Intervención de Alternatiba en el pleno de política general de las Juntas Generales de Bizkaia

Hace unos meses, el gobierno alemán decidió intervenir contra la especulación financiera y recuperar el dinero público inyectado a los bancos durante la crisis. Los afectados por las reformas, que continuaban acumulando beneficios, se sintieron agraviados y empezaron a renegar de las medidas alemanas con sesudas argumentaciones y aspavientos de enfado. Cuando le preguntaron al ministro de Hacienda por qué había ignorado las quejas de los bancos, respondió: “si quieres drenar un pantano, no le pides opinión a las ranas”.

Ese es dilema al que se enfrenta hoy nuestra clase gobernante: mercados o democracia. Ranas o democracia.

¿Qué opiniones se escuchan en el pantano del Reino de España?

Según Emilio Botín, los impuestos al sector financiero son “discriminatorios” y “no resuelven ninguna de la causas que originaron la crisis ni ayuda a prevenirlas”.

A su vez, lo bancos exigen que el sector empresarial multiplique sus beneficios para recuperar así su deuda. Y el camino más rápido para garantizar el beneficio empresarial y la devolución del capital a los bancos es el ahorro en mano de obra: la reforma laboral. Los bancos aprietan, la patronal exige, los sindicatos conceden, el PSOE ejecuta y el PNV consiente mientras hace cuentas sobre el engrose de la bonificación empresarial en el racaneo de competencias de un estatuto muerto de incumplimiento.

¿Qué más exigen los mercados financieros? Fomentar la bancarrota del sistema público de pensiones para engordarse a través de los fondos privados, que a día de hoy se encuentran sumidos en una crisis profunda y no tienen liquidez para hacer frente a sus pagos.

¿Qué más necesitan? La progresiva privatización de las cajas de ahorros.

Los mercados quieren gobernar desde la sombra. Hacer que los políticos asuman sumisamente sus consignas. Obligarles a convertir los fondos públicos en cómodos colchones para el riesgo descerebrado de la inversión privada. Conseguir que los partidos gobernantes ejecuten recortes sociales inaceptables, traicionando los programas electorales bajo los que fueron elegidos. En otras palabras, lo que ha hecho en el FMI mediante sus recomendaciones al gobierno de Zapatero.

Quienes hoy nos gobiernan pasarán a la historia como los gestores más nefastos ante una crisis sistémica que ellos mismos han alimentado. Son quienes apoyan, con su aceptación entusiasta o con su silencio, todo clase de medidas de excepción contra las clases populares y trabajadoras.

A pesar de todo, sigo convencido, señor Bilbao, de que algún día podré llamarle camarada.

El año pasado eligió unas palabras de Albert Einstein sobre la crisis. “La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche.”

Yo quiero rescatar otras palabras más precisas de Albert Einstein, de su artículo ¿Por qué el socialismo?:

“La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. (…) Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista (…). En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño.”

Señor Bilbao, si su intención era proporcionar salidas creativas ante la crisis, hemos de decirle, como Einstein, que sus recetas son caducas y demostradamente contraproducentes.

Por nuestra parte, creemos que la creatividad se encuentra en el hecho mismo de crear una economía distinta, una economía social y de solidaridad, diseñada para satisfacer las necesidades de todas las personas y no para contentar las ansias de lucro privado.

Creatividad para que la democracia se apodere de la economía y la gestión del capital sea fruto de la regulación pública y la participación ciudadana.

Para ecologizar la economía, para promover el ahorro energético en contra del productivismo y la improvisación. Conseguir que las energías limpias sean sustitutivas, y no complementarias de una línea de consumo al alza constante. Detener el despliegue indecente de hormigón y asfalto en nuestro territorio. Invertir la actual gestión privada de residuos. Promover las tasas ecológicas.

Creatividad es hablar de soberanía alimentaria en el sector primario, tener conciencia de que las subvenciones son incapaces de frenar el desmoronamiento estructural de nuestro agro ante la deslocalización alimentaria.

Creatividad para repartir el trabajo, rebajar la edad de jubilación, aumentar el salario mínimo.

Para que la banca y las cajas de ahorro sean públicas y sometidas a control social.

Para un sistema público de cuidados que reconozca una economía invisible sostenida mayoritariamente por mujeres.

Creatividad para promocionar la vivienda de alquiler y dar vida a las viviendas vacías. Todo ello, lejos de los zarzales de Bizkailur.

Creatividad para que la fiscalidad sea realmente progresiva, Para romper los privilegios de las rentas especulativas de capital sobre las rentas de trabajo. Para un Impuesto de Patrimonio que controle las grandes fortunas, un IRPF al servicio de la redistribución de la riqueza, un Impuesto de Sociedades consecuente.

Para terminar, quiero dedicar unas palabras a la nueva oportunidad que se ha abierto para la paz en este país, y también a ese nuevo movimiento por los derechos humanos, civiles y políticos que ha echado a andar depués de que un tribunal especial liquidara de un plumazo el derecho de asociación y manifestación en Euskal Herria.

Traigo unas palabras que pronunció Mahatma Gandhi en el congreso de su país el 7 de Agosto de 1942: “No queremos permanecer como ranas en una charca. (…) El desarme es posible sólo si ustedes utilizan la incomparable arma de la no-violencia.”

Muchas gracias.

Foto de Jaume Meneses

Venezuela: lecciones del 26-S > Atilio Borón

El pasado domingo hubo en Venezuela varias elecciones. Una fue de carácter  nacional, realizada a distrito único, y que eligió los diputados venezolanos que se integrarán al  Parlamento Latinoamericano (Parlatino). Otra, la de los diputados de la Asamblea Nacional, fue la caprichosa sumatoria de un conjunto de situaciones estaduales y en las cuales factores tales como las desafortunadas –a veces impopulares- designaciones de algunos candidatos chavistas y el desprestigio o la indiferencia de las autoridades locales jugaron decisivamente en contra de las expectativas oficiales. A nadie se le escapa, además, que las elecciones legislativas invariablemente arrojan resultados distintos de las presidenciales porque en éstas la gravitación de un líder de masas  -¡y nada menos que de un líder de la talla de Chávez!- queda mediatizada por las cualidades de sus representantes locales, las más de las veces para su desgracia. Analizar estas dos elecciones, convocadas en simultáneo, nos ofrece un cuadro cuasi experimental que permite calibrar algunos datos de importancia para la caracterización del escenario político que se abre en Venezuela a partir del 26-S.
 
En las elecciones para el  Parlatino el voto popular, expresado al margen de aquellos condicionantes locales,  arrojó los siguientes resultados: 5.268.939  para la alianza PSUV-PCV contra 5.077.043 de sus adversarios, o sea 46.71 % de los votos contra el 45.01 del heteróclito conglomerado opositor. En el referéndum del 2007 el chavismo había obtenido 4.404.626  votos, contra 4.521.494 de los partidarios de rechazar la nueva constitución socialista. De lo anterior se deduce que en la elección del 26-S el gobierno aumentó su gravitación electoral en casi 900.000 votos mientras que la oposición lo hizo en algo menos de 500.000. En las presidenciales de Diciembre del 2006 Chávez había sido re-electo con 7.309.080 votos, en contra de la coalición derechista liderada por Manuel Rosales, que se alzó con 4.292.466 sufragios. Obviamente que cualquier comparación de estas cifras debe hacerse muy cautelosamente pero indican algo interesante, al menos como una tendencia: (a) que el gobierno se debilita, y mucho, en elecciones en las cuales Chávez no es candidato. Entre el 2006 y el 2010 hay unos dos millones de votos que se alejaron de las filas bolivarianas, si bien sería un grueso error inferir, a juzgar por lo que ha venido ocurriendo desde 1998, que ese alejamiento sea definitivo. Lo más  probable es que los desilusionados con los candidatos locales retornen, inclusive con creces, para votar por Chávez en las presidenciales del 2012 a condición, claro está, de que éste sea el candidato; (b)  si bien la derecha crece cuando Chávez no compite su crecimiento parece tener un techo relativamente bajo. En  condiciones muy favorables para ella, que es harto improbable vuelvan a repetirse en el futuro, apenas araña los cinco millones de votos. En otras palabras, no hay migración del voto chavista hacia la derecha, que era lo que esperaba la reacción. Lo que si hay es un (comprensible) desencanto o enojo de la base bolivariana con algunas ofertas electorales propuestas por el PSUV y un (también comprensible) malestar ante los problemas que afectan la vida cotidiana de los sectores populares, como veremos más abajo. Pero lo que no hay, y esto es una gran victoria ideológica del gobierno de Chávez, es una fascistización o derechización de los sectores populares, lo cual no es poca cosa. El pueblo sabe que, más allá de las limitaciones de la acción gubernamental, de su corrupción o su ineficiencia, lo cierto es que fue la revolución bolivariana quien le confirió la dignidad y los derechos fundamentales de una ciudadanía que no es sólo política y jurídica, limitada al sufragio, sino también económica y social. Y esa revolución operada en el plano de la conciencia resiste los más diversos avatares,  las penurias económicas, o los inconvenientes e incomodidades derivadas, por ejemplo de situaciones como la crisis energética. Allí, en el plano de la conciencia, se encuentra una formidable muralla que la propaganda de la derecha no ha podido derribar. 
 
Hay que tener en cuenta que fueron varios los factores que incidieron negativamente sobre el gobierno en estas elecciones y que generaron el malhumor social en contra de no pocos candidatos oficialistas: la crisis energética, la inflación, el desabastecimiento, la inseguridad, la ineficiencia en el funcionamiento del aparato estatal, el influjo desmoralizante de la ostentosa “boliburguesía” y sus corruptelas, fenómenos objetivos pero que fueron agigantados extraordinariamente por la oligarquía mediática venezolana e internacional en una extensa y costosísima campaña sin precedentes en la región: ¡la CNN produciendo un insólito documental claramente orientado a aterrorizar a la población en vísperas de las elecciones!, y la “prensa seria” de América Latina, Estados Unidos y Europa –que de seria no tiene nada- fustigando a diario a Chávez y descargando una fenomenal catarata de mentiras que, pese a sus afanes, no surtió el efecto deseado que, por cierto, era mucho más que obtener el 40 % de los escaños en la Asamblea Nacional. Iban por más, por mucho más: querían recrear en Venezuela las condiciones parlamentarias que en Honduras hicieron posible el golpe de estado en contra de Mel Zelaya, pero la jugada no les salió bien y seguramente volverán a la carga.  Esta descarada  campaña mediática fue acompañada por un verdadero diluvio de más de 80 millones de dólares que tan sólo en este año fueron canalizados -a través de “inocentes e independientes” ONGs europeas y estadounidenses, pérfidos instrumentos del intervencionismo norteamericano-  hacia el conglomerado de fuerzas políticas opositoras bajo el pretexto del “empoderamiento de la sociedad civil”, “educación ciudadana” y otras argucias por el estilo.
 
Pese a todo lo anterior, Chávez obtuvo una cómoda mayoría en la Asamblea Nacional y la derecha tiene ahora 20 escaños menos que los que, por ejemplo, tenía en el 2000; y si bien aquél no podrá obtener de ese cuerpo facultades extraordinarias tiene una mayoría suficientemente amplia como para seguir avanzando en el proceso de transformaciones en el cual se halla inmersa Venezuela. No tiene sentido alguno, por esto mismo, hablar del inicio de una fase Termidoriana como consecuencia del reciente resultado electoral. Siempre y cuando, claro está, se haga una correcta lectura del mensaje enviado por el pueblo bolivariano evitándose las actitudes negadoras de quienes creen que los problemas se solucionan ignorándolos; se tome adecuada nota de los errores cometidos y los grandes desafíos con que se enfrenta el gobierno y, se recuerde, sobre todo, que no habrá de ser la mecánica parlamentaria la que le irá a insuflar nueva vida a la Revolución Bolivariana sino la eficaz tarea de organizar, movilizar y concientizar a las propias bases del chavismo, procesos que o bien se encuentran largamente demorados o fueron realizados muy defectuosamente. La tarea por delante es enorme, pero no imposible. Hay que revisar y rectificar muchas cosas, desde la calidad de la gestión pública hasta el funcionamiento del PSUV y sus procesos de selección de dirigentes, que en algunos casos falló miserablemente. 
 
Pese a lo que dicen los publicistas del imperio, admiradores por ejemplo de la democracia uribista en Colombia, Chávez tiene un record democrático extraordinario, inigualado a nivel mundial: en elecciones rigurosamente vigiladas  triunfó en 15 de las 16 convocadas desde 1998. A diferencia de lo ocurrido en tantos países –desde el robo de las elecciones del 2000 en Estados Unidos, cuando Al Gore derrotó a George Bush Jr. por medio millón de votos y el Tribunal Superior del Estado de Florida, casualmente gobernado por Jebb Bush, “corrigió” en las cortes esta “equivocación” del electorado, hasta los fenomenales robos perpetrados en México primero por el PRI, en 1988, contra Cuauhtémoc Cárdenas, y luego por el PAN, en el 2006,  contra Andrés Manuel López Obrador- en la Venezuela bolivariana jamás hubo fraude. Este excepcional desempeño de Chávez, fundado en la profunda identificación que existe entre el pueblo y su líder, permite pronosticar que si corrige lo que debe ser corregido y relanza el proceso revolucionario el pueblo lo plebiscitaría una vez más a la presidencia en el 2012. No sólo Venezuela sino América Latina y el Caribe necesitan que así sea.

No a la criminalización de la solidaridad entre los pueblos> Komite Internazionalistak

Comunicado publicado por Komite Internazionalistak

Hoy nos hemos despertado con la noticia de la detención de siete personas de la organización internacionalista Askapena. Esto supone un nuevo ataque contra la mayor expresión de solidaridad entre los pueblos, el internacionalismo.

Dentro de una lógica represiva, perversa y desbocada a la que desgraciadamente nos estamos acostumbrando, ahora le ha tocado el turno al internacionalismo. Unas personas cuyo delito es «sentir como propia cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo», como dijera el Che, se encuentran incomunicadas y detenidas en alguna comisaria.

Frente a los rápidos cambios que se están dando en este país en las úlitmas semanas, el gobierno español se encuentra perdido y sin saber que respuesta articular. De momento lo único que se les ocurrre es aumentar la represión de una manera ilógica y cómo no, injusta.

La solidaridad entre los pueblos es una característica intrínseca de cualquier lucha por un mundo mejor. Como en una ocasión dijera nuestro querido Alfonso Sastre, una izquierda sin internacionalismo sería una impostura y nosotros no seríamos nada.

¡Cómo no apoyar las luchas de otros pueblos por sus derechos! ¡Cómo ignorar la lucha contra la injusticia en otros lugares!

Desde Komite Internazionalistak, organización de solidaridad con los pueblos, expresamos un apoyo total a nuestra organización hermana Askapena. Todo lo que hayan hecho, nosotros también lo hacemos y nos reafirmamos en ello.

Porque imposible lograr un mundo más justo y porque no es viable construir un país sin tener en cuenta las luchas del resto de los pueblos, Askapena aurrera, Internazionalismoa aurrera!

Democracia, ¿en todas partes, en ninguna parte? > Immanuel Wallerstein (Rebelión)

Artículo de Immanuel Wallerstein publicado en Rebelión

La palabra democracia es muy popular en estos días. Hoy, virtualmente no hay país en el mundo cuyo gobierno no reivindique ser el gobierno de una democracia. Pero al mismo tiempo, virtualmente no hay país del mundo hoy del que otros –dentro del país y en otros países– no denuncien al gobierno por ser antidemocrático.

Parece haber muy poco acuerdo acerca de lo que queremos decir cuando decimos que un país es democrático. El problema es muy claro en la misma etimología del término. Democracia viene de dos raíces griegas –demos, o pueblo, y kratia, dominio, la autoridad para decidir-. Pero ¿qué queremos decir con dominio? ¿Y qué queremos decir con pueblo?

Lucien Febvre nos mostró que siempre es importante mirar la historia de una palabra. La palabra democracia no fue siempre tan popular universalmente. La palabra arribó a su uso común político moderno durante la primera mitad del siglo 19, sobre todo en Europa occidental. En ese entonces, tenía las tonalidades que hoy tiene el terrorismo.

La idea de que el pueblo pudiera de hecho mandar era considerada por las personas respetables como una pesadilla política, soñada por radicales irresponsables. De hecho, el objetivo principal de las personas respetables era asegurarse de que no sería la mayoría de la gente quien tuviera la autoridad de decidir. La autoridad tenía que dejarse en manos de personas que tenían intereses en conservar el mundo como era, o como debería ser. Éstas eran personas con propiedades y sabiduría, que eran consideradas competentes para tomar decisiones.

Tras las revoluciones de 1848, en la cual el pueblo se levantó en revoluciones sociales y nacionales, los hombres con propiedades y competencia se fueron atemorizando. Respondieron primero con la represión, y luego con concesiones calculadas. Las concesiones eran admitir a gente, lentamente y paso a paso, a que votaran. Pensaron que el voto podría satisfacer las demandas del pueblo y en efecto lo cooptaría a que mantuviera el sistema existente.

Durante los siguientes 150 años, esta concesión (y otras) funcionaron hasta cierto punto. El radicalismo fue acallado. Y después de 1945, la propia palabra, democracia, fue cooptada. Ahora todos alegan estar a favor de la democracia, que es donde estamos hoy.

El problema, sin embargo, es que no todo el mundo está convencido de que todos vivimos en países verdaderamente democráticos, en los cuales la gente –todo el pueblo– sean quienes en verdad mandan, es decir, toman las decisiones.

Una vez que se escoge a los representantes, con mucha frecuencia no cumplen las demandas de la mayoría, u oprimen a importantes minorías. La gente reacciona con frecuencia, protestando, con huelgas, con levantamientos violentos. ¿Es democrático que se ignoren las manifestaciones? ¿O lo democrático es que el gobierno se pliegue y se someta a la voluntad del pueblo?

¿Y quiénes son el pueblo? ¿Son la mayoría numérica? ¿O hay grupos principales cuyos derechos deben garantizarse? ¿Deben grupos importantes contar con una autonomía relativa? ¿Y qué clase de compromisos entre la mayoría y las minorías importantes constituyen resultados democráticos?

Finalmente, no debemos olvidar los modos en que la retórica en torno a la democracia se utiliza como instrumento geopolítico. Regularmente, denunciar a otro país de antidemocráticos se usa como justificación para entrometerse en países políticamente más débiles. Tales intromisiones no necesariamente tienen por resultado que lleguen al poder gobiernos más democráticos; son sólo diferentes o tal vez con política exteriores diferentes.

Quizá debamos pensar que la democracia es una reivindicación y una aspiración que no se ha concretado aún. Algunos países parecen ser más antidemocráticos que otros. Pero, ¿acaso hay países que puedan demostrar ser más democráticos que otros?

Traducción: Ramón Vera Herrera

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/09/25/index.php?section=opinion&article=024a1mun

Ante el dilema de la huelga general > Exabier Arrieta (Alternatiba)

 

En su última visita a EEUU, Zapatero buceó en el Antiguo Testamento para convencernos que el socialismo todavía corre por sus venas. “No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus compañeros o un extranjero que vive en alguna de tus ciudades de tu país”. Este desacomplejado ejercicio de cinismo, difícilmente puede ocultar la identidad de un gobierno que a lo largo de este año ha reproducido paso a paso el ideario político de la derecha más recalcitrante y orgullosa. Las diferencias son sólo cuestión de estilo.

 

El primer zarpazo del Gobierno de Zapatero llegó en Mayo con un paquete de medidas destinadas a reducir la deuda pública. En lugar de aumentar la progresividad fiscal o regular la actividad de los sectores culpables de la crisis, el gobierno de Zapatero arremetió contra el gasto social reduciendo, entre otras cosas, las pensiones, el gasto en dependencia y el salario de los funcionarios del estado. La deriva neoliberal y las amenazas contra nuestro menguante “Estado de bienestar” no terminaron aquí. Hace dos semanas se aprobó una reforma laboral que fomenta la precariedad dando carta blanca al encadenamiento infinito de contratos temporales, permitiendo el despido gratis (el libre hace tiempo que existe) y propiciando la vía del “descuelgue” ante los Convenios colectivos ya pactados.

 

La ofensiva continuará en noviembre, el mes en que el Gobierno anunciará su nueva versión del sistema de pensiones. Las consecuencias, si no lo remediamos, suponen el aumento de los años de vida laboral exigidos para obtener derecho a la prestación íntegra, ampliación de la base de cálculo a los 20 años últimos y aumento de la de la edad de jubilación a los 67 años.

 

Este desmantelamiento de las conquistas logradas mediante años de lucha no puede comprenderse sin la complicidad de los sindicatos mayoritarios del Reino de España, sin la cual no estaríamos en esta tesitura, o por lo menos, no de forma tan sencilla para los poderes fácticos.  Los sindicatos mayoritarios del estado han practicado una actividad sindical desmovilizadora, institucional, tecnócrata y de despacho durante muchos años, desatendiendo las problemáticas específicas de los colectivos más desfavorecidos. En sindicalismo oficial se ha centrado en un único modelo de trabajador/a, vinculado mayoritariamente a las grandes empresas y con un contrato más o menos estable, una categoría en extinción atendiendo a  la evolución del mercado de trabajo. Frente a un sindicalismo de clase y combativo que se confronta con los gobiernos actuales y con las patronales ha triunfado la comodidad y la servidumbre al dinero público. 

 

Las razones para el descontento son muchas, pero la jornada de la Huelga General no es un día de juicio o protesta contra la complacencia del sindicalismo oficial sino una nueva oportunidad para articular una propuesta contra el gobierno por haber capitaneado un bloque neoliberal en el que se integra como socio protector, el nacionalismo conservador del PNV, que no duda, por una parte, jurar defender eternamente al pueblo vasco y, por otra, apoyar el aumento de las desigualdades y la eliminación de derechos de ese mismo pueblo. Ante este brutal ataque de la democracia sobre los derechos de los trabajadores/as, la ciudadanía debe generar una revuelta contra esta injusticia y luchar por más democracia, mayor “estado de bienestar” y mejores relaciones laborales.

 

Para ello debemos dejar de pensar que no hay soluciones. Dejar de pensar que puede haber soluciones pero que no dependen de nosotros/as. Sí, hoy más que nunca, necesitamos un pensamiento crítico, radical y antisistema que abra nuevos espacios y permita unir fuerzas, aglutinar esfuerzos y lograr los cambios que la mayoría necesitamos.

 

Por estos motivos, apoyamos la huelga general. Por ello, queremos una convocatoria en el que se sumen todas las organizaciones sindicales para la acción del 29 de Septiembre.

Brasil y Venezuela, dos procesos electorales cruciales para este año> James Petras (Rebelión)

 

Artículo de James Petras publicado en Rebelión y traducido por Ricardo García Pérez

Introducción

En América Latina se celebrarán este otoño dos procesos electorales que tendrán una relevancia decisiva para la dirección que adopte la política económica y exterior en la próxima década.

Las elecciones legislativas venezolanas del 26 de septiembre determinarán si el Presidente Chávez es capaz de obtener la mayoría de dos tercios necesaria para continuar con su programa socialista democrático sin padecer los bloqueos continuos en la tramitación impuestos por una derecha cada vez más dura.

Brasil, la economía industrial y exportadora de productos agrarios más poderosa y dinámica de la región, afronta sus elecciones presidenciales el 3 de octubre.

En ambos países, el electorado está muy polarizado, si bien en Brasil no se estructura en torno al eje socialismo-capitalismo.

En Venezuela, la derecha pretende frenar nuevos procesos de nacionalización de industrias estratégicas, fomentar la desestabilización promoviendo la desobediencia y el sabotaje de las iniciativas políticas de base de las comunidades locales e imponer restricciones al gasto presupuestario en programas sociales e inversiones públicas. El objetivo estratégico de la derecha es incrementar la penetración institucional del Ejército, los servicios de inteligencia y las agencias de «ayuda» estadounidenses con el fin de debilitar las iniciativas de política exterior independiente del Presidente Chávez y presionar a su gobierno para que haga concesiones a la Casa Blanca, sobre todo debilitando su apoyo a Irán, Palestina y, lo más importante, las organizaciones político-económicas latinoamericanas independientes que excluyen a Washington (MERCOSUR, ALBA y UNASUR).

Elecciones presidenciales: Brasil

En Brasil, las elecciones presidenciales enfrentan a la candidata del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff, respaldada por el saliente Presidente Lula Da Silva, contra el antiguo gobernador del estado de Sao Paulo y abanderado del Partido Socialdemócrata Brasileño, José Serra. Las etiquetas del partido son irrelevantes, pues ambos candidatos han fomentado y están proponiendo continuar con políticas de desarrollo agro-minerales de libre comercio impulsadas por las exportaciones, y ambos encuentran respaldo entre las élites empresariales y financieras. Pese a sus vínculos con las élites empresariales y evitando toda clase de transformación radical (o siquiera moderada) de un sistema de distribución de riqueza y propiedad de las tierras enormemente desigual, hay diferencias esenciales que afectarán al resultado: (1) el equilibrio de fuerzas en el continente americano, (2) la capacidad de los movimientos sociales brasileños de articular sus demandas con libertad, (3) el futuro de los regímenes de centro-izquierda de los países vecinos (sobre todo, Bolivia, Venezuela y Argentina), y (4) los consorcios de capital público y privado para los campos petrolíferos inmensos recién descubiertos frente a sus costas.

Serra desplazará la política exterior de Brasil hacia una mayor adaptación a Estados Unidos, debilitando o rompiendo los lazos con Irán y reduciendo, o incluso eliminando, los programas de inversiones conjuntas con Venezuela y Bolivia. Sin embargo, Serra no modificará las políticas comerciales e inversionistas en el exterior en lo que se refiere a Asia. Serra proseguirá con las políticas de libre comercio de Lula con la intención de diversificar mercados (salvo donde Estados Unidos define «amenazas» geopolíticas o intereses militares) y promover las exportaciones de los sectores agrario y energético-minero. Mantendrá la política de Lula de superávit presupuestario y ajuste fiscal y de rentas. Es probable que las políticas sociales de Serra profundicen y ensanchen los recortes de las pensiones públicas y continúen con su criterio de restricción salarial, al tiempo que reducen el gasto público especialmente en educación, sanidad y lucha contra la pobreza. En ese ámbito fundamental que es la explotación de los nuevos yacimientos de gas y petróleo inmensos, Serra reducirá el papel del Estado (y su participación en los ingresos, los beneficios y la propiedad) en beneficio de las empresas petrolíferas privadas del extranjero. Es menos probable que Serra fomente la concertación con los dirigentes sindicales y que recurra a una mayor represión «legal» de las huelgas y a la criminalización de los movimientos sociales rurales, sobre todo los de ocupación de tierras del Movimiento de los Sin Tierra (MST). En el ámbito de la diplomacia, Serra se aproximará más a Estados Unidos y a sus políticas militaristas, sin mostrar apoyo manifiesto a la intervención militar directa. Una señal de que Serra suscribe el programa de Washington fue calificar al gobierno reformista de Bolivia de «narco-estado», haciéndose eco de la retórica de Hilary Clinton, en marcado contraste con los vínculos amistosos entre ambos países durante el mandato de Lula. Sin duda, Serra rechazará toda iniciativa diplomática independiente que entre en conflicto con las aspiraciones militares estadounidenses. La campaña de Rousseff, en esencia, promete mantener las políticas económicas y diplomáticas de Lula, incluyendo la propiedad pública mayoritaria de los nuevos yacimientos de petróleo y gas, el desarrollo de programas de lucha contra la pobreza y cierto margen de tolerancia (aunque no respaldo) a movimientos sociales como el MST o los sindicatos.

Dicho de otro modo: las alternativas son dar un paso atrás para regresar a las políticas represivas y conformistas de la década de 1990, o mantener el statu quo del libre mercado, la política exterior independiente, los programas de lucha contra la pobreza y una mayor integración en América Latina.

Si gana Serra, el equilibrio de fuerzas en América Latina se desplazará hacia la derecha y, con ello, se reafirmará la influencia y capacidad de acción estadounidense en todos los vecinos de centro-izquierda de Brasil. Serra seguirá en buena medida los pasos de Lula en política interior, administrando programas de lucha contra la pobreza a través de sus funcionarios, toda vez que garantice que el apoyo de los movimientos sociales a Lula se debilita. Ante unas opciones tan limitadas, las principales asociaciones empresariales de Sao Paulo respaldan a Serra (aunque determinados personajes del mundo de los negocios apoyan a ambos candidatos), mientras que los sindicatos principales están en la órbita de Rousseff; los movimientos sociales como el MST, que se sintieron traicionados cuando Lula incumplió su promesa de reforma agraria, hacen campaña «contra Serra», con lo que apoyan indirectamente a Rousseff. El dicho según el cual «América Latina va hacia donde va Brasil» tiene algo más que una pizca de verdad, sobre todo si analizamos el futuro y las perspectivas económicas de mayor integración para América Latina.

Elecciones legislativas: Venezuela

La Venezuela de Chávez es la clave para las perspectivas de cambio social progresista en América Latina. El gobierno socialista democrático apoya a los regímenes reformistas de América Latina y el Caribe, y con su gasto público ha consolidado avances pioneros en el ámbito de la salud, la educación y los subsidios alimentarios para el 60 por ciento de los sectores más pobres de la población.

Pese a la inmensa popularidad de Chávez durante toda la década y a los innovadores programas de redistribución y cambios estructurales progresistas, hay un riesgo evidente e inminente de que la derecha realice progresos significativos en las elecciones legislativas venideras.

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) encabezado por el Presidente Chávez tiene en su haber seis años de una tasa de crecimiento elevada, un aumento de la renta y un descenso del desempleo. En su contra juegan los 18 meses de recesión en curso, una tasa de inflación y criminalidad muy altas y unas restricciones presupuestarias que limitan la implantación de programas nuevos.

Según los documentos de la agencia oficial de ayuda exterior estadounidense, en la precampaña electoral venezolana Washington ha depositado más de 50 millones de dólares en las arcas de una oposición controlada por los «frentes» políticos y de ONG que fomentan los intereses estadounidenses, centrándose en la unificación de facciones opositoras enfrentadas, subvencionando al 70 por ciento de los medios de comunicación privados y financiando a organizaciones comunitarias controladas por la oposición en los barrios de clase media y baja. A diferencia de Estados Unidos, Venezuela no exige que los destinatarios de fondos del exterior que actúan en nombre de una potencia extranjera se den de alta como agentes extranjeros. La campaña de la derecha se centra en la corrupción gubernamental y el tráfico de drogas, una orientación inspirada por la Casa Blanca y The New York Times, que se olvidan de señalar que el Fiscal General de Venezuela ha anunciado la apertura de procesos judiciales contra 2.700 casos de corrupción y 17.000 casos de tráfico de drogas. La oposición y The Washington Post indican que el sistema de distribución estatal (PDVAL) no consigue dar cauce adecuado a varios miles de toneladas de alimento, lo que hace que se estropeen y acaben en la basura, pero no cuentan que tres antiguos directores están en la cárcel y que el ministerio de alimentación suministra en el país un tercio de alimentos básicos para el consumo a unos precios que llegan a ser un 50 por ciento más bajos que en los supermercados privados.

Sin duda, la derecha realizará progresos significativos en las elecciones legislativas, sencillamente porque parten de una situación inicial baja, su suelo, puesto que boicotearon las últimas elecciones. No es probable que su campaña contra la corrupción arrolle a la mayoría que apoya a Chávez, puesto que su anterior abanderado, el ex Presidente Carlos Andrés Pérez, fue condenado por un fraude de miles de millones de dólares y por apropiación indebida de fondos públicos. Los gobernadores y alcaldes opositores también han sido acusados de fraude y malversación de fondos y se refugian en Miami. Sin embargo, aunque la mayoría de los votantes considera que Chávez es honrado y está limpio, no se puede decir lo mismo de algunos cargos públicos de su gobierno. La pregunta es si los votantes van a reelegirlos a pesar de sus antecedentes con el fin de apoyar a Chávez, o si se van a abstener. La abstención nacida del desencanto, y no de un giro electoral a la derecha, es la mayor amenaza para una victoria decisiva del PSUV.

En la carrera hacia las elecciones legislativas, el PSUV celebró unas primarias en las que muchos consejos comunales eligieron a candidatos locales y populares frente a los escogidos por los sectores oficialistas. Será revelador ver si los candidatos de la base obtienen mejores resultados que los escogidos «desde arriba». Una victoria de los primeros fortalecerá los sectores socialistas del PSUV en contraposición a los moderados.

El proceso electoral está muy polarizado siguiendo demarcaciones de clase social, según las cuales la mayoría de las clases más bajas respaldan al PSUV y las clases medias y altas apoyan casi uniformemente a la derecha. Sin embargo, hay un sector significativo entre los más pobres y los sindicatos que está indeciso y no muy motivado para votar. Tal vez decidan el resultado final en distritos electorales esenciales, y allí es donde la campaña se recrudece. Para la victoria electoral del PSUV es clave si los sindicatos, los comités de las fábricas gestionadas por los trabajadores y los consejos comunales van a hacer un esfuerzo importante para aplacar a los votantes más reticentes y que voten a candidatos izquierdistas. Hasta los sindicalistas militantes y las organizaciones de base de trabajadores se han centrado visiblemente en disculpar (asuntos salariales) «locales» o «economicistas» o en ignorar las cuestiones políticas más generales. Su voto y su actividad como líderes de opinión encargados de mostrar «la panorámica global» son fundamentales para vencer la inercia política e, incluso, el desencanto hacia algunos candidatos del PSUV.

Conclusión:

Las próximas elecciones de Brasil y Venezuela ejercerán un impacto decisivo en la política, la política económica y las relaciones de América Latina con Estados Unidos durante toda la segunda década de este siglo. Si Brasil «gira a la derecha», fortalecerá inconmensurablemente la influencia estadounidense en la región y acallará una voz independiente. Aun cuando ningún candidato dará ningún gran paso adelante hacia una mayor justicia social, si resulta elegido la candidata preferida por Lula, Dilma Rousseff, supondrá un avance en el camino hacia una mayor integración latinoamericana y una política económica y exterior relativamente independientes. Salir elegida no abrirá la puerta a ningún cambio estructural de grandes consecuencias.

Una victoria de los socialistas venezolanos reforzará la determinación de Chávez y su capacidad para proseguir con sus políticas de bienestar social, contra el imperialismo y de apoyo a la integración. La actitud firme de Chávez oponiéndose a la militarización estadounidense, incluido el golpe de Estado de Honduras y las bases militares estadounidenses en Colombia, animan a los regímenes de centro-izquierda a adoptar una actitud moderada, pero fundamentada, en contra de la militarización. Las reformas socialistas de Chávez en Venezuela ejercen presión para que los regímenes de centro-izquierda introduzcan medidas legislativas de reforma social y fomenten los programas de lucha contra la pobreza y de creación de consorcios público-privados, en lugar de seguir las medidas neoliberales de la derecha proestadounidense más dura. En Brasil, la cuestión es votar por el mal menor, mientras que en Venezuela se trata de votar por el bien mayor.

La peor lucha es la que no se realiza (Alternatiba)

La Reforma Laboral ha seguido su trámite parlamentario, y tras su paso por las Cortes ha salido más descarnada, más dura, más cruel. Una Reforma enmendada por gran parte del espectro político estatal, y en la mayoría de los casos con el fin de hacerla aún más hiriente para con los/as trabajadores/as. Eso sí, todos se han guardado muy, mucho de mostrar su apoyo a la misma en el momento de la votación. ¿Todos? Todos no. Hubo un partido, de Euskal Herria para más señas, que se abstuvo permitiendo así su aprobación. Y es este caso más doloroso si cabe, ya que ese partido no podrá negar desconocimiento de la opinión que la clase trabajadora vasca tenemos sobre la Reforma después de que una amplia mayoría lo dejásemos patente el pasado mes de Junio.

El próximo mes de Noviembre parece ser que nos traerá también un drástico recorte en el sistema de pensiones, y los ataques a la clase trabajadora parecen no tener fin. Ante este panorama el único camino que nos queda al frente es la movilización para defender nuestros derechos, y esta lucha tiene una nueva parada el día 29, día de movilizaciones en toda Europa convocada por la CES (Confederación Europea de Sindicatos), y de Huelga General en el Estado Español, la primera en el conjunto del Estado, pero la tercera en Hego Euskal Herria en los últimos meses.

Desde Alternatiba, y como ya hiciéramos en su día con la Huelga General del 29-J convocada por la mayoría sindical vasca, queremos mostrar nuestro apoyo a todas las movilizaciones previstas para este día en Euskal Herria, incluida la huelga general.

Es cierto que, a nuestro parecer, esta respuesta dada por los sindicatos de ámbito estatal llega tarde, y con la sensación de pillarles a pie cambiado. Cierto es también, que somos críticos con el modelo sindical seguido por dichas centrales, deudores como son del Gobierno y la Patronal al volcarse en un «diálogo social» en el que da la sensación de que el trueque; subvenciones a cambio de concesiones, parece el modus operandi habitual. Sin embargo no es, ni debe ser éste, el momento para remarcar nuestras distancias. Porque más allá de las diferencias que nos puedan separar de esos aparatos sindicales, están los motivos que nos unen como clase a todos los/as trabajadores/as en Euskal Herria y en el conjunto de Europa.

Nos encontramos ante una nueva oportunidad para gritar que no. Que no queremos pagar su crisis. Que estamos hartos de no tener papel en esta representación. Que tenemos muy claro que estas agresiones constantes contra nuestros derechos no cesarán si no somos nosotros/as, la clase trabajadora, los/as que le ponemos freno con una lucha sin cuartel. Por estos motivos no tenemos otra salida que la movilización. Nadie debería excusarse, ni escudarse en las diferencias que nos separan a unos y otros, sino al contrario, este es el momento de la unidad de acción. Pero también es el momento de exigir a las centrales convocantes que el 30 de Septiembre no puede terminar la lucha, que el camino iniciado no puede ser su enésimo teatrillo.

Si esto es así, si el próximo día 29 supone un punto de inflexión en su forma de hacer sindicalismo, los/as trabajadores/as vascos/as nos volveremos a encontrar más pronto que tarde, porque si algo nos sobra son razones para seguir luchando. Porque, parafraseando a Marx, la peor lucha es la que no se realiza, y es por todo esto y mucho más que desde Alternatiba hacemos este llamamiento para participar en todas las movilizaciones previstas para el próximo día 29 de septiembre, incluida la huelga general.

El 29 de Septiembre seguimos luchando, y el 30, también.
 

Delata, que algo queda> Johnny Salgado (Alternatiba)

Después de que el departamento del ínclito Rodolfo Ares Taboada pusiese en marcha, hace no mucho tiempo, un teléfono ciudadano para que todos tengamos la posibilidad de denunciar a nuestros vecinos si creemos que sus actuaciones los hacen proclives a pertenecer a ETA o aledaños, llega ahora a Gasteiz una nueva producción de similares características. En esta ocasión la propuesta nace del Alcalde Lazcoz y su equipo de gobierno, y el tema central de la propuesta no es el terrorismo sino los fraudes en las ayudas sociales.

El Consistorio vitoriano justifica esta medida alegando que la ciudadanía gasteiztarra se halla intranquila, e incluso enfadada para con estos estafadores sin escrúpulos que malversan entre todos cerca de un millón de euros anuales a las arcas municipales cobrando ayudas al tiempo que desempeñan trabajos que luego cobran en dinero negro.

Líbreme Dios de llevarles la contraria, al fin y al cabo, si por algo se caracteriza este gobierno municipal es por saber escuchar a sus súbditos, y por tanto, si Lazcoz dice que estamos intranquilos y enfadados, así debe de ser. Pero no obstante, si algo me produce intranquilidad en mi fuero interno es el gusto que parecen estar cogiendo los políticos pseudo-socialistas de estos lares por convertirnos a todos en delatores y confidentes al más puro estilo de los estados dictatoriales, donde cualquiera es proclive de ser nuestro enemigo y donde la desconfianza hacia el prójimo es un activo para la desarticulación social.

No, no justifico a quienes amparándose en un sistema de ayudas sociales utilizan las mismas para su lucro personal, y estoy seguro que como en el caso de las meigas, haberlos haylos. Lo que me produce desazón es ver cómo se busca crear en la sociedad una sensación de constante inseguridad que justifique actuaciones como la que nos ocupa y que a todas luces son constantes antidemocráticas. Por no hablar de lo hipócrita que resulta esta campaña, lanzada a bombo y platillo, mientras el fraude fiscal de los grandes capitales multiplica por mil la cifra estafada.

Mucho me temo, que nos encontramos ante una nueva campaña populista, orquestada como tantas otras para desviar la atención de los ciudadanos de los verdaderos problemas. Diseñada para hacernos creer que la falta de solidaridad de unos pocos ciudadanos pone en riesgo un sistema deficitario de ayudas, cuando el problema real es que la avaricia de unos cuantos banqueros y empresarios nos ha llevado a una situación insostenible de paro, pobreza y exclusión social, y mientras quienes gobiernan nos mantienen entretenidos creando alarma con los síntomas, la enfermedad, y las bacterias que la han producido siguen extendiéndose apoltronados en sus tronos.

Mentiras taurinas> Ander Rodriguez y Enrique Martínez Florez (Alternatiba)

Proliferan en los últimos tiempos falacias que desde posiciones públicas y privadas tratan de intervenir en el debate sobre la tortura animal como forma de ocio, construyendo un lenguaje de parte y elevando a categoría de dogma lo que no soporta un solo envite de la razón. No queremos dejar pasar la oportunidad de desmontar una a una esas mentiras taurinas.

«La decisión del Parlament es un acto político contra España». Falso. Los promotores de la Iniciativa Legislativa Popular han defendido la abolición desde posiciones exclusivamente animalistas. Son precisamente los partidarios de continuar con el maltrato a los astados quienes se han refugiado en posiciones identitarias, incapaces de abordar el debate en términos exclusivamente éticos. No es la primera vez que este tipo de espectáculos son puestos en tela de juicio. En 1723, Felipe V impidió el ejercicio de la tauromaquia a la nobleza, al considerar que se trataba de una costumbre medieval. En 1771, Carlos III suprimió las corridas de toros, decisión adoptada también por Carlos IV en 1805. ¿Acaso atentaron estos monarcas contra la «esencia» del Reino de España? Fue Fernando VII quien consolidó finalmente la celebración de las corridas, abriendo la primera escuela de tauromaquia mientras cerraba universidades. ¿Es éste el espíritu de la «tradición» que se pretende reclamar y conservar?

«Prohibir los toros podría costar 300 millones de euros a Catalunya». Actualmente, los negocios vinculados a la lidia sobreviven gracias a las inyecciones de dinero público, por lo que no podrían calificarse de rentables. Además, esta afirmación parte de un supuesto que una sociedad moderna no debería compartir, la licitud de cualquier actividad económica. Como recoge la propia motivación de la ley canaria de Protección de los Animales, «especialmente indeseable es la posibilidad legal de hacer negocio lucrativo de espectáculos basados fundamentalmente en el maltrato, sufrimiento y muerte de animales.»

«Quieren prohibir la Fiesta Nacional». Hablar de prohibición es asignar a priori un componente negativo a una posible reforma de la Ley de Protección de los Animales aprobada por el Parlamento Vasco en 1993. Se trataría, por el contrario, de levantar el veto actualmente existente, que impide la aplicación integral del régimen sancionador por «causar la muerte a los animales mediante actos de agresión». La norma, de hecho, va más allá en su exposición de motivos: «La presente ley persigue también aumentar esa sensibilidad ya existente en nuestra sociedad, mediante el establecimiento de las bases para una educación que promueva la adopción de comportamientos más humanitarios y propios de una sociedad moderna.» ¿Garantizan esto las Administraciones vascas cuando no sólo toleran sino que promocionan eventos como las corridas de toros?

«No hay más derechos que los humanos». Falso. Reconocer derechos a los seres vivos dotados de un sistema nervioso central, y por tanto, de la capacidad de sufrir dolor físico, miedo y estrés, no sólo no es contrario a la tradición jurídica, como afirman algunos parlamentarios españoles monosabios y banderilleros, sino que encarna, precisamente, el principio más importante dentro del desarrollo histórico del Derecho Político. Un somero examen del pasado nos muestra cómo se ha extendido la protección a cada vez más colectivos porque la capacidad de sentir el padecimiento de los demás justifica y fundamenta la dignidad y la humanidad, y así resulta de la declaración de los Derechos del Hombre de 1948. Si las personas son deudoras de deberes y obligaciones para con los animales, y así se recoge en textos positivos, éstos son acreedores de tal prestación y, por lo tanto, titulares de un derecho, que por definición no es humano, sino animal.

«Prohibir los toros atenta contra la libertad». Se afirma el derecho fundamental y la libertad pública de asistir y vitorear en espectáculos cruentos donde no sólo se mata, sino que se tortura a seres vivos. En la Constitución del Reino de España no aparece este supuesto. Sí constan, en cambio, los artículos 139 y 140 y la totalidad del Título VIII, relativos a la autonomía política y las competencias de las Comunidades Autónomas.

«La lidia garantiza la existencia del toro, que además puede salvar su vida si demuestra su bravura». Queda así justificada la sangría festiva en la posibilidad de indulto, lo que supone una previa condena a quien nada ha hecho para merecerla. ¿Veremos astados absueltos por cofradías el Jueves Santo como nuevos Barrabases? En cuanto a la supervivencia, es un simple problema de voluntad. La protección de los astados en dehesas al efecto sería económico y sencillo, mucho más que la conservación de otras especies salvajes como linces, lobos u osos, que se ha demostrado posible.

X