Nuestras vidas o su capital, hay que elegir

Amaia Agirresarobe y Ana Etxarte – Portavoces de Alternatiba

Los hombres y las mujeres trabajadoras de Euskal Herria vamos a salir masivamente a la calle el próximo 29 de marzo porque queremos gritar, alto y claro, ¡Basta ya¡ a la gravísima conculcación de derechos que supone la reforma laboral impuesta por la extrema derecha del Reino de España.

Dicha reforma, que sólo persigue aumentar las ganancias y mantener el flujo incesante del capital, ni mucho menos va a reducir la tasa de paro, y además supone un ataque directo a los derechos de todas las personas empleadas: agudiza la esclavitud laboral de las personas jóvenes –y no tan jóvenes-; otorga a la clase empresarial la potestad absoluta para el despido, sin control político ni judicial, y a coste de saldo; amputa las capacidades de nuestros sindicatos al cercenar la potencialidad de la negociación colectiva; impide, una vez más, la capacidad del pueblo vasco para dotarse de un marco propio de relaciones laborales que nos permita avanzar en la transición hacia una sociedad justa, equitativa, socialista.

Pero, además, queremos que este ¡Basta ya¡ no sólo se limite a esta reforma laboral sin precedentes. Queremos también denunciar y parar la creciente marea de recortes y ataques que la clase trabajadora llevamos sufriendo en los últimos tiempos, y que nos están limitando nuestra capacidad para desarrollar y reproducir nuestras vidas: reformas laborales, de las pensiones, recortes en servicios sociales, amenazas de cambios en leyes como el aborto, prolongaciones de la vida de las centrales nucleares, etc. ¡Basta ya de priorizar vuestros privilegios y jugar con nuestros derechos¡.

No obstante, saldremos a la calle no sólo para parar ataques. Ya no es sólo momento para la resistencia, para la defensa. La crisis civilizatoria en la que nos encontramos –mucho antes del estallido financiero-  nos obliga a ensayar y a poner en práctica nuevos horizontes emancipatorios. Así, nuestro ¡Basta ya¡ más grande es para gritar ¡Basta ya de capitalismo¡ Basta ya de no enfrentar que el sistema nos está conduciendo a la superación de los límites físicos del planeta a partir de un cambio climático de funestas consecuencias ya en el corto plazo -¿Quién puede entender que este problema fundamental es secundario o periférico?-; basta ya de defender un sistema que genera pobreza y exclusión y que impide la reproducción de la vida de grandes mayorías -¿Vivimos para mantener al capital, o la economía sirve para asegurar nuestro bienestar?-; basta ya de afirmar que sólo el empleo está en crisis, cuando es el trabajo quien  lleva décadas en crisis. Así, la mayor parte de los trabajos necesarios para vivir son trabajos no monetarizados, son trabajos de cuidados, son trabajos relacionados con la reproducción social, y son mayoritariamente realizados por mujeres en situación de precariedad y esclavitud -¿Quién se va a  atrever a decirnos a las mujeres que la crisis surgió en 2007, cuando desde siempre estamos en crisis, y que esta gravísima crisis de los cuidados no precisa de alternativas urgentes?-; basta ya de llenarse la boca con democracia cuando los mercados y los políticos nos birlan la mayoría de decisiones estratégicas, en manos de agencias privadas, transnacionales y tecnócratas -¿Cómo defender nuestras vidas sin autonomía para decidir, elegir, querer?-

Por ello, las mujeres y los hombres de Euskal Herria saldremos a la calle. Para defendernos de la reforma, sí. Para parar los ataques de los últimos años, sí. Pero, sobre todo, para decir que hasta aquí hemos llegado, que no queremos más capitalismo, que nuestras vidas, que la vida, es incompatible con el capital, con sus lógicas inhumanas, y que lo queremos enterrar.

Queremos vivir vidas que merezcan la pena ser vividas; queremos vivir colectivamente, interdependientemente, en armonía ecológica; queremos vivir sin que nos obliguen a pensar que nuestro bienestar se acaba en el consumo y en la búsqueda de empleo; queremos compartir el trabajo, y decidir en qué es óptimo trabajar; queremos decidir sobre lo que nos afecta, sobre lo que queremos. Queremos, en definitiva, vidas plenas, frente a vidas amputadas por el capital.

Por eso, nos toca elegir, es el momento. Ya no hay lugar para medias tintas. El debate no es ya entre el estado del bienestar o el liberalismo, entre Dinamarca o Grecia. El debate es entre nuestras vidas y el capital, entre la vida y la maximización del beneficio. Nos atacan por todos lados, respondamos en todos los frentes: enterremos el capitalismo. Coge tu pala, y empecemos a cavar este 29 de marzo.

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Proletarios y proletarias de Europa, uníos

Asier Vega y Exabier Arrieta – Alternatiba

Esta proclama, que suena a antigua y desfasada, tiene sin embargo un sentido muy actual, si nos paramos a pensar dónde y quién decide sobre los recortes y el desmantelamiento de derechos que sufrimos la clase trabajadora de este país y de Europa en general, aunque con diferentes intensidades.

Aún suena con fuerza aquel solemne anuncio del entonces presidente del Reino de España Rodríguez Zapatero, diciendo que “los trabajadores no pagarán la crisis”. Nada más decirlo comenzó la mayor ofensiva de reformas y recortes ordenadas desde Bruselas, ¿o desde Berlín más bien?; nada más decirlo se puso en marcha la reforma exprés de la otrora intocable Constitución Española, para poner techo al endeudamiento en lo que ha sido un ataque más al sector público, y de nuevo fue ordenada so amenaza de rescate-chantaje desde Bruselas, ¿O desde Berlín?; nada más decirlo se produjeron cambios en los gobiernos griego e italiano, alzando al poder a supuestos tecnócratas como Monti y Papademos (los interventores de la gran Banca Alemana y Francesa así como del FMI), cuya única misión al llegar a la poltrona a dedo es la de colonizar económica y políticamente a estos países, de nuevo bajo el imperativo de Bruselas ¿o será de nuevo Berlín? Así una y otra vez.

De esta manera, la Unión Europea se ha destacado a lo largo de los últimos años como la encarnación de una dictadura neoliberal, encargada de robar la capacidad de decisión a los y las ciudadanas, para entregársela a la banca alemana y a los grandes conglomerados financieros. Sólo desde esta lógica de priorizar el capital frente a los derechos y la vida de los y las europeas se entiende el beligerante papel de Merkel frente a los estados miembros; sólo así se entiende el entramado profundamente antidemocrático sobre el que se ha construido el proceso a través del Tratado; sólo así se entiende el cierre en falso del problema real de la economía europea con el Pacto del Euro; sólo así se entiende el papel que se sigue arrogando el BCE, estructura antidemocrática, a la hora de fortalecer a la banca y no a los estados; sólo así se entiende la privatización obligada de servicios, o el enfoque clasista y ultracapitalista de las políticas comunitarias como la Política Agraria Común (PAC).

Por ello, cuando salgamos a las calles el día 29 de marzo, debemos presionar a nuestros gobernantes títeres y decirles que basta de saqueo, y no debemos olvidar que éste modelo europeo es absolutamente contrario a los intereses de la clase trabajadora, de la humanidad y del planeta. Otra Europa no sólo es posible, sino necesaria para frenar esta lógica delirante del capital, ya que de allí surgen muchas de las funestas medidas que estamos sufriendo. Queremos y exigimos una Europa democrática; una Europa libre de especulación; una Europa de los derechos; una Europa que no impida los déficits, sino los superávits sin mejora de las condiciones de los y las trabajadoras –el superávit alemán está detrás de parte fundamental de los problemas especulativos que nos acucian-; una Europa de fiscalidad única, sí, si así lo quiere la ciudadanía, pero para gravar al capital y para mejorar las políticas públicas. En definitiva, una Europa alternativa y volcada en el bienestar de las mayorías, no en el negocio de unos pocos.

Si queremos oponernos a la Europa del Capital la clase trabajadora debe organizarse también a nivel global, pues global es el ataque. No podemos admitir que nos gobiernen instancias no elegidas por el pueblo, que responden a intereses que son los que han creado esta crisis.  Por todo ello, el día 29 todos y todas a  la Huelga General.

¿Progreso, cambio o emancipación?

Amaia Agirresarobe – Portavoz de Alternatiba

Las palabras están vivas, son dinámicas, mutan y se adaptan a los tiempos y a los contextos. El término que ayer significaba una cosa, hoy se refiere otra; lo que ayer cobraba un sentido específico, hoy quizá ya no lo tiene. Este devenir de las palabras y de los conceptos debe estar en constante revisión: uno, para no utilizarlos de manera errónea, descontextualizada; dos, para adecuar constantemente significante y significado, evitando la degeneración de las palabras. Sí, no hemos de olvidar que éstas forman parte de los discursos, y por tanto son fruto de las correlaciones de fuerzas, de las relaciones de poder, del interés por construir determinados imaginarios.

Por poner ejemplos, ¿Qué queda hoy del desarrollo sostenible?, ¿Qué significa la democracia, la soberanía popular, el poder del pueblo, cuando los que se vanaglorian de ser demócratas birlan a la ciudadanía las decisiones fundamentales, que están en manos de empresas transnacionales y de instituciones de escasa legitimidad, como el Banco de España, el Banco Central Europeo, la Comisión Europea o el FMI?

Las izquierdas tenemos que hacer un ejercicio permanente de análisis crítico de las palabras, de los conceptos. En este punto es importante señalar que esta batalla de ideas, esta batalla de palabras, esta confrontación de discursos, también es parte esencial de la lucha por un modelo alternativo de sociedad. Estructuras, prácticas e imaginarios son elementos insoldables de nuestras propuestas políticas. Así, y dentro de este cuestionamiento crítico, deberemos condenar al ostracismo, en algunos casos, a aquéllos conceptos que confunden y despistan; en otros, deberemos redefinir, recuperar o crear otras palabras, que impidan la proliferación de términos light, neutros, fortalecedores del orden establecido.

Respecto al primero de los casos -conceptos mal usados-, queremos detenernos especialmente en el progreso, en los y las progresistas. La idea de progreso es una de las señas de identidad de la modernidad capitalista, paradigma civilizatorio sobre el cual se asientan nuestras sociedades. Así, en el siglo XVIII surge la creencia, fruto de los adelantos tecnológicos, de la capacidad ilimitada del ser humano y de los pueblos del planeta de progresar, de desarrollarse.

Un desarrollo vinculado únicamente al crecimiento permanente y exponencial de bienes y servicios –y no de derechos y capacidades-; un crecimiento basado así en el fetichismo de la mercancía, que excluye, desvaloriza y ningunea algo fundamental, que es el trabajo de sostenibilidad de la vida, realizado fundamentalmente por mujeres dentro de una estrategia de adaptación capitalista al patriarcado; un progreso que  se convierte en una receta universalizable –sólo hay que seguir las etapas seguidas por los países desarrollados-, que se basa en las premisas capitalistas de maximización de beneficios, apertura de mercados y crecimiento ilimitado, donde la naturaleza no es más que un recurso más. Por lo tanto, progreso es igual a desarrollo, que es igual a crecimiento capitalista.

Desde el siglo XX, el término de progresista, se utiliza también para diferenciarse del término conservador –supuestamente quien no quiere avanzar en el desarrollo del progreso, de la modernidad capitalista- pero también para diferenciarse del término izquierdista –vinculado a procesos radicales, de los que se huye conceptualmente, aunque el socialismo real también se imbuye de desarrollismo progresista, aunque no capitalista-. De esta manera, si este es el significado de progreso, y si partimos de la actual situación de gravísima crisis civilizatoria, social, climática y alimenticia, ¿Quién que se considere de izquierdas puede apelar al progreso, cuando este concepto nos lleva a la defensa del capitalismo en su versión más patriarcal, antiecologista y colonialista? Así, el uso del término progresista es, en el peor de los casos, un grave error; en el mejor, una cobardía, al pretenderse el equilibrio entre los dos demonios, conservadores e izquierdistas, cuando hoy en día son el progreso y la modernidad capitalista -ensalzada por conservadores, liberales y socialdemócratas por igual-, los que impiden una sociedad más justa y equitativa.

Respecto al uso de conceptos neutros o vacíos, nos encontramos con el debate entre cambio, transformación y emancipación. Asistimos hoy al uso y al abuso de la palabra cambio. Cambio político, cambio social, cambio de etapa, escuchamos una y otra vez, y no sabemos muy bien qué se quiere decir. Cambiar, en sí, es simplemente “dejar una cosa para tomar otra”, “mudar”, “convertir”, que tanto puede ser para bien como para mal -no hay duda de que la reforma laboral es un cambio- y que, además, todo el espectro político lo utiliza, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, ya que puede significar desde la mera alternancia (“quítate tú para ponerme yo”), a cambios decorativos, o a grandes transformaciones estructurales. Es, hoy en día, un concepto vacío. Precisamente el término transformación -primo hermano del cambio- trae implícito un deje de cambio de mayor calado, de mayor profundidad, aunque sigue sin dejar clara la línea que lo separa del simple cambio. ¿Cuál es la línea entre cambio y transformación?  

Así, si el cambio no significa nada, si no tiene fuerza política, y la transformación no clarifica su significado, la emancipación puede ser el concepto que recoja los anhelos de las izquierdas, ya que hace referencia a “liberarse de cualquier clase de subordinación y dependencia”. Este si es un concepto cargado de contenido, fuerte, y que en estos momentos de crisis pretende enfrentarse al sistema múltiple de dominación que impide el desarrollo de las libertades de personas y pueblos. Por lo tanto, se enfrenta al patriarcado, al capitalismo, al productivismo, al colonialismo, al racismo y a la dictadura, y plantea su superación integral.

Repetimos, la lucha de discursos e imaginarios es parte esencial de la lucha social. Así, desterremos de nuestras vidas las referencias al progreso, y luchemos por la emancipación mejor que por el cambio –le regalamos la palabrita a Rajoy, o en un futuro a Rubalcaba, o a Urkullu-. Nosotros y nosotras a lo nuestro, por una Euskal Herria y un mundo emancipado.

Declaración de la Marcha Mundial de las Mujeres Día Internacional de las Mujeres 2012

Este 8 de marzo, nosotras, las mujeres de la Marcha Mundial de las Mujeres, seguimos marchando, resistiendo, y construyendo un mundo para nosotras, los otros, los pueblos, los seres vivientes y la naturaleza. Estas acciones continúan enfrentándose a los embates del paradigma mortal del capitalismo con sus falsas salidas a las crisis y de una ideología fundamentalista conservadora.
 
Vivenciamos un crisis del sistema capitalista, racista y patriarcal que, para sostenerse, impone brutales “medidas de austeridad” que obligan a nosotras, los pueblos, a pagar por una crisis que no hemos provocado: son recortes presupuestarios de todos los servicios sociales, disminución de salarios y de pensiones, estimulo a guerras y avance de la mercantilización de todas las esferas de la vida. Nosotras las mujeres pagamos el precio más alto: somos las primeras que seremos despedidas y que, además de las tareas domésticas más habituales, somos obligadas a asumir las funciones antes cubiertas por los servicios sociales. Tales medidas cargan el peso de la ideología patriarcal, capitalista y racista y son expresión de políticas de incentivo para que volvamos a la casa, que estimulan además el avance de la prostitución y la venta de las mujeres, el aumento de la violencia contra nosotras, el trafico y las migraciones.
 
Denunciamos la continua imposición de acuerdos de libre comercio, que intentan transformar los bienes comunes como la salud, la educación y el agua en mercancías, y generar un mercado de  explotación de la mano de obra barata en los países del sur. Rechazamos la cultura del consumo que va empobreciendo más las comunidades, generando dependencia y exterminando las producciones locales.
 
Nos solidarizamos con las mujeres en lucha en Europa, especialmente en Grecia pero también en Portugal, Galicia, Estado Español, Italia y Macedonia, que se están organizando para resistir la ofensiva neoliberal y retrógrada promovida por las instituciones financieras y políticas, y sus propios gobiernos, a servicio de intereses de las corporaciones transnacionales. Nos solidarizamos también con todas las mujeres del sur que enfrentan hambrunas, empobrecimientos, esclavitud laboral y violencia pero que siguen construyendo su resistencia.
 
Denunciamos el avance de la militarización en todo el mundo como estrategia de control de nuestros cuerpos, vidas, movimientos y territorios y garantía para la neocolonización, el nuevo saqueo y apropiación del capital sobre los recursos naturales y la manutención del enriquecimiento de la industria armamentista en frente a la crisis. Constatamos con temor la amenaza de retorno de lo militarismo y del autoritarismo como valores en la sociedad en distintos países alrededor del mundo, como en: el Medio Oriente, en Tunicia, Libia y Egipto, donde las mujeres y los pueblos continúan a luchar contra todo tipo de dictadura fundamentalista y por verdadera democracia; en Palestina donde las mujeres luchan contra el colonialismo y el sionismo en diversos países Africanos – como en Senegal donde el gobierno se utiliza de la fuerza del ejercito por intereses electorales, o en Mali donde grupos armados aterrorizan la populación civil en su lucha por controle da la región norte; en Honduras, México, Guatemala y Colombia donde hay procesos de re-militarización; y en diversos países en Asia-Oceanía donde refuerzan la presencia de las tropas militares de Estados Unidos.
 
Nos solidarizamos con las mujeres y los pueblos en resistencia y lucha en todos los territorios que están en guerra, bajo control militar y en riesgo de serlo, o viviendo los impactos nefastos de una presencia militar extranjera. A pesar de ello, nosotras las mujeres continuamos defendiendo nuestro territorio, cuerpo y tierra de la explotación de los ejércitos regulares e irregulares, estatales y privados.
 
Denunciamos la estrategia concertada de los medios de comunicación globalizados que busca revitalizar los dogmas y valores conservadores y que ponen en riesgo los logros o avances de las mujeres en el mundo. Se cierran espacios de participación, se criminaliza la protesta, y se cercea el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Nuestra autodeterminación reproductiva está amenazada donde la hemos conquistado, como, por ejemplo, en diversos países de Europa (como en Portugal y España) y de Norte América donde el aborto es legalizado, pero donde este derecho es atacado en la práctica por cortes de los presupuestos públicos que tienen como blanco los hospitales y los servicios de interrupción del embarazo. En muchos otros países, como en América Latina y varios países de Asia-Oceanía, las mujeres que abortan siguen siendo criminalizadas, como en Brasil, Japón y Vanuatu. En México se legaliza el aborto en el Distrito Federal y se criminaliza en el resto del país. En Honduras, la píldora contraceptiva de emergencia ha sido prohibida. En Nicaragua, el aborto mismo en situaciones de riesgo de vida para la madre o de violación se convierte en un delito a través de una Reforma Constitucional.  Rusia sigue su ejemplo con la mujer del presidente al frente de campañas para prohibir el aborto en cualquier situación. Grupos auto-intitulados “pro-vida” defienden en realidad la muerte de las mujeres, nos insultan y a las profesionales de salud en Norte América, presionan en parlamento para rever la ley en Sudáfrica e impiden cualquier discusión en Pakistán.
 
Nos solidarizamos con todas las mujeres que continúan luchando y enfrentando los embates de la policía, los servidores públicos y de la justicia injusta, así como a las que enfrentan la violencia en su contra.
 
Frente a estas situaciones, estamos en las calles, tenemos alternativas y las estamos viviendo. Reiteramos que seguiremos fortaleciéndonos desde nuestros cuerpos y territorios en resistencia y defensa de los mismos, profundizando nuestros sueños de transformaciones estructurales en nuestras vidas y ¡marchando hasta que todas seamos libres!
 
Llamamos a la articulación de nuestros movimientos y a las alianzas con los otros movimientos, pues solo así construiremos un mundo en libertad.
 

En el Mundo, 8 de marzo de 2012

Hacia una Edad Media digital

Iagoba Itxaso – Militante de Alternatiba

Últimamente hemos oído mucho sobre derechos de autor y la neutralidad de la red: La SGAE y sus gestores bajo sospecha – más que fundadas sospechas – una Ley Sinde aprobada sin consenso, un Canon Digital que desaparece, los proyectos de ley SOPA y PIPA en Estados Unidos, un apagón digital luchando contra ellas, el FBI cerrando Megaupload tras una espectacular operación internacional…

Algunos sabremos de qué va el tema y otros habremos oído campanas. Es la guerra: la World War Web. Pero… ¿cuáles son los bandos?

Por un lado tenemos a las industrias derivadas de obras intelectuales. Por el otro tenemos a los defensores de la neutralidad y la libertad en la red. Por un lado tenemos a grupos de empresarios, de trabajadores y de autores que defienden sus modelos de negocio, amenazados por una revolución digital que hace tambalear gran parte de sus formas de generar ingresos. Por el otro tenemos a los defensores del progreso a todos los niveles, de una Internet global sin tijeras ni límites, de unos derechos en cuanto a libertad de información y comunicación que consideran fundamentales. También en este segundo bando, se incluirían las industrias que producen beneficios gracias a esta libertad en la red.

Aunque bien es sabido que el medievo no fue una época tan oscura como la cultura popular a veces nos muestra, esta imagen habitual de la Edad Media nos sirve para mostrar que uno de estos dos bandos en la World War Web, busca retrotraernos al pasado. Como esa Iglesia medieval luchando contra la Ciencia, las industrias derivadas de los derechos de autor luchan contra el mundo digital, contra la red y la tecnología.

Pero al igual que esa lucha por parte de la Iglesia fue inútil, y la Ciencia se abrió camino, resulta absurdo pensar que este grupo de industrias van a poder frenar el progreso ahora. Una lucha fútil por perpetuar modelos de negocio ya obsoletos.

Una industria editorial que intenta vendernos libros electrónicos al mismo precio que en papel; una industria discográfica que quiere convencernos de que el CD aún es un formato servible y lógico como producto; una industria cinematográfica y audiovisual que no plantea alternativas válidas a sus clientes, ciñéndose a productos de usabilidad reducida que no plantan cara a la gran versatilidad de los “piratas”; y en todos los casos, como perro de hortelano, ni siquiera explotan todas sus propiedades, deseando que nadie acceda a ellas, esperando el momento adecuado para volver a venderlas o introducirlas en una región concreta. Es el caso de los libros, discos y películas descatalogados de toda la vida, y de los productos que tardan en llegar a alguna región o nunca lo hacen, barreras que siempre han derrumbado esos mismos «piratas».

El progreso camina hacia contenidos en la nube, streaming, cantidad de información ilimitada, servicios globales, accesibilidad inmediata, etc. pero las industrias se aferran al formato físico y a fórmulas anacrónicas. Por otro lado, las gestoras de derechos, no sólo no ayudan, sino que constituyen gran parte del problema.

Tal vez si tuviéramos las herramientas legales y las personas adecuadas para, desde nuestras instituciones, luchar contra esta industria y este sistema desfasado, podríamos realmente tener un acceso a la cultura adecuado, ético y justo con los autores y  con el resto de la ciudadanía.

Si encontráramos la forma, las personas adecuadas y los apoyos necesarios para crear una gestora de derechos de autor vasca, de pleno derecho, pública y transparente; si contáramos con un sistema editorial, también público, adaptado a la misma, aprovechando y modernizando en el camino entes públicos actuales como EITB y revolucionando la explotación y exportación de nuestras obras; tal vez podríamos tener nuestro pequeño oasis con ciudadanos con acceso de primera calidad a la cultura, que competiría ya no sólo con las industrias y los sistemas actuales, sino con una “piratería” que debería perder todo sentido.

Debemos luchar contra quien tenga intención de coartar la red y, al mismo tiempo, plantear alternativas y dar soluciones a los problemas que suponen la distribución de la cultura y la retribución de los autores. No es sencillo, pero el resultado de la World War Web no puede ser una Edad Media digital, no podemos dar pasos atrás. No podemos permitir que con la excusa de la defensa de los derechos de autor, los más reaccionarios obtengan herramientas para limitar nuestra libertad de expresión en Internet; una red de comunicación global que demuestra ser más importante cada día, como agente en cualquier revolución, levantamiento o simple necesidad de expresión de cualquier colectivo. Sólo hay que echar un vistazo a los hechos más importantes acaecidos en 2011 para comprenderlo. Porque Internet ha cambiado nuestro mundo y nuestra capacidad de comprensión del mismo, y porque nunca antes hemos tenido una capacidad de informar y ser informados tan enorme y democráticamente.

Terminaré con unas palabras de David Bowie del año 2002 en las que vaticinaba una revolución en la industria musical.

“No creo que el trabajo con los sellos y los sistemas de distribución de la música sean los mismos. Dentro de diez años se dará una transformación absoluta de todo lo que conocemos acerca de la música, y nada va a ser capaz de detenerlo. Estoy convencido de que los derechos de autor ya no existirán en diez años, y la autoría y la propiedad intelectual van a recibir una revolución. La música en sí misma va a ser como el agua corriente o la electricidad. Es terriblemente emocionante, pero poco importa si opinas que es emocionante o no, es lo que va a ocurrir”.

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