2002, el eslogan de la campaña de Lula era “Paz y amor”… Tenemos aquí un nuevo ejemplo de lo que el británico Perry Anderson analizó en Europa: «la izquierda ganó sus galones de partido de gobierno después de haber perdido la batalla de las ideas». El PT ha sufrido una transformación de su composición social, dejando un sitio cada vez mayor a las clases medias e intelectuales con un proceso de institucionalización-burocratización de su aparato y de su dirección, progresivamente ocupada por los parlamentarios y los diferentes elegidos en detrimento de los sindicalistas de ayer. A pesar de todo, la victoria de Lula en 2002 despertó muchas esperanzas en el país e incluso en toda América Latina. Pero ha llegado el momento de hacer un balance. El sociólogo Emir Sader habla del “enigma Lula”, que escaparía a los juicios ya hechos. Otros sociólogos como Michael Löwy o Atilio Boron son más críticos y este último señala que estos dos mandatos han estado marcados por el “posibilismo conservador”. En efecto, se puede constatar que Lula ha renegado de los ideales del PT de 1980 para poner la estabilidad macroeconómica y los intereses del capital muy por encima de las reformas sociales prometidas.

Hay señales evidentes de continuismo con la política de F. H. Cardoso (el gobernante anterior), con el argumento de que la salvación de Brasil sigue siendo el mercado mundial, la explotación masiva de materias primas y la apertura del país (y de su mano de obra) a las transnacionales. En este sentido, el “éxito” económico es real: la economía de Brasil es una de las más dinámicas del mundo, con más de 5 % de crecimiento anual, y vista desde Brasilia la crisis sólo habría sido una “marejadilla”, en palabras del propio Lula. Sin tocar a la estructura social, y con el aplauso de los grandes empresarios y del FMI, el gobierno de Brasil practica tasas de interés muy elevadas, para gran beneficio de los capitales especulativos internacionales. Este “éxito” tiene como contrapunto el mantenimiento, incluso el incremento, de las desigualdades sociales y de renta, lo que constituye uno de los principales problemas democráticos reales del país. Brasil es una especia de “Suiza-India”, que reúne en el mismo territorio rentas extremas. Sin embargo, Lula no ha actuado sobre esas desigualdades estructurales: en efecto, durante su mandato, las rentas de los más pobres han aumentado de manera notable pero las de los ricos todavía más. Según el economista Pierre Salama, el número de brasileros con más de mil millones de dólares en activos financieros creció de más de 19% solamente entre 2006 y 2007. Otro problema aún más grande es que Brasil se ha embarcado en una política de agrobusiness, que incluye el cultivo intensivo de OGM y de agrocombustibles, para gran regocijo de empresas como Monsanto, acogidas con los brazos abiertos, pero con consecuencias medioambientales y sociales desastrosas. Por lo demás, esto llevó a la Ministra de ecología, Marina Silva, a dimitir al cabo de unos meses.

En estas condiciones, la gran reforma agraria tan esperada, tan anunciada durante la campaña, no se ha llevado a cabo. Si embargo, en Brasil, no podrá haber desarrollo alternativo, democrático y sostenible, sin una reforma agraria radical. Se trata de una problemática ineludible. Toda esta política ha representado una ducha de agua fría para el movimiento social y en particular para el MST (4), el mayor movimiento social del continente (que reúne a varios millones de militantes) y uno de los más interesantes por sus formas de auto-organización y de promover una educación popular impresionante.

Sin duda, esas políticas públicas conservadoras se han visto favorecidas por los obstáculos institucionales del Estado federal que es Brasil. El PT es minoritario en el Parlamento y en el Senado y sólo es mayoritario en tres estados. Desde el principio, buscó aliarse con la derecha liberal y latifundista para gobernar, lo que acentuó su inmovilismo, en particular desde el punto de vista de la política agraria. Además, la exigencia de estabilidad económica era un argumento al que Lula era muy sensible en el momento de su elección, como muestra la carta a los brasileños que publicó durante la campaña. Sus principales asesores económicos habían salido de las escuelas del pensamiento neoliberal estadounidense y la contrarreforma del sistema de pensiones de los funcionarios fue una de las primeras medidas que tomó su gobierno. Esta revisión de las conquistas sociales de los funcionarios condujo a la aparición de las primeras diferencias en el seno del PT y llevó a la creación del PSOL (5) en torno a figuras de la izquierda como Heloisa Helena o Plinio Sampaio. Sin embargo, sería erróneo olvidar que Lula sigue siendo extraordinariamente popular, sobre todo entre las clases más pobres (en particular del Nordeste). Ha llevado a cabo varios programas sociales asistencialistas (especialmente durante el segundo mandato), muy rentables electoralmente, como Bolsa Familia (6), programa de ayuda financiera condicionado a la escolarización infantil, que han logrado sacar de la miseria extrema a más de 20 millones de brasileños. La cobertura social y los sueldos mínimos han sido también ampliados y los niveles de criminalización de los movimientos sociales por parte del Estado han bajado considerablemente, abriendo espacios de diálogo e incluso de cooptación de muchos dirigentes sociales y sindicales. Tampoco hay que olvidar que los grandes grupos mediáticos están en manos de una oligarquía arcaica, todavía ferozmente hostil a Lula, que le sigue considerando un sindicalista procedente de la izquierda, y por lo tanto potencialmente peligroso por la composición de su base social.

En resumen, se podría decir que la política de Lula conjuga una política macroeconómica neoliberal y una política social asistencialista centrada en la lucha contra la extrema pobreza, dando in fine estabilidad al sistema, razón por la cual el ex sindicalista es considerado por Wall Street y gran parte de las elites como uno de los mejores presidentes de la historia democrática del país. Se podría calificar su gestión de “social liberalismo a la brasileña” o quizá como hacen algunos autores de “liberal-desarrollismo”, puesto que el Estado brasileño sigue queriendo regular una parte de la actividad económica del país.

¿Cómo ve el futuro del país?

Lula no puede volver a presentarse a las próximas elecciones de octubre. Para el PT, el desafío es hacer “lulismo sin Lula”, captar su popularidad, por supuesto con pocos cambios en la orientación política y económica. La candidata actual es Dilma Roussef. Economista de formación, jefa del gabinete ministerial de Lula, una especie de Primera Ministra, militó en su juventud en los movimientos de lucha armada contra la dictadura. Poco carismática, ha subido mucho en los sondeos gracias al apoyo decidido de Lula y es probable que gane las elecciones en primera vuelta frente al principal candidato de la oposición, José Serra (social-democracia liberal). A la izquierda del PT, el PSOL presenta a Plinio de Sampaio, luchador social incansable y gran defensor de la reforma agraria. Pero desgraciadamente, no habrá candidato común de la izquierda radical en particular con el PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado – trotskista) y el PCB (comunista). Marina Silva será la candidata de los verdes, encarnando la ecología liberal.

A pesar de la crítica de una parte de la izquierda, es probable que el PT consiga el apoyo de importantes sectores populares y de los que no quieren la vuelta de una derecha represiva y del centro neoliberal encarnado por la candidatura de Serra. A medio plazo, creo que es interesante ver lo que sucede en el seno del Movimiento de los Sin Tierra, de los sin techo y de las organizaciones sindicales. Así, este verano se intentó crear una nueva central sindical clasista, en la perspectiva de un sindicalismo más independiente que la CUT frente al poder y que congregue a obreros combativos junto a estudiantes, feministas y colectivos afrobrasileños o indígenas. Este primer paso no resultó. Pero creo que es este tipo de recomposición “desde abajo” que puede hacer surgir la esperanza de una renovación de las alternativas anticapitalistas en Brasil, tierra del Foro Social Mundial y de la consigna “otro mundo es posible”.

» No aceptamos retrocesos»> Janaina Stronzake (Rebelion)

Entrevista publicada en Rebelion

A pocos días de las elecciones presidenciales del 3 de octubre próximo, el movimiento social brasilero reflexiona en “voz alta» sobre la situación del país y sobre la gestión del Partido de los Trabajadores (PT) y del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva en estos últimos ocho años de Gobierno. Las críticas no faltan, “sin embargo no queremos el retroceso político y social que representa el programa del candidato de la derecha José Serra», precisa Janaina Stronzake, joven miembro de la Coordinación Nacional del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin tierra (MST) de Brasil. Stronzake, 32 años, realiza tareas en el sector de la formación y la cultura. Acaba de llegar a España para un año en el marco de un mandato de Vía Campesina.

 P: La coyuntura electoral brasilera se da en el marco de un particular contexto internacional. ¿Cómo lo definiría?

R: La crisis impone cortes en los presupuestos sociales y de la cooperación internacional, como medio para compensar el financiamiento de los Estados del Norte a sus sistemas financieros en debacle. En lo político, se siente un nuevo empuje de la derecha en el plano mundial…

P: ¿Y en Brasil mismo?

R: Desde la perspectiva de los movimientos sociales transitamos un camino muy difícil. Es cada vez más activa la presencia de las trasnacionales, del agro-negocio, de la derecha como proyecto ambicioso. Algunas constataciones: la «criminalización» de los movimientos sociales por parte de la justicia y del Congreso Nacional con su Comisión de Encuesta Parlamentaria que quiere forzar el argumento del enriquecimiento ilícito del MST. Se da una ofensiva política-militar de la derecha, de los sectores terratenientes y sus milicias armadas. De la mano de un aparato mediático muy potente que juega ese juego.

Además, en el plano rural, un sistemático proceso de concentración de las tierras. En los últimos 10 años aumentó dicha tendencia y no se implementaron la Reforma Agraria ni la democratización rural. Según diversas estadísticas de toda seriedad, Brasil sigue siendo el campeón mundial de la concentración…Y la distribución no avanza.

El Gobierno Lula, avances y asignaturas pendientes

 P: ¿Este análisis implica un balance significativamente crítico del MST hacia la gestión de Lula?

 R: Los ocho años de Lula se dieron en un contexto histórico particular. Luego de los ocho años previos de gobierno de Fernando Henrique Cardoso y el Partido de la Social Democracia (PSDB) que dejaron a Brasil entre los países socialmente más polarizados del mundo. Profundizó la pobreza; regaló el patrimonio del pueblo brasilero al gran capital, como lo ejemplifica la Minera Vale do Rio Doce, que fue vendida a un 10% de su valor real en una maniobra privatizadora realmente horrenda. La gestión Lula se da en ese marco histórico. Lo que, sin embargo, no justifica todo. El principal aspecto negativo del Gobierno Lula fue la no ejecución de la reforma Agraria, definida por la ley. Y el beneficio que le otorgó al agro-negocio, a los bancos y a las trasnacionales en general.

P: Podría profundizar un poco más el tema de la distribución de la tierra como deuda del Gobierno Lula…

R: El Estatuto de la Tierra, una ley de 1964 y muy actual en términos de democratización del acceso a la tierra y al uso de los recursos naturales, prevé ya la Reforma Agraria y define la función socio-ambiental de la misma.

El Gobierno Lula, sin embargo, privilegió el agro-negocio, es decir la gran producción agrícola. Que concentra el 90% del crédito agrícola; ocupa el 75% de las tierras y produce solamente el 30% de la alimentación para los habitantes del país. Mientras tanto el campesinado sólo tiene el 25% de la tierra; accede a un escaso 10% del crédito agrícola de la banca pública y produce el 70% de todo lo que se come en el país.  Todas cifras oficiales del  Censo Agropecuario 2006, hecho por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), una institución gubernamental.

Ahora se promueve un Código Forestal, que responde a las exigencias de los terratenientes para profundizar la devastación de la Amazonia y otras áreas de reserva natural. Este proyecto está en discusión en el Congreso Nacional y si lo aprueban los diputados va a promover más deforestación, más éxodo rural, más monocultivos y mayor concentración aún de la tierra.

Otro aspecto preocupante ha sido la liberación de los transgénicos (organismos genéticamente modificados). La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad está contaminada por empresas como Monsanto. Empresas públicas como EMBRAPA (Empresa Brasileña de Investigaciones Agropecuarias) están impulsando alianzas con trasnacionales como la Syngenta para desarrollar nuevos transgénicos , por ejemplo para la caña de azúcar. No podemos olvidar que la Syngenta es la responsable del asesinato del campesino y militante del MST Valmir «Keno» Mota, en el Estado de Paraná, en octubre del 2007. ¡Sólo por ese hecho debería haber sido expulsada de Brasil!

P: ¿Reconoce el MST aspectos positivos de la gestión Lula?

R: Sin duda. El más evidente es la Bolsa Familia, un plan de asistencia de emergencia a familias muy empobrecidas. A partir del mismo, 35 millones de personas cuentan hoy con el alimento básico. Es verdad que es una política coyuntural, pero es innegable el impacto positivo de esta medida.

Por otra parte, el 97% de los niños y niñas van hoy a la escuela. Lo que falta ahora es calificar más la educación pública.

Evaluamos que uno de los aspectos más relevantes del Gobierno Lula ha sido su política externa. Las alianzas y aproximaciones con el Sur, con Latinoamérica, con Medio Oriente y Asia… Son ejemplos de un cambio real de la política exterior. Tomó posiciones muy importantes como oponerse al golpe de Estado en Honduras haciendo frente al rollo compresor promovido desde Washington. Sin embargo, Brasil sigue teniendo tropas en Haití, lo que es una vergüenza.

P: En ese contexto de errores y aciertos… ¿Cuál es la postura electoral del MST?

R: Mi visión. Siento que en el mundo hay dos fuerzas que se confrontan: una de derecha, por momentos casi fascista. La otra que opta por el concepto del «Buen Vivir».

No pienso que tengamos hoy en Latinoamérica todos gobiernos ideales, puros. Pero se corre el riesgo que el cambio político sea para atrás, implique un retroceso a un pasado terrible para la gran mayoría de la gente.

No creemos demasiado en que las elecciones sean la solución de todo. La solución está en profundizar la Reforma Agraria y la transformación social. Esto sólo puede realizarlo la gente, el pueblo, con una activa participación en tanto que principal protagonista y no emitiendo un voto cada cuatro años.

Sin embargo somos conscientes de que José Serra, el candidato de la derecha brasilera, representa a los ricos, al capital trasnacional, al anti-Estado social. Nuestra América Latina ha sufrido mucho en 500 años y no queremos más explotación, esclavitud, miseria. En el Estado de Río Grande donde estos últimos cuatro años ha gobernado el partido de José Serra, el PSDB, tuvimos la muestra de lo que propone para todo el país: cierre de escuelas, fin de los programas sociales, represión abierta y violenta contra campesinos y sindicalistas… 

Los desafíos futuros del MST

P: Una situación política nacional que en todo caso impondrá desafíos de fondo para ustedes como Movimiento Sin Tierra…

R: En efecto. Tal vez es importante recordar que el MST nació en 1984 con la propuesta de luchar por la tierra, por la Reforma Agraria y por las transformaciones sociales.

La lucha por la tierra implica pasos simples. Nos organizamos, identificamos un latifundio improductivo, nos dotamos de algunas pinzas y útiles, cortamos las alambradas y empezamos a producir.

La lucha por la reforma agraria es un paso más complicado. Y lo tercero, es decir mejorar el nivel de vida de todos en el campo y la ciudad, es todavía mucho más complicado. Un aspecto clave para asegurar este proceso es la educación.

P: ¿Puede precisar?

R: Debemos poder caminar con nuestras propias piernas. Para ello es necesario comprender bien, antes, el camino a recorrer. Y por eso organizamos escuelas en cada campamento. Y luchamos por una educación pública y universal.

Mucho más aún, necesitamos contar con campesinos-investigadores. Hace 10.000 años los campesinos cuidaban sus propias semillas, las producían, las conservaban. Ahora vienen trasnacionales como Monsanto y Syngenta y nos dicen que ellos son los únicos garantes de las semillas. ¡Increíble! Por eso necesitamos campesinos-investigadores, que no se dejen arrebatar la ciencia que debe estar al servicio de su propia producción. Que sistematicen conocimientos históricos. Y éste es un reto común para todos los campesinos del planeta.

P: Es significativo en su análisis la estrecha relación que le asigna a las dinámicas de su país y a las internacionales…

R: El capital se globalizó. Es una realidad. Y por lo tanto deben globalizarse nuestras redes, es decir el intercambio solidario. Los problemas son esencialmente los mismos para los campesinos de Brasil, de Europa y África. Aunque a veces quieren hacernos entrar en contradicciones entre unos y otros. La buena solución es aquélla que sea correcta para todos los campesinos y trabajadores en el plano mundial. Y dado que el origen de los problemas es el mismo debemos ser innovadores, creativos para alcanzar soluciones que partan de lo local. Y en este sentido adquiere una importancia notoria el concepto de soberanía alimentaria. Con una acción local pero unidos y coordinados a nivel global. Una unidad de acción común.

En nuestro continente es vital la propuesta del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). Es esencial crear debates y buscar opciones entre Gobiernos y movimientos sociales a partir de una construcción desde abajo. Es muy importante la existencia de Vía Campesina, así como el rol que juegan Evo Morales o Chávez en Venezuela. Pero con la convicción que los movimientos se construyen y consolidan desde la base.

El rol de la solidaridad internacional

P: ¿Cuáles son los retos de la solidaridad internacional en una situación planetaria tan particular?

R: Tenemos retos grandes a nivel de MST. Y, por ejemplo, el apoyo en Suiza de un organismo como E-CHANGER (Intercambiar), es precioso. Reforzando nuestros desafíos en la producción y en la formación. Y consolidando una comunicación alternativa que rompa el bloqueo que sufrimos en ese terreno…

Lo que significa una nueva visión del intercambio y no del que uno da y el otro recibe. Si debiera usar una imagen ilustrativa sería la de las manos entrelazadas, que se estrechan. Muy distinto a una mano que da y otra abierta para recibir. Adicionalmente, fomentando solidaridad desde la base, como lo hace E-CHANGER que impulsa sus Grupos de Apoyo en todo Suiza. Los que acompañan de cerca el trabajo de los voluntarios helvéticos presentes en América latina y África.

El MST lo ve como un ejercicio significativo y muy importante; una práctica esencial. ¿Por qué? Porque el principal y mejor patrimonio, siempre, sea donde sea, son las personas. Esos Grupos de Apoyo no son sólo un actor financiero. Tienen también un impacto cultural, político, ideológico. Y en cada Grupo de Apoyo se refuerza un tipo de compromiso. Cada persona que es miembro responde a ese colectivo y se asume parte del mismo. Lo que posibilita la actuación solidaria de cada uno con la razón y con el corazón. Insisto: no hay mayor riqueza para un movimiento que el ser humano. Esos Grupos son un ejemplo, un gran esfuerzo para globalizar los ideales, la lucha común por la dignidad humana y sobre todo por la esperanza” (Sergio Ferrari)

El MST y el Foro Social Mundial

En algunos meses, en febrero 2011, se realizará en Dakar, Senegal, una nueva edición del Foro Social Mundial (FSM). El MST fue una de las cinco organizaciones brasileras que fundaron el MST en el 2000. ¿Qué reflexión de cara al futuro?, preguntamos.

“Estuvimos activamente como movimiento en la última edición del 2009 en Belén de Pará y en todos los eventos anteriores. Es un espacio importante y nuestro movimiento así como Vía Campesina, se ubican en ese espacio. Apostamos a que el movimiento popular organice su coordinación a partir de la base. Y pensamos que es esencial que el FSM, en tanto que espacio, siga sirviendo a los movimientos sociales. En un momento donde el capital internacional intenta recuperar todo. Individuos, proyectos, propuestas, conceptos. Nosotros, por ejemplo, comenzamos a hablar de sostenibilidad. De inmediato vinieron las trasnacionales y comenzaron a usar esa misma idea. Por eso hay que defender espacios y contenidos. Un punto esencial es tener siempre clara la autonomía de nuestros movimientos sea de los Gobiernos, como de las ONG y otras instancias. Y no perder la perspectiva de clase trabajadora mundial. En una construcción que debe ser colectiva…” (Sergio Ferrari).

No al golpe de estado > Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador

Las mujeres agrupadas en la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador rechazamos cualquier intento de golpe de Estado venga de donde venga. Después de que en América Latina pasamos por décadas de dictaduras crueles que significaron el desaparecimiento, tortura y asesinato de generaciones enteras, y que dejaron como saldo pueblos sin derechos, silenciados y dieron paso al avance del neoliberalismo en el continente, no podemos permitir que se vuelvan a instaurar golpes de estrado y dictaduras, NUNCA MÁS UNA HONDURAS en AMERICA LATINA, NO A LAS PRETENCIONES DE GOLPE DE ESTADO EN ECUADOR, NO A LA INJERENCIA DE LA CIA EN NUESTROS PAISES. Nosotras no estamos dispuestas a permitir que se produzcan golpes de Estado que vayan en contra de los mandatos populares y se instauren regimenes de terror, persecución y amedrentamiento. La constitución de Montecristi del 2008 es la expresión de muchas de nuestras luchas, apuestas y sueños y EXIGIMOS QUE SE CUMPLA EL MANDATO CONSTITUCIONAL Y SE RESPETE A LA DEMOCRACIA Y LA GARANTIA DE NUESTROS DERECHOS.

Demandamos coherencia política con el pueblo a todos los sectores sociales, movimientos y organizaciones.

Asamblea de Mujeres Populares y Diversas del Ecuador

Casa Feminista de Rosa

Venezuela: lecciones del 26-S > Atilio Borón

El pasado domingo hubo en Venezuela varias elecciones. Una fue de carácter  nacional, realizada a distrito único, y que eligió los diputados venezolanos que se integrarán al  Parlamento Latinoamericano (Parlatino). Otra, la de los diputados de la Asamblea Nacional, fue la caprichosa sumatoria de un conjunto de situaciones estaduales y en las cuales factores tales como las desafortunadas –a veces impopulares- designaciones de algunos candidatos chavistas y el desprestigio o la indiferencia de las autoridades locales jugaron decisivamente en contra de las expectativas oficiales. A nadie se le escapa, además, que las elecciones legislativas invariablemente arrojan resultados distintos de las presidenciales porque en éstas la gravitación de un líder de masas  -¡y nada menos que de un líder de la talla de Chávez!- queda mediatizada por las cualidades de sus representantes locales, las más de las veces para su desgracia. Analizar estas dos elecciones, convocadas en simultáneo, nos ofrece un cuadro cuasi experimental que permite calibrar algunos datos de importancia para la caracterización del escenario político que se abre en Venezuela a partir del 26-S.
 
En las elecciones para el  Parlatino el voto popular, expresado al margen de aquellos condicionantes locales,  arrojó los siguientes resultados: 5.268.939  para la alianza PSUV-PCV contra 5.077.043 de sus adversarios, o sea 46.71 % de los votos contra el 45.01 del heteróclito conglomerado opositor. En el referéndum del 2007 el chavismo había obtenido 4.404.626  votos, contra 4.521.494 de los partidarios de rechazar la nueva constitución socialista. De lo anterior se deduce que en la elección del 26-S el gobierno aumentó su gravitación electoral en casi 900.000 votos mientras que la oposición lo hizo en algo menos de 500.000. En las presidenciales de Diciembre del 2006 Chávez había sido re-electo con 7.309.080 votos, en contra de la coalición derechista liderada por Manuel Rosales, que se alzó con 4.292.466 sufragios. Obviamente que cualquier comparación de estas cifras debe hacerse muy cautelosamente pero indican algo interesante, al menos como una tendencia: (a) que el gobierno se debilita, y mucho, en elecciones en las cuales Chávez no es candidato. Entre el 2006 y el 2010 hay unos dos millones de votos que se alejaron de las filas bolivarianas, si bien sería un grueso error inferir, a juzgar por lo que ha venido ocurriendo desde 1998, que ese alejamiento sea definitivo. Lo más  probable es que los desilusionados con los candidatos locales retornen, inclusive con creces, para votar por Chávez en las presidenciales del 2012 a condición, claro está, de que éste sea el candidato; (b)  si bien la derecha crece cuando Chávez no compite su crecimiento parece tener un techo relativamente bajo. En  condiciones muy favorables para ella, que es harto improbable vuelvan a repetirse en el futuro, apenas araña los cinco millones de votos. En otras palabras, no hay migración del voto chavista hacia la derecha, que era lo que esperaba la reacción. Lo que si hay es un (comprensible) desencanto o enojo de la base bolivariana con algunas ofertas electorales propuestas por el PSUV y un (también comprensible) malestar ante los problemas que afectan la vida cotidiana de los sectores populares, como veremos más abajo. Pero lo que no hay, y esto es una gran victoria ideológica del gobierno de Chávez, es una fascistización o derechización de los sectores populares, lo cual no es poca cosa. El pueblo sabe que, más allá de las limitaciones de la acción gubernamental, de su corrupción o su ineficiencia, lo cierto es que fue la revolución bolivariana quien le confirió la dignidad y los derechos fundamentales de una ciudadanía que no es sólo política y jurídica, limitada al sufragio, sino también económica y social. Y esa revolución operada en el plano de la conciencia resiste los más diversos avatares,  las penurias económicas, o los inconvenientes e incomodidades derivadas, por ejemplo de situaciones como la crisis energética. Allí, en el plano de la conciencia, se encuentra una formidable muralla que la propaganda de la derecha no ha podido derribar. 
 
Hay que tener en cuenta que fueron varios los factores que incidieron negativamente sobre el gobierno en estas elecciones y que generaron el malhumor social en contra de no pocos candidatos oficialistas: la crisis energética, la inflación, el desabastecimiento, la inseguridad, la ineficiencia en el funcionamiento del aparato estatal, el influjo desmoralizante de la ostentosa “boliburguesía” y sus corruptelas, fenómenos objetivos pero que fueron agigantados extraordinariamente por la oligarquía mediática venezolana e internacional en una extensa y costosísima campaña sin precedentes en la región: ¡la CNN produciendo un insólito documental claramente orientado a aterrorizar a la población en vísperas de las elecciones!, y la “prensa seria” de América Latina, Estados Unidos y Europa –que de seria no tiene nada- fustigando a diario a Chávez y descargando una fenomenal catarata de mentiras que, pese a sus afanes, no surtió el efecto deseado que, por cierto, era mucho más que obtener el 40 % de los escaños en la Asamblea Nacional. Iban por más, por mucho más: querían recrear en Venezuela las condiciones parlamentarias que en Honduras hicieron posible el golpe de estado en contra de Mel Zelaya, pero la jugada no les salió bien y seguramente volverán a la carga.  Esta descarada  campaña mediática fue acompañada por un verdadero diluvio de más de 80 millones de dólares que tan sólo en este año fueron canalizados -a través de “inocentes e independientes” ONGs europeas y estadounidenses, pérfidos instrumentos del intervencionismo norteamericano-  hacia el conglomerado de fuerzas políticas opositoras bajo el pretexto del “empoderamiento de la sociedad civil”, “educación ciudadana” y otras argucias por el estilo.
 
Pese a todo lo anterior, Chávez obtuvo una cómoda mayoría en la Asamblea Nacional y la derecha tiene ahora 20 escaños menos que los que, por ejemplo, tenía en el 2000; y si bien aquél no podrá obtener de ese cuerpo facultades extraordinarias tiene una mayoría suficientemente amplia como para seguir avanzando en el proceso de transformaciones en el cual se halla inmersa Venezuela. No tiene sentido alguno, por esto mismo, hablar del inicio de una fase Termidoriana como consecuencia del reciente resultado electoral. Siempre y cuando, claro está, se haga una correcta lectura del mensaje enviado por el pueblo bolivariano evitándose las actitudes negadoras de quienes creen que los problemas se solucionan ignorándolos; se tome adecuada nota de los errores cometidos y los grandes desafíos con que se enfrenta el gobierno y, se recuerde, sobre todo, que no habrá de ser la mecánica parlamentaria la que le irá a insuflar nueva vida a la Revolución Bolivariana sino la eficaz tarea de organizar, movilizar y concientizar a las propias bases del chavismo, procesos que o bien se encuentran largamente demorados o fueron realizados muy defectuosamente. La tarea por delante es enorme, pero no imposible. Hay que revisar y rectificar muchas cosas, desde la calidad de la gestión pública hasta el funcionamiento del PSUV y sus procesos de selección de dirigentes, que en algunos casos falló miserablemente. 
 
Pese a lo que dicen los publicistas del imperio, admiradores por ejemplo de la democracia uribista en Colombia, Chávez tiene un record democrático extraordinario, inigualado a nivel mundial: en elecciones rigurosamente vigiladas  triunfó en 15 de las 16 convocadas desde 1998. A diferencia de lo ocurrido en tantos países –desde el robo de las elecciones del 2000 en Estados Unidos, cuando Al Gore derrotó a George Bush Jr. por medio millón de votos y el Tribunal Superior del Estado de Florida, casualmente gobernado por Jebb Bush, “corrigió” en las cortes esta “equivocación” del electorado, hasta los fenomenales robos perpetrados en México primero por el PRI, en 1988, contra Cuauhtémoc Cárdenas, y luego por el PAN, en el 2006,  contra Andrés Manuel López Obrador- en la Venezuela bolivariana jamás hubo fraude. Este excepcional desempeño de Chávez, fundado en la profunda identificación que existe entre el pueblo y su líder, permite pronosticar que si corrige lo que debe ser corregido y relanza el proceso revolucionario el pueblo lo plebiscitaría una vez más a la presidencia en el 2012. No sólo Venezuela sino América Latina y el Caribe necesitan que así sea.

Brasil y Venezuela, dos procesos electorales cruciales para este año> James Petras (Rebelión)

 

Artículo de James Petras publicado en Rebelión y traducido por Ricardo García Pérez

Introducción

En América Latina se celebrarán este otoño dos procesos electorales que tendrán una relevancia decisiva para la dirección que adopte la política económica y exterior en la próxima década.

Las elecciones legislativas venezolanas del 26 de septiembre determinarán si el Presidente Chávez es capaz de obtener la mayoría de dos tercios necesaria para continuar con su programa socialista democrático sin padecer los bloqueos continuos en la tramitación impuestos por una derecha cada vez más dura.

Brasil, la economía industrial y exportadora de productos agrarios más poderosa y dinámica de la región, afronta sus elecciones presidenciales el 3 de octubre.

En ambos países, el electorado está muy polarizado, si bien en Brasil no se estructura en torno al eje socialismo-capitalismo.

En Venezuela, la derecha pretende frenar nuevos procesos de nacionalización de industrias estratégicas, fomentar la desestabilización promoviendo la desobediencia y el sabotaje de las iniciativas políticas de base de las comunidades locales e imponer restricciones al gasto presupuestario en programas sociales e inversiones públicas. El objetivo estratégico de la derecha es incrementar la penetración institucional del Ejército, los servicios de inteligencia y las agencias de «ayuda» estadounidenses con el fin de debilitar las iniciativas de política exterior independiente del Presidente Chávez y presionar a su gobierno para que haga concesiones a la Casa Blanca, sobre todo debilitando su apoyo a Irán, Palestina y, lo más importante, las organizaciones político-económicas latinoamericanas independientes que excluyen a Washington (MERCOSUR, ALBA y UNASUR).

Elecciones presidenciales: Brasil

En Brasil, las elecciones presidenciales enfrentan a la candidata del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff, respaldada por el saliente Presidente Lula Da Silva, contra el antiguo gobernador del estado de Sao Paulo y abanderado del Partido Socialdemócrata Brasileño, José Serra. Las etiquetas del partido son irrelevantes, pues ambos candidatos han fomentado y están proponiendo continuar con políticas de desarrollo agro-minerales de libre comercio impulsadas por las exportaciones, y ambos encuentran respaldo entre las élites empresariales y financieras. Pese a sus vínculos con las élites empresariales y evitando toda clase de transformación radical (o siquiera moderada) de un sistema de distribución de riqueza y propiedad de las tierras enormemente desigual, hay diferencias esenciales que afectarán al resultado: (1) el equilibrio de fuerzas en el continente americano, (2) la capacidad de los movimientos sociales brasileños de articular sus demandas con libertad, (3) el futuro de los regímenes de centro-izquierda de los países vecinos (sobre todo, Bolivia, Venezuela y Argentina), y (4) los consorcios de capital público y privado para los campos petrolíferos inmensos recién descubiertos frente a sus costas.

Serra desplazará la política exterior de Brasil hacia una mayor adaptación a Estados Unidos, debilitando o rompiendo los lazos con Irán y reduciendo, o incluso eliminando, los programas de inversiones conjuntas con Venezuela y Bolivia. Sin embargo, Serra no modificará las políticas comerciales e inversionistas en el exterior en lo que se refiere a Asia. Serra proseguirá con las políticas de libre comercio de Lula con la intención de diversificar mercados (salvo donde Estados Unidos define «amenazas» geopolíticas o intereses militares) y promover las exportaciones de los sectores agrario y energético-minero. Mantendrá la política de Lula de superávit presupuestario y ajuste fiscal y de rentas. Es probable que las políticas sociales de Serra profundicen y ensanchen los recortes de las pensiones públicas y continúen con su criterio de restricción salarial, al tiempo que reducen el gasto público especialmente en educación, sanidad y lucha contra la pobreza. En ese ámbito fundamental que es la explotación de los nuevos yacimientos de gas y petróleo inmensos, Serra reducirá el papel del Estado (y su participación en los ingresos, los beneficios y la propiedad) en beneficio de las empresas petrolíferas privadas del extranjero. Es menos probable que Serra fomente la concertación con los dirigentes sindicales y que recurra a una mayor represión «legal» de las huelgas y a la criminalización de los movimientos sociales rurales, sobre todo los de ocupación de tierras del Movimiento de los Sin Tierra (MST). En el ámbito de la diplomacia, Serra se aproximará más a Estados Unidos y a sus políticas militaristas, sin mostrar apoyo manifiesto a la intervención militar directa. Una señal de que Serra suscribe el programa de Washington fue calificar al gobierno reformista de Bolivia de «narco-estado», haciéndose eco de la retórica de Hilary Clinton, en marcado contraste con los vínculos amistosos entre ambos países durante el mandato de Lula. Sin duda, Serra rechazará toda iniciativa diplomática independiente que entre en conflicto con las aspiraciones militares estadounidenses. La campaña de Rousseff, en esencia, promete mantener las políticas económicas y diplomáticas de Lula, incluyendo la propiedad pública mayoritaria de los nuevos yacimientos de petróleo y gas, el desarrollo de programas de lucha contra la pobreza y cierto margen de tolerancia (aunque no respaldo) a movimientos sociales como el MST o los sindicatos.

Dicho de otro modo: las alternativas son dar un paso atrás para regresar a las políticas represivas y conformistas de la década de 1990, o mantener el statu quo del libre mercado, la política exterior independiente, los programas de lucha contra la pobreza y una mayor integración en América Latina.

Si gana Serra, el equilibrio de fuerzas en América Latina se desplazará hacia la derecha y, con ello, se reafirmará la influencia y capacidad de acción estadounidense en todos los vecinos de centro-izquierda de Brasil. Serra seguirá en buena medida los pasos de Lula en política interior, administrando programas de lucha contra la pobreza a través de sus funcionarios, toda vez que garantice que el apoyo de los movimientos sociales a Lula se debilita. Ante unas opciones tan limitadas, las principales asociaciones empresariales de Sao Paulo respaldan a Serra (aunque determinados personajes del mundo de los negocios apoyan a ambos candidatos), mientras que los sindicatos principales están en la órbita de Rousseff; los movimientos sociales como el MST, que se sintieron traicionados cuando Lula incumplió su promesa de reforma agraria, hacen campaña «contra Serra», con lo que apoyan indirectamente a Rousseff. El dicho según el cual «América Latina va hacia donde va Brasil» tiene algo más que una pizca de verdad, sobre todo si analizamos el futuro y las perspectivas económicas de mayor integración para América Latina.

Elecciones legislativas: Venezuela

La Venezuela de Chávez es la clave para las perspectivas de cambio social progresista en América Latina. El gobierno socialista democrático apoya a los regímenes reformistas de América Latina y el Caribe, y con su gasto público ha consolidado avances pioneros en el ámbito de la salud, la educación y los subsidios alimentarios para el 60 por ciento de los sectores más pobres de la población.

Pese a la inmensa popularidad de Chávez durante toda la década y a los innovadores programas de redistribución y cambios estructurales progresistas, hay un riesgo evidente e inminente de que la derecha realice progresos significativos en las elecciones legislativas venideras.

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) encabezado por el Presidente Chávez tiene en su haber seis años de una tasa de crecimiento elevada, un aumento de la renta y un descenso del desempleo. En su contra juegan los 18 meses de recesión en curso, una tasa de inflación y criminalidad muy altas y unas restricciones presupuestarias que limitan la implantación de programas nuevos.

Según los documentos de la agencia oficial de ayuda exterior estadounidense, en la precampaña electoral venezolana Washington ha depositado más de 50 millones de dólares en las arcas de una oposición controlada por los «frentes» políticos y de ONG que fomentan los intereses estadounidenses, centrándose en la unificación de facciones opositoras enfrentadas, subvencionando al 70 por ciento de los medios de comunicación privados y financiando a organizaciones comunitarias controladas por la oposición en los barrios de clase media y baja. A diferencia de Estados Unidos, Venezuela no exige que los destinatarios de fondos del exterior que actúan en nombre de una potencia extranjera se den de alta como agentes extranjeros. La campaña de la derecha se centra en la corrupción gubernamental y el tráfico de drogas, una orientación inspirada por la Casa Blanca y The New York Times, que se olvidan de señalar que el Fiscal General de Venezuela ha anunciado la apertura de procesos judiciales contra 2.700 casos de corrupción y 17.000 casos de tráfico de drogas. La oposición y The Washington Post indican que el sistema de distribución estatal (PDVAL) no consigue dar cauce adecuado a varios miles de toneladas de alimento, lo que hace que se estropeen y acaben en la basura, pero no cuentan que tres antiguos directores están en la cárcel y que el ministerio de alimentación suministra en el país un tercio de alimentos básicos para el consumo a unos precios que llegan a ser un 50 por ciento más bajos que en los supermercados privados.

Sin duda, la derecha realizará progresos significativos en las elecciones legislativas, sencillamente porque parten de una situación inicial baja, su suelo, puesto que boicotearon las últimas elecciones. No es probable que su campaña contra la corrupción arrolle a la mayoría que apoya a Chávez, puesto que su anterior abanderado, el ex Presidente Carlos Andrés Pérez, fue condenado por un fraude de miles de millones de dólares y por apropiación indebida de fondos públicos. Los gobernadores y alcaldes opositores también han sido acusados de fraude y malversación de fondos y se refugian en Miami. Sin embargo, aunque la mayoría de los votantes considera que Chávez es honrado y está limpio, no se puede decir lo mismo de algunos cargos públicos de su gobierno. La pregunta es si los votantes van a reelegirlos a pesar de sus antecedentes con el fin de apoyar a Chávez, o si se van a abstener. La abstención nacida del desencanto, y no de un giro electoral a la derecha, es la mayor amenaza para una victoria decisiva del PSUV.

En la carrera hacia las elecciones legislativas, el PSUV celebró unas primarias en las que muchos consejos comunales eligieron a candidatos locales y populares frente a los escogidos por los sectores oficialistas. Será revelador ver si los candidatos de la base obtienen mejores resultados que los escogidos «desde arriba». Una victoria de los primeros fortalecerá los sectores socialistas del PSUV en contraposición a los moderados.

El proceso electoral está muy polarizado siguiendo demarcaciones de clase social, según las cuales la mayoría de las clases más bajas respaldan al PSUV y las clases medias y altas apoyan casi uniformemente a la derecha. Sin embargo, hay un sector significativo entre los más pobres y los sindicatos que está indeciso y no muy motivado para votar. Tal vez decidan el resultado final en distritos electorales esenciales, y allí es donde la campaña se recrudece. Para la victoria electoral del PSUV es clave si los sindicatos, los comités de las fábricas gestionadas por los trabajadores y los consejos comunales van a hacer un esfuerzo importante para aplacar a los votantes más reticentes y que voten a candidatos izquierdistas. Hasta los sindicalistas militantes y las organizaciones de base de trabajadores se han centrado visiblemente en disculpar (asuntos salariales) «locales» o «economicistas» o en ignorar las cuestiones políticas más generales. Su voto y su actividad como líderes de opinión encargados de mostrar «la panorámica global» son fundamentales para vencer la inercia política e, incluso, el desencanto hacia algunos candidatos del PSUV.

Conclusión:

Las próximas elecciones de Brasil y Venezuela ejercerán un impacto decisivo en la política, la política económica y las relaciones de América Latina con Estados Unidos durante toda la segunda década de este siglo. Si Brasil «gira a la derecha», fortalecerá inconmensurablemente la influencia estadounidense en la región y acallará una voz independiente. Aun cuando ningún candidato dará ningún gran paso adelante hacia una mayor justicia social, si resulta elegido la candidata preferida por Lula, Dilma Rousseff, supondrá un avance en el camino hacia una mayor integración latinoamericana y una política económica y exterior relativamente independientes. Salir elegida no abrirá la puerta a ningún cambio estructural de grandes consecuencias.

Una victoria de los socialistas venezolanos reforzará la determinación de Chávez y su capacidad para proseguir con sus políticas de bienestar social, contra el imperialismo y de apoyo a la integración. La actitud firme de Chávez oponiéndose a la militarización estadounidense, incluido el golpe de Estado de Honduras y las bases militares estadounidenses en Colombia, animan a los regímenes de centro-izquierda a adoptar una actitud moderada, pero fundamentada, en contra de la militarización. Las reformas socialistas de Chávez en Venezuela ejercen presión para que los regímenes de centro-izquierda introduzcan medidas legislativas de reforma social y fomenten los programas de lucha contra la pobreza y de creación de consorcios público-privados, en lugar de seguir las medidas neoliberales de la derecha proestadounidense más dura. En Brasil, la cuestión es votar por el mal menor, mientras que en Venezuela se trata de votar por el bien mayor.

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