El gobierno del Reino de España teme a la sociedad vasca

Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Salvador Allende

La conculcación de derechos fundamentales se ha convertido en un ejercicio habitual en nuestro país: asociación, manifestación, voto o expresión ya no parecen derechos sino privilegios reservados a la casta dominante, aquella que no molesta ni pone en cuestión el orden vigente. Esta rutina que padecemos en Euskal Herria es un alarmante indicador de la mala calidad de la democracia en el Reino de España.

De esta forma, la decisión de la Audiencia Nacional de prohibir la manifestación de este sábado en defensa de los derechos humanos, civiles y políticos, supone una vuelta de tuerca más dentro de esta lógica antidemocrática. Si los poderes públicos son quienes tienen la obligación de velar por reconocer derechos elementales como el derecho a la manifestación, la decisión de este tribunal de excepción es el síntoma más visible de la debilidad del estado de derecho español.

No les importa que la plataforma ciudadana convocante, Adierazi EH, haya recibido un apoyo multitudinario de organizaciones y personas con una trayectoria intachable en la defensa de derechos y libertades. A ojos de la justicia española, cualquier proceso social queda contaminado por la presencia de militantes de formaciones políticas ilegalizadas, de forma que por una parte arrebatan derechos individuales esenciales a estas personas, y por otro, extienden la sombra de la sospecha hasta cualquier que se atreva a acompañarlas.

La situación es inaceptable por dos razones fundamentales: en primer lugar, porque la manifestación que han prohibido defiende todos los derechos para todas las personas, explicitando por encima de todo el derecho a la vida como premisa básica para cualquier proceso o dinámica social y política; en segundo lugar, porque quieren criminalizar una iniciativa respaldada por una pluralidad y diversidad de personas y organizaciones que no estamos conformes con el status quo, que no queremos quedarnos en silencio ante tanta degradación democrática, y que conservamos la ilusión ante una nueva coyuntura llena de esperanzas, de rearticulación social y de fortalecimiento de la izquierda combativa.

¿Será precisamente esto lo que tanto temen los poderes del Reino de España, una sociedad unida, fuerte, activa, participativa, que exige sus derechos por vías estrictamente democráticas? ¿Quién puede enfrentarse y por qué a una manifestación que agrupa a amplias mayorías bajo un mensaje que defiende el derecho a la vida como algo básico, junto al resto de derechos civiles y políticos fundamentales?

Pues esta nueva conculcación de derechos nace precisamente de los demócratas, aquellos que no tienen inconveniente en devaluar la democracia para salvaguardar sus intereses, quienes otorgan y quitan derechos y ciudadanía a su capricho; de los demócratas que tienen miedo a un verdadero proceso de paz porque necesitan un conflicto violento que justifique sus cazas de brujas y sus gobiernos ilegítimos, que garantice su perpetuación en el poder a cualquier precio; de los demócratas que temen a la sociedad y su participación, que se acobardan ante los movimientos sociales porque saben que es el pueblo el único sujeto capaz de acabar con tanta mentira y tanta degradación. Ellos, los demócratas, defienden la democracia con la condición de que no nos atrevamos a ejercerla.

Así, cuando la mayoría social ve esperanza, ellos ven miedo; cuando estamos luchando por articular redes plurales, confrontativas, democráticas, ellos ven terrorismo; cuando perseguimos la paz, ellos pretenden que el conflicto no acabe nunca.

Pero no nos vamos a detener, su miedo es el mejor indicador de que vamos por el buen camino, de que tenemos que seguir apostando por una paz con justicia social, en base a la participación social. Porque ahora más que nunca es el momento de la sociedad vasca, y no de  quienes ejercen la violencia y conculcan derechos. No nos vamos a amedrentar.

Por eso, las personas que conformamos Alternatiba vamos a seguir luchando por un escenario democrático que permita reconstruir una izquierda soberanista en Euskal Herria para enfrentarse al poder desde todas las dimensiones de lucha, una izquierda basada en la democracia radical y la participación activa.

Este sábado vamos a salir a la calle masivamente, y vamos a demostrar que los verdaderos procesos de paz los lidera la sociedad  por mucho que los gestores del poder se empeñen en entorpecerlos. Tienen miedo de un nuevo tiempo en el que la palabra tome el protagonismo. Es nuestro momento, es el momento de la ciudadanía. Euskal Herria se va a expresar y nunca va a dejar de hacerlo.

Coordinadora Nacional de Alternatiba, 9 de septiembre de 2010

Alternatiba ante el comunicado de ETA

Las personas que conformamos Alternatiba consideramos una buena noticia la decisión de ETA de cesar sus acciones armadas, y creemos que se abre una oportunidad histórica para la resolución de un conflicto que ya se ha prolongado durante demasiados años.

Sabemos que aún queda trabajo por delante para conseguir gestos definitivos de cese de todo tipo de violencia, pero tenemos la convicción de que el deseado escenario de paz y derechos democráticos debe llegar gracias a la movilización popular y al trabajo en positivo de todos los agentes sociales, políticos y sindicales. No comprendemos la actitud de quienes se muestran incapaces de detectar elementos de esperanza y continúan obcecándose en estrategias de negación que se han demostrado inservibles y que no resuelven la exigencia mayoritaria de este pueblo.

Por eso, queremos llamar a la colaboración en la apertura de un nuevo tiempo en el que la paz y el diálogo dejen atrás la negación de derechos humanos, civiles y políticos. Nos comprometemos con las vías pacíficas, políticas y democráticas, y hacemos nuestros los principios Mitchell como bases para la superación de cualquier conculcación de derechos. Por esta razón, instamos a ETA a que responda con nitidez ante estos principios, y apelamos al Gobierno del Reino de España a que actúe con altura de miras y responda con responsabilidad ante el nuevo escenario de oportunidades que se abre en nuestro país.

Euskal Herria, 5 de septiembre de 2010

Una delegación del soberanismo vasco acudirá a la manifestación de Barcelona

Tal como anunciamos en la rueda de prensa llevada a cabo el pasado sábado, Eusko Alkartasuna, Alternatiba y la Izquierda Abertzale hemos convocado una manifestación de carácter nacional que bajo el lema “Nazioa gara. Autodeterminazioa” recorrerá las calles de Donostia el próximo sábado, día 10.

Las organizaciones convocantes situamos esta movilización en un contexto político marcado por el fallo del Tribunal Constitucional español respecto al Estatut catalán, decisión que, entendemos, ataca gravemente la soberanía del pueblo catalán a la vez que pone límite a las aspiraciones nacionales de todos los pueblos que hoy sobreviven al Reino de España. No obstante, no ocultamos que, además de un apoyo expreso a la reivindicación que presidirá la manifestación de Barcelona, que se respete la voluntad de la ciudadanía catalana, queremos dotar a la manifestación de Donostia de identidad propia y reivindicaciones diferenciadas con el objetivo de ofrecer a la sociedad vasca la oportunidad de solidarizarse con Catalunya a la vez que tener un altavoz para expresar sus propias y legítimas aspiraciones nacionales.

La decisión del Tribunal Constitucional español, sumada a la primera «cepillada» antidemocrática de las Cortes españolas, finiquita todo atisbo de respeto a la voluntad popular e identidad del pueblo Catalán y vuelve a certificar que la Constitución Española del 78 -heredera directa del franquismo- junto a su posterior desarrollo mediante leyes orgánicas (LOAPA) se constituía en cárcel de pueblos, algo que los estatutos de autonomía sólo trataban de ocultar y maquillar.

Hace ya 15 años que un agente de la entidad del sindicato ELA afirmó que el Estatuto de Gernika había muerto. Desde entonces, todos los intentos de dar pasos adelante en materia de profundización en el autogobierno se han topado con la sempiterna realidad de la idea de España Una, Grande y Libre

Las ansias de autodeterminación de la sociedad vasca no caben en la Constitución española, y, lo que es más importante, el Estado español, da igual qué partido esté en el Gobierno, carece de la más mínima voluntad política para permitir que la ciudadanía vasca decida su futuro.

Esta falta de voluntad es la que ha hecho que el Estatut catalán haya llegado al mismo puerto que todas y cada una de las iniciativas que han surgido en Euskal Herria. Tras un proceso azaroso, ha llegado al puerto de la negación y de la incomprensión. El puerto del rancio Nacionalismo español que no reconoce más patria que la suya, más voluntad que la suya.

Pero no se pueden poner puertas al campo. El pueblo catalán, como el vasco, ha demostrado de forma clara su carácter nacional y su voluntad de ser dueño de su destino. El derecho que la ciudadanía catalana y vasca tienen de decidir libremente sobre su futuro no tiene marcha atrás.

El rancio españolismo togado podrá intentar obstaculizarlo y detenerlo, demostrando sus carencias democráticas, pero la voluntad de la ciudadanía expresada libre y democráticamente encontrará las vías necesarias para su ejercicio efectivo.

La sociedad catalana y la vasca partimos del derecho democrático de nuestra ciudadanía a decidir libremente su futuro. Y no tenemos miedo a la voluntad popular. Sólo quienes presumen de convicciones democráticas pero carecen de ellas recurren a la ley del imperio, que no al imperio de la ley, para imponer el pensamiento único.

Es por ello que Eusko Alkartasuna, Alternatiba y la Izquierda Abertzale convocamos la manifestación del próximo sábado, porque más allá de puntos de vista reduccionistas, más allá de la mera crítica a un fallo de un tribunal, más allá de los intereses partidistas, consideramos que la mejor forma de mostrar nuestro apoyo y solidaridad con el pueblo catalán es reivindicar también desde Euskal Herria los derechos que nos corresponden como pueblo.

Estamos seguros de que la ciudadanía vasca responderá a este llamamiento conjunto de la misma forma masiva que ha hecho siempre que se le ha ofrecido la oportunidad de apoyar una reivindicación por encima de intereses partidistas.

La base social soberanista, la militancia de Eusko Alkartasuna, Alternatiba y la Izquierda Abertzale, va a estar el sábado en Donostia, pero también la de otros agentes sociales que consideran adecuado acudir a Barcelona a apoyar batallas legítimas y cercanas pero ajenas y se niegan a participar en iniciativas que les comprometen de cara a su propia base social.

Porque eso es la cita del sábado para Eusko Alkartasuna, Alternatiba y la Izquierda Abertzale: un compromiso. Un compromiso con el camino emprendido para poner en marcha un movimiento soberanista que nos permita caminar hacia el común objetivo de ejercer el derecho de autodeterminación que tiene Euskal Herria y su ciudadanía.

El mismo día en que miles de personas marcharan por las calles de Barcelona tras la pancarta de “Som una nació. Nosaltres decidim”, nosotros y nosotras marcharemos por las calles de Donostia tras el lema “Nazioa gara. Autodeterminazioa”.

Además de animar a la sociedad vasca y a las diferentes organizaciones políticas, sociales y sindicales a sumarse y a participar en la manifestación del sábado, Eusko Alkartasuna, Alternatiba y la Izquierda Abertzale anunciamos que una delegación del soberanismo vasco, compuesta por miembros de las diferentes organizaciones convocantes de la manifestación de Donostia, participará también en la marcha de Barcelona, para mostrar de primera mano nuestra solidaridad y apoyo al pueblo catalán en su lucha en defensa de su soberanía.

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España: Una, Grande, y ¿Libre? > Mariano Gómez (Alternatiba)

Estos días hemos  vuelto a tener un ejemplo más de lo que da de sí el modelo autonómico surgido de la llamada transición hacia la democracia. Un ejemplo más de lo que aquello realmente supuso, transición sí, pero para dar tiempo a los valedores del franquismo, a sus líderes políticos, a su poder judicial, a sus militares, a sus cuerpos policiales a cambiar de traje y de mensaje, pero manteniendo intacta toda su estructura. Sin tocar ni cambiar nada ni a nadie, sin depuraciones de ningún tipo de responsabilidades, ni políticas ni penales, por la vulneración de derechos fundamentales realizados durante cuarenta años. La transición del olvido, de la desmemoria, del dejar todo atado y bien atado.

Y aunque es verdad que hubo cambios importantes, que ha habido incluso progresos en muchos aspectos, el déficit democrático del que partía ha sido una losa demasiado pesada, que ha marcado el devenir de la mayoría  del Estado. La concepción de la democracia en la mayoría oficial del reino de España es de una calidad baja, bajísima, fundamentalmente cuando hablamos de derechos fundamentales, de derechos de los pueblos, e incluso de las personas, de ciudadanos individuales. Se ha producido, sin lugar a dudas, una involución conservadora, al igual  que en la mayoría  de las sociedades, pero aquí  multiplicado por dos, debido al punto de donde se partía.

Y el fallo sobre el Estatut catalán es otro buen ejemplo de ello. No olvidemos que este era ya un estatut descafeinado (convenientemente «cepillado» en el trámite del Congreso de los Diputados, como muy bien dijo el señor Alfonso Guerra en su momento), que no se correspondía ya con el aprobado por una abrumadora mayoría del Parlament de Catalunya. Y aún así, más de lo mismo. Nos vuelven a dejar claro que aquí sólo existe una nación, la española, y un sólo pueblo, el español.

Al igual que sucedió con el recorrido político-jurídico que  tuvo el intento de consulta  del anterior lehendakari, Juan José Ibarretxe, no sólo  desde las más altas instancias políticas, sino  también desde las judiciales, se deja claro que hay un sólo sujeto de la soberanía  popular, el pueblo español.

No caben medias tintas, nos han dejado meridianamente claro que aquello de la España Plural, del estado plurinacional, del encuentro  de pueblos y nacionalidades, es, era, un camelo. No cabe en su Constitución, no  entra dentro de su pensamiento  político. No quieren saber nada de pueblos soberanos, aunque sea para decidir unirse libremente al resto. Juntos, sí, pero no  por decisión popular y propia, sino por mandato político  y constitucional de una de las partes. Ese es el pensamiento único en el reino, el del ultranacionalismo panespañol. Nadie se sale del guión, ¿federalismo, confederalismo, unión libre de pueblos?… estos conceptos no caben ni siquiera en su literatura. De mantenerse en esas posiciones, pocas, muy pocas salidas dejan a los pueblos que hoy forman parte del estado español.

Es hora de tejer alianzas también en este aspecto. A la izquierda política, social y  sindical de este pequeño país, Euskal Herria,  nos va a tocar también liderar esta lucha. Porque no estamos hablando de que  no nos dejen decidir, sino  que nos niegan incluso el derecho  a ser y a existir como pueblo diferenciado (ni mejor ni peor que el resto, pero pueblo al fín y al cabo).

Es hora también  de volver a tejer complicidades, confianzas, con otros pueblos del estado en la misma situación. Ahora  nos surge una buena oportunidad con Catalunya. Hablemos y actuemos desde el respeto a cada identidad, a cada situación, como una sola voz. Somos un pueblo, somos una nación, tenemos  derecho  a ser, a existir, y, por tanto, a decidir por nosotros mismos.

Viendo los  acontecimientos surgidos esta semana pasada, no puedo más que acordarme de esa vieja reivindicación de toda la izquierda, no sólo la abertzale. La necesaria unión de la lucha por la liberación nacional y social  de este pueblo. Y ahora, es uno de esos momentos en los que se ve mejor que nunca. Acabamos de tener una huelga  general, fruto del enésimo intento  de recortes laborales y sociales, demandando una  salida a la crisis generada por los de siempre desde la apuesta clara por otro modelo económico y social, reivindicando  también en este aspecto el derecho a elegir nuestro modelo de sociedad, y el marco  vasco de relaciones  laborales.

Unos  podremos poner más el acento en la necesidad de cambio de modelo económico y social, en la justicia social, otros en la reivindicación nacional, pero sí de verdad pensamos en clave global, si de verdad somos izquierda soberanista (ambas cosas, izquierda y soberanista) no tenemos ninguna  excusa para no seguir tejiendo alianzas, confianzas y complicidades en la búsqueda de la construcción de ese gran bloque  de izquierda soberanista y alternativa que este país necesita. No tiene sentido que nos dividamos en base al modelo de estado, cuando  todavía  no hemos conquistado el derecho a poder elegirlo.

Porque aquí todavía  es posible el cambio, porque aquí  todavía  estamos en condiciones de poder empezar a disputar la hegemonía a las fuerzas conservadoras. Pero no nos podemos dormir, la ola conservadora también invade a nuestro pueblo, y las condiciones objetivas  serán  cada día  más difíciles. Hagámoslo bien,  como se suele decir sin  prisas pero  también  sin  pausas. Respetando los ritmos de cada cual, estableciendo diferentes niveles de convergencia, teniendo  siempre la mano tendida  y la puerta abierta a unos y a otros. Todos somos necesarios. Por el derecho a decidir, por el cambio  de modelo económico y social. Porque otra Euskal Herria es necesaria, y porque tenemos, entre todos, además, que hacer que sea posible, nos vemos este sábado en Donostia.

Somos una nación. Autodeterminación.

La resolución del Tribunal Constitucional español sobre el Estatut aprobado por la ciudadanía catalana ha vuelto a dejar en evidencia que la Constitución española es un instrumento para la negación de los derechos y aspiraciones democráticas. En este contexto, el pueblo catalán reivindicará el derecho de autodeterminación con una manifestación que se celebrará el próximo 10 de julio bajo el lema “Som una nació. Nosaltres decidim”.

El Tribunal Constitucional es un instrumento negador del ámbito político y jurídico. Parte del aparato que, mediante la imposición, se empeña en encadenar la voluntad popular. Pero la voluntad popular no se puede secuestrar ni borrar por medio de una Constitución o un ámbito judicial que es ajeno a la voluntad mayoritaria de la ciudadanía.

La aceptación de que Euskal Herria y Catalunya son sujetos propios de decisión y un ámbito democrático en el que se respeten todos los derechos deben constituir el punto de encuentro de las opciones políticas. Sin embargo, pretenden neutralizar las condiciones sociopolíticas ya afianzadas para pasar de la negación al reconocimiento, impidiendo el desarrollo de las aspiraciones de la ciudadanía y escenificando la imposibilidad de realizar el camino hacia la autodeterminación.

Un nuevo marco político que recoja el derecho a decidir o el derecho de autodeterminación para dos pueblos que quieren elegir su futuro, para Catalunya y Euskal Herria. Esta es la voluntad de la sociedad catalana, como de la vasca, y así lo han declarado siempre que han tenido oportunidad. Las consultas sobre la independencia celebradas recientemente en muchos municipios catalanes son el ejemplo más cercano de que la sociedad catalana, igual que la ciudadanía vasca, desea realizar el camino hacia el ejercicio efectivo del derecho de autodeterminación por vías políticas, pacíficas y democráticas.

En este sentido, es imprescindible llevar a cabo una segunda transición en el Estado español, tanto en materia de organización territorial como en lo que respecta al marco jurídico. Es necesario abandonar el modelo que ha tratado de asimilar a las naciones para pasar a otro que reconozca la identidad nacional de Euskal Herria y Catalunya, así como el derecho de autodeterminación que les corresponde. Y para ello, además de una segunda transición, es necesario que el nacionalismo español recorra el camino hacia la plena democracia para responder a las demandas de la sociedad.

Un estado que se autodenomina como estado derecho no puede aceptar que los organismos que la conforman se posicionen en contra de la voluntad expresada por su ciudadanía en referéndum; al contrario, deberían ser garantes de la voluntad popular.

La ciudadanía demanda soluciones, exige respuestas. La ciudadanía vasca y la catalana queremos abandonar el laberinto de negaciones que dura años. Vascos y vascas, catalanes y catalanas queremos elegir nuestro futuro sin hipotecas ni injerencias. La ciudadanía de ambas naciones nos merecemos un futuro basado en la democracia y el reconocimiento de los derechos.

Muchas naciones europeas tienen como objetivo la autodeterminación total, han decidido recuperar sus señas de identidad y están recorriendo el camino para ello. Escocia, Groenlandia, Irlanda,… Este es el camino de Catalunya y Euskal Herria. Las dos naciones reivindican para sí procesos que en otros lugares de nuestro entorno se llevan a cabo con naturalidad y Madrid no podrá seguir negando derechos que se reconocen en el corazón de la Unión Europea. En este camino estamos y el siguiente paso tendrá como escenario las calles de Donostia.

Eusko Alkartasuna, Izquierda Abertzale, Alternatiba y Aralar convocamos una manifestación nacional para el día 10 de julio en Donostia con el objetivo de denunciar que la ciudadanía vasca, como la catalana, ve negados sus derechos y para reivindicar que nuestro país demanda la autodeterminación.

El día 10 de julio se convertirá en fecha para exigir al Estado español el derecho de autodeterminación que tiene la ciudadanía de Euskal Herria y Catalunya para decidir libremente su futuro. Dos naciones saldrán a la calle para reclamar un derecho elemental, dos naciones pedirán que se acabe el ciclo de la negación y reclamarán al Estado español su reconocimiento.

Los partidos que comparecemos hoy aquí invitamos al conjunto de la ciudadanía vasca a participar en la manifestación, y realizamos un llamamiento para que los agentes sociales, sindicales y políticos se unan a esta convocatoria.

NAZIOA GARA.
AUTODETERMINAZIOA.
UZTAILAREN 10ean, DENOK DONOSTIARA!

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