Una pequeña escena

Iagoba Itxaso – Alternatiba

Una pequeña escena, sin duda imperceptible dentro del enorme panorama político mundial.

Ekain Rico (secretario de política institucional del PSOE en Bizkaia), acude a un debate sobre el TTIP en Ortuella, una localidad de menos de 10.000 habitantes con fuerte pasado socialista. Se sienta junto a Mikel Arieta-Araunabeña (director de la Cámara de Comercio de Bilbao). No habrá cincuenta personas en la sala. Sabe que enfrente no tiene a ejecutivos que confíen en que el apoyo del PSOE al acuerdo transatlántico les puede permitir firmar algún proyecto en Estados Unidos para desahogar la tensión de la siguiente junta de accionistas. Saluda cordialmente y se caga en la alfombra.

Y es que el TTIP no es malo; que él sepa tampoco es bueno; pero malo para nada. De hecho no sabe ni para qué se firma, si al final todo sigue igual. Bueno, nos venderán pollo clorado, aunque el director de la Cámara de Comercio de Bilbao dice que los franceses les venderán ostras, así que todo queda en tablas, prácticamente.

Sólo se oyen algunos aplausos tras las intervenciones de Juan Hernández (profesor de la EHU-UPV e investigador de OMAL) y Oskar Matute (parlamentario de EH Bildu y compañero de Alternatiba). Ambos muestran lo absurdo del proceso: la inexorable venta de los ciudadanos europeos a las transnacionales, en la que sus supuestos representantes políticos son parte indispensable. Reciben aplausos cómplices, que hablan más al señor Rico que a quienes aparentemente los reciben.

Tanto radicales, como progresistas, como “supuestos” de ambas etiquetas, opinamos sobre el sarcasmo de los titiriteros encarcelados, sobre la huelga en Grecia, sobre Sirios golpeando contra un muro de agua, sobre que el derecho a decidir tampoco es tan peligroso si se decide no tener derechos, sobre que Pedro Sanchez se olvida de algunos teléfonos… mientras a Juan Rosell le suben el sueldo.

Nos hacemos trampas al solitario. El ser humano es un ser político, y si en algo es humano es en la política. En negativo, por supuesto, profundamente humano. Justicia, equidad y mala hostia, el ser político en su autoafirmación. Y de esta forma nos vendemos a un diablo peor que el diablo, más que nada porque éste es de verdad: nos vendemos ante nuestros egos, nuestros “yo” del pasado que vienen a pedirnos cuentas, a decirnos que no nos enterremos, que no nos desdigamos, que la soberbia no existe si se es poseedor de la verdad única y suprema.

Tic-tac, y los títeres continúan dentro de su caja, a la espera de que un juez tenga a bien apiadarse de esos espíritus que les dan vida, y así poder seguir gritando a los cuatro vientos que tal vez no todo es teatro; que tal vez no sólo somos guiñoles; que tal vez los cachiporrazos duelen; que quienes se ahogan no lo hacen en la tele, sino en el Mediterráneo.

Del Blog Ignominia por fascículos

15.000 no es un número

Luis Salgado – Alternatiba

Durante buena parte de mi infancia y mi adolescencia la II Guerra Mundial era argumento de buena parte de las películas que se emitían por televisión. A las más bélicas, aquellas que apenas tenían argumento fuera de las batallas, le acompañaban otras que dejaban entrever pequeños matices sobre el nazismo y lo que supuso en la vieja Europa. Es cierto que con aquellos viejos films hollywoodienses poco o nada de valor se podía extraer, pero al menos sembraron la semilla de la curiosidad y gracias a ella investigué, leí, y aprendí, pero, por más que uno leía e investigaba había una duda que parecía no tener respuesta.

A lo largo de muchos años, esa duda me ha carcomido por dentro, y hacía referencia a los indiferentes, esos seres grises que abundan por doquier, personas que son fieles reflejos de los tres monos sabios, no ven, no oyen y no dicen. ¿Cómo era posible que toda la sociedad alemana permitiera que un loco con poder realizara tales brutalidades? Hoy sé que basta con que una minoría mayoritaria alcance el poder para que una mayoría silenciosa sea cómplice de sus atrocidades. Y también sé que si existe una minoría contestataria la represión hará el resto. Y nada ha cambiado. Bueno, quizás las formas actuales no sean tan expeditivas como las utilizadas por el III Reich, o quizás es que la UE al completo se ha convertido en el IV Reich y buena parte de la ciudadanía europea nos hayamos convertido, sin darnos cuenta, en esa masa gris y silenciosa cómplice de la locura.
 
Digo esto porque cada vez es más difícil diferenciar los tiempos que nos ha tocado vivir con aquellos pasados. Quizás no haya un líder claro, un führer, con gusto por los desfiles  militares y los uniformes. Quizás nos confunda que el concepto de Reich hable ahora de la UE y no de un sólo Estado con ínfulas imperialistas. Quizás ahora quienes nos gobiernan prefieren los trajes italianos y gobernar en la sombra desde las grandes corporaciones, pero no han perdido el gusto por las intervenciones militares, ahí están Afganistán, Irak, Mali, Libia, Siria… etc. Tampoco han perdido su gusto por reprimir a quien levante la voz en la dirección contraria a la establecida y día a día aumentan el control, y el miedo sea moneda habitual. Será que los medios nos venden que la ultraderecha avanza en Europa para disimular que sea el Fascismo quien nos gobierna ya. ¿Cómo explicar sino las últimas medidas adoptadas en esa Europa idílica que nos venden?

Europa ha muerto, si es que alguna vez estuvo viva. Si alguna vez Europa tuvo un interés más allá del económico, si alguna vez le preocupó “lo social”, poco o nada queda ya de esa preocupación. Cierres de fronteras, campos de concentración para refugiados a lo largo y ancho de toda la UE, robos y expropiaciones legalizadas a las personas que huyen de un país en llamas que la propia UE incendió. Puertas que se pintan para diferenciar al “nacional” del “foráneo”, pulseras que asemejan demasiado a estrellas de David, parlamentarios exigiendo que se abra fuego contra los refugiados que llegan a las costas griegas. Modificación de las leyes para perseguir a las personas que muestren solidaridad con las personas que sólo buscan sobrevivir. Esto es el cadáver de Europa, el alma del Reich.

¿Pero que hay de los europeos? Pues quien no jalea dichas medidas, calla. Y quienes hablan, quienes hablamos, somos carne de presidio que diría Nacho Cicatriz. Y por supuesto, cientos de miles, millones quizá, de europeos que creen que es insuficiente lo que se hace sufrir a esas personas que han tenido que abandonar sus hogares, sus vidas y huir. ¿Y tú? Tal vez busques excusas, cientos de excusas, las excusas son sencillas de encontrar y nos ayudan a obviar nuestra responsabilidad, pero tú y yo somos responsables por callar, o por hablar demasiado bajo. Tú y yo estamos violando a las refugiadas país a país, kilómetro a kilómetro como denuncia Amnistia Internacional. Tú y yo asesinamos en silencio, por frío, por inanición a decenas de miles de personas, a miles de Aylanes. Y sí, también a esos 15.000 desaparecidos. Porque puede que no te alistes jamás en las nuevas SS, pero sino te revelas, no lo dudes, tú eres tan responsable como quien los ejecuta.
 

El pueblo catalán continúa con el procés constituent

Toni Ramos – Alternatiba

Tensión, nerviosismo, incertidumbre… Esto es lo que se vivió recientemente por la situación política de Catalunya. Mientras la CUP-CC había estado debatiendo durante meses, presentando alternativas y tomando decisiones democráticamente, JPS se mantenía en su única e irreversible propuesta de presentar a Artur Mas como candidato a President de la Generalitat. Todo el mundo daba por hecho que se iba a llegar a unas elecciones en marzo, pero a última hora, en el último minuto, casi sobre la bocina, el President en funciones lanzó un triple echándose a un lado y dando paso a Carles Puigdemont, alcalde de Girona y presidente de la Associació de Municipis per la Idependencia, como candidato a la presidencia.

Una maniobra digna de los mejores estrategas. Artur Mas, que se las ingenió para subirse al carro de la independencia en el momento en que se evidenciaba la caída libre de CiU, ahora se aparta para vender su artimaña como un sacrificio por su país, algo que seguramente le reconocerán sus compañeros y compañeras de JPS, sus votantes y los medios de comunicación afines.

El acuerdo al que han llegado JPS y la CUP-CC es del todo injusto y desproporcionado, un precio demasiado alto a pagar por la formación anticapitalista por el mero hecho de que Mas no sea President. Pero hay que tener en cuenta que en toda negociación hay tiras y aflojas y en los resultados también pueden aparecer cosas buenas, en este caso muy buenas:

La primera y más evidente es la desaparición de una imagen vinculada al neoliberalismo más rancio, a la Troika, a la carencia de democracia, a la demagogia, a la corrupción, etc. El narcisismo de Artur Mas se queda fuera, o al menos en segundo plano, en un proceso constituyente que lo último que necesita es una figura de referencia, porque nace de la sociedad catalana y es esta sociedad la que debe liderarlo. Queda meridianamente claro, después de comprobar que se sigue caminando hacia la independencia tras la retirada de Mas, que ni el Procés es Artur Mas ni Artur Mas es el Procés. El Procés Constituent continúa a pesar de todo, a pesar de Mas.

El acuerdo garantiza a su vez el cumplimento de la hoja de ruta que se aprobó en la resolución del 9N, tanto en lo concerniente a los 9 puntos de la declaración independentista como en lo relativo a los 9 puntos del anexo. Es importante recordar que estos últimos puntos hacen referencia a un plan de choque de emergencia social destinado a proteger derechos fundamentales para las y los catalanes (educación, sanidad, pobreza energética, derecho al aborto, etc.).

Por otro lado, la CUP-CC incorporará a dos parlamentarios a la disciplina del grupo de JPS para garantizar el cumplimiento de los acuerdos y hacer de enlace coordinador entre ambas formaciones, pero en ningún caso dejarán de formar parte del grupo de CUP-CC, con lo que continuarán con la fuerza de 10 parlamentarias y parlamentarios. Con esto, la formación anticapitalista se asegura la lucha en el Parlament por el independentismo, el anticapitalismo y el feminismo, y, tal y como aseguró Anna Gabriel en su discurso de investidura, “por la solidaridad, el internacionalismo y la movilización social”.

El seguro que representan las 10 parlamentarias de la CUP-CC en la institución para continuar con la lucha por los derechos sociales y la soberanía de las y los catalanes, precisa necesariamente de la movilización popular. Extrayendo las palabras de Diego Garrido (militante de En Lluita y la CUP) en su artículo “Cap als pressupostos sobirans i socials sense Mas”, el papel de la CUP-CC en la calle debe ser el de “continuar reforzando las luchas y ampliando la base social del independentismo por la izquierda”. Porque la independencia no es el objetivo en sí mismo, sino una herramienta más que necesaria para la conquista de todo aquello que el Reino de España niega a la sociedad catalana sistemáticamente. En este sentido, las luchas sociales son la base para la creación de una alternativa real hacia una república justa, democrática y soberana.

El Porcés Constituent continuará, y lo hará por el empuje de la sociedad catalana.

La realidad y la ficción

Luis Salgado – Alternatiba

Dicen, o decimos, que la realidad siempre supera a la ficción, lo cual no deja de ser una ficción en sí misma, o un autoengaño para sentirnos mejor, quién sabe. Lo decimos por la capacidad que para sorprendernos muestra la vida, que es eso que pasa por nuestro lado mientras hacemos planes para vivir. Y es que la vida, al contrario que la ficción, no se mueve, no avanza y retrocede en función de nuestros gustos y deseos, la vida es la decisión inconsciente y consciente de millones de personas, e incluso interactúan en esa decisión el tiempo, la fauna y la flora, y las piedras del camino. La vida no da margen para la reflexión, para el análisis, la vida, o se vive, o se está muerto.

La ficción, hija predilecta de la imaginación, no debiera tener limites ya que no se rige ni por las leyes naturales, ni físicas y por supuesto, tampoco por las leyes del ser humano. Por tanto, con estos mimbres, no parece muy serio decir que la realidad, tan atada a lo cotidiano, pueda sorprendernos más que la ficción. Sin embargo la vida nos sorprende, la realidad nos sorprende, porque no queremos creer la verdad. “Era una buena persona, es increíble que haya asesinado a su mujer”. No, no es increíble, no es una sorpresa, vivimos en un mundo preparado para ello, un mundo donde, que una mujer sea asesinada por su pareja, es porcentualmente la forma más habitual de muerte violenta para una mujer. Entonces, por qué nos sorprende, porque sencillamente no queremos creer que eso sea cierto. “Todo el mundo es güeno”.
 
Por supuesto, no queremos creer que nuestra incidencia en lo que ocurre a nuestro alrededor es tan limitado, porque ello nos pondría, una vez más, en la evidencia de lo insignificante del individuo. Porque eso también pone en el espejo a nuestro ego, y ese reflejo no suele ser de nuestro agrado. Así nos creamos una imagen de la realidad que es una ficción en sí misma. Nos imaginamos una realidad en la que nuestra forma de ver el mundo es la única válida, para ello nos rodeamos de quienes apoyan nuestra visión del mundo. Creamos microcosmos en los que nuestra ficción parezca real, y cuando el mundo nos demuestra que estamos equivocados, que lo que pensábamos no era la realidad, entonces mostramos sorpresa.
 
Las redes sociales, al contrario de lo que pudiera parecer, aumentan la creación de esas realidades paralelas. El hecho de poder coincidir con más personas en la defensa de un planteamiento, nos hace creer, con mayor ímpetu, que nos encontramos en la realidad absoluta y en el error del resto. Las redes sociales han aumentado el tamaño de los círculos de quienes miran el mismo ombligo, pero han convertido esos círculos en mundos impermeables donde otras “realidades” no tienen cabida, y la disidencia es bloqueada, o puesta a los pies de los caballos de nuestra horda, para nuestro regodeo. Nos autoconvencemos de la existencia de una mayoría social que rema como nosotras por nuestros cambios, y, de pronto, un cubo de agua helada nos golpea la cabeza cuando vemos que unas elecciones vuelven a aupar a “los de siempre” a los puestos importantes, y nuestras posiciones siguen siendo minoritarias.
 
Esta “realidad ficcionada” nos permite criticar desde cientos de kilómetros las realidades de otras latitudes y sentir la lógica de nuestros pensamientos arropada por quienes viven nuestra propia ficción sin ser capaces de escuchar la realidad de quienes están viviendo, sintiendo, y decidiendo, y claro, desde esa realidad irreal todo lo que sucede nos produce sorpresa e incomprensión. Pero aún es más duro cuando esa realidad nos golpea en lo cotidiano, en lo que nos rodea, en “nuestro mundo”. Vivimos en una ficción continua, y es ésta, la ficción, la que siempre supera a la realidad, porque nunca hemos sido conscientes de la última.
 
En los últimos tiempos debo reconocer que escucho casi a diario a gente exigir que tenemos que recuperar la calle y no puedo estar más de acuerdo, pero no se trata de una recuperación idealizada, de llenarla de pancartas, manifestaciones y reivindicaciones varias, sino de volver a escuchar a la calle, y no sólo a los nuestros, o a quienes defienden nuestra ficción. De un tiempo a esta parte me cuestiono a diario esta realidad en la que vivo. Me cuestiono mis verdades, aunque siga creyendo en ellas y las siga defendiendo, pero empiezo a asumir que hay otras realidades, otras verdades. Sin embargo, poner en cuestión mi realidad no significa aceptar la ficción de los demás, por eso, día a día estoy radicalizando mis exigencias, aunque alguien pueda creer que es al contrario.
 
Y es que he llegado a la conclusión de que no quiero una realidad que me supere y me sorprenda, lo que quiero es entender la que me ha tocado vivir. Quiero saber en que acierto y en que yerro con mis reflexiones y pensamientos. Quiero saber cuales son las realidades de quienes conviven conmigo, de quienes luchan conmigo. Quiero saber si los que pensamos igual pensamos lo mismo. Pero sobre todo, quiero saber cuantos somos los que pensamos de una u otra forma. Quiero salir de mis grupos de confort. Quiero en definitiva, espacios para debatir sobre la realidad, aunque cada uno lo haga desde su ficción. Lo contrario solo nos llevará a una endogamia ideológica cada día más reducida. Quedarán sólo aquellos que compartan su ficción. Serán los más puros, pero serán solo ellos.
 

De tiorras feas y participación política

Irantzu Varela – Alternatibaren Mahai Feminista

Un señor mayor, feo y facha se ha considerado legitimado para preguntarse en un periódico “¿por qué las tiorras separatistas de Bildu y las CUP han de ser tan feas”?

Obviando que es una generalización arbitraria -doy fe de que ese señor no nos conoce a todas las “tiorras independentistas”, al menos a las de Bildu-, me preocupa y me enfada asumir que su atrevimiento no es ni raro ni sorprendente.

Este señor ha tenido la osadía de escribir en público lo que muchos dicen, piensan y jalean en privado -o no tanto-: que las mujeres que no somos como dios (o el patriarcado) manda, no molamos.

Este sistema de dominación patriarcal en el que vivimos y que reproducimos, nos ha ido dando a las mujeres, pequeñas limosnas de libertad con el paso de los años. Se nos ha ido dejando votar, conducir, trabajar, divorciarnos y tener una cuenta corriente. Se nos sigue matando, violando y discriminando, ante la indignación e indiferencia general. Eso sí, cada vez hay más gente a la que le parece fatal. Tomar medidas concretas o relacionar los comportamientos machistas más sutiles con la posición de las mujeres en la sociedad, eso ya es otra cosa.

Pero hay una esclavitud de la que a las mujeres no nos van a dejar librarnos, porque el sistema está cimentado sobre ella, la de estar en nuestro sitio, cumplir nuestro papel, hacer lo que se espera de nosotras: satisfacer necesidades y deseos ajenos. Cuidar y adornar. Sonreír y callar.

Nuestro espacio es lo privado, nuestra función es gustar y complacer, y los temas importantes son los de los hombres, aunque sólo sean la mitad de la gente.

Y todas las mujeres que tengan el atrevimiento de no hacer una cosa o la otra, serán castigadas. Aquí no apedreamos, ni azotamos, ni se nos obliga a taparnos. Aquí, a las mujeres que cometemos la osadía de movernos en el espacio público como si fuera el nuestro, de participar en política como si fuera nuestro derecho, se nos llama gordas, feas, flacas o viejas. Se habla de nuestro peinado, de nuestra ropa y de nuestro cuerpo.

Porque las mujeres que osamos participar en política estamos desobedeciendo. Porque en este sistema masculino, masculinizado y machista, no sorprende ver sólo hombres en los espacios de decisión y representación, no chocan las listas en las que sólo hay corbatas o barbas, pero chirría cualquier mujer que haga esas cosas que una mujer no debería hacer: negociar, protestar, luchar, hablar en cualquier foro, opinar sobre cualquier tema, defender su criterio, considerar sus intereses tan importantes como los del resto.

Las que hacen eso descolocan, incomodan, resultan desagradables. Porque las que hacemos eso estamos desafiando -a veces sin pretenderlo- el mandato en el que se basa el orden patriarcal: los hombres mandan y tienen necesidades, nosotras obedecemos y les satisfacemos.

Suena burdo, anticuado y superado, pero no lo es. Las esclavitudes que las mujeres hemos ido superando en los último siglos, gracias siempre a todas las que se han rebelado, han ido mejorando nuestras condiciones de vida y nuestra posición en la sociedad, pero no han supuesto, ni mucho menos, que abandonemos nuestra posición de subordinación. Y nuestra subordinación es la satisfacción.

Satisfacer cuidando y satisfacer gustando. El espacio que se nos impone es el privado, porque ese es el marco en el que debemos ejercer la imposición del cuidado. La condición que se nos impone es la belleza. Un concepto prefijado, irreal, arbitrario y premeditadamente inhumano -por inalcanzable- de la belleza. Casi nadie responde a ese modelo, pero no es lo mismo no hacerlo siendo una mujer. La belleza en los hombres es un atributo, y para las mujeres es un mandato.

Así, para una mujer, irrumpir en la esfera política es desobedecer al mandato de permanecer en lo privado, y nadie le va a perdonar desobedecer también al de cumplir con el mandato de la belleza.

Así, para una mujer, pretender participar en política es exponerse a que su cuerpo, su cara, su sexualidad, su ropa, su peinado, pasen a ser propiedad pública, como si fueran de todos, y todos pudieran reírse y opinar y humillar, cuando no cumplan con los cánones impuestos, aunque los que se ríen no se acerquen a ellos ni de lejos.

Así, para una mujer, ejercer el derecho a luchar por lo que considera justo es permitir que los hombres que tiene enfrente, pero también los que tiene al lado, la consideren una oponente o una aliada de segunda, se fijen más en sus tetas que en su discurso, le den menos importancia a sus propuestas que a su pelo.

El problema es que cuando estas cosas las dice un señor mayor, feo y facha, sólo le jalean los machistas radicales que, como dice Jule Goikotxea, son pocos y aburridos.

Pero, ¿qué hacemos cuando los que no nos ven como compañeras e iguales, sino como intrusas y cuerpos, son los nuestros…?

Publicado en Rebelión y Naiz

Hasta el coño

Cristina Bereciartua – Alternatiba

Estamos hasta el coño, de que creáis que somos vuestras, que nuestros cuerpos os pertenecen, que somos una cosa más o menos bonita, que vaga por el mundo con el único objetivo de saciar vuestras necesidades sexuales, de aupar vuestros egos, de cuidaros y de saciar vuestras necesidades logísticas. De que penséis que cuando vamos por la calle tenemos la obligación, no solo de aguantar las ordinarieces que nos decís, o gritáis, sino que además tenemos que aceptarlas de buen grado, sonriendo o agradeciendo, el que hayáis tenido el detalle de fijaros en nuestra existencia, en nuestro vagar por el mundo. Porque no, no nos gusta que nos chillen en la calle y, no, tampoco nos importa vuestra opinión sobre nuestro cuerpo, nuestra actitud por la vida o nuestra forma de vestir. No queremos ni necesitamos vuestra aprobación.

Estamos hasta el coño, de que hagamos lo que hagamos se nos juzgue por nuestro físico y por nuestras relaciones personales. Da igual si somos deportistas, periodistas, políticas, presentadoras o astronautas. Lo que importa es si tenemos novio (Carolina Marín campeona del mundo de bádminton hasta se ha echado novio”); si podemos sobrevivir o no sin maquillaje y sin nuestras parejas (pregunta realizada a seis mujeres astronautas); si somos guapas o feas, si vestimos bien o mal (solo hay que ver la retahíla de insultos vertidos sobre Anna Gabriel).

Estamos hasta el coño, de los graciosos, de los que sueltan sus chistes machistas y esperan que aguantes, no solo sin quejarte, sino riéndoles la gracia. De los que se permiten en un comercio poner un cartel del tipo “las señoras que manoseen la fruta serán sometidas al mismo tratamiento por parte del frutero”.

Estamos hasta el coño, de que intentéis intimidarnos, en la calle, en el trabajo, en casa… Creéis que el mundo es vuestro, el espacio público os pertenece, por eso podéis insultarnos o humillarnos públicamente en las redes sociales, medios de comunicación, en la oficina o en plena calle. De esta forma queréis demostrar que el hecho de que participemos en algunos espacios es una concesión que nos hacéis para que juguemos a ser personas, con vuestras reglas, pero que como no comulguemos con lo que vosotros queréis, seréis implacables, el escarnio público será de la suficiente magnitud para que el resto de mujeres tomemos nota y sepamos hasta dónde nos dejáis jugar.

Estamos hasta el coño, de vuestra violencia, de la continua violencia a la que nos vemos sometidas. De que nos gritéis, nos toquéis sin nuestro consentimiento, de que nos levantéis la mano para asustarnos, de que nos violéis, de que nos peguéis y de que nos matéis. No hemos hecho más que arrancar el año y ya hay 2 mujeres asesinadas, en una semana, la primera del año, ya habéis matado a dos de las nuestras. Encima os atrevéis a culparnos “no denunciaron”, “volvió con él”, “retiró la denuncia”…

Pero, estad seguros, de que esto acabará. Cada vez somos más quienes luchamos por conquistar los derechos que nos corresponden y lo conseguiremos. No va a ser este año, ni el que viene, es una lucha que será larga, pero idos preparando. Porque no os vamos a permitir, ni a los graciosetes que legitiman y sustentan con sus actitudes el sistema; ni a los maleducados que nos gritan, nos ningunean, nos cuestionan y nos humillan; ni a quienes pretendéis dejarnos fuera de los espacios de poder, de los espacios de decisión, de la vida pública, de la calle, de los medios de comunicación, de la política, de la ciencia, del arte, de la cultura; ni a los violentos que nos tocan sin permiso, que nos violan, que nos amenazan, que nos pegan y que nos matan; a ninguno, que sigáis campando a vuestras anchas.

Y desde aquí os dedico mi versión: “y como bien cantaba Kontuz hi, en los conciertos que daba por aquí: machista, los días que te quedan son una cuenta atrás.

CUP-CC: Lección de coherencia, responsabilidad y credibilidad

Toni Ramos – Alternatiba

Tras la decisión de la CUP-CC de no colaborar en que Artur Mas sea President, la formación independentista y anticapitalista ha recibido duras críticas por haber preferido ir a las elecciones en marzo en lugar de investirle y así desencallar el Procés. Pero no es la CUP-CC quien va a obligar a unas nuevas elecciones, sino la obstinación de CDC en que sea Mas el President de la Generalitat. No nos engañemos, Mas y CDC no son garantía de independencia, y mucho menos de democracia y soberanía para el pueblo catalán, sólo garantizan beneficios para la burguesía, perjuicio para la clase trabajadora, recortes, privatizaciones y corrupción.

Independencia: CDC contribuyó en la redacción de la Constitución Española y la defendió a ultranza durante casi 40 años, años en los que CiU participó y/o facilitó el gobierno a presidentes como Felipe González y Jose María Aznar. Además, cabe recordar la reunión traicionera de Mas con Zapatero para amputar un Estatut aprobado por la mayoría del Parlament y refrendado por las y los catalanes.

Corrupción: La coalición de derechas también se ha visto envuelta en casos de corrupción tales como el “Caso Pujol”, el “Caso CARIC”, el “Caso Adigsa”, el “Caso Innova”, el caso del Palau de la Música y FERROVIAL, y otros muchos, algunos de ellos con sentencias condenatorias y otros pendientes de sentencia.

Recortes: En los últimos años de Artur Mas al frente de la Generalitat, su gobierno ha reducido presupuestos para gastos sociales y ha puesto en marcha planes de privatización de sectores estratégicos. Y lo ha hecho de tal forma que no hay ni un solo gobierno en Europa que haya recortado tanto en tan poco tiempo.

Pero llega un momento en que en Catalunya emerge el hartazgo de una gran masa social que reclama democracia y derechos, y que ve como única solución la secesión del Principat con respecto al Reino de España. El creciente sentimiento independentista se plasma en la manifestación del 11 de septiembre de 2012, cuando se inundan las calles de Barcelona reclamando independencia y pidiendo que se abra un proceso constituyente que culmine en una república catalana.

Entonces Artur Mas y CDC pasan de defender con uñas y dientes la Constitución a convertirse en abanderados del independentismo, aunque siempre dejando la puerta abierta a la negociación con Madrid. Este giro no se da en su fe cristiana por el neoliberalismo o en la apuesta por los recortes y las privatizaciones, sino exclusivamente en su visión de la relación entre Catalunya y España. Y no fue la voz del pueblo catalán lo que le hizo cambiar, sino más bien la pérdida de poder. CiU preveía una debacle y Artur Mas necesitaba agarrarse a algo que hiciera olvidar las privatizaciones y los recortes, y que, a su vez, le impulsara hacia la popularidad que había perdido.

Entre un referéndum no vinculante, dobles discursos acerca de la independencia y la ruptura con Unió, Artur Mas se las apañó para presentarse ante el pueblo como valedor de la independencia de Catalunya. Incluso cedió a situarse en el cuarto puesto de una lista electoral bajo la condición de ser investido President de la Generalitat. La ANC, Omnium Cultural, la AMI y ERC (entre otros), consintieron a las pretensiones de liderazgo de Mas, pero no lo hizo el otro gran agente político independentista, la CUP-CC, que veía a Mas y a CDC como la antítesis en sus planteamientos anticapitalistas, feministas y democráticos. Para ellas y ellos la imagen de la ruptura con España no puede ser la misma que ha defendido la Constitución Española con ahínco, de quien ha pactado tradicionalmente con gobiernos de la derecha española, de quien está constantemente bajo la sospecha de la corrupción y de quien mediante recortes y privatizaciones ha causado y sigue causando sufrimiento a las clases populares.

La CUP-CC ha hecho caso a las y los catalanes que les dieron su voto el 27S, ha dado la palabra a toda la militancia en asambleas locales y nacionales para decidir entre todas y todos, y ha negado su apoyo a quien no es garante de derechos, libertades e independencia. En definitiva, ha cumplido con su programa, ha sido transparente y democrática, y ha dado una lección de coherencia, responsabilidad y credibilidad.

Vida, cuidados y empleo

Luis Salgado – Alternatiba

En tiempo electoral, quien más quien menos, menta el cambio. Los más lo hacen para referirse al cambio de gobierno, quítate tú y me pongo yo, remarquemos matices y digamos que lo cambiamos todo para que todo siga igual. Los menos hablan de cambiar el Modelo, el Sistema pero lo hacen desde lo sectorial, desde un cambio económico, productivo y/o desarrollista, sin embargo,  pocas, muy pocas, son las que cuestionan realmente las raíces del Sistema depredador en el que vivimos, pocas las verdaderamente radicales por tanto. Y es que si queremos enfrentar al Sistema, si realmente queremos vivir en un mundo diferente, en un mundo más humano es imprescindible cambiar el principal paradigma, se trata de elegir, no de votar, elegir una opción entre la dicotomía presentada; la vida o la economía.

Poner la vida en el centro no es sólo un lema bonito que cómo todos los buenos lemas, la derecha sabrá apropiarse y utilizar cómo ha hecho con la sostenibilidad. Poner la vida en el centro significa que todo, absolutamente todo debe partir del concepto base del mantenimiento de la vida como el máximo valor a preservar. En esa línea, desde un planteamiento de defensa de la vida como el recurso máximo, el cuidado de la misma debiera ser apreciado y valorado desde lo social, desde lo económico, e incluso desde lo productivo. No podemos, ni nos podemos permitir dejar el cuidado en manos de la familia, en manos de la voluntariedad y el amor, ese amor idealizado que sostiene al Sistema más injusto, asesino y cruel cómo es el Patriarcado.
 
Vivimos en un mundo en el que tiene mayor reconocimiento un hombre, blanco, de mediana edad, poseedor de un holding armamentístico cuya fortuna se basa en la destrucción, la guerra y el asesinato que esa mujer que cuida a sus hijos, a los hijos y al padre del empresario asesino. Y no sólo es una cuestión de dinero, es también y sobre todo de reconocimiento social, o acaso en la última conversación de tu cuadrilla no has notado como a ese ingeniero que viaja a China, a Emiratos Árabes, a Arabia Saudí para vender sus productos industriales, todo el mundo le mira con cierta admiración y envidia, mientras que a su pareja, que cuida de sus hijos, de su hogar y trabaja como auxiliar en una residencia nadie le presta atención.
 
Los cuidados se han enmarcado desde la antigüedad dentro del ámbito doméstico, han recaído en la familia, e históricamente en la mujer, si bien es cierto que hasta la llegada del cristianismo a Europa, tanto en la República Romana como en los primeros siglos del Imperio, y aún con la existencia de un modelo familiar totalmente patriarcal, el espacio ocupado por las mujeres sí contaba con un cierto reconocimiento social, de forma que no es difícil encontrar mujeres relevantes en la sociedad romana. Con la llegada del cristianismo y la caída del Imperio la degradación de la mujer y sus labores serán constantes, los cuidados serán literalmente relegados a ese espacio íntimo, enclaustrando y menospreciando esas labores básicas para el mantenimiento de la vida y encarcelando con ellos a la mujer.
 
A partir de la II Guerra Mundial la mujer empieza ha recuperar pequeños espacios sociales, pero lo hacen ocupando los huecos dejados por los hombres que van al frente y que obligan al sistema productivo a buscar mano de obra femenina para dichos huecos. Sin embargo, terminada la guerra una nueva ofensiva patriarcal en todo el mundo occidental intenta volver a encerrar a la mujer en casa, y así, los cincuenta se llenan de mujeres modelo, amas de casa perfectas, abnegadas, silenciosas que lo inundan todo, con una industria televisiva en auge que adoctrina con sus anuncios, sus series, sus films, pero se había abierto una grieta y por ella, con grandes luchas las mujeres irán abriéndose paso en el mundo masculino de la producción, de la política, de la gestión.
 
Sin embargo, si es cierto que la mujer ha logrado, con mayor o menor incidencia entrar en el mundo hermético del patriarcado, lo que no ha cambiado ha sido el menosprecio por los trabajos reproductivos. Éstos siguen recayendo mayoritariamente en las mismas mujeres que ahora, además, desarrollan trabajos fuera del hogar, lo que, como efecto colateral provoca problemas para el mantenimiento de la vida, para el cuidado del productor, productora, de la prole y de las personas mayores. Para dar una solución a esos problemas al Sistema no le queda otro remedio que crear empleos en el ámbito reproductivo, empleos que nuevamente recaerán sobre las mujeres, empleos con peores condiciones laborales que sus homólogos productivos, con peores salarios, con peores horarios, con peores regulaciones, y sobre todo, subsidiarios de los empleos productivos, esto es, si la economía productiva se resiente por una crisis, los primeros puestos que desaparecerán serán los de los trabajos reproductivos. Esto se ha podido ver claramente estos últimos años al observar como, con la excusa de la crisis económica, los gobiernos han comenzado a legislar para que estos cuidados regresen al hogar, a la familia y con ello nuevamente a las espaldas de las mujeres, ya que son estas, las que al trabajar en un sector en declive y con peores condiciones que el del hombre, tienden a abandonar el mercado laboral para hacerse cargo de esos cuidados que el Estado ya no cubre.
 
Con todo esto, pensemos. Han sido muchos siglos poniendo en valor el productivismo, la producción de bienes de consumo, de armamento, de maquinaria, al tiempo que el hecho fundamental e imprescindible que es la vida y el cuidado de la misma quedaba relegado a un segundo plano, oculto tras puertas y candados. ¿No os chirría que sea más importante producir que vivir? De hecho ¿Creéis que se puede producir sin estar vivo? Entonces ¿por qué permitímos que nuestra vida gire en torno a nuestra capacidad de producir, y no pensamos que es la producción la que tiene que estar direccionada hacia la vida? Yo os responderé, porque esa es la verdadera revolución que nos hará libres, nos hará iguales, y nos hará seres vivos y no un virus que acabe con todo. Esa es la verdadera Cábala. ¿Podemos reformar éste Sistema Capitalista Patriarcal? No, la única solución es acabar con él para que pueda surgir la VIDA de nuevo.
 

El timo

Luis Salgado – Alternatiba

Creo que mi pasión por el timo y los timadores viene de lejos, probablemente de cuando visioné por primera vez “El golpe”, ese PELICULÓN con mayúsculas y BSO inolvidable que interpretaron al alimón dos actores inconmensurables. Robert Redford y Paul Newman viven una aventura de tahúres en la Chicago de la Gran Depresión. Película que, por otra parte, se filmó el año de mi nacimiento. Sea como fuere lo cierto es que siempre me ha atraído el noble arte del timador. Porque en el timo, al contrario del robo o del hurto donde quién lo comete es el único agente activo en la ecuación, la participación y colaboración del timado es imprescindible. La persona víctima de un timo es un timador en potencia, y en ello se basa toda la técnica, en hacer ver a la víctima que ella es la victimaria.

El timo pone de manifiesto una verdad incómoda, que todos, o una gran mayoría estamos dispuestos a sacar beneficio de la bondad, de la ingenuidad de nuestros congéneres. Pone en cuestión por tanto nuestra benevolencia. Y esto no es baladí porque en sí mismo responde a muchas cuestiones que nos hacemos habitualmente en bares, tabernas y demás universidades filosóficas. Explica cómo es posible que alguien a quien están robando todos los días desde el poder no se rebele contra el mismo, quizás porque en el fondo de su mente confía en que algún día él mismo sea poseedor o beneficiado de ese poder. En realidad, quizás lo que ocurre es que el que apoya y defiende a un régimen corrupto es porque cree que él saca un beneficio de esa corrupción, o que al menos en un futuro próximo podrá sacar ese beneficio.

Éste también puede ser el motivo del porqué cuando unas políticas sociales fuertes, decididas y revolucionarias logran avanzar en la consecución de una mayor igualdad social, cuando las clases medias comienzan a ser una realidad, son éstas las que se lanzan en brazos del capitalismo más salvaje en la creencia de que, una vez abandonada la pobreza todo camino es ascendente y por ello creen al timador liberal cuando les dice que únicamente con su esfuerzo y liberados del yugo del control estatal podrán seguir medrando y de esa forma, convencidos de ser victimarios se convierten mayoritariamente en timados para regresar al punto de partida, a la pobreza, a la plebe, a la nimiedad.

Hubo un tiempo no tan lejano que cuando alguien era timado él mismo era juzgado por ser parte esencial en la elaboración del timo, y, sobre todo, por demostrar su intención real de ejecutar un timo. Quizá no estaría de más recuperar esa visión, y no centrarnos tanto en quién realiza el timo desde el gobierno y empezar a fijarnos también en los miles, cientos de miles de aspirantes a timadores que los mantienen, defienden y jalean.
 

Los chantajistas

Luis Salgado – Alternatiba

Espero tenga a bien disculpar mi atrevimiento Vuecencia, que no interrumpa sus sueños mi diatriba, y sepa de mi humildad, de mi sumisa resignación ante sus eminentes designios que han de marcar mi futuro, mi vida y posición. Usted, oh grande entre los grandes, ha tenido a bien admitir a este pobre incauto en su organización, y seré el último mono, en silencio, viendo pasar mi jornada de ocho horas legales y las que usted tenga a bien ordenar de prórroga. Levantaré con mi sudor su imperio y seré feliz con las migajas. Asumiré con resignación cuando mi presencia no sea ya de su agrado y decida con una graciosa patada liberarse de mi ingrata presencia.

Sepa Vuecencia de mi indignación siempre que escucho, veo o leo críticas a su misericordiosa labor de dar empleo a la plebe necesitada, compuesta mayormente de vagos y maleantes, desagradecidos que hablan de justicia y reparto de riqueza, sin tener en consideración sus desvelos  por ver que los ceros de su cuenta no ascienden tan rápido como usted desearía. Y qué decir de las instituciones públicas, siempre pensando en desangrarle con impuestos que se llevan un 7% de sus escuetos beneficios, y se quejan de que los proteja con el dominio de las artes de elusión y fraude que la Divinidad tuvo a bien otorgarle. A usted, prócer insustituible para esta nuestra comunidad.

Vergüenza ajena siento cuando al político de turno se le ocurre exigirle compromiso alguno a cambio de las míseras ayudas que le otorgan, mientras entregan cientos de euros a pobres que no tienen dónde caerse muertos y que deslucen nuestras ciudades y pueblos. Y se atreven a llamarle chantajista porque busque lo mejor para sus beneficios, y ello le requiera cerrar plantas aquí para abrirlas en otro lugar donde los trabajadores demuestren mayor respeto por usted y donde los políticos sepan su lugar y ofrezcan sus prebendas.  

Pero soy optimista, y espero sinceramente que el TTIP llegue a buen puerto, que los Estados se echen a un lado, y que usted y sus pares gobiernen sin interferencias molestas, sin controles absurdos por parte de eso que llaman Democracia y que no es sino la capacidad de injerencia de una plebe molesta y de sus supuestos derechos, derechos que no son productivos, ni le producen a usted, Oh gran Prócer, ningún beneficio. Usted que se desvive por amasar fortuna ¿Qué ha de importarle un ciento de nuevos parados? ¿Y quién somos los nadie para poner condiciones y exigencias a usted, prelado del Dios Dinero?

El Mundo Imperfecto

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