La verdad es que tengo que reconocer que somos much@s l@s que estos días nos hemos tenido que morder la lengua en más de una ocasión… Suele pasar siempre que se convoca una huelga general; les pasaba a nuestros bisabuelos, a nuestros abuelos, a nuestros padres y ahora a nosotr@s. Eso sí, cada vez, son más los que, sobre todo dentro de la función pública, dentro de los que tenemos la suerte de tener un empleo estable, se sienten cómodos y a gusto con la situación reinante. Inventan, reinventan, repiten mil motivos para no moverse, para no hacer huelga, para dejar claro que no va con ell@s. Que sí, que ya saben que les han pisado un poquito el callo, que les han quitado algún dinerillo, que va a ver menos contrataciones en la administración (eso quiere decir reducción de gastos en personal), pero que el rollo de los sindicatos no les gusta, que todo es política, que no va a servir para nada, que le vamos a regalar dinero al estado o al empresario, que la reforma y los recortes no van con nosotr@s. Y en algún caso hasta pueden tener razón, pero dejémoslo claro:
Sí, es verdad, toda huelga general es política, y esta no es una excepción, ya que quiere ser un grito de dignidad, un golpe en la mesa desde la solidaridad con los que más están sufriendo esta crisis, un grito casi a la desesperada y en el desierto para despertar conciencias, contra las políticas neoliberales y conservadoras que se están cargando lo que queda de estado de bienestar. Y hablemos claro, no pasa nada. Que no se pongan excusas. Y que se diga que no hacer huelga también es una acción política. Ya que se tiene toda la legitimidad para decir:
Que se está de acuerdo con el modelo de desarrollo especulativo, generador de inmensas ganancias, sin ningún tipo de control público que se ha llevado durante los últimos años de bonanza económica, sin reparto de riqueza, ni redistribución fiscal.
Que se está de acuerdo con que se hayan dilapidado miles y miles de millones de dinero público, entregándoselo a los bancos, a las grandes financieras, a las constructores, a los grandes especuladores (es decir, a los principales responsables de esta crisis) para que puedan salir de su “mal” momento, sin tener en cuenta lo ganado durante años y años.
Que se está de acuerdo con que, para hacer frente a la ingente cantidad de dinero entregado a los anteriores, se debilite al sector público (incluyendo sectores fundamentales como la educación y la sanidad), que se reduzca y congele el sueldo de sus empleados, que se elimine el subsidio mísero a los parados que ya no cobren desempleo (justo en el momento en el que a decenas de miles de personas se les ha terminado o está a punto de terminar), que se disminuya la cantidad destinada a la ley de Dependencia, que se elimine el impuesto sobre el patrimonio y se reduzca el de sociedades (Esto se hizo, además, en época de bonanza económica), que no se luche contra el gran fraude fiscal, que se niegue la posibilidad de una política fiscal verdaderamente progresiva.
Que se está de acuerdo con la última reforma laboral (¿y van?), que abarata el despido de forma escandalosa, que, además, hace que una parte de la mínima indemnización la paguemos entre todos a través del FOGASA, que se pueda de forma unilateral tomar medidas contrarias al convenio colectivo, flexibilidad laboral máxima.
Que estás de acuerdo con la generalización de la precariedad laboral, de los contratos temporales; ya que con tanto abaratamiento de despidos, con tanta flexibilidad, con tanta posibilidad de incumplimiento unilateral por parte de la empresa del convenio colectivo, lo que en realidad se hace es que dé lo mismo tener un contrato fijo o uno temporal, ya que te pueden poner de patitas en la calle con la misma facilidad.
Que no te importa que estemos ante el más grave atentado a los derechos de l@s trabajador@s en los últimos treinta años (aderezados con las sucesivas reformas del PSOE, PP, PSOE otra vez). Ante un ataque en toda regla a nivel mundial a lo que se ha conocido como estado del bienestar, ante un intento de llevarnos al sistema norteamericano, en lugar de defender el europeo surgido tras las segunda guerra mundial.
Que te da igual que se produzcan recortes de derechos laborales que han costado en este país muchísimo sacrificio conseguir: miles de muertos, encarcelados, apaleados, listas negras. Todo ello durante tres-cuatro generaciones de luchas obreras y sindicales. (Soy de la margen izquierda-zona minera, y este año se cumple cien años de la huelga que empezó aquí, entre los mineros de esta zona, y tras semanas de huelga minera, y cuando parecía que todo se iba a perder la solidaridad obrera se extendió por toda la siderometalurgia, primero, por todos los sectores después, terminando convirtiéndose en huelga de TODO EL ESTADO. Pedían, entre otras cosas mucho más básicas, respeto a los convenios y acuerdos. Enfrente el ejército, la guardia civil, los matones armados a las órdenes de los patronos, encarcelamientos masivos, obreros heridos, y muertos).
Que te encuentras cómodo y a gusto dentro de este sistema, de esa mayoría silenciosa que, mientras no te toqué a tí, mira para otro lado.
Que cuando pones en la balanza los ataques recibidos y los agravios de los convocantes, tienes muy claro que son mucho peores las conductas sindicales que las de los gobiernos títeres de las multinacionales, del Fondo Monetario Internacional, y del Banco Mundial. Y que por eso te alineas con ellos.
Y, ¿por qué no decirlo?, que me da mucha pena porque estamos en un pequeño país que ha demostrado que tiene un sindicalismo que, no estando exento de las derivas producidas a nivel mundial, está planteando un discurso global correcto, con un grupo importante de compañeras y compañeros militantes de diferentes sindicatos que, aún siendo minoritario, han sabido y saben luchar en condiciones muy difíciles, que han sido capaces de trasladar ese espíritu al conjunto de las organizaciones de la mayoría sindical vasca, de llevar adelante un tipo de huelgas y de luchas que ya nadie sabe ni quiere hacer, sobre todo en el Estado.
Y esta Huelga, es una de esas Huelgas que más gusta hacer, sobre todo a los que tenemos la suerte de tener un trabajo fijo o trabajar en la Administración, porque aunque es verdad que también respondemos a un ataque directo a nuestros intereses (recortes de salarios y contrataciones, congelación), es sobre todo una huelga de solidaridad con el conjunto de la sociedad, una solidaridad ejercida desde aquell@s que nos podemos permitir el lujo de hacer huelga sin ningún miedo a represalias, demostrar que somos una parte más del mundo del trabajo, y no un aparato sumiso al servicio siempre del amo y del poder. Sé, soy consciente, que somos minoría l@ que pensamos esto en este sector, pero en lo que yo conozco, una minoría nada- nada desdeñable. Hagámonos notar.
Así que sin hacernos trampas a nosotr@s mism@s, elijamos y digamos a quien queremos responder (no digo a quien queremos seguir, sino a quien queremos responder). Yo me encuentro en excedencia por cuidado de mis hijas, mi compañera con un contrato de un solo tercio de jornada por cuidado de familiar gran dependiente. Pero tenemos muy claro que aún así tenemos el privilegio de poder elegir, y disminuir aún más nuestros exiguos ingresos actuales, por solidaridad con lo que más lo necesitan (mi compañera hará huelga). Ya, que de momento, voy a tener el privilegio de volver a currar cuando quiera, dentro de cinco, seis, u ocho meses; sin embargo con esta reforma miles y miles de trabajador@s se irán a la calle con una mísera indemnización.
Nos vemos en las movilizaciones de este Martes, día 29. Y, para l@s que todavía no lleguéis al convencimiento, hablarlo, debatirlo, comentarlo. Que, por desgracia, esto va para largo.
Mariano Gómez, empleado público.