Aerolíneas Carrero Blanco
Jonathan Martínez
Cassandra Vera tiene veintiún años y la Fiscalía de la Audiencia Nacional le reclama dos años y medio de talego por un puñado de chistes sobre Carrero Blanco. A más de dos meses por chiste. El chiste del programa espacial contra los coches oficiales: dos meses. El del viaje a la luna: dos meses. Carrero Blanco y Spiderman: dos meses. Carrero Blanco y Yuri Gagarin: dos meses. Faltan muchos otros, quizá los más clásicos: el del récord de salto de altura, el del merecido ascenso, el de las aerolíneas, todos ellos forman parte de nuestra memoria colectiva y han circulado durante más de cuarenta años sin mayor escándalo ni perjuicio.
No se plantea, por tanto, un debate sobre los límites del humor sino sobre la interpretación del pasado. Un episodio histórico cualquiera no es más que un galimatías de testimonios contradictorios hasta que los escribanos del poder ordenan y unifican el relato. Hay muchas historias pero solo una disfruta del prestigio de la historia oficial, la permitida, la obligatoria, palabra de Dios (te alabamos, Señor). El problema es que nuestra historia oficial la ha escrito una España aquejada de franquitis y custodiada por aquellos que aún suspiran por los buenos tiempos del NO-DO, de las inauguraciones de pantanos y de los juicios sumarísimos. En esa historia oficial, los combatientes antifranquistas son un escombro indeseable mientras que el ogro aparece perfumado como una respetable víctima del terrorismo, impermeable a las burlas y merecedora de todos los honores institucionales. Esa España oficial quiere imponernos hoy el luto y el duelo por la muerte antigua de un sátrapa. Y no estamos dispuestos a besar ese sapo.
Existen otras historias, muchas de ellas prohibidas, acalladas o sepultadas en las cunetas de la guerra y la dictadura. Esas historias secretas se niegan a olvidar a los muchos jóvenes que se entregaron a la ruleta rusa de la clandestinidad sin saber si terminarían con sus huesos en un torturadero de la Político-Social o en un patíbulo. Cuentan que en 1973, cinco mocetones vascos abrieron un túnel en la calle Claudio Coello de Madrid y pusieron en órbita el Dodge del presidente. Se hacían llamar Wilson, Ezkerra, Atxulo, Kiskur y Argala. Y cuentan también que aquella noche corrió el champán en celebraciones tan íntimas como esperanzadas, y hubo quien se juró que el régimen no merecía morir en la placidez de una cama.
Con el tiempo, aquellos sueños se fueron al carajo. En 1975, la policía del Caudillo apresó a Wilson y a Ezkerra gracias a la intervención del confidente Mikel Lejarza, El Lobo, blanqueado por la historia oficial y condecorado en 2010 por Zapatero en reconocimiento a su servicio como chivato del franquismo. En 1978, un capitán de la Guardia Civil y varios militares y mercenarios de extrema derecha volaron el R-5 de Argala en Angelu. La historia oficial, que nunca lo reconocerá como víctima del terrorismo, ha mandado extirpar de todas las paredes cualquier vestigio de su nombre y ha hecho desfilar por los tribunales a todo aquel que se ha atrevido a honrar su memoria. La memoria de los tiranos, en cambio, ha corrido mejor suerte. Todos los años, Santoña rinde homenaje a Carrero Blanco, hijo predilecto del municipio, entre polluelos rojigualdas, caralsoles y la bendición —cuando no el aplauso— del Partido Popular.
Nuestras historias, censuradas e ilegales, dicen que no existió ninguna transición sino un ejercicio de transformismo gracias al cual los matarifes de Franco, con la constitución debajo del brazo, celebraron su puesta de largo disfrazados de padres de la democracia. Y hasta hoy. La España que nos ha tocado en suerte, eso sí que es un chiste de mal gusto y una condena injusta.
Del blog de nuestro compañero en Naiz Zona especial Norte
Matute: «Ha sido el Gobierno el que ha desarmado la apuesta por las energías renovables y ha creado el impuesto al sol»
Oskar Matute ha afirmado que ante la segunda subida más cara de la historia del precio de la electricidad, las declaraciones del ministro de energía son «una muestra de su incapacidad y nula voluntad para erradicar la pobreza energética que afecta a miles de hogares en el Estado español».
Matute opina que «no es de recibo que el ministro de Energía de un Gobierno que se ha caracterizado por ceder una y otra vez a las pretensiones de las grandes eléctricas eche balones fuera aduciendo la falta de lluvia, viento o factores de países terceros».
En ese sentido, el diputado vasco ha recordado que «ha sido el Gobierno el que ha desarmado la apuesta por las energías renovables, el que ha creado el impuesto al sol, el que ha incidido en la dependencia de los combustibles fósiles como fuente principal de abastecimiento energético».
De esta forma, ha insistido en la necesidad de construir un país soberano «en todas las facetas, también en lo energético», a lo que ha añadido que «EHBildu defiende una Euskal Herria que decida por sí misma cómo quiere abastecerse energéticamente». «Estamos hartos de ver cómo se condena a la gente a elegir entre comer o tener calefacción», ha añadido.
Copérnico y el imperio del clic
Jonathan Martínez
La historia es conocida: un intrépido reportero de la derecha cuñada se adentra en la cabalgata de reyes de Madrid y confunde a Nicolás Copérnico con Cristóbal Colón. El vídeo se multiplica en las redes y el jolgorio es unánime. Al fin y al cabo, el tipo nos cae mal, nos irrita su zafiedad y sus aspavientos cavernícolas, y agradecemos que haya llegado un astrónomo renacentista a bajarle los humos. Al reportero nos gusta imaginarlo humillado en retirada, cabizbajo y caranchoa, mientras degustamos la gloria del escarnio e incluso nos anotamos en la cuenta de haberes una nueva victoria para la clase trabajadora. Por supuesto, la realidad es más cruel. El reportero no solamente ha sobrevivido al ridículo con una sonrisa satisfecha sino que además ha ganado un cuantioso botín de notoriedad, que es en definitiva la divisa reglamentaria de la sociedad del espectáculo. Al final, la multitud se siente vengada y triunfante mientras el contable de la gacetilla en cuestión, calculadora en mano, suma los dividendos del lucrativo negocio de la gresca pública.
En el imperio del clic, la derecha ultramontana ha convertido al internauta de izquierdas en su mejor nicho de mercado. Federico Jiménez Losantos hizo escuela en la emisora de la Conferencia Episcopal hasta el punto que uno no sabía si sus abultados índices de audiencia correspondían a una masa de fervientes correligionarios o si, por el contrario, quienes más sintonizaban su programa eran izquierdistas aficionados a desayunar de mala hostia. En nuestros días, la indignación es una mercancía al alza y Twitter se ha convertido en una barra de bar de ciento cuarenta caracteres donde los debates se dirimen a gritos entre espumarajos de rabia y vapores de testosterona. La disputa política ha quedado reducida al cruce de memes al tiempo que se impone el exabrupto y la cultura del linchamiento y el zasca.
En plena dictadura de la viralidad ha nacido un periodismo patológico guiado por las exigencias más turbias de la mercadotecnia digital. Día tras día, las hojas parroquiales de la derechona española nos deleitan con un imaginativo repertorio de extravagancias y difamaciones. Mariposas maléficas, farolillos independentistas o ninjas proetarras, todo vale con tal de seducir nuestra incredulidad y amortizar las curiosidades más malsanas. Aquí un vídeo de gatitos y allá el último episodio carnal del concejal bolivariano de no sé qué pueblo de Zamora. Así, entre clic y clic y casi sin darnos cuenta —mea culpa—, hemos contribuido a engordar el saldo de beneficios de nuestro adversario. Pero lo peor de todo es descubrir que, sin saber cómo ni por qué, formamos parte inseparable de su ceremonia grotesca. No era nuestra intención, y sin embargo, hemos permitido que los bufones del tardofranquismo escriban el guión de nuestra agenda política. Cada vez que entramos al trapo, cada vez que nos llevamos las manos a la cabeza con alguna de sus impertinencias, los estamos legitimando como interlocutores válidos de un diálogo de besugos.
Algún día habrá que decir basta. Habrá que decir que sus charlotadas no despiertan nuestra indignación sino nuestra indiferencia. Habrá que apagar la televisión o escapar en directo de los platós o simplemente no acudir a ellos, qué sé yo. Tendremos que limpiarnos, como yonquis en una clínica de desintoxicación, y someternos a la disciplina de una terapia. Que la vida es corta y de OK Diario también se sale.
Del blog de nuestro compañero en Naiz Zona especial Norte
Juan Puerto: «Con Idigoras comprendí que se podía ser comunista y abertzale»
Juan Puerto Morcillo era comunista en el siglo XX y lo sigue siendo en el siglo XXI. «Comunista hasta la muerte», dice. Con el tiempo, este militante veterano nacido en Extremadura también se ha llegado a sentir abertzale. Después de formar parte del PCE y otros partidos, desde hace 8 años es miembro de Alternatiba. Está a favor de aglutinar a toda la izquierda vasca.
El partido político Alternatiba ha realizado un documental sobre la vida del militante comunista Juan Puerto Morcillo, y ha organizado proyecciones en diferentes localidades, la primera será el 13 de diciembre en Gasteiz. Puerto (Calamonte, Extremadura; 78 años) vive en Bilbao desde que tiene 22 años.
Eres de Extremadura, y naciste durante la guerra del 36. ¿Qué recuerdos tienes de la infancia? Buenos y malos. Mis padres eran republicanos, pero no estuvieron metidos en política. Mi padre tan solo conoció el trabajo; es lo único que sabía hacer. Una vez pegaron a mi madre, porque estaba ayudando a un republicano agarrando su escalera mientras pegaba un cartel. El Franquismo se ensañó en Extremadura contra la gente partidaria de la República. Pero en cualquier caso tuvimos momentos funestos en la familia. Mi hermano mayor se rompió un brazo cuando tenía 9 años, el médico se lo escayoló, pero tenía el brazo infectado y jamás se lo miraron. Murió por la gangrena. Yo todavía no había nacido. Después, cuando tenía 4 años, mi padre se ahogó cuando trabajaba en una presa. Por aquel entonces mi madre estaba embarazada de mi hermana. Ella tuvo que trabajar muy duro para sacar la familia adelante. Trabajó como costurera en casa de varios ricos.
¿Cuándo y cómo fuiste adquiriendo conciencia política? Los chavales a los 12-13 años ya éramos adultos. Trabajábamos, y fue así como me fui concienciando a favor del comunismo. Recuerdo algo que me dijo un señor mayor llamado Antonio: que nunca me arrimara a los capitalistas, porque me explotarían por completo. En nuestro pueblo tenían a mucha gente en la miseria y la esclavitud. Pero de algún modo, aguantábamos. Luego en casa de la que acabaría siendo mi mujer, se escuchaba siempre la radio Pirenáica [oficialmente, era la Radio España Independiente irratia zen, creada por el PCE].
¿Hubo fusilamientos franquistas en tu pueblo, en Calamonte? Sí, a 62 personas. Solo en mi calle, a cuatro. En esa época vivían unas 5.000 personas en Calamonte. Trataban fatal a las familias de los fusilados. Por ejemplo, hacían firmar a las viudas que sus maridos habían muerto de forma natural a cambio de no llevarse a sus hijos para ser soldados y pudieran ayudar en casa. Todo esto me generó en mí ganas de luchar.
¿Tú conociste el hambre? Yo no, pero conocí a niños que pasaban hambre. Con tener pan y aceite, salvábamos el día, pero no era el caso de todos.
En 1960, con 22 años, vienes a Bilbao. ¿Por qué? Tuve tambíen oportunidad de viajar a Alemania y a Catalunya, pero Bilbao era la opción que más me tiraba. En mi pueblo había una barbería a la que llabaman la barbería del Athletic, donde se reunián muchos aficionados; yo entre ellos. Tenía ganas de venir a Bilbao, y me animé a hacerlo junto con unos amigos.
¿Dejando a la familia en Calamonte? Sí. Me costó mucho dejar allí a mi madre. Pero cuando dos años despúes murió mi abuelo, vinieron ella y mi hermana.
¿En Bilbao, a dónde viniste? Al barrio de Arangoiti, que por aquel entonces estaba en construcción. De cada diez, nueve éramos extremeños.
¿Cómo era el Bilbao que encontraste? Veía mucha pobreza, muchas chabolas. Yo empecé a trabajar en una cantera en 1960, y con lo que ganaba me pagaba el alquiler de una habitación. En 1962 empecé a trabajar en la fábrica de Etxebarria.
Antes has mencionado al Athletic. ¿Solías ir a San Mamés? Enseguida me aboné al Athletic, e iba a San Mamés con muchísima ilusión. Yo creo que todos los que vinimos de Extremadura éramos del Athletic. Una vez, antes de un partido del Athletic contra el Real Madrid, fuera del campo alguien me ofreció 60 pesetas por mi entrada. Por aquel entonces costaría unas 15, pero aún así, no le acepté el dinero y me quedé con la entrada. Faltaría más.
Cuando llegaste a Euskal Herria, ¿cuánto ganabas? Unas 450 pesetas a la semana. De ahí, 250 se iban para pagar las dos habitaciones que tenía alquiladas para mí, mi madre y mi hermana, además de la comida.
¿Cuál era el clima laboral? Al poco de entrar a Etxebarria, se convocó una huelga de dos meses. Había una gran represión, pero los trabajadores demostraban mucho valor.
¿Qué lograsteis con la huelga? Nada. Yo acababa de entrar, pero había gente que llevaba trabajando años y, al acabar la huelga, entraron como nuevos; tuvieron que empezar de cero. Por necesidad, tuve que empezar a hacer otros trabajos fuera del horario laboral, como por ejemplo cargar camiones en Otxarkoaga. Conseguí llegar a ganar mil pesetas a la semana, que nos permitía vivir con algo más de dignidad. Hasta que llegué a poder comprar una casa en el mismo Arangoiti, creo que en 1968, a los ocho años de llegar a Bilbao. Me costó 80.000 pesetas. Tres años antes me había casado, en Calamonte, tras lo que vino tanto mi mujer como toda su familia.
¿Cuándo empezaste a militar? Al entrar a trabajar a Etxebarria, en 1962. Me afilié a CCOO, pero tambíen empecé en el PCE. Eran tiempos de clandestinidad, había muchas reuniones. Entonces CCOO era el sndicato más combativo.
¿Alguna vez estuviste en cargos de dirección? Estuve en el PCEP pero no por ganas. Yo siempre he preferido trabajar en las bases.
En la época en que llegaste a Bilbao, ETA acababa de nacer, y algunos fundadores vivían en Bilbao. ¿Había alguna relación con ellos? Relación no. Conocía a un militante abertzale llamado Etxabe, porque vino a nuestro barrio, pero yo no sabía que era de ETA; lo supe después.
¿Estuviste preso alguna vez? No, aunque me detuvieron dos veces. Estábamos fichados. Yo no recibí torturas; psicológicas sí, y malos traros. Mucha gente pareció torturas físicas, pues la policía torturaba mucho. Además, tenían métodos concretos para controlar a la gente: si estaban siguiendo a un grupo de ocho, metían a siete en la cárcel y al octavo lo dejaban libre para después seguirle la pista. Como a mi no me metieron preso tras esas dos detenciones, tenía la preocupación de que me seguían.
¿Había en Euskal Herria un movimiento anti-franquista mayor que en España? Sí, mucho mayor, sin duda. En Extremadura había mucho miedo, y por eso mucha gente tenía una actitud servil. Aquí me sentía más agusto, a mi salsa. Había que pelear por la libertad, y el objetivo era quitarse a Franco de en medio. Había una nacionalismo nuevo estructurado –ETA-, y eso benefició al movimiento anti-franquista. Los del PNV también eran abertzales, pero no eran de luchar hasta el final.
¿Qué te pareció el camino emprendido por el PCE tras la muerte de Franco? El PCE era el partido organizado en la clandestinidad. Tenía gente con una gran conciencia de lucha. Pero luego llegó la mal llamada democracia y yo no fui partidario de ese tipo de transición. Escuchaba en el PCE que había que aceptar algunas cosas por los militares, pero yo siempre estuve en contra. Mira qué constitución se hizo, ¡una que no cumplen! ¿Dónde están el derecho a la vivienda y al trabajo digno…? Además, siguieron la misma policia y el mismo ejército, sin pedirles cuentas por los asesinados durante el franquismo. Dejé el PCE y creamos el EPK Partido Comunista de Euskadi. Tuvimos la ayuda de la URSS.
¿Qué tipo de ayuda? Teniamos contacto, nos decían que tenían un gran interés en fortalecer partidos comunistas vascos. Pero lo dejaré ahí, porque no quiero comprometer a cierta gente.
El PCE defendía el derecho de autodeterminación… Solo sobre el papel. Había poca actitud. Estando en el EPK tuvimos una mayor relación con gentes de la izquierda abertzale; sobre todo de HASI [Herri Alderdi Sozialista Iraultzailea]. En HASI estaba Txomin Ziluaga, que me gustaba mucho como político.
Santi Brouard tambíen era de HASI. Cuando lo asesinaron [1984], estuve en el homenaje que le hicieron en Bilbao. Fue increible, impresionante. Año y medio después, estuve en un pueblo de Sevilla, Badalatosa, en la inauguración de la barriada Santi Brouard. Fue un acto organizado por revolucionarios andaluces, la gente de Comisiones Obreras del Campo. Allí estuvieron Jon Idigoras yTxomin Ziluaga, junto con la viuda de Brouard y su hija. Recuerdo las palabras de la viuda [Teresa Aldamiz]; un discurso revolucionario, increible. Aparecieron pintadas contra Idigoras, pero nos reimos con ello. Fue en esa época cuando comprendí que se podía ser comunista y abertzale. Hasta entonces creía que era una contradicción. Yo era comunista -y lo seré hasta la muerte-, y defendía el derecho de autodoterminación, pero no me sentía abertzale. Con Idigoras y Ziluaga entendí que ambas cosas eran compatibles.
Después de estar en IU, hace ocho años participaste de la creación de Alterantiba. ¿Apoyaste la entrada en Bildu en el 2011? Sí, lo defendí. La izquierda abertzale ha podido tener un carácter sectario; yo mismo lo he conocido y sufrido, en Arangoiti, cuando estaba en Ezker Batua, nos llamaban cosas como fascistas. Pero siempre dije a mis compañeros que la izquierda vasca tenía que unir fuerzas. Han pasado muchas cosas, de todo tipo, pero aquí tiene que darse la confluencia de toda la izquierda. Cuando en 2010 Alternatiba empezó a tener conversaciones con la izquierda abertzale, me mostré partidario de la unidad de acción. Y creo que todavía debe de darse una mayor confluencia dentro de la izquierda vasca; por ejemplo, debemos colaborar también con Podemos-Ahal Dugu, o con Ezker Anitza. De todos modos, veremos qué vía sigue Podemos; creo que van por el camino del PSOE, hacia la socialdemocracia, con una actitud más progresista que los socialistas.
¿Estás a gusto con el trabajo que se hace desde EH Bildu? Sí, mucho. Arnaldo Otegi ha cohesionado a la izquierda abertzale, y eso le ha beneficiado también a EH Bildu. Es una persona íntegra, y creo en él. EH Bildu ha conseguido unos buenos resultados en las últimas elecciones autonómicas, el escaño número 18 es muy importante.
¿Sueles ir a tu tierra natal? Hace dos años desde la última vez.
¿Les dices a tus paisanos que estás en EH Bildu? Sí, no tengo problema en decirlo. Algunos me dicen que los de EH Bildu son asesinos y otras cosas. Son los medios de comunicación y los políticos los que les meten esas informaciones en la cabeza… Yo les explico qué es EH Bildu y cómo está Euskadi…
¿Será Euskal Herria un país independiente? Todavía falta mucho para eso, va para largo. Pero si la ciudadanía así lo quiere, lo acabará siendo.
¿Cómo ves el proceso de paz? En Extremadura se sufrió mucho con la Guardia Civil. Nos humillaban. Una vez me pillaron cogiendo bellotas y me obligaron a dárselas a los cerdos. Siempre le he tenido mucha rabia a la Guardia Civil, y no me duelen prendas en decir que cuando ETA asesinaba a algún agente a veces no me daba demasiada pena. Pero comprendí que de eso no podía venir nada bueno. Asi que hago autocrítica al respecto. En esto últimos años hay una nueva situación, y es impresncindible aprovecharla para construir la paz y la convivencia.
Matute: «No apoyamos la LOMCE, ni en su versión dura ni en su versión light»
Intervención de nuestro compañero de Alternatiba y diputado de Euskal Herria Bildu en el Congreso de Madrid, Oskar Matute, en torno al Real Decreto-Ley 5/2016, de 9 de diciembre, de medidas urgentes para la ampliación del calendario de implantación de la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa. Vídeo y texto de la intervención:
Anunciaré el voto contrario de nuestro grupo a la validación de este real decreto por algo tan sencillo como lo que hemos reiterado, yo mismo, en esta tribuna en más de una ocasión. Euskal Herria Bildu no apoya la Lomce; es más, no la apoyamos ni en forma ni en fondo, no la apoyamos ni en su versión dura ni en su versión light. Volcaremos todos nuestros esfuerzos en derogarla, nunca en ablandarla ni en adaptarla, porque creemos que con esta medida lo que se hace es alargar el calendario de implantación, la agonía que para muchos estudiantes está suponiendo la Lomce. Con reválidas un poco más light se corre el riesgo de cambiar la forma y dar por bueno el fondo, y el fondo es ese mismo que hemos venido señalando en más de una ocasión: la uniformización, la recentralización y la generación de una identidad única para todos y para todas. Lo señalaba el ministro en su intervención. Quiere un pacto de Estado nacido de todos y para todos los españoles o, lo que es lo mismo, una formación del espíritu nacional adaptada al siglo XXI.
Eso es algo con lo que Euskal Herria Bildu no comulga y no lo va a hacer nunca. Nosotros estamos mucho más vinculados y cerca, alentándolos y apoyándolos, de los 178 centros educativos que han decidido hacer un plante a las reválidas. Esa es la vía de oposición a la Lomce, no entrar en pactos que buscan, a través de la edulcoración, seguir manteniendo los preceptos de una ley que lo que pretende es generar, por un lado, recentralización y uniformización -como ya he señalado- y, por otro, poner la educación al servicio de los intereses del mercado y no al servicio de la creación de generaciones críticas, creadoras y felices.
Por todo ello, votaremos en contra y señalamos nuevamente aquí que lo que necesiten las y los estudiantes vascos lo tendrán que decidir las y los estudiantes vascos, la comunidad educativa vasca en su conjunto y la ciudadanía de Euskal Herria en su conjunto.
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Matute: «Falta actitud cuando no hay más jueces que sigan el camino de Garbiñe Biurrun al equiparar indemnizaciones entre personal temporal y fijo»
Intervención de nuestro compañero de Alternatiba y diputado de Euskal Herria Bildu en el Congreso de Madrid, Oskar Matute, en torno a la Proposición de Ley de modificación del artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores para garantizar la igualdad en las condiciones laborales de los trabajadores subcontratados. Vídeo y texto de la intervención:
Comenzaré señalando algo que ya hemos dicho desde esta tribuna en nombre de Euskal Herria Bildu, y es que para nosotros el mejor marco posible para las y los trabajadores vascos es el marco vasco de relaciones laborales inserto en una realidad nacional soberana y propia, la de Euskal Herria. Pero en la medida en que eso todavía no es una realidad y en la medida en que las leyes que aquí se aprueban son leyes que afectan a las y los trabajadores de nuestro país, señalaremos algo muy obvio y que va a marcar toda nuestra intervención: que la subcontratación genera precariedad y pobreza. ¿Por qué? Porque la subcontratación se está utilizando para reducir costes salariales, destruyendo empleo propio y sustituyéndolo por empleo precario. Digo empleo precario porque tiene condiciones laborales y salariales mucho peores que las del empleo propio, y porque tiene condiciones de seguridad en el trabajo también mucho peores. Baste recordar a modo de inciso cómo en el año 2015 en la Comunidad Autónoma vasca un tercio de los trabajadores y trabajadoras fallecidas era personal subcontratado. Sobra decir que el peso porcentual de los subcontratados dentro del conjunto de la economía vasca no llega ni de lejos a un tercio.
¿Y dónde se está produciendo esa subcontratación? Como se ha señalado por parte de la proponente, en la hostelería y en los servicios sí, pero no solo en esos sectores, también en la industria, en la energía y en las telecomunicaciones. Así nos lo hizo ver con mayor claridad que otros sectores -por su nivel de movilización- la Marea Azul, la marea de los trabajadores y trabajadoras de Movistar. Ellos y ellas nos preguntaban -creo que también en esta Cámara lo señalaron- cómo era posible que en una empresa, desarrollando el mismo trabajo, unos trabajadores cobraran 1.000 euros y otros 2.000 euros, dependiendo de si eran subcontratados o personal de la empresa; cómo era posible que unos trabajadores trabajaran diez horas al día mientras otros lo hacían siete horas al día, dependiendo de si eran subcontratados o trabajadores de la empresa, y cómo era posible que, desempeñando el mismo puesto de trabajo, tuvieran condiciones de seguridad y salud en el trabajo diferentes, también en función de si eran subcontratados o personal de la empresa. Sobra decir que quienes gozaban de las peores condiciones eran los subcontratados.
Apoyaremos la proposición de ley porque siquiera en el papel puede ayudar a conseguir que a igual trabajo haya igual salario y porque puede frenar la destrucción de empleo digno en las grandes empresas, pero sinceramente creemos que más que leyes lo que falta es actitud y compromiso. Falta actitud cuando no se triplica el número de inspectores fiscales por ejemplo y a la vez se hace gala de músculo económico para los gastos de defensa. Falta actitud cuando no hay más jueces que sigan el camino de la jueza Garbiñe Biurrun, del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, que equipara las indemnizaciones por despido entre personal temporal y personal fijo. Falta actitud cuando las instituciones públicas, en lo que pueden hacer, deciden seguir echando mano de la subcontratación tanto para las grandes obras, como podrían ser -lo que yo conozco- el tren de alta velocidad, la Supersur o San Mamés Barria, como para otro tipo de trabajos, como las residencias, el reciclaje de residuos en Bizkaia o la asistencia domiciliaria. Y falta actitud cuando esta iniciativa hace alusión al artículo 38 de la Constitución, el que blinda los derechos de las empresas, cuando podía haberlo hecho al artículo 35 de la Constitución, que es el que habla del derecho al trabajo digno y a una remuneración del mismo. Pero probablemente también la Constitución ha quedado en papel mojado.
D.S. texto íntegro PDF
Matute: «Si de cada empleo digno se generan 3 empleos indignos la estadística crece pero la miseria se multiplica»
Nuestro compañero de Alternatiba y diputado de EH Bildu en Madrid, Oskar Matute, interviene en el pleno del Congreso en torno a la Proposición no de Ley relativa a la derogación de la reforma laboral y a la elaboración de un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Vídeo y transcripción de la intervención:
Subimos nuevamente a esta tribuna para decir que no a la reforma laboral que lleva a cabo el Gobierno del Partido Popular, pero para decir también que no a la anterior reforma laboral que llevó a cabo el Gobierno en ese caso o en ese momento el Partido Socialista Obrero Español porque siempre, y podríamos echar la vista todavía más atrás y ver todas las reformas laborales que ha habido en el Estado español, lo que nos hemos encontrado ha sido más inestabilidad laboral, más precariedad y peores condiciones en el puesto de trabajo. Esa ha sido la tónica desde que arrancaron las reformas laborales para con los y las trabajadoras. Pero la última reforma laboral al menos sí nos enseña tres aspectos: el primero es que se puede tener empleo y ser pobre de solemnidad, que se puede cronificar la pobreza, que se puede condenar a la cadena perpetua de la pobreza a millones y millones de personas, haciendo el trabajo compatible con la necesidad de tener ayudas sociales para poder tener una vida siquiera mínimamente digna; el segundo es que las mujeres vuelven a ser expulsadas del mercado laboral o relegadas a los puestos de peor categoría para volver así a agilizar el mercado laboral sobre la base de la exclusión de un sector que pelea con justicia por su igualdad de derechos; y el tercero es que condena a los jóvenes al exilio o a la semiesclavitud o directamente a la esclavitud.
Nos hablan de que ha creado empleo, pero habría que decir qué tipo de empleo. Si de cada empleo digno se generan tres empleos indignos, la estadística crece, pero la miseria se multiplica. Y nosotros, diciendo todo esto, vamos a señalar que apoyaremos la propuesta, pero también decimos con claridad que no nos parece que la solución venga por la generación de un nuevo estatuto del trabajador. Creemos que existen espacios autónomos de lucha, que el marco vasco de relaciones laborales es un magnífico espacio autónomo de lucha de clases, porque precisamente, frente a las necesidades que impulsa el FMI cuando dice que recomienda otra reforma laboral que haga contratos indefinidos atractivos para el empresario, mayor seguridad jurídica a las empresas en el despido y mayor flexibilidad en las condiciones de trabajo, nosotros queremos seguir reivindicando las treinta y cinco horas, las cláusulas sociales y las condiciones de trabajo digno para los y las vascas.
Entrevista a Oskar Matute en Radio Euskadi sobre actualidad política 9/12/16
Entrevista al compañero de Alternatiba y parlamentario de EHBildu en Madrid, Oskar Matute en el programa Boulevard sobre la actualidad política de Euskadi y el Estado Español. Matute habla sobre la futura reforma constitucional, el nuevo Estatuto Vasco, los resultados del informe PISA o los presupuesto generales.
El diputado de EHBildu, Oskar Matute, asegura que su formación participará en los foros de debate sobre una futura reforma constitucional que se formen en el Congreso, aunque no cree que haya posibilidades reales de que se aborden cambios de calado, como los que tienen que ver con la realidad nacional de Euskal Herria.
En cuanto al nuevo Estatus Vasco, Matute entiende que debe acordarse aquí y que hay que acudir a Madrid sólo a presentarlo, para que no ocurra lo mismo que con el Plan Ibarretxe.
Asimismo, ha asegurado que un hipotético pacto entre PNV y PP para apoyar los presupuestos generales del Estado, no beneficiará en nada a la ciudadanía vasca. Por otro lado, el diputado de EH Bildu achaca a los recortes los malos resultados del informe PISA sobre educación.