El que marque gana

A estas horas quien más quien menos ya estará hastiado de sesudos análisis político-sentimentales sobre las elecciones/plebiscito catalán. Todo el mundo arrimando el ascua a su sardina y alejándola de la de los demás. YO gano, tu pierdes. España y su incapacidad para negociar en cualquier ámbito. Siempre vencedores y vencidos. Hasta en sus derrotas son capaces de vencer y vender victoria en hundir los barcos que desertizaron Almería. El Glorioso Ejército Español nunca retrocede, da la vuelta y continúa avanzando. Y así nos va, encallados siempre en la misma playa. ¿Subes o bajas? Depende.

España es la negación suprema, nada ocurre bajo su bandera, nadie se independiza de su manto. Así seguimos anclados en el Imperio donde no se pone el Sol. Viviendo semejante ilusión es normal que aún se crean Metropoli y se permitan dar lecciones a las Repúblicas libres otrora colonias. -¿Por qué no te callas?- Le espetó el Sr. Feudal con ínfulas de Imperator a un digno mandatario, y la platea se vino arriba. Pero España es exigente con los demás, exige autocrítica, exige perdón, exige lo que no da. Jamás pararse a pensar debería suplir al Non Plus Ultra imperial, ninguna otra Metropoli ha roto las relaciones con sus antiguas colonias de peor forma, sin reconocimiento, sin disculpas, sin nada. Y con estos mimbres traten de hacer un cesto.
 
Analizar con seriedad, no ya los resultados de las elecciones en Catalunya, sino simplemente la situación en la que se encuentra la sociedad es una quimera para quien no contempla más allá de la punta de sus zapatos y desconoce de que color es la suela de los mismos con la que está aplastando la voluntad de miles, millones de personas. España encerrada en su laberinto del que han tapiado la única puerta de salida, y pretenden que salgamos sin romper algún muro, y sin hacer daño al Minotauro.
 
España niega y negará el crecimiento del independentismo en Catalunya por mucho que las pruebas sean evidentes. Es su sino, lo que no se ve no existe, aunque no lo veas porque estás mirando en la dirección equivocada y la presa a tu espalda esté a punto de desbordar. Por eso no aprueba un referéndum, algo tan sencillo como un SI/NO/abs, y por eso cambia las reglas del juego según le convenga con tal de poder hacer una lectura positiva del partido. Eso ha ocurrido con las elecciones de ayer en Catalunya. Y eso ocurrirá una y otra vez. Avanzar en círculos para no llegar a ningún lado. Ya se cansarán, piensan, y no contemplan otra opción.
 
España se comporta como ese niño que, cuando ya ha perdido, grita desesperado aquello de el que marque gana, confiando en un gol postrero que conjugue el 13-1 actual. De forma que no se aceptó la convocatoria de un referéndum, tampoco se admitió que las elecciones de ayer tuvieran carácter plebiscitario, sin embargo, a toro pasado, y viendo los resultados se agarran a lo que les interesa, que si los votos, o lo mejor, las elecciones no pueden ser vinculantes, habría que convocar un referéndum, el mismo que no se deja convocar. Y seguimos avanzando en el círculo. Por supuesto, si la mayoría absoluta en escaños decide salir de ese círculo, no lo duden, España ondeará su Estado de Derecho, ese del que ellos ponen las medidas y cuyo derecho solo contempla una realidad, la suya.
 
Hoy casi todo el mundo está contento. Las fuerzas favorables a la independencia porque disponen de una mayoría absoluta cómoda. Los partidos unionistas porque en su sueño imperial han ganado en votos, aunque esos votos solo les permitan ser minoría por unas leyes que, no lo olviden, ellos crearon. Pero todos no son felices, hay una fuerza política cuyo baño de realidad no debiera dejarla indiferente. PODEMOS ha fagotizado a ICV y se ha hundido, la suma de dos en este caso ha dado -2. En el dibujo general, como en su campaña, se han quedado en tierra de nadie, y ahora les colocan junto a quienes dice combatir, junto a C´s, PP y PSC, en el frente del NO. Pero sobre todo, y van tres, el baño de realidad les descarta para liderar cualquier cambio en una España que no cambia. Lo fiaron todo a prometer que ellos y ellas iban a cambiar España y que con ellos y ellas se abrirían las puertas de la negociación.
 
No sé si eran creíbles pero como he dicho, a día de hoy y con diciembre en el horizonte no son alternativa real a nada. El optimismo es importante, pero cuando ese optimismo está tan alejado del suelo solo demuestra que son parte de un Estado que hace siglos perdió pie y viven una fantasía lisérgica. Cualquier cambio en el Estado pasará irremediablemente con el entendimiento con las fuerzas políticas periféricas y para ello no les queda otra que negociar, no les quedará otra que el reconocimiento de las diferentes de realidades pero eso requiere reflexión, un giro de timón y sobre todo, un poco de modestia que les permita ver que ni América estaba desierta cuando llegaron los españoles, ni la política del pueblo era un erial antes de su nacimiento.
 

Grecia, a pesar de todo, la lucha continúa

Joxe Iriarte ‘Bikila’ – Alternatiba

Desde que estalló la crisis del 2008, los sucesivos memorándum que la Troika ha impuesto a Grecia no han hecho más que agravar extraordinariamente los sufrimientos de su población: deuda y reformas con el único propósito de beneficiar a los ricos y reducir derechos y un saqueo sistemático de las empresas y el patrimonio griego.

“Tras cinco meses de negociación nuestros socios nos han planteado un ultimátum (…) Su objetivo es humillar a todo un pueblo (…) tenemos una responsabilidad histórica de afirmar la democracia y la soberanía nacional, y esta responsabilidad nos obliga a responder al ultimátum basándonos en la voluntad del pueblo griego. He propuesto al consejo de ministros la organización de un referéndum”. Fueron las desgarradoras palabras de Tsipras ante el chantaje de la Troika.

Tras la aplastante victoria del OXI, el pueblo griego sorprendió al mundo respondiendo masivamente al llamamiento del gobierno y, en condiciones sin precedentes según los estándares de posguerra de cualquier país europeo, votando NO de forma masiva a las propuestas coercitivas y humillantes.

Finalmente, y de forma desconcertante, el gobierno griego, cedió al chantaje, argumentando que era la opción menos mala. En realidad, antepuso sus miedos a la opinión de la gente, y convirtió la consulta popular en papel mojado. Y con ello, toda su estrategia basada en la defensa de un plan anti-austeridad sin salirse del euro termino con un estrepitoso fracaso. Syriza ha sido doblemente víctima, de la estrategia de sus acreedores y de la suya propia, la de apostar todo a la negociación sin preparar un plan alternativo, que supusiese entre otras medidas, salirse de la eurozona.

Ello ha producido la ruptura interna (que ha impulsado la candidatura de Laikí Enótita, la Unidad Popular) y lo que es peor, ha reforzado la tesis de que esta Unión Europea, sus políticas y sus relaciones reales de poder, no tienen alternativa. Queda la estrategia del miedo: o se aceptan estas políticas o se producirá el caos de la salida del euro.

Con estas elecciones, Tsipras ha buscado refundar su gobierno sobre una base completamente pro memorándum, quitando tiempo para organizarse a la oposición interna en Syriza y antes de que los costos sociales del nuevo acuerdo comiencen a corroer su liderazgo.

De momento, la maniobra le ha salido bien. Ha recibido el apoyo suficiente para lograr la victoria y conformar un nuevo gobierno con ANEL, socio ya en el anterior gobierno y sin nadie que se le oponga desde sus propias filas.
 
Pero este gobierno no es ni la sombra del que ganó el 25 de enero. En menos de un año, ha enterrado las esperanzas de cambio, se ha plegado a los dictados del mundo financiero y desmoralizado a la población, que esta vez en medio de una gran apatía, ha votado la opción que ha considerado menos mala. Y es que lamentablemente, la Unidad Popular (2’8% de votos) ha fracasado en su intento de articular políticamente el OXI expresado en el referéndum, lo que demuestra que el desánimo, el desconcierto y el miedo han prevalecido por encima de las esperanzas y los deseos de cambio. En muchos aspectos, habrá que empezar de nuevo.

Desde Euskal Herria, hemos de señalar que una de las lecciones fundamentales de lo acontecido en Grecia es la necesidad de construir alternativas capaces de aguantar y responder a los dictados de la Troika. Una estrategia que ponga el acento en el impago de la deuda inmoral e ilegitima (y que contemple la salida de la eurozona si es necesario) y logre acumular fuerzas en dicha dirección, también a escala europea. Grecia ha comprobado las enormes resistencias que a escala nacional y europea es necesario enfrentar para hacer otra política al servicio de otra economía. Son muy poderosos los intereses que se han articulado –y muchas las ganancias que se han cosechado- alrededor de las políticas e instituciones comunitarias.

Lo que nos jugamos en Grecia

Joxe Iriarte ‘Bikila’ – Alternatiba

A pesar de lo que afirman los apologetas de la Unión Europea, o las izquierdas llamadas europeístas que no ven futuro fuera de dicha realidad (llegando a aceptar el chantaje de la Troika); los desgarradores acontecimientos de Grecia nos refuerzan en el convencimiento de que es necesaria levantar otra Europa, bien diferente a la actual; austericida, imperialista, concebida como una fortaleza cerrada en si misma, y cada día menos democrática.

Asistimos a la configuración de la peor versión de una Europa, que si bien desde el inicio (del Tratado de Roma en 1957 al Acta Única de 1986, del Tratado de Maastricht de 1992 al Tratado de la Constitución Europea de 2005), la casta política y económica que la construyó jamás estuvo motivada por otra cosa que no sea la voluntad de construir un amplio mercado económico con el fin de satisfacer los intereses inmediatos de algunos grupos capitalistas y financieros; a día de hoy, se ha convertido en una maquinaria de desmantelar las conquistas logradas por los sectores populares.

Desde que estalló la crisis del 2008, los sucesivosmemorándum que la Troika ha impuesto a Grecia no han hecho más que agravar extraordinariamente los sufrimientos de su población: más deuda, más reformas con el único propósito de beneficiar a los ricos y reducir derechos y un saqueo sistemático de las empresas y el patrimonio griego.

“Tras cinco meses de negociación nuestros socios nos han planteado un ultimátum (…) Su objetivo es humillar a todo un pueblo y manifiestan ante todo la obsesión del FMI por una política de austeridad extrema (…) tenemos una responsabilidad histórica de afirmar la democracia y la soberanía nacional, y esta responsabilidad nos obliga a responder al ultimátum basándonos en la voluntad del pueblo griego. He propuesto al consejo de ministros la organización de un referéndum y esta propuesta se ha aceptado por unanimidad”. Fueron las desgarradoras palabras de Tsipras ante el chantaje de la Troika.

Tras la aplastante victoria del OXI, el pueblo griego sorprendió a Europa y al mundo respondiendo masivamente al llamamiento del gobierno y, en condiciones sin precedentes según los estándares de posguerra de cualquier país europeo, votando “no” de forma masiva a las propuestas coercitivas y humillantes de los prestamistas.

Desgraciadamente, y de forma desconcertante, el gobierno griego, cedió finalmente al chantaje, argumentando que era la opción menos mala. En realidad, antepuso sus miedos a la opinión de la gente, y convirtió la consulta popular en papel mojado. Y con ello, toda su estrategia basada en la defensa de un plan anti-austeridad sin salirse del euro ha terminado con un estrepitoso fracaso. Syriza ha sido doblemente víctima, de la implacable estrategia de sus acreedores y de su propia estrategia, la de apostar todo a la negociación sin preparar un plan alternativo (su estrategia inicial consistía en negociar sin traspasar la línea roja del acatamiento al austericidio). Plan alternativo, que supusiese, entre otras medidas, salirse de la eurozona. 

Con la convocatoria de nuevas elecciones Tsipras busca refundar su gobierno sobre una base completamente pro memorándum, quitando tiempo para organizarse a la oposición interna en Syriza y antes de que los costos sociales del nuevo acuerdo comiencen a corroer su liderazgo.

Ello ha producido la ruptura interna de Syriza y ha abierto las puertas a la recuperación electoral de los partidos conservadores. Y lo que es peor, ha reforzado la tesis de queesta UE, sus políticas y sus relaciones reales de poder, no tienen alternativa. Lo que queda es la estrategia del miedo: o se aceptan estas políticas o se producirá el caos y la catástrofe de la salida del euro.

En este contexto, hay que situar la aparición de una nueva formación política, Unidad Popular, convocada por la Plataforma de Izquierda. Pese a que la capitulación de Tsipras constituye una derrota de largo alcance para las clases populares europeas, la posibilidad de que emerja una fuerza política con peso de masas, que sea heredera de la experiencia organizativa de Syriza y de las lecciones de la experiencia gubernamental de Tsipras (principalmente respecto a la necesidad de estar dispuesto a una ruptura con el Euro), constituye un paso adelante de alcance estratégico.

El quid de la cuestión va a residir en el nuevo proyecto converja con la voluntad que logró el 61% del NO en el referéndum. Incluidos quienes todavía dentro de Syriza se oponen a su dirección, nuestras simpatías.

Desde Euskal Herria, y por lo que Alternatiba respecta, además mostrar nuestro deseo de que las fuerzas anti-memorándum salgan fortalecidas de la convocatoria electoral del 20 de Septiembre, tenemos que señalar que una de las lecciones fundamentales de lo acontecido en Grecia es la necesidad de acumular fuerzas a escala europea. Grecia, ha comprobado las enormes resistencias que es necesario enfrentar para hacer otra política al servicio de otra economía. Son muy poderosos los intereses que se han articulado –y muchas las ganancias que se han cosechado- alrededor de las políticas e instituciones comunitarias.

Se trata, una vez más, de afirmar lanecesidad de afianzar, desde Euskal Herria, una amplia alianza trasversal entre los distintos pueblos y sus clases trabajadoras, basada en objetivos compartidos: el de acabar con unos estados capitalistas oligárquicos y antidemocráticos, así como con el actual modelo de UE construido para la defensa del capital internacional.

El propio Tsipras, consciente de lo que le venía encima, advertía en vísperas de las anteriores elecciones: “aunque ganáramos en Grecia y consiguiéramos establecer un gobierno de izquierdas, si no experimentamos cambios graduales en la distribución de poderes o en las relaciones entre fuerzas, al menos a nivel europeo, tal gobierno quedará simplemente como una aldea gala, aislado”. Con esa advertencia nos quedamos.

Publicado en Rebelión, El Diario Norte y Ahotsa

Mafias

Luis Salgado – Alternatiba

Seguro que, quien más quien menos, al leer este subtítulo os habrá llegado a la cabeza un flash con una habitación en penumbra, donde leves rayos de luz se cuelan por las láminas de la persiana del ventanal del despacho donde Marlon Brando acaricia a un gato de forma distraída mientras habla con Bonasera, el enterrador. Esa imagen, junto a la cara-cortada de Robert de Niro interpretando a Al Capone, o Lucky Luciano, o tantos otros son los estereotipos holywoodienses que a todas nos vienen cuando alguien pronuncia la palabra Mafia. Sin embargo, con el paso de los años, esta palabra que en un inicio utilizaba la Cosa Nostra siciliana para autodenominar a sus miembros (mafiosos, hombres de honor) apenas es utilizada en la actualidad para hablar de aquellos Padrinos sicilianos y sus homólogos italo-americanos, sin embargo la palabra Mafia nos llega a diario desde prensa, radio, y televisión para describir las más diversas actividades “delictivas”.

 
Todas escuchamos hablar de mafias de la prostitución, mafias que tratan con la migración, y ahora, sin ir más lejos, mafias que se lucran con los refugiados que huyen de las diferentes guerras. Todo son mafias. Así nos lo venden porque esa imagen es útil a sus fines. Saben que, irremediablemente, cuando una persona escucha la palabra mafia rápidamente su imaginativa mente volará a una calle de Chicago, a un Chrysler Imperial recorriendo los charcos que reflejan la mortecina luz de las farolas, mientras un hombre de traje italiano y sombrero panamá ametralla un local. La mafia es, en el imaginario colectivo, la cúspide de la pirámide delictiva. Nada hay peor que catalogar a alguien de mafioso. (el terrorismo entra en el ámbito político y no tanto en el delictivo, por aclarar)
 
Sin embargo la Mafia, o mejor dicho, para poder catalogar a un grupo como mafioso se debieran tener en cuenta que primero debe demostrarse que se trata de crimen organizado, es decir, debería poseer una estructura orgánica más allá de la mera organizativa para la ejecución del crimen. Esa estructura, generalmente piramidal, debiera controlar las actividades de sus miembros, así como gestionar los desencuentros entre estos. Los grupos que podríamos catalogar como mafiosos rara vez se especializan en una sola actividad, y mezclan los negocios legales con aquellos que están fuera de la ley. Y sobre todo, y lo que diferencia a la Mafia de cualquier otro tipo de delincuencia es el sentimiento de pertenencia a dicha Mafia.
 
Si bien es cierto que Mafia sólo hay una, y esa es la Mafia siciliana y sus herederos italo-americanos, por modelo y forma de organización delictiva podríamos aceptar que se utilice el término para hablar de otro tipo de organizaciones que, si bien con muchos matices, podrían aproximarse e incluso copiar el funcionamiento de ésta, hablamos del crimen organizado ruso, quizás de la Yakuza nipona, o la Triáda china, sin embargo, utilizar este término para hablar de quienes transportan inmigrantes y/o refugiados para colarlos a través de las fronteras parece sin duda tener un objetivo más perverso. Cómo he dicho antes, buscar la perversión de un drama humano y eliminar cualquier posible tentación de empatía.

Así, de ese modo, abogar por dar soluciones a los movimientos migratorios de las personas pareciera que es fortalecer y ayudar a esos mafiosos trajeados a hacer dinero, a lucrarse de las desgracias ajenas. Nos descarga de buena parte del sentimiento de responsabilidad y se la cargamos a los hombres de sombrero Panamá. No es tú responsabilidad, la culpa es de esas personas que se han dejado embaucar por las mafias que les prometen un futuro mejor a cambio de sus ahorros. Nada tiene que ver que hayamos empobrecido sus tierras y arrasado sus pueblos y no les hallamos dejado otra alternativa que dejar atrás todo cuanto tenían, tierra, familia, amigos. Y desde luego no son nuestras películas, documentales, y noticieros los que les venden lugares idílicos que solo descubrirán de su inexistencia cuando alcancen nuestras costas. Vienen engañados por las mafias, no lo olvides, y hay que terminar con esas mafias y para eso, bombardearemos Siria, hundiremos los barcos de pesca de Libia, Egipto o Argelia, y aumentaremos el tamaño de nuestras alambradas.

Pero puestos a hablar de Mafias, o sistemas mafiosos, en España sobran ejemplos. Grupos con grandes cuotas de poder, con organizaciones piramidales de gran tamaño, jugando entre la legalidad y la ilegalidad y lucrándose con esos negocios. Uno de esos Capi cayó ayer mismo y le condenaron a 5 años de cárcel. Un personaje catalogado hasta hace bien poco como Prócer de la sociedad, cuyos consejos eran escuchados y atendidos por el poder, un Padrino que se permitía dar lecciones a la sociedad en general desde altas tribunas “Para salir de la crisis hay que trabajar más y cobrar menos” decía. O ese otro que llevaba las cuentas de un Partido el cual lleva financiándose ilegalmente desde su fundación. Un Partido a través del cual se han lucrado decenas, cientos de personas, y cuyas actuaciones ilegales, chanchullos y estafas conocemos por decenas. Sin embargo, aunque en ambos casos están más que demostradas todas esas relaciones, está demostrada la existencia de una organización creada con fines criminales, esté demostrada la existencia de una jerarquización y todas y cada una de las características se cumplan, en estos casos no oiremos hablar de mafias sino de manzanas podridas, de delincuentes aislados. Es lo que hay, un caso más de neolengua, circulen nada que ver aquí.
 
Del blog de nuestro compañero Luis Salgado El Mundo Imperfecto

Del «Welcome Refugees» al «Go home» a la injerencia

Ayem Oskoz, Iñaki Irazabalbeitia, Maite Ubiria y Lorena López de Lacalle
EH Bildu

La Unión Europea aborda hoy, con evidente retraso y un enfoque deficiente, la llamada crisis de los refugiados, causada mayoritariamente por la guerra en Siria. Esas imágenes que han tomado al asalto las conciencias de la ciudadanía europea son, no lo olvidemos, parte de un fotograma mucho más largo y dantesco. Esa película de horror y muerte tuvo su prólogo en los conflictos militares inducidos en Irak y en Afganistán, en un modelo de intervención que, de un modo u otro, se ha exportado a otros estados de la región, entre ellos Libia y Siria.

La llegada de miles de personas refugiadas y la actitud hostil de las autoridades que han encontrado en las fronteras de Hungría y Serbia, pero también en buena parte de los gobiernos de la UE, ha dado un nuevo alcance a una situación insostenible.  

Como en las colonias africanas del Reino de España, en el extremo oriental, Turquía ha mantenido a raya una frontera que, como todas las construidas para contener las injusticias, terminan por ceder un día u otro. La campaña pre-electoral del islamista Erdogan, al que se ha consentido que ataque a la población kurda, la que ha enfrentado con más decisión al Estado Islámico, guarda relación directa con este «incómodo» desbordamiento de la situación. Las cosas pocas veces ocurren porque sí y no es baladí el momento en que se producen.

Esta crisis de refugiados no arranca con ese camino sobre las vías del tren ni la construcción de verjas en el extrarradio de la Unión Europea, sino que tiene su origen en la política intervencionista seguida por los gobiernos comunitarios, en este caso en Siria.  De ahí que no tengamos derecho a olvidar que son los mismos dirigentes que, bajo la presión de la ciudadanía, articulada bajo esa consigna de dignidad que es #WelcomeRefugees, los que hasta anteayer apadrinaban a la oposición siria, a cuya cruzada militar contra al-Assad daban pleno marchamo democrático, aunque en la hora actual la engloben en el magma del «terrorismo yihadista». Y a cual ahora, paradójicamente, empiezan a reconsiderarlo como interlocutor necesario.

Esa voz aparentemente emocionada de François Hollande ofreciéndose a recibir a 25.000 refugiados contrasta con el discurso guerrero con el que agasajó a la oposición que aspiraba a derrocar al régimen antidemocrático de al-Assad en el Elíseo, allá por 2012 y de paso marcar territorio frente a Rusia, como potencia aliada del régimen sirio. Como un año más tarde se comenzó en Ucrania.

En esos tres años de amnesia, la muerte se ha instalado en Siria, y los países vecinos, con menos medios a su disposición, se han llenado de refugiados. Solo Líbano, país en que miles de palestinos siguen esperando el regreso a un país ocupado, recoge a 1,5 millones de refugiados causados por la guerra azuzada en Siria, entre otras, por la potencia colonial del país del cedro, Francia. Sirva el frío dato para discernir siquiera entre solidaridad y racanería.

Mientras desde el ámbito local, con menos medios, se ponen en marcha iniciativas que sirven para despertar las conciencias de una Europa entumecida, en los órganos de poder, tan sensibles a los vaivenes de opinión pública, se juega una partida macabra, consistente en simular un impulso humanitario donde hay una frenética búsqueda de «apaño temporal» ante un incómodo problema y, a tenor de algunas declaraciones, un intento de trasladar el foco de atención al origen. Otra vez mediante la guerra.

No hay propósito de enmienda respecto a la política pirómana que han llevado los socios europeos de la mano de EEUU en Oriente Medio, sino más bien un sondeo sobre los eventuales apoyo para dar mayor dimensión a la intervención externa contra el Estado Islámico, receta que aunque todas sabemos que solo contribuiría a aumentar las dimensiones de la tragedia humana, tendría a ojos de Bruselas la ventaja de que los muertos, como hasta ahora por cierto, se situarían mayoritariamente en origen, sin deslucir las costas europeas.

Esa parece ser la propuesta que cohesiona la errática política comunitaria: la de poner vallas que traten de contener la miseria, y la de dotar de unas mínimas coordenadas geográficas, a una guerra que sólo deviene un problema cuando salta a la escala global.

No se trata de diluir la presente crisis en un debate geopolítico que traslade a la ciudadanía la falsa idea de que ni debe ni puede hacer nada para tratar de combatir las injusticias concretas, dada la complejidad de las causas y responsabilidades que aparecen tras los conflictos.

Sin embargo, ahora y aquí, cuando el frenético ritmo de la actualidad no ha barrido todavía el poso que hayan podido dejar en nuestras conciencias esos éxodos que nos conducen a nuestros propios destierros, no está de más recordar que la crisis humanitaria con mayúsculas estalla sobre el mapa de las operaciones de rapiña imperialistas en Afganistán, Irak, Libia, Kurdistán, Gaza on en el África sub-sahariana (Eritrea, República Centroafricana, Malí, Sudán del Sur)…

No está de más, sin perderse en el inmenso océano, acompasar las actuales muestras de solidaridad con gotas de pensamiento crítico, y sobre todo de constancia, para horadar con más eficacia la política que aplica Bruselas, y abordar la tarea pendiente de forjar alianzas para dar una alternativa a escala continental a esa injerencia militarista que hoy se conjunta con el asalto a la soberanía y el rapto a la democracia en el propio marco de la UE, como se ha puesto de manifiesto en Grecia. En un caso u en otro, la lógica motora es la misma: responder a las necesidades de las élites económicas capitalistas, y despreciar los derechos fundamentales y hasta la más mínima dignidad humana.

El Mediterráneo, o los caminos terrestres que dan entrada a la coraza de la UE, no pueden convertirse en una fosa común, ni Europa puede seguir viviendo en la esquizofrenia que le lleva a deslindar su papel en el devenir de esos países de la mal llamada política de seguridad.

Ni este nuevo drama, que se solapa sobre el horror permanente, duradero, silenciado, de tantos conflictos silenciados, puede convertirse en el comodín de formaciones políticas, algunas con responsabilidades de gobierno en nuestro país, que hoy se amparan en el discurso humanitario mientras mantienen una política continuada de apoyo a planteamientos injerencionistas y de marcado contenido tensionador o directamente belicoso –en Ucrania, en Venezuela…– o de fiel alineación con la OTAN.

Un repaso, por ejemplo, a iniciativas en el Parlamento Europeo nos permitiría dirimir mejor sobre el papel de cada cual en situaciones de alta emocionalidad como la generada por esta crisis, o hace un año con el asedio contra población civil en Gaza, o…

Es urgente reclamar un cambio radical en las políticas de acogida y ayuda a los refugiados, y exigir la reposición del derecho de asilo. Como urgente es desenmascarar las políticas de intervención militar y de neocolonialismo económico en la raíz de los éxodos forzosos.

Es urgente convertir en fenómeno viral la solidaridad entre los pueblos, el respeto a la soberanía de los países y la resolución por medios políticos de los conflictos internacionales.

No se puede desligar, o al menos nosotros no lo hacemos, la respuesta inmediata, necesaria, a esta crisis, de la crítica feroz al laxismo de los dirigentes de la UE ante este drama humano, y de la denuncia sin tapujos de la responsabilidad del modelo neoliberal al que sirven en la situación de las personas migrantes, sean estas refugiadas políticas o económicas.

Para nosotros, decir Welcome Refugees es también gritar un viejo, reconocible y actual Go home a las políticas de agresión militar, al imperialismo, que son causa de muerte e injusticia, fuera y dentro de Oriente Medio.

Publicado en Naiz

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