España, el dilema de Podemos

Iosu Perales

El río revuelto de Podemos parece no tener fin. Sus portavoces lo justifican en nombre de la pluralidad, la libre expresión y la democracia interna. Pero han de saber que lo que se percibe desde una burbuja no es necesariamente lo que se interpreta desde la ciudadanía. Y, ocurre que la ciudadanía, al menos en su gran mayoría, difícilmente puede apoyar en sus legítimas aspiraciones de gobierno a quien se representa como una jaula de grillos. Las diferentes posiciones ante el referéndum de Catalunya permiten pensar que en la actualidad Podemos carece de una idea clara sobre su propia naturaleza, qué es y qué quiere ser. El dilema de Podemos es que ni es una fuerza fiable para la gente que se sitúa como izquierda moderada, ni lo es para quienes esperaban una fuerza realmente alternativa, novedosa, valiente, que hiciera de la desobediencia civil pacífica un revulsivo movilizador para el cambio.

Uno de los problemas de Podemos es el de haber perdido fuerza como un partido distinto para pasar a ser paulatinamente un partido más en el que prevalece lo táctico y el cortoplacismo. El horizonte más lejano parece quedar apartado ante un escenario de ganar o perder en lo inmediato, siempre con el ojo puesto en lo electoral. Uno partido más también en lo que tiene que ver con sus unanimidades, batallas internas, jerarquías, hiperliderazgo y en ocasiones un verticalismo indisimulado. Creo que le falta atrevimiento intelectual para ir más lejos en el pensamiento y en la práctica. El analista Eugenio del Río tiene razón al decir que en Podemos “hay una insuficiente profundización en los problemas de filosofía política; en la soberanía y los sujetos; en el marco jurídico internacional, en la acepción de nación en una Europa contemporánea; en las enseñanzas de las consultas canadienses y la escocesa”.  Y así podríamos hablar de feminismo, de migraciones y otras asignaturas.

¿Puede ser cierto que entre quienes participan en Unidos Podemos hay inercias ideológicas que casan mal con la pretensión de ser una fuerza innovadora, abierta a distintos sectores sociales y a distintas generaciones? se pregunta del Río. Mi respuesta es que sí, sin que sepa calibrar cuál es su fuerza real al interior de los círculos. En todo caso, la metamorfosis de la izquierda puede explicarse en parte por una palabra: España. Una palabra que evocando lo más rancio acaba domesticando comportamientos políticos.

Recuerdo aquellos tiempos en los que destacados dirigentes del PSOE encabezaban marchas con el lema “Autodeterminación”. Entonces defendían que Euskadi y Catalunya tuvieran derecho a decidir sí o sí. Pero cuando visionaron que podían tocar poder y ganar el gobierno de España todo cambió. La vieja e intocable España, la que responde a un dogma tan sagrado que incluso llegó a defenderse con un “Antes roja que rota”, se hizo presente con toda la potencia del imperio que fue, para comunicarnos a las nacionalidades periféricas que el cuento había terminado y en adelante la Unidad de España sería intocable. No soy adivino para  aseverar que esto mismo le puede pasar a Podemos, pero no sería extraño habida cuenta que en este asunto se juega la partida electoral estatal, a lo que se une su escasa convicción sobre el derecho de autodeterminación cuando se defiende con la boca pequeña y se le deja abandonado a su suerte, dependiente de un imposible pacto con la derecha.

La posición de Pablo Iglesias al negar legitimidad al referéndum del 1 de Octubre apoyándolo nada más como una movilización folklórica, choca con su radical incomprensión de lo que significa el concepto de desobediencia civil, algo que sí parecen comprender y asumir Podem y el sector de Anticapitalistas de Podemos. Ya en 1848 Henry David Thoreau explicó los principios de la desobediencia civil que él mismo puso en práctica al negarse a pagar impuestos por lo que fue a prisión. Desde entonces muchos han sido los movimientos que se han rebelado contra normas y leyes consideradas injustas. En el estado español el movimiento insumiso contra el servicio militar no acató las leyes vigentes y acabó transformándolas. ¿Cuál es el fundamento y el límite de la obediencia de los ciudadanos con relación a la autoridad política?, es la gran pregunta que se hizo Thoreau. Pues bien cuando las leyes se convierten en una camisa fuerza y ya no pueden contener la vida real que las desborda o se cambia la ley  o es legítimo la desobediencia  como el acto de desacatar una norma de la que se tiene obligación de cumplimiento. Y es que la fuerza de una convicción de conciencia puede suspender la obligatoriedad jurídica de una norma del derecho vigente. Entonces el cotidiano deber general de obediencia se ve sustituido por un deber más fuerte, contrario a él, el deber de desobediencia civil, ésta es una conclusión de Thoreau. Pero no es fácil seguir este camino que ya lo hicieron Gandhi y Martin Luter King.

Frente a la desobediencia catalana una España secularmente frustrada, reacciona nostálgica de un pasado que ni siquiera fue y  necesitada de imponer su músculo para la autoestima. Nunca sus dirigentes políticos han sabido enamorar a las naciones periféricas, incluirlas en un proyecto entre iguales. Disfrazan su ignorancia y escasez democrática con disposiciones de fuerza, con una épica de violencia. Podemos debería ser lo opuesto, lo nuevo, lo inédito, un aire renovador para respirar, una fuerza social y política de la desobediencia civil y pacífica. Pero cada día se acerca más a lo que dijo no querer ser. Y es que España, ese dogma que ha sido consagrado a algo más importante que incluso las creencias religiosas termina fagocitando a la propia izquierda española, quizá acomplejada frente a las demostraciones patrióticas de una derecha que muestra como un trofeo la hispanidad de la isla Perejil y no puede evitar su amor-odio hacia un himno que no se puede cantar.

Perdonen los lectores y lectoras tanta ironía y sarcasmo. Pero es que no merece la pena debatir en serio el despliegue de represión, de amenazas y extorsiones, que ha ordenado el gobierno del Partido Popular, mientras recibe los aplausos de parte de la oposición y la resignación de otra. Todo me recuerda a la vergüenza de la mitad del congreso aplaudiendo la entrada de España en la guerra de Irak. Lo cierto es que escribo todo esto pensando en Podemos ante su espejo. Pienso que debe clarificar que no es parte del lado oscuro, de esa España de la caverna que huele a cerrado. Pero no basta decirlo, es necesario mostrar con hechos que su vocación sigue siendo la rebeldía. Es necesario abrir una reflexión en su seno que busque la explicación a la desobediencia pacífica de gran parte de la ciudadanía de Catalunya, para sumarse a ella en lugar de sancionarla por ilegal. Podemos debe responder a la pregunta de por qué hay tanta gente incorporada a una aventura democrática colectiva de incierto resultado. No hay que olvidar que lo que sucede en la actualidad es resultado de muchos intentos fracasados de una negociación con los poderes del Estado. Cuando Catalunya ha pedido diálogo, la respuesta española ha sido el desaire y la amenaza. Otra vez Agustina de Aragón con el cañón preparado.

Podemos tiene un problema ante ese dilema llamado España. La lucha contra el bipartidismo no era ni es exclusivamente ganarles al PP y al PSOE en las urnas. Es también impugnar sus leyes cuando son injustas, desobedecerlas cuando en ella ya no cabe la realidad. Los insumisos lo hicieron, pagaron cárcel, pero lo hicieron y lo lograron. Mucho antes lo hicieron las mujeres cuando reivindicaban el derecho de voto. Ocurre que la libertad tiene precios a veces muy caros y es preferible blandir cómodas sentencias como “el referéndum es unilateral y no tiene validez” “divide a los catalanes” “no tiene soporte jurídico, no es legal” “genera inseguridad jurídica” “para que valga debe ser pactado con el gobierno de Madrid” “primero lo social, luego ya veremos” y otras que dan cobertura de la mala a la ambigüedad o al negacionismo. Son sentencias poco inteligentes, poco democráticas y nada alternativas. ¿Será que Pablo Iglesias pretende pactar con los poderes económicos el fin del neoliberalismo? Veamos, se puede pactar lo que se puede pactar, no lo imposible.

La cruzada contra el proceso de Catalunya tiene ya mensajes apocalípticos y llamados a utilizar la espada. Es posible que veamos a guardias civiles capturando urnas por las calles, camino de los colegios electorales. El esperpento está servido. Perseguir lo que significa más libertad y más democracia debería llenar de vergüenza a cualquier demócrata cualquiera que sea su voto. Es de esas cosas que me hacen reafirmar en no tener que ver nada con una casta política que aún confunde a España con el viejo Reino de Castilla, aquel que dicen que fue un centro del mundo.

Colaboración de Iosu Perales para Alternatiba

Armas par borsillo

Héctor Prieto – Alternatiba

Una conocida frase dice: ‘las armas las carga el diablo’, pero yo le añadiría que el único animal que la dispara es el ser humano. Por lo tanto y aunque parezca ridículo, una buena manera de evitar muertes es prohibir su utilización. Sí, lo confieso, tal y como está el percal es una completa estupidez. Ante el nuevo terrorismo internacional, los mismos gobiernos que favorecen la venta de armas a Arabia Saudí, tienen nuestro miedo para reducir libertades.

En este contexto, me llama la atención una reclamación del Sindicato de la Ertzaintza, pidiendo la posibilidad de portar el arma reglamentaria fuera de servicio. Me explico, el Gobierno Vasco ha establecido ciertos requerimientos para limitar el empleo de la pistola fuera del trabajo. Vista la nueva situación desde el desarme de ETA, los agentes tienen que justificar inminente peligro para llevarse la pipa a casa.

Por lo visto unas 3000 solicitudes les han sido denegadas y la policía autonómica no puede entender la decisión. Me choca la sarta de despropósitos empleada para poder llevarse el arma por la calle. Pero la más estúpida, es argumentar el peligro del terrorismo yihadista, alegando desde el sindicato policial que llevar la pistola encima es por la seguridad de la ciudadanía. Igualito que los yanquis, vaya, por la seguridad nacional y la defensa del modo de vida americano.

Esto es como si el militar tanquista aparcara su carro de combate en el garaje de casa, y además con libre disposición para pasear a los críos. Yo no entiendo en la Euskal Herria actual para qué un ertzaina necesita llevar la pistola fuera de servicio. Es cierto que el yihadismo existe pero sus acciones terroristas son de una escala mucho mayor y no creo que además de la militarización de las ciudades europeas, ahora también los agentes fuera del trabajo tengan que estar armados.

Tampoco niego que algunos policías europeos hayan perdido la vida, pero siempre han sido  agentes uniformados. A pesar de que la policía, aunque necesaria, no es santo de mi devoción, lamento la muerte de estos profesionales en su trabajo, igual que lamento la muerte de un minero, un bombero o cualquier otro trabajador de oficios de alto riesgo.

No se vosotras, pero yo no me siento seguro tomando un café cerca de un tipo con pistola. Desconozco lo que puede pasar con una persona si se monta una bronca, y eso me da miedo. Si es un poli en su trabajo tendré que fastidiarme y no estaré mucho rato cerca. Creo que las armas dan un poder muy fuerte, y sabemos que el poder por limitado que sea puede ser muy peligroso en manos equivocadas.

Para terminar, me parece sorprendente que esto sea una noticia en un medio público. Me parece un lavado de imagen del gobierno Urkullu, una manera de vendernos a la Ertzaintza como una policía domesticada, de esa que rescata gatitos y ayuda a los ancianos a cruzar la calle. Pero no nos equivoquemos, es la misma policía que desmonta txoznas, que defiende los privilegios de los poderosos. La misma policía que todavía no ha pagado su responsabilidad en la muerte de Iñigo Cabacas.

Leer en su blog Atxabalta reDvolution

Marinaleda, tierra utopía

“Contra el capital, guerra social” es el primero de los muchos mensajes que encontramos allí. Muestra del espíritu revolucionario que se hace manifiesto nada más llegar a través de murales reivindicativos que se extienden por calles y fachadas. Hablamos de Marinaleda, ese lugar que con 2.700 habitantes se ha convertido en todo un referente de lucha inquebrantable por un modelo alternativo al capitalismo y al de los grandes terratenientes de Andalucía. Uno de los pueblos más pobres durante el franquismo, lo que forjó entre sus gentes un carácter que empujaría al potente movimiento jornalero a ocupar fincas como El Humoso, donde las y los trabajadores no rinden cuentas ante la figura del “señor andaluz” y trabajan libremente por  sus tierras, su pueblo y su futuro. Con el fin de conocer de primera mano su experiencia, nos desplazamos hasta este municipio sevillano para conocer de cerca la labor de quienes trabajan a diario la “Tierra Utopía”.

  

Nuestra visita comienza en la fábrica de preparación y envasado de cultivos como la alcachofa o el pimiento morrón. Aunque el aceite es el producto más importante y el que garantiza la viabilidad del proyecto, la diversificación de los productos garantiza el trabajo a más jornaleros tanto en el campo como en la fábrica, más allá del periodo de recogida y tratamiento del aceite. Allí nos explican que los vecinos de Marinaleda son llamados a asamblea (como se hace con cualquier otra cuestión) donde se organizan los grupos de trabajo. La diferencia de rendimiento de unos grupos y otros, y cómo esto dificulta llegar a sus objetivos y conseguir un proyecto rentable es uno de los problemas que han de afrontar quienes no tienen como fin último lucrarse, sino dar trabajo a la mayor cantidad de personas posible para ver prosperar a su pueblo. “Hay que ir probando y cambiando” nos explica Jesús, responsable de la logística, mientras comenta la pretensión de reemplazar los campos de trigo por algún otro producto que garantice rentabilidad y horas de trabajo para las trabajadoras durante más tiempo.

Tras conocer la gestión y funcionamiento de la fábrica, nos desplazamos hasta los enormes campos de El Humoso, donde se encuentra la almazara, lugar de elaboración del aceite de oliva. Allí nos recibe Juan, presidente de la cooperativa, un hombre curtido en el campo y en la lucha obrera. Mientras paseamos nos cuenta como él mismo junto a otros camaradas del SAT empezaron su lucha por las tierras de la finca: “En el 1979 ya estábamos ocupando el pantano para forzar a la junta a hacer un estudio de viabilidad. Trabajábamos por la mañana y a la tarde íbamos al pantano. Como era una cosa muy novedosa y que marcó el inicio de otras grandes luchas en Andalucía tuvo una gran repercusión y se consiguió que la junta realizara el estudio. Una vez que se supo que iban a hacer el estudio de viabilidad, fue cuando presionamos para conseguir estas tierras. 12 años de lucha después, sobre 1991, conseguimos por fin labrar las tierras de nuestro propio pueblo”. La Cooperativa Marinaleda S.C.A. creó más de 400 puestos de trabajo y se ha convertido en el núcleo económico de un pueblo que ha logrado la ocupación plena. Por poner la nota amarga, Jesús nos comenta también con cierta desilusión cómo aquellos que no vivieron todos esos años de lucha y sufrimiento no adquieren el mismo nivel de implicación que aquellos que empezaron y vieron crecer el proyecto “Para esta nueva generación, la cooperativa se ha convertido en una salida fácil para ganar algo de dinero y no terminar con sus estudios”.

  

Durante el recorrido por la finca, mientras charlamos y nos empapamos del espíritu de nuestro guía, apreciamos plantas de algodón, pimientos, girasoles y diversos productos, pero sobre todo hectáreas y hectáreas de olivos, cuyas aceitunas empiezan a asomar y se preparan para la recolecta de los próximos meses de octubre y noviembre. Llama la atención como aun conociendo la finalidad del proyecto, la mayor parte de los compradores adquieren el aceite de oliva, no tanto por compromiso militante, sino por la excelente calidad del mismo. La recolección se hace de forma manual y la elaboración lo más artesanal y ecológica posible, con el fin de no perder ni un ápice de la calidad que caracteriza a su aceite y de crear cuantos  puestos de trabajo sea posible.

Para finalizar, nos dirigimos al centro del pueblo para visitar el Ayuntamiento. Allí conocemos a Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda desde 1979, que nos acoge de forma muy amigable. Más allá de darnos su opinión sobre diversos temas actuales y su implicación en la Cooperativa, ya que actualmente se enfrentan a un conflicto con la Junta de Andalucía que quiere privatizar las tierras de El Humoso actualmente propiedad de la Junta y cedidas para su explotación. Sánchez, fiel a su espíritu sindicalista, está dispuesto a luchar por seguir construyendo “una utopía hacia la paz” y animar a la ciudadanía a pelear contra las injusticias que afectan al desarrollo y bienestar de su pueblo.

  

Como toda aspiración en busca de la justicia social y la dignidad, el ideal que articula la vida de esta zona no está exento de dificultades. Precisamente por ello; frente a la represión, frente a la pobreza, frente al encarcelamiento de militantes, frente a las ansias de privatización, frente a los poderes económicos que nos pretenden arrodillados a su voluntad, frente al desánimo que a veces puede invadirnos solo cabe la solidaridad. Proyectos que, como este, conquistan el sueño de una sociedad un poco más justa, bajo premisas tan básicas como el derecho al trabajo y que la tierra pertenezca a quien la explota son ejemplos de lucha que inspiran y nos hacen mantenernos fieles nuestros ideales, y también conscientes de las dificultades y las contradicciones que todo proceso revolucionario, grande o pequeño, arrastra. Desde Alternatiba mandamos todo nuestro apoyo y nuestra  solidaridad para que, como claman las paredes de El Humoso, ese cortijo sea para las y los jornaleros de Marinaleda.

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No habrá referéndum

Luis Salgado – Alternatiba 
 
Recuerdo que van a hacer 10 años que me embarqué en este proyecto político. Recuerdo que entonces, al poco tiempo de echar a andar, en una conversación informal con Oskar Matute después de una reunión, le comenté que antes de que en EH se dieran las condiciones para plantear un proceso hacia la independencia serían los catalanes quienes la declararían de forma unilateral. También dije en aquella conversación que la respuesta española sería contundente. Ojalá me equivoque, pero el caso es que ayer el Parlament dio luz verde a la Ley del Referéndum, y la respuesta del Estado no se está haciendo esperar.
 
 
Desde hace unos días a través de las redes y de los propios medios de comunicación se vienen lanzando advertencias a quien las quiera entender. Empezaron por desenterrar el antecedente republicano, recordándonos cómo terminó todo en 1934. 46 muertos y todo el Govern entre rejas, recordaba ayer mismo en un titular siniestro “El Confidencial”. Y no fueron pocos, políticos del PP incluidos, los que se dedicaron a difundir una imagen de la declaración de Estado de Guerra en Catalunya dictada por el Ministerio  de la Guerra (sin los maquillajes actuales que esconden para que se tiene un ejército).
 
Pero si en la previa ya se estaba elevando el tono de los mensajes, desde que se inició el debate de la Ley, estos llegaron a la estratosfera. De forma más sibilina o más directa, las amenazas a través de las redes, en ruedas de prensa o en forma de titular se van encaminando hacia justificar cualquier acción para frenar el derecho democrático de un pueblo a decidir su futuro. Mientras, a la Guardia Civil en Catalunya les retiran permisos y les mandan a vigilar una imprenta donde podrían estar preparando… ¡Papeletas! Por no obviar que hace tiempo que la población de blindados aumentó de forma considerable en la base militar del Bruch.
 
 
Llamadme catastrofista, pesimista, pero así lo veo. En breve el Tribunal Constitucional dictará que lo aprobado ayer en el Parlament y todo cuanto pueda venir referente al proceso de desanexión es ilegal y los anulará. Se dictarán condenas penales contra los y las miembros de la Mesa del Parlament y muy probablemente, ante la desobediencia del Legislativo catalán, la suspensión de la autonomía catalana. Imagino que la respuesta del pueblo catalán no se hará esperar y tomarán una vez más las calles. Si les dan tiempo, supongo, que crearan una Asamblea Constituyente paralela que será la encargada de declarar la Independencia de manera unilateral. Tampoco tendremos que esperar para ver la militarización de las calles. Y todo antes de que una sola urna sea colocada.
 
Con todo esto quiero decir que entiendo y comparto la ilusión por todo lo que se está viviendo en Catalunya. No me confunden, ni engañan los pseudodemócratas que gobiernan el Reino intentando convencerme de que votar es una dictadura y amenazar con el ejército un ejercicio democrático. Tampoco va a menguar mi apoyo y solidaridad para con Catalunya. Pero no puedo compartir el ambiente de algarabía generalizada que veo a mi alrededor. Al contrario, empieza a preocuparme seriamente que nadie se haya puesto en lo peor. Que no tengamos respuesta.
 
Escucho demasiado eso de que “no se atreverán” o aquello de “si lo hacen habrán perdido”. “Venceréis pero no convenceréis” dijo Miguel de Unamuno y fueron 40 años de dictadura y 40 de prórroga.“La comunidad internacional no lo permitirá”, y seguramente haya declaraciones airadas contra los desmanes totalitarios de Madrid, tan duros como los que recibe de vez en cuando Mr. Erdogán. Incluso sanciones, como las que acumula en un cajón el Gobierno del Reino de España por incumplir los Derechos Humanos.
 
Sinceramente, echo en falta que además de soñar con estar como “observadores internacionales” en un día que podría ser histórico para Catalunya y para el resto de pueblos peninsulares, nos preparásemos para ir de escudos, para estar en las calles de Catalunya haciendo frente, hombro con hombro, a la respuesta estatal. Echo a faltar no infravalorar la estupidez que caracteriza a los gobiernos históricos del Reino. Echo a faltar que nos preparemos para lo peor.  
 
Leer en su blog El mundo imperfecto

Con la iglesia hemos topado

Héctor Prieto – Alternatiba

Este agosto se ha montado la de dios, el brutal atentado de Barcelona ha provocado una reacción de solidaridad con las víctimas, y es que pensar que cualquiera de nosotros pudimos estar aquella tarde en las Ramblas pone los pelos de punta. El problema surge cuando los sectores más reaccionarios del nacional catolicismo español han encontrado al chivo expiatorio ideal en la comunidad musulmana en general, migrantes y refugiados. Lo peor es cuando la ciudadanía se deja llevar por la ira y nos dejamos conducir por otros extremistas.

De todas formas, hay una característica común en casi todas las iglesias de ayer y de hoy, la creencia absoluta en que su fe es única y verdadera, al igual que sus divinidades son absolutas e incuestionables. Así pues ,los sacerdotes e instituciones solo han tenido la posibilidad de extender su fe por las buenas o por las malas. Todas ellas han justificado matanzas, torturas y guerras santas contra los infieles. Y esto se ha repetido constantemente en la historia de la humanidad.

Por eso yo me pregunto, ¿si han existido más de 3.000 divinidades y religiones, cómo es que cada una de ellas se considera la única y verdadera? No tienen respuesta, la fe es para ellos una verdad que no necesita ser demostrada. Por eso algunos auto-proclamados guías espirituales de diferentes pueblos y religiones, han aprovechado siempre la ignorancia de las gentes para, a través del miedo a la muerte, controlar mentes, vidas e incluso imperios. Así, algunos privilegiados han obtenido poder y riqueza en el nombre de Dios.

Lo curioso es que en este siglo de la información todavía funciona, nos escandalizamos con los ataques del ISIS en Europa, la sharia y el Califato como objetivo de estos fundamentalistas. Pero a mucha gente aquí en el mundo civilizado no se indigna con los discursos e ideas machistas, homófobas y xenófobas que los obispos católicos escupen desde sus púlpitos con total impunidad. Sin entrar a recordar ya las cruzadas, la Inquisición y las aberraciones de la cristianización de América.

La ciega fe de algunas personas con la Iglesia católica y su relación con el neofascismo franquista, no es que sea un grupo muy numeroso, al igual que los yihadistas, pero aprovechan el miedo de los atentados para introducir sus mensajes de odio. Mientras las pirañas de la industria armamentística española no dudan en lucrarse de sus negocios con Arabia Saudí, dinero manchado con la sangre de inocentes de aquí o de allá.

Al final ,yo llegó a la conclusión de que las religiones durante la historia han traído grandes problemas para a la humanidad, no me refiero a los dogmas más o menos fantásticos, sino más bien a la gestión interesada de regímenes muchas veces de escaso nivel moral. Tampoco soy de los de prohibir toda religión, pero opino que en lo privado cada una sea libre de rezar al dios que sea. Pero mientras sigan opinando, influyendo y aterrorizando al personal, dejadnos vivir en paz a infieles y ateos de mi calaña.

Del blog de Héctor Prieto Atxabalta reDvolution

Charlottesville

Jonathan Martínez

Los hemos visto portar antorchas de odio racial y estrellar un coche contra la multitud en Charlottesville, Virginia. En París, a pocos metros de la estación de tren de Saint-Lazare, golpearon hasta la muerte al joven Clément Méric. En una fábrica de Amiens pedían el voto obrero para las presidenciales francesas y en el barrio madrileño de Tetuán repartían víveres solo a españoles. Vapuleaban a refugiados sirios en la frontera de Hungría con Serbia. Patrullaban el Mediterráneo en busca de pateras emigrantes. Molieron a palos a Jimmy y lo arrojaron al Manzanares. A Jimi Joonas Karttunen lo mataron en la plaza Eliel de Helsinki. Estaban repartiendo octavillas contra las mezquitas en Dresde. Estaban acuchillando al rapero Pavlos Fyssas al oeste de Atenas. Estaban levantando barricadas de neumáticos en la plaza Maidán.

Los hemos visto camuflados con ropajes variopintos, bajo diferentes siglas y colores, pero todos ellos adscritos a la tradición histórica del fascismo, a la afirmación racial y al desprecio por lo ajeno. Al fin y al cabo, los fascismos adquieren formas caprichosas según el tiempo histórico y el lugar que les toca en suerte. Algunos fascismos son explícitos; otros se esfuerzan en resultar sutiles. Hay fascistas hitlerianos, falangistas trasnochados y nostálgicos del Ku Klux Klan, pero también hay fascistas pop e incluso hipsters del fascismo. Algunas veces son de porte militar, hinchados de testosterona, con camisetas reventonas, cadenas de hierro y puños americanos. Otras veces se muestran afables, venerables y televisivos, y defienden su catecismo con la elocuencia de un comercial de aspiradoras. Hubo un tiempo en que los creímos relegados a los museos y a los documentales de madrugada en blanco y negro, pero ahí están, agitando banderas en las plazas, concediendo entrevistas y prodigándose en titulares.

Si el crack bursátil del 29 generó un caldo de cultivo excepcional para los fascismos del siglo XX, la quiebra financiera de 2008 ha asfaltado la pista de aterrizaje para los fascismos de nuestros días. Todos los estandartes de la prosperidad globalizada, también aquellos que parecían incuestionables e imperecederos, han quedado en evidencia o se han ido al garete, desde Lehman Brothers hasta la Unión Europea. El boyante capitalismo tardío nos había vendido una utopía transfronteriza y cosmopolita que nunca llegó a existir, de modo que los fascismos han reaccionado ante la crisis del sistema con un repliegue en forma de exaltación nacional, una retórica antiliberal y una épica subversiva y malsonante que sabe seducir a la clase trabajadora. Y es que el discurso del pánico xenófobo se ha alimentado a partes iguales de la depresión económica y de la desconfianza en las instituciones tradicionales.

No obstante, el fascismo no solamente no supone una amenaza para el orden establecido sino que desempeña un papel crucial como fuerza de choque contra todas las demás formas de descontento: las de tradición democrática, las de genealogía marxista o libertaria, las de las minorías nacionales. Por eso los liberales son tan condescendientes con el fascismo. Por eso los periódicos oficiales recurren a toda clase de eufemismos y circunloquios para nombrarlo. Por eso Trump afea la violencia «de todas las partes» en Charlottesville. Por eso El País, plusmarquista de la manipulación, convierte una algarada nazi en «disturbios entre grupos radicales». Cada vez que sugieren una equivalencia entre fascistas y antifascistas, los liberales se elevan en un imaginario púlpito de centralidad, como árbitros justicieros de dos extremismos simétricos, como el fiel de una balanza que solamente existe en el ámbito calenturiento de sus deseos.

Hay que reconocerlo, quienes detentan el poder están sabiendo sacar partido de un nazismo que ha medrado gracias al fertilizante de su indiferencia. Mientras tanto, en Charlottesville, sumamos el nombre de Heather Heyer a la nómina de asesinados. Allí están los nombres de Clément Méric y de Jimmy y de Jimi Joonas Karttunen y de Pavlos Fyssas. Allí están Lucrecia Pérez y Guillem Agulló y Carlos Palomino y Aitor Zabaleta. Porque los extremos nos tocan.

Leer en su blog Zona especial Norte

Sobre poder, democracia y revoluciones

Josu Perea – Alternatiba

Leyéndole a Pablo Stefanoni en Viento Sur un artículo sobre Venezuela «El retroceso ’nacional-estalinista’» (3.8.2017) se removieron en mi cabeza un montón de ideas que tienen que ver con la aparición de los nuevos sujetos políticos que están emergiendo en el ámbito global, que están influyendo en los sistemas democráticos y demandan, por tanto, una profunda reflexión sobre el poder. Stefanoni realiza una crítica descarnada a Maduro y a su defensa de la Revolución Bolivariana, por la utilización que hace de métodos de bajísima calidad democrática, y recurre a Bertrand Russell, que en su obra «Teoría y práctica del bolchevismo» analiza la visita que realizó en 1920 a la Rusia revolucionaria, que «planteó con simpleza y visión anticipatoria algunos problemas de la acumulación del poder y los riesgos de construir una nueva religión de Estado».

La aparición de estos nuevos sujetos que están emergiendo en el ámbito global está influyendo en los sistemas democráticos y demandan, por tanto, una profunda reflexión sobre el poder. La lucha por el poder está en la centralidad de los conflictos políticos que históricamente se han ido dirimiendo, casi siempre, en formas y maneras cruentas. Cada periodo de la historia ha aportado métodos que han posibilitado la toma del poder o su mantenimiento.

Foucault, por ejemplo, a la hora de analizar el poder, lo sitúa en la perspectiva de los micro-poderes que se ejercen en la vida cotidiana. Considera que las transformaciones en la sociedad no se realizarán apropiándose de los aparatos de poder que se encuentran dentro del Estado para sustituirlos por otros. El ejemplo de la Revolución de Octubre ilustra perfectamente ese pensamiento. Se pensó en el control del aparato del Estado como mecanismo unívoco de control del poder, sin tener en cuenta que el poder no está localizado exclusivamente en los aparatos del Estado. Nada cambiará en las sociedades, dice, Foucault, si no se transforman los mecanismos de poder que funcionan fuera de los aparatos del Estado.

La dictadura del proletariado, desde la perspectiva marxista, presuponía que esa transición hacia el socialismo venía dada por la sustitución de los aparatos del Estado, y al igual que otras revoluciones marxistas han focalizado sus luchas en la conquista del aparato del Estado, minimizando otros ámbitos del poder, donde las cuestiones ideológicas han primado y han pasado de puntillas, cuando no los han ocultado, esos otros ámbitos de poder, de ésos micro-poderes de los que habla Foucault. La vida cotidiana está jalonada de múltiples representaciones de esos micro-poderes que históricamente han sido reprimidos por el poder establecido bajo diferentes subterfugios, morales en algunos casos, y como salvaguarda del poder político la mayoría de las veces.

No podemos dejar de tener en cuenta el poder simbólico del que nos habla Bourdieu. Un poder invisible que solo puede ejercerse con la complicidad de quienes no quieren saber que lo sufren o que inclusos lo ejercen. Es un poder omnipresente, es «una especie de círculo cuyo centro está en todas partes y en ninguna».

Las ideologías se sirven de los intereses particulares que se presentan como intereses universales beneficiosos para toda la comunidad. Los sistemas simbólicos cumplen su función política de instrumentos de imposición o de legitimación de la dominación, que contribuyen a asegurar la dominación de una clase sobre otra.

El poder, representado en el Estado, controla, nos dice Bourdieu, las estructuras fundamentales de pensamiento incuestionable y por encima de toda duda. Nos presenta una realidad, tal como es (no puede ser de otra forma), no caben disensos, estamos abocados, no solo, nos dice, «al conformismo moral», sino «al conformismo lógico» sin dejar ningún espacio para la contestación o para el cuestionamiento que resquebraje mínimamente el pensamiento del Estado.

Y claro, aquellos que se colocan al margen de estas estructuras de pensamiento, nunca han tenido cabida porque no están representados y no están integrados en las estructuras de poder, porque no se ajustan a las exigencias políticas y sociales. Es por ello que son expulsados o se quedan en los márgenes que tiene el Estado como soporte estructural. Unas estructuras de poder que ante el mínimo debilitamiento de su núcleo legitimador y ante la ausencia de consenso social, no duda en activar los métodos más abyectos que garanticen su dominación.
Vivimos en una sociedad donde cada vez emerge con más fuerza, lo que Boaventura de Sousa define como fascismo societal. Un fascismo que nada tiene que ver con el regreso al fascismo de los años treinta, sino que tiene que ver con un régimen social de civilización. Es una nueva forma de fascismo que no necesita sacrificar la democracia ante las exigencias de los poderosos, sino que fomenta ésta hasta el punto de que ya no resulta necesario, ni siquiera conveniente, sacrificarla para promover el capitalismo.

Este fascismo de nuevo cuño se manifiesta de diferentes formas y tiene múltiples variables, entre las que se encuentra, por ejemplo, el fascismo financiero, que lógicamente tiene que ver con los mercados financieros, mercados a los que Sousa denomina «economía de casino» que resulta ser el más refractario a cualquier intervención democrática. Una economía financiera que supera seis veces a la economía real, donde los organismos OCDE, FMI, BM, TTIP, CETA, las empresas de calificación de riesgos, rating, todos ellos, auténticos estamentos de poder que traspasan, sin el menor rubor, todos los ámbitos de la democracia formal, hasta el punto de obligar a los gobiernos al cumplimiento de directrices, normas y leyes acordes a sus intereses.

El fascismo de la inseguridad, por destacar otro de los fascismos recurrentes de ese fascismo societal que señala Sousa, consistente en la manipulación de la inseguridad de las personas y de los grupos sociales debilitados por la precariedad del trabajo u otros elementos desestabilizadores; o el fascismo contractual que consagra la disparidad de poder entre las partes del contrato civil o laboral, donde la parte más débil acepta las condiciones, por onerosas que sean, bajo el eufemismo de «la libertad de las partes».

Vivimos un mundo cada vez más interconectado cultural y mediáticamente, que propicia que la renovación de culturas de movilización y protesta, arraigue, cada vez más, y sean más visibles. Los desafíos a hegemonías políticas y económicas, tomarán forma, dependiendo de las redes y de la constatación de las injusticias cada vez más patentes, para activar movilizaciones.

Nos señala Maurizio Lazzarato, que una de las condiciones que resulta indispensable para la reactivación de la lucha de clases es una reinvención de la «democracia» capaz de reconfigurar y de atravesar todo aquello «que incluso teorías políticas muy sofisticadas siguen pensando por separado: lo político, lo social y lo económico». La tarea más urgente, continúa Lazzarato. «consiste en imaginar y experimentar modalidades de lucha que tengan la eficacia de bloqueo que tenía la huelga en la sociedad industrial. El nivel de desterritorialización del mando capitalista nos obliga a ello. Las cabeza duras de capitalistas y gobernantes no entienden otra cosa que el lenguaje de la crisis y el del combate».

El mundo camina hacia nuevas experiencias de las que será necesario aprender, y que pueden revestir incluso un carácter fundador desde el punto de vista de la estrategia revolucionaria para el presente siglo. Las décadas de ascenso imparable del neoliberalismo han coincidido con severas decepciones y retrocesos de los movimientos revolucionarios. Es posible que sea demasiado pronto, nos indica Stavrides, como para poder afirmar, contundentemente, que las políticas dominantes, aquí y en el mundo, hayan entrado en una crisis definitiva sin retorno, pero si es posible observar, como en distintas partes del mundo se están produciendo una serie de fenómenos interrelacionados «que afectan profundamente a eso que podemos diagnosticar como una crisis de legitimidad».

Decía Daniel Bensaid que «será preciso, más allá de la ideología, sumergirse en las profundidades de la experiencia histórica para tejer los hilos de un debate estratégico enterrado bajo el peso de las derrotas acumuladas».

No sé si Maduro y su Revolución Bolivariana, con sus métodos de baja calidad democrática, que dice Stefanoni, habrá analizado todas esas consideraciones sobre el poder que analizamos aquí. Seguramente no tendrá en cuenta esos micro-poderes de los que nos habla Foucault. De lo que sí tengo certeza absoluta es de la calidad democrática de «los alternativos» avalada por algún  insigne y gran demócrata, genuino defensor de democracias «al uso del poderoso» con instrumentos escrupulosamente respetuosos con los derechos humanos (GAL incluido).

Publicado en Naiz

Protestofobia

Jonathan Martínez

Todos los años acechan las serpientes de verano. Noticias que no son noticia estallan en primera plana mientras los periodistas titulares dormitan en la costa y los becarios se desloman en las redacciones. Al fin y al cabo, con algo hay que cebar las rotativas. Este verano, la serpiente ha adquirido las dimensiones de una boa constrictor y se nos ha presentado bajo el nombre de turismofobia, un neologismo tan malintencionado y ridículo como cogido por los pelos.

Hace ya una semana que cuatro jóvenes activistas de Arran sacrificaron el neumático de un autobús turístico en Barcelona y garabatearon con espray un lema en el parabrisas: «El turisme mata els barris». Hace dos semanas la operación ocurrió en Palma. En aquella ocasión fue una mortífera salva de confeti sobre los comensales de un restaurante. Por si fuera poco el alboroto juvenil de Arran, Ernai ha convocado una manifestación en Donostia para denunciar las políticas de turismo basadas en la especulación inmobiliaria y los trabajos precarios.

Los plumillas del biempensar, siempre al límite de la indecencia, han aprovechado la ocasión para pegarse un festín de dignidad a costa de la chavalada. No ha faltado al linchamiento la legión oficial de políticos y charlatanes, todos escandalizados, todos clavando codo para entrar en la foto de la defensa del sector. Entre el repertorio de bufonadas turismofílicas quedará para la posteridad el delirante concepto de turismo borroka y un tuit de Albert Rivera culpando a Puigdemont y Junqueras de autobuses ardientes que nunca ardieron.

Pero debajo del parloteo sobre vandalismo se esconde una realidad ante la que ni siquiera el tertuliano más obstinado puede hacerse el loco. El fenómeno no es exclusivo de Barcelona, ni de Palma ni de Donostia, sino que se manifiesta en muchas otras ciudades del mundo cuyos centros urbanos han sido devorados por el turismo de masas. Urbes enteras desfiguradas para acoger el flujo interminable de visitantes, servicios esenciales desalojados por franquicias de multinacionales y negocios de quita y pon. Ciudades desechables, reconstruidas a pedir de boca de quien está de paso, y al mismo tiempo, hostiles para quien comete la imprudencia de querer vivir en ellas.

A falta de un sector industrial competente, los ingresos del turismo permiten al gobernante de turno salvar los muebles macroeconómicos a costa de contratos temporales y precarios que maquillan las cifras veraniegas de desempleo. A esto hay que sumarle, claro está, los nutritivos dividendos de la especulación urbanística y de la malparada burbuja de la construcción. Últimamente, la irrupción de nuevos modelos de negocio como Airbnb está acarreando un impacto demoledor sobre el precio de los alquileres, y en consecuencia, está condenando a las personas residentes al exilio inmobiliario hacia otros barrios o hacia otras ciudades más asequibles.

El turismo no es un problema. El problema son aquellos que lo están gestionando para su propio lucro y en contra del interés general. El problema son quienes gobiernan el espacio público como negocio privado y lo convierten en un erial inhabitable, una mera zona de tránsito en la que resulta imposible vivir. Los turistas no son un problema. El problema son quienes especulan, quienes se enriquecen con nuestra miseria, quienes nos condenan a trabajos peregrinos que ellos jamás desempeñarían. Los culpables se enfadan, se revuelven porque los jóvenes, los mismos que sirven copas en precario a los turistas, los que no alcanzan a pagar el alquiler, se han permitido el lujo de la protesta. Sabemos quiénes son los culpables precisamente porque no toleran las protestas. Porque los culpables padecen, si me permitís el diagnóstico, un cuadro severo de protestofobia.

Publicado en su blog Zona Especial Norte

Urtaran, los socorristas y la institucionalización de la pobreza

Aitor Miguel – Miembro de Altenatiba y concejal de EHBildu Gasteiz

Durante décadas, Gasteiz ha sido un referente por sus Centros Cívicos y sus instalaciones deportivas. Todos los gasteiztarras estamos orgullosos de estos emblemas de nuestra ciudad y alardeamos de ello allá a donde vamos. Nuestros alcaldes a la cabeza.
 
Ha llegado el verano y hemos vuelto a nuestras piscinas, a Mendi y a Gamarra, a refrescarnos ante el implacable verano de nuestra tierra. Se repetía la idílica estampa de cada verano: niños y niñas bañándose, familias disfrutando del sabroso bocadillo de tortilla, jubilados paseando y tomando el sol, adolescentes perdiéndose por los rincones más recónditos de Mendi, runners y triatletas aprovechando para bañarse tras el entrenamiento.
 
Pero esta semana ha ocurrido algo inaudito. Por primera vez en nuestra reciente historia Urtaran ha tenido que cerrar las piscinas. Por primera vez los gasteiztarras nos hemos quedado sin Mendi y sin Gamarra, sin esos dos grandes complejos municipales de ocio insustituibles que hacen que el verano sea mucho más agradable.
 
Resulta que todo lo que rodea nuestros Centros Cívicos y piscinas no era tan idílico. Resulta que detrás de nuestras tardes de verano en las piscinas había cientos de trabajadores en condiciones precarias. Los socorristas, monitores y hasta 450 empleados de actividades deportivas han tenido que recurrir a la huelga ante la falta de respuesta por parte de subcontratas y alcaldía para solucionar la cronificación de su precariedad laboral. Todo no era tan idílico durante esos inolvidables veranos que hemos disfrutado, había una cara oculta tras nuestro disfrute: los trabajadores que hacen posible que disfrutemos de nuestro tiempo libre han vivido, y viven todavía, precarizados. Sí, muchos de ellos trabajan a jornada completa por escasos 700 euros. Esto significa que esas personas que nos facilitan disfrutar de nuestras vacaciones están trabajando duramente sin que su sueldo les permita tener una vida digna. Sin que su sueldo les permita pagarse una vivienda o formar una familia. O lo que es lo mismo, el sueldo de estos trabajadores no les permite dejar ser pobres. Es gravísimo. Hoy en día tener trabajo ya no es sinónimo de no ser pobre.
 
Desgraciadamente, muchos de los lectores saben de lo que les hablo, porque un 20% de los trabajadores vascos perciben salarios por debajo del umbral de la pobreza. Lo dicen el Ararteko y la Red Europea de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social. La gravedad de lo que acontece aquí y ahora, en nuestras piscinas, es que el que promueve estas inaceptables condiciones de trabajo no es otro que el alcalde, el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. Es el alcalde Urtaran el responsable de estos servicios, es el alcalde el que elige este modelo de gestión basado en la subcontratación, y es el alcalde el que paga, en definitiva, estas nóminas. Este problema no es nuevo. Urtaran lo conocía. No en vano EH Bildu había denunciado en reiteradas ocasiones las condiciones de explotación laboral en las que trabajaban todos estos empleados de nuestros servicios públicos. Sí, EH Bildu le mostró al PNV en Comisión, ya hace más de un año, las nóminas por importe de 678€.
 
EH Bildu, además de denunciar la grave situación, también demostró que las empresas subcontratadas se quedaban con pingües beneficios. Pero sería vil por nuestra parte quedarnos solo en la denuncia. EH Bildu hizo dos propuestas: en primera instancia propuso la introducción de cláusulas sociales que garantizasen condiciones dignas de trabajo en los subcontratos. Y en segundo lugar, le propusimos al PNV gestionar de forma directa estos servicios municipales, contratar directamente desde el Consistorio a estos trabajadores, garantizarles condiciones salariales decentes, ahorrarnos los beneficios de las empresas subcontratadas…y por supuesto, eliminar todos los riesgos para evitar el esperpento de esta semana y garantizar el control de nuestros servicios. Algo que los usuarios se merecen, en tanto en cuanto pagan religiosamente su cuota anual.

Uno de los principales objetivos de cualquier alcalde debe ser garantizar una vida digna a los y las gasteiztarras, luchar contra la pobreza. Y en este caso se demuestra que el Ayuntamiento, lejos de cumplir con su deber, es un agente activo en el fomento de empleos precarios de 700 euros.

Un vez alcanzado el acuerdo, y a pesar de haber sufrido todas y todos el indeseable cierre de la piscinas, es el momento de agradecer a socorristas, monitores y empleadxs de actividades deportivas que nos hayan abierto los ojos a toda la ciudadanía y nos hayan mostrado que desde la instituciones públicas también se mira hacia otro lado ante la pobreza. Desgraciadamente este positivo acuerdo no pone fin a la pobreza en los servicios municipales. Y como queremos piscinas y servicios públicos de calidad, pero no a costa de la pobreza de nuestros vecinos, animamos a sindicatos y trabajadorxs a seguir presionando a Urtaran y a las subcontratas hasta conseguir unas condiciones laborales que garanticen una vida digna.

Publicado en Noticias de Álava

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La declaración

Luis Salgado – Alternatiba
 
Mariano Rajoy Brey, a la postre presidente del Reino de España, declara hoy en un juzgado por la supuesta corrupción de su partido. El titular está dando mucho juego, pero será eso, un titular que olvidaremos a la vuelta de las vacaciones, aquellos insolidarios que las tengamos, claro está.
 
Me anticipo por horas a esa declaración y me atrevo a afirmar que la misma no significará gran cambio en la realidad corrupta del Estado. No sé, no me consta, ese sobre del que usted me habla, ¿Mariano Rajoy? No sé de quién me habla. Y así terminará el nuevo capítulo.
 
Nueve fallecidos, un hombre en coma, ordenadores destruidos, incontables cabezas de caballo sobre sábanas de satén entre orgía y orgía. No importa nada, ES-PA-ÑA está por encima de esas nimiedades. ¡Se rompe, coño! Y ante eso ustedes se preocupan por cuatro corruptelas. Qué mejor que poner a los jueces a trabajar y que controlen las cuentas de Catalunya. Que han desaparecido 6150 €, y puede que se hayan dedicado a comprar urnas.
 
Es que os ponéis tiquismiquis por unos milloncejos de ná que se desvían a cuentas en Suiza, en Panamá, y hasta en Gibraltar, u otros que sirven para financiar campañas y bocatas de jamón para llenar plazas de toros, y no veis lo importante, que en Venezuela el gobierno detiene a jueces que han elegido en el Parlamento. ¡El acabose! Aquí los jueces los elige directamente el Gobierno y a nadie se le ocurre detenerlos, al menos mientras no muerdan la mano que les da de comer, a ver si se les va a ocurrir tomarse en serio eso de investigar la corrupción.
 
El caso es que hoy declara Mariano Rajoy Brey. ¿Cambiará algo? Sí, no sé, tal vez, depende. Quizás Urkullu nos podría decir algo, al fin y al cabo parece que tiene línea directa con el gallego, el registrador de la propiedad. Pero de eso tampoco habrá noticias. El negocio es el negocio, y de él estamos excluidos quienes no estamos invitados al banquete. Al fin y al cabo, creo que ya todos sabemos de qué va esto. No son manzanas podridas, ni siquiera es el árbol, la corrupción es el sistema, y es el sistema el que quiere que la corrupción sea el presidente. Y así suman 13 millones de votos entre el PP y el PsoE, sin contar con los aprendices regionalistas que no aparecen en las listas hasta que se les ocurre hablar de independencia, ¿verdad, Iñigo?
 
Hoy declara Mariano Rajoy Brey, mañana todo seguirá igual. UNA, GRANDE y LIBRE de impuestos para los corruptos. Así vamos, así nos quedamos. Apuesto por Rato para la siguiente “novena”. 
 
Leer en su blog El mundo Imperfecto
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