Vivimos una situación económica, social y política alarmante que exige a la clase política decisiones urgentes, claras, eficaces a la altura de las circunstancias. El escenario es grave y exige afrontarlo con acciones y medidas de calado que dejen atrás modelos y políticas fracasadas que nos arrastran al abismo.
Sin embargo, nos encontramos con un gobierno débil, que busca ganar tiempo para esquivar su responsabilidad, que promete pero no hace, que aparenta un liderazgo que no se ha ganado y que pretende mantenerse en una falsa equidistancia que le permita culpabilizar a los demás de su inoperancia.
El frustrado proceso de negociación de los presupuestos ha puesto de relieve la incapacidad y falta de voluntad del gobierno liderado por el PNV. Más que a una negociación, hemos asistido a una escenificación por parte de Urkullu en la que se ha pretendido responsabilizar a la oposición por un bloqueo propiciado por el propio Gobierno. Un gobierno sin rumbo, a la deriva, sin propuesta, … de mucho marketing, buenas intenciones y promesas vacías.
Ahora, en lo que parece un nuevo acto de ese teatro, Urkullu nos propone dos mesas para alcanzar un pacto para la estabilidad y para propiciar un suelo económico común. Y eso después de haber decidido anteriormente excluir a EH Bildu, segunda fuerza parlamentaria, de cualquier posible acuerdo.
Urkullu habla de reforma fiscal mientras que en otros ámbitos el PNV obstaculiza cualquier avance en ese terreno. Habla de financiación de empresas mientras permite que Kutxabank rehúya su responsabilidad para con el tejido industrial y social. Habla de creación de empleo pero no sobre qué tipo de empleo y en qué condiciones. Habla de país, pero busca acuerdos con quienes niegan su existencia, nuestro derecho a decidir.
Ya va siendo hora de que Urkullu se retrate, hora de definir qué país quiere construir, qué modelo económico y social pretende impulsar y con quién quiere hacerlo. Esa es su responsabilidad y su decisión. Y la sociedad tiene derecho a saberlo con claridad.
Hasta ahora Urkullu ha estado coqueteando con el PP, con la delegación minoritaria de de un gobierno central de derechas fracasado, cuestionado y sumido en corruptelas y negocios opacos. A pesar de todo, parece que no le importaría cerrar un acuerdo con semejante compañía.
Posiblemente, a medio plazo le veamos tocando la puerta del PSE, un partido que intenta subir su cotización en este proceso mientras escenifica una gresca con el PP, hasta hace poco socio en un gobierno que no representaba la realidad sociopolítica del país.
Da la sensación de que al PNV, más que la estabilidad y progreso del país, lo que le preocupa es la estabilidad y la permanencia de su propio gobierno, aunque sea en minoría.
En este escenario, EH Bildu va a actuar con responsabilidad y acudirá a la convocatoria de Urkullu; pero no vamos a engañar a la sociedad con juegos de salón o falsas esperanzas. Nuestra apuesta es pública y a ella nos remitimos. Es necesario, es urgente, un cambio de modelo y de políticas.
Acudimos con disposición de analizar las posibilidades para llegar a acuerdos, pero con una propuesta clara, porque la sociedad lo reclama; Urkullu, en contra de lo que reclama la mayoría social de la CAV, está buscando el apoyo del PP y el PSE y fundamentando sus propuestas en la aceptación de las medidas que nos han traído a la crisis y las políticas fracasadas que ya hemos conocido y padecido.
Nuestra apuesta, nuestra propuesta, es muy clara, y la hemos venido planteando públicamente desde el principio de este proceso.
-EH Bildu plantea un acuerdo de país para hacer frente a la lógica de la austeridad y el recorte que nos lleva al desastre económico y social, para hacer frente a políticas impuestas, ajenas a nuestras prioridades e intereses. Un acuerdo de país que haga frente a las políticas injustas e impuestas de Madrid.
-Un acuerdo que responda a las necesidades de la sociedad, de las personas, que garantice unos servicios públicos de calidad para todos y el desarrollo de políticas de protección social a la altura de las circunstancias.
-Un acuerdo que contemple una reforma de la política fiscal en términos de justicia social, que aborde la lucha contra el fraude fiscal con medidas eficaces y que contenga medidas claras contra la corrupción.
-Un acuerdo de país en términos de soberanía que haga posible políticas acordes a la voluntad y necesidades de su ciudadanía y que siente las bases de un nuevo modelo político, económico y social.
Ese es el acuerdo que ofrecemos a la sociedad y que reclamamos a Urkullu.