Su alfombra roja para la Troika

Oskar Matute – Parlamentario de EH Bildu y portavoz de Alternatiba

En 1984, el puente de Deusto se convirtió en el escenario de una batalla que enfrentó a los trabajadores de los astilleros de Euskalduna contra la reconversión a fuego del gobierno de Felipe González. El pueblo trabajador contra la clase dominante, tirachinas contra pistolas. Treinta años después, la misma orilla de la ría de Bilbao que conoció aquel episodio memorable de dignidad obrera, pondrá esta vez paisaje a la vergüenza. Treinta años han pasado, y el gobierno español volverá a sacar a la calle a la policía, convertida como siempre en agencia de seguridad privada para los poderosos.

El 3 de marzo, el gobierno de Mariano Rajoy abrirá las puertas del museo Guggenheim a los mismos banqueros, empresarios y políticos que han perpetrado el mayor robo que han conocido las clases populares de Europa, aquellos que día a día devastan nuestros derechos y nos empobrecen, aquellos que han usurpado la soberanía de los pueblos y han llenado de sangre el mundo entero, los mismos que han hecho de la corrupción un arte y de la democracia una farsa, que han practicado y siguen practicando un expolio sistemático para seguir manteniendo un orden bipolar en el que unos pocos están arriba y la mayoría estamos abajo.

Pasen y vean la nómina de invitados: un Borbón en horas bajas dará la bienvenida; llegarán tijera en mano Rajoy, Guindos, Soria y Urkullu; alfombra roja para Lagarde y su FMI de tradición cleptómana y golpista; Dijsselbloem, Rehn, Gucht y Almunia demostrarán de qué pasta está hecha la doctrina de la austeridad europea; y no faltarán los banqueros y empresarios de la marca España que se duchan con grifo de oro en plena crisis, se llamen González, Isla, Lladó, Sendagorta o Alierta o Sánchez Galán.

Vienen a por todas. A seguir trasvasando millones de euros de las clases populares a los bancos privados para hacernos cobrar una deuda que no es nuestra. Vienen a entregar nuestra sanidad, nuestra educación, nuestras pensiones y nuestras prestaciones sociales a manos privadas. Vienen a arrancarnos de nuestros puestos de trabajo, a sacarnos de nuestras casas a golpe de desahucio bancario, a exigirnos sumisión y obediencia bajo amenaza de carga policial y comisaría, muy propio de un estado policial que otro 3 de marzo asesinó impunemente a cinco trabajadores en Euskal Herria, y que 38 años después pretende acallarnos para que la alta alcurnia pueda seguir diseñando tranquilamente, y ajenos a la realidad de las personas, su estrategia con dirigentes políticos sumisos a sus intereses perversos. Son los mismos que se erigen gobernantes sin que nadie los haya votado. Los mismos que han creado una Unión Europea completamente ajena a las urnas y empeñada en el saqueo de los pueblos del sur del continente. Los mismos que no tienen empacho en modificar en unos pocos días su sagrada Constitución para saciar la voracidad bancaria.

Vamos a decirlo sin tapujos: su existencia es nuestra ruina. Y vamos a decirlo en la calle, esa calle que no se atreven a pisar porque lejos de su despacho encuerado nadie los quiere. Que se vayan, porque no queremos siglas de poder económico y político que no representan a nadie. Que no queremos pagar su deuda, que es su crisis y no la nuestra. Que es el pueblo quien debe controlar a los bancos y no los bancos al pueblo, que los bancos deben regresar al control popular y no a la lógica especulativa de las élites financieras. Que rechazamos su dictadura de clase, su timocracia de cuentas suizas y paraísos fiscales. Que nuestro camino lo decidirán libremente los hombres y las mujeres de Euskal Herria. Que la democracia nace del pueblo y para el pueblo, y que los pueblos de Europa seremos soberanos pese a ellos.

Se lo vamos a decir como pueblo y en la calle, como hicieron las gentes que hace ahora treinta años levantaron sus barricadas en el puente de Deusto para defendernos de los de arriba, y para dejarnos una valiosa lección histórica: si no se cansan de robarnos, no nos cansaremos de luchar.

Publicado en Naiz

Abortaremos vuestra mano de obra barata

Ana Etxarte y Carmen García – Mesa Feminista de Alternatiba

Como insólita fiesta de carnaval se celebra en Bilbao la cumbre económica global. Por la misma desfilarán personajes bien conocidos, todos ellos lobos disfrazados de ovejitas con títulos eufemísticos para sus ponencias como estabilidad, crecimiento, economía… Un sinfín de palabras biensonantes que pretenden disfrazar la cruda realidad: su imposición ilegítima de pobreza y precariedad sobre nuestras vidas; sobre la vida.

No obstante, entre los títulos de las ponencias una palabra se repite más que ninguna: sostenibilidad. Sabemos bien que la única sostenibilidad que se tratará en esta cumbre será la sostenibilidad del sistema capitalista patriarcal. Un sistema cruel y asesino que viene esquilmando el planeta, las vidas humanas y su dignidad desde tiempos inmemoriales.

Porque el capitalismo siempre ha necesitado del patriarcado como sistema de dominación de las mujeres. El patriarcado es la práctica que le permite al capitalismo explotar su base: la fuerza de trabajo. Y todos estos inmundos personajes van a reunirse en Bilbao para invisibilizar y esconder, de nuevo, debajo de la alfombra el trabajo reproductivo llevado a cabo por las mujeres. Lo que estos ladrones de cuello blanco quieren es que el coste de esta reproducción se aproxime a cero, para seguir lucrándose y engordando su acumulación repugnante de capital.

Pero, ¿Qué necesitan para conseguir el anterior objetivo? ¿Qué necesita el capitalismo para seguir devorando mano de obra barata? La respuesta es que necesita mujeres sumisas y dominadas. Necesita una vuelta de tuerca del patriarcado que nos mantenga en casa con la pata quebrada pariendo hijos e hijas que vivan en la precariedad y se vean abocados a aceptar condiciones deplorables de trabajo remunerado.

Bien sabemos también que la iglesia y su santa inquisición siempre han estado muy de acuerdo con promover este sometimiento milenario de las mujeres. La iglesia y la moral católica; ambas le han venido siempre muy bien al sistema porque si en algo son expertos, es en poner en práctica todo tipo de métodos de control social, desde los más brutales como quemarnos en las hogueras, hasta los más sutiles como la imposición de vergüenza y culpa sobre nuestros cuerpos y nuestra sexualidad.

Y aquí vienen el FMI, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, un desfile de empresas transnacionales y, por supuesto, el Gobierno Español con su rey a la cabeza. Todos ellos bien recibidos por el ilustre excelentísimo alcalde devoto de la amatxu de Begoña, para seguir orquestando su terrorífico plan sustentado en la sentencia de la iglesia católica sobre nuestros cuerpos: “parirás con dolor”.

Porque nos quieren devotas, nos quieren calladas, nos quieren pobres, nos quieren malnutridas, nos quieren culpables, nos quieren ignorantes… Nos quieren dominadas, pariendo y cuidando para seguir reproduciendo su fuerza de trabajo.Por eso nos quieren negar el derecho más fundamental a decidir sobre nuestro cuerpo, el derecho fundamental a existir plenamente porque decidimos sobre nosotras mismas, porque están hablando de nuestros cuerpos y de nuestras vidas.

Pues bien carnaval del terror, las auténticas brujas del siglo XXI, feministas de todo tipo y condición, vamos a gritaros bien fuerte a la puerta de vuestro monumento de hipocresía que, como siempre, desobedeceremos y seguiremos abortando: ¡Abortaremos vuestra mano de obra barata!

Insumisión, un grito vigente

Diana Urrea y Ayem Oskoz – Alternatiba

Han pasado 25 años desde que los objetores de conciencia organizados empezaran a poner en práctica la estrategia de desobediencia civil no violenta conocida como insumisión.

¿Qué ha quedado de todo aquello?, ¿Qué enseñanza podemos extraer? Si miramos la situación actual, la que estamos viviendo, aparece una clara. Además del poso antimilitarista que sin duda ha contribuido a consolidar en el ideario colectivo de una parte importante de nuestra sociedad, la insumisión nos recuerda algo fundamental: el derecho a rebelarse ante una ley o una situación injusta, el derecho a decir no, el derecho a la desobediencia civil no violenta.

Si repasamos su historia vemos que nosotras y nosotros, ciudadanas y ciudadanos corrientes podemos y debemos aprender a decir no; podemos y debemos decir basta, podemos y debemos apostar por ser parte activa. Que no podemos resignarnos a ser meros espectadores- sufridores de las decisiones tomadas desde las élites políticas, económicas y militares.

Que nosotras y nosotros, las de abajo y los de abajo, si nos lo creemos, si decidimos ser parte activa podemos cambiar las cosas, podemos acabar con situaciones y leyes injustas.

El movimiento de insumisión, además, nos recuerda que no  todo lo legal es legítimo, que no todo lo legal es justo, que no todo lo legal es democrático… Y, por eso podemos  y debemos levantarnos, alzar nuestras voces frente a leyes o situaciones injustas. Rescatar la democracia con mayúsculas, recuperar el sentido del poder del pueblo, de la participación comprometida, de la exigencia de responsabilidades. Y hacerlo, al mismo tiempo, desde la desobediencia civil no violenta, desde la radicalidad democrática, asumiendo las consecuencias como mejor forma de poner en evidencia lo injusto del sistema, como mejor forma de poner en evidencia sus contradicciones, como mejor forma de ir ganando mayorías sociales.

Cuando se puso en práctica, ahora hace veinticinco años, la estrategia insumisa ante la entonces nueva ley de objeción de conciencia y el servicio militar obligatorio, parecía una locura. Ningún partido con representación parlamentaria, ningún partido de la izquierda, apoyaba la idea. Solo desde la sociedad civil, desde el movimiento de objeción de conciencia se apoyaba. Los jóvenes que entonces optaban por esta estrategia de desobediencia solamente contaban con sus propias convicciones de lucha por una sociedad desmilitarizada, contra toda forma de dominación, contra el machismo, la sumisión, contra la guerra preventiva, la política de dominación militar de los pueblos, la resolución armada y violenta de los conflictos, la carrera armamentística, la industria y el gasto militar; contra todo aquello que tan bien representan los ejércitos y, en aquel momento, la Mili. Y lo hacían desde la no violencia, asumiendo las consecuencias de sus acciones, soportando las penas que les fueran impuestas, o los golpes que les fueran dados sin responder. Dejando así siempre en evidencia a quienes les reprimían, les juzgaban, les encarcelaban, y ganándose cada  día  a una parte mayor de la sociedad. Utilizando formas de protesta transgresoras, diferentes, llenas de ironía, vitalismo y, casi siempre, buen humor. También ahí mostraron un camino diferente.

Cabe destacar también la forma de lucha colectiva, rompiendo moldes, dejando claro que las decisiones se tomaban entre todas y todos de manera colectiva, pero que, teniendo en cuenta a lo que nos enfrentábamos (penas de prisión) había que respetar siempre las decisiones individuales.

25 años han pasado, miramos a nuestro alrededor y vemos como en plena crisis sistémica se siguen dilapidando miles de millones de euros en gastos militares, mientras se recortan o suprimen derechos básicos; cómo se sigue tratando a las mujeres, cómo se sigue viendo al diferente como enemigo, cómo se lamina al diferente, o cómo cuando nace un niño o niña en este nuestro planeta recibe como herencia 15 condenas de muerte (que es la capacidad armamentística que existe de destruir el planeta en el que vivimos) en lugar de recibir el derecho a la satisfacción de sus necesidades básicas, a una vivienda digna, a la cultura y educación, a su desarrollo como persona.

Por eso, y recordando a quienes emprendieron el camino, pensamos que hay más razones que nunca, o tantas como ha habido siempre, para seguir gritando… ¡INSUMISIÓN!

Este artículo ha sido publicado en Ahotsa.info

Leer tambíen: Mariano Gómez: «La insumisión fue una locura maravillosa» (Herrikolore)

Delincuentes de la Troika en Bilbo

Ana Etxarte – Alternatiba

El Partido Popular, en la habitual cantinela de los partidos de derechas, intenta poner en práctica una estrategia de alarma social con la inseguridad ciudadana, exagerando su relevancia, jugando con el miedo de la ciudadanía, e intentando ampliar el espacio para la lógica policial y represiva. Desde esta óptica seha presentado una moción para establecer en Bilbo, de manera urgente, un Plan Integral de Seguridad Ciudadana que ponga freno a esta supuesta situación.

Pues fíjense que por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con el Partido Popular en dos de las aseveraciones que hace en su moción. En primer lugar, no me cabe la más mínima duda de que en Bilbo operan bandas organizadas cuyo objetivo es delinquir. En segundo lugar, veo más que necesario que se formule un plan de seguridad humana para enfrentar esta situación.

Por supuesto, hasta ahí llegan las coincidencias, ya que el concepto de seguridad que maneja el PP y el concepto de seguridad humana que aquí se propone (aceptado, por otra parte, por las Naciones Unidas), son muy diferentes. Así, el concepto de seguridad humana hace referencia a que esta solo se obtiene cuando se garantiza la capacidad de cada cual para ganarse la vida, satisfacer sus necesidades básicas, valerse por sí mismo y participar en la comunidad de forma libre y segura.

Desde estas claves, cada vez es mayor el clamor, también en Bilbo, de que la inseguridad ciudadana no es sino una de las consecuencias de la inseguridad humana generada por un sistema injusto y suicida, comandado por una delincuencia organizada y poderosa. Estos son los verdaderos ladrones que deberíamos perseguir y detener, a estos deberíamos dirigir nuestro foco y nuestras prioridades. Son los ladrones de cuello blanco, que no están entre rejas sino dirigiendo grandes empresas, especulando con nuestros derechos y mercantilizando nuestras vidas; que no son públicamente reprobados y denostados, sino puestos como ejemplos a seguir; que no son enfrentados desde las instituciones, sino que reciben apoyos y componendas de estas, desde un enfoque lacayo y servil.

Son estos los culpables de la inseguridad: los corruptos, los grandes capitalistas y sus servidores. En definitiva, quienes utilizan lo público como vía de maximización de sus beneficios sin importarles nada los derechos de las mayorías. Precisamente frente a ellos debería formularse un Plan de Seguridad Humana, porque lo que hacen, lo que se les permite hacer, atenta contra la seguridad de todas y todos.

Por ello desde EHBildu hemos propuesto que el primer punto de ese Plan de Seguridad Humana sea precisamente la suspensión de la Cumbre Económica prevista para el 3 y 4 de marzo en Bilbo, y a la que asistirán, con el completo apoyo del Gobierno municipal, el FMI, la Unión Europea, el Ministerio de Economía español y grandes empresas como Telefónica, BBVA e Iberdrola. Aunque el objetivo oficial es el de analizar nuevas perspectivas para salir de la crisis, no se dejen engañar, su única meta es analizar cómo seguir exprimiéndonos con más austeridad y más mercado, para seguir viviendo a nuestra costa.

Sin duda alguna, este tipo de actos y esta casta, actúan contra nuestra seguridad humana, y por ello, no los queremos en Bilbo. Tampoco me cabe la menor duda de que asistirán un buen número de delincuentes organizados, por lo que deberíamos actuar rápidamente desde el Consistorio. Con los delincuentes, nunca se sabe… Quizás estos no roben carteras por la calle, pero hay que andarse con ojo, porque robar, roban; pero al por mayor, como trileros de primera división.

Por ello, por nuestras vidas, por nuestra seguridad, iremos a protestar y a decirles que no les queremos aquí. ¡Fuera la Troika y fuera los capitalistas!

Un pueblo espera en el desierto

Ayem Oskoz – Alternatiba

El pasado 29 y 30 de diciembre desde Alternatiba, y dentro de una amplia representación de personas jóvenes del Estado español, acudimos al congreso de la Unión de Jóvenes Saharauis, (UJSARIO) celebrado en los campamentos de refugiados de Tinduf. Allí pudimos conocer en persona la realidad que vive un pueblo expulsado, y escuchar de primera mano la situación de represión y la constante violación de los derechos humanos que se vive en los territorios ocupados.

Desde Alternatiba entendemos y somos conscientes del grave problema que se vive en el Sahara Occidental; un problema político derivado del abandono de las obligaciones que Naciones Unidas exigió cumplir al Gobierno de España. Pero también, una secuela consecuencia de la posterior invasión por parte de Marruecos y Mauritania de una tierra que nunca les perteneció como ya sentenció el Tribunal de la Haya en 1975, y que todavía hoy, Marruecos sigue ocupando ilegalmente a base de represión, detenciones y asesinatos de personas de origen saharaui.

Ante esta situación, la juventud saharaui pidió a la delegación que acudió a este congreso un mayor compromiso con la población saharaui que se encuentra en los territorios ocupados, para a través de nuestros gobiernos poder exigir al Consejo de Seguridad de la ONU que dote de poderes a la misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO), así como para la supervisión de la violación de los derechos humanos que se dan en el territorio y que aunque lleva desplegada en la zona desde 1991, nunca lo ha hecho.

Por otra parte, Marruecos y distintos países europeos, entre ellos España, así también Estados Unidos explotan de forma ilegal recursos naturales pertenecientes al Sahara Occidental, como son la pesca y los fosfatos. Este expolio es claramente denunciable ya que se trata de un país pendiente de descolonización, donde no se puede extraer ningún recurso natural sin el consentimiento de sus habitantes, algo que por supuesto no se ha autorizado desde el pueblo saharaui. En otras palabras, son un pueblo que no goza de ningún beneficio sobre sus propios recursos, y que por supuesto, no ha dado su autorización para que transnacionales extranjeras esquilmen su país.

Por eso, en el congreso celebrado en el exilio, se nos pedía que tomáramos conciencia de esta situación y trasladáramos a las y los jóvenes de Euskal Herria esta realidad para que en la medida de nuestras posibilidades, a partir de ahora, actuemos en consecuencia, como por ejemplo, dejando de consumir productos extraídos ilegalmente de las aguas saharauis como es el atún.    

Para finalizar, y a modo de conclusión, decir que esta es la enésima herida sin cerrar de la mal llamada transición española, y probablemente, una de las menos conocidas para las generaciones más jóvenes en la actualidad. Por ello, nos corresponde a la juventud que hemos tenido la oportunidad de participar en dicho congreso que esta ocupación ilegal sucedida en el año 1975 no caiga en el olvido; cada una de nosotras y nosotros debemos transformarnos en un oasis que recupere la memoria histórica de lo que ha sucedido y aún sucede en el Sahara Occidental. En ese sentido, desde la UJSARIO se mostraron muy agradecidos con el trabajo de la Universidad del País Vasco, el Instituto Hegoa y Euskal Fondoa, que con financiación de la Diputación Foral de Gipuzkoa y Ayuntamiento de Donostia, llevaron a cabo el pasado junio la exhumación de cadáveres mediante la cual, por primera vez, se obtuvieron pruebas fehacientes y tangibles del genocidio sucedido contra la población saharaui.

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¿Podemos?

Nuevo artículo de Luis Salgado en su blog «El mundo imperfecto»
 
“Lo único peor que el que se hable de uno, es que no se hable de uno” Utilizando esta máxima de Oscar Wilde para enmarcar el eco mediático que está alcanzando la iniciativa lanzada por Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, uno podría decir que Podemos tiene el camino abierto hacia el estrellato. Todo el mundo habla de ellos, bien o mal, pero están en boca de toda la ciudadanía. La gira Ahora Podemos llena salas para escuchar, y esto es lo sorprendente, ¡conferencias políticas! De pronto, miles de personas que parecían no querer saber nada de la política son capaces de entablar una discusión en un bar sobre nacionalización de las empresas energéticas, sobre los derechos, sobre la izquierda y la derecha.
 
Pablo Iglesias ha sabido importar el modelo político del socialismo del siglo XXI sudamericano adaptándolo a la realidad sudeuropea o norteafricana, según lo vean. Eso que los políticos patrios, los de alfombra y poltrona, denigran llamándolo populismo no es sino utilizar lenguaje llano para hablar a gente llana, llegar hasta la gente a través de los medios que la gente utiliza, y en eso, está claro que el Sr. Pablo Iglesias está demostrando ser un experto. Algo que por el contrario, los izquierdistas clásicos no hemos sabido utilizar, o lo que es peor, nos negamos a utilizar, ya que parece que estuviéramos desprestigiando nuestro alto ideario. Por cierto, por unos motivos similares la iglesia mantuvo hasta tiempo reciente eso de oficiar las misas en Latín.
 
Pablo Iglesias, ese profesor progre, de izquierdas y pelo largo que caía bien a todo el mundo, al menos a todo el mundo de la izquierda, pero también a amplios sectores populares establecidos en el desencanto y el abstencionismo político, se ha embarcado en un proyecto político que sinceramente me provoca serias dudas, aunque por lo que veo, a muchos otros lo que les provoca es zozobra al ver que pueden perder su txiringo, y así, de un tiempo a esta parte las loas y alabanzas se han convertido en críticas feroces. Y como siempre ocurre en estos casos, la izquierda mayoritaria (dentro de la izquierda fragmentada, se entiende) apela a la unidad, al voto útil, aunque muchos dudemos de la utilidad, no del voto, sino de esa izquierda. Y por supuesto, apela a la unidad dentro de sus parámetros y reglas, sin negociación.
 
Reconozco que tengo interés en saber como terminará este sainete, y también reconozco que una parte de mí desea que ese Podemos sea lo que parece querer ser, porque quizás, si ese proyecto tuviese recorrido podría ser la oportunidad para que las otras izquierdas, las periféricas, a las que la izquierda estatal siempre ha denostado y vilipendiado tuviéramos un interlocutor válido, un aliado con el que hacer un camino común como clase, desde el respeto y la visión internacionalista de la lucha.
 
Podemos es una incógnita. Tratar de adivinar lo que su irrupción puede provocar, una quimera. Sin embargo, si algo hay que agradecer a su aparición, es que por fin parece que allende el Ebro algo más que el futbol mueve a las personas. Por ello, desde EH les doy mi más calurosa bienvenida, desde un optimista excepticismo, confiando en que podamos, podamos encontrarnos en el mismo lado de la barricada, aunque sea desde siglas diferentes. Somos una misma clase, aunque seamos pueblos diferentes. 

Adiós a Miguel Romero, histórico militante antifranquista y revolucionario

Hoy nos ha dejado Miguel Romero, histórico militante antifranquista y revolucionario a quien conocíamos como el Moro. Durante sus últimos años, ha luchado contra el cáncer sin abandonar el compromiso político y continuando al frente de la revista Viento Sur, una publicación imprescindible como referencia política e intelectual para quienes soñamos con cambiar el mundo a la izquierda de la izquierda. Miguel Romero fue también un amigo de Euskal Herria, defendió una solución justa para el conflicto político vasco, y mantuvo una estrecha relación con sus antiguos compañeros de LKI. Gracias por la valentía y por el ejemplo. Agur eta ohore, Moro.

De pancartas, jueces y ministros

Asier Vega – Alternatiba

Más alto quizá, más claro imposible, más voces… todo se andará. La reivindicación por la paz y los derechos humanos que llenó las calles de Bilbao el pasado 11 de enero fue la más numerosa que se recuerda en estas latitudes, aunque lamentablemente, el mérito de la convocatoria es compartido. Y es que ha contado con la inestimable ayuda de un régimen político que en su huida sin freno hacia el estado de excepción, está logrando lo que muchos agentes sociales han soñado pero no han conseguido en las últimas décadas: lanzar a más y más gentes a las calles para reclamar derechos y dignidad; desde Euskal Herria hasta los Països Catalans, pasando por las miles de plazas a rebosar para denunciar recortes, desmanes y ataques como el de la reforma del aborto, por citar el último y uno de los más graves, habida cuenta de que atenta contra la mitad de la población.

De regreso a Euskal Herria, cabe recordar que cada año, el primer o segundo sábado de enero, colectivos que defienden los derechos de las personas presas convocan una manifestación que saca a la calle a decenas de miles de personas. Ya se hacía antes del cese de la actividad armada de ETA- curiosamente, entonces no se ilegalizaban estas convocatorias- y se han seguido realizando a posteriori. Más allá de las falacias de los acólitos de la herencia franquista, estas manifestaciones han tenido un objetivo bastante más elemental, y menos diabólico, que lo que han tratado de vender: exigir el fin de la dispersión que castiga e incluso mata a familiares y allegados de las personas presas; la excarcelación de personas gravemente enfermas o incurables; y el fin de medidas sin base legal para alargar las condenas.

En resumen, que se acabe la política penitenciaria punitiva y de excepción que se viene imponiendo a las y los presos vascos desde los sucesivos gobiernos españoles. Habrá quienes desde el odio, más o menos comprensible según sean víctimas o traficantes del dolor de las mismas, insistan en confundir justicia con venganza, pero lo único innegable es que la sociedad vasca reclama la restitución de derechos, la resolución definitiva del conflicto y la paz. Euskal Herria habla claro, por más que no exista interlocutor.

Cuando el juez Velasco decidió prohibir la manifestación del sábado, tuvo un único logro y el dudoso –para el régimen español al menos- mérito de lograr reunir tras la misma pancarta a los partidos que conformamos EHBildu y al PNV, junto a los sindicatos ELA y LAB. Es curioso, cuando no cómico, comprobar como cada paso del Gobierno del Reino español fortalece a quienes dice combatir. Hay quien se apresura a ver, y teme, un pacto nacionalista donde en realidad tan solo hay un ejercicio de responsabilidad para frenar el enésimo ataque contra los derechos fundamentales de la ciudadanía vasca, entre ellos el de manifestación.

Esa conjunción de siglas no es sino el resultado del torpedeo constante por parte del régimen español contra la pacificación y la normalización política de este país. No contentos con no contribuir lo más mínimo al proceso tras el final de una de las violencias que formaban parte del conflicto, con no mover un dedo para acabar con la excepcionalidad de la política penitenciaria –salvo en lo que Estrasburgo les ha obligado-; han seguido persiguiendo, ilegalizando y encarcelando a hombres y mujeres cuyo único delito demostrable es la defensa de derechos de personas presas o la interlocución con las mismas. Ahí están las recientes operaciones contra Herrira o las y los abogados defensores del colectivo de presos políticos vascos (EPPK), que son tan solo un suma y sigue en la política suicida de una casta dirigente que utiliza la justicia a su antojo.

Mención aparte merece la respuesta del que probablemente sea el ministro de interior más torpe desde los tiempos del caudillo. Y no solo porque se le ocurra valorar la manifestación desde Israel, mientras homenajeaba a un genocida con bastantes más muertos a sus espaldas que el conjunto de organizaciones armadas existidas en Europa en el último medio siglo; tampoco porque sea el ministro que llegó a decir que “el aborto tiene algo que ver con ETA”. Es torpe por asegurar que “la política penitenciaria no cambia por una o dos manifestaciones”; frase que, en primer lugar, certifica lo excepcional y arbitrario de una política ad hoc para las y los presos vascos. Y en segundo lugar, porque debería cuidarse de negar la capacidad de la ciudadanía indignada a la hora de cambiar las cosas, sirva de ejemplo Gamonal, porque nadie suele recordar cuántas plazas se llenaron de protestas la víspera del asalto al palacio de invierno de turno.

Que desde Euskal Herria podamos construir un camino que nos lleve, entre otras cosas, a decidir nuestro destino, requiere mucho más que una pancarta y un juez temerario. A la derecha vasca, no basta con pedirle que en un momento dado elija entre manifestarse junto a una mayoría social de su país o mandar a la policía autonómica a aporrearla -aunque desde luego ha de celebrarse que optaran por lo primero-, hay que exigirle mucho más. Por ejemplo, que deje de asumir recortes y reformas –cuando no apoyarlas abiertamente o negociar las migajas de las mismas-; que deje de resignarse a gestionar la miseria que nos imponen quienes asumen la lógica capitalista que la banca impone y las instituciones europeas gestionan; que construya país defendiendo una banca vasca pública en lugar de llevar a Kutxabank a la privatización; que abandone la política de las grandes infraestructuras sin beneficio social alguno y que se muestre insumiso antes reformas como la del aborto haciendo uso de las competencias con las que cuenta el Gobierno Vasco en la actualidad.

En cualquier caso, el 11 de enero tuvo un gran protagonista muy por encima de las siglas de los partidos: la ciudadanía. Y pobre de quienes se obstinen en no querer entender que las decisiones populares no las paran los gobiernos, ni las polícias, ni los ejércitos.

Para leer desde la fuente: www.enlucha.org

Para leer en catalá: www.enlluita.org

Tanques en Catalunya (Hablando claro)

Luis Salgado – Alternatiba

Soy consciente de que el camino secesionista emprendido por la sociedad catalana está llenando miles de páginas de sesudos análisis hechos por grandes plumillas de ambos lados del Principat. Por ello, al igual que en todos mis post anteriores, asumo que mi limitada capacidad me impide aportar nada nuevo al debate sobre la viabilidad o no de la independencia catalana. Sin embargo, harto de intentar convencer a los creyentes de que su Dios no existe cuando serían ellos quienes deberían convencernos a nosotros de lo contrario, quiero plantear el debate en otros términos.

No voy a entrar, por tanto, al por qué, ni al cómo se puede o no se puede lograr la independencia, sino que quiero reflexionar sobre otro cómo, ese cómo que se nos niega sistemáticamente, ¿Cómo tiene pensado el Gobierno del Reino de España impedir la secesión catalana?

Si asumimos que una mayoría de catalanes y catalanas en estos momentos están abogando por la independencia, y digo asumimos ya que está claro que el Gobierno del Reino no está por la labor de que esa hipotética mayoría se pueda manifestar democráticamente con su voto, la cuestión realizada en el párrafo anterior no es baladí. Imaginemos, y no nos costará mucho imaginar, que el Estado termina por prohibir la consulta soberanista. Esto significaría que de facto, el único camino que dejaría a esa mayoría independentista sería la declaración unilateral de independencia, y ante ello; ¿Qué escenario quedaría? ¿La legalidad vigente de un Estado no reconocido por Catalunya? ¿Cómo impondrían desde Madrid una sentencia del Tribunal Constitucional?

No creo que a nadie sorprenda la respuesta a las preguntas anteriores; por la fuerza, esto es, en un primer momento deteniendo a todas las personas que consideren impulsoras de dicho proceso constituyente, políticos, cuadros de la Asemmblea Nacional Catalana y el “entorno”, que de eso sabemos un rato por estos lares. Pongamos una cifra, 500, 1.000, 2.000 personas. Y ¿Después? Pues si aún tras las detenciones, disolución del Parlament, y suspensión de la autonomía catalana, los secesionistas siguen en sus trece, lo normal en estos casos. Estado de Excepción, Estado policial e incluso intervención militar si no se puede acallar al pueblo. Ese es el camino, el único camino para saltarse la voluntad de un pueblo, y quien no lo quiera ver es un ingenuo o lo que es peor un estúpido.

Lo que acabo de decir es grave, es el último paso para destruir cualquier atisbo democrático, pero es real y plausible, y estaría bien que el Sr. Rajoy lo recordase cada vez que habla de su defensa de la unidad de ES PA ÑA, estaría bien que no se quedase en el socorrido, “no lo permitiré” y explicase el cómo lo va a impedir, y sobre todo, estaría bien que aquellos que se dicen de izquierdas, tanto PSOE como IU se posicionasen ante ese escenario. ¿Apoyarán esos partidos que el Estado pasee los tanques por la Diagonal? Por sus declaraciones parecería que sí, que aplaudirían fervorosamente al Glorioso Ejército Español a su paso por las Ramblas, y eso estaría bien que lo aclarasen.

Por último, pero aún más importante o preocupante, ¿qué posición mantendría la población española ante esa demostración de fuerza? Tomando la palabra al Ejecutivo de Madrid, en lo referente a la vía catalana me gustaría que el pueblo español pudiese dar su opinión, al menos así sabríamos a qué y a quienes nos enfrentamos. Incluso le propongo la pregunta que debería contener el Referéndum:

Usted, como español/a, ¿Está a favor de que el Ejército Español imponga la unidad de ESPAÑA a Catalunya aunque para ello tenga que masacrar a unos cuantos secesionistas?

Publicado en el blog El mundo imperfecto del compañero de Alternatiba Luis Salgado

Españolas, Franco ha vuelto

Irantzu Varela – Faktoria Lila

Tú estás tan tranquila, pensando que vives en una democracia, que tomas las decisiones sobre tu vida privada, tu cuerpo y tu sexualidad, que eres relativamente libre, y te levantas una mañana y resulta que no. Que un grupo de hombres a los que no conoces y a los que no has elegido, deciden que tienen la capacidad de decidir sobre lo que haces con tu vida y con tu cuerpo.

Y no te despiertas y es una pesadilla futurista. Es el anteproyecto de reforma de la ley del aborto.

La nueva ley que pretenden imponernos implica que si un día, después de mantener relaciones sexuales con quien te haya dado la gana, descubres que estás embarazada y, por la razón que sea, o porque no te da la gana, no quieres tenerlo, ellos te van a obligar a tenerlo. Implica que si después de decidir que quieres tener una criatura con tu pareja, o sola, o con quien te dé la gana, resulta que el bebé viene con graves patologías, ellos te van a obligar a tenerlo. Implica que si te quedas embarazada y no quieres tenerlo, ellos te van a obligar a tenerlo.

Con la nueva ley que pretenden imponernos, incluso si te ajustas a sus “supuestos” tendrás que pedirles permiso. Tendrás que demostrar que, si das a luz, tu vida está en peligro. O que lo está tu honra, que es casi lo mismo.

Sólo te dejarán abortar si estás en peligro de muerte o te han violado. En realidad sólo te dejarán abortar si demuestras que estás en peligro de muerte o que te han violado.

Eso significa que, si terminan imponiéndonos la reforma de la ley del aborto, ya no podremos decidir sobre nuestro cuerpo, nuestra vida y la maternidad. Porque decidir no tener un bebé que puede matarte o el bebé de quien te ha violado, no es decidir sobre tu vida o sobre tu cuerpo, es tratar de sobrevivir. Como hacen los animales.

Así, la reforma de la ley del aborto que quieren imponernos es acabar con el derecho al aborto. Que dicen ellos que no es un derecho, pero a ellos muy pocas cosas les parecen un derecho.

¿Y quiénes son ellos? Pues son los que creen que sus creencias se pueden imponer incluso a quienes no las comparten. Son la derecha de siempre. Quienes no tienen suficiente con aplicar su sistema moral represor a sus propias vidas, sino que necesitan imponérnoslo al resto. Quienes traducen las ideas del fundamentalismo religioso al lenguaje políticamente correcto, y nos sueltan que el aborto es “violencia de género” y se quedan tan anchos. Quienes saben lo que es mejor para nosotras, por encima o abiertamente en contra de lo que queramos nosotras. Quienes van a proteger a nuestros “hijos no nacidos”.

¿Y por qué ese interés por la vida de los “no nacidos”? Los no nacidos les importan una mierda. Como los sí nacidos. Si no les importamos cuando estamos en paro, con desnutrición infantil, en amenaza de desahucio o en otra situación de vulnerabilidad, cómo vamos a creernos semejante interés en protegernos, precisamente en el periodo que va entre el preciso instante en que Dios nos insufla la vida y el momento de salir del cuerpo de nuestra madre a la fuerza.

Lo que les importa es perpetuar este sistema de dominación patriarcal, en el que las mujeres somos cuidadoras gratuitas y satisfactoras de necesidades ajenas. Y contentas. Este sistema en el que a las mujeres nos dicen lo que tenemos que hacer. Los curas, los médicos, nuestro padre y nuestro marido. Como en los buenos viejos tiempos. Este sistema en el que nuestro cuerpo es un templo de Dios y del amo, y se lo ofrecemos al amo para que haga lo que quiera con él, y traemos al mundo los hijos que Dios nos quiera dar.

Detrás del anteproyecto de reforma de la ley del aborto hay un intento premeditado y descarado de devolvenos a las mujeres a “nuestro sitio”. A cuidar, a parir, a criar, a obedecer, a callar. De recordarnos que no somos nadie, si no servimos para algo. Que esta broma de creernos que éramos como ellos, ya se ha terminado. Que esto de trabajar y cobrar como ellos, tomar decisiones, disponer de nuestro cuerpo, hacer lo que queramos respecto al sexo, de entender la maternidad como una opción y no como un destino, se nos ha ido de las manos. Que nos han ofrecido un dedo y les hemos cogido el brazo.

Entonces, ellos han levantado el brazo derecho, con los dedos estirados, en ese gesto que han estado tanto tiempo disimulando, y nos han recordado que nunca se han marchado. Que quienes creen que Dios dicta lo que es adecuado, que la patria es más importante que los ciudadanos, que el rey puede seguir riéndose de sus lacayos, ésos, nos están gobernando.

Leer desde la fuente: Diagonal

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