La Troika impuso la reforma laboral con el aplauso de la patronal
Las razones de Estado «son de armas tomar»
Josu Perea Letona – Alternatiba
«Así como el capital define un campo de explotación, la coerción define un campo de dominio, los medios de coerción se centran en las fuerzas armadas, pero se extienden a la capacidad de encarcelamientos, expropiación, humillación y publicación de amenazas» (Charles Tilly).
Seguramente esta cita de Tilly describe el papel del Estado español y la dominación que está estableciendo en Catalunya a través de los medios de coerción. Éstos pueden acumularse o concentrarse igual que el capital para conjugar explotación y dominio y mediante el control que tiene, moldea las estructuras mentales y designa lo que es la identidad nacional.
La sociedad que vivimos se está transformando y busca desesperadamente un espacio que responda a los importantísimos retos que demanda. El mundo camina hacia nuevas experiencias de las que será necesario aprender, y que pueden revestir incluso un carácter fundador desde el punto de vista de las estrategias transformadoras, decía Daniel Bensaid. Los valores o las visiones que tenemos del mundo, y que antes, el Estado nación regulaba, reglamentaba y daba cobijo, han caído en desuso. Hoy, el Estado-nación se ve superado en sus límites estructurales y su papel como Estado se ve debilitado.
Catalunya no escapa a este proceso y está viviendo y sintiendo en sus propias carnes todas las resistencias de un Estado debilitado en su núcleo legitimador que extrae de sus entrañas el más perverso autoritarismo. Desde el Estado surgen soflamas a tropel auspiciadas por una tropa incondicional que arenga la sinrazón desde los poderosos medios de comunicación del Estado, que ponen negro sobre blanco aquello de que «el medio es el mensaje» que era la metáfora que utilizaba Eric McLuhan, para explicar cómo la forma está por encima del contenido.
Está en el manual. Tal y como se configuran las teorías del impacto directo, la psicología de las masas tiene un papel muy relevante que incide en el comportamiento irracional de las masas y su incapacidad para responder a los estímulos de forma mínimamente crítica, allanando el camino para un público masivo que posee un rudimentario sistema comunicativo estímulo –respuesta centrado en la inmediatez, en el carácter mecánico y la enorme incidencia de los efectos.
El «a por ellos, oe» que gritaban las masas enardecidas en Huelva y otros pueblos al despedir al contingente de la guardia civil que se desplazaba a Catalunya, o el «puto vasco el que no bote es», grito con el que recibieron al Athletic de Bilbao en su visita a Valencia, acompañado y acompasado por una coral que repetía mil veces «el viva España» de Manolo Escobar, forma parte de ese comportamiento alentado e influenciado por esas soflamas políticas que inducen a actuar de esta forma, eso sí, con una policía defendiendo, en este caso, «rigurosa y democráticamente» el derecho a la libertad de expresión.
Retuercen hasta el infinito el concepto de democracia y crean una retórica en torno a ella, que no consiste en otra cosa que ordenar, disponer, mandar; cada vez más alejados de soberanías nacionales, de los espacios «normales» de representación y decisión. El chantaje es su modelo «democrático» y las ya de por sí débiles instituciones representativas las han ido neutralizando y vaciando de contenido.
Mientras tanto, contemplamos cómo esa supuesta izquierda, que se considera heredera única de la socialdemocracia, camina como un muerto viviente, como un zombi, navegando a la deriva por un mundo de ficción, sin dejar, como dice Baudrillard, el mínimo espacio para la esperanza política. Una supuesta y presunta izquierda cada vez más denostada, desde donde marcan y dirigen nuestra agenda «moral».
El Estado manifiesta sin rubor alguno, que el sometimiento a las leyes que nos hemos otorgado está en la base de cualquier democracia homologada, mientras utilizan la violencia más extrema sobre todos aquellos que quieren ejercerla a través de su derecho al voto. ¡Es ilegal! ¡Es ilegal!, esgrimen como argumento irrefutable mientras cargan cruelmente contra ancianos y contra mujeres y hombres, indefensos que reclaman algo tan antidemocrático como es manifestar lo que quiere la ciudadanía.
La violencia que ejerce el Estado, también es democrática, nos dicen, dando por hecho que está comúnmente aceptado que la violencia ejercida por los Estados está legitimada porque parte de la premisa de que dicha violencia no es arbitraria, cuando, realmente, lo esencial y fundamental de la violencia es precisamente la arbitrariedad. El Estado la ejerce en nombre de un reconocimiento universal de la representación universalista de la dominación, presentada como legítima.
Pero ya nos recuerda Bourdieu, en relación al monopolio de la violencia, física y simbólica, cuando sostiene que «está inseparablemente unida a la construcción del campo de luchas por el monopolio, por las ventajas propias de este monopolio» siempre a costa de una sumisión que está condicionada por la prohibición de todo aquello que no pasa por el filtro.
Una gran parte de los catalanes se reafirman en la democracia a la vez que niegan que lo que viven sea democracia. Se les niega la legitimidad para intervenir en el espacio público institucional, un espacio, como consideran muchos, secuestrado por una clase política española, profesionalizada, atenazada por los poderes económicos y mediáticos, alejados, cada vez más, de los ciudadanos.
Y como los partidos se aferran a los mecanismos que reproducen su poder, los ciudadanos no tienen otra alternativa que la resignación (producto del miedo al riesgo de la protesta) o la rebeldía extra-institucional presentada en forma escrupulosamente pacífica, como ha puesto de manifiesto ante el mundo la ciudadanía catalana de manera ejemplar y ejemplarizante.
La «razón de Estado» siempre prevalece por encima y por debajo. El Estado controla las estructuras fundamentales de pensamiento, pensamiento incuestionable y por encima de toda duda. Moldea las estructuras mentales de los ciudadanos, designa y construye lo que ha de ser la identidad nacional y lo hace inculcando e imponiendo una cultura dominante que se constituye en cultura nacional legítima. La unificación cultural y lingüística forma parte del proceso legitimador del Estado. El «hay que españolizar Cataluña» del ex ministro de Cultura José Ignacio Wert, forma parte de la concentración del poder.
El Estado tiene el monopolio de la producción de significados que transmiten, nociones, valores e ideologías arbitrarias transmitidas a través de una presunta «neutralidad». La sacrosanta «razón de Estado» consagra la sumisión al orden establecido como creencia primordial, como base del «sentido común» que solamente es cuestionada en situaciones de profundas crisis institucionales donde se pone en cuestión el status quo, como está sucediendo en Catalunya.
La historia está jalonada de múltiples evidencias y constataciones, de cómo los Estados son productores, en serie, de catástrofes y guerras cometidas en nombre de la «Razón de Estado». El ejemplo de las Guerras (las más recientes de Libia, Irak y Siria) pone al descubierto hasta qué punto los Estados, en nombre del sagrado «interés general» arrastran a la barbarie más absoluta, pero no importa, el juicio del Estado es «el juicio final».
Mientras tanto, los subalternos del poder, agitan la coctelera con soflamas patrioteras del estilo de «los sediciosos han despertado al toro español» que clama con furia el delegado del Gobierno en Aragón, o las de un Alfonso Guerra desatado que no descarta enviar al Ejército a Catalunya si la policía no se basta para sofocar el «golpe de Estado». La verdad es que «son de armas tomar» y dan miedo.
Publicado en Naiz
España libre y republicana
Joxe Iriarte ‘Bikila’ – Alternatiba
Antes de que “una de las dos Españas nos hiele el corazón” o, en el mejor de los casos, nos machaque a porrazos…
Llevo meses reflexionado, dialogando con personas y diferentes protagonistas del proceso independentista catalán que me han retrotraído a épocas como las que viví entre el 77 y el 79 en Orereta-Errenteria y no a pocos debates posteriores sobre los procesos de liberación nacional y social, y las vías emancipatorias. El 1-O, además, me supuso un chute de adrenalina que todavía me dura.
Pero hoy quiero dirigirme hacia el otro lado de la moneda, al lado español, presente en todo el Estado, también en Catalunya (y Euskal Herria), el cual al igual que en el lado catalán (ya nos lo dijo Antonio Machado con su poesía) no es unívoco ni homogéneo.
“Un pueblo que oprime a otro, no puede ser libre”. Esta afirmación de Marx a los trabajadores ingleses para que comprendiesen la importancia de la liberación nacional y social de Irlanda en beneficio de su propia liberación social, es del todo válida (la importancia del proceso constituyente republicano catalán) para quienes desde su perspectiva de pertenencia al pueblo español aspiran a la III. República, la democracia plena y la justicia social; esto es, lo contrario al “¡viva las cadenas!” tan del gusto del espectro popular conservador y que atenaza hoy a sectores importantes de la población española.
Y de rebote, es igualmente válida para los independentistas y las izquierdas soberanistas de los pueblos oprimidos por el Estado español. Los cuales a la hora de precisar sus propios procesos, no tienen porqué ajustarse a los flujos y reflujos de la política española, es evidente que sería beneficioso para todos converger contra el enemigo común. Desde este punto de vista, ha sido una buena noticia ver a sectores de la población española desmarcarse de la catalonofobia (y de la España negra) y movilizarse al favor del referéndum.
Paradojas de la política española (de paradojas, también, está llena la política la catalana) la desincronización entre movilización (15M) y expresión electoral (posterior nacimiento de Podemos) acarreó la victoria del PP que desencadenó una segunda vuelta (la primera fue la era Aznar) terriblemente reaccionaria cuyos efectos se observan a todos los niveles: aumento de la desigualdad, represión y ley mordaza, saqueo de las arcas públicas y de la seguridad social, rescate de bancos a costa del erario público, recentralización y secuestro de competencias, etc. A resultas de todo ello, el ciclo movilizador del 15M, las Marchas de la dignidad, las luchas sectoriales y las mareas, al final ha quedado limitado al nacimiento de una nueva fuerza política que, si bien ha mellado el bipartidismo, no ha sido capaz de alcanzar la fuerza necesaria para siquiera logar el cambio de gobierno.
Solo Catalunya (pues en Euskal Herria, a pesar de mantenerse muchos focos de resistencia social, en lo político también ha entrado en un periodo de ralentización) ha proseguido adelante con su propio proceso constituyente. El cual ha dado un salto cualitativo el 1-O al logar de una sola tacada: una impresionante capacidad de movilización y organización; invalidar el efecto represivo del Estado para impedir el referéndum; obtener una amplia participación bastante aceptable dadas las circunstancias y además logar la mayoría del SÍ; y poner al Estado y del gobierno español contra las cuerdas. Pero el verdadero choque de fuerzas esta por llegar. Es previsible que el Gobierno del PP, el Estado y las fuerzas sistémicas incluidas las de Catalunya (con sus amenazas de traslado de sedes y capitales) pasen a la ofensiva, incluso aplicando el artículo 155.
En estos momentos, hay un verdadero “doble poder, un choque de legitimidades” pero estas no duran eternamente y al final, decide la fuerza. La fuerza del proceso independentista reside en la adhesión y la decisión de la mayoría de sus habitantes para seguir adelante; las del Estado español en su maquinaria represiva, el chantaje económico y también en su capacidad para que sus burdas mentiras se conviertan en creencias populares. Mentiras, como la de que ellos defienden la igualdad de todos los españoles, cuando en realidad son los causantes del establecimiento de una desigualdad de rentas y de derechos como no se conocía desde el franquismo. Mentiras como el autodesignarse el campeón de las soberanía nacional cuando es el partido que ha aceptado le mayor grado de intervención exterior y pérdida de la soberanía ante la Troika Europea. El PP es el campeón del expolio al pueblo español en beneficio de los bancos a los cuales ha regalado ya 40.078 millones de euros en rescates. Y sin embargo, es terrible su capacidad de manipulación. Sin duda de ello es consciente la izquierda española digna de ese nombre.
En estos momentos, una derrota hipotética del proceso catalán traería consecuencias nefastas para el conjunto de las izquierdas y fuerzas populares españolas, vascas y gallegas.
Es evidente que lo que está ocurriendo en Catalunya no se ajusta a los parámetros en que se han movidos las izquierdas de ámbito estatal (que con todo tipo de subterfugios ideológicos al final lo único que parece preocuparle en el mantenimiento de la unidad española), con la salvedad de los Anticapitalistas y pocos más (que ha sabido situarse y actuar de forma ejemplar.) De uno de sus más preclaros analistas, J.M. Atentas, nos da la siguiente visión de lo que está ocurriendo (que suscribo plenamente): “Quien espere la revolución social pura, no la verá jamás.(…) Ante las imperfecciones del conflicto real hay dos opciones: optar por una política pasiva y, con ello, contribuir a aumentar involuntariamente dichas deficiencias, o por una política activa, que busque intervenir sobre la realidad y modificarla en la dirección deseada. La primera opción empuja, en función del caso, hacia el radicalismo pasivo o abstracto, el propagandismo lineal o el rutinismo institucionalista. Todas ellas políticas que, sin duda, no tienen nada que ver con un intento serio de cambiar el mundo”. Está retratando a En Comú y sobre todo a IU, tan moderada ella pero que en relación a a Catalunya emplea una retórica, mezcla izquierdista obrerista (que nunca usa cuando del republicanismo español se trata), y españolismo ramplón y en el fondo pro estatu quo, como se ha podido ver con su posición sobre el referéndum.
Desiderata: Este año cumplimos 50 años del asesinato del Che Guevara ejemplo de internacionalismo. Resuena todavía en muchos de nosotros el grito: ¡construyamos uno, dos, tres Vietnam! Que traducidos a nuestra realidad supone: Uno (Catalunya), Dos (Euskal Herria), Tres (Galicia), Cuatro (España), por la apertura de procesos constituyentes a favor de unas repúblicas sociales y democráticas.
Publicado en Viento Sur
La izquierda ante la lección de dignidad y democracia en Catalunya
Oskar Matute y María del Río – Alternatiba
En estos días intensos, una amplia delegación de Alternatiba ha tenido la oportunidad de ser testigo a pie de calle del histórico referéndum en Catalunya. Debemos felicitar al pueblo que ha logrado culminar con éxito, el de un rotundo sí en las urnas, el Procés. Pero por encima de todo, ponemos en valor el ejemplo de las cientos de miles de personas que lo han hecho posible haciendo frente a los obstáculos, las amenazas, las prohibiciones y la ocupación por las armas de sus calles, pueblos y ciudades. Las mujeres y los hombres de Catalunya nos han dado un ejemplo de organización y de arrojo; de capacidad y de resistencia pacífica; en definitiva, de dignidad y de democracia.
En vísperas del referéndum nos reunimos con algunos de los agentes sociales que arrancaron el camino y sorprendía la calma y la determinación con la que se expresaban. Y eso a pesar de la situación generada por las graves vulneraciones de derechos civiles y políticos perpetrados desde el pasado 20 de septiembre por el Gobierno de España. Frente a quienes tan solo han desplegado la fuerza para vencer y han fracasado estrepitosamente, el soberanismo catalán ha convencido y ha salido triunfante, abriendo además una ventana de oportunidad no solo para construir una república más digna y justa, sino también para acometer la voladura descontrolada pero democrática del régimen postfranquista del 78.
Ante este escenario, la izquierda estatal debe significarse. Aunque una vez más lleguen tarde a la cita, debe de asumir la decisión de apuntalar el sistema o, por el contrario, aprovechar esa oportunidad de construir, al fin, una democracia que les guste o no, deberá respetar el derecho a decidir de los pueblos que lo reivindican. Ante los discursos de la derecha encarnada no solo en Rajoy, sino también en Sánchez y Rivera, la izquierda española haría bien en mirarse en el espejo del PSOE y buscar las diferencias entre sus discursos. Su única solución a las legítimas aspiraciones de Catalunya, de Euskal Herria y de otros pueblos, pasa por descabalgar a uno de los pilares del régimen para colocar en su lugar a otro. Y eso, compañeras y compañeros, dista mucho de ser cambio; si acaso será recambio y en cualquiera de las maneras resulta insuficiente. Lo era antes del 1-O y lo es, todavía más, tras esta jornada trascendental.
Cabe señalar que no debe confundirse la tibieza de las cúpulas dirigentes de estos partidos con el compromiso y la solidaridad mostrada por cientos de miles de personas en muchos del estado, desde Madrid a Sevilla. No vale denunciar el porrazo obviando que alguien esgrime la porra y que otros, por encima, han ordenado hacerlo para garantizar la integridad territorial y el destino en lo universal de una nación grande y libre. Ejercer la ternura de los pueblos no puede condicionarse a que algún día el PP o el PSOE dejen de alternarse en el poder. ¿Imagina alguien a un partido condicionando el apoyo a los derechos del pueblo saharaui a su victoria electoral? Pues eso que nadie vislumbra es la norma cuando se trata de Catalunya o Euskal Herria.
Y mirando, precisamente, a casa, volvemos a reiterar lo valioso de la lección ofrecida por la ciudadanía catalana. Cierto que la vergonzosa actitud del PNV de cara al referéndum de este domingo no invita al optimismo para el futuro de nuestro país. Si Urkullu alguna vez es mencionado en la historia de la Independencia de Catalunya, lo hará en el apartado de lo cómico o lo ridículo, con su críptico “I love CAT” junto a una bandera autonómica, solo superado por el barco de Piolín fletado por Madrid. Afortunadamente, las decenas de miles de personas en permanente protesta, desde las manifestaciones nacionales hasta las caceroladas locales; las cientos que fueron a apoyar el normal desarrollo de la jornada electoral o los bomberos que se sumaron a sus homólogos catalanes para defender la democracia, han estado a la altura de la solidaridad que Euskal Herria debía de mostrar a Catalunya.
Pero lo cierto es que, a cambio, hemos recibido mucho más. Grandes y pequeñas lecciones de cómo poner a todo un país a caminar en un proyecto común. Algunos desde puntos de origen muy distantes, tanto que ha tenido que ser la defensa más elemental de la democracia el único lugar en el que se han cruzado sus caminos. Mientras la caverna mediática se empeña en vender la farsa del adoctrinamiento y la batuta de los partidos políticos independentistas, quienes hemos conocido de cerca la realidad catalana sabemos que ha sido la constante movilización ciudadana la que ha empujado a estos a emprender la marcha. Y también la que, boca a boca; panfleto a panfleto y acto a acto, ha logrado abrir los ojos a mucha gente, mostrándoles por ejemplo las conquistas sociales que automáticamente entrarían en vigor en el minuto cero de la República catalana porque ya han sido aprobadas por el Parlament pero recurridas por el Constitucional. Leyes como la que impide cortar la luz a personas en situación de vulnerabilidad; la que promueve la igualdad efectiva entre mujeres y hombres o la que prohíbe espectáculos con sufrimiento animal como la tauromaquia.
El reto para Euskal Herria, por tanto, pasa más por la activación social y por la toma de conciencia colectiva de la necesidad de soberanía, que por la difícil tarea de mover a un PNV más dado a pactar prebendas con quienes reprimen que a solidarizarse con sus víctimas. Lograr lo primero “tan solo” requiere encontrar eses puntos en común, que bien pueden pasar por el anhelo propio de la gran mayoría de construir un futuro más justo y más digno, que nos permita superar las políticas vulneradoras de derechos y represivas de los herederos de Franco. Como ha sucedido en Catalunya, que sean también las mujeres y los hombres de Euskal Herria quienes abran el camino hacia una República Vasca en la que seamos más iguales y más libres; un país en el que la desvergüenza del Gobierno español y sus políticas sean, más que nunca, vergüenza ajena.
A por ellos… oé?
Luis Salgado – Alternatiba
Desde la equidistancia, en la ribera del Ebro, algunos claman y se cuestionan por qué no había policía que los defendiera. Quizá porque a 300.000€ el día más dietas, descansan a la espera en camarotes de la Warner para dar amor patrio a los catalanes. Ya nadie recuerda que la multa de la estiba iba a arruinar España por tener que pagar 24.000 euros diarios por culpa de unos estibadores insolidarios que son solidarios con su gente y no abastecen a las porras que las van a golpear. Que no es todo blanco o negro, que unos no son buenos porque los otros sean malos, pero unos están desarmados. Siempre tuve querencia por el bando equivocado, por el arrasado, por el perdedor.
2Tema de Loquillo y los Trogloditas, La policía, de cuando no le molaba C´s
Del blog de Luis Salgado El Mundo Imperfecto
España, el dilema de Podemos
Iosu Perales
El río revuelto de Podemos parece no tener fin. Sus portavoces lo justifican en nombre de la pluralidad, la libre expresión y la democracia interna. Pero han de saber que lo que se percibe desde una burbuja no es necesariamente lo que se interpreta desde la ciudadanía. Y, ocurre que la ciudadanía, al menos en su gran mayoría, difícilmente puede apoyar en sus legítimas aspiraciones de gobierno a quien se representa como una jaula de grillos. Las diferentes posiciones ante el referéndum de Catalunya permiten pensar que en la actualidad Podemos carece de una idea clara sobre su propia naturaleza, qué es y qué quiere ser. El dilema de Podemos es que ni es una fuerza fiable para la gente que se sitúa como izquierda moderada, ni lo es para quienes esperaban una fuerza realmente alternativa, novedosa, valiente, que hiciera de la desobediencia civil pacífica un revulsivo movilizador para el cambio.
Uno de los problemas de Podemos es el de haber perdido fuerza como un partido distinto para pasar a ser paulatinamente un partido más en el que prevalece lo táctico y el cortoplacismo. El horizonte más lejano parece quedar apartado ante un escenario de ganar o perder en lo inmediato, siempre con el ojo puesto en lo electoral. Uno partido más también en lo que tiene que ver con sus unanimidades, batallas internas, jerarquías, hiperliderazgo y en ocasiones un verticalismo indisimulado. Creo que le falta atrevimiento intelectual para ir más lejos en el pensamiento y en la práctica. El analista Eugenio del Río tiene razón al decir que en Podemos “hay una insuficiente profundización en los problemas de filosofía política; en la soberanía y los sujetos; en el marco jurídico internacional, en la acepción de nación en una Europa contemporánea; en las enseñanzas de las consultas canadienses y la escocesa”. Y así podríamos hablar de feminismo, de migraciones y otras asignaturas.
¿Puede ser cierto que entre quienes participan en Unidos Podemos hay inercias ideológicas que casan mal con la pretensión de ser una fuerza innovadora, abierta a distintos sectores sociales y a distintas generaciones? se pregunta del Río. Mi respuesta es que sí, sin que sepa calibrar cuál es su fuerza real al interior de los círculos. En todo caso, la metamorfosis de la izquierda puede explicarse en parte por una palabra: España. Una palabra que evocando lo más rancio acaba domesticando comportamientos políticos.
Recuerdo aquellos tiempos en los que destacados dirigentes del PSOE encabezaban marchas con el lema “Autodeterminación”. Entonces defendían que Euskadi y Catalunya tuvieran derecho a decidir sí o sí. Pero cuando visionaron que podían tocar poder y ganar el gobierno de España todo cambió. La vieja e intocable España, la que responde a un dogma tan sagrado que incluso llegó a defenderse con un “Antes roja que rota”, se hizo presente con toda la potencia del imperio que fue, para comunicarnos a las nacionalidades periféricas que el cuento había terminado y en adelante la Unidad de España sería intocable. No soy adivino para aseverar que esto mismo le puede pasar a Podemos, pero no sería extraño habida cuenta que en este asunto se juega la partida electoral estatal, a lo que se une su escasa convicción sobre el derecho de autodeterminación cuando se defiende con la boca pequeña y se le deja abandonado a su suerte, dependiente de un imposible pacto con la derecha.
La posición de Pablo Iglesias al negar legitimidad al referéndum del 1 de Octubre apoyándolo nada más como una movilización folklórica, choca con su radical incomprensión de lo que significa el concepto de desobediencia civil, algo que sí parecen comprender y asumir Podem y el sector de Anticapitalistas de Podemos. Ya en 1848 Henry David Thoreau explicó los principios de la desobediencia civil que él mismo puso en práctica al negarse a pagar impuestos por lo que fue a prisión. Desde entonces muchos han sido los movimientos que se han rebelado contra normas y leyes consideradas injustas. En el estado español el movimiento insumiso contra el servicio militar no acató las leyes vigentes y acabó transformándolas. ¿Cuál es el fundamento y el límite de la obediencia de los ciudadanos con relación a la autoridad política?, es la gran pregunta que se hizo Thoreau. Pues bien cuando las leyes se convierten en una camisa fuerza y ya no pueden contener la vida real que las desborda o se cambia la ley o es legítimo la desobediencia como el acto de desacatar una norma de la que se tiene obligación de cumplimiento. Y es que la fuerza de una convicción de conciencia puede suspender la obligatoriedad jurídica de una norma del derecho vigente. Entonces el cotidiano deber general de obediencia se ve sustituido por un deber más fuerte, contrario a él, el deber de desobediencia civil, ésta es una conclusión de Thoreau. Pero no es fácil seguir este camino que ya lo hicieron Gandhi y Martin Luter King.
Frente a la desobediencia catalana una España secularmente frustrada, reacciona nostálgica de un pasado que ni siquiera fue y necesitada de imponer su músculo para la autoestima. Nunca sus dirigentes políticos han sabido enamorar a las naciones periféricas, incluirlas en un proyecto entre iguales. Disfrazan su ignorancia y escasez democrática con disposiciones de fuerza, con una épica de violencia. Podemos debería ser lo opuesto, lo nuevo, lo inédito, un aire renovador para respirar, una fuerza social y política de la desobediencia civil y pacífica. Pero cada día se acerca más a lo que dijo no querer ser. Y es que España, ese dogma que ha sido consagrado a algo más importante que incluso las creencias religiosas termina fagocitando a la propia izquierda española, quizá acomplejada frente a las demostraciones patrióticas de una derecha que muestra como un trofeo la hispanidad de la isla Perejil y no puede evitar su amor-odio hacia un himno que no se puede cantar.
Perdonen los lectores y lectoras tanta ironía y sarcasmo. Pero es que no merece la pena debatir en serio el despliegue de represión, de amenazas y extorsiones, que ha ordenado el gobierno del Partido Popular, mientras recibe los aplausos de parte de la oposición y la resignación de otra. Todo me recuerda a la vergüenza de la mitad del congreso aplaudiendo la entrada de España en la guerra de Irak. Lo cierto es que escribo todo esto pensando en Podemos ante su espejo. Pienso que debe clarificar que no es parte del lado oscuro, de esa España de la caverna que huele a cerrado. Pero no basta decirlo, es necesario mostrar con hechos que su vocación sigue siendo la rebeldía. Es necesario abrir una reflexión en su seno que busque la explicación a la desobediencia pacífica de gran parte de la ciudadanía de Catalunya, para sumarse a ella en lugar de sancionarla por ilegal. Podemos debe responder a la pregunta de por qué hay tanta gente incorporada a una aventura democrática colectiva de incierto resultado. No hay que olvidar que lo que sucede en la actualidad es resultado de muchos intentos fracasados de una negociación con los poderes del Estado. Cuando Catalunya ha pedido diálogo, la respuesta española ha sido el desaire y la amenaza. Otra vez Agustina de Aragón con el cañón preparado.
Podemos tiene un problema ante ese dilema llamado España. La lucha contra el bipartidismo no era ni es exclusivamente ganarles al PP y al PSOE en las urnas. Es también impugnar sus leyes cuando son injustas, desobedecerlas cuando en ella ya no cabe la realidad. Los insumisos lo hicieron, pagaron cárcel, pero lo hicieron y lo lograron. Mucho antes lo hicieron las mujeres cuando reivindicaban el derecho de voto. Ocurre que la libertad tiene precios a veces muy caros y es preferible blandir cómodas sentencias como “el referéndum es unilateral y no tiene validez” “divide a los catalanes” “no tiene soporte jurídico, no es legal” “genera inseguridad jurídica” “para que valga debe ser pactado con el gobierno de Madrid” “primero lo social, luego ya veremos” y otras que dan cobertura de la mala a la ambigüedad o al negacionismo. Son sentencias poco inteligentes, poco democráticas y nada alternativas. ¿Será que Pablo Iglesias pretende pactar con los poderes económicos el fin del neoliberalismo? Veamos, se puede pactar lo que se puede pactar, no lo imposible.
La cruzada contra el proceso de Catalunya tiene ya mensajes apocalípticos y llamados a utilizar la espada. Es posible que veamos a guardias civiles capturando urnas por las calles, camino de los colegios electorales. El esperpento está servido. Perseguir lo que significa más libertad y más democracia debería llenar de vergüenza a cualquier demócrata cualquiera que sea su voto. Es de esas cosas que me hacen reafirmar en no tener que ver nada con una casta política que aún confunde a España con el viejo Reino de Castilla, aquel que dicen que fue un centro del mundo.
Colaboración de Iosu Perales para Alternatiba
Armas par borsillo
Héctor Prieto – Alternatiba
Una conocida frase dice: ‘las armas las carga el diablo’, pero yo le añadiría que el único animal que la dispara es el ser humano. Por lo tanto y aunque parezca ridículo, una buena manera de evitar muertes es prohibir su utilización. Sí, lo confieso, tal y como está el percal es una completa estupidez. Ante el nuevo terrorismo internacional, los mismos gobiernos que favorecen la venta de armas a Arabia Saudí, tienen nuestro miedo para reducir libertades.
En este contexto, me llama la atención una reclamación del Sindicato de la Ertzaintza, pidiendo la posibilidad de portar el arma reglamentaria fuera de servicio. Me explico, el Gobierno Vasco ha establecido ciertos requerimientos para limitar el empleo de la pistola fuera del trabajo. Vista la nueva situación desde el desarme de ETA, los agentes tienen que justificar inminente peligro para llevarse la pipa a casa.
Por lo visto unas 3000 solicitudes les han sido denegadas y la policía autonómica no puede entender la decisión. Me choca la sarta de despropósitos empleada para poder llevarse el arma por la calle. Pero la más estúpida, es argumentar el peligro del terrorismo yihadista, alegando desde el sindicato policial que llevar la pistola encima es por la seguridad de la ciudadanía. Igualito que los yanquis, vaya, por la seguridad nacional y la defensa del modo de vida americano.
Esto es como si el militar tanquista aparcara su carro de combate en el garaje de casa, y además con libre disposición para pasear a los críos. Yo no entiendo en la Euskal Herria actual para qué un ertzaina necesita llevar la pistola fuera de servicio. Es cierto que el yihadismo existe pero sus acciones terroristas son de una escala mucho mayor y no creo que además de la militarización de las ciudades europeas, ahora también los agentes fuera del trabajo tengan que estar armados.
Tampoco niego que algunos policías europeos hayan perdido la vida, pero siempre han sido agentes uniformados. A pesar de que la policía, aunque necesaria, no es santo de mi devoción, lamento la muerte de estos profesionales en su trabajo, igual que lamento la muerte de un minero, un bombero o cualquier otro trabajador de oficios de alto riesgo.
No se vosotras, pero yo no me siento seguro tomando un café cerca de un tipo con pistola. Desconozco lo que puede pasar con una persona si se monta una bronca, y eso me da miedo. Si es un poli en su trabajo tendré que fastidiarme y no estaré mucho rato cerca. Creo que las armas dan un poder muy fuerte, y sabemos que el poder por limitado que sea puede ser muy peligroso en manos equivocadas.
Para terminar, me parece sorprendente que esto sea una noticia en un medio público. Me parece un lavado de imagen del gobierno Urkullu, una manera de vendernos a la Ertzaintza como una policía domesticada, de esa que rescata gatitos y ayuda a los ancianos a cruzar la calle. Pero no nos equivoquemos, es la misma policía que desmonta txoznas, que defiende los privilegios de los poderosos. La misma policía que todavía no ha pagado su responsabilidad en la muerte de Iñigo Cabacas.
Leer en su blog Atxabalta reDvolution
Marinaleda, tierra utopía
“Contra el capital, guerra social” es el primero de los muchos mensajes que encontramos allí. Muestra del espíritu revolucionario que se hace manifiesto nada más llegar a través de murales reivindicativos que se extienden por calles y fachadas. Hablamos de Marinaleda, ese lugar que con 2.700 habitantes se ha convertido en todo un referente de lucha inquebrantable por un modelo alternativo al capitalismo y al de los grandes terratenientes de Andalucía. Uno de los pueblos más pobres durante el franquismo, lo que forjó entre sus gentes un carácter que empujaría al potente movimiento jornalero a ocupar fincas como El Humoso, donde las y los trabajadores no rinden cuentas ante la figura del “señor andaluz” y trabajan libremente por sus tierras, su pueblo y su futuro. Con el fin de conocer de primera mano su experiencia, nos desplazamos hasta este municipio sevillano para conocer de cerca la labor de quienes trabajan a diario la “Tierra Utopía”.
Nuestra visita comienza en la fábrica de preparación y envasado de cultivos como la alcachofa o el pimiento morrón. Aunque el aceite es el producto más importante y el que garantiza la viabilidad del proyecto, la diversificación de los productos garantiza el trabajo a más jornaleros tanto en el campo como en la fábrica, más allá del periodo de recogida y tratamiento del aceite. Allí nos explican que los vecinos de Marinaleda son llamados a asamblea (como se hace con cualquier otra cuestión) donde se organizan los grupos de trabajo. La diferencia de rendimiento de unos grupos y otros, y cómo esto dificulta llegar a sus objetivos y conseguir un proyecto rentable es uno de los problemas que han de afrontar quienes no tienen como fin último lucrarse, sino dar trabajo a la mayor cantidad de personas posible para ver prosperar a su pueblo. “Hay que ir probando y cambiando” nos explica Jesús, responsable de la logística, mientras comenta la pretensión de reemplazar los campos de trigo por algún otro producto que garantice rentabilidad y horas de trabajo para las trabajadoras durante más tiempo.
Tras conocer la gestión y funcionamiento de la fábrica, nos desplazamos hasta los enormes campos de El Humoso, donde se encuentra la almazara, lugar de elaboración del aceite de oliva. Allí nos recibe Juan, presidente de la cooperativa, un hombre curtido en el campo y en la lucha obrera. Mientras paseamos nos cuenta como él mismo junto a otros camaradas del SAT empezaron su lucha por las tierras de la finca: “En el 1979 ya estábamos ocupando el pantano para forzar a la junta a hacer un estudio de viabilidad. Trabajábamos por la mañana y a la tarde íbamos al pantano. Como era una cosa muy novedosa y que marcó el inicio de otras grandes luchas en Andalucía tuvo una gran repercusión y se consiguió que la junta realizara el estudio. Una vez que se supo que iban a hacer el estudio de viabilidad, fue cuando presionamos para conseguir estas tierras. 12 años de lucha después, sobre 1991, conseguimos por fin labrar las tierras de nuestro propio pueblo”. La Cooperativa Marinaleda S.C.A. creó más de 400 puestos de trabajo y se ha convertido en el núcleo económico de un pueblo que ha logrado la ocupación plena. Por poner la nota amarga, Jesús nos comenta también con cierta desilusión cómo aquellos que no vivieron todos esos años de lucha y sufrimiento no adquieren el mismo nivel de implicación que aquellos que empezaron y vieron crecer el proyecto “Para esta nueva generación, la cooperativa se ha convertido en una salida fácil para ganar algo de dinero y no terminar con sus estudios”.
Durante el recorrido por la finca, mientras charlamos y nos empapamos del espíritu de nuestro guía, apreciamos plantas de algodón, pimientos, girasoles y diversos productos, pero sobre todo hectáreas y hectáreas de olivos, cuyas aceitunas empiezan a asomar y se preparan para la recolecta de los próximos meses de octubre y noviembre. Llama la atención como aun conociendo la finalidad del proyecto, la mayor parte de los compradores adquieren el aceite de oliva, no tanto por compromiso militante, sino por la excelente calidad del mismo. La recolección se hace de forma manual y la elaboración lo más artesanal y ecológica posible, con el fin de no perder ni un ápice de la calidad que caracteriza a su aceite y de crear cuantos puestos de trabajo sea posible.
Para finalizar, nos dirigimos al centro del pueblo para visitar el Ayuntamiento. Allí conocemos a Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda desde 1979, que nos acoge de forma muy amigable. Más allá de darnos su opinión sobre diversos temas actuales y su implicación en la Cooperativa, ya que actualmente se enfrentan a un conflicto con la Junta de Andalucía que quiere privatizar las tierras de El Humoso actualmente propiedad de la Junta y cedidas para su explotación. Sánchez, fiel a su espíritu sindicalista, está dispuesto a luchar por seguir construyendo “una utopía hacia la paz” y animar a la ciudadanía a pelear contra las injusticias que afectan al desarrollo y bienestar de su pueblo.
Como toda aspiración en busca de la justicia social y la dignidad, el ideal que articula la vida de esta zona no está exento de dificultades. Precisamente por ello; frente a la represión, frente a la pobreza, frente al encarcelamiento de militantes, frente a las ansias de privatización, frente a los poderes económicos que nos pretenden arrodillados a su voluntad, frente al desánimo que a veces puede invadirnos solo cabe la solidaridad. Proyectos que, como este, conquistan el sueño de una sociedad un poco más justa, bajo premisas tan básicas como el derecho al trabajo y que la tierra pertenezca a quien la explota son ejemplos de lucha que inspiran y nos hacen mantenernos fieles nuestros ideales, y también conscientes de las dificultades y las contradicciones que todo proceso revolucionario, grande o pequeño, arrastra. Desde Alternatiba mandamos todo nuestro apoyo y nuestra solidaridad para que, como claman las paredes de El Humoso, ese cortijo sea para las y los jornaleros de Marinaleda.
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