BBK y Kutxabank, con ‘B’ de Batzoki

Asier Vega – Juntero de EHBildu y coordinador de Alternatiba Bizkaia

Para que no se note que el PNV considera de su propiedad las principales instituciones y empresas públicas del país, ha decido poner al frente de BBK a su tesorero en Bizkaia. En un alarde de honradez, Xabier Sagredo ha dejado el cargo en la dirección jelkide y ha renunciado a su sueldo en BBK. Seguramente se apañará con los emolumentos que recibe por su presencia en el Consejo de administración de Iberdrola Generación, cargo, este sí, que ha compatibilizado con la presencia en la dirección de su partido. No había conflicto de intereses entre dirigir el PNV y dirigir Iberdrola. Recuérdalo la próxima vez que te llegue la confis- catoria factura de la luz. Tampoco había problemas en compatibilizar la gestión de los asuntos económicos del PNV en Bizkaia con las relaciones de Sagredo con otras varias empresas. Si el que lleva las finanzas del partido está también en las empresas las cosas se agilizan; PNV style.

Mal deben ver las cosas en Sabin Etxea cuando ya ni se preocupan en disimular. Los manejos del PNV en las cajas vascas, al igual que los trapicheos de Barcina, Sanz y compañía en la CAN, se hacen más irritantes al suceder en un contexto de franco deterioro de los intereses de las instituciones administradas. No es solo que tengan morro, es que además lo están haciendo rematadamente mal. El tema de Kutxabank está tomando dimensiones preocupantes. A día de hoy todo el sentido social de la entidad está siendo sistemáticamente demolido por la gestión diseñada, principalmente, entre PP y PNV. La obra social se liquida por la falta de beneficios, el carácter público queda en entredicho por las normativas cada vez más abiertamente privatizadoras, el crédito no llega a las pymes, en la cuestión de los desahucios cuesta diferenciar la actitud de Kutxabank de la de cualquier banco. La ligazón con el país se diluye a través de una expansión desmesurada y de la injustificable adquisición de CajaSur. Las inversiones industriales estratégicas se malvenden para ganar liquidez a corto plazo.

Las malas noticias se suceden en el entorno de Kutxabank. El convenio firmado esta semana supone un duro golpe al marco vasco de relaciones laborales y a las condiciones de la plantilla. CCOO ejerce como aliado de Sabin Etxea en Kutxabank, garantizando tanto el entreguismo sindical como ayudas en el control de la entidad (no hay más que recordar la colaboración de CCOO en el complot mafioso que arrebató a Bildu la dirección de Kutxa el noviembre pasado). Más desapercibido ha pasado otro grave revés: la justificada anulación judicial de las abusivas clausulas suelo de CajaSur, que supondrá una importante pérdida para Kutxabank. Esta última noticia nos lleva a preguntarnos si la adquisición, decidida en Sabin Etxea, de CajaSur por BBK puede calificarse ya como una de las peores inversiónes de la historia de Euskal Herria. Hasta ahora la mala gestión (es cierto que otros lo han hecho peor pero eso no justifica hacerlo mal) ha llevado a reducir los beneficios hasta el punto de estrangular la obra social y limitar el margen de acción crediticio. Pronto puede que estemos hablando de pérdidas…

Las cajas deben ser gestionadas con criterios políticos, claro que sí, pero no criterios partidistas. Los criterios políticos de gestión deben ser el mantenimiento de estas como entidades con una función social, determinada no solo por su importante labor a través de la obra social sino también por una acción en el terreno financiero distinta a la de los tiburones de la banca privada. Una acción financiera en la que el beneficio no se mida únicamente por la cuenta de resultados sino que venga determinado por la realización de una labor eficiente de apoyo al tejido productivo más cercano y por la capacidad de realizar una prestación de servicios financieros a la población en condiciones no abusivas.

En estos momentos de crisis una acción decidida de Kutxabank para usar sus recursos (el ahorro de los y las vascas) en apoyo al sistema productivo sería vital. Sin embargo los juegos de poder, las ambiciones personales y la ideología conservadora y españolista que subyace en el acuerdo PP-PNV para la gestión de la entidad apuntan en dirección contraria, hacia la plena bancarización y progresiva privatización de Kutxabank. Un alejamiento de la verdadera razón de ser de una caja de ahorros. Tenemos que exigir nuevamente a los responsables de Kutxabank un giro radical en la orientación de su entidad para recuperar su naturaleza original de servicio social y carácter público.

Bidegi, Supersur, Kutxabank, TAV… la factura de las chapuzas del PNV crece hasta convertirse en una hipoteca para la economía vasca. Los recursos dilapidados por la mala gestión jeltzale podrían haber servido, si se hubieran utilizado bien, para aminorar en un primer momento el impacto de la crisis y poner más tarde las bases para una recuperación económica con derechos sociales. Pero Sabin Etxea va a lo suyo. La simbiosis entre el PNV y el mundo de la gran empresa va camino de convertirse en fusión. Realmente a estas alturas no sabemos si es Sabin Etxea la que pone a sus representantes en los consejos de administración o son los consejos de administración los que eligen los cargos directivos del PNV.

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Maroto y el Athletic

Javier Ignacio Maroto Aranzábal es Alcalde de Vitoria-Gasteiz tras ganar las elecciones el 22 de mayo de 2011. Durante aquella campaña electoral ya pudimos entender, ver y comprobar cuáles eran sus armas, cuál era su única apuesta más allá de la ola ascendente en la que se hallaba el PP y que culminaría con la presidencia del Reino de España del inefable Mariano “el Plasmao”. Dos han sido las apuestas fundamentales del Sr. Maroto, la venta de su imagen como “verso suelto” del PP, y el populismo atroz.

La primera de esas apuestas le ha llevado por ejemplo a, como Parlamentario, votar en contra del mantenimiento de la vetusta central nuclear de Sta. María de Garoña, en contra de la opinión mayoritaria de su partido. Una posición similar mantiene con otros temas como el Fracking. A su vez no ha tenido empacho en “vender” los acuerdos puntuales que ha mantenido con el grupo municipal de EH-Bildu como muestra de su buen talante y como marca diferenciadora con respecto a los discursos más inmovilistas de su partido. Sin embargo, basta rascar un poco en el envoltorio de falsa discrepancia para darse cuenta de que cuando los temas realmente son resolutivos, esto es, tienen un resultado práctico y cuantificable, el ínclito Alcalde agacha la cabeza y acata las líneas del Partido Popular.

La segunda línea política de Don Javier es sin duda el populismo. Populismo llevado al extremo, sin medida, y sin valorar las consecuencias. Durante la campaña electoral no dudó en enarbolar la islamofobia para ganar un puñado de votos manifestándose contrario a la apertura de una mezquita en Zaramaga.  En aquel momento no dudó en apoyarse en sus AAVV amigas, con el Sr. Cuesta, ahora en paradero desconocido, a la cabeza.

Posteriormente, fueron sus discursos xenófobos contra los pobres y las ayudas sociales. Las zapatillas de Prada y las estafas al Padrón con las que armó gran revuelo y polvareda pero que sin embargo ha quedado demostrada su nula relevancia, aunque eso sí, ha logrado dejar un poso xenófobo en la sociedad gasteiztarra que esperemos no hayamos de lamentar.

No contento con lo anterior, recientemente el Sr. Maroto se ha embarcado en una cruzada contra los Kebabs turcos, los bazares chinos, y los locutorios en general. Afirma el Sr. Alcalde que dichos establecimientos incumplen las normativas higiénicas, de salud y seguridad, y que por tanto va a crear una nueva ordenanza que regule en exclusiva dichas actividades. ¿Pero de qué habla el Sr. Maroto? Si incumplen normativas significa que ya están reguladas las actividades y por tanto no es necesario crear una nueva ordenanza sino, simplemente exigir que se cumplan las existentes, pero claro, eso significaría que él está siendo incapaz de hacer cumplir la ley, mejor por tanto lanzar balones fuera, levantar polvareda y que nadie vea otra cosa.

Y en estas estábamos cuando Querejeta, dueño del balón en Araba, salió llorando porque el Athletic y la Real le roban su “cantera”. Un tema, y un personaje (Querejeta) sobre el que hablaré a buen seguro un día de estos como seguidor del Baskonia y antiguo miembro de INDAR BASKONIA hitxa taldea.

Dice el grandioso presidente baskonista que rompe relaciones con el Athletic porque este equipo viene a Araba a robar las futuras joyas balompédicas alavesas y hete aquí que el gran regidor gasteiztarra no duda en subirse al carro emulando a la extinta Unidad Alavesa y amenaza con retirar las subvenciones al deporte base a aquellos equipos conveniados con la Real o el Athletic. Lo dice sin empacho el gran liberal, obviando sus propias reglas, e intentando interferir en el “mercado” privado. Proteccionismo se llama. Pero claro, cuando interesa el deporte profesional no es un mercado privado, son sentimientos, colores, aficiones… ay si esto mismo lo proponemos para ayudar a nuestras y nuestros baserritarras, a la clase trabajadora… Y eso sin obviar que quienes finalmente pagaran las consecuencias del forofismo del Alcalde serán los y las chavalas del futbol base que verán reducida su posibilidad de practicar su deporte favorito por los deseos de los Capos del deporte profesional al que la mayoría no llegarán.

En definitiva, esta no es sino otra medida populista más del Regidor Popular. Otra medida encaminada a distraer a la masa para que esta olvide las consecuencias de su nefasta gestión. Otra escusa más para recortar. Si antes fue en ayudas sociales, ahora en ayudas al deporte base. El Ayuntamiento de Gasteiz está en manos peligrosas, que lejos de querer solucionar los problemas de los y las gasteiztarras se dedica a crear nuevos problemas donde no los hay, a enfrentar a la ciudadanía entre sí y con sus vecinos, mientras las cuentas municipales languidecen con obras absurdas. Esperemos que en 2015, cuando desaloje el despacho de la Plaza Nueva, no tengamos que gestionar polvo y deudas.

Ley contra los Municipios: «Se cargan el país»

Amaia Agirresarobe, Asier Imaz, Rebeka Ubera, Unai Ziarreta

Esta Ley tiene el mismo objetivo que todas las impulsadas por el PP desde el Gobierno de Madrid: erosionar poco a poco la democracia e impulsar la privatización de los servicios públicos para llegar al modelo de Estado neoliberal y centralista en el que cree.

Que la aplicación de la Ley terminaría con la estructura del país tal y como la conocemos puede parecer una afirmación demasiado dura. Podría pensarse que caemos en el tremendismo para defender nuestra postura, pero los datos son demoledores: la propuesta del PP hace desaparecer directamente todos los ayuntamientos de menos de 5.000 habitantes y vacía prácticamente de competencias a los de menos de 20.000. En los cuatro herrialdes del sur de Euskal Herria sólo hay 16 municipios de más de 20.000 habitantes y la mayoría tienen menos de 5.000.

Si se carga los ayuntamientos más pequeños, evidentemente también borra de un plumazo las instituciones menores, como los concejos -con tanto arraigo y tan importante labor en Araba y Nafarroa- así como los consorcios, mancomunidades y cuadrillas que, precisamente, ofrecen servicios a los consistorios más pequeños.

Y con los ayuntamientos, concejos, consorcios, mancomunidades y cuadrillas se cargan también y sobre todo los servicios que estos ofrecen. Los servicios más cercanos a la ciudadanía y, desde luego, los más necesarios en esta situación de crisis económica.

Es cierto que han hecho una buena campaña para convencernos de la necesidad de esta reforma que, nos cuentan (nos mienten), va a «ahorrar» en alcaldes y concejales corruptos, inútiles y con sueldos multimillonarios. Pero la realidad es que en los municipios de menos de 5.000 habitantes, los más afectados, los concejales no cobran más de 150 € al mes en muchos casos y los alcaldes ni siquiera tienen sueldo alguno, si lo están es a media jornada como mucho. Además, los representantes institucionales corruptos tienen siglas determinadas, no afectan a todas las fuerzas políticas, desde luego, no a EH Bildu.

Es decir, que lo que se va a ahorrar en sueldos de concejales y alcaldes es el chocolate del loro. Sí se va a ahorrar en los servicios y eso es inaceptable por la afección que tendrá sobre la ciudadanía en general.

La propuesta del PP supone una intervención de facto en los ayuntamientos que permita al Estado controlar y dirigir su funcionamiento. Desde luego, es un paso más hacia la recentralización, la vuelta a la organización franquista del Estado, pero también supone hurtar a la ciudadanía la capacidad de decisión sobre lo que se hace en los ayuntamientos. Las elecciones no valdrán para nada, porque los alcaldes y alcaldesas serán figurantes a las órdenes de interventores y secretarios nombrados por Madrid, que se convertirán en gestores municipales.

Nos quieren imponer gobiernos municipales de tecnócratas, con lo que ello quiere decir, porque está claro que un mero gestor que no responde ante la ciudadanía tiene una prioridad: cuadrar las cuentas. Las necesidades de la ciudadanía no son problema suyo. Los gobiernos de tecnócratas no son una idea de Rajoy, ya están en marcha en Italia y Grecia –con nulos resultados- y son una imposición de las condiciones de los rescates.

A nivel político, democrático, significa unificar la forma de trabajar en los ayuntamientos, impedir que propuestas novedosas, como la de EH Bildu, puedan desarrollarse.

A nivel de la defensa de lo Público y lo Comunal significa un golpe de muerte. Se exigirá, por ejemplo, un coste estándar de los servicios. Es decir, el precio de los servicios será el mismo en todos los municipios, igual en Bilbo que en Ispaster, en Gasteiz que en Maeztu. Eso provocará la bajada de los servicios en calidad y también en cantidad, y afectará también a las personas que directa o indirectamente trabajan para las instituciones. Un nuevo golpe al empleo. Una clara apuesta por la mercantilización o la privatización de los servicios.

La privatización de servicios básicos será otra de las consecuencias de la reforma del PP, más bien uno de sus objetivos. Cuestiones como el agua, los residuos, etc se convertirán en negocio para unos pocos.

Todo ello generará desequilibrios entre la ciudadanía, ya que es evidente que los servicios no se pueden dar al mismo precio en Bilbo que en Ispaster, por ubicación geográfica, densidad de población,… La Ley plantea un «nuevo modelo de gestión municipal por resultados». Resultados económicos, por supuesto. Pero, ¿se puede plantear en términos únicamente económicos si es posible mantener un consultorio pediátrico o una haurreskola en un municipio? ¿Se puede plantear un catálogo de servicios para la tercera edad simplemente rigiendo términos económicos? ¿Qué futuro tienen los euskaltegis municipales, las haurreskolas, las emakumeen etxeak, los servicios sociales municipales, o la cooperación al desarrollo si solo rigen dichos términos económicos?

No podemos concluir sin subrayar que esta reforma, que busca la construcción de un entramado institucional que responda al modelo neoliberal desde la base, parte de la falta de respeto a nuestra realidad nacional y social. Si la Reforma se aplica finalmente en Euskal Herria sufriremos, una vez más, las consecuencias de la falta de soberanía.

La situación es grave y exige un esfuerzo por parte de la sociedad para oponerse a un nuevo golpe a la supervivencia de los pequeños municipios. Y también a los planteamientos tecnocráticos que no buscan otra cosa que acabar con los servicios públicos y las funciones sociales que cumple la institución más cercana a la ciudadanía.

Desde EHBildu nos comprometemos para trabajar conjuntamente con todos los agentes políticos, sociales y sindicales que se oponen a dicha ley. Los dos parlamentos, las juntas generales y un sinfín de concejos y ayuntamientos se han posicionado ya en contra de dicha ley. Es hora de abordar entre todos el un debate y posterior acuerdo para que dicha ley no sea aplicada en Euskal Herria. Nuestra disposición es absoluta.

EHBildu

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Los métodos de la inquisición española

Jonathan Martínez – Alternatiba

La violencia siempre llega uniformada. De madrugada y abriendo paso a golpe de bocacha, la policía nacional ha arrancado a Luis Goñi de la plaza Nabarreria para entregarlo a un tribunal político en Madrid y enterrarlo seis años en el maco. Su delito es ser joven, ser vasco, y haber cometido la insolencia del compromiso político frente a un régimen con síntomas de gangrena que premia la docilidad y aplasta por las armas la rebeldía. Su delito es haber caído en el calabozo de la incomunicación, haber conocido la rutina policial de la bolsa en la cabeza, y haber firmado por la fuerza una inculpación que llevaba meses escrita. Así son los métodos de la inquisición española, que hoy por la mañana juzga a cuarenta jóvenes activistas vascos después de haberles robado sus mejores años en prisión condicional.

Goñi había permanecido escondido durante seis meses, protegido por cualquiera de esas personas anónimas que respondieron a la orden de detención ofreciendo sus casas como refugio, hasta que ayer por la tarde apareció en el corazón de Iruñea para aceptar la protección de un multitudinario muro humano. Con el aliento de Donostia y Ondarroa aún reciente, cientos de personas se han sentado a esperar a la policía, dispuestas una vez más a comerse las hostias gratuitas del brazo armado del gobierno.

Ese mismo gobierno se jacta hoy de una intervención policial «sin incidentes» porque nuestra lista de heridos no figura en sus ciegas estadísticas. Porque los jóvenes que han llegado hoy con la cabeza sangrante al hospital son esa verdad incómoda que ya no pueden ocultar cuando todo el mundo guarda una cámara en su bolsillo.

Hoy hemos perdido a Goñi pero hemos vuelto a ganar y ni siquiera se dan cuenta. La desobediencia se paga con sangre, pero la dignidad no tiene precio.

 

Las fotos y el video son de nuestro compañero de Alternatiba Xabier Soto que permaneció en el muro popular hasta que la policía llegó y detuvo violentamente a Goñi.

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Nos roban el tiempo, nos quitan la vida

Cristina Bereciartua – Alternatiba

– Nos quiere matar, quizá no literalmente, o tal vez sí, pero ciertamente nos quiere matar-¿Quién? – Os preguntaréis – El trabajo– Carcajada y cada cual a lo suyo.

Lamentablemente, no es un chiste. El trabajo nos mata de muchas formas, a veces fulminantemente, de manera repentina mediante trágicos accidentes que suceden, en muchos casos, por ahorrarse unos pocos euros. En otras ocasiones, lo hace de forma paulatina, mediante alguna enfermedad. Si tenéis suerte os tocará una enfermedad reconocida como laboral, que no atenuará ni el dolor propio ni el de vuestra familia, pero dejará unos cuantos billetes en casa, lo que, a quien no haya sufrido esa situación en carnes propias o cercanas, podrá parecerle justo. Otras veces,  el trabajo os asesinará con mayor sutileza, arrebatándoos las cosas importantes de la vida: el tiempo, la alegría, la posibilidad de tener hijos, la vitalidad, la autoestima…

Quizá, de las tres grandes formas de matarnos que tiene el trabajo sea esta última la más sádica y cruel. ¿Os sorprende? Pensadlo un momento ya que la ejecución es perversa.

Con este método se desarrolla el crimen perfecto; seguiréis respirando con normalidad, vuestro corazón seguirá bombeando, vuestras constantes vitales funcionarán perfectamente… pero algunos y algunas os levantaréis por la mañana sabiendo que cuando regreséis ya será de noche y que solo os quedará tiempo para cenar y dormir. Otras personas os levantaréis con la certeza de que si decidís tener un hijo, os despedirán y que vuestra reinserción laboral será prácticamente imposible. Aunque también habrá quienes, a consecuencia de los productos que utilizan en el trabajo, hayáis quedado estériles (demuestre usted que ésa ha sido la causa). Algunas os levantaréis con el sabor salado de vuestras lágrimas recorriendo las mejillas, a sabiendas de que la tortura comenzará en el momento en que fichéis, cuando algún jefe o compañero continue, como cada día, haciéndoos la vida imposible, bajo la indiferencia, la complicidad o la indiferente complicidad del resto.

También habrá quien llegue todos y cada uno de los días de su vida con tal cansancio que  no tendrá energía para nada más; ni aficiones, ni intereses, ni amigos, ni familia…

¿Existe algo más perverso? Nos roba la vida, poco a poco, día tras día, y encima tenemos que dar las gracias. Por trabajar. Porque la otra opción es no tener para comer ni para vivir y claro, eso también mata. Es perverso porque mientras nos venden la obligatoriedad de la salud, de los cuerpos esbeltos, de los gimnasios, no tienen reparos en envenenarnos, en hundirnos y enajenarnos. Es perverso porque nos dicen que tenemos que darle lo mejor a nuestros hijos y lo mejor son unos estudios cada día más difíciles de costear, ropa de marca, una videoconsola para que no sea menos que los otros niños, una colección sin fin de juguetes para que tenga qué elegir y no se aburra… pero eso sí, que vivan con las sobras de nuestro tiempo, con nuestra ausencia. Es perverso porque tenemos inculcado hasta la médula que hay que trabajar si no queremos ser tachados de vagos.

Tal es la alienación y perversión a la que se nos somete, que a nadie sorprende ya ver cómo competimos por ver quién va a trabajar en peor estado de salud: «Mira esa, se ha cogido la baja por una gripe, yo el año pasado aquí estuve con 39 de fiebre y sin quejarme». Ninguneamos y cuestionamos las enfermedades derivadas de problemas psicosociales, pese a estar demostrado los trastornos que causan en la salud, aunque, eso sí, todos tenemos derecho a prejuzgar y criticar a quien se queje de su mermada salud.

Y es que si asumimos que la muerte pone fin a nuestra vida y que vivir es el tiempo para hacer las cosas que consideramos importantes, el trabajo, tal y como lo sufrimos nos convierte en muertos en vida. Decía José Mujica, Presidente de Uruguay: «Cuando tu compras, no lo haces con dinero, compras con tiempo. Tiempo de tu vida que tuviste que gastar para ganar ese dinero. La vida hay que vivirla y para eso hay que tener tiempo, tiempo libre». Cada vez nos roban más tiempo. Ahora está de moda meter horas extras gratis para arrimar el hombro por la empresa, para mostrar implicación. Sin embargo, ese tiempo, no nos lo devolverán esos ladrones; nos harán creer que “es lo que toca».

Y aquí quería llegar, a los ladrones. Al inicio he realizado una pregunta ¿quién nos quiere matar? Pero «el trabajo» no responde al quién sino al qué. El trabajo no es el asesino, sino el arma homicida. Sin embargo, detrás de este homicidio, como en todos los asesinatos hay un quién, alguien que se beneficia, que no tiene que dejar de pasear con sus hijos, que puede disfrutar de sus relaciones humanas, que posee tiempo para gastar, gracias a que vosotras y vosotros ya estáis renunciando a todo eso. Tienen nombres y apellidos, solo hay que pensar y querer saber quiénes se están beneficiando de robarnos la vida.

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Naiz

Rebelion

Pobrecito mi patrón

Cristina Bereciartua – Alternatiba

Pobres empresas, pobres empresarios. El sistema jurídico está contra ellos y son las verdaderas víctimas de la actual crisis sistémica que padecemos. Esto es lo que se puede concluir después de leer el artículo publicado el 8 de octubre de 2013 en la portada de EL CORREO. En él, se anuncia a bombo y platillo que sólo el 33% de las sentencias dictadas por los tribunales vascos les es favorable.

Una de las frases dignas de enmarcar que aparecen en el artículo es la siguiente:»las estadísticas oficiales parecen confirmar la impresión generalizada de los empresarios vascos de sentirse abandonados por la justicia». Ante tal afirmación,alguien podría preguntarse ¿abandonados por la justicia? O ¿incumplidores sistemáticos?  La lectura alternativa que se puede desgranar del titular es que el 67% de los empresarios inclumplen las normas de ámbito social. Con la excusa de la crisis económica se vulneran los derechos de las y los trabajadores tanto en materia laboral propiamente dicha, como en cuestiones de seguridad y salud. Esta seguramente, sea la impresión generalizada de la clase obrera, aunque queda claro que no es la linea editorial de EL CORREO.

Se echa en falta en el artículo un análisis sobre la capacidad de trabajo que tienentanto la Inspección de Trabajo como Osalan. Si en el caso de los primeros es flagrante la falta de personal y medios con losque cuentan, en el segundo caso, es alarmante la ausencia de competencias para sancionar a las empresas incumplidoras. Lo cual nos lleva a decir que si la conflictividad actual les parece alarmante, qué sería de la misma si el cuerpo de inspecciónde trabajo contara con un número de efectivos adecuado al tejido empresarial de la CAPV. Quizá no colapsasen los juzgados pero aumentarían significativamente las sanciones.

Otro de los argumentos que utilizan es el siguiente; «Ven como sus decisiones de gestión se estrellan con gran frecuencia con la opinión de los magistrados aunque esten respaldados por la letra de la ley e incluso por la exposición de motivos».Con esta afirmación ponen en tela de juicio la labor y la imparcialidad de la judicaturade lo social. Ahora resulta que la labor judicial es la de opinar, como quien sale al parque una tarde de verano con una bolsa de pipas a opinar sobre quien pase por delante.

Una de las cuestiones a tener en cuenta a la hora de analizar la litigiosidad sobrevenida por la reforma laboral, es que está a la espera de que se pronuncia el Tribunal Constitucional sobre su compatibilidad con la sacrosanta Constitución. En este caso, lo que se debería haber hecho es paralizar la vigencia de la misma hasta que haya una resolución, puesto que es más importante garantizar los derechos derivados de la Carta Magna, que los derechos que adquieren en este caso los empresarios, mediante una norma de menor rango.

Si finalmente el Constitucional declara la norma anticonstitucional, ¿cómo se van a resarcir los derechos que se han vulnerado desde la entrada en vigor de la misma?,¿se declarará la nulidad de los despidosylos EREs?, ¿se abonarán todos los salarios de tramitación devengados hasta la reincorporación al puesto de trabajo?, ¿cómo y con qué porcentaje de interés se devolveran las diferencias de salario a quien se lo hayan recortado?, ¿el aumento de jornadapadecido durante este años se abonarácon efecto retroactivo y como horas extras?

Todo hace sospechar que el Tribunal Constitucional no revocará esta norma, aunque esperemos estar equivocadas, pero, artículos como el de EL CORREO hacen que la presión de la opinión pública que ellos crean y manipulan, influyan en las decisiones que puedan tomar desde lamagistratura.

Por cierto, también en portada, junto a las mayúsculas letras que denuncian la injusticia que padecen los empresarios, aparecía una noticia mucho más modesta, que decía que trescolegios serán sancionados por no dar de alta en la seguridad social a algunos de sus trabajadores. Juzguen ustedes mismos.

Frente a la gota malaya del estado, el mar de solidaridad de Herrira

Oskar Matute – Portavoz de Alternatiba

En Euskal Herria, laboratorio de prácticas represivas desde tiempos lejanos, vivimos en la actualidad bajo la acción de una doble estrategia del Estado español. De un lado, pretenden vender una cierta placidez como resultado de la desaparición de la violencia, refiriéndose exclusivamente a la de ETA, y de otro siguen sosteniendo su manual de represión continua contra todas las estructuras de resistencia y movilización popular frente al estado y sus políticas antidemocráticas.

Así, quienes defendemos la necesidad de generar un proceso de paz real, quienes estamos en disposición a seguir animando a los agentes implicados, ETA es uno de ellos, a seguir avanzando en el camino de la unilateralidad, nos encontramos con la lectura política de las y los que defienden que una vez desaparecida la actividad armada de ETA no existe conflicto alguno.

Y pese a sus resortes de poder en forma de gobiernos, tribunales de excepción y cavernas mediáticas; con las herramientas que emplean desde los mismos, en forma de negacionismo cultural e histórico de nuestro pueblo, represión e imposición de su relato y  su suelo ético, o la narcolepsia inducida a toda la ciudadanía, en Euskal Herria somos muchas y muchos los que sostenemos que aquí, en nuestro país, aún no se ha llevado a cabo proceso de paz alguno ni escenario de reconciliación asociado al mismo.

He aquí la primera lección que desde la izquierda, sea cual sea su latitud geográfica, se debe tener clara. El Estado español maneja los tiempos mediante la represión y la parálisis, según convenga, para lograr al menos dos objetivos: que se imponga su tesis de que la violencia de ETA era la única y que detrás de esta no existía ningún conflicto político; y que mediante la acción de cuerpos represivos como la Guardia Civil, con la inestimable colaboración de la Ertzaintza comandada por el gobierno servil del PNV, vuelvan a poner en el imaginario colectivo del pueblo español la amenaza de la existencia y vigencia de ETA como fuente de todos los males.

¿Qué persigue esta estrategia? Desde nuestro punto de vista, el de la izquierda soberanista e independentista vasca, es muy sencillo. En un momento histórico en el que el régimen surgido de la mal llamada transición democrática -pacto que transformó súbitamente a fascistas de manual en demócratas de toda la vida- ha quebrado, necesitan desviar el foco de atención del problema y que, además, les permita apelar a la unidad frente a un enemigo interior.

Pero su democracia solo es una fachada para revestir de normalidad un estado autoritario y dominado por élites no sometidas a referendo alguno; que no son capaces, o no quieren serlo para no desairar a la Troika, de ofrecer respuestas en clave de dignidad y derechos sociales y laborales para los sectores más desfavorecidos de la sociedad. La dimensión ética de la gestión pública hace que la ciudadanía cuestione su legitimidad para administrarles, y sus métodos coactivos queden destapados ante la determinación del pueblo catalán evidenciando que el Estado español es una cárcel de pueblos y que está profundamente herido.

Y está profundamente herido porque para existir, para saberse nación, necesita del sometimiento de otros pueblos como Euskal Herria. Y he aquí una diferencia importante, nosotros y nosotras no necesitamos a España para sabernos nación.

Por eso no quieren un proceso de paz y soluciones democráticas: para tapar sus vergüenzas, para ocultar sus incapacidades y sus oscuros intereses. Pero en Euskal Herria tenemos muy claro que la decisión de ETA de abandonar su actividad armada es irrevocable y que su voluntad para seguir dando pasos en el desmantelamiento de sus estructuras militares es firme.

Eso también lo conocen aquellos que hoy someten a nuestro pueblo a la espiral de violencia que aún no ha desaparecido, que jamás ha pedido perdón ni ha lamentado las víctimas causadas y que no ha mostrado voluntad de desarmarse: la violencia de los aparatos del Estado.

El pasado 30 de septiembre, esta violencia arremetió contra el corazón del movimiento por los derechos de los presos y presas políticas vascas, Herrira. Y lo hizo siendo consciente de que atacaba una parte importante de nuestra sociedad. Una organización como Herrira que había hecho de la defensa de los derechos de las personas presas un pilar fundamental en la generación de ese proceso de paz aún por arrancar. Un activismo que ha llevado por bandera el respeto a todos los derechos para todas las personas.

Por eso me atrevo a decir que Herrira somos todos. Lo somos todas aquellas personas que queremos que el nuevo tiempo abierto tras el anuncio de ETA de fin de su actividad armada, que pronto cumplirá dos años, genere las condiciones para abordar un proceso resolutivo que desde el respeto a las víctimas y la búsqueda de la verdad, devuelva todos los derechos a todas las personas, las presas incluidas, y a nuestro pueblo, Euskal Herria.

Así, frente a su violencia disimulada en ocasiones en forma de gota malaya que pretende dañar de forma reiterada, constante y extenuante  todo un proceso en Euskal Herria, decenas de miles de personas, gota a gota (tantaz tanta en euskera) inundaremos cuantas veces haga falta las calles de nuestros pueblos y ciudades hasta formar un mar que desborde la presa que nos retiene, los barrotes que nos separan de la libertad individual de cada persona presa o huida y la libertad colectiva de nuestro pueblo en su camino por recuperar su soberanía. Una soberanía al servicio de un cambio político y social donde el poder esté en buenas manos, las de la ciudadanía de Euskal Herria, solo en esas.

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En Lucha

La reunión con Herrira que no tendremos hoy

Nuestra agenda dice que en unos minutos un representante de Herrira vendría a nuestra sede para tener una reunión. Si no hubiéramos tenido noticia alguna de la truculenta operación de ayer, si no leyéramos los periódicos, pensaríamos que Josean está a punto de llamar al timbre. Seguramente, nos iba a hablar del inmovilismo que sufren los derechos de las personas presas y sus familias, y quizá también de las movilizaciones de los próximos meses. Por supuesto, sabemos que no podrá venir, que el timbre no sonará o que de hacerlo no será él quien llame. No ha tenido oportunidad de decirnos que no iba a poder venir. Pese a todo, él y el resto de miembros de Herrira pueden estar tranquilos; vuestro mensaje nos ha vuelto a llegar, y con más claridad que nunca, vuestra apuesta por la solidaridad y el respeto a los derechos humanos cobró más voz que nunca ayer en las calles de toda Euskal Herria. No son solo palabras, el sábado la sociedad os lo va a volver a demostrar, y no hará falta esperar a enero para llenar las calles de Bilbo con vuestra reivindicación. El espacio vacío que nos habeís dejado en la agenda de hoy también lo llenaremos, en la plaza Arriaga. Estaremos con vosotros y vosotras, aunque sea en la distancia.

LA SOLIDARIDAD, TAMBIÉN CON LAS Y LOS PRESOS, NO ES DELITO
Atxilotuak askatu! Herrira Aurrera! Maite zaituztegu!

El comportamiento que se espera de un diputado

Ander Rodriguez – Diputado de Política Social de Gipuzkoa y miembro de Alternatiba

«La actuación personal de señor Ander Rodríguez excede del comportamiento que se espera de un diputado». Así lo afirma el señor José Miguel Ayerza, en nombre y representación de la patronal Adegi, en la demanda presentada en mi contra ante la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. Se refiere con esas declaraciones al compromiso de la Diputación de Gipuzkoa de destinar 8,2 millones de euros en dos años a financiar mejoras en las condiciones laborales de las 4.800 trabajadoras de residencias y centros de día del Territorio, a cambio de que la patronal no aplicara la reforma laboral española. El objetivo de esta propuesta era poner fin a una huelga que afectaba a más de 6.000 usuarios/as de estos servicios, además de garantizar a las cuidadoras unas condiciones de trabajo dignas, para que pudieran también ofrecer unos cuidados dignos en la red pública.

¿Cuál es el comportamiento que se espera de un diputado? Llevo semanas planteándome esta pregunta y no creo que tenga fácil respuesta. Lo que empiezo a comprender es qué es lo que Adegi no espera de un diputado. Un portavoz de la patronal guipuzcoana nos daba alguna pista: «Que se dedique a los suyo, que es legislar, controlar la calidad del servicio y poner el dinero». Es decir, «pagar y callar». A juicio de Adegi, este es «el comportamiento que se espera de un diputado».

Lo que la patronal parece no querer asumir es que la función que sí parecen reconocerme, «el control de la calidad del servicio», está intrínsecamente relacionada con las condiciones laborales que se desarrollan en el mismo, y mostrar una posición en relación a esto es uno de los comportamientos que, a mi juicio, sí cabría esperar de cualquier representante público con un mínimo de responsabilidad.

Durante los primeros meses de negociación del Convenio Provincial de Residencias y Centros de Día en Gipuzkoa, la única propuesta que realizó Adegi consistía en aplicar la reforma laboral española, congelar los salarios e incrementar la jornada hasta las 1.630 horas anuales. De haber prosperado semejante propuesta, se habrían destruido 90 empleos en Gipuzkoa y casi 3 millones de euros de dinero público habrían pasado de los salarios de las trabajadoras a engordar los beneficios empresariales, con el consiguiente retroceso en la calidad de la atención a las personas con dependencia en los servicios públicos. ¿‘Pagar y callar’ hubiera sido el comportamiento que se espera de un diputado?

Mi actuación, considera Adegi, a la par que excesiva, ha vulnerado derechos fundamentales como el de negociación. Lo que la patronal no quiere entender es que nos encontramos ante una relación entre cliente y proveedor. Y que esta vez, se han encontrado con que el cliente, la Administración Foral, no está dispuesta solo a «poner el dinero», sino que lo condiciona a una serie de requisitos en las condiciones laborales, porque entiende que si estas se degradan, la conflictividad aumenta, el servicio empeora y las personas residentes sufren las consecuencias.

Estas y otras opiniones son, a juicio de Adegi, «actitudes ilícitas», es decir «no permitidas legal ni moralmente». Tengo la certeza de no compartir código moral con Adegi, es por ello que no me siento ofendido por tal afirmación. Mi moral me empuja a considerar legítimo que si debemos incrementar la tarifa que abonamos a las empresas, tenemos derecho a decir en qué condiciones queremos que nos presten el servicio.

»No incluiremos cláusulas antirreforma ni con cien días de huelga», decía un portavoz patronal el pasado 26 de febrero (haciendo gala, como ven, de una gran sensibilidad por la calidad en la atención a las personas). Afortunadamente no han tenido que pasar 100 días para que el 93% de las trabajadoras del sector gocen de las garantías necesarias para desarrollar el trabajo de cuidados en condiciones dignas. Y este es el fondo de esta estéril polémica. Es esta realidad la que provoca la pataleta de Adegi.

¿Por qué la patronal elige ahora la vía penal, cuando había calificado los hechos meses antes como posibles ilícitos administrativos y los había recurrido ante la jurisdicción contencioso-administrativa? Porque por la vía penal, con la demanda presentada ante la Fiscalía, puede apuntar contra mí, pretendiendo atemorizarme personalmente, cosa que en la contencioso-administrativa no puede, pues a quien se demanda es a la Diputación.

No sé si su denuncia ante la Fiscalía prosperará, aunque, sinceramente, tendrá que ser la ciudadanía con su voto quien decida si la actitud de la Diputación de Gipuzkoa debe volver a su situación anterior. A pagar y a callar. Termino adaptando a mi realidad las palabras de Trotsky: Si hubiera de comenzar otra vez, trataría de evitar tal o cual error, pero el curso general de mi «comportamiento» permanecería inalterado. Queda escrito.

Los alardes, desde la antropología

Noemi Maza – Antropóloga

“El Alarde lo veo más de juerga, más superficial, más de emborracharte libremente, con el permiso de tu familia. Que no tienes ninguna pega… Comes, bebes, no te ponen reparos en casa, ni la mujer, pues aprovechas ese día” le comenta un participante del Alarde a Margaret Bullen. Esta antropóloga, junto con el sociólogo José Antonio Egido Sigüenza, realizaron un trabajo de campo para comprender los conflictos en el Alarde, que concluyó en el libro  “Tristes espectáculos: las mujeres y los alardes de Irun y Hondarribia”.

Según los autores, esta frase y otras parecidas revelan lo que pocos se atreven a confesar: esa fiesta callejera que se genera al margen, donde lo importante es la juerga y la borrachera, la transgresión de las normal sociales, del aburrimiento de la rutina, eso sí, libre de toda restricción de las mujeres. Lo llaman «el espíritu cuartelero» del Alarde, que junto con el espíritu militar, completaría su modelo de masculinidad hegemónico en esta fiesta: el mundo militar y el mundo sexual; “cuando aparece una mujer todo el mundo se desboca” aseguran. Dime de que alardeas…

«La política no tiene nada que ver con la fiesta», «la fiesta no se tiene que politizar» me aseguran muchos cuando saco a relucir las reivindicaciones que surgen de diversos festejos. Lo que desde la antropología sabemos es que no solo la fiesta tiene que ver, y mucho, con la política; es que la fiesta, de hecho, es política dramatizada.

Los momentos festivos son una manera de sacralizar el orden social de una comunidad, a la vez que lo transgrede para resaltarlo. Es una especie de refugio en el que cada cual hace una performance o una dramatización de su existencia como ser social, de su sentido de pertenencia en esta comunidad, y entre todos como vida colectiva única y viva frente al peligro de ataque del paso del tiempo que todo lo desgasta y de otros peligros exteriores que amenazan este orden social.

El primer peligro implica que la fiesta sea un paréntesis del tiempo rutinario, una especie de templo donde el tiempo queda suspendido, con el fin de centrar la vida comunitaria, recordando y repitiendo, y charlando de juerga con las y los amigos. Por eso, se entiende que en este paréntesis se suspenden las leyes y normas rutinarias de la sociedad: al igual que la borrachera, la música frente al silencio rutinario, el histrionismo, la gula o el derroche, también se suspenden las leyes y normas que implican derechos básicos, como el derecho de igualdad. No es necesario ser políticamente correcto, en la fiesta aflora lo que está en los suburbios de la mentalidad colectiva, que aflora en este suburbio del tiempo colectivo que es la fiesta. Entre otras cosas, aflora el patriarcado más radical.

Además, al ser una conmemoración de tiempos pasados, crea vínculos con tiempos pasados y con la identidad colectiva que ya por ser repetida y continua en el tiempo, gana un valor simbólico. Se trata de, como decía un informante, «mantener viva la tradición y el legado de nuestros antepasados».El patriarcado también está ahí.

«No, lo bonito de la fiesta es la tradición y la tradición dice que las mujeres tienen que salir una por compañía y entonces no hay por qué romper tradiciones». «Las tradiciones me parecen algo importante, me parece que son la identidad de un pueblo.» Como si la historia o las tradiciones no las crearan las personas, como si fuera algo estático a lo que hay que adorar. De hecho, si el Alarde continua, es porque ha cambiado, ha evolucionado y se ha adaptado a los nuevos tiempos (con la introducción de la Cantinera o del General, la rebaja de la participación religiosa o de una nueva ruta por causa del Alarde mixto, por ejemplo). Si no evolucionaría, simplemente no tendría valor para los sujetos, simplemente dejaría de existir. La historia, la tradición, la cultura, es algo creado y recreado por las personas, es decir, es algo que sirve a las personas, y no al revés. Son modos de organización que impugnan, seleccionando rasgos de diferenciación identitarios respecto a otros grupos.

Porque como todo peligro que amenaza a una comunidad, el problema o conflicto no se ve como algo que está dentro, siempre es un peligro exterior. Todos los peligros vienen de fuera, y si no, se exteriorizan.

Los betikos están dentro, son los de allí de toda la vida. A las personas contrarias, se las cataloga como foráneas, pero no en el espacio físico (participan diferentes etnias dentro del Alarde tradicional) sino de manera simbólica, como el Otro que no entiende, que ha demostrado “un desconocimiento de su gente» y que podría estropear no solo la fiesta, sino la identidad colectiva. O la Otra que no entiende (y que las mujeres del betiko realizan una ardua tarea para hacerla entender) que el rol de la mujer aquí está arraigado en un antiguo matriarcado vasco que dicta que la mujer debe preparar y alabar a su hombre desde fuera, nunca desde dentro. Si se rompen estas reglas identitarias, todo se convertiría «en un carnaval», como rezaba un panfleto del alarde tradicional en junio de 1998: «Esta sentencia también abre la puerta a los gais que enseguida van a reivindicar su derecho a salir de cantineras. Y lo cierto es que si se acepta a las mujeres como soldados por qué no se les va a aceptar a ellos como cantineras. Esta sentencia convierte automáticamente nuestro Alarde en un carnaval».

El carnaval, otra fiesta de permisividad y descontrol. En el carnaval, dicen, todo vale, quizás por eso se utilizan disfraces y máscaras. En el carnaval también hay un recuerdo de todo y un olvido de sí. En el Alarde, curiosamente, algunos no usan máscaras, utilizan plásticos o paraguas negros para eludirse y eludir la realidad. Y la realidad es que el peligro del pueblo no está en los cambios de fuera ni se trata del ejército franco-navarro, sino que está dentro.

No es el Alarde mixto, sino los que quieren una comunidad inmortal y hermética, aún pasando por encima de los derechos fundamentales de las personas, del pueblo.

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