Hacia una Edad Media digital

Iagoba Itxaso – Militante de Alternatiba

Últimamente hemos oído mucho sobre derechos de autor y la neutralidad de la red: La SGAE y sus gestores bajo sospecha – más que fundadas sospechas – una Ley Sinde aprobada sin consenso, un Canon Digital que desaparece, los proyectos de ley SOPA y PIPA en Estados Unidos, un apagón digital luchando contra ellas, el FBI cerrando Megaupload tras una espectacular operación internacional…

Algunos sabremos de qué va el tema y otros habremos oído campanas. Es la guerra: la World War Web. Pero… ¿cuáles son los bandos?

Por un lado tenemos a las industrias derivadas de obras intelectuales. Por el otro tenemos a los defensores de la neutralidad y la libertad en la red. Por un lado tenemos a grupos de empresarios, de trabajadores y de autores que defienden sus modelos de negocio, amenazados por una revolución digital que hace tambalear gran parte de sus formas de generar ingresos. Por el otro tenemos a los defensores del progreso a todos los niveles, de una Internet global sin tijeras ni límites, de unos derechos en cuanto a libertad de información y comunicación que consideran fundamentales. También en este segundo bando, se incluirían las industrias que producen beneficios gracias a esta libertad en la red.

Aunque bien es sabido que el medievo no fue una época tan oscura como la cultura popular a veces nos muestra, esta imagen habitual de la Edad Media nos sirve para mostrar que uno de estos dos bandos en la World War Web, busca retrotraernos al pasado. Como esa Iglesia medieval luchando contra la Ciencia, las industrias derivadas de los derechos de autor luchan contra el mundo digital, contra la red y la tecnología.

Pero al igual que esa lucha por parte de la Iglesia fue inútil, y la Ciencia se abrió camino, resulta absurdo pensar que este grupo de industrias van a poder frenar el progreso ahora. Una lucha fútil por perpetuar modelos de negocio ya obsoletos.

Una industria editorial que intenta vendernos libros electrónicos al mismo precio que en papel; una industria discográfica que quiere convencernos de que el CD aún es un formato servible y lógico como producto; una industria cinematográfica y audiovisual que no plantea alternativas válidas a sus clientes, ciñéndose a productos de usabilidad reducida que no plantan cara a la gran versatilidad de los “piratas”; y en todos los casos, como perro de hortelano, ni siquiera explotan todas sus propiedades, deseando que nadie acceda a ellas, esperando el momento adecuado para volver a venderlas o introducirlas en una región concreta. Es el caso de los libros, discos y películas descatalogados de toda la vida, y de los productos que tardan en llegar a alguna región o nunca lo hacen, barreras que siempre han derrumbado esos mismos «piratas».

El progreso camina hacia contenidos en la nube, streaming, cantidad de información ilimitada, servicios globales, accesibilidad inmediata, etc. pero las industrias se aferran al formato físico y a fórmulas anacrónicas. Por otro lado, las gestoras de derechos, no sólo no ayudan, sino que constituyen gran parte del problema.

Tal vez si tuviéramos las herramientas legales y las personas adecuadas para, desde nuestras instituciones, luchar contra esta industria y este sistema desfasado, podríamos realmente tener un acceso a la cultura adecuado, ético y justo con los autores y  con el resto de la ciudadanía.

Si encontráramos la forma, las personas adecuadas y los apoyos necesarios para crear una gestora de derechos de autor vasca, de pleno derecho, pública y transparente; si contáramos con un sistema editorial, también público, adaptado a la misma, aprovechando y modernizando en el camino entes públicos actuales como EITB y revolucionando la explotación y exportación de nuestras obras; tal vez podríamos tener nuestro pequeño oasis con ciudadanos con acceso de primera calidad a la cultura, que competiría ya no sólo con las industrias y los sistemas actuales, sino con una “piratería” que debería perder todo sentido.

Debemos luchar contra quien tenga intención de coartar la red y, al mismo tiempo, plantear alternativas y dar soluciones a los problemas que suponen la distribución de la cultura y la retribución de los autores. No es sencillo, pero el resultado de la World War Web no puede ser una Edad Media digital, no podemos dar pasos atrás. No podemos permitir que con la excusa de la defensa de los derechos de autor, los más reaccionarios obtengan herramientas para limitar nuestra libertad de expresión en Internet; una red de comunicación global que demuestra ser más importante cada día, como agente en cualquier revolución, levantamiento o simple necesidad de expresión de cualquier colectivo. Sólo hay que echar un vistazo a los hechos más importantes acaecidos en 2011 para comprenderlo. Porque Internet ha cambiado nuestro mundo y nuestra capacidad de comprensión del mismo, y porque nunca antes hemos tenido una capacidad de informar y ser informados tan enorme y democráticamente.

Terminaré con unas palabras de David Bowie del año 2002 en las que vaticinaba una revolución en la industria musical.

“No creo que el trabajo con los sellos y los sistemas de distribución de la música sean los mismos. Dentro de diez años se dará una transformación absoluta de todo lo que conocemos acerca de la música, y nada va a ser capaz de detenerlo. Estoy convencido de que los derechos de autor ya no existirán en diez años, y la autoría y la propiedad intelectual van a recibir una revolución. La música en sí misma va a ser como el agua corriente o la electricidad. Es terriblemente emocionante, pero poco importa si opinas que es emocionante o no, es lo que va a ocurrir”.

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Gritar antes de que lo prohíban: Contra la reforma laboral

Ana Etxarte y Asier Vega – Portavoces Alternatiba

En abril del año pasado se publicó un dato llamativo: las empresas del Reino de España sumaban más deuda que las alemanas, pese a que Alemania cuenta con un PIB dos veces superior. Este considerable endeudamiento se debe a diferentes motivos: modelo productivo español de escaso valor añadido frente al alemán; incapacidad española para la exportación frente a la excesiva dependencia alemana de las exportaciones; o a la regulación del Impuesto de sociedades, tanto en el Reino de España como en los Territorios Históricos, que promueve el uso de capitales ajenos frente a la reinversión de beneficios y demás fondos propios.

Motivos aparte, esta deuda comparativa tiene una consecuencia obvia: las empresas necesitan ganar más para saldar su deuda. De esta forma, haya crisis o pleno empleo, la patronal y sus aliados siempre proponen aumentar su tasa de ganancia por la vía rápida: reducir los salarios de las personas trabajadoras. Esa parece ser la única solución, y no para cambiar de modelo productivo, ni para avanzar en bienestar general, sino para aumentar la renta empresarial de cara a pagar deudas, manteniendo la cultura del enriquecimiento fácil y rápido. Además, Europa y las instituciones financieras multilaterales siempre avalan estas tesis, por lo que no es de extrañar que en los últimos lustros el reparto de la renta cada vez favorezca más al capital y menos a las personas trabajadoras.

Es el capitalismo del desastre. Su estrategia pasa por la desregularización, en este caso, se trata de privar a los convenios sectoriales y territoriales de su fuerza normativa, pues han sido hasta ahora una fuente de derecho exigible ante los tribunales. A partir de hoy, si existen, sólo serán papel mojado. Continuando con esta tendencia, asistiremos a la desnormativización incluso del convenio de empresa y nos quedará como fuente de derechos, únicamente, el contrato individual de trabajo.

En plena crisis sistémica, cuando mayor número de personas desempleadas hay, y cuando más necesario es alterar la correlación de fuerzas a través de la confrontación, algunos sindicatos se pliegan a participar en las reuniones para reformar la negociación colectiva. Una herramienta que, sin ser perfecta, sirve a trabajadores y trabajadoras para sumar fuerzas ante un enemigo poderoso. Ahora, gracias a la colaboración inestimable de estos sindicatos, el enemigo conseguirá su objetivo: «mejor pasen de uno en uno, que negociaremos caso por caso». Ya sabemos el resultado, como lo saben estos sindicatos cuando reconocen que «con o sin reforma laboral no se va a generar empleo». La reforma se hace para rebajar salarios, obtener más producción con menos personal. Como consecuencia, traerá menos empleo y más beneficios empresariales. ¿A quién defienden realmente estos sindicatos?

El gobierno de extrema derecha de Rajoy ha recibido con agrado los acuerdos y desacuerdos del paripé de negociación entre sindicatos y patronal (paripé orquestado para evitar una mayor confrontación social). Así, la jugada es colectiva y con responsabilidades compartidas en este funesto ataque a los derechos laborales: Primero, los sindicatos conciliadores abrieron el camino para aplicar un arbitraje en los conflictos laborales y judiciales. También han sido ellos los que han aceptado el descuelgue, posibilitando que un empresario se salte las condiciones salariales de un convenio cuando la comisión de arbitraje lo estime oportuno. Después, el gobierno del PP ha continuado su propio camino, facilitando una mayor flexibilidad para cambiar los horarios o las condiciones de trabajo y reduciendo el número de contratos, priorizando así el contrato de fomento del empleo, que principalmente rebaja el coste del despido al nivel de los contratos temporales. Esto, en la actual situación de desempleo masivo, reducirá la capacidad de presión de las y los trabajadores para hacer frente a la dirección de las empresas.

Asimismo, la generalización de los convenios de empresa en perjuicio de los convenios provinciales, dará lugar a un empeoramiento de las condiciones laborales, más aún si se facilita que las empresas no apliquen el contenido de los convenios firmados. De igual modo, al eliminar la ultraactividad de los convenios, las personas trabajadoras pierden de facto todo logro conseguido en luchas anteriores. Ahora, toca volver a negociar desde de cero y, si no se consigue un acuerdo, no se prorrogará automáticamente la vigencia del anterior convenio por bueno que fuese, será un árbitro el que decidirá y con un plazo máximo. Todo sea por rebajar las condiciones laborales.

Mariano Rajoy tampoco se ha olvidado del 50% de desempleo juvenil en el Reino de España y ofrece su propia solución: que trabajen prácticamente gratis. Los jóvenes, hasta los 30 años, podrán tener un sueldo menor al salario mínimo y el gobierno perdonará a los empresarios las cotizaciones de la Seguridad Social. Una perla más de la derecha.

Pese a que el 92% de los contratos firmados en el Reino de España en 2011 fueron temporales, que en su mayoría dan derecho a solo 8 días por año de indemnización, el Gobierno ha escuchado el “quítame de ahí esos jueces” de la patronal CEPYME, que había pedido que el despido objetivo no fuese interpretable por un juez. De este modo, los contratos indefinidos rotos por los empresarios sobrevivirán a la intervención judicial generalizándose el despido con 20 días. Y como guinda al pastel, el Gobierno también plantea la liberalización de los EREs, de modo que ya no será necesaria la previa autorización de la autoridad laboral.

Afortunadamente, en Euskal Herria existe una contestación sindical que promueve y realiza otro modelo de confrontación. Sindicatos que no pueden permitir que se les ate de pies y manos en su lucha contra la patronal, dispuestos a luchar y a construir alternativas frente a esta reforma, tanto a nivel sectorial como a nivel de empresa, para neutralizar sus efectos. Madrid queda muy lejos, estas decisiones se tienen que definir aquí. No es suficiente con pedir más competencias, hay que parar esta reforma ahora. Y hay que pararla tomando las calles, mostrando nuestra indignación ante la enésima claudicación ante la patronal. ¡Si no gritamos ahora lo siguiente será que nos prohíban gritar!

Kutxabank, cada día menos público

Ana Etxarte y Oskar Matute – Portavoces de Alternatiba

La treta antidemocrática de PNV y PP para evitar que los legítimos representantes gipuzkoanos ocupen sus puestos en el Consejo de Administración de Kutxabank no es más que el primer paso en una estrategia bien planificada de privatización, de conformación de un gran banco vasco privado en la economía globalizada. Esta entidad, como todo banco que se precie, no se dedicará a dar crédito al consumo responsable, a la inversión productiva, o a cualquier tipo de bien social, no. Se centrará, como todos, en la especulación, en el beneficio a corto plazo y a toda costa, y en favorecer el amiguismo con el statu quo.

Precisamente esta estrategia es la que queremos desenmascarar, porque aún estamos a tiempo de pararla. Lo que la derecha vasca y española pretende emular es el proceso seguido en los años 90 en Italia, mediante el cual las cajas de ahorro se convirtieron en bancos privados, sin dejar rastro de obras sociales ni de capital público. Los pasos fueron las siguientes: uno, obra social separada de la actividad bancaria, aun controlando vía fundación; dos, cambios legislativos que permiten entrada de capital privado; tres, entrada masiva de capital privado; cuatro, irrelevancia del capital publico, que acaba vendiéndose al privado. Resultado: banco totalmente privado, fin de la obra social.

Ya se ha dado el primer paso, ahora sólo quedan los otros tres, que seguirán a rajatabla. En realidad sí que existe una diferencia significativa, en Italia tuvieron que pasar 10 años, aquí ni mucho menos pretenden esperar tanto. Las últimas declaraciones de Mario Fernández abren el camino y comienzan a buscar cómo autojustificar sus siguientes pasos, excusándose en que «alguien nos puede obligar».

Para ellos, era importante hacer lo que han hecho con el Consejo de Administración: limpiar la casa de rojos, evitar que nadie desde dentro conozca la estrategia, que nadie desde dentro exija una banca pública. Una vez resuelto esto, continúan con la estrategia, pero en un contexto político inmejorable para sus intereses. El dictador del Banco de España está encantado con la llegada del PP al gobierno – que no al poder, que está en otra parte-: ¡Ya anuncian las trompetas una nueva reforma del sistema financiero¡ Quizá no sea la prioridad absoluta; primero hay que acabar con el sindicalismo y aplastar a la clase trabajadora eliminando la negociación colectiva, pero enseguida llegará esa reestructuración, en la que se obligará a aumentar capital a las entidades financieras para sobrevivir en este mundo globalizado, garantizando así su solvencia. Kutxabank, entonces, se verá obligada a seguir estas órdenes: seguramente comenzará rapiñando cajas de ahorro españolas a precio de saldo, para dar con posterioridad el salto definitivo al capital privado…¡y voilá, pasos 2, 3 y 4 en tiempo record! Cuarto y mitad de PNV, abundante PP, cocinero jefe de la extrema derecha en el Banco de España, y ¡plato preparado!

La meta, continuar en la lógica capitalista que nos ha conducido directamente a la profunda crisis actual: liberar dinero para el sector privado, desmantelar lo público, generar nuevas oportunidades de ganancia para los insaciables mercados, domesticar a la clase trabajadora. Ese es su verdadero objetivo. Y está lejos, muy lejos, de la apuesta de la izquierda por un sistema financiero público, transparente y democrático para Euskal Herria; que defina y delimite su función social, y que trascienda el rol de banca comercial para ser una banca que facilite la inversión productiva, en base a criterios ecológicos, sociales; que conceda los préstamos y la inversión adecuadas a las prioridades de una economía del cuidado, que fomente la generación de empleo de calidad y la lucha contra el cambio climático, que apoye la soberanía alimentaria y el consumo de los sectores más vulnerables, que priorice, en definitiva, la justicia social, y se rija por principios de democracia participativa y transparencia. Al contrario, el dirigente de Kutxa Bank ya ha expresado que están pendientes de «mover ficha» para buscar nuevas fusiones que alejen la inversión de Euskal Herria con intereses meramente especulativos.

En vista del camino emprendido hacia privatización, debemos pasar a una etapa de confrontación total, ya que ambos modelos son irreconciliables. Uno busca la ganancia rápida; otro, dar pasos en una Euskal Herria emancipada, socialista, basada en la justicia y los derechos para todas las personas. A día de hoy, los diques de contención que se establecieron se han mostrado insuficientes, y debemos enfrentar esta estrategia diabólica desde la calle, desde la contestación social. Por supuesto que exigiremos una representación democrática en el Consejo de Administración, pero eso no basta, no es suficiente.

Tenemos que defender lo público en la calle, y este es un tema estratégico y fundamental. Tienen una estrategia, nosotros y nosotras también la tenemos. Debemos pararlos, estamos a tiempo. Confrontación, contestación y lucha deben ser las palabras clave de este momento histórico. Por una banca pública, social y transparente, ¡No a la privatización!

La responsabilidad social corporativa al servicio del capital > Juan Hernandez

Juan Hernandez – Profesor de la EHU/UPV

El poder político, económico y jurídico del que disponen las empresas transnacionales les permite actuar con un alto grado de impunidad. Sus derechos se tutelan por un ordenamiento jurídico global basado en reglas de comercio e inversiones cuyas características son imperativas, coercitivas y ejecutivas, mientras que sus obligaciones se remiten a ordenamientos nacionales sometidos a la lógica neoliberal y a un Derecho Internacional de los Derechos Humanos manifiestamente frágil. En los contornos de las realidades jurídicas mencionadas, surge la Responsabilidad Social Corporativa y los códigos de conducta voluntarios, unilaterales y sin exigibilidad jurídica. El Derecho blando, el Solft Law.

Las «buenas prácticas de las empresas transnacionales» se fundamentan en la ética empresarial. Esta se expresa en dos vertientes, la relacionada con el modelo de sociedad y sus valores, y la referida a las prácticas empresariales. En el plano de los valores se establece la pugna entre la mercantilización de los derechos humanos que apuntala el aparato conceptual dominante, frente a la categoría universal e indivisible de los derechos humanos. La idea fuerza neoliberal reside en la universalización de las libertades mercantiles y de las normas que las sustentan mediante la generalización de aparatos normativos internacionales del Derecho Corporativo Global. Mientras tanto, las libertades y valores de igualdad y solidaridad se reterritorializan hacia aparatos normativos nacionales de intensidad cada vez menor, cuyo desplazamiento hacia sistemas blandos de regulación van consolidándose. Este es el hilo central de la doble moral, discurso fuerte en valores mercantiles e imperativos en su regulación, frente a la exaltación de la libertad y la dignidad vinculada a buenas prácticas empresariales y envueltas en retórica jurídica pero carente de sus núcleos normativos esenciales. Este modelo utiliza todo tipo de estrategias para mantener y restaurar el poder de las clases dominantes.

La otra vertiente de la ética empresarial, la de las prácticas de las multinacionales ajustadas a los valores de la empresa ciudadana, no consigue reconducir la distorsión existente entre la realidad de las mismas y las declaraciones, informes, códigos de conducta y auditorías de buen gobierno. Son múltiples los ejemplos de esta flagrante contradicción, pero en el ámbito de las relaciones laborales, los nuevos modelos de organización empresarial basados en programas de calidad, en el diseño de planes individuales y nuevos equipos de trabajo, en los círculos de calidad, en la formación en valores, en la visión y misión de la empresa etc. colisionan con la flexibilidad en toda la cadena del iter laboral. Así, la externalización, la subcontratación, la individualización, la precariedad y pérdida derechos laborales y sociales junto a la proliferación de formas diversas de trabajo informal, son ejemplos muy evidentes. Estos nuevos principios requieren de nuevos aparatos normativos de imposición donde la fusión entre flexibilidad, individualización y normas voluntarias fundamentadas en la ética de la empresa se convierten en la expresión de la RSC.

Las ideas seudo normativas sobre las que bascula la Responsabilidad Social Empresarial son la voluntariedad, la unilateralidad, la autorregulación y la no-exigibilidad, que se suman a la categoría que vincula la globalización con el modelo capitalista neoliberal, es decir, un modelo inalterable en el que la lucha de clases debe sustituirse por la corresponsabilidad entre empresariado, trabajadores y trabajadoras y sociedad civil. En este marco, el control de las empresas transnacionales debe ajustarse a la mencionada corresponsabilidad, a la colaboración con las instituciones internacionales y a la armonía con los Estados.

Ante modificaciones tan extremas, la Responsabilidad Social Corporativa se presenta como la alternativa más adecuada. Este diagnóstico encubre la realidad sobre la que se articula el poder de las multinacionales, que se materializa en su capacidad de «legislar» y delimitar el concepto y alcance de su responsabilidad y de las normas materiales sobre las que se sustenta. Además, frena todo sistema jurídico de control elaborado desde instituciones públicas. De ahí que esta no sea una respuesta ante determinadas protestas sociales, ni tan siquiera un mero lavado de cara de su actividad, sino una nueva forma en que se configuran las relaciones entre las empresas y el modelo capitalista. Este es el marco de sus obligaciones, que se mueve en los contornos de la impunidad, mientras que sus derechos se tutelan desde la fortaleza jurídica de un Derecho Corporativo Global al servicio de las clases dominantes.

Descansa en paz, socialdemocracia

Oskar Matute y Ana Etxarte – Portavoces de Alternatiba

Si tuviéramos que destacar alguno de los hitos que han marcado políticamente la escena internacional en el pasado año, deberíamos situar, junto a la profunda crisis global, el fracaso de la construcción europea o la incapacidad de frenar el cambio climático en Durban, un hecho no tan comentado pero que tiene y tendrá importantes implicaciones políticas: la muerte de la socialdemocracia en Europa.

Así, los últimos cambios de gobierno en Eslovenia, Grecia y en el Reino de España dejan un mapa claramente conservador: la práctica totalidad de la UE están en manos de la derecha, salvo Dinamarca, Rumania, Bélgica y Austria (estos últimos con gobiernos frágiles o en coalición con conservadores); en el parlamento europeo existe una amplísima mayoría conservadora que ha crecido precisamente durante la crisis; la Comisión Europea también está dirigida por un conservador –recordemos que Barroso fue el cuarto personaje de la triste foto de las Azores-. La metástasis de la derecha en Europa nos plantea una tremenda paradoja, ¿Será que preferimos a quienes conculcan derechos, reprimen, impiden el desarrollo de la democracia y desmantelan los servicios públicos, frente a los que defienden derechos y libertades? Obviamente, no es la pregunta que se hace la ciudadanía en un contexto en el que conservadores, liberales y socialdemócratas aplican las mismas medidas y reducen sus diferencias a matices más o menos significativos, insuficientes para enfrentar una crisis como la que vivimos. Así, la socialdemocracia no es una alternativa al statu quo, es tan solo una versión del mismo, una alternancia para aparentar un cambio que en realidad impide.

La crisis no ha hecho sino retratar a esta opción reformista, y 2011 ha significado el entierro definitivo de un espacio político en crisis estructural en las últimas décadas. No se trata de un bache coyuntural, sino de un estado de coma profundo de una socialdemocracia que, aunque en el futuro pueda reaparecer esporádicamente dentro de la dinámica de alternancia –como quizá suceda en Francia-, ha agotado su legitimidad política no sólo por ser incapaz de resolver los acuciantes problemas que sufrimos, sino por ser parte activa en su creación.

Los días de vino y rosas ya pasaron; lejos quedan los 50 y los 60, la época del estado interventor, la regulación de los mercados, del bienestar o de las políticas públicas. Luego llegó la crisis –la de los 70- y los acomodados partidos socialdemócratas se convirtieron en social-liberales (liberales, vaya, como los neoliberales, pero no tan retrógrados en aspectos sociales), tomando parte en todos los procesos de privatización, de desregulación, de financiarización de la economía, de desmantelamiento del sector público. Sí, fueron ellos quienes permitieron y colaboraron en la creación del monstruo que hoy en día nos tiene contra las cuerdas; sí, fueron ellos quienes transfirieron todo el poder a los mercados, esos mercados a los que hoy, cínicamente, en momentos de exaltación de su rebeldía, acusan por su tremendo poder; sí, esos que hablan de un genérico mercado por no decir Botín, Fernández Ordoñez o Mario Fernández, por ejemplo; los mismos que gestionaron la crisis de los 70 nos ofrecen en bandeja la gran crisis del siglo XXI; de crisis en crisis, de oca en oca… pero ya no tiran, porque ya no les toca.

Y no les toca porque el social-liberalismo se muestra incapaz de ofrecer una alternativa. Esto causa gran preocupación en sus propias filas, aunque tienen otro motivo aún mayor de consternación: Ya no hay salida desde sus propios parámetros, ni siquiera la habría si regresaran a las esencias socialdemócratas de los años dorados, debido a que el mundo que han ayudado a crear es muy diferente del de hace tres décadas. Así, ante la crisis civilizatoria actual, ¿Quién devuelve al sistema financiero a la caja de Pandora que ellos abrieron? ¿Quién puede enfrentar los grandes problemas globales, sin medidas profundas y transformaciones radicales en el orden internacional? ¿Quién pretendería devolver a la ciudadanía la soberanía y la autonomía robada con una pseudo-democracia decadente, no participativa y en manos de las transnacionales? ¿Quién, en definitiva, pretendería avanzar en derechos y libertades sin superar el capitalismo, generador directo de pobreza, desigualdad, dictadura y vulnerabilidad? Ya no es momento de reformas ni de cambios graduales; estamos en un momento crítico, y el debate está entre quienes quieren cambiar radicalmente el sistema y quienes lo defienden. Ya no hay espacio para la socialdemocracia, sólo hay oportunidad y urgencia para la izquierda.

La izquierda socialista y alternativa tiene, por tanto, una gran responsabilidad, y mucho camino por recorrer. Debe estar a la altura del momento que vivimos, aprendiendo de los errores de la socialdemocracia: mensaje radical,  alternativo, integrador de luchas; frente al oportunismo, la indefinición y la  unidimensionalidad de las propuestas socialdemócratas; visión estratégica a largo plazo, frente a coyunturalismo y electoralismos; formas horizontales, democráticas, equitativas y amplias de entender la política –que por supuesto no es coto privado de los partidos- frente al verticalismo y la robotización del militante socialdemócrata; claridad en la necesidad de construir hegemonía desde la izquierda, frente a alianzas con derechas y derechillas.

En Euskal Herria también tenemos que tener muy presente este mensaje: la socialdemocracia está en su tumba, y todo empeño en resucitarla correrá su misma suerte. precisamente en esa misma tumba. Aquí no vale con ser menos malo que los malos. Nuestra referencia no son ellos –la derecha- sino la que el momento exige: construir hegemonía desde una alternativa radical. Estamos en un momento ilusionante de generación de espacios y herramientas de articulación de diversas izquierdas –en los que Alternatiba participa-, y debemos tener en cuenta la historia y la coyuntura presente, tener altura de miras, para conducir este proceso, sin prisa pero sin pausa, a una transición post-capitalista,  una transición superadora y radical del sistema.

Por ello, en este 2012, Alternatiba se asoma a la tumba de la socialdemocracia y le dice: “descanse en paz, descanse para siempre”. Volveremos de vez en cuando, y no para honrarla, sino para garantizar que la tumba sigue bien sellada.

Video-entrevista: La reforma de la negociación colectiva (Joseba Villareal – ELA)

Actualización enero de 2011. Los duros recortes anunciados por el Gobierno del PP y las insaciables reivindicaciones de la patronal, nos invitan a rescatar este video sobre la reforma de la negociación colectiva.

Entrevistamos a Joseba Villareal, responsable de negociación colectiva del sindicato ELA, sobre la reforma de la negociación colectiva iniciada por el gobierno español. No explica qué consecuencias tendrá la misma y nos aclara conceptos como el de la ultraactividad o el descuelgue salarial.

Video entrevista a Isabel Otxoa, miembro de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia

AlternaTB entrevista a Isabel Otxoa, miembro de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia y profesora de la EHU-UPV, que nos habla de la situación, las graves carencias de derechos laborales y las dificultades de este colectivo asi como de los cambios legislativos que le afectan.

Actualizado: En Enero del 2012 acaban de entrar en vigor algunos de los cambios de los que Isabel nos hablaba. Merece la pena ver cuales han sido y que graves deficiencias tiene aún este colectivo en lo que respecta a sus derechos.

Queda mucho por hacer

Jonathan Martínez y Xabi Soto – Mesa de Pacificación y Normalización de Alternatiba

Este 2011 ha sido un año difícil de olvidar para Euskal Herria. Un año donde se han dado pasos decisivos para llevarnos a un nuevo escenario, que no por menos anhelado y soñado deja de ser novedoso e ilusionante, tan lleno de certidumbres como de incertidumbres. Ahora que finaliza este año, manejamos certezas que antes siquiera nos atrevíamos a soñar por temor a que nuevamente se truncaran.

Hemos vivido un 2011 donde la adhesión del EPPK (Colectivo de Presos y Presas Políticas Vascas) al Acuerdo de Gernika, ha dejado explicitado el compromiso por las vías exclusivamente pacificas y democráticas. Una conferencia Internacional de Paz en Aiete que rompió el muro que en torno a la socialización del conflicto se venía imponiendo hace ya tiempo. El cese definitivo de la actividad armada de ETA, una situación nunca vivida por la mayoría del pueblo de Euskal Herria. Y como colofón, el acto del Acuerdo de Gernika en favor del reconocimiento de las victimas de todas las violencias sin exclusión.

Todo esto ha llenado de ilusión y esperanza a un pueblo que desea, con toda su fuerza, la transformación de este conflicto en otro marcado exclusivamente por la confrontación política entre diferentes.

Aun así, seguimos asistiendo al inmovilismo del gobierno español, antes con el PSOE, ahora con el PP. A la politización de la justicia, con sentencias nada razonables como las de Bateragune o la ilegalización de Sortu. Vemos con pesar la utilización obscena que hacen de las víctimas quienes no mueven ni un dedo por las miles de personas que enterradas en cunetas y fosas comunes en el transcurso de una larga dictadura de 40 años.

Lo estamos viendo con la aplicación de medidas excepcionales para con los y las presas, ajenas al más mínimo pulso democrático, como la doctrina Parot, la dispersión y el mantenimiento en prisión de personas con enfermedades graves, en la persecución a jóvenes independentistas, y en definitiva, en la persistencia de distintas formas de violencia por parte de los poderes del estado.

Y quienes miran hacia otro lado ante esta realidad sangrante, son quienes nos hablan de la necesidad de un relato compartido presentado como un Bálsamo de Fierabrás, cuando no es sino una trágala imposible de digerir por los que mantenemos un hilo histórico de memoria que no nos permite ni olvidar lo vivido, ni lo que nos impide avanzar.

No podemos permitir que se imponga la tesis de enterrar durante más tiempo las raíces del conflicto, para lograr generar una sensación de asunto ya resuelto, y sobre el que nada conviene ni se precisa hacer.

No debemos ser inactivos ni mudos ante las tesis recentralizadoras que se imponen desde Madrid, porque si difícil es el camino que nos queda hasta conseguir que se reconozca que en Euskal Herria somos, existimos y decidimos, más lo será si el punto de partida se sitúa aun más atrás.

No es, por tanto, momento para la autocomplacencia de las y los que aspiramos a una paz justa y duradera, sin vencedores ni vencidos. Ni lo es en la sociedad vasca, a la que se pretende inocular la autocomplacencia como si se tratase de un fármaco amnésico que no permita resolver las raíces políticas del conflicto.

Es necesario que seamos capaces de generar una agenda de trabajo que nos lleve a resolver los nudos existentes y afiance los pasos dados. Un agenda que desde Alternatiba, consideramos que debe desarrollarse en y desde la sociedad vasca, otorgando a la ciudadanía el papel protagonista en este largo proceso.

Debemos comenzar el 2012 en la calle, más concretamente el 7 de Enero en las calles de Bilbao, exigiendo respeto a los derechos del colectivo de presos y presas.

Debemos continuar señalando la pervivencia de otras violencias en el centro del debate, que chocan frontalmente con los deseos de la mayoría de la sociedad vasca. Violencia ejercida en diferentes grados y formas, ya sea con la dispersión, la exculpación de torturadores, la represión policial o la politización de la justicia, todo con tal de seguir reteniendo en prisión a muchas personas vascas que debieran estar en libertad desde hace mucho tiempo.

Una denuncia complementaria con la apuesta por un proceso de diálogo resolutivo donde estén presentes todas las sensibilidades políticas del país, y en el que el peso y el protagonismo recaiga de forma directa y en todo momento en la sociedad vasca.

Sólo así, acumulando fuerzas y sumando, como ya se ha hecho con éxito en otros campos, podremos vencer los obstáculos que todavía hoy persisten. Obstáculos sostenidos por quienes tienen miedo a hablar, porque tienen miedo a que se vea su desnudez de planteamientos y su falta de talante democrático.

A pesar de ello, desde Alternatiba no tenemos duda alguna de que más pronto que tarde, los y las ciudadanas de Euskal Herria podrán señalar con orgullo que viven en un país donde se respetan todos los derechos para todas las personas.

Contrapoder frente a su poder

Llega un momento en el que tan solo se desea que llegue el desenlace para, así, tener claro cual es el peligro al que uno se enfrenta y, si las ganas y las fuerzas acompañan, empezar a poner en pie la resistencia y, si es posible, el contrapoder.

Y de eso se trata. Una vez investido el presidente Rajoy, y nombrado su gobierno, desde Alternatiba no podemos sino proclamar que nos situamos radicalmente frente a él y su gobierno. Sin medias tintas.

Tenemos muy claro que mientras el pueblo, las gentes de Euskal Herria, pide paz, justicia, empleo digno, derechos, respeto e igualdad, el mal gobierno del PP solo ofrece sumisión, españolismo, machismo, injusticia, marginación y exclusión.

No hay duda. La composición de su gobierno deja bien claro hasta que punto nada podemos ni debemos esperar de un presidente que ha optado por seguir vendiendo su país a los mercados, los derechos de los y las trabajadoras a los mercaderes y las ansias de libertad de pueblos como el nuestro a la extrema derecha mediática.

Solo de ese modo puede verse lo que estamos presenciando. Un gobierno formado entre otros, y decimos de forma consciente otros ya que este es el género que predomina de forma insultante, con gentes como Luis de Guindos en la cartera de economía que tiene como aval el haber sido directivo de Lehman Brothers. Premio de cartera ministerial al exdirigente de una de las empresas causantes de la crisis. Evidentemente, esto no es una buena noticia para la clase trabajadora, y menos aún para las cinco millones de personas en paro.

El nuevo presidente, el que fuera tocado por el dedo de Aznar, miente sin reparo al hablar de planes. ¿Alguien se cree que pueden ahorrarse 16.500 millones de euros rebajando impuestos? ¿Algún iluso que piense que disminuyendo aún más el empleo público no seguirá aumentando el paro? Los que a buen seguro aplauden las promesas de Rajoy son la patronal y la banca. La reestructuración del sistema financiero avanzará, y lo hará borrando cualquier atisbo de carácter público en las cajas de ahorro y fomentando la cultura del riesgo financiero.

Pero el perfil neoliberal y reaccionario del nuevo ejecutivo no acaba ahí. Decide nombrar ministra de Sanidad e Igualdad a Ana Mato, reconocida y furibunda antiabortista para mayor escarnio de todas las mujeres, a las que se les cierne como amenaza la privación a la soberanía para decidir sobre su propio cuerpo.

Apuesta como responsable de Defensa por un exdirectivo de la empresa armamentística, quizás para poder atender con el mimo que reclaman a todas las empresas del sector, caracterizadas por contribuir al desarrollo humano a través de la fabricación de bombas de racimo, misiles o minas anti-persona.

También devuelve a la arena política a personajes protohistóricos como Arias Cañete que no son capaces de aparecer en los medios salvo para proclamar y enseñar no solo su perfil predemocrático, sino su machismo recalcitrante y casposo.

Tampoco oculta su talante totalitario el dueño de la cartera de Interior, Jorge Fernández Díez, que para garantizar la paz social no duda en lanzar advertencias encubiertas a cualquier persona que ose mostrar su indignación en la vía pública.

Y podríamos seguir puesto por puesto para llegar a la obvia conclusión para cualquier ciudadano o ciudadana de izquierdas en Euskal Herria: Este gobierno no es el nuestro, no nos gusta y no nos representa.

Por eso, porque no nos representa, solo nos queda una opción, descartando quedarnos de brazos cruzados, que no es sino la de empezar a articular la resistencia y el contrapoder desde aquí, desde la izquierda de Euskal Herria.

Es importante que seamos capaces de seguir generando espacios de colaboración y participación directa entre todos los sectores sociales, sindicales y políticos que aspiramos a una Euskal Herria soberana y construida desde la izquierda. Porque no existe mejor manera de mover a quienes permanecen inmóviles que el empuje de un pueblo que de forma decidida les lleve a abordar un escenario democrático de resolución del conflicto político basado en el dialogo, la no violencia y el respeto a la voluntad libre de la sociedad vasca .

Que demostremos con nuestro funcionamiento democrático radical y nuestra agenda multidimensional que existe alternativa a su despótico ejercicio del poder. De la misma forma que la revolución será mundial o no será, nuestra Euskal Herria se construirá desde abajo y desde la izquierda o no se construirá.

Porque frente a su servilismo a los mercados y sus medidas, reformas y recortes de derechos laborales tenemos nuestra apuesta a favor de la democratización y ecologización de la economía, de la soberanía alimentaria, de la nacionalización de la banca y del aumento salarial y un mejor reparto de la riqueza hoy acumulada en unas pocas manos.

Porque somos capaces de responder a su ejercicio de obediencia a los especuladores con el poder popular que les replique con contundencia que con los derechos no se mercadea, que las personas están por encima de las cuentas de resultados, del dinero, y que una sociedad solo será justa e igualitaria cuando caminemos por la senda de ruptura con el patriarcado que todavía hoy domina las relaciones sociales de dominación en todos los ordenes de la vida.

Y si somos capaces de articular nuestra respuesta, de forma unitaria, plural pero sin perder contundencia, estaremos más cerca de lograr esa Euskal Herria con la que cada vez un mayor numero de personas se atreve a soñar, una Euskal Herria soberana, en todos los niveles, libre, igualitaria y justa. Ese es nuestro reto.

Mitología navideña en tiempos de crisis > Félix Placer Ugarte

Félix Placer Ugarte – Teólogo

Cuando, después de su ocaso otoñal, el sol renace en el solsticio de invierno y el frío nos envuelve con el manto nevado de nuestras montañas, cuando va comenzar un nuevo año, las expresiones míticas de estas fechas evocan sentimientos, nostalgias, deseos, creencias y vivencias divergentes. Belenes, estrellas y árboles luminosos, olentzeros, Papa Nöel, reyes magos, loterías… son símbolos y signos de formas diferentes y hasta de opuestos significados.

Unos son tradicionales y costumbristas provenientes de largos siglos de cristiandad asumidos en la sociedad y en la intimidad vascas. Otros han sido importados por la incidencia globalizadora del capitalismo neoliberal; unidos al consumo y la publicidad se han apoderado de calles y comercios y adornan con árboles artificialmente iluminados plazas y casas. Olentzero que vuelve desde el profundo bosque recorre nuestros pueblos y ciudades como figura anunciadora de las fiesta navideñas…

En muchos casos, sin duda, son días y celebraciones cargadas de recuerdos, momentos de evasión en fiestas y cotillones; también de convivencia familiar e intercambio de regalos. De una u otra forma nadie es ajeno a estas celebraciones, que son sentidas y vividas desde experiencias con frecuencia muy distantes.

En efecto, la mítica navidad que anuncia la luz nueva y que la tradición cristiana celebra haciendo coincidir con ella el nacimiento de Jesús de Nazaret, el comienzo del nuevo año que intenta alegrar la noche con los mejores deseos y expectativas, son para muchas personas días de carencias en medio de opulencias, futuro de incertidumbres y oscuridades ante una crisis que arrolla con sus recortes, falta de trabajo, precariedad, pobreza, situaciones límite para tantos inmigrantes sin papeles, libertad negada entre los muros de cárceles de represión y conculcación de derechos y dignidad de tantas personas.

Desde esas situaciones críticas y apremiantes, cada día más extendidas, las celebraciones de estos días son para los sectores marginados de nuestra sociedad un sarcasmo que pone de manifiesto la hipocresía y la falsedad sociales y políticas que envuelven en sus luces artificiales, en promesas y programas políticos, corrupción e injusticia.

Navidad es, en consecuencia, tiempo de experiencias y sentimientos contradictorios y enfrentados que, sin embargo, la ciudadanía asume y compagina, o sencillamente trata de no ver, ofuscada por las falsas luces de unas fiestas que, para quienes carecen de lo más básico, no tienen sentido ni esperanza.

Ante esta realidad que algunos denuncian, pero la mayoría calla u olvida, es necesario hacer de la Navidad un tiempo diferente. En la tradición cristiana más genuina se anuncia la creación de una sociedad nueva donde sea la noticia de la justicia para los pobres el centro de su mensaje solidario, donde a los cautivos, a los presos y presas se anuncie la liberación y se proclame la amnistía. Así lo hizo Jesús de Nazaret en la corrompida y clasista sociedad de su tiempo.

En la cruda realidad y consecuencias de la crisis económica, el programa del nuevo gobierno no impulsa la trasformación política, social, económica y cultural. Sigue las pautas y objetivos ya dictados por su política conservadora y las decisiones neoliberales europeas. La igualdad y equidad frente a una sociedad discriminadora y excluyente, la justicia ante tanta injusticia contra derechos básicos, la solidaridad en medio de la competitividad mercantil y fiscalidad horizontal evitando la vertical (de los más adinerados), el reparto justo de la riqueza sin darwinismo social que elimina a los más débiles y pobres, son las urgentes necesidades éticas -y también teológicas, expresadas proféticamente en el evangelio de la navidad- a favor de la dignidad humana. Pero esta estrella no guía a los gobernantes del estado y sus objetivos no abren caminos y esperanzas eficaces ante la precariedad de tantas personas en angustiosas situaciones vitales.

En los míticos tiempos de los jentilak, según la mitología vasca, estos representaban una civilización de costumbres y convivencia basada en relaciones horizontales en su ama lur, luego penetrada por una cristiandad, introducida bajo modelos imperialistas, reinos conquistadores, jerarquías eclesiásticas. Hoy, en esta navidad, subrayamos aquellos mitos que simbolizan la identidad nunca perdida de Euskal Herria. Porque son el substrato más profundo de su identidad que, a pesar de tantas agresiones, se expresan frente a otros mitos importados y alienadores que encaminan hacia una sociedad conducida y manipulada por los medios que le dictan lo que debe ser y por los mercados que le imponen lo que tiene que consumir.

Ante la avalancha navideña es necesario que brillen con luz nueva los derechos y exigencias éticas de las personas y de los pueblos frente a tanta luminaria de falso bienestar donde lo que interesa no es la libertad y decisión ciudadanas, sino el sometimiento a las leyes del mito capitalista (fuera del cual no hay salvación); no se busca que la gente viva conforme a su conciencia liberada, sino que consuma siguiendo las demandas que el mercado le inyecta con particular insistencia en estos días.

Cuando Olentzero baja de la fría montaña y anuncia estos días de fiesta, el clamor del «Hator, hator mutil etxera» resuena en nuestras calles y caminos exigiendo para presos y presas el respeto de todos su derechos, que vuelvan a su casa, a Euskal Herria, donde la libertad de decidir construya una convivencia nueva, reconciliada. El próximo primer sábado de enero, día 7, en la desbordante multitud esperada, este mítico personaje expresará el deseo, la lucha, el compromiso de una sociedad, de un pueblo que defiende sus derechos.

El nuevo año 2012 recordará las efemérides de la conquista del reino de Nafarroa; reclamará la soberanía arrebatada; seguirá caminando hacia la soberanía de nuestro pueblo; propugnará decisiones de reconocimiento y reparación de todas las víctimas; se afianzará, a pesar de los obstáculos, un auténtico, creíble y esperanzador avance en la paz basada en la justicia.

Por eso los mitos identitarios más auténticos de Euskal Herria que se evocan con nuevas motivaciones adquieren en estas fechas su sentido más genuino para la compresión y realización de un pueblo solidario con todos los pueblos de la tierra, en la búsqueda y consecución de la libertad y en la diferencia respetada de culturas, de relaciones y de convivencia anunciada por Olentzero en una mesa compartida: bihar merendatzeko botila ardoakin.

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