Un pie en el ayuntamiento y miles en la calle

Joxe Iriarte ‘Bikila’ – Alternatiba

Esta frase inserta en un cartel electoral de EH Bildu de un pueblo Bizkaia me impactó. No es usual que en medio de la efervescencia electoral por la conquista del voto, se especifique con tanta claridad cuál es el epicentro de una estrategia de izquierda transformadora y, por lo tanto, anti-sistema.

Pienso sin embargo, que el impresionante resultado electoral de hace cuatro años nos ha forzado a ocupar un numero inesperado, y quizás desproporcionado, de cargos electos (muchos de los cuales han sido de gobierno) desplazando a dichas tareas a militantes que hasta entonces habían dedicado buena parte de su labor a activar la calle.

No nos podemos evadir de una responsabilidad adquirida ante la ciudadanía que nos vota y, a la vez, es imprescindible mantener el énfasis en la movilización, la auto-organización y el empoderamiento en torno a un imaginario rupturista. Sin un contrapoder ciudadano que transforme la correlación de fuerzas sociales y políticas, el trabajo institucional queda cojo, y las más de las veces impotente, para superar el umbral del deseo.

EH Bildu ha respondido bien a retos muy difíciles y complicados, como su oposición a las grandes infraestructuras, tratamiento de residuos, articulando la defensa de otra política impositiva, propiciando la asistencia social a los más desfavorecidos, pero, en los sectores que sacudieron el panorama hace cinco años (y que desde un punto de izquierda son los que más nos interesan) ha pesado la opinión de que nos hemos ido instalando en el terreno de los partidos políticos tradicionales (si bien más honestos y honrados).

Y esto es un problema dado que, ni somos, ni queremos ser un partido al uso. Sino un movimiento de transformación, soberanista de izquierdas, rupturista respecto al régimen de 78.

Ciertamente es necesario reflexionar sobre los resultados electorales, por lo demás desiguales según herrialde, y sobre los cuales no cabe una idea única y simplista. Desde luego, no me convence la apelación al desgaste de la gestión ya que las más de las veces ocurre al contrario (gestionar favorece, aunque gobernar en minoría puede ser problemático) salvo que se haga muy mal (y no es el caso) o no corresponda a lo que piensa la población. Y este tema si debe de ser objeto de reflexión.

En 2011 mucha gente dio su voto a la izquierda soberanista como un modo de apoyo a la vía política, una vez que ETA anunció su cese definitivo. Ello no significaba que su voto pertenecía de un modo invariable al campo de Bildu, como se ha podido comprobar.

Hay que sumar las políticas de desgaste (para poder contrarrestarlas) como las que ha sufrido EH Bildu en Gipuzkoa por parte de las fuerzas políticas sociales y mediáticas adversarias, las cuales han practicado una auténtica guerra sucia. El PaP, en tanto que primera medida para un correcto tratamiento de los residuos, era absolutamente correcto, y no tardará, pese a quien pese, en implantarse en todo Euskal Herria. De lo único que tenemos que autocriticarnos es de no haber sabido prepararnos previamente (tal como se hizo en experiencias puntuales previas, con referéndum incluido, o la realizada en localidades con clara aprobación ciudadana) política y pedagógicamente para responder adecuadamente a las consultas allí donde se demandaban, y movilizando a nuestros partidarios en todos los frentes de conflicto. Y seguiremos en el mismo error, si en los lugares donde se intente desmantelar dicho proyecto nos limitamos a la mera protesta institucional, sin salir a la calle. Lo mismo con la incineradora.

Otro tanto con en relación al impuesto sobre las grandes fortunas y la progresividad fiscal. Hay que activar un frente social, sindical y político, tanto en las calles como en las instituciones contra lo que hará el PNV, una vez más, al servicio del capital.

Los ritmos que marquemos deben ser resultantes de dos factores. De la urgencia del tema, y del grado de adhesión de la ciudadanía. Si el objetivo marcado, por la razón que sea, encuentra el rechazo de una parte importante de la población, hay que entablar un dialogo con la misma, y ajustar ritmos, llegar a acuerdos, pero dejando claro cuál es la gravedad del problema.

El retraso que llevamos en la batalla contra el cambio climático es de una gravedad extrema. Y la hipocresía de la mayoría de los partidos políticos al respecto clama al cielo. Vivimos tiempos de urgencias, de problemas a resolver ya. La situación de buena parte de la ciudadanía es dramática, al borde de la miseria. Basta escuchar a Caritas para saber de qué hablamos.

Nuestra responsabilidad (desde el gobierno o la oposición) es para con quienes sufren necesidad, desempleo, discriminación… con el medio ambiente y el euskera. No con el sistema. Ese trabajo corresponde a los partidos que se limitan a gestionar lo existente sin ánimo de transformarlo. Las instituciones son para nosotros (en tanto que izquierda transformadora) un territorio cuyo engranaje está fundamentado (política y jurídicamente) para que sirva del soporte al capitalismo.

EH Bildu necesita avanzar de su actual estado de coalición de partidos a un verdadero Frente Amplio, abierto a nuevas gentes, y a su vez, propulsor de alianzas más amplias. Un Frente Amplio apuntalado en las localidades, pueblos y barrios y organizado de abajo arriba. Cuyas personas electas sean escogidas en primarias, mediante listas abiertas, que discuta, debata y organice la lucha popular, unas veces apoyando y otras promoviendo, la defensa de las reivindicaciones y los objetivos populares, que la excepcionalidad de la situación nos demanda.

Publicado en Naiz

El PNV y el régimen de la transición del 78

Joseba Barriola – Alternatiba

El PNV es un partido del régimen surgido de la transición. Junto con el PP, el PSOE, CiU, el PNV es, hoy día, uno de los sostenes del régimen monárquico-parlamentario español. Dos partidos que jugaron un papel fundamental en la instauración de este régimen, se hundieron en el empeño: UCD, que desapareció y en lo fundamental se integró en el PP y el PCE de Santiago Carrillo, que sumió en el desconcierto y desesperación a miles de militantes comunistas antifranquistas heroicos.

Ciertamente hay diferencias entre todos ellos: el PP porta sobre sí toda la herencia franquista: los llamados poderes fácticos, que se convirtieron (sin arrepentimiento ni perdón ni suelos éticos ni nada) a la religión democrática, es decir, al uso de mecanismos partidistas electorales, manteniendo el poder conformado en el franquismo intacto y su querencia hacia el autoritarismo y la dictadura de Franco.

El PSOE, profundamente realista, interesadamente capitalista e imperialista, de la mano de la socialdemocracia del “occidente otánico” (Partido Socialista Alemán), rechazó el marxismo, abrazó el consenso atado y bien atado de los reformistas franquistas, se encaprichó con los ricos, ensalzó a la Monarquía y a la duquesa de Alba, pasteleó con la Jerarquía Católica, celebró como un evento cultural progresista la conquista y colonización de América, sacrificó a los trabajadores industriales para dar gusto a la Europa de las multinacionales, nos ofreció como base de apoyo de la organización que produce más terror en el mundo: la OTAN. Olvidó su Aberri Eguna del año 1978 tras la pancarta que decía “Autodeterminación en la Constitución” y a los pocos meses fracturaba Hego Euskal Herria, separando con sus votos a Navarra y las tres provincias de lo que resultó Comunidad Autónoma Vasca (organización territorial que nadie había reivindicado en las luchas antifranquistas).

CiU, partido de medianos y grandes burgueses catalanes que hicieron su agosto con Franco, se arrogó catalanismo neoliberal, y fue un fiel defensor de la gobernabilidad y consolidación del Régimen del 78. Gobernabilidad con premios generosos en contratos públicos, facilidades privadas y corrupción impune.

El PNV es diferente. Todo lo ha tragado, fiel a su compromiso central: buscarse un hueco en el entramado político de la Transición. Ha actuado dentro del consenso “atado y bien atado” de la Transición. Consenso que se extiende a la “amnistía” (ilegal en el orden internacional)  para los crímenes del franquismo; a los Pactos de la Moncloa (firmados por Ajuriagerra); marginado de la comisión de “Padres de la Constitución”, se abstuvo en el referéndum de la Constitución y luego aceptó la sumisión a la misma (tras el Tejerazo y la LOAPA) y la parcial rebeldía de Ibarretxe, fue boicoteada por el sector dominante del PNV; cuando inmensas movilizaciones exigían el cierre de Lemoniz, Arzalluz hacía el ridículo hablándonos del peligro de que Euskadi se convirtiera en Albania; el PNV apoyó entusiásticamente la entrada en la Europa de las multinacionales, de la Troika y de la austeridad; el PNV apoyó sin fisuras la entrada en la OTAN. Cuando gobernaba el PSOE (a pesar, por ejemplo del GAL) buscó acuerdos con el poder; cuando gobernaba Aznar (a pesar de la guerra de Irak) buscó acuerdos con el poder. En la lucha contra ETA, fue destacado impulsor y defensor de la dispersión, nunca tuvo reparo en llamar y ser y sentirse parte del campo democrático habitado por gales, torturadores condecorados, terroristas de grandes guerras (NATO-Afganistán-Irán). En todas las grandes decisiones del consenso de la Transición, el PNV ha estado con el Régimen actual. ¿Cuál es, pues, su diferencia?

En primer lugar, extraña que con su número de diputados (5-8) sea de tanta consideración y peso el PNV. ¿Qué explicación? Creo que la explicación fundamental no es ni su fuerza ni su diplomacia ni su astucia; la explicación fundamental es que le era necesario al gran Consenso entre franquistas y oposición de poltrona democrática, para conseguir pacificar y dominar el territorio más rebelde contra la Constitución, contra Europa y contra la OTAN. Esta calificación está refrendada no sólo en los tres referéndums correspondientes, sino en las luchas contra la central nuclear de Lemoiz, por la Amnistía, contra el desmantelamiento industrial, contra la mili y por la insumisión, por los derechos de las mujeres, por lo movimientos vecinales, por la red de gaztetxes, radios libres, por los resultados electorales, y por el peso y apoyo social de la lucha armada, que llevó a Aznar (entrados en los 90) a calificar a la izquierda abertzale como movimiento vasco de liberación nacional. El PNV fue solicitado para aplacar el movimiento rebelde de Euskal Herria a favor del consenso franquista reformista. Aceptó ese papel, incluso después del Tejerazo y la LOAPA. Aceptó el papel por un plato de suculentas lentejas (poderes autonómicos, legislativos y económicos). Pero de esa manera se convirtió necesariamente en el bufón con corbata del opresor.

Luego, como tal, se vio forzado a hacer ejercicios de prestidigitación: Arzallus cantaba ante los juzgados de Bilbao el “Eusko Gudariak” brazo y paraguas en alto, pero a la vez apoyaba el PNV la dispersión de los presos y Jaurlaritza disparaba chorros de agua contra la ikurriña que presidía una manifestación por los derechos de los presos. Mientras la gente sabía y decía que la jerarquía del PSOE estaba implicada en el montaje del GAL, el PNV firmaba con ese mismo PSOE pactos de gobierno, bipartitos y pactos “antiterroristas” de Ajuria Enea. Mientras Anasagasti pone a caldo al rey Juan Carlos, el PNV no se define ante la sucesión de Felipe VI. Ortuzar y Egibar no se cansan de decir que Bildu todavía no es suficientemente democrático (la Ertzaintza sí lo es) y que tiene demasiados sueños de justicia (robar Kutxabank es realismo), y ocultan que ellos quieren mantener con algún retoque el pasado Régimen de la Transición “que le llaman democracia y no lo es”, y sobre todo mantener el pasado de tiranía del mercado y de los grandes ricos amigos como BBV, Petronor, Confebask o Kutxabank. Proponen un “estatus político” nuevo previo plácet del estado, pero les molesta mencionar el nombre de Ibarretxe, y se apresuran a apoyar el TTIP que es la muerte de toda soberanía. Se las dan de eficaces gestores, pero nunca explican que en su gestión los ricos son más ricos y los de abajo más pobres. Se las dan de gestores honestos, pero honesta y legalmente hacen el expolio de convertir Kutxabank en propiedad  privada de 15 banqueros elegidos por el tándem PNV-PP-PSOE, y poco a poco van apareciendo casos de corrupción así definidos por jueces de este sistema. No es de extrañar el mutis del PNV en la denuncia de la corrupción. Tenían prisa de volver a pisar las alfombras, no vaya a salir porquería indeseable que pudiera hacerse pública.

Justamente la actitud ante el Régimen del 78, y no otra cosa fue el detonante de la escisión entre EA y PNV. Quizás, acaso, la pugna personal entre Arzallus y Garaikoetxea; la discusión sobre el papel de las instituciones centrales vascas o de las diputaciones etc. se mezclaron en las discusiones – pero la explicación de fondo de la escisión entre EA y PNV es la actitud ante el Régimen del 78. Tras el Tejerazo EA entendió que estábamos ante una involución definitiva del Régimen del 78, con apoyo de todo el arco parlamentario. Era el triunfo del PSOE. EA votó en contra de la OTAN. No aceptó seguir de marionetas de un poder que considera enemigo el deseo de libertad del pueblo vasco.

Así las cosas, mientras las grietas del edificio del Régimen de la 78 se amplían y ahondan, mientras en Nafarroa se da un salto mayúsculo frente al régimen, el PNV logra un resultado exitoso en las últimas elecciones municipales y forales. También las tuvo el PP hace cuatro años. Si logramos terminar con el Régimen de la democracia falaz, ¿qué pasará con un PNV sostén fiel de ese Régimen? ¿No estaremos ante el canto del cisne? Herriaren esku dago.

De elecciones y lecciones

Ander Rodríguez Lejarza – Diputado de Política Social y miembro de Alternatiba

Conviene que reconozcamos las cosas como son. Los resultados de las elecciones municipales y forales para EH Bildu suponen un paso atrás en su proyecto de cambio político y social. Este revés puede ser mayor si de lo ocurrido en estas elecciones no extraemos las lecciones correspondientes.

De lo cuantitativo y lo cualitativo

Cuando afirmo que los resultados han supuesto un paso atrás, que no son unos buenos resultados, no debemos fijarnos tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Los resultados cualitativos son relativamente sencillos de interpretar. Si bien EH Bildu no ha sufrido un retroceso reseñable en lo que a la votos se refiere en el conjunto de Araba, Bizkaia, Nafarroa y Gipuzkoa, los resultados de esta última provincia hacen que pase de ser primera fuerza política en el Ayuntamiento de Donostia y en el Territorio Histórico, a colocarse como tercera y segunda respectivamente. De este modo, sin necesidad de desarrollar el pacto anunciado por  PNV, PSE y PP, EH Bildu, pierde los gobiernos de la capital y el Territorio. Y esto, se mire como se mire, supone un gran paso atrás para la consolidación del proyecto político. La coalición pierde sus dos grandes referentes en la lucha institucional.

Que los árboles nos dejen ver el bosque

Tampoco conviene dejarnos arrastrar por la pérdida que supone para el proyecto de EH Bildu lo ocurrido en Gipuzkoa. En Nafarroa, los resultados electorales, permiten que nos coloquemos en la antesala del final del largo régimen de UPN. La alternativa a UPN en Iruñea será liderada por EH Bildu y, en el Gobierno Foral, será una pieza indispensable, aunque en este caso el liderazgo le corresponderá a Geroa Bai.

¿Quién gana?

Es muy sencillo responder a esta pregunta. El Partido Nacionalista Vasco es el gran vencedor de estas elecciones. Mantiene la hegemonía en Bizkaia, se sitúa como primera fuerza política en Araba y Gipuzkoa y, en Nafarroa, lideraría el cambio en el Gobierno con su participación en Geroa Bai. Estos resultados, además, los acompaña con un llamamiento a consolidar gobiernos estables con el PSE, que superen la debilidad de algunos mapas políticos muy fraccionados, como es el caso de Araba, entre otros.

¿Qué ha ocurrido en Gipuzkoa?

Comencemos conjugando en primera persona del plural. Hay que reconocer que cometimos el error de confundir la hegemonía institucional que nos otorgaron las urnas hace 4 años con la hegemonía social. Este error ha venido de la mano de la necesidad de volcar las organizaciones políticas que conforman la coalición en el reto que suponía gestionar, por vez primera, grandes instituciones con amplísimas competencias como la Diputación Foral de Gipuzkoa. Este volcado ha generado un distanciamiento con lo social que nos ha impedido dotar de bases sólidas el cambio institucional. Incluso podríamos reconocer que, en algunas ocasiones, hemos pecado de ejercer desde las instituciones un vanguardismo instalado en la comodidad de dar por seguro que la mayoría social acompañaba las decisiones que hemos ido adoptando o que simplemente eran conocedoras de las mismas. Tampoco debemos negar que hemos podido cometer errores en la gestión, que magnificados por los principales medios de comunicación, nos han pasado factura. Como recientemente escribió Arnaldo Otegi: “los hombres y mujeres de EH Bildu no somos perfectos/as, pero tratamos de ser mejores cada día, no lo hacemos todo bien, pero tratamos de aprender de nuestros errores”.

Si conjugamos en tercera persona del plural, hay que reconocer la capacidad que la reacción ha tenido de reorganizarse y movilizarse. El “acoso” político y mediático ha sido salvaje, y se redobló a raíz de varias decisiones que han pasado más o menos desapercibidas, pero que ponían el dedo en la llaga: el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas, las inspecciones fiscales de las Sociedades de Promoción de Empresas y la reducción del margen de beneficio de las empresas en la explotación de servicios públicos. Esta reorganización de la “reacción” ha movilizado un voto contrario a EH Bildu (la participación en Gipuzkoa y Donostia se ha elevado en 2 y 6 puntos respectivamente) que se ha concentrado en el PNV. Un PNV que ha ocupado la centralidad renunciando a cualquier tipo de mención a cuestiones nacionales durante toda la campaña.

Las lecciones

Es un error identificar miméticamente una mayoría institucional con una mayoría social de cambio. La primera puede ser fruto de múltiples factores más allá de la adhesión incondicional a un determinado programa político. Es por ello muy relevante la necesidad de que ese cambio esté bien apuntalado en sus bases porque, de lo contrario, se corre el grave riesgo de construir un gigante con pies de barro.

Si es importante el qué hacer en las instituciones, más importante si cabe es explicar el porqué. Y esa labor de pedagogía es la que durante muchos años ha dejado de practicar la izquierda política e institucional.

Una vez alcanzado el poder institucional, no ha terminado nada, empieza todo. Si resulta complicada la carrera por alcanzar la hegemonía institucional, más complicada resulta sostenerla en el tiempo. A riesgo de convertirte en flor de un día.

Tampoco el acceso al poder institucional garantiza el cambio. Hay que incardinar la lucha institucional con la lucha social para lograr los objetivos.

No conviene obsesionarse con los ritmos si la dirección es correcta. Afianzar los cambios y dotarlos de irreversibilidad resulta más relevante a largo plazo.  

En el momento en que los cambios no sólo abarcan lo estético sino lo ético, la reacción de las clases dominantes (léase casta) será furibunda, y la respuesta no puede consistir en un repliegue denostando opiniones. Es una lluvia fina que, sin percatarnos, acaba calando. Incluso en muchos de aquellos y aquellas que votaron cambio. Hay que pasar a la ofensiva y defenderse en todos y cada uno de los frentes.

Sirvan estas breves lecciones para quienes ahora se vean ante el mismo reto en el que nosotras y nosotros nos encontramos hace cuatro años y aprendan de nuestros errores.

Sinpermiso

Frente Popular

Luis Salgado – Alternatiba

Entre quienes albergamos el corazón a la izquierda y defendemos que nuestra sangre es roja cómo parte de nuestro ideario, a quien más y a quien menos, nombrar el Frente Popular nos retrotrae a un momento utópico e idealizado en el imaginario colectivo. La Idea de la confluencia de la izquierda, de, prácticamente, toda la izquierda, hasta el punto de que incluso la CNT-FAI emitiría en aquellas fechas un comunicado en el que por primera y última vez no animaba a la abstención activa. Esa idealización provoca que cada vez que la ciudadanía es llamada a las urnas se alcen voces recordando aquel “Frente Popular” de 1936, con la consiguiente frustración cuando, nuevamente, la izquierda se presenta entre una sopa de siglas.

La Vida de Brian de la izquierda española parece no tener fin, y justo en este 2015, después de 8 años de salvaje estafa perpetrada por el poder económico y dirigida y orquestada por la derecha política (PsoE y PP) las divisiones y subdivisiones están provocando un mar de setas que nacen cómo partidos políticos, ¿o era al revés? Perdónenme, a veces me lío un poco. Y por supuesto, ante este nuevo llamado a las urnas, primero de una serie que nos plantará en 2016, todo el mundo vuelve a sacar a colación aquel Frente Popular, y toda fuerza nueva que se precie habla o hablará en algún momento, de confluencia, de unión, pero al día siguiente romperá puentes y amarras y anunciará su intención de alcanzar la hegemonía política.
 
El nacimiento de Podemos, (sobre el que no me extenderé porque ya he escrito demasiado sobre ellos y ellas) parecía que podía provocar esa catarsis colectiva, y así, de pronto pusieron en solfa la política de “las izquierdas” con un pacto que parecía ganador y tal era su nombre “Guanyem”, de ahí a Ganemos… un paso, y en la actualidad, pues nada, otras veinte plataformas nuevas, cuarenta propuestas hegemónicas, y cien disputas Cainistas. ¿Recuerdan el Frente Popular? Pues sigan recordándolo con nostalgia porque en 2015 tampoco se le espera.

Llegados a este punto cabe recordar que el éxito de confluencia del Frente Popular se basó en algo muy sencillo, poner sobre la mesa las coincidencias básicas y apartar momentáneamente las diferencias para ir desarrollando los debates a posteriori con tranquilidad y calma. Frente a una derecha que iba a arrasar con los pocos avances que había producido la II República, la izquierda se unió con tres simples exigencias/ofertas/compromisos; amnistía a los centenares, miles de presos políticos que poblaban los presidios,  compromiso con  las reformas del primer bienio (reforma agraria, educativa…) y compromiso con el proceso autonómico. Causas que siguen vigentes en 2015 y sobre las que debería ser sencillo llegar a acuerdos, sin embargo, el principal escollo proviene precisamente de que estos tres debates, eternamente inacabados no tienen cabida en las agendas de los partidos españoles. No se reconocen los presos políticos, tal y cómo escribo en “Unicornios enjaulados”, de forma que es imposible que aquellas formaciones e ideas que son sistemáticamente perseguidas por el Estado se sientan atraídas hacia ningún tipo de confluencia, se habla de reformas pero siempre con la boca pequeña, nunca para acabar con los terratenientes, los oligopolios, lo que excluye en buena medida a las clases populares, o con los privilegios de la Iglesia Católica, y por supuesto, España antes fascista que rota, del tema plurinacional no hablamos, y por tanto utópico el entendimiento con las izquierdas catalanas, vascas, o gallegas, mucho menos una hipotética confluencia.

Por cierto, que aunque escueza allende el Ebro, sobre Frentes Populares quizá podamos dar alguna lección desde el norte. Lecciones sobre cómo conformar una izquierda plural que se convierta en verdadera alternativa al poder establecido. Con cientos, miles de imperfecciones, pero avanzando con paso firme. Pero claro, supongo que es mucho más sencillo seguir despedazándonos entre nosotras, buscando purismos que nos desgarren en el Circo mientras, divertidos, los césares observan, gobiernan y expolian.
 
Del Blog de Luis Salgado El Mundo Imperfecto

En el camino hacia la paz, acabar con la dispersión

Xabier Soto – Alternatiba

El pasado 21 de abril, acudí a la Universidad de Deusto con la intención de participar cómo público en una mesa redonda con los candidatos de EH Bildu, PSE, PNV y la candidata de PP a la alcaldía de Donostia.

Creo que mereció la pena, aunque pude haberme saltado las normas de la organización al intervenir sin ser alumno de Deusto, y se pudo malinterpretar el objetivo de mi pregunta como partidista – tal ycomo hizo El Mundo-, creo que esta sirvió para dar a conocer la situación de las personas presas entre la gente joven; y sobre todo, para demostrar que las posiciones de los partidos en esta materia son más cercanas entre sí de lo que podemos creer.

En mi intervención, después de mencionar a las más de 100 personas asesinadas en Donostia, así como la necesidad de pedir un reconocimiento del daño causado a aquellas personas que hayan cometido asesinatos, provocado lesiones o simplemente daños materiales; pedí a las y loscandidatos que me dijeran qué es lo que ofrecían a las 66 personas presas donostiarras que han sido dispersadas (incumpliendo sentencias del Tribunal de Estrasburgo), 1 de ellas confinada (contraviniendo el principio de reinserción mencionado en la Constitución Española); al menos 8 personas encarceladas por ser miembros de Segi (incumpliendo sentencias posteriores de la propia Audiencia Nacional que indican que no se debe encarcelar a nadie basándose exclusivamente en declaraciones policiales obtenidas durante el periodo de incomunicación); 1 por el caso Bateragune (Harkaitz Rodríguez), con el agravante de haber sufrido problemas de movilidad derivados de su estancia en prisión; y otra por ser miembro del consejo de administración del periódico Egin (Carlos Trenor), con el agravante de tener más de 70 años y que por tanto debería estar en libertad condicional aplicando el Código Penal vigente. Del mismo modo, pregunté qué ofrecerían en caso de que alguna persona presa donostiarra sufriera alguna enfermedad grave e incurable, ya que en este caso también se incumpliría la legislación vigente.

En cuanto a las respuestas de Eneko Goia (PNV) y en un momento posterior de Miren Albistur (PP), tan solo puedo objetar que desde mi punto de vista la disolución de ETA no puede ser un factor a tener en cuenta a la hora de dejar de aplicar la dispersión; entre otras cosas porque antes de 1989 también existía ETA (de manera mucho más activa que ahora) y sin embargo no fue hasta ese año que se comenzó a aplicar la dispersión, fruto de una decisión política del gobierno socialista de Felipe González, y con el beneplácito del pacto de Ajuria Enea presidido por Jose Antonio Ardanza y formado por PNV, PSE y PP.

Al igual que otras decisiones políticas que han causado sufrimiento y que hoy afortunadamente ya no se dan, la dispersión debe acabar inmediatamente; y dado que la decisión de aplicarla fue una decisión política, es desde la política también desde donde debe buscarse una solución a la situación que viven las personas presas y sus familiares y amistades.

Para avanzar hacia el objetivo de ver respetados los derechos de las personas presas, va a ser necesario seguir dialogando y trabajando para poder llegar a acuerdos concretos que faciliten una mejora de su situación; y sinceramente, creo que existe una voluntad mayoritaria de dar esos pasos, o al menos no prevalece la voluntad de permanecer parados o dar marcha atrás. Tan solo hace falta seguir impulsando estos cambios desde la sociedad civil, de manera que los partidos sintamos su aliento y nos veamos empujados a seguir caminando.

En este sentido, para mí el objetivo está claro: llegar a un escenario en el que todas las personas vean respetados todos sus derechos. Para definir ese escenario, será necesario previamente definir entre todas y todos cuáles son esos derechos, que desde mi punto de vista deben incluir al menos el derecho a vivir en paz, y por tanto en un escenario en el que las armas no condicionen las decisiones políticas en ninguna dirección; unos derechos para las personas presas acordes con el respeto a la dignidad humana y con el objetivo de su reinserción en la sociedad; y los derechos de acceso a la verdad, justicia y reparación para todas las víctimas,independientemente de quién fuera su victimario. En cualquier caso, creo que lo más importante es que exista una voluntad por todas las partes de respetar y hacer respetar esos derechos definidos entre todas y todos.

El rumbo está fijado, nuestros pasos anteriores nos recuerdan de dónde venimos; ahora solo falta echar a andar, y es que, como decía el poema de Machado: «caminante son tus huellas, el camino y nada más; caminante no hay camino, se hace camino al andar.»

Publicado en Rebelion

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