Construyendo Bizkaia desde la precariedad
Ana Etxarte y Asier Vega – Alternatiba
Semanas laborables sin descanso, de lunes a domingo; turnos de hasta 12 horas diarias; salarios ínfimos de 5 o 6 euros la hora, por supuesto sin pagar horas extras. No, no se trata de un libro de Charles Dickens sobre los inicios de la revolución industrial; tampoco se trata de un análisis de la crisis del 29; ni siquiera de una fotografía de las condiciones laborales de las y los esclavos que recolectaban algodón en Estados Unidos. Estamos hablando de algo que ocurre aquí, en la ciudad del mejor alcalde del mundo. Está ocurriendo ahora mismo, en el siglo XXI, gracias a la avaricia empresarial y a la connivencia con las instituciones públicas.
Solo es el resumen de lo que viene sucediendo en la construcción de San Mamés Barria, en la que ciertas empresas han establecido este tipo de condiciones indignas de trabajo, y que los sindicatos llevan meses denunciando. Tampoco son hechos aislados, ya que los incumplimientos de los Convenios de la Construcción por parte de las empresas, tanto en la obra privada como en la pública, son continuos y constatan que las grandes constructoras hacen lo que sea necesario, incluido vulnerar los derechos laborales, para aumentar sus beneficios.
La situación es lamentable. Pero aún más vergonzoso es que se permita en obras financiadas con dinero público, cuando las obras promovidas por las instituciones públicas deberían ser modélicas en cuanto a seguridad y condiciones laborales.
Pero la realidad es bien distinta; precariedad y condiciones de semi-esclavitud. Como si los ataques contra la clase trabajadora que suponen todas las reformas laborales de los últimos años –aplaudidas y avaladas por PP, PNV y PSE- no fueran suficientes. Ahora también pretenden saltarse la propia legalidad desde la inacción institucional, amparando la injusticia que supone.
De esta manera, y aunque las obras de San Mamés se iniciaron en junio de 2010, no ha sido hasta septiembre de este año, más de 3 años después, cuando se ha realizado una inspección. Y es ahora cuando se ha constatado una realidad denunciada durante meses: que hay empresas que están actuando de manera irregular, y que no están aplicando el Convenio de la construcción y obra pública de Bizkaia, sino otros que rebajan las condiciones laborales.
¿Pasará lo mismo con las obras de apertura del Canal de Deusto? ¿Tomará medidas el Ayuntamiento de Bilbao para evitarlo? Parece poco probable, ya que por ahora no ha hecho nada. Es más, aun teniendo como precedente lo que ha sucedido en San Mamés, el consistorio sigue haciendo dejadez de sus obligaciones como institución garante de los derechos de los y las trabajadoras. Perdió la oportunidad de incorporar cláusulas sociales en los pliegos de condiciones para la licitación de la apertura del Canal, cláusulas por las cuales las empresas adjudicatarias, contratas y subcontratas estarían obligadas a cumplir el Convenio de la Construcción de Bizkaia. Y es que el PNV se opone frontalmente en el Ayuntamiento a incorporar éstas u otras cláusulas sociales, y afirma que no es posible obligar a cumplir dicho convenio ya que no tiene encaje en el marco legal, tal y como confirmó el concejal de Urbanismo en el último pleno.
Siempre consecuente a la hora de negar y vulnerar derechos, el PNV también ha rechazado en las Juntas Generales de Bizkaia una moción de EHBildu que exigía incluir en los pliegos de condiciones de contratación de las obras públicas la obligatoriedad de cumplir por las adjudicatarias este mismo convenio, incluyendo cláusulas para velar por su cumplimiento. Para los jeltzales, nunca procede ponerse al lado de las clases populares.
Es falso que las instituciones carezcan de competencias en esta materia, tal y como lo demostraron las Juntas Generales de Gipuzkoa al aprobar la Norma Foral 4/2013 de 17 de julio, que posibilita la incorporación de cláusulas sobre condiciones laborales y salariales o aplicación de convenios en las obras públicas. Lo que demuestra que se puede hacer y que es completamente legal.
Y si no lo hacen es porque no quieren. No quieren poner fin a la avaricia empresarial de algunas empresas. Y mientras tanto aumenta el número de personas que mueren a causa del aumento de la precariedad, la subcontratación, la temporalidad y la falta de medidas de seguridad. En definitiva, mueren porque lo permiten.
Publicado en: Naiz y Astekari Digitala