Sobre poder, democracia y revoluciones

Josu Perea – Alternatiba

Leyéndole a Pablo Stefanoni en Viento Sur un artículo sobre Venezuela «El retroceso ’nacional-estalinista’» (3.8.2017) se removieron en mi cabeza un montón de ideas que tienen que ver con la aparición de los nuevos sujetos políticos que están emergiendo en el ámbito global, que están influyendo en los sistemas democráticos y demandan, por tanto, una profunda reflexión sobre el poder. Stefanoni realiza una crítica descarnada a Maduro y a su defensa de la Revolución Bolivariana, por la utilización que hace de métodos de bajísima calidad democrática, y recurre a Bertrand Russell, que en su obra «Teoría y práctica del bolchevismo» analiza la visita que realizó en 1920 a la Rusia revolucionaria, que «planteó con simpleza y visión anticipatoria algunos problemas de la acumulación del poder y los riesgos de construir una nueva religión de Estado».

La aparición de estos nuevos sujetos que están emergiendo en el ámbito global está influyendo en los sistemas democráticos y demandan, por tanto, una profunda reflexión sobre el poder. La lucha por el poder está en la centralidad de los conflictos políticos que históricamente se han ido dirimiendo, casi siempre, en formas y maneras cruentas. Cada periodo de la historia ha aportado métodos que han posibilitado la toma del poder o su mantenimiento.

Foucault, por ejemplo, a la hora de analizar el poder, lo sitúa en la perspectiva de los micro-poderes que se ejercen en la vida cotidiana. Considera que las transformaciones en la sociedad no se realizarán apropiándose de los aparatos de poder que se encuentran dentro del Estado para sustituirlos por otros. El ejemplo de la Revolución de Octubre ilustra perfectamente ese pensamiento. Se pensó en el control del aparato del Estado como mecanismo unívoco de control del poder, sin tener en cuenta que el poder no está localizado exclusivamente en los aparatos del Estado. Nada cambiará en las sociedades, dice, Foucault, si no se transforman los mecanismos de poder que funcionan fuera de los aparatos del Estado.

La dictadura del proletariado, desde la perspectiva marxista, presuponía que esa transición hacia el socialismo venía dada por la sustitución de los aparatos del Estado, y al igual que otras revoluciones marxistas han focalizado sus luchas en la conquista del aparato del Estado, minimizando otros ámbitos del poder, donde las cuestiones ideológicas han primado y han pasado de puntillas, cuando no los han ocultado, esos otros ámbitos de poder, de ésos micro-poderes de los que habla Foucault. La vida cotidiana está jalonada de múltiples representaciones de esos micro-poderes que históricamente han sido reprimidos por el poder establecido bajo diferentes subterfugios, morales en algunos casos, y como salvaguarda del poder político la mayoría de las veces.

No podemos dejar de tener en cuenta el poder simbólico del que nos habla Bourdieu. Un poder invisible que solo puede ejercerse con la complicidad de quienes no quieren saber que lo sufren o que inclusos lo ejercen. Es un poder omnipresente, es «una especie de círculo cuyo centro está en todas partes y en ninguna».

Las ideologías se sirven de los intereses particulares que se presentan como intereses universales beneficiosos para toda la comunidad. Los sistemas simbólicos cumplen su función política de instrumentos de imposición o de legitimación de la dominación, que contribuyen a asegurar la dominación de una clase sobre otra.

El poder, representado en el Estado, controla, nos dice Bourdieu, las estructuras fundamentales de pensamiento incuestionable y por encima de toda duda. Nos presenta una realidad, tal como es (no puede ser de otra forma), no caben disensos, estamos abocados, no solo, nos dice, «al conformismo moral», sino «al conformismo lógico» sin dejar ningún espacio para la contestación o para el cuestionamiento que resquebraje mínimamente el pensamiento del Estado.

Y claro, aquellos que se colocan al margen de estas estructuras de pensamiento, nunca han tenido cabida porque no están representados y no están integrados en las estructuras de poder, porque no se ajustan a las exigencias políticas y sociales. Es por ello que son expulsados o se quedan en los márgenes que tiene el Estado como soporte estructural. Unas estructuras de poder que ante el mínimo debilitamiento de su núcleo legitimador y ante la ausencia de consenso social, no duda en activar los métodos más abyectos que garanticen su dominación.
Vivimos en una sociedad donde cada vez emerge con más fuerza, lo que Boaventura de Sousa define como fascismo societal. Un fascismo que nada tiene que ver con el regreso al fascismo de los años treinta, sino que tiene que ver con un régimen social de civilización. Es una nueva forma de fascismo que no necesita sacrificar la democracia ante las exigencias de los poderosos, sino que fomenta ésta hasta el punto de que ya no resulta necesario, ni siquiera conveniente, sacrificarla para promover el capitalismo.

Este fascismo de nuevo cuño se manifiesta de diferentes formas y tiene múltiples variables, entre las que se encuentra, por ejemplo, el fascismo financiero, que lógicamente tiene que ver con los mercados financieros, mercados a los que Sousa denomina «economía de casino» que resulta ser el más refractario a cualquier intervención democrática. Una economía financiera que supera seis veces a la economía real, donde los organismos OCDE, FMI, BM, TTIP, CETA, las empresas de calificación de riesgos, rating, todos ellos, auténticos estamentos de poder que traspasan, sin el menor rubor, todos los ámbitos de la democracia formal, hasta el punto de obligar a los gobiernos al cumplimiento de directrices, normas y leyes acordes a sus intereses.

El fascismo de la inseguridad, por destacar otro de los fascismos recurrentes de ese fascismo societal que señala Sousa, consistente en la manipulación de la inseguridad de las personas y de los grupos sociales debilitados por la precariedad del trabajo u otros elementos desestabilizadores; o el fascismo contractual que consagra la disparidad de poder entre las partes del contrato civil o laboral, donde la parte más débil acepta las condiciones, por onerosas que sean, bajo el eufemismo de «la libertad de las partes».

Vivimos un mundo cada vez más interconectado cultural y mediáticamente, que propicia que la renovación de culturas de movilización y protesta, arraigue, cada vez más, y sean más visibles. Los desafíos a hegemonías políticas y económicas, tomarán forma, dependiendo de las redes y de la constatación de las injusticias cada vez más patentes, para activar movilizaciones.

Nos señala Maurizio Lazzarato, que una de las condiciones que resulta indispensable para la reactivación de la lucha de clases es una reinvención de la «democracia» capaz de reconfigurar y de atravesar todo aquello «que incluso teorías políticas muy sofisticadas siguen pensando por separado: lo político, lo social y lo económico». La tarea más urgente, continúa Lazzarato. «consiste en imaginar y experimentar modalidades de lucha que tengan la eficacia de bloqueo que tenía la huelga en la sociedad industrial. El nivel de desterritorialización del mando capitalista nos obliga a ello. Las cabeza duras de capitalistas y gobernantes no entienden otra cosa que el lenguaje de la crisis y el del combate».

El mundo camina hacia nuevas experiencias de las que será necesario aprender, y que pueden revestir incluso un carácter fundador desde el punto de vista de la estrategia revolucionaria para el presente siglo. Las décadas de ascenso imparable del neoliberalismo han coincidido con severas decepciones y retrocesos de los movimientos revolucionarios. Es posible que sea demasiado pronto, nos indica Stavrides, como para poder afirmar, contundentemente, que las políticas dominantes, aquí y en el mundo, hayan entrado en una crisis definitiva sin retorno, pero si es posible observar, como en distintas partes del mundo se están produciendo una serie de fenómenos interrelacionados «que afectan profundamente a eso que podemos diagnosticar como una crisis de legitimidad».

Decía Daniel Bensaid que «será preciso, más allá de la ideología, sumergirse en las profundidades de la experiencia histórica para tejer los hilos de un debate estratégico enterrado bajo el peso de las derrotas acumuladas».

No sé si Maduro y su Revolución Bolivariana, con sus métodos de baja calidad democrática, que dice Stefanoni, habrá analizado todas esas consideraciones sobre el poder que analizamos aquí. Seguramente no tendrá en cuenta esos micro-poderes de los que nos habla Foucault. De lo que sí tengo certeza absoluta es de la calidad democrática de «los alternativos» avalada por algún  insigne y gran demócrata, genuino defensor de democracias «al uso del poderoso» con instrumentos escrupulosamente respetuosos con los derechos humanos (GAL incluido).

Publicado en Naiz

Connolly; socialista irlandés

 
La causa obrera es la causa de Irlanda, la causa de Irlanda es la causa obrera
James Connolly
 
Hector Prieto – Alternatiba
 
Hace tiempo que me apetecía escribir sobre la historia heroica de Irlanda, esas primeras décadas del siglo XX donde finalizó el férreo dominio británico sobre la tierra del arpa. Esta historia es un aprendizaje, no solo se trata de conocer el pasado para entender el presente, ni siquiera es solo un ejemplo ideal, sino los sueños de una nación por su independencia en este momento tan de actualidad con el referéndum en Cataluña. Se trata más bien de imaginar un futuro a través del espejo irlandés y la figura de James Connolly, un revolucionario y mártir del socialismo, referencia del nacionalismo de izquierdas.
Empezando por el origen de la ocupación inglesa de la isla y el consecuente conflicto irlandés, perdura casi hasta la actualidad. De elegir una fecha, sería el 1166, en aquel año un noble local de nombre McMorrough ambicionaba el control de la ínsula. Para ello pacto con los normandos, vasallos de Enrique II de Inglaterra, que bajo el liderazgo de Ricardo de Clare conquistaron el territorio obviando a McMorrough, posteriormente entregando Irlanda a la Inglaterra de Juan ”sin tierra”.
Sin profundizar en demasía, en la segunda mitad del XIX se produjo la Hambruna de la Patata, una masiva migración a EEUU y Australia y el auge del sentimiento antibritánico. Así, tras años de lucha armada, llegamos a la Insurrección de Pascua de 1916, una derrota de sectores nacionalistas e izquierdistas que marcó un hito en la lucha por la libertad. Aquí fue protagonista un tal James Connolly.
Connolly nació en Edimburgo en 1868, hijo de irlandeses emigrados a Escocia. Comenzó a trabajar con apenas 11 años conociendo la dura vida fabril y apenas 3 años después se alistó en el ejército británico, siendo designado a Dublín. Pronto comprendió la situación de la patria de sus padres y se acercó a la lucha sindical y al marxismo como solución para una independencia, con una transformación económica y social revolucionaria. Por ello dejó el ejército que ocupaba su Irlanda para dedicarse a la lucha emancipadora de la clase obrera irlandesa.
Si mañana echáis al ejército inglés e izáis la bandera verde sobre el Castillo de Dublín, a menos que emprendáis la organización de una república socialista todos vuestros esfuerzos habrán sido en vano. Inglaterra todavía os dominará. Lo hará a través de sus capitalistas, de sus terratenientes, a través de todo el conjunto de instituciones comerciales e individuales que ha implantado en este país y que están regadas con las lágrimas de nuestras madres y la sangre de nuestros mártires. Inglaterra os dominará hasta llevaros a la ruina, incluso mientras vuestros labios ofrezcan un homenaje hipócrita al santuario de esa Libertad cuya causa traicionasteis.”
Siempre ligado a la lucha sindical, respondió a las amenazas patronales formando en 1913 una milicia de inspiración socialista de nombre Ejército Ciudadano Irlandés. Este pequeño grupo de apenas 250 miembros tendrá un papel muy activo en el levantamiento de pascua. Empleando su experiencia militar, planeaba un golpe revolucionario contra la ocupación británica, no obstante, los líderes nacionalistas Patrick Pearse y Tom Clark le persuadieron para organizar un levantamiento conjunto a mayor escala. Lo cierto es que estos últimos formaban parte de los Voluntarios Irlandeses, brazo armado de un movimiento político y cultural clandestino llamado Hermandad Republicana Irlandesa, mucho más numerosos que los chicos de Connolly.
 
 
La Insurrección de Pascua de 1916 merecería un artículo completo, pero resumiendo, diríamos que los rebeldes tomaron los puntos clave de la ciudad de Dublín. El ejército inglés empleó un número superior de hombres, artillería y armamento más moderno, con lo que acorralaron a los últimos resistentes en la Oficina de Correos. Finalmente se rindieron para no ser masacrados, James Connolly estaba allí herido en el tobillo, la revolución había fracasado.
Los principales líderes del levantamiento fueron condenados a muerte, fue frente a un tribunal militar en el Castillo de Dublín, sede del gobierno británico en Irlanda. Connolly estaba herido de gravedad y su sentencia fue establecida frente a la cama de la enfermería. Tal era su situación que tuvo que ser fusilado sentado en una silla, en la cárcel de Kilmainham Gaol el 12 de mayo de 1916. Antes de su ejecución entregó una última carta a su hija Nora, que se puede leer integra en www.sinpermiso.info.
 
Creemos que el gobierno británico no tiene ningún derecho en Irlanda, que nunca tuvo ningún derecho en Irlanda y que nunca tendrá ningún derecho en Irlanda. Por ello, la existencia de irlandeses dispuestos a morir para afirmar esta verdad, en cualquier generación, e incluso aunque sean una respetable minoría, convierte a ese gobierno, para siempre, en un usurpador y un criminal contra el progreso de la humanidad.
 

Agradezco personalmente a Dios haber vivido para ver el día en que miles de irlandeses, adultos y jóvenes, así como cientos de mujeres y muchachas irlandesas, estuvieron dispuestos a afirmar esta verdad, y a demostrarlo con sus vidas, si la situación así lo exigía.

 
James Connolly, Comandante general de la División de Dublín
 
Ejército de la República irlandesa

Estos hechos demostraron tiempo después que la valentía de aquellos no fue en balde, aquella derrota y la represión británica alentó a todo un pueblo en la expulsión del ocupante. Incluso en los momentos más difíciles y violentos hay mujeres y hombres dispuestos a defender sus convicciones, la dignidad humana y de los pueblos. Esa clase de revolucionario era James Connolly, socialista irlandés.

Del blog de Hector Prieto Atxabalta reDvolution

Le France, la resaca

Luis Salgado – Alternatiba

De un tiempo a esta parte tengo la sensación de que las elecciones en Europa toman un tinte futbolero, todas son finales anticipadas, todas son importantísimas para el futuro de Europa (¿y los europeos?) y sin embargo, terminada la jornada todo sigue igual. ¿Todo? Todo no, la idea neo-liberal de tintes xenófobos campa a sus anchas por el mal llamado viejo continente como espíritu de Morgul. Dicen que vivimos la época de la postverdad, simplemente vivimos como siempre, engañados. Pero vayamos a analizar la última jornada liguera;

La ultraderecha; ¡Que viene el Coco!
 
No sé si volveremos a ver, al norte de los Pirineos, un partido nazi-fascista gobernando alguno de los principales países de Europa, pero lo que está claro es que, de momento, como amenaza no puede ser más rentable para el poder. Falta saber si, como en el cuento del pastorcillo, cuando las ovejas vean al lobo quedará alguien para defenderlas.
 
El ascenso de la ultraderecha está facilitando a los gobiernos liberales perpetuarse en Europa bajo ese mantra de “nosotros o el caos extremista”. La ultraderecha se queda siempre a un paso del poder, Austria, Holanda, Francia… pero su discurso gana siempre y marca las agendas europeas del poder que asumen sus rasgos identitarios sin sonrojarse siquiera.
 
La Socialdemocracia ha muerto, viva el neo-liberalismo
 
No hacen falta sesudos análisis para entender esto. En un Sistema Capitalista de usar y tirar, todo tiene fecha de caducidad cuando ya no es útil, y la socialdemocracia es la primera víctima de la caída del Muro de Berlín. Tuvo su auge cuando permitía vender ese Capitalismo de rostro amable de la postguerra, ese lado social que endulzaba la realidad y nos decía que no era necesaria la temible dictadura del proletariado para crear un mundo justo con reparto de la riqueza y tal, pero sin enemigo económico-social que represente una alternativa, con el Mercado como único poder y creador de agenda, ¿Qué puede aportar la socialdemocracia? Nada, y en polvo os convertiréis.
 
El paseo triunfal del Neo-liberalismo
 
Los grandes triunfadores, indiscutibles, hegemónicos, cuasi deidades infinitas, intocables. Ni en los mejores sueños húmedos de aquel mediocre actor de western ni de la Iron Maiden británica hubieran imaginado un camino tan feliz para su romance. Hoy los estados son seres amorfos que apenas alteran al mercado y legislan para su defensa. Burbuja tras burbuja hasta la hegemonía total haciéndonos creer que todas éramos Clase Media y la vida era una orgía de satisfacciones capitalistas, y al despertar, ellos lo tenían todo, dinero, poder y control, y tú una o dos hipotecas y tiempo para pasar en el paro. Y tuvimos frente a nosotros las dos pastillas de Morfeo, y elegimos la azul, porque preferimos seguir saboreando el filete aunque sabíamos de sobra que no existía, que sólo era producto de nuestra imaginación, inducida a través de nuestros sueños. Y siguen dando vueltas al tornillo, y a cada vuelta los ricos son más ricos y los pobres… los pobres están más asustados.
 
Porque elegimos la pastilla azul, pero por si no era suficiente nos han puesto cientos de cadenas sobre nuestras extremidades para qué no nos movamos. Miedo, pánico a lo que puede venir, a los fanatismos, al terror, a las enfermedades, y en última instancia al extremismo. Tenía que llegar, estaba claro. Tanto hablar del eje izquierda-derecha en dos dimensiones, como una línea recta nos ha traído a que interioricemos que quien se encuentra en uno de los extremos es extremista, lógico. Así, olvidamos que en realidad el peligro siempre ha sido el dogmatismo, el querer llevar una idea hasta sus últimas consecuencias, y ahí, en ese dogmatismo es donde se hallan los que nos venden como moderados. El neo-liberalismo es la ideología extrema por definición, la que ha logrado que alcancemos las mayores cifras de desigualdad, pobreza, guerras, hambre… etc. de la historia, pero no están en ningún extremo de esa línea imaginaria. Así nos va. Extrema es la izquierda, y la derecha, y los extremos se tocan y … mientras el Anillo sigue atándonos a las tinieblas.
 
¿Y la izquierda?
 
Debatiendo si son galgos o podencos. -¡Mira, un brote, una esperanza!-  -Bah, otros revisionistas que nos venderán a la primera oportunidad- Y preferimos seguir en el Titanic echando la culpa al de nuestra acera que embarcarnos en un frágil bote.
 
Sobre le France primero una consideración; si no entiendes las diferencias entre unas elecciones parlamentarias y unas presidenciales difícilmente puedas distinguir entre táctica y estrategia y así es comprensible que sigamos en este bucle infinito. Melenchon podía haber significado una brecha en el Sistema, o no, quizás otro Syriza, tal vez. Pero nunca lo sabremos porque, entre otras cosas, el bote nos parecía tan frágil que preferimos seguir hundiéndonos al son de los músicos.
 
Hemos llegado a tal punto de absurdez, que he llegado a leer a periodistas de izquierdas, de aquí, de EH, celebrar que en Iparralde Le Pen sea cuarta fuerza y que la derecha neo-liberal haya arrasado, porque ya se sabía que Melenchon era un chauvinista empedernido, no como el resto de candidatos con posibilidades que eran ciudadanos del mundo.
Y es que cómo táctica y en unas elecciones parlamentarias entiendo que la broma del “voto útil” sea una absurdez, mejor una representación propia, real, con apuestas fuertes, aunque ésta sea pequeña. Pero en unas presidenciales a doble vuelta hay que ver la estrategia. Yo me quedo con un sabor muy agrio de esta jornada futbolera, porque no creo que Melenchon fuera a suponer un gran cambio, pero me hubiera gustado poder ver cómo se retrataban los neo-liberales en una segunda vuelta entre Le Pen y Melenchon. Saber si, como decía Durruti, los capitalistas franceses ante un riesgo de recortar sus privilegios apoyarían por acción u omisión a Le Pen, o defenderían la unidad de los “demócratas” contra el fascismo, tal y como exigen ahora para apoyar a Macron. Sin duda ha sido una jornada agria, el Barça ha ganado al Madrí y a mi ninguno de los dos me dice nada, porque mi equipo no juega en su misma liga.
 

Manifiesto en el Día Internacional contra el Racismo

En este día internacional contra el racismo, además de recordar las atrocidades cometidas hace años, queremos denunciar que sigue habiendo actuaciones racistas ejercidas por estados y grupos poblacionales, como está ocurriendo en Palestina por parte del estado de Israel, en el Sahara ocupado por parte de Marruecos, en China contra el pueblo tibetano o con las políticas migratorias de Europa y EEUU. Sin olvidar los constantes brotes xenófobos que reciben las personas refugiadas en los campos habilitados en Francia, Grecia e Italia entre otros, el trato claramente racista que las personas migrantes recibe en los CIEs del estado español, o la que sigue sufriendo la población romaní.

Todo ello al amparo de vallas y concertinas que dividen poblaciones, o tratados internacionales sobre fronteras y políticas migratorias que violan el derecho al libre tránsito y al asilo.

Por todo ello, y porque estamos convencidas que Euskal Herria son todas las personas que viven en este país y quienes lo construyen día a día, desde EHBildu abogamos por un cambio en las políticas institucionales, pero también por un cambio de valores, actitudes y comportamientos, desde la multiculturalidad, por el derecho que toda persona tiene a poder vivir con seguridad, salud y libertad, y a mejorar sus condiciones de vida.

Y por ello, este día internacional contra la discriminación racial, debemos de salir si cabe con más fuerza, frente a los ataques políticos, legislativos, institucionales y policiales que está habiendo, a favor de la convivencia diversa, plural y en libertad para todas y todos, participando en las movilizaciones, suscitando cambios en las instituciones, y activándonos desde el ámbito más cercano que tengamos.

Porque las mujeres y hombres que formamos EHBildu tenemos claro, que nunca preguntaremos a nadie de dónde ha venido, sino en todo caso, le preguntaremos a dónde queremos ir juntas.

EH Bildu

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