El avispero griego
Luis Salgado – Alternatiba
Si eres de las personas que creen que Estado, País (patria), y pueblo son lo mismo te recomiendo que no sigas leyendo este post, no pierdas el tiempo y disfruta de tu trabajo levantando el País y regalando plusvalías al Estado. Desde luego, es importante ser consciente de las diferencias, ya que lo que es bueno para el Estado, no tiene porque ser bueno para el País, y puede ser totalmente nefasto para el pueblo, algo que se cumple casi a rajatabla en épocas de crisis. Y es muy importante discernir estas diferencias si queremos saber por qué suceden las cosas, cómo se generan los conflictos y cómo se buscan las soluciones.
En estos últimos tiempos tenemos que escuchar una y otra vez que los recortes, las reformas, y todos los sacrificios a los que nos están sometiendo van en beneficio de la recuperación económica, y quienes nos lo dicen una y otra vez, aseguran que eso es necesario para mantener el Estado (incluso a veces le ponen el apellido Bienestar) y por supuesto para el bien del País. Sin embargo nosotras lo que vemos es que cada vez el agua se acerca más a nuestro cuello. Y eso es así simplemente porque cuando hablan de recuperación económica ellos hablan de las grandes cifras, de los grandes capitales, de los grandes lobys, de la banca, de las multinacionales, de los que gobiernan en la actualidad los Estados en definitiva. Pero obvian, olvidan, e incluso niegan a las personas que se quedan por el camino, a los olvidados, a los nadie, a los excluidos, nos olvidan a todas porque nosotras no entramos en sus programas de cálculo matemático. Sólo somos el mal necesario, el lumpen que necesitan para que sus negocios, los reales, funcionen, en las fábricas, en las casas ejerciendo tareas de cuidados, en el frente matando y muriendo por sus beneficios. Somos lumpen aunque no nos lo digan directamente, aunque nos engañen y sobre todo, aunque nos auto-engañemos.
De este modo nos venden el conflicto griego, sin edulcorar, directamente desde el alambique en el que destilan sus cuentas, y nosotras nos lo creemos, porque no vemos el mapa de batalla, sólo alcanzamos a ver lo que nos dejan nuestros ojos desde la trinchera. Somos ese soldado que no entiende por qué sus compañeros han muerto para tomar una colina yerma, mientras el general sacrificaba sus peones para proteger la jugada posterior que le marcaba el General en Jefe desde la retaguardia, con el tablero a sus pies. -¡Cien mil soldados han caído, Señor! –Que los honren con una salva de artilleria, los supervivientes que se preparen para la batalla, al alba habrá que sacrificar más vidas por el bien de la Patria.- Y así vamos sucumbiendo, mientras sus operaciones aritméticas les cuadren. Y así jugamos sus partidas donde los países son las casillas a conquistar, los estados sus cuerpos de mando, y el pueblo las fichas que sacrificar.
En Grecia, nos dicen, sucesivos gobiernos derrocharon lo que no tenían y pusieron en peligro la sacrosanta economía de la Banca. Por lo que dicen ahora, aquellos gobiernos no cumplían las reglas del refinado club al que pertenecían, a pesar de que se suponía que dicho Club era selecto, y había que pasar cum laude las pruebas de acceso. Y por eso, dicen, en 2010 tuvieron que salir a su rescate con flotadores de plomo que asegurasen que las inversiones extranjeras recuperasen lo invertido, aunque para ello tuvieran que llenar el Egeo de cadáveres del pueblo. 5 años de reformas, recortes, de cumplir las exigencias de los acreedores que cada año prometían la recuperación al siguiente y sin embargo el Estado no reflotaba, el País perdía autonomía, y el pueblo… ¿A quién le importa el pueblo? Se empobrecía a marchas forzadas. Y no se trata de perder los ahorros, sino de perderlo todo, algo que por la península ibérica podemos comprobar sin viajar hasta la vieja Grecia. Pero los acreedores quieren más, siempre quieren más. Y siguen exigiendo, pero el pueblo no tiene más sudor, ni más hambre, ni más sangre, y parece que está perdiendo hasta el miedo, y dice basta. No un ¡basta! Revolucionario, no, simplemente un basta concienciado, no podemos dar más, nos lo habéis quitado todo. Y entonces los que gobiernan el Club selecto dicen que no hay otro camino, que tienen que pagar o irse. Y Grecia dice que no se va, que los echen. Y los miembros del Club vuelven a apretar, y atacan ahora a los que aún tienen ahorro en los bancos, para buscar la respuesta interna contra quienes han decidido plantarse, y la lograrán, seguro, aunque me temo que en estos momentos son más quienes no tienen ya nada que perder, y si el Basta concienciado no es suficiente, quizás el siguiente ya no sea dialogado.
Pero en Grecia además de los zorros y raposos europeos, en Grecia también juega su amo. El Imperio jugando en un tablero avanzado y donde el otrora Imperio Heleno es una casilla disputada. Y teme el Yanqui que si huyera de Europa, Grecia se tire a los brazos del Oso, y Rusia cómo no, le de la bienvenida. Y en ese tablero, donde USA ha invertido tanto, dinero, muertos, balas, un aliado menor como la UE pueda abrir una grieta a su plan de cerrar las salidas a Putín y su arsenal de gas. Con la caída de Siria, Ukrania, Libia, no le quedan aliados al Oso en el Mare Nostrum, no hay comercio con Europa ni áfrica para el gigante euroasiático, tampoco la opción de una Armada cruzando el Bósforo. ¿Permitirá pues el Amo que sus perros fieles se den un festín y un mal paso convierta el Egeo en la bañera de Putin?
La partida griega no se acaba, ni con el ultimátum de la UE, ni con el referéndum del día 5. No se engañen, desde la trinchera solo vemos el fulgor de las explosiones, pero el frente es largo, y la partida no terminará mañana.
Del blog de Luis Salgado El mundo imperfecto