En vísperas de un nuevo 8 de Marzo, hoy todavía resuena en nuestras cabezas el grito con el que hace apenas un año miles de feministas tomábamos las calles: “la nueva normalidad será feminista o no será». Cuestionamos ese concepto para insistir en que la situación generada por la pandemia no era la causa, sino el síntoma de una crisis aún mayor: la de un sistema patriarcal, capitalista y racista, donde las mujeres somos las grandes damnificadas.
Lamentablemente, y a pesar de la fuerza de un movimiento feminista fuerte y legitimado tras organizar con éxito dos huelgas generales en sendas jornadas del 8M, además de las V. Jornadas Feministas de Euskal Herria, hoy es el día en que comprobamos que seguimos instaladas en la vieja normalidad, inmersas en una profunda crisis de cuidados, donde siguen a la orden del día la precarización, la invisibilización y la falta de reconocimiento de los trabajos necesarios para el sostenimiento de la vida, la división sexual del trabajo, la brecha salarial, las violencias machistas, y un largo etcétera, que no son más que reflejos de la desigualdad estructural sobre la que se sustenta un sistema patriarcal que atenaza a la propia vida. Todo ello acompañado de una reacción de la extrema derecha que difunde mensajes y bulos misóginos, LGTBIfóbicos, xenófobos y abiertamente anti feministas.
Pero el auge de la extrema derecha no nos debe hacer olvidar que esta mal llamada ‘nueva normalidad’ viene también apuntalada por unas instituciones que dicen promover la igualdad pero que han caído en la autocomplacencia. Por eso sigue siendo necesario denunciar toda muestra de postureo por parte de quienes, mientras con una mano se ponen una chapa morada, con la otra recortan en los servicios públicos necesarios para mantener la vida de las personas en condiciones de justicia y dignidad.
Ante los discursos que alardean de esta falsa normalidad y de calma social, volvemos a decir que esta no es nuestra paz, porque esta no supone solo, como dice Jule Goikoetxea, que los hombres no se maten entre sí. Y precisamente ahora que las bombas resuenan en plena Europa, decimos no a la guerra: No a las guerras, sean en Ucrania, Siria, Yemen, Mali, o Afganistán. Porque somos feministas y también internacionalistas, seguiremos denunciando las amenazas contra nuestros cuerpos, nuestros territorios y nuestras vidas en todo el mundo, desde las que sufren las defensoras de los derechos humanos y de la naturaleza en Mesoamérica, hasta las que padecen el pueblo saharaui o el palestino. La destrucción y violencia que provocan las guerras representan todo lo contrario que defiende el feminismo; porque son imperialistas, clasistas, capitalistas, racistas, colonialistas y heteropatriarcales; porque mientras los señores de la guerra y la industria armamentística se benefician, la población civil y, en especial las mujeres, son quienes pagan sus consecuencias.
Por todas estas razones, desde Alternatiba nos sumamos al llamamiento hecho por el Movimiento Feminista de Euskal Herria de cara a este 8 de Marzo. ¡Organicémonos y tomemos las calles y plazas de nuestros barrios, pueblos y ciudades!
Zapaltzen gaituen sistemari sua!
Gora Borroka Feminista!